Jueves de la 29ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "He venido a prender fuego
en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un
bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a
traer al mundo la paz? No, sino división. En adelante, una familia de
cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán
divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre
contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la
nuera contra la suegra".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Este Evangelio nos extraña. Parece que estas palabras no han
podido salir de los labios de Jesús. Sin embargo, pensemos por un
momento en la vida del mismo Señor: provocó divisiones: unos a su favor,
otros en contra; unos lo querían con locura, otros le odiaban a muerte.
Pensemos también en la vida de los santos: su estilo de vida y sus
palabras obligaban a las personas a definirse, a favor o en contra.
Si somos fieles a nuestra condición de bautizados, nos ocurrirá algo semejante. Provocaremos divisiones, aunque no queramos.
Gracias, Padre, por todos los fuegos
que se alzan en el mundo
para quemar lo viejo
y alumbrar lo nuevo.
Gracias por todos los fuegos
que nos dan calor y vida,
que nos acrisolan y purifican,
que nos hacen maleables
y nos llenan de tu Espíritu.
Gracias por todos los fuegos
que alumbran nuestro caminar día a día,
que nos descubren nuevos horizontes,
que alejan la oscuridad y el miedo,
que llenan de luz nuestro mundo,
que hacen que los hechos y las cosas
tengan brillo y vida.
Gracias por todos los fuegos
que nos recuerdan que Jesús sigue vivo,
que Él es la luz del mundo,
que Él es nuestra luz,
que gracias a Él no estamos en tinieblas,
y que podemos ser antorchas encendidas.
Que su luz nos acompañe hoy y siempre.
Que su fuego caliente y enternezca nuestros corazones.
Que sus brasas purifiquen nuestras entrañas.
Que todos participemos de su claridad.
¡Que nos quememos en su hoguera!
Y que la Iglesia resplandezca como Buena Noticia
ante todas las personas que buscan y quieren
la paz, la justicia, el amor, la solidaridad.
Gracias por todos los fuegos
que nos hacen ser más humanos,
que nos recuerdan que somos hijos e hijas,
que nos invitan a ser hermanos
y que hoy nos dan la posibilidad de gozar
con tu paso, con tu pascua, con tus regalos.
Adaptación de una plegaria de Florentino Ulibarri
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Hagamos una hoguera,
una gran hoguera con todas nuestras vanidades.
Desprendámonos, sin miedo,
aunque nos duela el cuerpo entero,
de todo aquello que se nos ha adherido
o hemos almacenado a lo largo del camino:
esos barros que desfiguran nuestro rostro,
esas costras que insensibilizan nuestros sentidos,
esas escamas que ciegan nuestros ojos,
esos pesos que paralizan nuestros pies,
esos vestidos que ridiculizan nuestra figura.
Abramos el baúl de nuestras vanidades
y hagamos una gran hoguera
con lo que crea arritmia a nuestro corazón,
corta las alas a nuestro espíritu,
seca nuestras esperanzas,
encorva nuestras espaldas,
perturba nuestra paz
y es fatuo o vanidoso,
insustancial o quimérico...
Pidamos a Dios que prenda y queme,
con su llama, nuestras vanidades.
Y entremos, débiles y con jirones,
hasta el corazón de la hoguera.
Él nos acrisolará nuevamente
y seremos, por su querer y palabra,
lo que Él soñó en la primera alborada:
clara imagen suya,
tan humana y renovada,
que lo tiene todo
con sólo decir "Abbá".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 20 de octubre de 2022
Jueves, 20 de octubre de 2022
miércoles, 19 de octubre de 2022
Miércoles, 19 de octubre de 2022
Miércoles de la 29ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 12, 39-48
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Comprended que, si supiera
el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un
boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos
penséis viene el Hijo del hombre". Pedro preguntó: "Señor, ¿has dicho
esa parábola por nosotros o por todos?" El Señor le respondió: "¿Quién
es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente
de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el
criado a quien su amo al llegar encuentre portándose así. Os aseguro
que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa:
"Mi amo tarda al llegar", y empieza a pegarle a los mozos y a las
muchachas, a comer y deber y emborracharse, llegará el amo de ese criado
el día y la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la
pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere, y
no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no
lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho
se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le
exigirá".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos dice: “Estad preparados”. Estamos preparados cuando cumplimos
con nuestra misión, con la tarea que Dios nos ha confiado.
“¿Cuál es mi misión, Señor? ¿Qué quieres de mi?
“Dame tu Espíritu para ser fiel a mi vocación”
Cuando no vivimos de acuerdo con nuestra vocación, en un primer momento
parece que no pasa nada, parece que Dios no se entera… Sin embargo, poco
a poco, vamos perdiendo el sentido de la vida, se va apagando la
alegría, crece la desilusión, no sentimos la presencia de Dios… Es la
pena de los que nos son (somos) fieles.
“Señor, perdona y cura mis infidelidades”
“No dejes que caigamos por el precipicio del sinsentido”
“Ayúdanos a ayudar a las personas que malgastan su vida”
El Señor nos ha dado mucho. A todos. También a ti. Quizá no lo sepas. Quizá no valores todo lo que Dios ha puesto en tus manos.
“Gracias Señor por los dones que me confías,
danos fuerza para que sepamos aprovecharlos
y podamos enriquecer al mundo, a la Iglesia y a nosotros mismos”
Llega de día, llega de noche.
Se le espera por la puerta, llega por la ventana.
Le buscamos con alegría, llega con su cruz.
Estamos de guardia, nos llama desde dentro.
Rastreamos huellas, llega por senderos nuevos.
Llega en la abundancia
y más todavía en la pobreza.
Llega cuando triunfamos
y nos acompaña en los fracasos.
Llega cuando es deseado
y se presenta cuando no se le espera.
Llega en el silencio y en el áspero y abrasador viento.
Llega también en la multitud y el ruido.
Llega para dormirnos y para despertarnos.
Llega a través de todas las caras que encontramos
a lo largo del día en nuestro camino.
Llega en el desierto de manantiales inciertos,
en las estepas de desconocidos pozos,
en los bosques frondosos en que nos perdemos,
en las altas cumbres que hollamos,
y en los valles que nos dan vértigo.
Llega a cada instante.
Llega en cada lugar.
Allí donde estamos, está.
Fiel a tu palabra
ya estás esperándonos.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha
martes, 18 de octubre de 2022
Martes, 18 de octubre de 2022
San Lucas
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10,1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por
delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir
él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues,
al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino!
Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega,
ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el
camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si allí
hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a
vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan,
porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si
entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a
los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de
Dios."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Celebramos la fiesta de San Lucas. Un día sintió la llamada de Jesús,
que quería confiarle una misión. Puedo recordar las llamadas que a lo
largo de la vida he recibido y dar gracias por ellas. Y preguntarme: ¿a
qué me llamas ahora, Señor?
Para Jesús el mundo no es un negocio que explotar, ni un espectáculo que
contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una
mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo
miro a las personas?
"Transforma mi mirada egoísta, Señor"
"Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
"Señor, enséñame a mirar como tú me miras"
Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios
que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las
comunidades cristianas, religiosos y religiosas que nos recuerden la
absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad
y llamad a otras personas.
Señor, nos has llamado de nuevo. No por ser los mejores, ni los más
listos, ni los más fuertes. Nos llamas porque nos quieres, porque
quieres hacernos felices. Confiaste en nosotros, te vuelves a fiar, a
pesar de que no lo hicimos todo bien. Nos llamas y nos envías: ¡Poneos
en camino!
Tenemos miedos y a veces nos cansamos, nos asalta la duda,
la tentación y no encontramos sentido al trabajo. Mucha gente no nos
entiende, nos critica y llega el desánimo. Tú nos lo habías advertido:
“Os envío como ovejas en medio de lobos”.
Danos una mirada limpia para ver el mundo como Tú lo ves:
como un gran campo que necesita obreros, brazos dispuestos a trabajar,
corazones abiertos para amar, pies que acorten las distancias…
Nos dices: “No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias”.
Lo importante es que te llevemos a Ti, que sintamos la alegría de ser
tus amigos, que transmitamos, con la humildad de sentirnos pecadores,
que Tú estás cerca y que contigo llega la Paz a nuestra vida.
Responder a tu llamada es lo mejor que podemos hacer. Será
motivo de alegría para nosotros y de felicidad para muchos. Gracias por
esta nueva llamada. Gracias por todos los que te responden y me animan a
decirte: "Estoy dispuesta. Estoy dispuesto".
Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta
Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.
Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 17 de octubre de 2022
Lunes, 17 de octubre de 2022
Lunes de la 29ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: Maestro dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
El le contestó: Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre
vosotros ? Y dijo a la gente: Mirad: guardaos de toda clase de codicia.
Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola: Un hombre rico tuvo una gran cosecha.
Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.
Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros
más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha.
Y entonces me diré a mi mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida».
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida.
Lo que has acumulado, ¿de quién será? » Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Que pocas son las familias en la que no hay problemas con las
herencias. Normalmente los problemas no surgen porque cada uno exige
sus derechos legítimos, sino porque, aunque casi nadie lo reconoce, en
casi todos se esconde la codicia.
Pedimos al Señor que nos ayude a reconocer la codicia (consciente o
inconsciente) que influye, condiciona y en ocasiones determina nuestra
actuación; y que, por consiguiente, marca las relaciones con los demás y
con Dios. Pedimos fuerza para superarla.
Damos gracias porque también somos capaces de ser generosos y por todas
aquellas personas que son ejemplares a la hora de compartir sus bienes.
Señor, líbrame de la codicia de tener mucho dinero y hazme generoso, como Tú.
Líbrame de la codicia de acaparar mucho poder y hazme servicial, como Tú.
Líbrame de la codicia de desear muchos caprichos y hazme austero, como Tú.
Líbrame de la codicia de ser famoso y hazme pasar por uno de tantos, como Tú
Líbrame de la codicia de poseer a las personas y ayúdame a buscar la libertad de todos, como Tú.
Líbrame de la codicia de querer ser el mejor y hazme ser hoy mejor que ayer, con tu ayuda.
Líbrame de la codicia de buscar continuamente el placer y haz que busque sólo el Amor, contigo.
Líbrame de la codicia de hacer muchas cosas y ayúdame a cumplir la voluntad del Padre, como Tú.
Líbrame de la codicia de pretender ser un salvador y hazme humilde colaborador tuyo.
Ayúdame, Señor, a poner mi confianza en ti y en las capacidades que me has dado. Amén.
La vida no depende de los bienes. Ni la vida, ni la felicidad, ni nada
que tenga realmente valor a los ojos de Dios. Una vida plena y feliz es
consecuencia del amor, de la fe, de la entrega...
¿Cómo quieres asegurarte una buena vida, acumulando riquezas?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 16 de octubre de 2022
Domingo, 16 de octubre de 2022
Domingo de la 29ª semana del t.o.C
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que
orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: "Había un juez
en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario."
Por algún tiempo se llegó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios
ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré
justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."
Y el Señor añadió: "Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios,
¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará
largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el
Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?"
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Cuál era la intención de Jesús al proponer esta parábola? El mismo
texto nos lo dice: Jesús quería que entendiesen, que entendamos, que hay
que orar siempre, sin desanimarse. Para crecer en la fe, en la amistad
con Jesucristo no sirve solamente rezar de vez en cuando, cuando me
apetece, cuando necesito algo. La fe crece con la fidelidad en la
oración. Sin embargo en muchas ocasiones rezar se convierte en un
trabajo duro, incluso repelente... Pido al Señor el regalo de la
perseverancia para rezar siempre.
B. ¿Para qué rezar tanto? Algunos dicen con razón: "Dios ya sabe lo que
necesito", "Dios no es un juez injusto, es Padre bueno y generoso, que
nos da todo antes de pedir nada", "Hay muchas cosas que hacer"; sin
embargo sacan una consecuencia equivocada: "Rezar es un pérdida de
tiempo". Jesús, sin embargo, nos invita a rezar siempre. Él rezaba para
dar gracias a Dios, para pedir fuerzas a su Padre, para desahogarse con
Él, para tomar decisiones con acierto... para sentirse amado y amar a su
Padre. ¿Por qué rezo yo? ¿rezo como Jesús?
"Señor, enséñanos a orar"
C. ¿Por qué no somos fieles a la oración? Cada uno tendrá que buscar sus
razones. He aquí algunas de las más comunes: no somos conscientes de
todo lo que nos quiere Dios, creemos que podemos vivir sin pedir ayuda
de nadie, nos ocupamos de lo urgente y descuidamos lo importante, nos
cuesta reconocer que todo lo que somos lo hemos recibido de Dios...
Puedo pedir a Dios que me dé luz para descubrir que obstáculos no me
dejan ser fiel a la oración y fuerza para superarlos.
Señor, a veces me alejo de ti sin darme cuenta.
Lo sé: la oración me une a ti, como un sarmiento a la vid;
Pero, rezo poco hasta que casi dejo de rezar.
Sé que me amas y que estás conmigo.
Quiero creer que con saberlo me basta.
No te quiero muy cerca, no vayas a incordiarme.
Prefiero que estés en el puesto de "Urgencias",
dispuesto a echarme una mano si me accidento.
Pasan los días, las semanas y los meses
y, aunque sé que estás,
ya no te encuentro, no te siento.
Señor, a veces me alejo de ti sin darme cuenta.
Lo sé: Tú me ofreces la alegría más grande:
la alegría que brota al sentirme amado por ti,
la alegría que nace del servicio a los pobres,
la alegría del que vende todo para comprar el mejor tesoro.
pero yo quiero el tesoro, sin renunciar a nada
y prefiero otras alegrías, más rápidas y facilonas.
Mis pequeñas alegrías me van atrapando en sus redes;
poco a poco, me alejan de tu alegría.
Y, aunque sé que estás,
ya no te encuentro, no te siento.
Señor, a veces me alejo de ti sin darme cuenta.
Lo sé: Tú me amas siempre, gratuitamente,
también cuando no hago lo que esperas de mí.
Pero yo no acabo de creerlo y vivirlo.
Mi orgullo me dice que no me acerque a ti
hasta que lo merezca, hasta que "me lo gane".
Y así, los errores no me ayudan a ser más humilde,
a acoger el perdón y la fuerza que Tú me ofreces;
y mis pecados se hacen más fuertes en mi corazón.
Y, aunque sé que estás,
ya no te encuentro, no te siento.
Señor, a veces me alejo de ti sin darme cuenta.
Pero Tú no te rindes y sales a mi encuentro.
Me recuerdas la felicidad y la libertad que disfruté a tu lado
y me ayudas a mirarte a los ojos y a descubrir tu sonrisa.
Y te digo, con más confianza que vergüenza:
Perdóname, Señor, me he engañado otra vez. ¡Otra vez!
Rompe las redes que no me dejan abrazarte.
Sana mi corazón herido y mi voluntad enclenque.
Gracias, por tu paciencia, por tu perdón, por tu amor.
Tu amor vale más que todas las alegrías de este mundo.
Te alabaré con mis labios y mi vida. Amén.
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 15 de octubre de 2022
Sábado, 15 de octubre de 2022
Santa Teresa de Jesús
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 25‑30
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.
Si, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre,
y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dios quiere bendecir a todos, pero sólo los que tienen un corazón de
pobre, humilde, como el de Santa Teresa de Jesús. Sólo puede entrar en
la vida de los que han apartado de su horizonte el orgullo, la
autosuficiencia, la soberbia... Como diría San Pablo, la fuerza de Dios
se muestra perfecta en nuestra debilidad.
“Señor, haznos pobres y sencillos”
“Gracias por mostrarnos la grandeza de lo pequeño”
Orar no sólo es hablar con Jesús, orar es estar con Él. Estar con Él y
descansar de las fatigas, de los agobios, del cansancio. Orar es
presentar a Dios nuestra vida y, en silencio, dejar que Él sea alivio y
consuelo. A veces tenemos la impresión de que ser cristiano es una carga
pesada, difícilmente aguantable. Sin embargo, Jesús hoy nos dice lo
contrario: “mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.
Contemplando el testimonio de vida de la santa de Ávila, pedimos a Dios
que nos conceda combinar con acierto oración y acción, vida apostólica y
tiempo para descansar en el Señor.
También podemos rezar con uno de sus textos más bonitos:
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.
Canto de Taizè: http://m.youtube.com/watch?v=go1-BoDD7CI
Otras oraciones de la Santa de Ávila: http://www.devocionario.com/textos/p_teresa.html
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 14 de octubre de 2022
Viernes, 14 de octubre de 2022
Viernes de la 28ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: "Cuidado
con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía.
Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse.
Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más.
Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para
matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo
yo.
¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se
olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo
tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los
gorriones."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La hipocresía tiene las piernas cortas. No puede avanzar
mucho. Nada hay cubierto que no llegue a conocerse. La hipocresía no nos
trae cuenta. Nos descubrirán y entonces será peor el remedio que la
enfermedad.
“Señor, danos fuerza para reconocer nuestra hipocresía
y fuerza para superarla”
“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo”. No tengáis miedo a que os
insulten u os persigan de cualquier forma por causa de Jesús. Tened
miedo a echar a perder a vida, a desaprovechar las capacidades que os ha
dado Dios, a hacer daño a los demás, a alejaros de Dios. Estos miedos
tienen sentido, aquéllos no.
¿Cuáles son tus miedos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No tengas miedo
a los que amenazan,
a los que hieren,
a los que dañan la dignidad
y matan el cuerpo
pero no pueden quitarte la vida.
No tengas miedo
a los que ocultan la verdad
o, creyéndose dueños de ella,
la manipulan,
dosifican y venden;
a los que con el arma de la mentira
quieren dominar pueblos y personas.
Rebélate,
manifiesta en todos los sitios,
en todo momento,
a tiempo y a destiempo,
tu fe en la vida y en la hermandad
adquirida al abrigo del Padre,
al lado de Jesús,
a la sombra del Espíritu,
en el seno de la comunidad.
Haz de esa fe
un gozo personal diario,
un estandarte de libertad,
una fuente de vida,
un banquete compartido,
una canción de esperanza,
tu reivindicación más sentida.
No tengas miedo
a los que, por eso, pueden castigarte,
retirarte el apoyo,
privarte del trabajo,
ignorar tu presencia,
olvidar tu historia,
golpear tu debilidad,
hacerte mal.
No tengas miedo.
Fíate de Jesús,
responde a su llamada;
fíate del Padre,
descansa en su regazo;
fíate del Espíritu,
lucha y sé libre. '
Estás invirtiendo la vida
en el proyecto más grande y venturoso
puesto en nuestras manos.
¡No tengas miedo!
¡Fíate de Jesús!
Florentino Ulibarri
Dios nos ama, te ama. Está pendiente de ti: cuenta hasta los pelos que
se caen de tu cabeza. Siempre está a tu lado. Siempre. Pero Dios es
discreto y silencioso. Necesitamos del silencio y la oración para
percibir su presencia. Rezamos con el salmo 114:
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí,
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida».
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.