Inmaculada Concepción de María
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
-«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
-«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en
tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será
grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino
no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
-«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
-«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido
un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para
Dios nada hay imposible.»
María contestó:
-«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Dios no se fijó en una mujer con mucho títulos, se fijó en una mujer
humilde. No se fijó en una mujer rica, se fijó en una mujer pobre. No se
fijó en una mujer poderosa, se fijó en una mujer débil. Se fijó en una
mujer creyente, en una mujer que supiera amar de verdad, en una mujer
que se vaciase de ella misma, para llenarse de Él. Para ser
colaboradores de Dios, tenemos en María nuestro modelo.
"Virgen María, ayúdanos a ser como tú"
B. Alégrate, el Señor está contigo. Cuando Dios viene a nosotros nos
alegra el corazón. Nos propone siempre un camino de felicidad, aunque
tropecemos con malos momentos. Tenemos muchos motivos para estar
contentos. Tenemos una gran razón: el Señor está con nosotros. ¿Qué más
podemos pedir?
"Señor, concédenos la alegría de sentirte a nuestro lado"
"Danos la fuerza y la alegría de tu Espíritu"
"Que mi vida alegre a los hermanos y puedan sentir tu cercanía"
C. Hágase en mi según tu Palabra. A pesar de su turbación, de no
entender los planes de Dios, aunque ni siquiera imaginaba cómo iban a
sucederse los acontecimientos, María se fía y acepta: hágase. María es
Inmaculada, sin mancha de pecado. En su vida no hubo nunca un "no" a
Dios; vacía de pecado, llena de Dios.
"Señor que cada día me llene más de ti"
"Dame fuerza para luchar contra mi pecado, contra el pecado del mundo"
"Hágase en mi según tu Palabra"
Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad,
nos acogemos con confianza y amor.
Eres toda belleza, María.
En Ti no hay mancha de pecado.
Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón
brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida se refleje
el esplendor del Evangelio.
Eres toda belleza, María.
En Ti se hizo carne la Palabra de Dios.
Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos/ y la indefensión de los niños
no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre la vida humana.
Eres toda belleza, María.
En Ti vemos la alegría completa
de la vida dichosa con Dios.
Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor,
fuente de la verdadera alegría.
Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración,
atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios
en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve,
a nosotros, a nuestra ciudad
y al mundo entero.
Amén.
Papa Francisco
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 8 de diciembre de 2022
Jueves, 8 de diciembre de 2022
miércoles, 7 de diciembre de 2022
Miércoles, 7 de diciembre de 2022
Miércoles de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 28‑30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: —«Venid a mí todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Cuando nos sentimos cansamos y agobiados, en la oración no hace falta
palabras. Dios nuestro Padre sabe de sobra cómo estamos. Nos acercamos a
Él, permanecemos en silencio. Y él es para nosotros descanso y paz.
B. También nosotros los cristianos, seguidores de Jesús estamos llamados
a ser descanso y paz para los que se están cansados y agobiados. ¿para
qué personas en concreto debo ser descanso y paz? ¿cómo lo voy a hacer?
Lo pensamos y pedimos a Dios luz y fuerza para responder a esta llamada.
C. Siempre habríamos creído que ser cristiano es una tarea dura y
exigente. Y de alguna manera es verdad. Pero también es cierto que el
yugo de Jesús es llevadero y su carga ligera. Cualquier otro camino, a
corto o a largo plazo, nos resulta más pesado, menos fecundo, más
inútil.
Señor, yo también me siento, a veces, cansado y agobiado, abrumado,
temeroso y abatido; a veces la carga que llevo a mis espaldas parece
mayor que mis fuerzas.
Me pesa, Señor, la carga de mis obligaciones, la carga del "qué dirán", la carga de la incomprensión, la carga de mis errores...
Y
tú, Jesús, me invitas a abandonar en ti mis agobios, a dejar caer los
hombros, a sentir tu brazo sobre mis hombros liberados, a dejar atrás el
esfuerzo en solitario y seguir adelante contigo...
Señor, llevas
a tu espalda mis cargas y me pides que cargue con tu yugo, con el peso
de los más pequeños, de los más sobrecargados y oprimidos.
Jesús,
cuando tomo tu yugo y la carga de los hermanos, se produce un milagro:
se alejan mis propias preocupaciones y me siento descansado, aliviado,
animado...
Señor, a quién tengo que ayudar hoy, a quién he de aligerar su carga en este momento?
Oración inspirada en rezandovoy.org
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Dicen que vienes,
y siempre es tiempo,
pues te esperamos
en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno
que estremece
e inquieta.
Te esperamos en el fracaso
que nos derriba,
y en el triunfo
(que no nos vuelva islas distantes),
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos.
Te acercas
en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas
nuestra espera de palabras nuevas
con respuesta eterna.
Y estás muy dentro
y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista
a un cielo de pobres y pequeños,
hombro en que se recuestan
los heridos, los culpables,
y los enfermos.
Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 6 de diciembre de 2022
Martes, 6 de diciembre de 2022
Martes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 12‑14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le
pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la
perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que
por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. La parábola del pastor nos ayuda a comprender al Dios del Adviento,
al Dios que viene. Viene porque quiere recuperar a la oveja perdida,
porque quiere recuperarnos. Y quiere recuperarnos no por su interés,
sino por el nuestro. Viene porque nos quiere. Viene a buscarnos, pero no
nos recuperará a la fuerza. Esperará hasta que se lo permitamos.
"Gracias Señor por tu amor infinito"
"Gracias por respetar tanto la libertad que me has dado"
"Que no te hagamos esperar Señor"
B. Es bueno recordar cómo se ha hecho realidad el evangelio en la vida
de cada uno. ¿Cuando me he sentido perdido, alejado de Dios? ¿Cómo se
las ha arreglado el Señor para salir a buscarme, para encontrarme, para
convencerme y volver junto a él, para disfrutar de su alegría?
Recordamos situaciones y damos gracias.
C. Y en este momento de mi vida, ¿cómo estoy? ¿en qué me he alejado de
Dios? ¿en qué estoy perdido? Quizá a través del evangelio de hoy el
Señor ha salido a buscarme. ¿quiero encontrarme con él? ¿qué me dice
Dios? ¿qué le digo?
Señor, lo más importante no es:
- que yo te busque,
sino que tú me buscas en todos los caminos (Gn 3,9);
- que yo te llame por tu nombre,
sino que tú tienes tatuado el mío en la palma de tu mano ((Is 49,16);
- que yo te grite cuando no tengo ni palabra,
sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm 8, 26);
- que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc 1,17);
- que yo te comprenda,
sino que tú me comprendes en mi último secreto (1 Cor 13, 12);
- que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4, 10);
- que yo te guarde en mi caja de seguridad,
sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);
- que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn 13, 1);
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si tú no me buscas, me llamas y me amas primero?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 5 de diciembre de 2022
Lunes, 5 de diciembre de 202
Lunes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 17‑26
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y
maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y
Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y
trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando
por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y,
separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro,
delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo:
—«Hombre, tus pecados están perdonados.»
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar:
—«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»
Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó:
—«¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra
para perdonar pecados ‑dijo al paralítico: A ti te lo digo, ponte en
pie, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.
Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor:
—«Hoy hemos visto cosas admirables.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Un día esta Jesús enseñando... Y el poder del Señor lo impulsaba a
curar. En pocas palabras el Evangelio resume la actividad de Jesús:
enseñar y curar, anunciar las maravillas de Dios con la palabra y con el
compromiso. Los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo: hablar
del amor que Dios nos tiene y curar a las personas las heridas que
produce el egoísmo, la desesperanza, la soledad, la falta de sentido de
la vida...
“Señor gracias por las personas que enseñan y curan en tu nombre”
“Que el poder de tu Espíritu me acompañe para hacer lo mismo”
“Perdona mi fatal de testimonio cristiano”
B. No hay enfermedad más traicionera que el pecado. Al principio te hace
creer que estás mejor que nunca, pero poco a poco te va postrando,
quita la libertad, aleja de los labios la sonrisa, roba del corazón el
amor, te vuelve insensible para sentir la presencia de Dios... Por eso,
Jesús, lo primero que hace es perdonar los pecados.
"Señor, concédeme conocer la peligrosidad del pecado"
"Perdona, Señor, los pecados que me alejan de ti"
"Hazme gustar tu misericordia en el sacramento de la Reconciliación"
Levántate y anda, cuando no encuentres horizonte,
porque siempre hay un camino que recorrer,
y no hay razón para dejar de intentarlo.
Levántate y anda, aunque te rodeen las sombras.
La luz se abre paso por resquicios insospechados,
y al iluminar la realidad la llena de posibilidades.
Levántate y anda, aunque te opriman las vendas.
Puedes quitarte muchos estorbos que te impiden avanzar,
y avanzarás más liviano, más libre, más alegre.
Levántate y anda, aunque te sientas sin fuerzas.
Es Dios el que te impulsa, quien te lleva de la mano,
quien te llena de espíritu.
Deja atrás las sombras y tumbas, los silencios y miedos,
las parálisis y vendas que te aíslan y entristecen.
Deja atrás las pequeñas muertes que adulteran la vida.
Vamos, levántate y anda.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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No hay que temer al fracaso, a la lucha,
al dolor, a los pies de barro
o a la debilidad.
No hay que temer a la propia historia,
con sus aciertos y tropiezos;
ni a las dudas; ni al desamor;
que la vida es así, compleja,
turbulenta, hermosa, incierta.
Pero luchemos
contra la tristeza perenne,
esa que se instala en el alma
y ahoga el canto.
Alimentemos la semilla de alegría
que Dios nos plantó muy dentro.
Que surja, poderosa, la voz esperanzada,
esa que clama en desiertos y montes,
en calles y aulas,
en hospitales,
en prisiones,
en hogares y en veredas.
Cantemos, hasta la extenuación,
la vida del Dios hecho niño,
del Niño hecho Hombre,
del Hombre crucificado
que ha de vencer a la cruz, una vez más.
Nadie va a detener al Amor
que se despliega, invencible,
en este mundo que aguarda.
Aunque aún no lo veamos..
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 4 de diciembre de 2022
Domingo, 4 de diciembre de 2022
Domingo de la 2ª semana de Adviento A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 3, 1‑12
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:
—«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo:
«Una voz grita en el desierto:
“Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos.”
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la
cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del
Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
—«¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
Dad el fruto que pide la conversión.
Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues os
digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.
Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego.
Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás
de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias.
El os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
El tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el
granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¡Convertíos! Cambiad de vida. Esta es la llamada que el Bautista nos
lanza en este Adviento. No basta decir “Abraham es nuestro padre”, ni
“estamos bautizados”, ni “voy a misa los domingos”, ni “yo hago cosas
buenas por los demás”. Hay que convertirse, cambiar la vida; mejor
dicho: dejar que Dios cambie pensamientos, sentimientos, forma de
vivir...
“Toma mi vida. Hazla de nuevo. Yo quiero ser un vaso nuevo”
B. La vida de Juan Bautista nos muestra caminos de conversión en este adviento:
- anunciar sin miedo la Palabra de Dios
- crecer en austeridad
- servir siempre a la verdad
- no querer ser más de lo que somos
C. El árbol que no da fruto será cortado y echado al fuego. Dios nos
llama a dar buenos frutos, a dar más y mejores frutos en la familia, en
la comunidad cristiana, con tus vecinos, amigos, etc... ¿Qué puedes
hacer? Un consejo: recuerda que para que un árbol de buenos frutos hay
que regarlo y abonarlo bien.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Aquí estoy, Señor, delante de ti,
con mi presente y con mi pasado a cuestas;
con lo que he sido y con lo que soy ahora;
con todas mis capacidades y todas mis limitaciones;
con todas mis fortalezas y todas mis debilidades.
Te doy gracias por el amor con el que me has amado,
y por el amor con el que me amas ahora, a pesar de mis fallos.
Sé bien, Señor, que por muy cerca que crea estar de Ti,
por muy bueno que me juzgue a mí mismo,
tengo mucho que cambiar en mi vida,
mucho de qué convertirme,
para ser lo que Tú quieres que yo sea,
lo que pensaste para mí cuando me creaste.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
con la luz de tu Verdad y de tu Amor,
para que yo me haga cada día más sensible al mal que hay en mí,
y que se esconde de mil maneras distintas, para que no lo descubra.
Sensible a la injusticia que me aleja de Ti y de tu bondad
para con todos los hombres y mujeres del mundo.
Sensible a los odios y rencores
que me separan de aquellos a quienes debería amar y servir.
Sensible a la mentira, a la hipocresía, a la envidia, al orgullo,
a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza,
para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas
y sacarlos de mi vida y de mi obrar.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
con la luz de tu Verdad y de tu Amor,
para que yo me haga cada día más sensible a la bondad de tus palabras,
a la belleza y la profundidad de tu mensaje,
a la generosidad de tu entrega por mi salvación.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que yo sepa ver en cada instante de mi vida,
lo que Tú quieres que yo piense,
lo que Tú quieres que yo diga,
lo que Tú quieres que yo haga;
el camino por donde Tú quieres llevarme, para que yo sea salvo.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que yo crea de verdad en el Evangelio, la Buena Noticia de tu salvación,
y para que dejándome llevar por Ti, trabaje cada día con mayor decisión,
para hacerlo realidad activa y operante en mi vida personal y en la vida del mundo.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que yo me haga cada día más sencillo,
más sincero, más justo, más servicial,
más amable en mis palabras y en mis acciones.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que Tú seas cada día con más fuerza,
el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos;
para que todo en mi vida gire en torno a Ti;
para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito,
de tu bondad infinita,
de tu misericordia y tu compasión.
Perdona Señor, mi pasado.
El mal que hice y el bien que dejé de hacer.
Y ayúdame a ser desde hoy una persona distinta,
una persona totalmente renovada por tu amor;
una persona cada día más comprometida Contigo
y con tu Buena Noticia de amor y de salvación.
Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.
Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre,
hasta el último instante de mi vida en el mundo,
para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 3 de diciembre de 2022
Sábado, 3 de diciembre de 2022
Sábado de la 1ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 35 ‑ 10, 1. 6‑8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando
en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las
enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía
de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no
tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
—«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
A estos doce los envió con estas instrucciones:
—«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de
los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad
leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús anuncia el evangelio (la buena noticia) con obras y
palabras. Hoy sigue recorriendo nuestras ciudades y aldeas, enseñando y
curando. ¿Lo percibimos? ¿nos damos cuenta? ¿descubrimos hoy al Señor en
nuestra vida? ¿atendemos sus enseñanzas? ¿nos dejamos curar?
"Señor, perdona y cura...
mi ceguera para descubrirte,
mi sordera para escucharte,
mi orgullo para dejarme curar"
B. La mies es abundante. ¿dónde está la mies, dónde está el trabajo,
donde está la misión? Está en cada persona, especialmente en las más
pobres, en las que están cansadas y abandonadas, en las descarriadas y
enfermas, en las que no conocen el amor de Dios-Buen Pastor. ¡Que cerca
está la misión que Dios nos da y cuánto nos cuesta verla! Parece que
empleamos demasiadas fuerzas en encontrar excusas para no ir a la mies!
"Ayúdame Señor a descubrir la mies en la que quieres que trabaje"
"Líbrame Señor de todas las excusas que no me dejan trabajar en la mies"
"Gracias Jesús por contar conmigo"
Aquí estoy, porque me has llamado, Señor.
Aquí estoy, para entrar en tu proyecto y hacerlo carne
en mi vida.
Aquí estoy, Señor Jesús,
y quiero aceptar tu plan con riesgo
y lanzarme a tu programa de vida,
en tu manera de vivir para alumbrar vida.
Aquí estoy, Señor Jesús,
para cumplir tu voluntad,
la misma que tú cumpliste en la llamada del Padre.
Aquí estoy, en Comunión
para hacer de mi existencia
llama que no se apague.
Quiero ser, Señor Jesús, como la arcilla en tus manos.
Me pongo en tus manos, Señor de mi vida
para que se realice tu obra.
Tú estás presente
en la fuerza de tu Espíritu que hermana a los hombres
que se olvidan de sus cosas y se dan sin recibir nada.
Tú estás presente, Señor, en tu espíritu.
Tú caminas conmigo.
Amén.
C. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. La gratuidad siempre ha
sido un signo del Reino de Dios. En este tiempo, en el que todo se
compra y se vende, este signo es todavía más evidente. Tenemos una gran
razón para no ser interesados, para ser gratuitos: Todo lo hemos
recibido gratis. Dios nos lo ha dado todo gratis.
"Gracias Padre por amarme gratuitamente"
"Enséñame Jesús a ser gratuito"
"Gracias Padre por las personas que trabajan en tu mies sin pedir nada a cambio"
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!
Ven pronto, ven, que el mundo gira a ciegas
ignorando el amor que lo sustenta.
Ven pronto, ven, Señor, que hoy entre hermanos
se tienden trampas y se esconden lazos.
Ven, que la libertad está entre rejas
del miedo que unos a otros se profesan.
Ven, ven, no dejes ahora de escucharnos
cuando tanto camino está cerrado
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!
¿No has de ser la alegría de los pobres,
de los que en ti su confianza ponen?
¿No has de ser para el triste y afligido
consuelo en su pesar, luz en su grito?
¿Quién pondrá paz en nuestros corazones
si tu ternura y compasión se esconden?
¿Quién colmará este hambre de infinito
si a colmarlo no vienes por ti mismo?
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? Ahora.
Adaptación del Salmo 70.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 2 de diciembre de 2022
Viernes, 2 de diciembre de 2022
Viernes de la 1ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 27‑31
En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: —«Ten compasión de nosotros, hijo de David.»
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:
—«¿Creéis que puedo hacerlo?»
Contestaron:
—«Sí, Señor.»
Entonces les toco los ojos, diciendo:
—«Que os suceda conforme a vuestra fe.»
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:
—«¡Cuidado con que lo sepa alguien!»
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Crees que puedo hacerlo? Que os suceda según vuestra fe. El tema
principal de este evangelio no es la curación, sino la fe. La fe es un
don de Dios. La fe es como una semilla que Dios siembra en la tierra de
nuestro corazón, para que la cultivemos. La fe es como un fuego que
debemos avivar, para que no se apague. En una palabra, la fe es don de
Dios y tarea nuestra.
"Señor, gracias por el regalo de la fe"
"Que cada día Señor cuide mi fe, como lo más valioso que tengo"
B. ¿Cómo cultivar la fe? Puede parecer difícil, pero está al alcance de
todos: Cultivamos la fe con la cabeza: formándonos, leyendo, estudiando,
para comprender mejor lo que creemos; con el corazón: rezando y
participando en los sacramentos; con la boca y con los oídos:
compartiendo nuestra experiencia creyente con otros; con las manos y los
pies: viviendo de acuerdo con lo que Jesús nos enseña. ¿Cómo puedo
cultivar más mi fe? Pido luz y fuerza a Dios.
C. A veces pensamos: "Si viera un milagro, creería más en Dios". El
Evangelio nos dice otra cosa bien distinta. Jesús hizo milagros delante
de mucha gente; pero los que no tenían fe no creyeron, aunque hiciera el
milagro delante de sus ojos. Decían que echaba demonios porque era el
jefe de los demonios. Sólo los que tenían fe podían reconocer las
maravillas que realizaba y alegrarse con ellas. Dios sigue haciendo
milagros en cada persona, en el mundo, en la iglesia, en ti. Y
necesitamos fe para darnos cuenta.
"Creo, Señor, pero aumenta mi fe"
"Abre Señor mis ojos para reconocer tus maravillas"
Muchos anuncios,
muchas promesas,
muchas rebajas,
muchas oportunidades,
muchas gangas...
Muchas voces susurran
constantemente
sus ofertas.
Con sus llamativas,
vanas,
huecas,
lights palabras
cubren su pobreza
y cantan sus dudosas alabanzas.
Mas no me satisfacen,
pues ni me alimentan,
ni me quitan el hambre,
ni me liberan de los espíritus que traen males,
ni curan mis enfermedades,
ni alumbran mis rincones .oscuros.
ni me traen buenas noticias,
ni riegan mis esperanzas sociales
ni satisfacen mis necesidades,
ni me defienden de sus intrigas,
ni me acogen como persona,
ni me dan buenas sensaciones...
En este mar de palabras,
de propaganda sofisticada,
de ilusiones engañosas,
de ofertas apetecibles,
de oportunidades al alcance,
de verdades sin misterio,
de doctrinas nuevas,
de productos con lábel,
de soluciones a la carta...
de predicadores sin conciencia...
yo sólo quiero dar crédito
a tu palabra buena y nueva,
valiosa y gratuita,
que me ofrece vida,
la dignidad y la alegría.
Yo sólo quiero darte crédito
a ti, que eres la palabra y la vida.
Creo, Señor, en ti,
y creo que eres la Palabra auténtica.
Florentino Ulibarri.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.