Viernes de la 3ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: "¿Cómo puede éste
darnos a comer su carne?" Entonces Jesús les dijo: "Os aseguro que si no
coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis
vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera
comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi
sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo
vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es
el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo
comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre." Esto lo
dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los judíos no entendían las palabras de Jesús. Nosotros las podemos
comprender mejor: sabemos que Jesús está hablando de la Eucaristía. En
la Eucaristía Jesús nos da a comer su cuerpo y su sangre.
La Eucaristía es el alimento principal del cristiano. Por la Eucaristía,
la vida y la fuerza de Jesús, es también nuestra vida y nuestra fuerza.
Si no nos alimentamos de Cristo, no podemos ser buenos cristianos.
Los enamorados se comen a besos, con la mirada. Nada les alimenta más
que estar juntos. Viven el uno para el otro. Disfrutan amando al otro,
dejándose amar por el otro, amando juntos... Algo semejante es la
relación que Jesús nos propone.
Señor, gracias por ser nuestro pan,
porque te dejas comer por nosotros,
porque nos ofreces tu vida entera
para que vivamos por tu Amor,
como Tú vives del Amor del Padre.
Danos, cada día, sabiduría y humildad,
para no vivir de mí y de mi vanidad;
de mis deseos de poder y de poseer,
de la satisfacción de mis caprichos;
para vivir de Ti y de tu Amor;
Que cada día, Señor, sepa acoger,
como un mendigo que se sabe afortunado,
tu Luz, que me ayuda a ver la verdad y la mentira,
tu Fuerza, que me sostiene,
tu Palabra, que me recuerda quién soy y para qué he nacido,
tu Mano, que me defiende,
tu Sabiduría, que me conduce a la Vida,
tu Mirada, que me da la Paz que a veces no tengo,
tu Eucaristía, tu pan y tu vino,
que alimenta mi hambre de amor y de alegría.
de entregar mi tiempo y mi vida entera,
como Tú y siempre contigo.
Amén.
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Cristo conmigo,
Cristo dentro de mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo delante de mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo en mi casa,
Cristo en mi camino,
Cristo en mi puesto de trabajo,
Cristo en todos los ojos que me ven,
Cristo en todos los oídos que me escuchan,
Cristo en la boca de todo aquel que me habla,
Cristo en el corazón de todo aquel que piensa en mí,
Cristo conmigo y yo con Cristo.
Siempre y en todas partes.
Atribuido a san Patricio
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Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
Antonio Machado
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 28 de abril de 2023
Viernes, 28 de abril de 2023
jueves, 27 de abril de 2023
Jueves, 27 de abrilde 2023
Jueves de la 3ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,44-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "Nadie puede venir a mí, si no
lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el
que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie
haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al
Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la
vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste
es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan
vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del
mundo."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Insiste el Evangelio de San Juan en recordarnos la importancia de la fe.
La fe no sólo nos conduce a la vida eterna, la fe nos da vida eterna
ya, en esta tierra, en este momento, aunque sea de forma parcial.
“Gracias Señor, por la vida, por la esperanza, por el amor”
Nadie puede presumir de la fe frente a los demás. La fe es un regalo de
Dios: “Nadie puede venir a mí, si el Padre no lo atrae”. Dios atrae a
todos; en todos ha puesto la sed de la vida eterna, el hambre de su
amistad. Pero podemos resistirnos a esta atracción. Podemos acallarla,
podemos dejarla para mañana...
Señor,
son muchas, cada vez más,
las cosas que nos apartan de Ti.
Esas preocupaciones estériles,
esos frívolos placeres,
esos inútiles cuidados,
esas ilusiones inconsistentes,
esas causas triviales,
esos vacíos deberes...
Muchas y muy variadas son las cosas
que eclipsan tu diáfana presencia
entre nosotros.
El orgullo,
que nos impide aceptar la ayuda de los demás;
la envidia,
que corroe todo horizonte;
el remordimiento,
que mantiene abiertas tantas heridas;
la pereza,
que acumula cargas cada vez más pesadas;
el ansia de seguridad,
que nos lleva a atesorar más de lo que necesitamos...
Pero a pesar de todo.
Tú eres más fuerte que todas esas cosas.
Te haces presente en nuestra desidia y torpeza
-superando muros, silencios y olvidos-
simplemente porque gritamos
o nos ves tristes y perdidos.
Crees en nosotros aunque te demos crédito negativo.
¡Atráenos, cada vez más fuertemente, hacia Ti!
Florentino Ulibarri
El pan de la Eucaristía es anticipo de la fiesta que Dios prepara a todos sus hijos…
La mesa está llena.
Se sirven manjares exquisitos:
la paz, el pan,
la palabra
de amor
de acogida
de justicia
de perdón.
Nadie queda fuera,
que si no la fiesta no sería tal.
Los comensales disfrutan
del momento,
y al dedicarse tiempo
unos a otros,
se reconocen,
por vez primera, hermanos.
La alegría se canta,
los ojos se encuentran,
las barreras bajan,
las manos se estrechan,
la fe se celebra…
…y un Dios se desvive
al poner la mesa. (José María Rodríguez Olaizola, sj)
Gracias, Dios, por este pan.
Gracias, por esta esperanza.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 26 de abril de 2023
Miércoles, 26 de abril de 2023. San Isidoro.
San Isidoro
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una vela para ponerla debajo del celemín, sino para
ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesucristo nos ha traído la mejor sal y la luz más clara: su Evangelio,
su vida. El Evangelio de Jesús da sabor de esperanza, de fraternidad,
de fe al mundo. La vida de Jesús ilumina nuestra existencia y nos ayuda a
descubrir cómo somos en realidad y cómo podríamos ser...
“Gracias Señor por ser la sal de mi vida”
“A veces no me dejo iluminar por ti. Perdóname”
“Que no me aparte nunca de tu luz, Señor”
Pero la sal y la luz de Jesucristo no son sólo para nuestro disfrute
personal. Él nos dice: Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del
mundo. Tu parroquia ha de ser sal y luz en el barrio, tú tienes que ser
sal y luz en medio de tu familia, de tus amigos, como lo fue San Isidoro
en su tiempo.
Sin embargo, en muchas ocasiones nos parece que no podemos ser sal y luz
de nada. Nos paraliza nuestra pequeñez, nuestros pecados... No da miedo
ir en contra de la corriente, en contra de una corriente muy fuerte.
Jesús conoce nuestra debilidad y sabe bien de la fuerza del mal, pero
confía en nosotros y nos envía. Es posible ser sal y luz desde la
pequeñez. Si confiamos y nos apoyamos en Él, su fuerza se manifestará en
nuestra debilidad.
¿Cómo eres y cómo podrías ser sal y luz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
De San Isidoro es esta oración preciosa:
¡Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo!
¡Aquí estamos, reunidos en tu presencia!
Limitados sí, por la malicia del pecado,
pero confiados al reunirnos en tu nombre.
Ven y quédate con nosotros:
dígnate infundirte en lo más íntimo de nuestros corazones.
Enséñanos en qué tenemos que ocuparnos,
hacia dónde hemos de dirigir nuestros esfuerzos,
haznos saber lo que debemos realizar;
para que con tu ayuda te podamos agradar en todo.
Sé tú sólo quien inspires
y lleves a feliz término nuestras decisiones;
Tú que sólo con Dios Padre y su Hijo
posees el nombre glorioso.
No permitas que seamos
perturbadores de la justicia,
Tú que amas, sobre todo la equidad
en sumo grado.
Que la ignorancia no nos arrastre al mal,
ni el aplauso nos desvíe,
ni nos corrompa el interés de lucro,
o la preferencia de personas;
antes bien, únenos a Ti de modo eficaz
por el don de tu sola gracia.
Que seamos uno en Ti
y en nada nos apartemos de la verdad.
Y por hallarnos reunidos en tu nombre,
podamos en todo mantener la justicia,
guiados por el amor filial, para que aquí y ahora
nuestro dictamen en nada disienta de Ti,
y en lo venidero consigamos la eterna recompensa
por haber actuado conforme a tus designios.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 25 de abril de 2023
Martes, 25 de abril de 2023. San Marcos.
San Marcos
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi
nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si
beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los
enfermos, y quedarán sanos.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
San Marcos se dejo seducir por Cristo. El amor de Dios llenaba su
corazón de alegría, una alegría que tenía que compartir. Entendió
enseguida que ser cristiano es ser anunciador de una Buena Noticia:
escribió con sencillez su Evangelio y lo anunció con todas las fuerzas
de su alma. ¿Evangelizas? ¿Cómo lo haces? ¿Con qué palabras y con qué
gestos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
El que crea y se bautice se salvará, será más feliz, su vida tendrá
sentido, su esperanza será más fuerte, tendrá más fuerza para amar, para
perdona, para entregar su vida…
“Gracias Señor por el don de la fe y del bautismo”
Echarán demonios: mentiras, injusticias, guerras, discordias… Hablarán
lenguas nuevas: el testimonio, la entrega, la dulzura…. Cogerán
serpientes y beberán venenos: incomprensiones, rechazos, insultos… y no
les hará daño.
Es fácil amar lo amable, rozar lo bello,
admirar brillos y fachadas,
agujero negro de miradas distraídas;
aplaudir lo exitoso,
jalear lo apuesto,
empujar aún más alto
lo que no toca techo.
Difícil es adentrarse en el caos
oculto tras el rostro cordial.
Deambular por las estancias
pobladas por demonios de dentro,
las memorias
que encadenan nuestro vuelo a derrotas pasadas,
los amores difíciles,
las batallas perdidas,
los gritos que, sin darlos,
martillean en cada rincón.
Difícil, pero posible.
Todos necesitamos,
alguna vez,
alguien
que toque, con ternura,
nuestras cicatrices.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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«Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio a toda la creación». Con estas palabras, Jesús, te diriges a
cada uno de nosotros. Quieres que contagiemos la alegría de encontrarte,
el gozo de la fe, de sentirnos amados por ti; para que todos te
conozcan, te amen y sean más felices. La fe es una llama que se hace más
viva cuanto más se comparte.
¿Dónde nos envías, Jesús? No hay
fronteras, no hay límites: nos envías a todos. El evangelio es para
todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos,
más acogedores. Es para todos. También para quien parece más lejano,
más indiferente. Tú buscas a todos, quieres que todos sientan el calor
de tu misericordia y de tu amor.
Señor, no tengo ninguna
preparación especial y a veces soy una calamidad. Como Jeremías, yo
también te digo: «¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo
soy un niño». Y tú me dices lo mismo que dijiste a Jeremías: «No les
tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte». «No tengáis miedo»,
nos dices. Cuando vamos a anunciarte, Tú mismo vas por delante y nos
guías. Nunca nos deja solos, nunca dejas solo a nadie. Nos acompañas
siempre.
Jesús, no nos has dicho: «Ve», sino «Id». Nos envías
juntos, en grupo, en comunidad, en iglesia. Juntos hacemos frente a los
desafíos. Juntos somos fuertes. Juntos descubrimos recursos que
pensábamos que no teníamos.
Nos envías para servir. Evangelizar
no son sólo palabras, es dejar que nuestra vida se identifique con la
tuya, es tener tus sentimientos, tus pensamientos, tus acciones. Y tu
vida, Jesús, es una vida para los demás, es una vida de servicio.
Ayúdanos a superar nuestros egoísmos, para servir, inclinándonos para
lavar los pies de nuestros hermanos, como tú hiciste, como tú haces,
Jesús.
Danos un corazón que sepa acoger la fuerza que nos ofreces
para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler
las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un
mundo nuevo. Gracias, Jesús, porque, a pesar de nuestras miserias,
cuentas con nosotros, cuentas conmigo.
Inspirada en una homilía del Papa Francisco en la JMJ Rio de Janeiro 2013
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 24 de abril de 2023
Lunes, 24 de abril de 2023
Lunes de la 3ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,22-29
Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo
vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había
quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una
lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus
discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de
Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el
que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni
Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún
en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le
preguntaron: "Maestro, ¿cuándo has venido aquí?" Jesús les contestó: "Os
lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque
comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece,
sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el
Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios." Ellos le
preguntaron: "Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que
Dios quiere?" Respondió Jesús: "La obra que Dios quiere es ésta: que
creáis en el que él ha enviado."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La gente sigue a Jesús, pero Él sabe bien cual es la razón principal de
este seguimiento: “me buscáis porque habéis comido pan hasta hartaros”.
¿Por qué seguimos nosotros a Jesús? ¿Por qué somos cristianos? ¿Buscamos
a Dios o vamos tras el pan o la tranquilidad que nos regala? Nos lo
plantemos. Y pedimos a Dios que nos ayude a purificar nuestra amistad
con Él y con los demás.
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestra desmesurada búsqueda de comodidad y "bienestar";
de nuestros horizontes chatos;
de nuestra mirada miope que incluye a los nuestros y deja al margen a tantos...
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de los prejuicios con que reducimos a los demás por miedo,
de la violencia con la que nos tratamos,
de la indiferencia incluso con los más cercanos...
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestras hipocresías,
de nuestros cansancios y desencantos,
de vivir como si no existieras,
de buscar sólo tus regalos y olvidarnos de Vos...
Si quieres Señor, puedes purificarnos...
de nuestras faltas de confianza,
de nuestras inseguridades,
de nuestro regateo de amor.
Si quieres, Señor, puedes llenarnos de tu compasión,
despertarnos tus sueños,
fascinarnos con tu persona y con tu mensaje,
tomarnos el corazón para la construcción de tu Reino,
hacernos disponibles a tu llamada.
Trabajad por el alimento que perdura hasta la vida eterna. ¿A qué
dedicamos nuestro tiempo, nuestras preocupaciones, nuestro trabajo?
Muchos anuncios,
muchas promesas,
muchas rebajas,
muchas oportunidades,
muchas gangas...
Muchas voces susurran
constantemente
sus ofertas.
Con sus llamativas,
vanas,
huecas,
lights palabras
cubren su pobreza
y cantan sus dudosas alabanzas.
Mas no me satisfacen,
pues ni me alimentan,
ni me quitan el hambre,
ni me liberan de los espíritus que traen males,
ni curan mis enfermedades,
ni alumbran mis rincones .oscuros.
ni me traen buenas noticias,
ni riegan mis esperanzas sociales
ni satisfacen mis necesidades,
ni me defienden de sus intrigas,
ni me acogen como persona,
ni me dan buenas sensaciones...
En este mar de palabras,
de propaganda sofisticada,
de ilusiones engañosas,
de ofertas apetecibles,
de oportunidades al alcance,
de verdades sin misterio,
de doctrinas nuevas,
de productos con lábel,
de soluciones a la carta...
de predicadores sin conciencia...
yo sólo quiero dar crédito
a tu palabra buena y nueva,
valiosa y gratuita,
que me ofrece vida,
la dignidad y la alegría.
Yo sólo quiero darte crédito
a ti, que eres la palabra y la vida.
Creo, Señor, en ti,
y creo que eres la Palabra auténtica.
Florentino Ulibarri
La obra que Dios quiere esta: que creáis en el que él ha enviado. La
obra de Dios es la fe. La fe es un regalo de Dios, un regalo que tenemos
que cuidar como el don más frágil y precioso. ¿La cuidamos, le ayudamos
a crecer? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 23 de abril de 2023
Domingo, 23 de abril de 2023
Domingo de la 3ª semana de Pascua A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 24, 13‑35
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la
semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de
Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar
con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
El les dijo:
—¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
—¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?
El les preguntó:
—¿Qué?
Ellos le contestaron:
—Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y
palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos
sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo
crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de
Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas
mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana
al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que
habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba
vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo
encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no le vieron.
Entonces Jesús les dijo:
—¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?
Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo:
—Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos tomó el
pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les
abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
—¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los once con sus compañeros, que estaban diciendo:
Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Y ellos
contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús Resucitado se acerca a sus discípulos abatidos, camina contigo también cuando sufres. ¿Qué le dices?
¿A quién te acercas?
Jesús escucha, te escucha. ¿Qué le dices?
¿A quién escuchas tú?
Jesús anima la esperanza con la luz de la Palabra. ¿Qué le dices?
¿A qué personas animas tú? ¿cómo lo haces?
Jesús se queda con nosotros, se queda contigo en la Eucaristía. Damos gracias
¿Cómo la celebras? ¿Cómo la deberías celebrar? ¿Qué dices a Dios?
Se derrumbó el momento al encontrarnos
y al tiempo sucedió algo infinito.
Generoso, me diste tu presencia
cuando a solas tomaba mi camino.
Iba decepcionado, cejijunto:
Atrás dejaba la ilusión de un mito.
Así pensaba al menos. No sabía
que era yo un ciego aún sin lazarillo.
Iluminó el pasado tu palabra
y el presente cobró claro sentido.
El futuro se abrió como una rosa
de esperanza, de amor y de equilibrio.
Quise tenerte siempre. Sonreíste
y bendijo tu cruz mi nuevo signo.
Te borraste de pronto ante mis ojos,
pero en el corazón sigues conmigo.
Luis Carlos Flores Mateos, sj (Pensamientos de Ejercicios)
Mientras caminábamos tristes,
te has acercado respetuoso
a nuestras dudas, temores y desánimos.
Has hecho el camino con nosotros
aceptando nuestro ritmo y paso,
conversando con lenguaje llano y claro.
Con tu palabra y presencia viva
nos has abierto la Escritura
y los caminos de Dios en la historia.
Has calentado nuestro corazón,
has abierto nuestros ojos cegados
y nos has devuelto alegría e ilusión.
¡Quédate con nosotros al declinar el día
y comparte nuestro pan y techo, sin prisa,
antes de enviarnos a ser personas nuevas!
¡Quédate con nosotros y haznos compañía,
vamos a conversar un poco más de tu utopía
y de los horizontes abiertos en nuestras vidas!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 22 de abril de 2023
Sábado, 22 de abril de 2023
Sábado de la 2ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,16-21
Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y
empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía
Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba
encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a
Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se
asustaron. Pero él les dijo: "Soy yo, no temáis." Querían recogerlo a
bordo, pero la barca tocó tierra enseguida, en el sitio a donde iban.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Era noche cerrada. Soplaba un viento fuerte. El mar, ya de por sí
peligroso, se encrespó. Habían remado 5 ó 6 kilómetros y estaban
cansados. Se asustan...
A veces parece que todos los males vienen de vez: no vemos claro el
presente y el futuro, las buenas amistades se pierden, estamos cansados
de luchar, parece que hasta la fe se tambalea...
Se acerca Jesús a las barcas, se acerca Jesús a nuestra vida y nos
tranquiliza. Dejemos que resuenen sus palabras en nuestro corazón: SOY
YO, NO TEMÁIS. Acojámoslas en lo más profundo de nuestro ser:
Yo te creé por amor en las entrañas de tu madre.
Te protegeré hoy y todos los días de tu vida.
No temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos,
también cuando el viento sople y tu barca corra peligro de hundirse.
Te protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
No temas. Siempre estaré contigo. Te lo prometo.
No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate proteger.
No temas. Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí
encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.
No temas. Confía en mí. Nunca te defraudaré.
Y comparte tu paz y tu esperanza con los que tienen miedo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.