lunes, 19 de diciembre de 2022

Lunes, 19 de diciembre de 2022

19 de diciembre

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 5‑25

     En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
—«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías replicó al ángel:
—«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.»
El ángel le contestó:
—«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.»
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo:
—«Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. "Tu ruego ha sido escuchado". Dios siempre escucha nuestras oraciones y cumple sus promesas, aunque sea en edad avanzada. Nos da en cada momento lo que necesitamos. Pero muchas veces creemos que nadie nos oye, que se ha olvidado de nosotros, que nos castiga... En el fondo nos falta confianza en Dios, creemos que Dios no sabe hacer su oficio, que nosotros lo haríamos mejor.

B. ¿Cómo estaré seguro de eso? Queremos estar seguros, demasiado seguros… ¿Te fías de Dios? ¿Qué le dices?

"Tu ruego ha sido escuchado" nos dices.
Sin embargo, muchas veces creemos que nadie nos oye, que te has olvidado de nosotros, que nos castigas...

Nosotros, como Zacarías, también te decimos: "¿Cómo estaré seguro de eso?"
Queremos estar seguros, seguros del todo.
Aunque presumamos de aventureros, lo cierto es que nos cuesta el riesgo.

Danos sabiduría para aceptar que en las decisiones más importantes de la vida
nunca tenemos plena seguridad.
Cuando Tú nos llamas, nunca podemos tener todo controlado.
Para poder vivir, para poder avanzar en la vida, como personas y como cristianos,
necesitamos confianza.
Sin confianza, sin riesgo, no puede haber avances.

Señor, nos falta confianza en Ti, creemos que no sabes hacer tu oficio de Dios.
Perdona y cura nuestras impaciencias y desconfianzas.
Aumenta nuestra fe en Ti, porque sólo Tú escuchas siempre nuestras oraciones,
cumples todas tus promesas y nos das en cada momento lo que más nos conviene.


C. Antífona de la O de hoy:
    Oh renuevo del tronco de Jesé,
    que te alzas como un signo por los pueblos,
    ante quien los reyes enmudecen
    y cuyo auxilio imploran las naciones,
    ven a librarnos, no tardes más.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 18 de diciembre de 2022

Domingo, 18 de diciembre de 2022

Domingo de la 4ª semana de Adviento A

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 18‑24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios‑con‑nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¡Que grande es José! No podemos imaginar el sufrimiento de su corazón y la zozobra de su cabeza hasta que aceptó toda aquella realidad! ¡Cuánto amaba a María!  Cambió sus planes de marido y de padre por los planes de Dios, que ni siquiera conocía con exactitud! ¡Cuánto amaba a Dios! Hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

¿Qué te dice Dios a través del testimonio de José? ¿Qué le dices a Dios?

Señor, ayúdame a crecer en humildad, a no buscar el protagonismo ni la oscuridad. Que sólo pretenda cumplir tu voluntad, como San José, para acoger y hacer presente a tu Hijo Jesús.

Señor, dame la prudencia, la paciencia y la sabiduría de San José, para no precipitarme, para no dejarme llevar ni por las dificultades ni por las euforias; para saber esperar y acoger la luz que Tú nos ofreces, siempre en el momento más oportuno; para saber escuchar tu llamada en cada contrariedad.

Señor, dame la confianza de San José para seguirte, aunque no entienda todo, aunque no sepa donde me llevas; para caminar sobre el mar de las dudas con la seguridad de la fe. Amén.

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Plantó cara a la prudencia
y a los chismes.
Siguió la voz interior
que le instaba: ‘confía’.
Enseñó, al Dios niño,
la mejor imagen de Dios.
Sin pronunciar palabra
labró el ‘hágase’ con
su historia:
Carpintero y emigrante,
peregrino y maestro,
creyente y siervo.
El hombre discreto
sigue siendo, hoy,
testigo humilde
de la entrega callada,
del sacrificio radical,
de la fe capaz de arriesgarlo
todo.

Entre sus manos
encallecidas,
ponemos las nuestras
y tratamos de asomarnos,
en su vida,
a la sabiduría
de los justos.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 17 de diciembre de 2022

Sábado, 17 de diciembre de 2022

17 de diciembre

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 1‑17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zara, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manases, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendro a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendro a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matan, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. ¿Qué nos quiere decir la Palabra de Dios con esta lista de nombres? El Evangelista quiere que caigamos en la cuenta de que el nacimiento de Jesús no ocurre en un momento cualquiera de la historia. Dios ha ido preparando a lo largo de muchos siglos este acontecimiento. Dios fue educando con paciencia el corazón de la humanidad hasta que pudiera acoger a su mismo Hijo. Así nos lo explica la carta a los hebreos: "En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo".
     "Señor, gracias por preparar el corazón del mundo para recibir a tu Hijo"
     "Enséñanos también a nosotros a acogerlo en esta Navidad"
     "Ayúdanos a ser pacientes, como tú eres paciente con nosotros"

B. Dice el teólogo navarro Cabodebilla: "Los escritores bíblicos no ocultan que Cristo desciende de bastardos". En efecto, en la lista aparece Farés, hijo incestuoso de Judá, y Salomón, hijo adulterino de David. Los evangelistas no ocultan siquiera la presencia de una prostituta. Y en esta historia de virtud y de pecado, Dios permanece fiel en su amor y conduce al mundo a la salvación, es decir, a Jesucristo.   
    "Dame Señor verdad para reconocer la bondad y la maldad de mí mismo"
     "Gracias Señor porque respondes con fidelidad a nuestras infidelidades"
     "Danos luz para descubrir tu presencia en las sombras del mundo"

Señor, te damos gracias porque, al hacerte humano, asumiste la historia de tu pueblo, la historia de la humanidad, una historia cuajada de nombres, nombres de héroes y villanos, de prostitutas y de santos, de gente mediocre como yo.

Gracias por amarnos, con nuestras luces y sombras, con nuestras coherencias y contradicciones. Gracias por dar la vida por personas que no lo merecemos.

Jesús, tú nos enseñas el camino de la Encarnación. Contigo podemos amar historias heridas, la historia de nuestro pueblo y de nuestra iglesia, la historia de nuestra familia y de nuestro grupo de fe.

Señor, haznos generosos para servir a todos, también a los pecadores, a los desagradecidos. Danos tu Espíritu para encarnarnos, amar, servir, entregarnos y morir, a fin de que nuestra historia se acerque más a Ti, a la corriente de amor y perdón que brota de tu corazón. Amén,


C. A partir de hoy la preparación del Adviento se intensifica, porque dentro de una semana nace Jesús. Y en la liturgia se rezan las antífonas O, llamadas así porque comienzan la exclamación "Oh". Pueden ser útiles para nuestra oración. Ésta es la de hoy:
    Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,
    abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad,
    ¡ven y muéstranos el camino de la salvación!

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 16 de diciembre de 2022

Viernes, 16 de diciembre de 2022

Viernes de la 3ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 5, 33‑36

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Ni siquiera Jesús, el Hijo de Dios, da testimonio de sí mismo. Jesús da testimonio del Padre, realiza las obras del Padre. La Iglesia tampoco debe dar testimonio de sí misma. Los cristianos tampoco debemos dar testimonio de nosotros mismos. Nuestras palabras y nuestras vidas tienen que dar testimonio del amor, de la ternura, de la fuerza de Dios. Lo que dices y lo que haces ¿es para manifestar la gloria de Dios, o para exhibir tus capacidades, buscando el reconocimiento de los demás? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Sabemos que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Sabemos que Él es Enviado por el Padre para traernos la paz. Sin embargo, no acabamos ir a Él con decisión, nuestra fe en Él es débil, no lo recibimos en lo más profundo de nuestro corazón. ¿Qué podríamos hacer acogerle con más decisión y alegría en esta “recta final” del adviento? ¿Qué le dices a Dios? ¿Qué le dices?

Te damos gracias, Padre, por Jesucristo, tu Hijo.
Te damos gracias, Padre, por Juan Bautista.

Juan es el amigo, Cristo es el Esposo.
Juan es la voz, Cristo es la Palabra.
Juan es la lámpara, Cristo es la Luz.
Juan es el precursor, Cristo es el Mesías.
Juan es el mensajero, Cristo es el Mensaje.
Juan anuncia la necesidad de allanar el camino, Cristo es el Camino.
Juan bautiza con agua, Cristo bautiza con Espíritu Santo y fuego.

Te damos gracias, Padre, porque cuentas con nosotros,
para continuar la misión de Juan Bautista.

Que nuestra vida y nuestra voz griten que Tú estás cerca,
en el desierto de aldeas, pueblos y ciudades,
en el desierto del vacío interior de muchas personas.
Que con nuestro compromiso, Señor, Tú allanes los senderos,
eleves los valles de depresión, la desilusión y la desconfianza,
rebajes montes de orgullo y colinas de injusticia,
y endereces deseos y sentimientos torcidos.

Padre nuestro, danos la fuerza de tu Espíritu,
para seguir el estilo de vida de Juan Bautista,
para abrazar su pobreza y su austeridad,
para defender la verdad con palabras directas y certeras,
para ser humildes y no pretendamos grandezas humanas,
para que nunca queramos ser salvadores de nada y de nadie,
para que en nuestro corazón el pecado mengüe y Cristo crezca.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 15 de diciembre de 2022

Jueves, 15 de diciembre de 2022

Jueves de la 3ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San  Lucas 7, 24‑30

Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan:
—«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios.
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito:
"Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti."
Os digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.»
Al oírlo, toda la gente, incluso los publicanos, que hablan recibido el bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Juan es un profeta. Es decir un enviado de Dios. Nosotros también somos profetas, o al menos estamos llamados a ser profetas. Pero, en nuestra tarea  en la iglesia, en la familia o en la sociedad ¿nos sentimos enviados por el Señor? ¿Qué dices a Dios?

Juan es un profeta que vive de acuerdo con lo que predica: es un hombre con grandes convicciones (no se deja sacudir por el viento) y austero (no va vestido con lujo ni vive en palacios). ¿Cómo andamos nosotros en coherencia? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Juan es profeta que prepara el camino de Jesús. Nosotros también estamos llamados a preparar el corazón de las personas, las familias y los pueblos, para que puedan acoger a Jesús. Es difícil ¿verdad? Pero ¿lo intentamos? ¿intentamos, al menos, preparar el corazón de una persona?

Pide al Señor fuerza para poder cumplir con nuestra misión de profetas.

Juan Bautista, que saltaste de alegría en el seno de tu madre Isabel cuando María, la madre de Jesús, la saludó al visitarla. Ayúdanos a que nuestras vidas se llenen de alegría al experimentar la cercanía de María y de Jesús.

Juan Bautista, tú fuiste enviado para dar testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que tú decías.  Ayúdanos a vivir en la luz de Cristo y a transmitirla.

Juan Bautista, fuiste enviado para preparar al pueblo para acoger al Señor. Que el testimonio de nuestra vida y nuestra palabra animen a los que nos rodean a acoger al Señor.

Juan Bautista, tú dijiste a la gente que deberían volver a Dios y anunciaste que todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego. Que sepamos convertirnos y ayudemos a los demás a hacerlo.

Juan Bautista, tú predicaste que quien tuviese dos trajes le diese uno al que no tuviera ninguno. Que tengamos un corazón generoso y solidario con los más pobres.

Juan Bautista, que pedías a los comerciantes y funcionarios públicos que no cobrasen más de lo que correspondía. Que trabajemos todos por una sociedad justa y honrada.

Juan Bautista, que insistías a los soldados que no le quitasen nada a nadie. Que no haya prepotencia ni abuso con los más débiles por parte de los que tienen poder y fuerza.

Juan Bautista, que mostraste la persona de Jesús a tus discípulos y diste testimonio que era el Hijo de Dios. Que seamos misioneros para acercar a los demás hasta Jesús.

Juan Bautista, tú que enseñabas a orar a tus discípulos. Ayúdanos a tener y desarrollar el espíritu de oración.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Miércoles, 14 de diciembre de 2022

Miércoles de la 3ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 19‑23

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor:
—«¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»
Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron:
—«Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"»
Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Después contestó a los enviados:
—«Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Dichoso el que no se escandalice de mí. Dichoso el que no pierda su confianza en mí. Jesús sabe que con mucha facilidad nos llega la duda: ¿tiene sentido ser cristiano? ¿Dios me ayuda o no? y la más radical ¿existe Dios o es un invento mío? Y en esos momentos podemos hacer fundamentalmente dos cosas:
-     Acercarnos a Dios para expresar nuestra confusión, nuestras dudas, nuestro enfado. Así lo hizo Juan, mandando a sus discípulos a que preguntaran a Jesús.
-    Alejarnos de Dios. Y dejar que se pudran en nuestro interior las confusiones, dudas y enfados.
¿Cuál es tu actitud en estos casos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Convierte mi mirada, Señor,
para que sepa ver el amor escondido,
para que descubra las heridas de
quienes me rodean, y quiera curarlas,
para que vea más problemas reales
y menos figurados; para que perciba
las lágrimas ajenas.

Transforma mi mirada, Señor,
para que intuya las posibilidades de paz,
de concordia, de justicia, de amor.

Convierte mi mirada, Señor.
Convertirse es comprometerse
un poco más, un poco mejor.

Hazme alguien comprometido
con mi mundo, Señor.
Ayúdame a luchar por mi familia.
Dame coraje para perseverar
cuando el camino se haga difícil.
Dame paciencia para sobrellevar
los obstáculos sin rendirme.

Dame ilusión para seguir creyendo
cuando me quede sin apoyos.
Dame fuerza para complicarme
en batallas buenas.
Dame manos para acariciar,
pies para caminar, palabra para cantar,
siempre a favor de un mundo bueno.

Hazme alguien comprometido
con mi mundo, Señor.


Cuando desde nuestras dudas y enfados nos abrimos al Señor, nuestra fe crece, se purifica, madura. Si no nos abrimos al Señor, corremos el riesgo de perder la fe. Los malos momentos pueden convertirse en los mejores, en los más fecundos para nuestra vida y nuestra fe
            “Señor, que no pierda tu confianza en ti”
            “Dame Señor esperanza para asumir la cruz de cada día”
            “Perdona mi falta de confianza en tu amor”.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 13 de diciembre de 2022

Martes, 13 de diciembre de 2022

Martes de la 3ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21, 28‑32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
—«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue.
¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»
Contestaron:
—«El primero.»
Jesús les dijo:
—«Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera. en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Teóricamente nosotros somos del grupo que hemos respondido generosamente a la llamada de Dios a trabajar en su viña, pero en la realidad ¿trabajamos o no? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

 ¿Estamos atentos para que Dios nos pueda llamar a trabajar en su viña? La mejor manera de no tener que trabajar es estar sordo a las llamadas de Dios. Y Dios nos llama desde su palabra, desde las personas que nos rodean, desde el interior del corazón...
¿Cómo podrías escuchar mejor al Señor? ¿Qué te dice? ¿Qué le dices?

Además Jesús nos promete sorpresas: Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. En el reino de Dios no valen títulos, ni denominación de origen. Se trata de creer en Jesús y avanzar por el camino de la justicia.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, yo quiero acogerte en este adviento, en esa navidad, quiero abrirte las puertas de mi corazón de par en par.

Sabes que mi mayor deseo es trabajar en tu viña, para que la esperanza y el amor de la Navidad lleguen a todos.

Señor, quiero acogerte, pero pocas veces encuentro tiempo, deseo trabajar en tu viña, pero me dedico a otras cosas.

Ayúdame, Señor, a no dejarme llevar por el orgullo, la pereza, el miedo, la prisa, el qué dirán, los compromisos que me fabrico para sentirme importante...

Líbrame de todo lo que me aleja de lo que más quiero y deseo: vivir contigo, acoger tu amor, trabajar a tu lado, en favor de los más débiles, para construir juntos tu Reino.

Señor, que no sea de los primeros en querer y desear y de los últimos en ponerme manos a la obra. Amén.
 

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Todas tus parábolas, una vez iniciadas,
tienen un final
que nos alcanza como lanza afilada.

Recogen, en síntesis, lo que es historia cotidiana
de pugna y respuesta
a tu respetuosa invitación y llamada.

Y expresan en pocas palabras humanas
nuestra rebeldía
que algo tendrá que ver con tu espíritu y semejanza.

Los hay que saben expresar muy dignamente
respeto y obediencia:
es lo que se espera de gente religiosa y prudente.

Pero se quedan en la caravana en la que estaban;
no les da la gana
de interpretar tus gestos, hechos y palabras.

Dicen sí, porque es la respuesta correcta,
pero no hacen nada
aunque la brisa sople con fuerza y en dirección buena.

Y los hay que, desde el principio, se rebelan
y no quieren ser
ni siervos, ni beatos ni hijos deudores.

Saben recapacitar para encontrar en camino,
respuesta adecuada,
para trabajar la viña y vivir como hijos.

Quizá, Señor, te agrade más la frescura y rebeldía,
nuestra libertad,
que las palabras adecuadas de una respuesta perfecta.

Quizá temas más nuestro ser e historia vacíos
de amor y vida
que todos nuestros cuestionamientos e impertinencias.

No sé lo que dije,
hace un instante...
pero he venido,
me has acogido
y estoy contento...
y muy satisfecho.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.