Jueves de la 5ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,9-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Como el Padre me ha
amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto
para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a
plenitud."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Podemos imaginar con dificultades cómo ama un padre o una madre a su
hijo. Pero no podemos si quiera sospechar cómo ama Dios Padre a Jesús,
su Hijo. Con este amor infinito nos ama Jesús. Y la aventura más
preciosa que podemos emprender es dejarnos amar, acercarnos al fuego del
Amor, sentir cada día con más intensidad la fuerza y la ternura de ese
Amor.
“Gracias Señor por amarnos así, sin medida ninguna”
“Haznos sentir tu amor, Señor”
“Perdona y cura la dureza del corazón que no se deja amar”
Para permanecer en el Amor de Dios, hemos de acoger y guardar en el corazón su palabra, sus mandatos...
Callar las radios,
callar los ordenadores,
callar los móviles y las teles.
Callar los micrófonos,
callar los relojes,
callar las máquinas y sus vibraciones.
Callar los ruidos,
callar las palabras,
callar los gestos y las reuniones..
Cerrar las puertas,
cerrar las ventanas,
cerrar todas las brechas y entradas.
Callar las huidas,
callar las hambres,
callar las argucias y los viajes.
Callar los discursos,
callar las explicaciones,
callar los sueños y las pasiones.
Callar los sentidos,
callar los pensamientos,
callar las noticias y los argumentos.
Cerrar las puertas,
cerrar las ventanas,
cerrar las almenas y las murallas.
Callar imágenes,
callar inquietudes,
callar ideas y tareas.
Callar los recuerdos,
callar las tensiones,
callar miedos y preocupaciones.
Callar apetencias,
callar compromisos,
callar urgencias e imprevistos.
Cerrar las puertas,
cerrar las ventanas,
cerrar los visillos y las persianas.
Callar las dudas,
callar las curiosidades,
callar las insidiosas necesidades.
Abrir el corazón,
abrir las entrañas,
abrir nuestro ser y casa.
Y escuchar tu voz de amor
que nos hace hijas e hijos
y resuena en toda la creación.
Florentino Ulibarri
En la senda de los mandamientos, llamada también del amor, nos
tropezaremos con una buena compañera de camino: la alegría, la Alegría
plena, la Alegría de Dios.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Rezamos con ideas del Papa FRANCISCO en Evangelii Gaudium:
Señor, Tú nos has creado para que seamos felices; has querido
contagiarnos tu misma alegría, a todas las personas, sin excluir a
nadie. para que nuestra alegría crezca cada día. Gracias, Jesús.
No dejes que seamos seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es
la opción de una vida digna y plena, ése no es tu deseo para nosotros,
ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo
resucitado.
No permitas que mi vida se ahogue en el egoísmo. Ayúdame a dejar
espacio en mi corazón a los demás. Ábreme los oídos para escuchar tu
voz, esa voz que me recuerda que me amas con locura, para que así crezca
la dulce alegría de sentirme amado, y en mi vida palpite el entusiasmo
por hacer el bien.
Concédenos la gracia de experimentar la alegría de los que no ponen
condiciones para estar alegres; de los pobres que comparten lo poco que
tienen; de las personas, que aún en medio de grandes compromisos, han
sabido conservar un corazón confiado, desprendido y sencillo; de los
creyentes que cada día se dejan alcanzar y alegrar por tu amor.
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Concédenos, Señor, tu alegría insobornable.
La diversión tiene precio y propaganda
y sus mercaderes son expertos.
Se alquila la evasión fugaz
con sus rutas exóticas y vanas.
Se bebe el gozo con tarjetas de crédito
y se estruja como un vaso desechable.
Pero tu alegría no tiene precio,
ni podemos seducirla.
Es un don para ser acogido y regalado.
Concédenos, Señor, tu alegría sorprendente.
Más unida al perdón recibido
que a la perfección farisaica de las leyes.
Encontrada en la persecución por el reino,
más que en el aplauso de los jefes.
Crece al compartir lo mío con los otros,
y se muere al acumular lo de los otros como mío.
Se ahonda al servir a los criados de la historia,
más que al ser servidos como maestros y señores.
Se multiplica al bajar con Jesús al abismo humano,
se diluye al trepar sobre cuerpos despojados.
Se renueva al apostar por el futuro inédito,
se agota al acaparar las cosechas del pasado.
Tu alegría es humilde y paciente
y camina de la mano de los pobres.
Concédenos, Señor, la “perfecta alegría”.
La que mana como una resurrección fresca
entre escombros de proyectos fracasados.
La que no logran desalojar de los pobres
ni la cárcel de los sistemas sociales
ni los edictos arbitrarios de los amos.
La decepción más honda y golpeada
no puede blindarnos para siempre
contra su iniciativa inagotable.
Tu alegría es perseguida y golpeada,
pero es inmortal desde tu Pascua.
Concédenos, Señor, la sencilla alegría.
La que es hermana de las cosas pequeñas,
de los encuentros cotidianos
y de las rutinas necesarias.
La que se mueve libre entre los grandes,
sin uniforme ni gestos entrenados,
como brisa sin amo ni codicia.
Tu alegría es confiada y veraz,
ve la más pequeña criatura amada por ti,
con un puesto en tu corazón y en tu proyecto.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 2 de mayo de 2024
Jueves, 2 de mayo de 2024. San Atanasio
miércoles, 1 de mayo de 2024
Miércoles, 1 de mayo de 2024
Miércoles de la 5ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,1-8
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y
mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo
arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado;
permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto
por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que
permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no
podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el
sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo
que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que
deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús
es la Vid, es la Vida. Nosotros somos los sarmientos y por nuestras
venas corre la misma Vida de Jesús... si permanecemos unidos a Él.
Permanecer
no es estar a ratos, cuando me apetece, cuando lo necesito, cuando no
tengo más remedio... El verbo permanecer es amigo del sustantivo
fidelidad y del adverbio siempre.
A veces, “permanecer
en Jesús” nos suena a castigo, a imposición, a condena. Si lo vivimos
así, no conocemos todavía el corazón de Dios. Permanecer es un regalo,
un tesoro, el mejor tesoro, que Él nos ofrece incondicionalmente para
que demos fruto, para que nuestra vida tenga sentido.
Con
toda la buena voluntad del mundo comenzamos compromisos, queremos
mejorar nuestro mundo, participamos en grupos de fe, en parroquias y
movimientos, tratamos de ser cada día mejores...
Queremos cosas
buenas y trabajamos por ellas, pero olvidamos lo fundamental, lo
imprescindible: estar unidos a Jesús. Sin Él no podemos hacer nada.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Como el Amor es la fuente
de ternura y siembra,
de puertas abiertas,
de promesas ciertas.
Como la Justicia es fuente
de miradas limpias,
de opciones honestas,
de normas humanas.
Como la Paz es fuente
del arma desterrada,
de extintas barreras,
de muros tirados.
Como la Palabra es fuente
de verdad desnuda,
de la fe intuida,
de bendición sincera.
Como el Pan es fuente
de estómagos llenos,
de mesas provistas,
de días de encuentro.
Tú eres la vid,
y nosotros los sarmientos,
que han de florecer
con frutos de amor y justicia,
de paz y palabra,
de pan que saciará
el hambre de todos.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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La poda es algo muy frecuente en el campo.
Campesinos y hortelanos son diestros en ella.
Incluso en la ciudad,
los amantes de los árboles y de las plantas
las podan en tiempos señalados.
Obtienen así ejemplares más bellos, más fuertes, más sanos...
Pero con ser una operación tan corriente,
necesaria y positiva,
nos resulta una energía extraña,
cuando no una anti-energía o muerte.
Sin embargo, la poda es ley de vida y crecimiento
de las plantas,... de las personas y de los grupos.
Controla, encauza y orienta las fuerzas;
impide la dispersión, da nuevas energías.
Nos hace crecer y ser nosotros mismos.
Nos poda el Padre, eso dices Tú.
Poda a los que dan fruto, para que den más.
Nos poda a los que bien nos quiere.
Nos corta las alas de la soberbia y de la comodidad
que nos impiden dar fruto y malgastan energía.
¡Corta brotes "naturales", que parecen ser expresión de vida,
para que demos más y mejor fruto!
Nos podan los amigos, el grupo, la comunidad,
a través de relaciones claras y fraternales;
a través de la ayuda, la crítica y la exigencia.
Nos podan cuando ponen en crisis
nuestro estilo de vida y escala de valores;
cuando nos hacen afrontar las incoherencias
y zonas oscuras de nuestro ser.
Algunos se podan a sí mismos para dar más fruto.
Saben decir no a ciertas cosas.
Saben renunciar a bienes positivos y objetivos dignos
para conseguir bienes mayores y tesoros escondidos.
¡Dichosos esos hombres y mujeres!
Dichosos los que viven con ellos, porque participan de su fruto.
La mayoría de las podas vienen sin buscarlas.
Las trae la vida cuando menos lo esperas;
son podas involuntarias, imprevistas, a veces duras y dolorosas,
y no siempre las aceptamos como algo positivo.
Involuntaria o voluntaria
a tiempo o a destiempo,
asumida o rechazada,
la poda es el secreto
de las personas que se han hecho fuertes,
de los hombres y las mujeres que dan fruto,
de quienes tienen vida.
¡Pódanos, Señor!
¡Pódame, Señor!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 30 de abril de 2024
Martes, 30 de abril de 2024
Martes de la 5ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14,27-31a
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "La paz os dejo, mi paz os
doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón
ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado."
Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es
más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando
suceda, sigáis creyendo. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se
acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es
necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el
Padre me manda yo lo hago."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La
Paz es un don de la Pascua, de Jesús resucitado. No nos la da como la
da el mundo (a cambio de injusticias y sometimientos). La Paz de Jesús
es gratis. Jesús nos ofrece la Paz con Dios, la Paz con los hermanos,
con la creación, con nosotros mismos.
“En mi corazón Señor hay mucha violencia, dame tu Paz”
“A veces me cuesta aceptarme, perdonarme; dame tu Paz”
“Gracias Señor por el don de la Paz”
Los
apóstoles están tristes porque el Maestro les anuncia su marcha. Y
Jesús les dice: “Si me amaráis, os alegraríais”. A todos nos cuesta ver
cómo se alejan las personas amadas. Pero no tenemos en propiedad a los
amigos, ni a la familia. Tampoco pertenecemos a nadie, sólo a Dios. Y
Dios respeta nuestra libertad; es más, la multiplica. Tú y yo, y cada
persona tiene el derecho y el deber de seguir su camino, de cumplir su
vocación.
“Danos Señor un amor limpio, que no provoque dependencias”
“Ayúdanos a encontrar y seguir el camino que nos conduce a Ti”
“Perdona Señor nuestros intentos de dominar, de quitar libertad”
“Gracias por habernos creado libres, por querernos siempre”
“Cura el pecado que hiere y mata la libertad y la felicidad"
Pedimos la Paz del resucitado con esta oración del Obispo Pedro Casaldáliga:
Danos, Señor, aquella Paz extraña
que brota en plena lucha como una flor de fuego;
que rompe en plena noche como un canto escondido;
que llega en plena muerte como el beso esperado.
Danos la Paz de los que andan siempre, desnudos de ventajas,
vestidos por el viento de una esperanza núbil.
Aquella Paz del pobre que ya ha vencido el miedo.
Aquella Paz del libre que se aferra a la vida.
La Paz que se comparte en igualdad fraterna como el agua y la Hostia.”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 29 de abril de 2024
Lunes, 29 de abril de 2021
Santa Catalina de Siena
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 25-27
En aquel tiempo, Jesús exclamó: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y
se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido
mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que
el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo
se lo quiera revelar"
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús reza, da gracias por las maravillas que el Padre hace en el
corazón de los sencillos, como Santa Catalina. En el año 1353, cuando
ella tenía 6, vive la primera experiencia sobrenatural. Desde ese día
Catalina es una persona totalmente distinta. Parece que ya no vive para
lo material sino sólo para lo espiritual. Por consejo de sus padres y
ante la insistencia continua de su hermana, Catalina empieza a
arreglase, vestir a la moda, a teñirse el pelo y a llenarse de
coloretes. Tiene 12 años. Ante la muerte de su hermana, Catalina promete
que no buscará más lo mundanal y material sino solamente lo espiritual y
sobrenatural. Es lo que ella llamará su "conversión". Sus padres y
hermanos que desean para ella un brillante matrimonio se dedican a
hacerle insoportable esa vida de espiritualidad. En 1363 se hace
Terciaria dominica. Fue necesario conseguir tres sacerdotes para
confesar a los pecadores que iban a consultar a la santa. En 1376, el
Papa, por influencia de Catalina, vuelve a Roma desde Avignon. El 29 de
abril muere en Roma a la edad de 33 años.
Hoy Dios sigue haciendo milagros en la vida de muchas personas. Pedimos luz para descubrir y un corazón que sepa agradecer.
Dios quiere bendecir a todos, pero sólo los que tienen un corazón de
pobre, humilde, sólo puede entrar en la vida de los que han apartado de
su horizonte el orgullo, la autosuficiencia, la soberbia... Como diría
San Pablo, la fuerza de Dios se muestra perfecta en nuestra debilidad.
“Señor, haznos pobres y sencillos”
“Gracias por mostrarnos la grandeza de lo pequeño"
Nos unimos a la oración de Jesús, que da gracias por la gente sencilla, que acoge y vive su Evangelio
Te doy gracias, Padre, de todo corazón
por los pobres que nada tienen y aún reparten,
por las personas que pasan sed y agua nos dan,
por los débiles que a sus hermanos fortalecen,
por los que sufren y comparten su consuelo,
por los que esperan y contagian su esperanza,
por los que aman, aunque el odio les rodee,
por los que se conmueven ante un amanecer,
ante un recién nacido, ante un gesto de amor.
Te doy gracias, Padre, de todo corazón,
por los humildes que piden y acogen tu perdón,
por los que se estremecen al escuchar tu Palabra,
por los viven con gratitud la posibilidad de dar la vida,
por los que se alimentan en el pan de la Eucaristia,
por los que saben apoyarse en sus hermanos,
por tus hijos que se emocionan al llamarte Padre.
Ayúdanos a crecer en sencillez y humildad,
a acoger agradecidos tu Palabra y tu amor.
Podemos alegrarnos y dar gracias por muchas cosas…
La fiesta, la música, la chispa, el éxito,
el acierto, el afecto,
el prestigio, lo entretenido,
las pequeñas comodidades,
un rato en buena compañía,
caer bien,
conocer gente,
tener amigos,
algún gesto de ternura,
un buen libro,
unas risas…
…todo esto, sí.
Pero hay más:
la gratitud, por tantas oportunidades,
los fracasos, que son escuela,
los errores, si nos hacen humildes,
la soledad, porque nunca es completa,
las etapas malas, que siempre terminan,
las batallas internas, porque estamos vivos,
los grandes ideales
que dan sentido a las grandes entregas,
la fe, a las duras y a las maduras,
y tantas historias cotidianas
en las que se gesta lo eterno.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 28 de abril de 2024
Domingo, 28 de abril de 2024
Domingo de la 5ª semana de Pascua B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento
mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para
que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he
hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede
dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que
permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no
podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el
sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo
que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que
deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es la Vid, es la Vida. Nosotros somos los sarmientos y por
nuestras venas corre la misma Vida de Jesús... si permanecemos unidos a
Él.
Permanecer no es estar a ratos, cuando me apetece, cuando lo
necesito, cuando no tengo más remedio... El verbo permanecer es amigo
del sustantivo fidelidad y del adverbio siempre.
A veces,
“permanecer en Jesús” nos suena a castigo, a imposición, a condena. Si
lo vivimos así, no conocemos todavía el corazón de Dios. Permanecer es
un regalo, un tesoro, el mejor tesoro, que Él nos ofrece
incondicionalmente para que demos fruto, para que nuestra vida tenga
sentido.
Con toda la buena voluntad del mundo comenzamos
compromisos, queremos mejorar nuestro mundo, participamos en grupos de
fe, en parroquias y movimientos, tratamos de ser cada día mejores...
Queremos cosas buenas y trabajamos por ellas, pero olvidamos lo
fundamental, lo imprescindible: estar unidos a Jesús. Sin Él no podemos
hacer nada.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Cuántas energías buscando el aplauso
que al terminar me deja vacío.
Años de esfuerzo para lograr títulos
que no cambian nada lo que soy.
Desvelos para preparar un proyecto
Pasa el proyecto, y siguen los desvelos.
Cuánto trabajo modelando una imagen
que no es más que fachada.
Nada, al final todo queda en nada
y en mí crece el vacío.
Tú sigues paciente, esperando,
con esa ternura sonriente.
Solo Tú, lo repito pero ¿lo creo?
Solo en Ti, lo aprendí pero ¿lo vivo?
Tendrá que derrumbarse todo
hasta que solo queden escombros
para que te devuelva la mirada
para que no me quede otro asidero
y vuelva a ser aquel niño indefenso
que no puede hacer nada
sólo llorar y dejarse abrazar.
Javier Montes, sj
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También podemos rezar con esta canción:
Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar;
tu grande eterno amor quiero gozar.
Llena mi pobre ser, limpia mi corazón;
hazme tu rostro ver en la aflicción.
Mi pobre corazón inquieto está,
por esta vida voy buscando paz.
Mas sólo Tú, Señor, la paz me puedes dar,
cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.
Pasos inciertos doy, el sol se va;
mas, si contigo estoy, no temo ya.
Himnos de gratitud alegre cantaré,
y fiel a Ti, Señor, siempre seré.
Día feliz veré creyendo en Ti,
en que yo habitaré cerca de Ti.
Mi voz alabará tu santo Nombre allí,
y mi alma gozará cerca de ti.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 27 de abril de 2024
Sábado, 27 de abril de 2024
Sábado de la 4ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14,7-14
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me conocéis a mí,
conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto."
Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." Jesús le
replica: "Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?
Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al
Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo
os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí,
hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no,
creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las
obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que
pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el
Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Si
me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre”. Nunca acabamos de
conocer a Jesús, nunca acabaremos de conocerlo. Su grandeza no cabe en
nuestra pequeña cabeza, pero podemos conocerlo cada día mejor.
Eres otra cosa, Jesús.
Eres otra cosa.
¿Quién ha dicho que Tú eres triste,
serio, aguafiestas y exigente?
¿Quién ha dicho que el Evangelio
está reñido con la alegría y la fiesta?
¿Quién ha dicho que la fe es una carga inútil
de normas y leyes que ya no rigen?
¿Quién ha dicho que tu mensaje es una cadena
con manto de rosas y promesas huecas?
Tanto tiempo contigo,
trabajando en tu viña,
hablando de nuestras vidas,
y no te entendemos.
Tenemos que cambiar de pies a cabeza
nuestras glándulas resecas,
nuestros miembros sin juego,
nuestras arterias rotas,
nuestra mente cerrada,
nuestro corazón viejo.
Beber vino nuevo
y exponemos al viento de tu Espíritu
sólo con el manto que Tú nos has tejido.
Romper esquemas,
y adquirir estilo, forma y mentalidad nueva
para entenderte y gozarte.
Tanto tiempo contigo,
oyendo tus risas,
compartiendo tus fatigas,
y no te entendemos,
porque seguimos siendo fariseos,
ayunando de tu Evangelio,
y no nos atrevemos a emborrachamos contigo.
Eres otra cosa, Jesús.
Eres otra cosa.
Florentino Ulibarri
“Yo
estoy en el Padre y el Padre en mi”. Dios es un misterio de comunión,
de amor. El Padre está en corazón del Hijo y del Espíritu. El Hijo está
en el corazón del Padre y del Espíritu. El Espíritu está en el corazón
del Padre del Hijo. Nuestras palabras se quedan muy cortas para
describir el misterio de Dios.
Pero lo más importante no es tratar
de tratar de comprender desde fuera este misterio, lo más importante es
aceptar la invitación de Jesús nos a entrar dentro de este misterio de
comunión, de amor. También podemos decir a nuestro modo: “yo estoy en el
Padre y el Padre está en mí”.
“Gracias Señor por abrirnos las puertas de tu intimidad”
“Gracias porque en tu corazón, yo estoy también presente”
“Señor, quiero acogerte en mí como tú me acoges”
“Señor, danos tu Espíritu
para que en nuestro corazón haya sitio para todos"
Quien te ve a ti, Jesús, ha visto a Dios Padre.
Tus palabras son las palabras creadoras del Padre.
Tus milagros reflejan el poder salvador del Padre.
Tus lágrimas brotan de los ojos compasivos del Padre.
Tu perdón nace del corazón misericordioso del Padre.
Tu muerte en la cruz revela el amor generoso del Padre,
que no se reserva lo más querido, que se entrega del todo.
Tu resurrección es un soplo de la vida del Padre,
que renueva a cada persona y al universo entero.
Gracias, Jesús, por derribar nuestras ideas de Dios,
tan cortas como nuestros miedos y deseos.
Gracias por revelarnos el verdadero rostro de Dios.
Gracias por salvarnos del miedo a Dios y al futuro.
Señor, transforma mis sentimientos,
pensamientos y comportamientos;
a fin de que, unido a ti, mi vida sea también
transparencia de las palabras, la fuerza,
el perdón y el amor del Padre.”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 26 de abril de 2024
Viernes, 26 de abril de 2024. San Isidoro
San Isidoro
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco
se enciende una vela para ponerla debajo del celemín, sino para ponerla
en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesucristo
nos ha traído la mejor sal y la luz más clara: su Evangelio, su vida.
El Evangelio de Jesús da sabor de esperanza, de fraternidad, de fe al
mundo. La vida de Jesús ilumina nuestra existencia y nos ayuda a
descubrir cómo somos en realidad y cómo podríamos ser...
“Gracias Señor por ser la sal de mi vida”
“A veces no me dejo iluminar por ti. Perdóname”
“Que no me aparte nunca de tu luz, Señor”
Pero
la sal y la luz de Jesucristo no son sólo para nuestro disfrute
personal. Él nos dice: Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del
mundo. Tu parroquia ha de ser sal y luz en el barrio, tú tienes que ser
sal y luz en medio de tu familia, de tus amigos, como lo fue San Isidoro
en su tiempo.
Sin embargo, en muchas ocasiones nos
parece que no podemos ser sal y luz de nada. Nos paraliza nuestra
pequeñez, nuestros pecados... No da miedo ir en contra de la corriente,
en contra de una corriente muy fuerte. Jesús conoce nuestra debilidad y
sabe bien de la fuerza del mal, pero confía en nosotros y nos envía. Es
posible ser sal y luz desde la pequeñez. Si confiamos y nos apoyamos en
Él, su fuerza se manifestará en nuestra debilidad.
¿Cómo eres y cómo podrías ser sal y luz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
De San Isidoro es esta oración preciosa:
¡Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo!
¡Aquí estamos, reunidos en tu presencia!
Limitados sí, por la malicia del pecado,
pero confiados al reunirnos en tu nombre.
Ven y quédate con nosotros:
dígnate infundirte en lo más íntimo de nuestros corazones.
Enséñanos en qué tenemos que ocuparnos,
hacia dónde hemos de dirigir nuestros esfuerzos,
haznos saber lo que debemos realizar;
para que con tu ayuda te podamos agradar en todo.
Sé tú sólo quien inspires
y lleves a feliz término nuestras decisiones;
Tú que sólo con Dios Padre y su Hijo
posees el nombre glorioso.
No permitas que seamos
perturbadores de la justicia,
Tú que amas, sobre todo la equidad
en sumo grado.
Que la ignorancia no nos arrastre al mal,
ni el aplauso nos desvíe,
ni nos corrompa el interés de lucro,
o la preferencia de personas;
antes bien, únenos a Ti de modo eficaz
por el don de tu sola gracia.
Que seamos uno en Ti
y en nada nos apartemos de la verdad.
Y por hallarnos reunidos en tu nombre,
podamos en todo mantener la justicia,
guiados por el amor filial, para que aquí y ahora
nuestro dictamen en nada disienta de Ti,
y en lo venidero consigamos la eterna recompensa
por haber actuado conforme a tus designios.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.