miércoles, 18 de septiembre de 2024

Miércoles, 18 de septiembre de 2024.

 Miércoles de la 24ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San  Lucas 7, 31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor: ¿A quién se parecen los hombres de esta generación ? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis» Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de recaudadores y pecadores». Sin embargo, los discípulos de la Sabiduría le han dado la razón.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos distintos. Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y casas. Juan no participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan eras más ásperas que las de Jesús. Juan es el mayor de los profetas, Jesús es el mismísimo Hijo de Dios. Sin embargo, ni a uno ni a otro escucharon. Decían que Juan tenía un demonio y que Jesús era un comilón y un borracho. A veces somos especialistas es buscar excusas para no escuchar a las personas.
     "Señor, abre mi corazón a la verdad de cada persona"
     "A veces descalifico a las personas sin conocerlas. Perdona"

B. Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas amables y bruscas, aburridas y divertidas. desagradables y simpáticas, más buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos de par en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su Palabra en las palabras.
     "Concédeme Señor tu luz para saber escucharte"
     "Dame paciencia y perseverancia cuando no entienda lo que me quieras decir".

Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán conmigo, cada una con su forma de pensar, sentir y actuar; todas están creadas a imagen y semejanza tuya, de todas puedo aprender algo bueno, todas me pueden enriquecer. En el fondo, todas son un regalo tuyo.

Sin embargo, a veces estoy cerrado, agrando los defectos de las personas para no aprender de nadie, para no cambiar. Unas me parecen demasiado estrictas, otras muy permivas, algunas poco modernas, otras demasiado avanzadas. Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las personas, a seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.

Conviérteme, para ser regalo tuyo para los demás. Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 17 de septiembre de 2024

Martes, 17 de septiembre de 2024

  Martes de la 24ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: No llores.
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A Jesús le dieron lástimas las lágrimas de viuda, madre del joven muerto. Además de la pena por la muerte de su hijo, a aquella mujer le esperaba un futuro nada halagüeño. En nuestra sociedad hay personas que viven situaciones muy difíciles y muy pocos se compadecen de ellas. ¿Dejas que tu corazón se afecte por el dolor de los demás? ¿pasas de largo? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Ante nuestro sufrimiento Dios no pasa de largo, se acerca y quiere curarnos con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza, pero ¡cuántas veces nos encuentra cerrados! ¡Pasamos del médico que puede curarnos, que quiere curarnos!
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, tienes un corazón de carne, un corazón sensible,
que se alegra con los que gozan
y comparte los sufrimientos de los que lloran.
Gracias, Jesús, porque te alegras con mis éxitos
y sufres conmigo los malos momentos.

Gracias, Señor, porque me miras a los ojos,
me llamas por mi nombre y me dices:
A ti te hablo, LEVÁNTATE,
levántate de tu tristeza; levántate de tu egoísmo,
levántate de tu desesperanza, levántate de tus desconfianzas,
levántate de todo lo que te impide vivir,
de todo lo que no te dejar ser persona,
de todo lo que no te deja avanzar.

Señor, dame un corazón como el tuyo
y ayúdame a levantar a quienes están caídos junto a mí.


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Dos comitivas, Señor.

Una camina alegre,
sonríe
y es portadora de vida;
la otra va triste,
en silencio,
abrumada por la muerte.

Una se acerca a la ciudad,
canta
y mira el horizonte;
la otra se aleja del lugar,
llora
y mira como ausente.

Una entra,
la otra sale;
una va ligera de equipaje,
la otra con paso torpe;
una porta utopías,
la otra ataúdes.

¡Las dos con mucha gente!

Dos comitivas,
nos guste o no nos guste,
como siempre.

Pero Tú,
lleno de ternura,
con las entrañas removidas,
rompiste las barreras
-normas, costumbres, prejuicios, leyes-
que las hacen y mantienen,
y te mezclaste
y las mezclaste
para hacer presente
al Dios de la vida
entre la gente.

¡Eres un gran profeta
y haces que Dios nos visite,
aquí y ahora, en esta tierra!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 16 de septiembre de 2024

Lunes, 16 de septiembre 2024.Santos Cornelio y Cipriano

 Santos Cornelio y Cipriano

 Lunes de la 24ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 1-10

En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaum. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: "Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga". Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace". Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía dijo: "Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe". Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

"Ni en Israel he encontrado tanta fe". La fe en Jesucristo es la nota que define nuestro ser cristiano. Tener fe no es sólamente creer que Dios existe, o que Jesús es el Hijo de Dios. Para los cristianos tener fe es creer que Jesús puede curarme, puede salvarme, puede hacerme plenamente feliz. ¿Has sentido alguna vez la alegría de sentirte curado por Jesús? ¿deseas con todo el corazón revivir esta experiencia o experimentarla por primera vez? Adelante. Ten fe. Reza. Busca a Jesús en la oración, en tus hermanos. Está deseando curarte de eso que tanto te pesa.
    "Creo Señor, pero aumenta mi fe"

La fe no nos encierra, nos hace abiertos, solidarios. Aquel centurión no pidió para él, pidió para un criado, intercedió por él. Interceder es rezar por el otro, trabajar por el otro, dar la cara por el otro, dar voz a los que no tienen voz. Hay muchas personas que necesitan tu intercesión.
     "Gracias Señor por las personas que interceden por mi"
     "Gracias Padre por las personas que interceden por los más pobres"
     "No dejes nunca Señor que me ahogue en mis problemas"
     "Te pido Señor por ... y dame fuerza para trabajar por él"

Yo creo en Ti, Señor, y te doy gracias de corazón,
pero aumenta mi fe, porque a veces me envuelven las dudas.

Señor, haz que mi fe sea plena,
que sepa abrirte mis pensamientos y sentimientos y acciones,
mi pasado, mi presente y mi futuro, sin reservas.

Señor, haz que mi fe sea coherente,
que acepte las renuncias y los deberes que comporta
y sepa hacerla vida en cada momento de mi vida.

Señor, haz que mi fe sea fuerte,
que madure ante la contradicción de los problemas,
que encuentre cimiento más firme ante quienes la rechazan.

Señor, haz que mi fe sea alegre,
al saber y sentir que tu amor me envuelve,
al descubrir en cada persona la huella de tu gloria.

Señor, haz que mi fe sea activa
que sepa verte en los pobres y en cuantos me necesitan
y sepa avanzar por el camino de servicio y la entrega.

Señor, haz que mi fe sea humilde.
Porque estoy envuelto en debilidades,
que apoye mi fe en la fe de los hermanos, en la fe de la Iglesia.

Señor, haz que mi fe sea contagiosa,
a través de mis palabras, mi sonrisa y mi vida entera.
Que sepa transmitir, Señor, que Tú eres lo mejor que me ha pasado.
Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 15 de septiembre de 2024

Domingo, 15 de septiembre 2024

 Domingo de la 24ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 8, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas.
Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy?
Pedro le contestó: Tú eres el Mesías.

El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo.
Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro: ¡Quítate de mi vista, Satanás ! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!


3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Llega el tiempo de exámenes. Jesús, nuestro Maestro, nos pregunta: ¿quién decís que soy yo? ¿Sabes la respuesta? No tengas prisa en responder. No pienses solamente en lo que sabes, piensa en tu relación personal con él, piensa en cómo él influye en la vida de cada día. Cuando lo hayas pensado, dile la respuesta al Maestro.

¿Quieres sacar buena nota? Entonces respóndele a otra pregunta: ¿quién te gustaría que fuera Jesús en tu vida?

Tú eres todo lo que creo,
todo lo que espero,
todo lo que busco,
todo lo que no tengo todavía,
todo lo que todavía no soy,
todo lo que amo...

Tú estás en todo lo que vive,
en todo lo que nace,
en todo lo que sufre,
en todo lo que ríe,
en todo lo que canta,
en todo lo que grita,
en todo lo que me calma,
en todo lo que amo...

Tú, el que me visita,
el que me llama,
el que me reconforta,
el que me sugiere,
el que me ofrece,
el que me pide,
el que me espera,
el que me ama...

Tú, mi roca firme,
mi oasis reconfortante,
mi silencio sonoro,
mi noche estrellada,
mi manantial de vida,
mi tesoro encontrado...

Tú, Padre/Madre,
por encima de legalidades,
por encima de saberes,
por encima de manías,
por encima de respuestas,
por encima de historias...

Y yo, hijo tuyo
porque eres Tú quien quieres
que así sea.

F. Ulibarri

El examen oral ha terminado. Seguro que has obtenido un "sobresaliente". No obstante, ¡ten cuidado! ¡ojo! Pedro sacó matrícula de honor en el oral, pero en el práctico... fue un desastre. Pedro no entendió que el camino de Jesús es el camino del amor y el amor, en muchas ocasiones, duele.

Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo en el ansia
de la semilla ciega que perdió
el rumbo de la luz, aprisionada
por su tierra, vencida por su misma
tierra... Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla:

¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra
por dentro.

Es entrarse en la entraña
de la noche y adivinarle
la estrella en germen... ¡La esperanza
de la estrella!... Amor es amar
desde la raíz negra.

Amor es perdonar; y lo que es más que perdonar, es comprender...
Amor es apretarse a la cruz, y clavarse
a la cruz,
y morir y resucitar

¡Amor es resucitar!

Dulce María Loynaz.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 14 de septiembre de 2024

Sábado,14 de septiembre 2024.Exaltación de la santa Cruz

 Exaltación de la Santa Cruz

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 3,13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Los cristianos cuando contemplamos la cruz de Jesucristo no vemos principalmente un instrumento de tortura, para nosotros la cruz es el signo más claro del amor más profundo, del amor de Dios, manifestado en su la entrega de su Hijo Jesucristo. Muere en la cruz, para darnos vida, vida eterna. ¡Qué paradoja! Desde la muerte, Jesús da vida.

Contemplamos la cruz de Cristo y damos gracias a Dios porque su amor a la humanidad, a cada uno de nosotros no tiene medida.

Dios sigue amando al mundo, sigue compadeciéndose de todos, especialmente de los que más sufren, y sigue enviando al mundo a sus hijos, a ti y a mí, para salvarlo de la desesperanza, de la injusticia, de la soledad. ¿Estás dispuesto a ser enviado? ¿Asumes el riesgo de la cruz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

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A veces, Señor, a veces
la historia es tan opaca,
la vida tan ambigua,
y el horizonte tan monótono y triste,
que de nada sirve tu mensaje
porque tu presencia se nos esconde.

Y entonces, Señor, entonces
el corazón sufre y sangra,
las entrañas, cansadas, se agotan,
el espíritu se desorienta
y los sentidos se rebelan
porque no encuentran brotes de esperanza.

A veces, Señor, a veces
se me rompen los esquemas,
me encuentro perdido noche y día,
camino sin saber dónde te hallas,
y espero contra toda esperanza
anhelando el roce de tu brisa.

Y entonces, Señor, entonces,
si no pasas susurrando y moviendo
los cristales de mis ventanas,
mi anhelo se desata, en pasión o ira,
queriendo que seas huracán, fuego, tormenta
que zarandee mi cuerpo y espíritu.

A veces, Señor, a veces
sólo anhelo que Tú me llames,
pronunciando mi nombre como otras veces,
para despertarme y pacificarme,
y poder compartir heridas, deseos y tareas
a la vera del camino de la vida.

Y entonces, Señor, entonces,
aunque haya bandidos y ladrones,
sé que Tú vas cerca y delante
abriendo caminos y horizontes,
silbando alegres canciones
y dándonos a todos vida abundante.

A veces, Señor, a veces
reconozco tu presencia y voz,
y entonces, Señor, entonces
te sigo y salgo al mundo con ilusión.

Florentino Ulibarri.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 13 de septiembre de 2024

Viernes, 13 de septiembre de 2024.San Juan Crisóstomo

 San Juan Crisóstomo

 Viernes de la 23ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 39-42

En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta comparación: "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los ejemplos de este Evangelio son claros. Son fáciles de comprender. A nosotros nos toca aplicarlos a nuestra vida: ¿Cuáles son las vigas que llevamos en los ojos? ¿Que tendríamos que cuidar en nosotros mismos, antes de intentar ayudar a los demás? Cuidarnos es, además de una obligación moral, una exigencia del amor al prójimo.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Jesús nos previene también contra la hipocresía: a veces tenemos vista de lince para descubrir los fallos de los demás y de topillo para descubrir nuestros errores. Tenemos que hacer un esfuerzo para ver a los otros y a nosotros mismos con la máxima objetividad. Tampoco sería bueno destacar sólo los pecados propios y las virtudes ajenas.
            “Señor, ayúdanos a ver claro”
            “Danos fuerza para cambiar”
            “Perdona nuestra hipocresía”.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
con la luz de tu Verdad y de tu Amor,
para que yo me haga cada día más sensible al mal que hay en mí,
y que se esconde de mil maneras distintas, para que no lo descubra.
Sensible a la injusticia que me aleja de Ti y de tu bondad
para con todos los hombres y mujeres del mundo.
Sensible a los odios y rencores
que me separan de aquellos a quienes debería amar y servir.
Sensible a la mentira, a la hipocresía, a la envidia, al orgullo,
a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza,
para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas
y sacarlos de mi vida y de mi obrar.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que yo me haga cada día más sencillo,
más sincero, más justo, más servicial,
más amable en mis palabras y en mis acciones.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que Tú seas cada día con más fuerza,
el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos;
para que todo en mi vida gire en torno a Ti;
para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito,
de tu bondad infinita,
de tu misericordia y tu compasión.

Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.
Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre,
hasta el último instante de mi vida en el mundo,
para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 12 de septiembre de 2024

Jueves,12 de septiembre 2024

 Jueves de la 23ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten.

Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desgraciados. Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará; os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Las palabras de este Evangelio son tan fáciles de entender como difíciles de vivir. Creo que a todos nos parecen preciosas, pero quizá irrealizables. Sin embargo, no las pronunció Jesús para que se escribiera una de las páginas más bonitas del Evangelio. Jesús las predicó y, más aún, las vivió, para que también nosotros las vivamos.
"Señor, haznos parecidos a ti"
"Perdona nuestras revanchas y violencias"
"Danos tu Espíritu de paz"

¿Por qué tenemos que vivir de esta manera? Jesús nos da la razón más profunda: Dios es compasivo con todos, hace salir el sol para buenos y malos. Y nosotros, creados a su imagen, estamos llamados a ser y a vivir de la misma forma. Si Dios te ama cuando te conviertes en su enemigo, si presenta mil veces la mejilla, si te da todo lo suyo... ¿qué motivos tenemos para no hacer lo mismo con los hermanos?

Señor, ayúdanos a amar a los enemigos,
a hacer el bien a los que nos odian,
como tú nos amas a nosotros, cuando no lo merecemos.

Señor, enséñanos a bendecir a los que nos maldicen
y a orar por los que nos injurian,
como tú nos bendices y acompañas cuando nos alejamos de ti.

Que la generosidad con la que tú nos tratas transforme nuestro egoísmo,
para tratar a los demás, no como merecen, sino como necesitan;
no como ellos nos tratan, sino como tú nos tratas.

Señor, que seamos compasivos como tú, Padre nuestro,
eres compasivo con nosotros y con todos tus hijos. Amén.

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Fuera de la noche que me cubre,
negra como el abismo de polo a polo,
agradezco a cualquier dios que pudiera existir
por mi alma inconquistable.

En las feroces garras de la circunstancia
ni he gemido ni he gritado.

Bajo los golpes del azar
mi cabeza sangra, pero no se inclina.

Más allá de este lugar de ira y lágrimas
es inminente el horror de la sombra,
y sin embargo la amenaza de los años
me encuentra y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta,
cuán cargada de castigos la sentencia.

Soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley
Rezada por Nelsón Mandela.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.