San Bartolomé, Apóstol
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1,45-51
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: "Aquel de quien
escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús,
hijo de José, de Nazaret." Natanael le replicó: "¿De Nazaret puede
salir algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y verás." Vio Jesús que se
acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en
quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús
le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de
la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios,
tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te
vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y le añadió:
"Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y
bajar sobre el Hijo del hombre."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy es la fiesta de San Bartolomé, llamado en el Evangelio Natanael. San
Bartolomé recibe la llamada de Jesús a través de Felipe.
Damos gracias por las personas que nos han ayudado a encontrarnos a
Jesús y pedimos a Dios que nos dé acierto para ayudar a otros a conocer
al Maestro.
Natanael tiene prejuicios: “De Nazaret puede salir algo bueno?” Pero es capaz de superarlos.
¿Qué prejuicios te impiden crecer como persona y como cristiano? Pide al Señor luz para reconocerlos y fuerza para superarlos.
Natanael se impresiona cuando Jesús le dice que lo vio debajo de una
higuera; y confiesa que Jesús es el Hijo de Dios. Jesús le asegura que
ha de ver cosas mayores.
A veces podemos creer que ya lo hemos descubierto todo en lo que toca a
religión. Sin embargo, creer en Jesucristo es una aventura, siempre nos
aguardan experiencias nuevas.
Señor Jesús,
ser cristiano no es una teoría,
es una experiencia,
Es un encuentro contigo,
Es acoger el Amor del Padre.
Es dejarse llevar por el Espíritu.
Es vivir como hermanos.
Es seguir el camino de la entrega.
Es dejarme llevar por Ti.
Es abrazar la cruz del amor.
Es gozar ya de la resurrección.
Por eso, Tú no teorizas.
Tú invitas: “Ven y verás”.
Verás que el amor de Dios te llena,
Verás que el Espíritu te impulsa,
Verás que es posible apoyarse en la debilidad de los hermanos,
Verás que sólo tiene vida quien la entrega.
Verás que sólo es libre quien busca la verdad,
quien obedece a Dios y a su corazón.
Verás que la cruz es camino de felicidad,
porque es camino de amor.
Verás como tus alegrías se multiplican.
Señor,
gracias por invitarme,
gracias por haber respondido a tu llamada,
gracias porque he podido experimentar
que Tú no quitas nada y lo das todo.
Señor, quiero seguir adelante,
aunque tenga pereza y miedo.
No quiero quedarme en la orilla
Quiero remar mar adentro
y unir mi vida a la tuya
para siempre y en todo.
Señor,
gracias por contar conmigo,
para decir a mis amigos,
a los que buscan felicidad,
a los que no te conocen,
a los que te necesitan,
para decir a todos:
“Ven y verás.
Jesucristo es el Camino,
La Verdad y la Vida”.
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Cuando el amor te llame, síguelo;
aunque sus caminos sean arduos y penosos.
Y cuando sus alas te envuelvan, entrégate a él;
aunque la espada escondida bajo su plumaje pueda herirte.
Cuando el amor te hable, cree ciegamente en él;
aunque su voz derribe tus sueños
como el viento destroza los jardines.
Porque si el amor te hace crecer y florecer,
él mismo te podará.
Y nunca te creas capacitado para dirigir el curso del amor,
porque el amor si te considera digno de sí,
dirigirá tu curso por los caminos de la vida.
Esto hará el amor en ti para que conozcas los secretos del corazón.
El amor no da más que de sí mismo
y no toma más que de sí mismo.
El amor no posee nada
y no quiere que nadie lo posea,
porque el amor, se sacia en el amor.
Por eso, cuando ames no debes decir:
«Dios está en mi corazón», es mejor decir:
«Estoy en el corazón de Dios».
Kalhil Gibran
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 24 de agosto de 2022
Miércoles, 24 de agosto de 2022
martes, 23 de agosto de 2022
Martes, 23 de agosto de 2022
Martes de la 21ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 23, 23-26
En aquel tiempo habló Jesús diciendo: ¡Ay de
vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la
menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el
derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que
practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtráis
el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, letrados y
fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras
por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego! ,
limpia primero la copa por dentro y así quedará limpia también por
fuera.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los fariseos cumplen los preceptos más pequeños y descuidan los más
grandes, filtran el mosquito y se tragan el camello. Otras personas
dicen cumplir las importantes y descuidan las pequeñas, buscan la
justicia y la paz en el mundo y sin embargo no cuidan los detalles
sencillos que hacen la vida agradable a los demás.
¿En qué grupo te encuentras?
¿Cómo cuidamos nosotros el derecho, la compasión y la sinceridad?
Estemos
en cualquiera de estos dos grupos, Jesús nos dirige las mismas
palabras, llenas de sabiduría: “Esto es lo que habría que practicar,
aunque sin descuidar aquello”
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
El Evangelio de hoy es una llamada a vivir el DERECHO (la JUSTICIA), la COMPASIÓN, la SINCERIDAD y la INTERIORIDAD.
Señor, quiero cambiar mi vida.
Quiero fuerza interior para cambiar el mundo.
Ayúdame, Señor, a buscar mi rostro,
a descubrirme por dentro con sinceridad,
a aceptarme como en realidad soy.
Ayúdame a aguantar mis miedos, mis inseguridades,
a superar mis fracasos y salir de mis desilusiones.
Ayúdame a valorar mis capacidades y mis valores,
a tener fe en la fuerza que has puesto en mi corazón.
Ayúdame a saber comenzar cada día,
apoyado en Ti y en mis hermanos.
A pesar de mi debilidad y mis contradicciones,
quiero empeñarme, comprometerme en el mundo de los que sufren;
dejar de decir sólo palabras y mojarme en hechos
Quiero vivir en mi carne el dolor de las personas rotas;
sobrevivir con los que sobreviven apenas;
saber lo que es vivir con poco o con nada.
Aquí estoy, Señor Jesús, con las manos abiertas a la ayuda;
con el corazón cercano al que sufre;
queriendo ser no violento.
Aquí estoy, Señor, para aprender que sólo el amor cambia la vida;
para denunciar sin odios las injusticias;
para llevar esperanza a las personas pisoteadas.
Señor Jesús, sé que tu vida se complicó demasiado,
por seguir este camino de verdad, compasión y justicia;
que te acorralaron y te condenaron;
que te clavaron en un madero como un maldito;
que te mataron para que las cosas siguiesen igual.
Pero yo sé que tú diste la vida con amor;
que tu vida, tu estilo de vida, no podía quedar en el sepulcro;
que tu Padre, Señor de la Historia, te levantó, te puso en pie.
Yo sé que resucitaste. Y contigo resucitó tu obra.
Lo sé. Y creo en ti, Señor Resucitado,
y, con tu ayuda, seguiré tus pasos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 22 de agosto de 2022
Lunes, 22 de agosto de 2022
Lunes de la 21ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 23, 13-22
En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, letrados y
fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los cielos!
Ni entráis vosotros, no dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes
de las viudas con pretexto de largas oraciones! Vuestra sentencia será
por eso más severa.
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y
mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno del
fuego el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no
obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"! ¡Necios y ciegos! ¿Qué
es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el
altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga".
¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda?
Quien jura por el altar, jura también por todo lo que está sobre él;
quien jura por el templo, jura también por el que habita en él; y quien
jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está
sentado en él".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Entrar en el Reino es sentir la cercanía del amor del Padre y el calor
de la fraternidad. No entrar en el Reino es una tragedia. Sólo hay una
mayor: no dejar entrar a los demás. Todos estamos llamados a entrar y a
ayudar a otros para que puedan disfrutar de los dones del Reino.
¿Estoy entrando en Reino, o siempre lo dejo para más tarde?
¿Ayudo o estorbo a los demás para que entren en el Reino?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Los letrados y fariseos no cumplen la ley y, además, no lo reconocen. Es
más: buscan y dan razones para convencer a los demás de que hacen lo
que deben. A veces hacemos lo mismo: no reconocemos nuestros errores,
después los justificamos y terminamos por criticar a los que actúan
bien.
Jesús comprende los errores de las personas, pero no pacta con la hipocresía, con el fariseísmo. Por eso rezamos:
Señor, dame luz y fuerza para descubrir y librarme del fariseo que llevo en mi corazón:
Critico a los avaros, pero yo comparto sólo unas migajas y vivo al límite de mis posibilidades económicas.
Critico a los que cierran las fronteras, pero yo cierro mi casa, mi cartera y mi corazón a los que me necesitan.
Critico a los violentos, pero mis palabras y mis gestos, en demasiadas ocasiones, son agresivos.
Critico a autoritarios, pero también yo decido sin consultar, sin valorar las consecuencias de lo que hago.
Critico a los caprichosos, pero yo justifico todos mis excesos y acabo consiguiendo todo lo que se me antoja.
Critico a los que no cumplen con sus responsabilidades, pero también yo me dejo llevar por la pereza.
Critico a los que se alaban a sí mismos, pero a veces también yo busco la manera de publicar mis grandezas.
Critico…
En fin, Señor, Tú sabes y yo sé que en demasiadas ocasiones critico a los demás los fallos que yo también cometo.
Señor,
dame misericordia para comprender los errores de los demás y ayudarles a
mejorar; dame humildad para reconocer mis errores, y determinación y
paciencia para superarlos.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 21 de agosto de 2022
Domingo, 21 de agosto de 2022
Domingo de la 21ª semana del t.o. C
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?"
Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que
muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se
levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta,
diciendo: "Señor, ábrenos";
y él os replicará: "No sé quiénes sois."
Entonces comenzaréis a decir.
"Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas."
Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados."
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a
Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y
vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del
norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús anuncia sorpresas en su Reino. Hay algunos que pensaban entrar con
toda seguridad y se quedarán fuera. Y otros, que ni siquiera oyeron
hablar del Reino alguna vez, entrarán y disfrutarán. Los que se creían
primeros serán los últimos.
¿Cómo salvarse? ¿Cómo entrar en el Reino? ¿Cómo ser felices? ¿Cómo dar
sentido a la vida? La respuesta a todas estas preguntas es única:
entrando por la puerta estrecha, por la puerta estrecha del Evangelio,
avanzando por la senda de las bienaventuranzas, escogiendo el camino del
amor, aceptando el riesgo de la cruz.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, como buen padre, como buena madre, quieres que sea feliz,
quieres que viva alegre, en esta vida y por toda la eternidad. Por eso
me amas sin límite y me enseñas el camino de la vida, de la salvación.
Señor, yo quiero llegar a la meta. Quiero ser feliz ahora y
siempre. Pero a veces estoy cerrado a tu amor y busco puertas amplias,
por las que quepan todos mis caprichos; elijo caminos confortables, sin
cruces en el recorrido.
Una y otra vez experimento que mis puertas y caminos no llenan
mi corazón. Señor, que el aliento del Espíritu y de los hermanos me
ayuden a acoger tu amor y a escoger siempre la puerta del amor y el
camino de la entrega.
---------------
Danos, Señor,
corazón tierno y pensar lúcido
para andar por los caminos de la vida,
como discípulos,
agarrados a tu Espíritu
y cuidando a tus preferidos.
Reconócenos
en este mundo caótico y roto,
Tú que sabes lo que somos,
como discípulos
que quieren seguirte humildemente
y no quedarse al margen.
Seguiremos,
noche y día, en búsqueda abierta
y generosa entrega a lo que quieras,
como discípulos,
entrando por tu puerta
para sentarnos a tu mesa.
Y cuando venga
gente del sur y norte, este y oeste
pugnando fuerte por su suerte,
como discípulos
queremos ser anfitriones
y sentarnos en los últimos lugares.
Ya en el banquete,
reunidos todos fraternalmente,
cantaremos, comeremos y bailaremos,
como discípulos,
compartiendo lo que somos y tenemos
sin miedos ni preocupaciones.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 20 de agosto de 2022
Sábado, 20 de agosto de 2022
Sábado de la 20ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: "En
la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y
cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque
ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y
se los cargan a la gente a los hombros, pero ellos no están dispuestos a
mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la
gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les
gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en
la sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los
llame "maestros".
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es
vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre
vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del
cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor,
Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El retrato de los letrados y fariseos tiene rasgos bien concretos:
- no hacen lo que dicen,
- lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente a los hombros,
- no están dispuestos a mover un dedo para empujar
- todo lo que hacen es para que los vea la gente
- les gustan los primeros puestos, que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame "maestros”.
¿En qué te ves reflejado? Pedimos perdón.
Jesús nos muestra un ideal bien distinto.
- no os dejéis llamar maestro
- no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra
- no os dejéis llamar jefes
- el primero entre vosotros será vuestro servidor.
- el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Y nos dice cual es el fundamento:
- uno solo es vuestro Maestro y uno solo es vuestro Señor
- uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
Señor, te doy gracias, porque me has llamado,
porque nos llamas a todos para formar una gran familia,
una familia en la que nadie domine a nadie,
una familia que respete y potencie el crecimiento de todos,
una familia en la que los pobres, los que están tristes, los fracasados,
los despreciados, los débiles se vean valorados
y sean escuchados y respetados y asistidos.
Nos llamas para rescatar a los perdidos,
para rebajar a los soberbios y prepotentes.
para convocar a todas las personas a una gran fraternidad.
Te doy gracias, porque todos somos valiosos para ti,
por grande que sea o nos parezca nuestra debilidad.
Necesitas gente que no tenga miedo de ser débil.
que se deje llevar por ti día a día.
No quieres superhombres ni supermujeres,
porque no sabrían ser hermanos,
no sabrían compadecerse de los pequeños,
ni sabrían ser verdaderamente agradecidos.
Necesitas gente sencilla,
que conozca su propia debilidad
y así aprenda a sostenerse en ti y en los hermanos.
Si no somos débiles, ¿cómo podríamos recibir?
Si no recibiésemos, ¿cómo podríamos ser agradecidos?
Necesitas gente que sepa compadecerse de sus hermanos,
con respeto y sin mentiras.
Ayúdanos a construir tu fraternidad,
a no creernos más que nadie,
a no despreciar, a no juzgar, a no condenar a nadie,
a creer en tu amor por cada persona.
Ayúdanos a no considerarme menos que otros,
a no despreciarme y condenarme,
porque yo también soy obra tuya,
porque me aprecias y me amas con locura.
Señor, ayúdame a ser hermano,
Tú no quieres que sea ni señor ni esclavo de nadie.
Ayúdame a distinguir el mal del bien,
a no pasar de largo ante los problemas de la gente.
No dejes que me cruce de brazos,
antes de llegar a dar la vida.
Señor, gracias por acordarte de mí y llamarme.
Cuenta conmigo, Señor, toma mi debilidad
Acompáñame y guíame cada día. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 19 de agosto de 2022
Viernes, 19 de agosto de 2022
Viernes de la 20ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los
saduceos, se acercaron a Jesús, y uno de ellos le preguntó para ponerlo a
prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?" El le
dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todo tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El segundo
es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Para responder a la pregunta de aquél fariseo, Jesús une dos textos
perdidos en el mar de leyes del Antiguo Testamento. Toma primero unas
palabras del capítulo 6 del Deuteronomio: “Amarás a Dios tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Y a continuación
une un fragmento de Levítico 19,17: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”.
Para Jesús amar a Dios, amar al prójimo y amarse a uno mismo no es
incompatible. Todo lo contrario. El amor es indivisible: cuando amamos a
Dios sobre todas las cosas, amamos mejor a los hermanos y a nosotros
mismos. Y, por supuesto, cuando amamos a los hermanos, crece nuestra
capacidad de amar a Dios.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, dame un corazón abierto que sepa acoger tu amor,
el amor gratuito e incondicional que sostiene mi vida.
Señor, dame un corazón humilde que sepa dejarse amar
por las personas que me ayudan a crecen en humanidad.
Señor, dame un corazón generoso que sepa amarte,
amarte en todo lo que haga y por encima de todo y de todos.
Señor, dame un corazón comprometido que sepa servir,
servir a todos, comenzando por los últimos, por los pobres.
Señor, dame un corazón agradecido que sepa valorarme,
amarme y alegrarme con los dones que he recibido de Ti.
Señor, dame un corazón sabio, para comprender
que sólo tu amor puede llenar del todo mi corazón,
que sólo el que ama con grandeza puede recibir amor,
que sólo el que se deja amar con humildad puede amar,
que sólo el que ama y se dejar amar puede ser feliz.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 18 de agosto de 2022
Jueves, 18 de agosto de 2022
Jueves de la 20ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo volvió a hablar Jesús en
parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo:
"El Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su
hijo.
Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir.
Volvió
a mandar criados encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el
banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a
la boda". Los convidados no hicieron caso, uno se marchó a sus tierras,
otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y los
maltrataron hasta matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego
dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se
la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que
encontréis convidadlos a la boda".
Los criados salieron a los caminos
y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del
banquete se llenó de comensales.
Cuando el rey entró a saludar a los
comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
"Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió
la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y
arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de
dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Muchas veces pensamos que Dios sólo llama para complicarnos la vida. Sin
embargo, la llamada de Dios es ante todo una invitación a participar en
un banquete suculento, donde no falta ningún manjar.
“Gracias Señor por dudar de tu generosidad”
“Enséñanos a mostrar también la cara más amable de tu Evangelio”
En
bastantes ocasiones reaccionamos como los senadores y sumos sacerdotes
de la parábola. Ponemos excusas: soy demasiado joven, tengo mucho
trabajo, tengo que preparar un examen, ahora me voy a casar, tengo que
atender a mis hijos, ahora no tengo fuerzas... Encontramos excusas hasta
debajo de las piedras. Pedimos perdón.
Y cuando acudimos a la
llamada del Señor, ¿vamos con el vestido de fiesta? San Pablo nos
recuerda cuál es el traje de gala del cristiano: “Revestíos, pues, como
elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de
bondad, humildad, mansedumbre, paciencia... Y por encima de todo esto,
revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.” (Col. 3,12.14)
¿Cómo es tu traje de fiesta? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, Tú te acercas cada día y nos llamas,
Nos invitas a disfrutar en el mejor banquete.
Compartes con nosotros el vino de la alegría.
Quieres alimentarnos con el pan de tu amor.
Y nosotros sacamos excusas y no acudimos.
Tenemos muchas cosas importantes que hacer.
Creemos que tu banquete es aburrido.
Despreciamos lo que más necesitamos.
Señor, danos un corazón inteligente y sabio,
que sepa reconocer donde la verdadera alegría.
Danos un corazón sencillo y acogedor,
que sepa recibir el amor que nos ofreces gratis.
Señor, danos un corazón generoso y misionero,
para salir a las calles, plazas, cruces y caminos
e invitar a todos al banquete que has preparado,
al banquete de bodas, que algún día será eterno.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.