Jueves de la 22ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la 
palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos 
barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado
 y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y 
le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, 
enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro y echad las 
redes para pescar". Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche 
bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las 
redes". Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, 
que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para 
que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos 
barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro, se arrojó a los 
pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". Y 
es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él 
al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a 
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús 
dijo a Simón: "No temas: desde ahora serás pescador de hombres". Ellos 
sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Rema mar adentro” es una invitación a crecer, a ser nosotros mismos, a amar más y mejor…
Gracias, Señor, porque nos llamas a remar mar adentro,
de la orilla del "no hacer mal a nadie" al mar de la santidad,
de la orilla del "compartir unas migajas" al mar de la entrega total,
de la orilla del "rezar por obligación" al mar de la amistad contigo,
de la orilla del “todo está muy mal” al mar del compromiso,
de la orilla del “me da miedo” al mar de la confianza,
de la orilla del "ir tirando" al mar de una vida plena.
No permitas que me quede estancado, en la orilla,
y guíame en la aventura de remar mar adentro,
para encontrarme con mi yo más auténtico,
para descubrir el mar inmenso de tu amor,
para gozar la alegría de la fraternidad más grande.
Cuando nos damos cuenta de la grandeza y la bondad de Dios, reconocemos 
nuestra pequeñez y de nuestro pecado. Esta es la experiencia de Pedro. 
Esta es la experiencia que todos estamos invitados a vivir. Sólo cuando 
tomemos conciencia de quién es Dios y de quiénes somos nosotros, 
podremos relacionarnos con verdad con Él y con los hermanos.
            “Señor, tu mar es grande, nuestras barcas son pequeñas”
            “Concédenos descubrir y admirar tu grandeza”
            “Concédenos un corazón humilde”
“No temas, desde ahora serás pescador de hombres”. Cuando Pedro reconoce su pecado, Jesús lo llama. Es curioso.
Jesús no se detiene ante nuestra pequeñez, ni siquiera ante nuestro 
pecado, cuando lo reconocemos con sinceridad. Y cuenta con nosotros, 
cuenta contigo. Y te llama.
Hay que dejarlo todo
en el seguimiento a Jesús.
Primero se dejan las cosas:
lo que se recibe heredado
y viene grapado al apellido,
lo que es fruto del trabajo
y lleva nuestra huella.
También hay que dejarse a sí mismo:
los propios miedos,
con su parálisis y los propios saberes,
con sus rutas ya trazadas.
Después hay que entregar
las llaves del futuro,
acoger lo que nos ofrece
el Señor de la historia
y avanzar en diálogo
de libertades encontradas
mutuamente para siempre,
que se unifican en un único paso
en la nueva puntada de tejido.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 7 de septiembre de 2023
Jueves, 7 de septiembre de 2023
miércoles, 6 de septiembre de 2023
Miércoles, 6 de septiembre de 2023
 Miércoles de la 22ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 4, 38-44
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. 
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta, y le pidieron que hiciera
 algo por ella. El, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó;
 ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los 
llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De 
muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: "Tú eres el Hijo 
de Dios". Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era
 el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo 
andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les
 fuese. Pero él les dijo: "También a los otros pueblos tengo que 
anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado. Y predicaba en 
las sinagogas de Judea.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Esta página del Evangelio tiene el color del éxito. Jesús cura a la 
suegra de Pedro e inmediatamente se puso a servirles. El servicio es 
signo de salud, de salvación. Y el servicio es fuente de alegría. Damos 
gracias porque hoy sigue curándonos y le pidamos que nos conceda ser más
 serviciales.
Te doy gracias de todo corazón,
Señor, Dios mío,
te diré siempre que tú eres amigo fiel.
Me has salvado del abismo profundo,
y he experimentado tu misericordia.
Me has librado de los lazos de la tentación,
y he experimentado tu misericordia.
Me has hecho revivir, volver al camino,
y he experimentado tu misericordia.
Has curado la fiebre que me impide servir a los hermanos.
Has abierto mis ojos y mis oídos para ver y escuchar a quién me necesita.
Sigue protegiendo mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Señor, yo me alegro, porque eres un Dios compasivo.
Me alegro porque eres piadoso y paciente.
Me alegro porque eres misericordioso y fiel.
Señor, mírame. Ten compasión de mí. Dame fuerza.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Tú, Señor, siempre estás pronto a ayudarme
y a animar mi corazón cuando decae.
Tú, Señor, toma mi corazón de barro
y moldéalo según la grandeza de tu misericordia.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Al día siguiente, cuando se hizo de día, salió a un lugar solitario. 
Jesús necesita de la soledad, del silencio, para encontrarse con su 
Padre, para ser fiel a su misión. Reza cuando cosecha fracasos y cuando 
es aclamado por todos, cuando truena y cuando hace sol.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Dan con él y quieren retenerlo. Pero Jesús tiene claro que ha de cumplir
 su misión: tiene que anunciar el Evangelio en los otros pueblos.
Hemos de tener cuidado. Es muy fácil perder el rumbo de la misión que 
Dios da a cada uno. Si fracasamos, tenemos la tentación de abandonarla. 
Si tenemos éxitos, podemos modificarla para evitar la dificultad y la 
cruz.
            “Señor, haznos fieles, frente al éxito y al fracaso”
            “Corrige el rumbo de nuestra misión cuando se desvía”
            “A veces queremos retener a los demás en nuestro favor. Perdona.”
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 5 de septiembre de 2023
Martes, 5 de septiembre de 2023
 Martes de la 22ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 4,31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de la Galilea, y los 
sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su enseñanza, 
porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía 
un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: "¿Qué quieres de 
nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el 
Santo de Dios". Jesús le intimó: "¡Cierra la boca y sal!" El demonio 
tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle 
daño. Todos comentaban estupefactos: "¿Qué tiene su palabra? Da órdenes 
con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen". Noticias de él
 iban llegando a todos los lugares de la comarca.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hay muchas clases de autoridad. Hay personas que tienen autoridad porque
 saben mucho, otras porque tienen mucho poder y muchas posibilidades 
para reprimir a los adversarios. La autoridad puede nacer del poder o de
 la coherencia, de la autenticidad. Ésta es la autoridad de Jesús. Y 
ésta debería ser nuestra autoridad.
Señor, Tú hablas con autoridad,
porque has sido enviado por Dios Padre, no eres un entrometido;
porque hablas de lo que sabes, no hablas de oídas;
porque hablas con sencillez, para que te entiendan, no para demostrar lo mucho que sabes;
porque hablas con respeto, nunca con violencia;
porque haces lo que dices, vives lo que hablas;
porque tus palabras buscan mi bien, aunque a veces no quiera escuchar lo que me dices;
porque tus palabras reflejan la verdad, sin esconder la luz ni las sombras;
porque tus palabras descubren nuestros fallos para que los superemos, nunca para humillarnos;
porque tus palabras nos recuerdan quiénes somos y lo mucho que valemos para ti;
porque
 tus palabras, tu mirada, tus gestos y tu vida nos anuncian un mismo 
mensaje: que nos amas con todo el corazón y que tu amor nos acompañará 
siempre.
Señor, ayúdame a hablar como Tú, a vivir como Tú, a ser como Tú.
Jesús libera de todo lo que no nos deja crecer como personas y como 
cristianos. Por eso su lucha se dirige directamente contra el pecado. El
 pecado es nuestro peor enemigo, un enemigo que se convierte en 
invencible cuando no reconocemos su peligro.
            “Señor, gracias por desatarnos de las cadenas que nos atan,
             por liberarnos de los espíritus que nos atemorizan.
             Concédenos reconocer el mal que retuerce a nuestros hermanos
             y ayudarles a disfrutar la alegría de una vida libre.”
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 4 de septiembre de 2023
Lunes, 4 de septiembre de 2023
 Lunes de la 22ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San  Lucas 4,16-30
En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret, donde se había criado; entró en la 
sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer
 la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, 
desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu 
del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar 
la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad,
 y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para 
anunciar el año de gracia del Señor". Y, enrollando el libro, lo 
devolvió al que lo ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos 
fijos en él. Y él se puso a decirles: "Hoy se cumple esta Escritura que 
acabáis de oír".
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de 
gracia que salían de sus labios. Y decían: "¿No es éste el hijo de 
José?"
Y les dijo: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti 
mismo"; haz también aquí, en tu tierra, lo que hemos oído que has hecho 
en Cafarnaúm". Y añadió: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado 
en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos 
de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo 
una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue 
enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.
 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin 
embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio".
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, 
lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se 
alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso 
entre ellos y se alejaba.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús fue a su pueblo, a Nazaret. Tuvo que ser un día emocionante para 
él. Va a anunciar su mensaje a sus amigos, a su familia, a los 
vecinos... Jesús se presenta como las palabras del profeta Isaías: El 
Espíritu Santo está sobre mí, me ha enviado a dar la buena noticia a los
 pobres...
El Espíritu Santo está también sobre ti. Lo has recibido en tu bautismo y
 en la confirmación; lo recibes cada vez que le abres tu corazón. Y has 
recibido el Espíritu de Jesús para dar la buena noticia, para curar, 
para liberar, para liberar... Pero en muchas ocasiones no somos 
conscientes de la presencia del Espíritu en nuestra vida, no acabamos de
 creer en su fuerza...
¿Qué te dice Dios? ¿Que le dices?
Los que habían sido sus vecinos primero reaccionan con admiración, pero 
después comienzan a cerrarse: ¿No es éste el hijo de José? Aquel día 
Jesús cosechó uno de los fracasos más sonoros y dolorosos. Nos cuesta 
acoger la Palabra de Dios cuando el heraldo es un conocido, un amigo, un
 familiar...
Los nazarenos perdieron una gran oportunidad para conocer mejor a Dios, 
para vivir con más esperanza, con más alegría, con más sentido. Cada vez
 que rechazamos la Palabra de Dios, también salimos perdiendo.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Vine a los míos y los míos no me recibieron.
Me hice como uno de ellos y no me conocieron.
Busqué nuevas formas de presencia:
me prolongué en signos visibles,
me quedé en sus templos y en sus casas,
quise estar en el centro de sus encuentros,
pero ellos apenas se dan cuenta.
Me encarné en el pobre y en el que sufre;
quise hacerme presente en sus debilidades:
curar, compartir, acompañar, servir,
ser testigo firme de toda vida, aún de la más débil;
pero ellos se van por otros caminos.
Me ofrecí como alimento –sabroso pan y dulce vino–
pero el banquete les parece insípido y triste.
Me hice palabra buena y nueva,
y ellos la amordazan con leyes y normas.
Les descubrí los manantiales de agua viva,
y vuelven a las pozas y charcas contaminadas.
Tengo cada día una cosecha generosa
de dones y gracias que quiero repartir,
pero nadie la solicita, y me quedo con mis dones.
¡No hay dolor mayor que no poder darse a quien se quiere!
Tal vez equivoqué la estrategia.
Si me hubiera quedado en un lugar solamente,
seguro que todos irían a buscarme y a pedirme.
¡Me tienen al alcance de la mano,
pero ellos prefieren ir a encontrarme
a oscuros y estériles rincones!
A pesar de todo, renuevo mi presencia.
Me quedo con vosotros.
Me quedo en el centro de vuestra vida.
No me busquéis lejos.
Buscadme en lo más profundo de vuestro ser,
en lo más querido de vuestros anhelos,
en lo más importante de vuestras tareas,
en lo más cálido de vuestros encuentros,
en lo más claro de vuestra historia.
Buscadme en el dolor y en la alegría,
siempre en la esperanza y en la vida.
Os espero.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 3 de septiembre de 2023
Domingo, 3 de septiembre de 2023
 Domingo de la 22ª semana de tiempo ordinario A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16, 21‑27
En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que 
ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos 
sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al 
tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
—¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
—Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.
Entonces dijo a los discípulos:
—El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida?
¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Pedro es no quiere permitir que Jesús sufre. Es una reacción natural. 
Nadie quiere el sufrimiento. Sin embargo en el plan de Dios el 
sufrimiento por amor es camino de vida, de felicidad, de paz. Tenemos 
que asumir el sufrimiento cuando lo exija así el amor, tenemos que 
ayudar a que los niños y los jóvenes sepan asumir el sufrimiento por 
amor. Sin este sufrimiento no hay crecimiento.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¿Dar la vida? ¿coger la cruz? ¿para qué? ¿por capricho? ¿para 
machacarnos? No. Cristo dio la vida para que todos tuviéramos más vida, 
para recuperarla multiplicada. Cristo cogió la cruz para que todos 
pudiésemos gozar de la resurrección.
    "Gracias Jesús por dar la vida, para que tengamos vida"
    "Gracias por las personas que siguen tu ejemplo"
    "Ayúdanos a creer y a experimentar que sólo vivimos cuando damos la vida"
Señor, dame la valentía de arriesgar la vida por ti, el gozo desbordante de gastarme en tu servicio.
Dame, Señor, alas para volar y pies para caminar al paso de las 
personas necesitadas; y entrega para “dar la vida” desde la vida, la de 
cada día.
Infúndenos, Señor, el deseo de darnos y entregarnos, de dejar la vida en el servicio a los débiles.
Señor, haznos constructores de tu vida, propagadores de tu reino, 
ayúdanos a poner la tienda en medio de la humanidad, para llevarles el 
tesoro de tu amor que salva.
Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu, para ser conducidos a dar la 
vida desde la cruz, desde la vida que brota cuando el grano muere en el 
surco.
A veces, también nosotros queremos enseñar a Dios a hacer las cosas, como Pedro. No nos dejamos sorprender por Jesús:
--------------------
No hablaste de un Dios de muertos, sino de vivos.
Tampoco del Dios de unos pocos elegidos,
sino del Padre común, con la puerta abierta a todos.
¿El Dios de los perfectos?
Lo desmontaste acariciando a los intocables,
comiendo con los pecadores,
perdonando a los que otros ya daban por condenados.
Mostraste una lógica diferente.
Al que quería sobresalir, le invitaste a servir.
Eso sí es sobresaliente.
Al que quería tenerlo todo, le llamaste a darlo todo.
Volviste la primera piedra contra quien se sentía puro,
y la dejó caer al suelo.
Y así sigues, Señor, descolocándonos, rompiéndonos las certezas.
Despertándonos la esperanza.
Encendiendo una vida distinta en nuestras pequeñas muertes.
Llamándonos a tu eternidad diferente,
que se trenza en el amor.
Rezandovoy
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 2 de septiembre de 2023
Sábado, 2 de septiembre de 2023
 Sábado de la 21ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Un hombre 
que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de 
sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro 
uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió 
cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El
 que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que 
recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a
 ajustar cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco 
talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me 
dejaste; mira, he ganado otros cinco". Su señor le dijo: "Muy bien. Eres
 un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un
 cargo importante; pasa al banquete de tu señor". Se acercó luego el que
 había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; 
mira, he ganado otros dos". Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un 
empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un 
cargo importante; pasa al banquete de tu señor".
Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, 
sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no
 esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí 
tienes lo tuyo". El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y 
holgazán; ¿conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no 
esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al 
volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento
 y dádselo al que tiene diez. Porque el que tiene se le dará y le 
sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese
 empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y 
el rechinar de dientes"".
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
onocemos muy bien esta parábola. Pero no se trata solamente de conocer 
bien. Se trata de descubrir en cada momento qué nos está queriendo decir
 Dios en cada momento de la vida.
Nos podemos preguntar:
- ¿Qué talentos he recibido a lo largo de mi vida? ¿Qué talentos he recibido hoy? Damos gracias.
- ¿Qué he hecho con los talentos que he recibido? ¿Qué talentos he 
trabajado, cuáles han acabado escondidos bajo tierra? Damos gracias y 
pedimos perdón.
- ¿Qué ocurre cuando trabajo los talentos recibidos? ¿Qué ocurre cuando 
los escondo? Le pedimos a Dios que nos ayude a aprender de las 
experiencias del pasado.
- ¿Qué me dice Dios en este momento de mi vida? ¿Qué le digo?
Señor, tú nos has confiado muchos talentos, muchas capacidades, muchas posibilidades de crecer y servir. (los recordamos)
Hay talentos muy vistosos: la simpatía, la facilidad de palabra, la 
fuerza física... Otros talentos están más ocultos: la capacidad de amar,
 de escuchar, de rezar...
Señor, gracias por todos los talentos he recibido a lo largo de mi 
vida. Dame sabiduría para reconocer hasta los talentos más ocultos y 
aquellos que crecen en mí cuando me acerco a ti  a los hermanos.
No permitas que, en vez de agradecer los talentos recibidos, esté continuamente echando de menos los que han recibido otros.
Señor, gracias por todas las personas, por todas las situaciones 
complicadas que me ayudan a descubrir y desarrollar talentos nuevos, 
desconocidos.
Gracias por ayudarme a poner mis capacidades al servicio del prójimo
 y del necesitado, de un mundo más hermoso, de una iglesia más 
evangélica y evangelizadora.
Te pido perdón porque no he trabajado todos los talentos, porque muchos han acabado escondidos bajo tierra.
Señor, ayúdame a conocer, valorar, agradecer y trabajar los talentos
 recibidos. Así crecerá la alegría en mis hermanos y en mi corazón y en 
el tuyo. Amén.
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 1 de septiembre de 2023
Viernes, 1 de septiembre de 2023
 Viernes de la 21ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El Reino de 
los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y 
salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran 
sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en 
cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El 
esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se 
oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se 
despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus 
lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de 
vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas 
contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, 
mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis". Mientras iban a 
comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él 
al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también 
las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él 
respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". Por tanto, velad, porque no 
sabéis el día ni la hora".
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A primera vista parece que las vírgenes sensatas son egoístas, pero con 
su actitud nos están enseñando algo importante: hay cosas que nadie 
puede hacer por nosotros. Nadie puede tener fe por nosotros, nadie puede
 amar por nosotros, nadie puede rezar por nosotros, nadie puede esperar 
al Señor por nosotros...
Señor, hazme diligente en la fe,
Cura mi pereza y hazme entender que…
nadie puede velar en lugar de mí,
nadie puede amar en lugar de mí,
nadie puede rezar en lugar de mí,
nadie puede aprender en lugar de mí,
nadie puede caminar en lugar de mí
nadie puede sufrir y gozar, en lugar de mí
nadie puede vivir en lugar de mí.
La existencia no admite representaciones.
Despiértanos del sueño de una vida superficial,
Que cada día llenemos nuestras lámparas
en la oración, en los sacramentos, en la comunidad cristiana,
con el cariño de quienes nos quieren bien
y en el servicio a las personas que nos necesitan.
para que podamos verte, reconocerte y acogerte,
para que tú puedas compartir con nosotros tu alegría y tu paz.
Amén.
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Dichosos quienes mantienen sus lámparas encendidas
y las comparten y llevan bien altas para que alumbren
y guíen a quienes andan a ras de tierra sin ellas,
perdidos entre laberintos, heridas y quejas.
Dichosos quienes permanecen en vela,
con el espíritu en ascuas y el cuerpo en forma,
y están siempre despiertos y atentos para quien llega
a medianoche, de madrugada o cuando el sol calienta.
Dichosos quienes se comparten y entregan,
y son fieles a mi deseo y palabra más sincera
y saben vivir como hijos y hermanos,
tengan cargos o sólo mandatos en su haber humano.
Dichosos quienes no buscan quedar bien, ni excusa
en el cansancio, la edad y la dignidad,
ni en el tiempo que pasa, ni en el premio que se retarda,
y mantienen su entrega para quienes los necesitan.
Dichosos quienes, estén dentro o fuera,
no tienen miedo a tormentas ni a sequías,
ni a huracanes, ni a calmas sin brisa,
y mantienen abierta su choza o su casa solariega.
Dichosos quienes no les importa ser pocos
y, menos aún, quedarse sin nada,
porque saben que el Padre está con ellos y les ama,
y les regala cada día lo necesario para el camino.
Dichosos quienes respetan y sirven sin queja
a sus hermanos, aunque les sean extraños,
y quienes ni comen ni engordan sus cuentas
a costa de otros pueblos y de sus ciudadanos.
Dichosos quienes se saben enviados
y se sienten, sin agobio, responsabilizados,
y aceptan ser hijos y hermanos de todos,
y al servir no se sienten humillados.
¡Dichosos mis discípulos!
¡Dichosos vosotros!
¡Dichosos quienes necesitan vuestro servicio!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
 
