Miércoles de la 13ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos.
Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan
furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos: ¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has
venido a atormentarnos antes de tiempo? Una gran piara de cerdos a
distancia estaba hozando.
Los demonios le rogaron: Si nos echas, mándanos a la piara.
Jesús les dijo: Id.
Salieron y se metieron en los cerdos.
Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.
Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús pone en el nivel más alto de importancia a las personas. Por eso,
no duda en curar a aquellos endemoniados, aunque a cambio tenga que
morir una piara de cerdos.
“Gracias Señor por querernos y valorarnos tanto”
Sin embargo, para los habitantes de aquel pueblo, los cerdos eran más
importantes que aquellos pobres desgraciados. Los cerdos están por
encima de las personas; en el fondo, el dinero es superior a Dios y a su
Reino.
En la vida hay momentos en los que ayudar a los demás es una gozada.
Nadie sale perdiendo. Todos ganan. Pero en otras ocasiones, ayudar a los
demás pasa por privarme de caprichos, perder dinero, dejar de ejercer
mis derechos... Y entonces surge la duda ¿vale la pena o no? ¿la gente
merece que me sacrifique? ¿no es mejor vivir la vida sin complicármela?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús, Tú no eres un Dios comodón,
que se encierra en sus cielos azules
y no sale de templos preciosos.
Tú has plantado tu tienda entre nosotros,
en los barrios más pobres de nuestro mundo,
junto a las personas y los pueblos que más sufren.
Señor, haz que también yo siga este camino,
que me acerca a la realidad del mundo,
a las personas que me necesitan.
Señor, Tú luchaste contra el mal,
contra todos los espíritus que atormentan a la gente.
No empleaste otra arma que tu amor,
amor hasta el extremo, amor que da la vida.
Señor, ayúdame a descubrir los malos espíritus,
que hoy no dejan a tus hijos vivir con dignidad:
la injusticia, la mentira, el consumismo, la superficialidad;
la soledad, la desesperanza, el individualismo, la prisa...
Dame la luz y la fuerza del Espíritu Santo,
para luchar contra estos espíritus inmundos,
para liberarme de ellos y liberar a otras personas.
Señor, Tú fuiste expulsado de Gerasa
porque sus habitantes querían más a sus cerdos
que al hombre al que Tú liberaste.
Así fueron los gerasenos y así somos, Señor.
Nos preocupa más el dinero que las personas.
Nos dedicamos a nuestros intereses y caprichos
y aplazamos para mañana el amor a los que sufren.
Libéranos, Señor, del espíritu inmundo del egoísmo,
para que podamos experimentar la alegría
que sólo brota del amor, del servicio y la entrega.
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Nos rodean, nos entrampan
con fuegos de artificio,
nos muerden por dentro.
Sus nombres son envidia,
soberbia, desprecio, violencia,
prepotencia, burla, vacuidad,
abuso…
Nos ciegan,
aturullan con su discurso
incesante, con su lógica aparente.
Nos envuelven en razones.
Y, sin apenas darnos cuenta,
nos asolan y alejan a unos de otros.
Camuflan el dolor de indiferencia,
y adornan la nostalgia con risas fáciles.
Señor de la verdad desnuda,
del amor posible,
de la justicia auténtica
Dios con rostro humano,
hombre que apunta a Dios…
Rompe las cadenas
y líbranos del mal.
Amén.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 5 de julio de 2023
Miércoles, 5 de julio de 2023
martes, 4 de julio de 2023
Martes, 4 de julio de 2023
Martes de la 13ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
De pronto se levantó un temporal tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron gritándole: ¡Señor,
sálvanos, que nos hundimos! El les dijo: ¡Cobardes ! ¡Qué poca fe ! Se
puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio de hoy es un reflejo de nuestra propia vida. ¿Cuántas veces
hemos sufrido problemas que nos han turbado y quitado la paz mientras
parecía que Dios estaba dormido? No pocas veces hemos gritado a Dios
porque creíamos hundirnos. Pero miremos la reacción de Jesús: reprocha
nuestra falta de fe. Lo contrario de la fe y del amor no es el odio,
sino nuestra cobardía.
“Jesús, tengo fe pero dudo, ayuda a mi pobre fe”
Jesús no nos deja de la mano, pero a veces parece que está dormido. Esto
nos hace ser más fuertes, nos provoca para que andemos por nosotros
mismos a la luz de la fe. Si no sentimos consuelo en la oración creemos
que Dios está lejos de nosotros y nos echamos atrás. Sin embargo, Jesús
es nuestro tesoro, y los tesoros están ocultos. Hay que pasar por los
desiertos de la sequedad y monotonía en la oración. Hay que ser
valientes en esas noches en las que no vemos ni sentimos nada. Muchos se
desesperan y se cansan. Los valientes llegan hasta el final y Dios
premia sus ansias y su amor, su fidelidad.
¿Me canso en la oración y creo que en vez de caminar hacia Dios estoy
retrocediendo? Si es así es que vas en la barca con Jesús, que no tenga
que reprochar nuestra cobardía. Da gracias porque viene con nosotros en
medio de la tempestad y de la noche.
Señor, tanto si me respondes como si no,
quiero seguir invocándote,
invocándote sin cesar,
bajo las bóvedas de la asidua oración.
Tanto si vienes como si no vienes,
quiero seguir confiando en Ti:
sabiendo que entras en mi interior
a poco que abra el corazón a ti y al hermano.
Tanto si me hablas como si no,
no permitas que me canse de invocarte.
Aunque no me des la respuesta que espero,
que no dude de que, de un modo u otro,
discretamente, te dirigirás a mí..
En la oscuridad
de mis oraciones más profundas,
sé que estás cerca, aunque no te sienta.
En medio de la danza de la vida,
de la enfermedad y de la muerte,
ayúdame a invocarte sin descanso,
sin caer en la desconfianza
por tu aparente silencio,
Dame una fe recia para esperar
tu palabra, tu presencia, tu paz.
Adpatación de un texto de PARAMAHANSA YOGANANDA
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Como viajeros perdidos y sin rumbo
en un desierto ardiente y sin agua,
a ti gritamos, Señor.
Como peregrinos con los pies destrozados
que no encuentran albergue,
a ti gritamos, Señor.
Como náufragos varados
en una costa abandonada,
a ti gritamos, Señor.
Como mendigos hambrientos
que extienden la mano para recibir alimento,
a ti gritamos, Señor.
Como ciegos sin lazarillo
que tropiezan con todo lo que hay en el camino,
a ti gritamos, Señor.
Como enfermos crónicos
que ya no saben qué es la salud,
a ti gritamos, Señor.
Como emigrantes sin papeles
en un país que no conocen,
a ti gritamos, Señor.
Como refugiados en campamentos
que pensaban eran lugar seguro,
a ti gritamos, Señor.
Como prisioneros inocentes
arrojados en cárcel húmeda y maloliente,
a ti gritamos, Señor.
Como pobres sin derechos
a los que nadie hace caso,
a ti gritamos, Señor.
Como personas desahuciadas de sus casas
por la prepotencia de unos y la desidia de otros,
a ti gritamos, Señor.
Como ciudadanos siempre olvidados
que no pueden ejercer sus derechos,
a ti gritamos, Señor.
Como personas torturadas
por haber acogido a otra de etnia distinta,
a ti gritamos, Señor.
Como los padres y madres que no pueden hacer nada
cuando les arrebatan sus hijos,
a ti gritamos, Señor.
Como el niño a quien roban su único trozo de pan
mientras sus padres yacen a su lado,
a ti gritamos, Señor.
Como el joven obligado a matar
para que no le maten,
a ti gritamos, Señor.
Como esa persona inocente
convertida en chivo expiatorio de nuestros desmanes,
a ti gritamos, Señor.
Como tú, Señor, que en lo alto de la cruz osaste gritar
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?",
a ti gritamos, Señor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 3 de julio de 2023
Lunes, 3 de julio de 2023. Santo Tomás.
Santo Tomás. 3 de julio
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 20,24-29
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando
vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor."
Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si
no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su
costado, no lo creo."
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con
ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y
dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes
mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo:
"¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber
visto."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Las dificultades de Santo Tomás para creer por un lado nos sorprenden y
por otro nos animan. Nos sorprenden: parece increíble que estuviera tan
cerrado después de haber visto a Jesús, después de escuchar de sus
labios que lo matarían y que a los tres días resucitaría. Pero sobre
todo nos animan: ¿Quién no ha dudado alguna vez?
“Señor, gracias por aceptar con paciencia nuestras dudas”
“Perdona y cura nuestra falta de fe”
Sin embargo, lo más importante de Santo Tomás no son sus dificultades
para creer, sino su confesión de fe: ¡Señor mío y Dios mío! También
nosotros estamos llamados a experimentar la presencia de Jesús
resucitado y a confesar nuestra fe en Él.
“Señor, ayúdame a sentir tu presencia en mi vida”
“Señor Jesús, Tú eres el Señor de mi vida”
“Señor mío y Dios mío, ten piedad de nosotros”
Jesús te dice: “Dichoso tú, que crees sin haberme visto” ¿Qué le dices tú?
Como Tomás…
también dudo y pido pruebas.
También creo en lo que veo.
Quiero gestos. Tengo miedo.
Solicito garantías.
Pongo mucha cabeza y poco corazón.
Pregunto, aunque el corazón me dice: “Él vive”
No me lanzo al camino sin saber a dónde va.
Quítame el miedo y el cálculo.
Quítame la zozobra y la lógica.
Quítame el gesto y la exigencia.
Dame tu espíritu, y que al descubrirte,
en el rostro y el hermano,
susurre, ya convertido:
“Señor mío y Dios mío”.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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Dichoso tú, Tomás, que viste las llagas
y quedaste tocado;
te asomaste a las vidrieras de la misericordia
y quedaste deslumbrado;
palpaste las heridas de los clavos
y despertaste a la vida;
metiste tu mano en mi costado
y recuperaste la fe y la esperanza perdidas.
Pero, ¿qué hicieron después, Tomás, tus manos?
Ahora, ven conmigo
a tocar otras llagas todavía más dolorosas.
Mira de norte a sur,
de izquierda a derecha,
del centro a la periferia,
llagas por todos los lados:
Las del hambriento,
las del emigrante,
las del parado,
las del sin techo,
las del pobre pordiosero,
las de todos los fracasados. ¡Señor mío!
Las del discapacitado,
las del deprimido,
las del accidentado,
las del enfermo incurable,
las del portador de sida,
las de todos los marginados. ¡Dios mío!
Las del niño que trabaja,
las del joven desorientado,
las del anciano abandonado,
las de la mujer maltratada,
las del adulto cansado,
las de todos los explotados. ¡Señor mío!
Las del extranjero,
las del refugiado,
las del encarcelado,
las del torturado,
las de los sin papeles,
las de todos los excluidos. ¡Dios mío!
¿Quieres más pruebas, Tomás?
Son llagas abiertas en mi cuerpo
y no basta rezar: ¡Señor mío y Dios mío!
Hay que gritarlo y preguntar por qué;
hay que curarlas con ternura y saber;
hay que cargar muchas vendas,
muchas medicinas...
¡y todo el amor que hemos soñado!
¡Trae tus manos otra vez, Tomás!
Florentino Ulibarri
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No te fijes en mis fallos, sino en la confianza que siento en ti.
Sobre esa confianza he basado toda mi vida. Por esa confianza puedo
hablar y obrar y vivir. La confianza de que tú nunca me has de fallar.
Esa es mi fe y mi jactancia. Tú no le fallas a nadie. Tú no permitirás
que yo quede avergonzado. Tú no me decepcionarás.
Se me hace difícil decir eso a veces, cuando las cosas me salen mal y
pierdo la luz y no veo salida. Se me hace difícil decir entonces que tú
nunca fallas. Ya sé que tus miras son de largo alcance, pero las mías
son cortas, Señor, y mi medida paciencia exige una rápida solución,
cuando tú están trazando tranquilamente un plan muy a la larga. Tenemos
horarios distintos, Señor, y mi calendario no encaja en tu eternidad.
Estoy dispuesto a esperar, a acomodarme a tus horas y seguir tus pasos.
Pero no olvides que mis días son limitados, y mis horas breves.
Responde a mi confianza y redime mi fe. Dame signos de tu presencia,
para que mi fe se fortalezca y mis palabras resulten verdaderas. Muestra
en mi vida que tú nunca fallas a quienes se entregan a ti, para que
pueda yo vivir en plenitud esa confianza y la proclame con convicción.
Dios nunca le falla a su pueblo.
Plegaria de Carlos G. Vallés
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 2 de julio de 2023
Domingo, 2 de julio de 2023
Domingo de la 13ª semana de tiempo ordinario A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 37‑42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
—El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es
digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no
es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno
de mí.
El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y
el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de
estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os
lo aseguro.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El que quiera guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda la
recobrará. Quiere guardar su vida el que se preocupa únicamente de sus
intereses: comer, beber, vender, comprar, sembrar... Cuando nos cerramos
sobre nuestro interés, la felicidad no nos cabe dentro, acabamos
perdiendo la vida.
"Señor, perdona mi egoísmo y ayúdame a salir de él"
Hay un camino que conduce a la vida: perderla, entregarla, gastarla,
ofrecerla, regalarla... por amor. Entregarla en el trabajo de cada día,
en la convivencia familiar y con los amigos, en la vida de la comunidad
cristiana, en la sociedad que vivimos. No se trata de hacer muchas cosas
raras. Se trata principalmente de hacer lo que hace todo el mundo, pero
con otro estilo, desde la generosidad, desde la gratitud.
"Ayúdame a abrirme a mis hermanos"
"Que mi primera ocupación sea, Señor, amarte y amar a las personas"
Estamos llamados a acoger a los profetas, a los que actúan y hablan en
nombre de Jesús. No quedaremos sin recompensa. Acoger a un profeta es
acoger a Jesús, acoger su salvación, disfrutar de la vida que Él nos
trae.
“Enséñanos a reconocer y a acoger a tus profetas”
Caminaré siempre en tu presencia
por el camino de la vida.
Te entrego, Señor, mi vida, hazla fecunda.
Te entrego mi voluntad, hazla idéntica a la tuya.
Caminaré a pie descalzo,
con el único gozo de saber que eres mi tesoro.
Toma mis manos, hazlas acogedoras
Toma mi corazón, hazlo ardiente.
Toma mis pies, hazlos incansables.
Toma mis ojos, hazlos transparentes.
Toma mis horas grises, hazlas novedad.
Hazte compañero inseparable
de mis caídas y tribulaciones.
Y enséñame a gozar en el camino
de las pequeñas cosas que me regalas,
sabiendo siempre ir más allá
sin quedarme en las cunetas de los caminos.
Toma mis cansancios, hazlos tuyos.
Toma mis veredas, hazlas tu camino.
Toma mis mentiras, hazlas verdad.
Toma mis muertes, hazlas vida.
Toma mi pobreza, hazla tu riqueza.
Toma mi obediencia, hazla tu gozo.
Toma mi nada, haz lo que quieras.
Toma mi familia, hazla tuya.
Toma mis pecados.
Toma mis faltas de amor,
mis eternas omisiones,
mis permanentes desilusiones,
mis horas de amarguras.
Camina, Señor, conmigo;
Acércate a mis pisadas.
Hazme nuevo en la donación,
alegría en la entrega
gozo desbordante al dar la vida,
al gastarse en tu servicio. Amén
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 1 de julio de 2023
Sábado, 1 de julio de 2023
Sábado de la 12ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó
diciéndole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y
sufre mucho.
El le contestó: Voy yo a curarlo.
Pero el centurión le replicó: Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo
mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.
Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y
le digo a uno «ve» , y va; al otro, «ven» , y viene; a mi criado, «haz
esto» , y lo hace.
Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con
Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; en cambio a los
ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Y al centurión le dijo: Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con
fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se
puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «El tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Sorprendió a Jesús la fe la fe del centurión. Quedó admirado: “En Israel
no he encontrado en nadie tanta fe”. Relee el texto, imagina la escena,
ponte en el lugar del centurión. Es impresionante.
La fe es la puerta por la que Dios se adentra en nuestras vidas, es la
ventana por la que entra en el alma la luz y el calor del amor de Dios,
es el permiso que Dios nos pide para poder hacer maravillas en nuestro
corazón.
La fe es don de Dios. Un don que debemos pedir con insistencia.
La fe es un talento, un regalo que Dios ha puesto en nuestras manos para
que pueda crecer con nuestro cuidado. La fe se alimenta en la comunidad
cristiana, crece con la oración y la formación. Y sobre todo, la fe se
desarrolla cuando nos la jugamos por Jesús y tenemos la experiencia de
que Él nunca falla.
Aquel centurión no pedía para sí mismo, pedía para su criado. La fe es invencible cuando se une a la generosidad.
He oído hablar de Ti, Señor,
y ando tras tus pasos hace tiempo
porque me seducen tus caminos;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Te admiro en secreto,
te escucho a distancia,
te creo como a nadie he creído;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Ya sé que no hay castas ni clases,
que todos somos hermanos
a pesar de la cultura, de la etnia y el talle;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Sé que lo puedes hacer,
pues tu poder es más grande que mi querer.
Sabes que anhelo abrazarte y conocerte;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Agradezco que vengas a verme,
que quieras compartir techo,
costumbres, esperanzas y preocupaciones;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 30 de junio de 2023
Viernes, 30 de junio de 2023
Viernes de la 12ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 1-4
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: .
Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Extendió la mano y lo tocó diciendo: ¡Quiero, queda limpio ! Y enseguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a
presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Se acercó un leproso: enfermo, marginado, necesitado de salud y de
amistad. No lo tuvo fácil: se acercó rompiendo la ley que les prohibía
aproximarse a las personas sanas.
“Señor, quiero acercarme a ti,
enséñame a reconocer mis enfermedades, del cuerpo y del alma
y dame fuerza para superar los obstáculos que me separan de ti”
Se arrodilló. Reconoció así su pequeñez y la grandeza de Jesús. Se
arrodilló para pedir sin poder dar nada a cambio. Se arrodilló con
humildad y confianza, ahogando el orgullo que le pudiera quedar.
¿Cómo te acercas tú a Jesús, con las actitudes del leproso? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Hace 2000 años, Jesús hizo el milagro. Hoy, ahora mismo, Jesús está
deseando hacer un milagro contigo, con cada persona. Pídelo con fe. Y
espera en el Señor. Él te dará mucho más de lo que pidas; su don
desbordará tus expectativas.
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestra desmesurada búsqueda de comodidad y "bienestar";
de nuestros horizontes chatos;
de nuestra mirada miope que incluye a los nuestros y deja al margen a tantos...
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de los prejuicios con que reducimos a los demás por miedo,
de la violencia con la que nos tratamos,
de la indiferencia incluso con los más cercanos...
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestras hipocresías,
de nuestros cansancios y desencantos,
de vivir como si no existieras,
de buscar sólo tus regalos y olvidarnos de Vos...
Si quieres Señor, puedes purificarnos...
de nuestras faltas de confianza,
de nuestras inseguridades,
de nuestro regateo de amor.
Si quieres, Señor, puedes llenarnos de tu compasión,
despertarnos tus sueños,
fascinarnos con tu persona y con tu mensaje,
tomarnos el corazón para la construcción de tu Reino,
hacernos disponibles a tu llamada.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 29 de junio de 2023
Jueves, 29 de junio de 2023. San Pedro y San Pablo.
San Pedro y San Pablo
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
-«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
-«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado
nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra
quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en el cielo.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los Evangelios dejan clara la preponderancia de Pedro sobre los demás
apóstoles. En el Evangelio de hoy, Pedro confiesa la fe en Jesús como el
Mesías, el Hijo de Dios vivo y es elegido por Jesús como la piedra
sobre la que se edificará la Iglesia. No sabemos por qué Jesús elige a
Pedro y no a otro, pero lo cierto es que se fija en él para apacentar a
su rebaño y confirmar a los hermanos en la fe.
2000 años después, es Francisco el que continúa la misión que Jesús dio a
Pedro. No falte hoy nuestra oración por el Papa y por todas aquellas
personas e instituciones que le ayudan en su tarea.
Aunque el Evangelio de hoy no hable de San Pablo, hoy también celebramos
su fiesta. San Pablo es el perseguidor convertido en evangelizador, el
que lleva el Evangelio a nuevos pueblos, con nuevos lenguajes, el
animador de las comunidades que fundaba...
Damos gracias a Dios por Pablo y por todos los evangelizadores que la
Iglesia ha tenido y tiene. Pedimos por la Iglesia, para que no pierda
pulso misionero, por nosotros mismos, para que seamos capaces de
comunicar la fe que hemos recibido a las personas con las que
convivimos.
Te doy gracias, Señor, porque cuentas conmigo, a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas
conmigo y me llamas, como llamaste a Pedro, un pescador sencillo,
apasionado, bravucón, que se creía más fuerte que sus compañeros.
Cuentas
conmigo y me llamas, Como llamaste a Pablo, Un fariseo inteligente,
fanático, intransigente, que quería acabar con los que no pensaban como
él.
Te doy gracias por Pedro y por todas las personas que son piedra en la que se apoya nuestra vida y nuestra fe.
Te doy gracias por Pablo y por todas las personas que comparten la alegría y la novedad de la fe cristiana.
Te
doy gracias porque cambiaste el corazón de Pedro. Gracias a tu perdón,
Pedro lloró sus pecados se hizo más humilde y se dejó guiar por ti.
Gracias a tu cercanía, Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios y descubrió que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad.
También a mí me has cambiado, Señor. Gracias.
Que
sepa acercarme cada día a Ti, para que puedas acabar la obra que has
comenzado en mí y sepa contagiar la alegría de sentirme amado por Ti.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.