Natividad de Santa María
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1,1-16.18-23
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba
desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba
un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no
quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había
tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que
le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu
mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará
a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de los pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que
había dicho el Señor por el Profeta: "Mirad: la Virgen concebirá y dará a
luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios con
nosotros"."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy celebramos el nacimiento de la Virgen María. No podemos leer el
Evangelio correspondiente a ese momento de su vida, sencillamente porque
no existe. Es significativo: la mujer que Dios eligió y preparó para
ser la madre de su Hijo no es una princesa, ni siquiera la hija de un
personaje famoso, es una mujer sencilla, desconocida, humilde.
Aprovechamos esta fiesta del cumpleaños de María para felicitarla:
¡Felicidades, Madre! Felicidades por Ti, por tu nacimiento.
Felicidades, Madre, porque creciste en el oscuro camino de la fe.
Felicidades, Virgen peregrina, porque nos enseñas la ruta de la santidad.
Felicidades, Madre, porque un día, un mes, en un lugar, de unos padres...
naciste como cualquiera de nosotros y sin embargo de Ti nacería el Salvador del mundo.
Felicidades, por estar siempre atenta ala palabra del Señor.
Felicidades porque tu vida fue un Si a la voluntad de Dios.
Felicidades, María, porque eres la Madre de Dios.
Feliz soy yo también por tenerte como madre.
(Adaptación de un texto de iglesia.org)
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Como tú, María, quiero decir "aquí estoy", ante el proyecto de amor,
que Dios me propone en el hoy de mi vida.
Entro en este proyecto unida a tantos hermanos y hermanas
que, con Cristo, tu hijo, luchan por construir fraternidad,
dignidad para todos, unidad entre pueblos, razas, generaciones…
Como tú María, quiero caminar por calles y plazas, montes y llanos
cantando las maravillas del Señor,
que triunfa en los pobres, sencillos y humildes.
Desde ellos, me pides sencillez, humildad, solidaridad.
Como tú María, quiero profundizar el misterio de Belén,
Palabra hecha carne, Dios entre nosotras, don para el mundo,
compromiso en la causa de una humanidad liberada, según el sueño del Padre.
Como tú, María, quiero gozar con el que goza,
ser sensible ante la necesidad o dolor, pasar por al vida haciendo el bien, sencillamente,
decididamente asociada a todos los grupos que son testimonio solidario.
Como tú María, quiero estar en pie, unida a tu Hijo, en la cruz concreta de mi vida.
En mi caminar, me uno a todos los sufrientes de la humanidad
y a los que se entregan para que "la justicia y la paz se abracen".
Como tú, María, quiero participar del gozo del Resucitado.
Hoy Cristo resucita en todo lo bello, lo noble, lo auténtico.
Que mi vida sea espejo de la liberación que El ha regalado al mundo.
Como tú, María, quiero orar con mis hermanos y hermanas,
y recibir cada día , en Iglesia, la venida del Espíritu.
El colma los corazones de sus dones, nos renueva, nos sana.
El nos envía a anunciar en el mundo,
la Buena Nueva del Evangelio de tu hijo, Jesús.
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Decir tu nombre, María,
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María,
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María,
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María,
es decir que toda suerte
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María,
es decirte toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría.
Pedro Casaldáliga
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 8 de septiembre de 2022
Jueves, 8 de septiembre de 2022
miércoles, 7 de septiembre de 2022
Miércoles, 7 de septiembre de 2022
Miércoles de la 23ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 17. 20‑26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
—«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os
insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo
del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa
será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los
profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dichosos, dichosos, dichosos... felices, felices, felices... Así nos
quiere Dios. Para eso nació, predicó, curó, sufrió y resucitó Jesús.
Para que tú seas feliz. ¿No te parece impresionante? ¿Qué le dices?
Lee despacio cada bienaventuranza. Piensa en Jesús o en María. Las
bienaventuranzas son el retrato de los dos. Y deberían ser tu retrato.
Ya lo son un poquito, seguro. Al leerlas y meditarlas ¿qué te dice Dios?
¿qué cambios alienta en tu vida? Pide la fuerza del Espíritu para ser
cada día más dichoso, más feliz, siguiendo el camino de las
bienaventuranzas.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Hasta de Jesús hablaban
mal, siendo el hombre perfecto, el amor incansable, la ternura
personificada. ¡Cuanta paz y tranquilidad nos tienen que dar estas
palabras del Señor!
"Danos fuerza para hacer el bien, sin que nos importen las críticas"
Esta mañana
enderezo mi espalda,
abro mi rostro,
respiro la aurora,
escojo la vida.
Esta mañana
acojo mis golpes,
acallo mis límites,
disuelvo mis miedos,
escojo la vida.
Esta mañana
miro a los ojos,
abrazo una espalda,
doy mi palabra,
escojo la vida.
Esta mañana
remanso la paz,
alimento el futuro,
comparto alegría,
escojo la vida.
Esta mañana
te busco en la muerte,
te alzo del fango,
te cargo, tan frágil.
Escojo la vida.
Esta mañana
te escucho en silencio,
te dejo llenarme,
te sigo de cerca.
Escojo la vida.
Benjamín González Buelta, sj
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Señor, danos luz y fuerza para renunciar
a lo que nos separa de ti, de los hermanos, de la felicidad más grande
No permitas que acaparemos bienes,
porque provocaremos muchas injusticias!
No permitas que vivamos para consumir,
porque siempre tendremos más hambre!
No permitas que hagamos llorar a los demás,
porque hemos nacido para consolar!
No permitas que seamos duros y violentos,
porque llevaremos la guerra dentro y nos destruiremos!
No permitas que únicamente busquemos el placer,
porque jamás sabremos qué es amar!
No permitas que sólo busquemos el aplauso,
porque nunca nos sentiremos satisfechos!
No permitas que nos creamos autosuficientes,
porque nos encontraremos vacíos!
No permitas que demos culto al ego,
porque así nunca seremos queridos!
Señor, danos luz y fuerza para seguirte,
para seguir el camino de la bienaventuranza.
Ayúdanos a acogerte en nuestras vidas,
porque estaremos llenos de luz.
Ayúdanos a ponernos en tu manos
porque sólo así viviremos seguros.
Ayúdanos a optar por el servicio,
porque Tu nos sirves continuamente.
Ayúdanos a compartir nuestros bienes,
porque Tú nos dejarás que nos falte la harina y el aceite.
Ayúdanos a hacer sonreír a los que lloran,
porque Tú nos miras y nos muestras tu sonrisa.
Ayúdanos a ser no-violentos, profetas de la paz,
porque así construimos un mundo nuevo.
Ayúdanos a defender al perseguido,
porque Tú eres y serás defensor.
Ayúdanos a no vivir para nosotros mismos,
porque Tú entregaste la vida por todos.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 6 de septiembre de 2022
Martes, 6 de septiembre de 2022
Martes de la 23ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 12-19
Por entonces subió Jesús a la montaña a orar y
pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus
discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al
que puso el nombre de Pedro; y Andrés, su hermano; Santiago, Juan,
Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón apodado el
Zelotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Bajó
Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande
de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de
la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus
enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y
la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los
curaba a todos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús ora, pasó toda la noche orando.
¿Cuánto tiempo dedicas a la oración? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Llama
a cada uno por su nombre. Llama a los que quiere para darles la misión
que quiere, llama porque quiere, porque nos quiere. Hemos de estar
atentos para escuchar las llamadas de Dios.
Jesús: Tú eres siempre una sorpresa,
eres el amigo que se encuentra sin esperarlo
Y yo te he encontrado.
No esperaba conocerte tan de cerca.
Pero llegaste, como a la Samaritana,
y me has dicho: "Dame de beber".
Como a Zaqueo, elevaste los ojos
hasta el árbol en que estaba,
y me dijiste: "Baja,
que quiero hospedarme en tu casa".
Sabes que te necesito,
y llegas sin que te llame.
Permíteme acompañarte en el camino.
Tú me conoces y sabes lo que quiero,
lo mismo mis proyectos que mis debilidades.
No puedo ocultarte nada, Jesús.
Quisiera dejar de pensar en mí,
y dedicarte todo mi tiempo.
Quisiera entregarme por entero a ti.
Quisiera seguirte a donde quiera que vayas.
Pero ni esto me atrevo a decirte,
porque soy débil.
Esto lo sabes mejor que yo.
Sabes de qué barro estoy hecho,
tan frágil e inconstante.
Por eso mismo te necesito aún más,
para que tu me guíes sin cesar,
para que seas mi apoyo y mi descanso.
¡Gracias por tu amistad, Jesús!
La
gente venía de lejos para escuchar a Jesús, para que Jesús los curase.
Hoy Jesús sigue hablándonos y sigue curándonos. ¿Qué hacemos por
acercarnos a Él? ¿Qué podríamos hacer? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza..
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 5 de septiembre de 2022
Lunes, 5 de septiembre de 2022
Lunes de la 23ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 6-11
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre
que tenía parálisis en el brazo derecho. Los letrados y los fariseos
estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué
acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo
paralítico: "Levántate y ponte ahí en medio". El se levantó y se quedó
en pie. Jesús les dijo: "Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está
permitido hacer en sábado: hacer el bien o el mal, salvar a uno o
dejarlo morir?" Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al
hombre: "Extiende el brazo".
El lo hizo, y el brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús cura a las personas necesitadas de salud, sea lunes o sábado. Los
fariseos podrían alegrarse, pero les corroe la envidia, se ponen
furiosos y le acusan de no respetar la ley que prohíbe trabajar en
sábado. Para Jesús, en cambio, el bien de las personas está por encima
de la ley.
También a nosotros nos cuesta valorar lo positivo que hacen nuestros
“adversarios”, la competencia... Nos duelen los éxitos de los compañeros
si nosotros quedamos por debajo. Pedimos perdón y fuerza para superar
la envidia:
Señor, sabemos que la envidia perjudica a todos,
al que es envidiado y al que envidia;
pero, a veces nos cuesta mucho evitarla.
Envidiamos un puesto de trabajo, un coche, una casa,
un buen marido o una buena mujer,
el carisma, el físico, la inteligencia, la fama...
Nos parece que si no poseemos lo que envidiamos
no podemos triunfar ni ser felices del todo.
Haznos comprender los peligros de la envidia.
"De la envidia nacen el odio y la calumnia,
la alegría causada por el mal del prójimo
y la tristeza causada por su prosperidad”
La envidia nos arma unos contra otros
y debilita desde dentro a las familias,
a las comunidades y a toda la sociedad.
Danos luz y fuerza para superar la envidia,
para valorar nuestras posibilidades y capacidades;
para agradecer las personas que nos quieren,
los pequeños logros que alcanzamos en la vida,
las montañas y los ríos, los animales y las plantas,
las cosas que nos hacen más agradable la vida.
Danos luz y fuerza para superar la envidia,
para ver en cada persona a un hermano,
para no considerarlas competidoras ni enemigas;
para admirar, alegrarme y dar gracias de corazón
con los talentos y los éxitos de los demás,
para saber pedir con humildad lo que necesito
y compartir con generosidad lo que tengo. Amén.
Jesús predica y cura. Y así manifiesta a todos el amor misericordioso
del Padre, aunque sea criticado, lo amenacen, o su vida corra peligro.
¿Estamos dispuestos sus discípulos a correr estos riesgos, o sólo
ayudamos a los demás cuando no vamos a tener ningún problema?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 4 de septiembre de 2022
Domingo, 4 de septiembre de 2022
Domingo de la 23ª semana del t.o. C
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a
Jesús; él se volvió y les dijo: "Si alguno se viene conmigo y no pospone
a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y
a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así,
¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero
a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que,
si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él
los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido
capaz de acabar."
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no
se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al
paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hay una condición clara para seguir a Jesús: amar a Jesús más que a
cualquier persona y, por supuesto, más que a cualquier cosa. Parece
inhumano en la teoría, pero en la práctica vivir así es camino de
salvación, de felicidad.
Cuando amamos a Jesús sobre todas las
cosas, amamos más y mejor a las personas, las respetamos más, no les
pedimos más de lo que pueden dar, potenciamos su libertad...
Cuando
amamos a Jesús sobre todo, las cosas ocupan su lugar justo, no nos
dominan, somos señores de las cosas y las utilizamos en nuestro bien, en
bien de los hermanos.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Amo Señor tu sendas, y me es suave la carga
Que en mis hombros pusiste;
Pero a veces encuentro que la jornada es larga,
Que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,
Que el agua del camino es amarga, es amarga,
Que se enfría este ardiente corazón que me diste;
Y una sombría y honda desolación me embarga,
Y siento el alma triste y hasta la muerte triste...
El espíritu es débil y la carne cobarde,
Lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
De la dura fatiga quisiera reposar...
Más entonces me miras... y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
Con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.
Blanco Vega
Dice
Jesús: “el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo
mío”. Hemos de renunciar a todo lo que no nos deje ser libres, todo lo
que nos aleje de Dios y de los hermanos
Ahora que he aprendido a vivir
sin acaparar,
sin fantasear,
sin quejarme,
sin apropiarme,
sin erudición,
sin claridades,
sin imágenes,
sin mochilas,
sin miedos,
sin pesos...
Ahora que no estoy enganchado a nada:
ni a emociones,
ni al trabajo,
ni al dinero,
ni a la casa,
ni a las ideas,
ni a la información,
ni al consumo,
ni al descanso,
ni a la familia,
ni a la iglesia...
Ahora que no deseo nada:
ni ganar,
ni adquirir,
ni poseer,
ni dominar,
ni captar,
ni tener,
ni lograr,
ni obtener,
ni alcanzar,
ni triunfar...
Ahora que mi equipaje es ligero
para las noches oscuras,
para los días largos,
para los lunes pesados,
para los martes monótonos,
para los miércoles de siempre,
para los jueves de confidencias,
para los viernes amargos,
para los sábados de soledades,
para las semanas santas,
para los Vía crucis de cada día...
Ahora,
quizá sea caminante,
peregrino,
romero
aventurero,
receptor,
sabedor,
creyente
y testigo
de tu Pascua
y resurrección.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 3 de septiembre de 2022
Sábado, 3 de septiembre de 2022
Sábado de la 22ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 1-5
Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban
espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos
les preguntaron: "¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?"
Jesús les replicó: "¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus
hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes
presentados -que sólo pueden comer los sacerdotes-, comió él y les dio a
sus compañeros". Y añadió: "El Hijo del hombre es señor del sábado".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los fariseos están al acecho. Espían a Jesús y a sus discípulos, para ver de qué los puedes acusar.
Los acusan de incumplimiento de la ley del sábado. Utilizan la ley para
atacar, para condenar. Jesús les explica con un ejemplo el verdadero
sentido de la ley del sábado y de todas las leyes. Las leyes tienen su
sentido, pero están al servicio de las personas. Las personas no pueden
convertirse en esclavas de la ley. Además Él está por encima de
cualquier ley: es señor del sábado.
¿Estamos al acecho de alguna persona? ¿Utilizamos la ley para condenar? Pedimos perdón.
Damos gracias a Jesús que nos libera del peso de la ley.
Señor, Tú nos ofreces tu palabra y tu ley,
para compartir con nosotros tu sabiduría,
para que conducirnos por el camino de bien,
para buscar la concordia y la paz,
para ayudarnos a encontrarnos contigo.
No permitas que utilicemos la ley para condenar,
para someter a las personas más débiles,
para defender los intereses de los poderosos,
para justificar injusticias y atropellos,
para convertirla en un ídolo sin corazón.
Señor, danos sabiduría para comprender tu ley,
confianza para aceptarla como camino de vida
y acierto para mostrarla en positivo a los demás.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 2 de septiembre de 2022
Viernes, 2 de septiembre de 2022
Viernes de la 22ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 33-39
En aquel tiempo dijeron a Jesús los fariseos y
los letrados: "Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de
los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber". Jesús
les contestó: "¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el
novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces
ayunarán".Y añadió esta comparación: "Nadie recorta una pieza de un
manto nuevo para ponérsela a un manto viejo, porque se estropea el
nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres
viejos, porque revientan los odres, se derrama, y los odres se
estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere
del nuevo, pues dirá: Está bueno el añejo".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los fariseos no comprenden a Jesús. Su Evangelio es el vino bueno, la
pieza nueva. Los corazones de los fariseos son los odres viejos, el
manto viejo. Para acoger a Jesús tenemos que cambiar el corazón, la
forma de pensar, nuestro estilo de vida. Si no nos vamos convirtiendo a
la Palabra de Jesús, nunca descubriremos su novedad.
Para
comprender a Jesús hay que nacer de nuevo; mejor dicho, tenemos que
dejar que Dios nos dé a luz de nuevo. En la oración, en la celebración
de los sacramentos, en la vida de cada día Dios nos va transformando...
si lo dejamos.
Señor, la novedad nos da siempre un poco de miedo,
porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control,
si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida,
según nuestros esquemas, seguridades, gustos....
Y esto nos sucede también contigo.
Con frecuencia te seguimos, te acogemos, pero hasta un cierto punto;
nos resulta difícil abandonarnos a Ti con total confianza,
dejando que el Espíritu Santo anime y guíe nuestra vida, en todas las decisiones;
tenemos miedo a que nos lleves por caminos nuevos
y nos saques de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados, egoístas,
para abrirnos a los tuyos.
Tú eres novedad y haces nuevas a las personas que, con confianza, se dejan tocar por Ti:
Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva;
Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa;
Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad;
los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio.
Y nosotros, ¿estamos abiertos a las sorpresas que nos preparas
o nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo?
¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que Tú nos presentas
o nos atrincheramos en estructuras y costumbres caducas,
que han perdido la capacidad darnos y dar al mundo la alegría más grande?
Danos un corazón abierto para acogerte, para abrirnos a tu novedad,
con la seguridad de que Tú nos amas y siempre quieres nuestro bien.
Oración inspirada en una homilía de Francisco (19 de mayo de 2013).
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.