Martes de la 9ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12, 13-17
En aquel tiempo, mandaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta.
Se acercaron y le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero y que no te
importa de nadie; porque no te fijas en apariencias, sino que enseñas
el camino de Dios sinceramente.
¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos? Jesús,
viendo su hipocresía, les replicó: ¿Por qué intentáis cogerme? Traedme
un denario, que lo vea.
Se lo trajeron.
Y él les preguntó: ¿De quién es esta cara y esta inscripción? Le contestaron: Del César.
Les replicó: Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.
Se quedaron admirados.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Querían cazar a Jesús y comienzan la conversación echándole piropos.
¡Que peligrosas son las palabras cuando no responden a los sentimientos
del corazón!
“Transforma nuestro corazón de piedra en un corazón de carne”
“Señor, cura y perdona nuestra mentira”
“Gracias porque tú no has venido a cazarnos, sino a salvarnos”
Dice un autor: “Grave error: di al Cesar lo que es de Dios y a Dios lo
que es del Cesar”. Tenemos que reconocer que muchas veces caemos en esta
equivocación. Ofrecemos a las cosas y a las personas el corazón entero,
toda la vida. Y sin embargo a Dios le damos unas migajas.
Sólo Dios merece nuestro corazón. En el corazón está grabada su imagen
mucho más profundamente que lo está la imagen del César en un denario.
También nosotros sabemos, Jesús, que Tú eres sincero,
que enseñas el camino que nos lleva a Dios,
el camino verdadero que nos da paz y felicidad.
Queremos escucharte hoy con un corazón atento,
con una voluntad decidida para recorrer tu camino.
Tú no nos engañas, Tú hablas con claridad.
Nos adviertes del peligro de construir mal nuestra vida
de ofrecer al César (a cualquier ídolo) lo de Dios
y a Dios lo que les corresponde a las cosas y a las personas.
Sin embargo, a veces nos engañamos, nos equivocamos:
te queremos contentar con unas monedas,
una oración, una reunión o un compromiso;
para que nos dejes tranquilos y no nos pidas más.
Y damos nuestro trabajo y nuestra vida a otros "dioses":
a las aficiones, a los caprichos, al placer,
al dinero, a la fama, a la moda o al poder;
diosecillos que nos exigen mucho y no dan nada bueno.
Para ser felices, hemos de agradecerte la vida que nos has dado
y corresponder al inmenso amor con que nos cuidas.
Por eso, queremos ofrecerte con amor la vida entera:
el tiempo de trabajo y de diversión,
el tiempo compartido con la pareja y con las amistades,
el tiempo que pasamos en el barrio y en la familia.
Y lo grande es que dándotelo todo, no perdemos nada,
ganamos todos, nosotros mismos y cuantos nos rodean.
Danos tu Espíritu para dar al César lo que es del César
y a Dios, nuestro Padre, la vida entera.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 6 de junio de 2023
Martes, 6 de junio de 2023
lunes, 5 de junio de 2023
Lunes, 5 de junio de 2023. San Bonifacio.
Lunes de la 9ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos
sacerdotes, a los letrados y a los senadores: Un hombre plantó una viña,
la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la
arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
A su tiempo envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña.
Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías.
Les envió otro criado: a éste lo insultaron y lo descalabraron.
Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, los apalearon o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo querido.
Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían.
Pero los labradores se dijeron: Este es el heredero.
Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia.
Y agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto: «La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un
milagro patente» ?
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y se marcharon.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que hablaba de ellos.
Ojalá comprendiéramos que esta Palabra, su Palabra, está dirigida a cada
uno de nosotros.
“Habla, Señor, que tu hijo escucha”
“Tu Palabra, Señor, es luz en sendero”
“Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna”
Dios es el amo de la viña, una viña bien plantada, bien cuidada... Tenía
hasta lagar y casa para el guardia. Esa viña es el mundo, es nuestra
propia vida. Los labradores querían ser dueños de la viña, sin dar
cuentas a nadie. Algo semejante nos ocurre a nosotros. Olvidamos que el
mundo y la vida son regalo de Dios, no queremos dar cuentas a nadie...
Por este camino, la viña se echa a perder, no damos fruto, somos
infelices...
“Gracias Señor, por el regalo de la vida, del mundo”
“Enséñanos a ser buenos administradores”
Nos molestan las personas que nos recuerdan la verdad de nuestra vida,
la verdad de nuestro mundo. Y tratamos de apartarlas, de hacerlas
callar, de suprimir su voz.
“Señor, que sepamos acoger a tus profetas”
“Haznos mensajeros de la verdad, de tu amor”
Todo esto deseo
Que mi oído esté atento a tus susurros.
Que el ruido cotidiano no tape tu voz.
Que te encuentre, y te reconozca, y te siga.
Que en mi vida brille tu luz.
Que mis manos estén abiertas para dar y proteger.
Que mi corazón tiemble con cada hombre y mujer que padecen.
Que acierte para encontrar un lugar en tu mundo.
Que mi vida no sea estéril.
Que deje un recuerdo cálido en la gente que encuentre.
Que sepa hablar de paz, imaginar la paz, construir la paz.
Que ame, aunque a veces duela.
Que distinga en el horizonte las señales de tu obra.
Todo esto deseo, todo esto te pido, todo esto te ofrezco, Padre.
José M. R. Olaizola
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Piedra angular, tierra fértil,
nuestro cimiento.
Ese eres tú.
Roca fuerte que nos protege;
en Ti se levantan,
seguras,
nuestras ilusiones,
proyectos, anhelos.
En Ti se gesta nuestro amor.
Suelo firme en el que caminamos,
entrelazando los brazos
y compartiendo la marcha
con otros caminantes,
amigos, hermanos;
con otros peregrinos,
heridos, cansados;
con otros testigos,
que hablan de Ti.
Piedra viva con la que se construyen
casas abiertas,
templos humanos de amor y misericordia,
bienaventuranzas
y milagros cotidianos.
Piedra angular, tierra fértil,
nuestro cimiento,
Jesús.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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Señor, después de tantos siglos, la codicia nos sigue cegando. En el mundo nos enfrentamos por herencias, por abrir nuevos mercados, por alcanzar más poder, por tener más dinero… Y estos enfrentamientos tienen su coste, no son gratis: se complica la vida de las personas más humildes, muchos inocentes mueren en guerras o intentando buscar una vida nueva, tantos ancianos y personas “poco rentables” se descartan, muchos hombres y mujeres pierden en sentido de la vida, se amordaza a quienes denuncian injusticias, el planeta se degrada…
Señor, ayúdanos a ser en el mundo fermento de una vida distinta, instrumentos de tu Reino de fraternidad. Danos la fuerza de tu Espíritu para unirnos a tantas personas que se ocupan de quienes más sufren, que trabajan gratuitamente, que anuncian que otro mundo mejor es posible, para nosotros y para las próximas generaciones. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 4 de junio de 2023
Domingo, 4 de junio de 2023. Santísima Trinidad.
Santísima Trinidad A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 3,16-21
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca
ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios
no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo
se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es el Hijo de Dios, el Hijo que se ha hecho humano, pobre,
pequeño, vulnerable. para manifestarnos el amor del Padre y la fuerza
del Espíritu Santo. Tanto amó Dios al mundo...
“Gracias Jesús por revelarnos el corazón amoroso del Padre,
gracias porque Tú nos has mostrado el camino de la vida,
gracias por ofrecerlos tu misma fuerza, tu mismo Espíritu”
Jesús nos ha descubierto que Dios no es en sí mismo un ser solitario,
individualista... Dios es familia, es comunidad, es Trinidad.
“Perdona y cura nuestras actitudes individualistas, egoístas”
“Ayúdanos a aportar lo mejor de nosotros mismos
en nuestra familia, en la parroquia, en la sociedad”
Aunque nunca podremos entender del todo cómo es Dios, sabemos que en la
Trinidad las tres personas son distintas, pero tienen la misma dignidad.
Son tres personas tan unidas, tan compenetradas, que son un único Dios.
“Señor, enséñanos a respetar el modo de ser de cada uno,
a tratar a todas las personas conforme a su dignidad
y a trabajar por la unidad, por la paz, allá donde vivamos”
La Trinidad es una comunidad abierta. En esta comunidad todos cabemos.
Es más: el Padre ha enviado a su Hijo Jesús y al Espíritu para
invitarnos a compartir el amor, la alegría, la paz, la comunicación del
Dios-Trinidad.
“Gracias Señor por abrirme las puertas de tu corazón”
“Ayuda a la Iglesia y a las familias a permanecer abiertas”
“Danos tu Espíritu para invitar a todos a acercarse a ti”
Dios Padre,
tu querer da la vida
–el espacio, el aire, el cuerpo–
a todo lo creado,
a nosotros también aunque no lo sepamos,
desde el principio de los tiempos,
pasando por nuestros días,
hasta descansar en tu regazo.
Dios Hijo,
en tu palabra bulle la vida
que ayuda y consuela siempre al hermano;
se hace carne para el hambriento
y bebida para el sediento,
santifica y alegra nuestra vida
y es viático en nuestro vagar
hasta descansar en tu regazo.
Dios Espíritu Santo,
tu presencia es la brisa
que empuja la historia,
y a todos nosotros,
hacia la plenitud,
dándonos paz, justicia, verdad y amor;
tu brisa y nuestra historia nos llevan
a buscar la plenitud en tu regazo.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 3 de junio de 2023
Sábado, 3 de junio de 2023. Santos Carlos Luanga y compañeros mártires.
Sábado de la 8ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 11, 27-33
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos
volvieron a Jerusalén, y, mientras paseaba por el templo, se le
acercaron los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores, y le
preguntaron: ¿Con qué autoridad haces esto ? ¿Quién te ha dado semejante
autoridad? Jesús les replicó: Os voy a hacer una pregunta y, si me
contestáis, os diré con qué autoridad hago esto.
El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.
Se
pusieron a deliberar: Si decimos que es de Dios, dirá: «¿Y por qué no
le habéis creído? » Pero como digamos que es de los hombres.
(Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta) Y respondieron a Jesús: No sabemos.
Jesús les replicó: Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Ante la pregunta de los sacerdotes y ancianos, Jesús responde con otra
pregunta. Si leemos con atención el Evangelio, nos daremos cuenta de que
a veces Jesús no responde las preguntas que le hacen. Normalmente Jesús
no responde a las personas que no preguntar para saber, sino para
atacar, para reírse. Sin embargo, Jesús siempre responde a los que
preguntan con buena intención. Podemos rezar con esta oración, inspirada
en un texto de San Agustín de Hipona:
Señor, ayúdame a ser como Tú,
llena mi corazón y mi vida de amor,
para amar en todo lo que hago y digo.
Si hablo, que hable con amor.
Si callo, que calle por amor.
Si grito, que grite con amor,
Si corrijo, que corrija con amor.
Si animo, que anime con amor.
Si escribo, que escriba con amor.
Si protesto, que proteste con amor.
Si canto, que cante con amor.
Si enseño, que enseñe con amor.
Si aprendo, que aprenda con amor.
Si trabajo, que trabaje con amor.
Si descanso, que descanse con amor.
Si rezo, que rece con amor.
Si juego, que juegue con amor.
Si estudio, que estudie con amor.
Si ayudo, que ayude con amor.
Si pido, que pida con amor.
Si recibo, que reciba con amor.
Si mando, que mande con amor.
Si obedezco, que obedezca con amor.
Si vivo, que viva con amor. Amén.
Los
sumos sacerdotes y los ancianos no están abiertos a la verdad de Jesús.
No estaban abiertos a Dios. Creían que Dios estaba con ellos y bendecía
todas sus acciones. A veces nosotros tampoco estamos abiertos.
Continuamente podemos encerrarnos en nuestras ideas, en nuestros
errores. Es necesario estar siempre abiertos para que el Señor nos
conduzca cada día a una verdad más plena, a una vida más auténtica, a
una fe más purificada.
"No permitas Señor que nuestra vida se estanque"
"Ábrenos Señor el corazón a tu Palabra"
"Guía Jesús nuestros pasos"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 2 de junio de 2023
Viernes, 2 de junio de 2023
Viernes de la 8ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 11, 11-26
Después que la muchedumbre lo hubo aclamado,
entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo, y,
como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre.
Vio
de lejos una higuera con hojas, y se acercó para ver si encontraba
algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de
higos.
Entonces le dijo: Nunca jamás coma nadie de ti.
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron
a Jerusalén, entró en el templo, se puso a echar a los que traficaban
allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que
vendían palomas.
Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y
los instruía diciendo: ¿No está escrito: Mi casa se llama Casa de
Oración para todos los pueblos? Vosotros en cambio la habéis convertido
en cueva de bandidos.
Se enteraron los sumos sacerdotes y los
letrados, y como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado
de su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él.
Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz.
Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Jesús contestó: Tened fe en Dios.
Os
aseguro que si uno dice a este monte: «Quítate de ahí y tírate al mar» ,
no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.
Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y
cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para
que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Mi casa se llama Casa de oración”. Nosotros no tenemos en nuestras
iglesias palomas, bueyes y cambistas y traficantes. Pero a veces nuestra
oración tiene más de acuerdo comercial que de trato amoroso. Confiamos
poco en Dios. Le ofrecemos para que nos dé, en vez de para mostrarlo
nuestra gratitud por lo que nos ha dado. ¿Cómo es tu oración? ¿Qué te
dice Dios? ¿Qué le dices?
“Tened fe en Dios”. ¿Rezamos con fe?
Dios nos concede siempre lo que pedimos, si nos conviene. Si no nos
concede lo que hemos pedido, preparémonos para recibir algo mejor, algo
que nos hará más humanos, más cristianos. En todo caso cada vez que
rezamos, Dios nos regala la fuerza de su Espíritu. ¿Qué te dice Dios?
¿Qué le dices?
Orar es escucharte, Padre,
Antes que yo te hable, me has hablado Tú a mí.
Me hablabas incluso antes de que yo existiera.
Me hablaste al darme la vida.
Me hablas al darme amor y hacerme persona.
Me estás hablando continuamente
a través de la vida y el mundo,
y también, a través de Jesús de Nazaret.
A menudo, yo no me entero,
pero Tú no cesas de hablarme.
Me hablas dentro del corazón,
no con palabras sonoras.
Pero hablas fuerte, muy fuerte
y muy dulce a la vez.
Quiero hablarte,
hablarte sin comerciar contigo,
sin ofrecerte algo
para que Tú me des otra cosa,
sin pretender convencerte
para que me hagas caso.
Quiero hablarte,
hablarte con silencios, con miradas,
con gestos y también con palabras.
Quiero hablarte de eso que Tú me comunicas.
Hablarte poco a poco, palabra a palabra,
sacándolas del fondo del corazón,
palabras preñadas de gratitud y amor.
Quiero hablarte a ti,
que sé que me quieres.
Me cuesta entenderte,
y hasta conocerte,
pero sé con seguridad que me quieres.
Quiero hablarte con entera confianza,
porque soy consciente que me quieres siempre,
incluso cuando actúo mal.
Tú me escuchas siempre, siempre.
Tú me hablas siempre, siempre.
Tú me quieres siempre, siempre.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 1 de junio de 2023
Jueves, 1 de junio de 2023. Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 26, 36-42
Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo: «Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro: «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo: «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El
jueves siguiente a Pentecostés celebramos la fiesta de Jesucristo, Sumo
y Eterno Sacerdote. Jesús inaugura un estilo de sacerdocio nuevo:
- Jesús no ofrece a Dios la sangre de animales, ofrece su vida, su cuerpo y su sangre (esto es mi cuerpo, esta es mi sangre).
-
En muchas religiones se hacían sacrificios para que Dios sea propicio,
para que “se porte bien” con el pueblo, para que no se encienda su ira.
Jesús ofrece su vida al Padre por amor, porque ama al Padre, porque el
Padre le ama a Él.
- El sacerdocio ya no se ejerce sólo en los
templos y en las ceremonias religiosas. Cualquier lugar, cualquier
tiempo es bueno para ejercer el sacerdocio, ofreciendo a Dios y a los
hermanos sonrisas, tiempo, amor, cuidados... en definitiva la existencia
entera.
- El sacerdocio ya no es cosa de unos pocos. Por el
Bautismo, todos tenemos el sacerdocio común, porque todos estamos
llamados a ser pan partido y vino derramado, a vivir nuestra vida
compartiéndola, dándola, ofreciéndola. Al servicio de este sacerdocio
común está el sacerdocio ministerial (los presbíteros o “curas”)
- El sacerdocio ya no consiste en separarse de los hermanos, sino en acercarse a ellos con amor, hasta dar la vida.
En este Evangelio Jesús comparte con nosotros su tristeza, su lucha... Esta lucha suprema de Jesús ilumina nuestras luchas diarias, cuando discernimos qué camino tomar: ¿la honradez o la corrupción?, ¿la verdad o la mentira?, ¿el bien común o los intereses personales?, ¿la solidaridad o la indiferencia?, ¿el amor o la propaganda?, ¿la fidelidad o el capricho?, ¿el Reino de Dios o mi reino?
Señor, Tú eres Sacerdote, sacerdote nuevo,
que ofreciste tu palabra, tu cariño, tu vida,
que sigues ofreciéndote a nosotros en la Eucaristía,
para que todos podamos disfrutar del amor de Dios,
para enseñarnos que sólo el camino del servicio y la entrega
nos conduce a la felicidad más grande, a Dios.
Gracias, Jesús, por todos los sacerdotes
que ofrecen su palabra, su cariño, su vida,
que celebran la Eucaristía y la Reconciliación,
para que todos nos sintamos amados y perdonados,
para que a todos llegue tu luz y tu fuerza,
y recorramos, así, el camino del servicio y la entrega.
Señor, gracias porque yo también soy sacerdote.
Quiero ser agradecido y ofrecer mi vida a Dios;
en cada Eucaristía y cada momento de la jornada,
Me has llamado a entregarme a mi familia,
a mis amigos y compañeros de trabajo, a los pobres…
para que crezca en nuestro mundo la justicia y la paz.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 31 de mayo de 2023
Miércoles, 31 de mayo de 2023. Visitación de María.
Visitación de María a su prima Isabel
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1,39-56
En
aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un
pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto
Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó
Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me
visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la
criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
María dijo:
"Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus
fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y
enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los
ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la
misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de
Abrahán y su descendencia por siempre."
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María sirve. Corre para servir. No lo deja para mañana. Fue aprisa a la montaña. Su prima Isabel, ya mayor, espera un hijo.
“Señor, perdona mi pereza y mi egoísmo”
“Gracias por las personas que sirven, que me sirven”
“Dame buena vista para descubrir las necesidades de los hermanos”
El encuentro de María e Isabel es un estallido de alegría. Se quieren y sobre todo saben que Dios está con ellas.
“Señor, enséñanos a gozar de la amistad y a compartir la fe”
“Gracias por estar siempre a nuestro lado”
“Cura nuestra tristeza y desesperanza”
María da gracias a Dios. Haz tuyas las palabras de María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor...”
Yo te saludo, María,
porque el Señor está contigo;
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,
en tu abrazo, en tu seno.
Yo te saludo, María,
porque te turbaste
–¿quién no lo haría ante tal noticia?–;
mas enseguida recobraste paz y ánimo
y creíste a un enviado cualquiera.
Yo te saludo, María,
porque preguntaste lo que no entendías
–aunque fuera mensaje divino–,
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.
Yo te saludo, María,
porque concebiste y diste a luz
un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida
hay que gestar y cuidar
si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.
Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios
y no renunciando a ser tú misma.
Yo te saludo, María,
porque abriste nuevos horizontes
a nuestras vidas;
fuiste a cuidar a tu prima,
compartiste la buena noticia,
y no te hiciste antojadiza.
Yo te saludo, María,
por ser alegre y agradecida
y reconocer que Dios nos mima,
aunque nuestra historia sea pequeña
y nos olvidemos de sus promesas.
Yo te saludo, María.
¡Hermana peregrina
de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros,
llévanos junto a los otros
y mantén nuestra fe!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.