Domingo de la 1ª semana de Cuaresma A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 4, 1‑11
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser
tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus
cuarenta noches, al final sintió hambre.
Y el tentador se le acercó y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
Pero él le contestó diciendo:
—Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
—Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a
los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu
pie no tropiece con las piedras.
Jesús le dijo:
—También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo:
—Todo esto te daré si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús:
—Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto.
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús, después de la experiencia del Bautismo en el Jordán, lleno del
Espíritu Santo, se deja guiar por Él. Y sorprendentemente, el Espíritu
lo lleva al desierto, donde Jesús se encuentra consigo mismo, sin ningún
privilegio, con la profundidad de su ser humano, y vive la tentación.
El Espíritu no le hace esquivar las tentaciones, le da fuerza para
superarlas.
Las tres tentaciones de Jesús, buscar soluciones mágicas a
las necesidades básicas, el poder, y el éxito, sintetizan todas las
tentaciones de la persona humana.
Las tentaciones no son algo que se pase una vez en la vida
sino una realidad continua en nuestra existencia. Cristiano no es el que
no tiene tentaciones, o vive como si no las tuviera, sino el que
siguiendo el ejemplo de Jesús las descubre en toda su profundidad y las
combate y supera cada día con la fuerza del Espíritu.
¿Cuáles son las tentaciones más frecuentes en mi vida? ¿cómo
me enfrento a ellas? ¿me siento acompañado por Jesús y por los que con
su fuerza las han vencido?
Hoy al rezar el Padre Nuestro podemos pararnos en la frase: “No nos dejes caer en la tentación”
Señor, también tú sentiste la tentación de abandonar el camino del
amor, el servicio y la entrega; para escoger otros caminos más fáciles,
aparentemente más eficaces para ayudar a las personas y transformar el
mundo.
También nosotros somos tentados.
Somos tentados cuando sentimos que hemos de preocuparnos más de
nosotros mismos y menos de los demás, de los pobres; cuando no entienden
que “perdamos el tiempo” comprometiéndonos en causas que no nos
reportan ganancia económica alguna.
Somos tentados cuando nos invitan a vengarnos y no a perdonar.
Somos tentados cuando nos animan más a consumir que a ser austeros.
Somos tentados cuando sentimos el deseo de alejarnos de Dios y poner
nuestra confianza en el dinero, en lo que se puede ver y palpar.
Somos tentados cuando quieren o queremos convencernos de que las
personas necesitan más pan y menos evangelio; más compromiso social y
menos evangelización.
Somos tentados cuando queremos ganar el corazón de las personas con regalos y no con amor,
cuando decimos y hacemos lo que esperan de nosotros, aunque no sea lo más conveniente.
Gracias, Jesús, por descubrirnos que sólo el amor puede transformar
el corazón de las personas; sólo el amor puede cambiar radicalmente
nuestro mundo.
Gracias por ofrecernos la luz y fuerza de tu Espíritu, para descubrir
y superar las tentaciones y ser fieles en nuestra misión. Haznos
humildes para pedir y recibir cada día tu ayuda.
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Cuando sea tentado por el hambre,
no me dejes caer en soluciones fáciles.
No a la gula,
no a la pereza,
no a la vida cómoda y satisfecha.
Dame sólo el pan nuestro de cada día.
Cuando sea tentado por la fama,
no me dejes caer en la soberbia.
No a la imagen,
no al orgullo,
no a una vida ambiciosa y fácil.
Dame sólo la grandeza de tener hermanos y Padre.
Cuando sea tentado por el poder,
no me dejes caer en sus redes.
No al uso de su fuerza,
no al dominio,
no a una vida arrogante y prepotente.
Dame sólo el gozo del servicio humilde.
Cuando sea tentado por lo que sea,
no me dejes solo con mi pena ni con mi osadía.
Y aunque no te lo pida,
ni haya apreciado tu ejemplo y propuesta,
dame tu segura compañía
para andar por la vida.
Y mientras caminemos por el desierto,
que tu Espíritu, sólo tu Espíritu,
me empuje y guíe
a los corazones y a los oasis
en los que Tú estás presente,
aunque no lo invoque.
¡No me dejes caer en estas
ni en otras tentaciones!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 26 de febrero de 2023
Domingo, 26 de febrero de 2023
sábado, 25 de febrero de 2023
Sábado, 25 de febrero de 2023
Sábado después de Ceniza - Cuaresma
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 27‑32
En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
—«Sígueme.»
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un
gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número
de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus
discípulos, criticándolo:
—«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les replicó:
—«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
No soy cristiano porque me apetece o por que me va bien. Como un día a
Leví, Jesús me llama a mi por mi nombre y yo intento seguirlo, con la
ayuda del Espíritu Santo.
Mi ser cristiano no se realiza en una comunidad de justos, de salvados,
de redimidos. Mi ser discípulo se desarrolla, desde la Iglesia comunidad
de discípulos, en medio de los hombres y de las mujeres, continuando la
misión de Jesús que “no ha venido a llamar a los justos sino a los
pecadores”.
Intento vivir esta cuaresma como una llamada de Jesús a la conversión, al cambio.
Señor, hoy he escuchado tus golpes a mi puerta,
fuertes pero delicados,
inesperados pero inconfundibles
("He aquí que estoy a la puerta y llamo":
"Ya es hora de despertar").
Puedo dar un nuevo giro a la llave
y atrancar por dentro
(no sería la primera vez).
Tú seguirías a mi puerta, cubierto de rocío,
esperando,
respetando mi libertad,
y yo iría perdiendo sensibilidad
para percibir el timbre de tu voz,
la fuerza insobornable de tus latidos
en el silencio de la noche.
Señor, no quiero seguir adormilado,
no me resigno a que despierte sólo
mi "yo superficial":
el yo de los sentidos y de las apariencias,
el yo que vive a flor de piel,
el yo que muere y se deshace,
el que no pasa la frontera.
Sacude las raíces más hondas de mi ser,
y haz que abra los ojos
ese "yo profundo" donde tú habitas
y te revelas,
donde resuena tu palabra
llamando a la conversión,
donde se realiza misteriosamente
la comunión de alma contigo.
Que no me quede en la corteza, Señor.
Enséñame a gritarte desde lo hondo,
a escucharte desde lo hondo,
a contemplarte con "los ojos del corazón",
a esperar como el guardián que no duerme
o como las vírgenes que esperan
con las lámparas encendidas.
Que toda mi historia, Señor,
se vaya convirtiendo en una vigilia
cada vez más clara, más lúcida, más luminosa.
Gracias a que tu cercanía acorta las distancias
y destruye la oscuridad.
Enséñame a reconocer tus señales
y a convivir contigo en la morada secreta
para poder luego darme a los hermanos.
Te lo pido para mí
y para todos y cada uno de ellos. Amén
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 24 de febrero de 2023
Viernes, 24 de febrero de 2023
Viernes después de Ceniza - Cuaresma
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 14-15
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole:
—«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo:
—«¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?
Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.»
mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los discípulos de Jesús no hacemos las cosas por no llamar la atención o
seguir la corriente a los demás; ni tampoco para llevar la contraria a
los que no comparten nuestras convicciones. Hacemos las cosas para
seguir a Jesús, para vivir como Él y estar en comunión con Él.
El ayuno no es lo más importante, no tiene valor en sí
mismo; nos sirve si es para nosotros un medio para estar con Jesús; nos
aparta de Dios si lo absolutizamos y hacemos del privarnos de cosas algo
más importante que el llenarnos de Dios.
Esta es la llamada que nos hace la Palabra para dar sentido a
nuestra “abstinencia” en este primer viernes de Cuaresma.
Señor Jesús, enséñanos el sentido del ayuno.
Concédenos sentir la necesitad de purificación interior;
para desintoxicarnos de la contaminación del pecado y del mal;
para templar nuestro espíritu en las saludables renuncias,
que nos libran de la esclavitud del egoísmo y los caprichos,
que nos ayudan a dominarnos y conducirnos a nosotros mismos.
Que sepamos ayunar de todo lo que nos separe de Ti,
aunque sea bueno,
de todo lo que nos encierra en nosotros mismos
y no nos deja mirar y amar a los hermanos.
Que nuestro ayuno de alimento y de cosas
nos impulse a comer el “alimento verdadero”,
que es hacer la voluntad del Padre;
nos anime a fortalecer la amistad contigo
y a alimentarnos de tu Palabra, de tu amor.
Que el ayuno nos ayude a vivir no para nosotros mismos,
a vivir para Ti, Señor, que nos amaste hasta la entrega,
y a vivir, también, para los hermanos.
Qué nuestro ayuno cuaresmal
sirva para compartir el hambre
de los que no tienen pan y amistad;
para sentir en nuestras carnes la angustia
de los que no pueden alimentar a los suyos;
para compartir con ellos lo nuestro
con más amor y más generosidad. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 23 de febrero de 2023
Jueves 23 de febrero de 2023
Jueves después de Ceniza - Cuaresma
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 22‑25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los
ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al
tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo:
—«El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz
cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la
perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le
sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí
mismo?» Palabra del Señor.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El verbo triunfar no existe en el Evangelio. Jesús no recorre un camino
de éxito humano, si no un camino de rechazo, de sufrimiento, de muerte. Y
nos invita a seguirlo, a caminar a su lado: “en pos de mi”.
Jesús no es un masoquista, no busca el sufrimiento, no se fabrica la
cruz ni se la pone encima. Jesús asume la cruz que le toca desde la
experiencia del amor del Padre.
Jesús no nos invita a sufrir, nos invita a seguirlo, y para ello hay que
cargar con nuestra cruz, no con la que me gustaría o la que
masoquistamente me fabrico, sino con la que me toca. Ese camino de
seguimiento pasa por el dolor pero lleva a la Vida que no se acaba, a la
felicidad auténtica, profunda y verdadera; ese camino me lleva a
ganarme a mi mismo a ser y a vivir como Hijo de Dios.
¿Cuál es en esta cuaresma mi verdadera cruz? ¿Con qué actitudes la asumo
y la llevo? ¿Me siento acompañado y sostenido por Jesús y unido a las
demás personas con sus cruces?
Sí importa lo que vivimos,
cada decisión,
los caminos elegidos
y los abandonados.
Las palabras importan,
y los silencios,
y las preguntas.
Las encrucijadas
nos conducen
al amor o al vacío,
a lo cálido o a lo inhóspito
al prójimo o al espejo.
Cada paso deja una huella
en el mundo,
en el alma de los nuestros,
en la misma tierra que somos,
y en Dios.
Dios carga con muchos golpes
y algún que otro abrazo.
Sigue creyendo en nosotros.
Dios a veces llora,
y espera.
Somos libres,
y eso asusta.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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Señor,
¡qué difícil es no intentar
guardar la propia vida!
A fin de cuentas es lo único que tenemos.
Quizás no hemos entendido aun que nuestra vida no es nuestra sino tuya,
que somos un regalo,
que nos quieres incondicionalmente,
que somos creados por ti a tu imagen y semejanza.
Pretender guardar la propia vida
es quizás un modo de expresar
nuestro deseo de que no pase el tiempo,
de que no nos hagamos mayores,
de que queremos vivir sin final,
de que nos asusta el misterio de la vida.
Señor,
perder la vida se puede perder por muchas razones: por irresponsabilidad,
por egoísmo, por imprudencia,
por desgaste, por hacer demasiadas cosas…
Pero tú quieres que la perdamos para ganarla, nos recuerdas
que hay que morir para resucitar,
que hay que comprometerse con la vida para que la vida sea plena,
que hay que gastarse
para que nuestra vida dé frutos.
Señor,
haz que no pretenda tanto guardar mi vida como perderla,
preservarla sino ponerla al servicio
de los otros,
poseerla sino entregarla generosa
y confiadamente.
Sólo así viviré con hondura
según tu voluntad.
Que así sea.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 22 de febrero de 2023
Miércoles 22 de febrero de 2023. Miércoles de Ceniza
Miércoles de Ceniza - Cuaresma
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 6, 1‑6. 16‑18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para
ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro
Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la
trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por
las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que
ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo
que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que
ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar
de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los
vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a
tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido,
te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran
su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han
recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para
que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo
escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La Palabra de Dios en el comienzo de la Cuaresma nos propone
la línea para un programa de conversión, de superación de nuestra
mediocridad, de acercamiento a Dios y a las demás personas.
Jesús no nos anima a hacer cosas nuevas o extrañas, sobre todo, nos
invita a purificar nuestras intenciones, nuestros objetivos: hacer las
cosas, no para sentirnos mejor, ni para que los demás nos aplaudan, sino
para que nos vea nuestro Padre que está en lo escondido.
Como siempre, y como hacen creyentes de todas las religiones y seguidores de muchas filosofías, Jesús nos invita a:
- Compartir con los demás lo que somos y tenemos (Limosna).
- Estar en contacto con el que nos alimenta y nos da vida (Oración)
- Privarnos de lo que no es imprescindible (Ayuno), para poder compartir
con los demás y para que en nuestro corazón tenga sitio el único que es
necesario: Dios.
Conviértete de corazón
y no te preocupes tanto por la fachada;
Jesús te conoce de sobra, mejor que tú.
Ubícate bien en la vida,
acude al desierto y no te des a la fuga;
que el evangelio sea tu GPS y guía.
Ayuna como a Dios le gusta:
levántate todos los días con hambre de justicia
y acuéstate con hambre de Dios y de vida.
Reza cerrando las puertas a la desidia,
a los ruidos, cumplimientos y prisas,
y ábrelas a Dios para que se instale como quiera.
Escucha la melodía del Padre que nos enamora
a través de las ondas de la creación entera;
pon tu corazón en sintonía todos los días.
Sana tu cuerpo y espíritu, en este tiempo,
con la brisa, el agua, la cruz y el servicio;
déjate curar por quien ama a los heridos.
Mira a tu alrededor y no andes perdido;
discierne los signos de los tiempos.
y acércate a los que están solos y perdidos.
Sube a las cumbres que te desafían,
baja a los abismos que dan vértigo
y anda erguido por los caminos de la historia.
Ama sin murallas y sin remilgos:
así entenderás al Dios de la vida
y llegarás lista a la pascua florida..
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 21 de febrero de 2023
Martes 21 de febrero de 2023
Martes de la 7ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 29-36
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte y
atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba
instruyendo a sus discípulos.
Les decía: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los
hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: ¿De qué
discutíais por el camino? Ellos no contestaron, pues por el camino
habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que
me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Como a los discípulos del Evangelio, a nosotros, discípulos de hoy,
Jesús nos instruye sobre el misterio de su presencia en nuestro mundo,
el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección.
Discípulo significa seguidor, aprendiz; pero en el Evangelio a menudo
los discípulos no entienden nada, y hoy, además tienen miedo a
preguntar, les falta una fe sólida, necesitan profundizar más.
No es Jesús el que aleja a los discípulos de la realidad, son ellos los
que miran hacia otro lado, los que se preocupan por quien es el más
importante. Frente al orgullo y al afán de poder, Jesús nos llama al
servicio y nos invita a ser acogedores.
¿Experimento cada día que soy importante, en la medida que soy más servicial?
¿Descubro la presencia de Dios en los que se acercan a mí,
sobre todo en los más indefensos, necesitados y desvalidos?
¿Acojo a los demás como si acogiera al Padre?
Para salir de uno mismo
y andar por la vida,
para dejar lo ya conocido
y pasar por Samaría,
para conjugar tolerancia y radicalidad
a lo largo del camino,
para crear espacios evangélicos
y entrar en tu reino...
dame mirada corta, de orfebre,
que descubra, aprecie y ame
lo más diminuto y escondido,
y una mirada larga, de centinela,
para ver el horizonte que me espera
más allá de las montañas y la niebla.
Y esto, Señor, dámelo cada jornada
para poder gozar y recrear
lo que tu Espíritu siembra con mimo
en los espacios que piso y sueño
en este tiempo tan convulso y yermo
y con las utopías por el suelo.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 20 de febrero de 2023
Lunes 20 de febrero de 2023
Lunes de la 7ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 13-28
En aquel tiempo, cuando Jesús hubo bajado del monte, al llegar adonde
estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos
letrados discutiendo con ellos.
Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.
El les preguntó: ¿De qué discutís? Uno le contestó: Maestro, te he
traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar; y cuando lo
agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se
queda tieso.
He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.
El les contestó: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar ? Traédmelo.
Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Contestó él: Desde pequeño.
Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y el agua para acabar con él.
Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.
Jesús replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.
Entonces el padre del muchacho gritó: Tengo fe, pero dudo, ayúdame.
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:
Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él.
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.
El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto.
Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: ¿Por qué no
pudimos echarlo nosotros? El les respondió: Esta especie sólo puede
salir con oración y ayuno.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Mientras Jesús, Santiago y Juan están en el Tabor, un hombre ha llevado a
su hijo enfermo para que Jesús lo curara, los otros discípulos han
intentado expulsar el demonio y no lo han conseguido, y discuten con los
maestros de la ley. La experiencia de la Transfiguración da paso otra
vez a la solicitud pastoral de Jesús, la experiencia profunda de fe que
han vivido, al reproche: “¡Generación incrédula!”.
Jesús se encuentra con la frustración del padre que, tras el
fracaso de los discípulos, ve como se escapa la posibilidad de que su
hijo sea sanado y que dirige a Jesús una llamada desesperada (otro
intento más): “si algo puedes…”; y con la impotencia de los discípulos
que han intentado solucionar algo en la ausencia de Jesús y no han sido
capaces.
A veces en nuestra vida también vivimos ese choque entre la
experiencia de la oración y los problemas y dificultades de la vida
real, y hoy Jesús se nos presenta como ejemplo en los dos aspectos,
subrayándonos la necesidad de la oración para ser capaces de actuar y
vivir como discípulos suyos: “Esta clase de demonios no puede ser
expulsada sino con la oración”. (Reflexiono un poco sobre la relación en
mí entre la oración y la vida)
También nosotros tenemos experiencias similares a la del
padre del niño epiléptico: intentos frustrados de solucionar algo
importante para nosotros, una necesidad urgente en alguien cercano y
querido, y llegamos a Jesús después de haberlo intentado por otros
caminos. Y a la de los discípulos: intentar obrar como Jesús,
creyéndonos autosuficientes, capaces por nosotros mismos. (Me paro un
poco e intento traer alguna, reciente o profunda).
Desde las experiencias de impotencia y de fracaso, Jesús nos invita hoy:
- A descubrir la necesidad de escucharle y de estar en contacto con Él para poder vivir como seguidores suyos.
- A vivir la fe no como una excusa para la autosuficiencia sino como una apertura incondicional a la acción de Dios.
- A la oración como una llamada humilde y apremiante a la fe: “creo, pero dudo, ayúdame a tener más fe”.
Como los primeros discípulos
nos atrevemos a decir "auméntanos la fe",
pues hoy nos sentimos descolocados
y con las entrañas yermas
Agítanos, como el niño hace con el sonajero,
para que nuestra fe despierte y aflore
y se asemeje a ese pequeño grano de mostaza
que eclosiona, y destaca entre otras plantas;
o disuélvenos, como la sal se disuelve
para sazonar, y así descubre su ser
al darse y desaparecer.
Así arrancaremos de cuajo montañas,
saltaremos los muros que aprisionan,
no podrán atarnos cálculos ni leyes,
descubriremos el valor de las cosas pequeñas,
seguiremos tus pasos y huellas,
conservaremos la esperanza que nos sostiene
y brillará la luz que nos des en el horizonte.
En estos tiempos que corren,
tan marcados por la frivolidad y el poder,
y en los que la palabra ha perdido su sentido,
los hechos su verdad
y muchas personas su dignidad,
haznos servidores de tus anhelos
haciendo lo que tenemos que hacer.
Nosotros, Señor, queremos seguirte,
y siendo conscientes del momento
y aunque no se estilen estas decisiones,
anhelamos una fe adulta
que nos dé alegría y fuerza
para compartir la vida y sus huellas
con actitud evangélica.
¡Danos fe, un poco de fe,
la necesaria para seguirte,
por los caminos de la historia,
que tenemos delante
o que podemos descubrir,
para no perdernos y ser felices
junto a ti y todos los hermanos!
"¡Todo es posible al que cree!"
Graba en nuestro corazón, con tu gubia y sangre,
esta buena y sorprendente noticia.
Que sea llama que nos alumbre y queme,
que en nuestra debilidad nos haga fuertes
y que sepamos anunciarla en tu banquete
y allá por donde nos envíes.
¡Creo, Señor, pero aumenta mi fe!
¡Creemos, Señor, pero aumenta nuestra fe!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.