San Bernabé
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No
llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el
camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el
obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién
hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al
entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le
deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Este Evangelio nos ayuda a comprender la vida de San Bernabé y nos
muestra un estilo de vida que también nosotros hemos de vivir. Nos
fijamos en tres aspectos:
1. No llevéis en la faja oro, plata ni
calderilla. ¿Cómo vamos a anunciar que nuestro tesoro es Dios y la fe,
si estamos todo el día preocupados por el dinero, por nuestras cosas?
“Señor, haznos pobres y austeros”
“En Ti confiamos. Tú eres nuestra riqueza”
“Perdona y cura nuestro afán de poseer”
2.
Quedaos en la casa donde vayáis. El Evangelio no se anuncia en un día,
ni en dos, ni en un año. Hay que tener paciencia. Todos necesitamos
tiempo para comprender y acoger la Buena Noticia.
“Haznos, Señor, pacientes y confiados”
“Perdona y cura nuestra impaciencia”
“Gracias Señor por las personas que saben esperar”
3.
Si alguno no os recibe, cuando salgáis de su casa sacudid el polvo de
los pies. Es necesaria la paciencia ¡imprescindible! con todos aquellos
que quieren avanzar. Pero no podemos perder el tiempo con los que se
cierran al mensaje del Evangelio una y otra vez.
“Señor, haznos lúcidos para saber en cada momento
lo que tenemos que hacer”
“Enséñanos a saber retirarnos sin rencor”
Vamos, amigo,
no te calles ni te achantes,
que has de brillar
como fuego nocturno,
como faro
en la tormenta,
con luz
que nace en la hoguera de Dios.
Vamos, amigo,
no te rindas ni te pares,
que hay quien espera,
anhelante, que compartas
lo que Otro te ha regalado.
¿Aún no has descubierto
que eres rico para darte a manos llenas?
¿Aún no has caído en la cuenta
de la semilla que, en ti,
crece pujante
fértil, poderosa,
y dará frutos de vida y evangelio?
Vamos, amigo.
Ama a todos
con amor único y diferente,
déjate en el anuncio
la voz y las fuerzas,
ríe con la risa contagiosa
de las personas felices,
llora las lágrimas
valientes del que afronta la intemperie
Hasta el último día,
hasta la última gota,
hasta el último verso.
En nombre de Aquel
que pasó por el mundo
amando primero.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 11 de junio de 2022
Sábado, 11 de junio de 2022
viernes, 10 de junio de 2022
Viernes, 10 de junio de 2022
Viernes de 10ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 27-32
Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio.» Pues yo os digo: el
que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en
su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el Abismo.
Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al Abismo.
Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.»
Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer—excepto en caso de
prostitución—la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada
comete adulterio.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos invita evitar ocasiones de peligro, a purificar todas las
impurezas internas y externas, más graves y más leves. Todo pecado nos
aparta de Dios, nos rompe por dentro, nos separa de los hermanos,
retrasa la plena manifestación del Reino de Dios. No podemos perder el
“respeto” al pecado. Si minusvaloramos sus efectos, nos vence. No
olvidemos que el pecado sabe camuflarse en apariencias de bondad.
¿Cuáles son los pecados que más suelo cometer? ¿Qué ocasiones me llevan a
pecar? ¿Qué tendría que quitar de mi vida para llevar una vida más
conforme a la voluntad de Dios?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, enséñame tus caminos
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porqué tú eres mi Dios y mi Salvador,
y todo el día estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acúerdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies del peligro.
Gloria al Padre.....
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 9 de junio de 2022
Jueves, 9 de junio de 2022
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 14, 12a. 22-25
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El jueves siguiente a Pentecostés celebramos la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Jesús inaugura un estilo de sacerdocio nuevo:
- Jesús no ofrece a Dios la sangre de animales, ofrece su vida, su cuerpo y su sangre (esto es mi cuerpo, esta es mi sangre).
- En muchas religiones se hacían sacrificios para que Dios sea propicio, para que “se porte bien” con el pueblo, para que no se encienda su ira. Jesús ofrece su vida al Padre por amor, porque ama al Padre, porque el Padre le ama a Él.
- El sacerdocio ya no se ejerce sólo en los templos y en las ceremonias religiosas. Cualquier lugar, cualquier tiempo es bueno para ejercer el sacerdocio, ofreciendo a Dios y a los hermanos sonrisas, tiempo, amor, cuidados... en definitiva la existencia entera.
- El sacerdocio ya no es cosa de unos pocos. Por el Bautismo, todos tenemos el sacerdocio común, porque todos estamos llamados a ser pan partido y vino derramado, a vivir nuestra vida compartiéndola, dándola, ofreciéndola. Al servicio de este sacerdocio común está el sacerdocio ministerial (los presbíteros o “curas”)
- El sacerdocio ya no consiste en separarse de los hermanos, sino en acercarse a ellos con amor, hasta dar la vida.
Señor, Tú eres Sacerdote, sacerdote nuevo,
que ofreciste tu palabra, tu cariño, tu vida,
que sigues ofreciéndote a nosotros en la Eucaristía,
para que todos podamos disfrutar del amor de Dios,
para enseñarnos que sólo el camino del servicio y la entrega
nos conduce a la felicidad más grande, a Dios.
Gracias, Jesús, por todos los sacerdotes
que ofrecen su palabra, su cariño, su vida,
que celebran la Eucaristía y la Reconciliación,
para que todos nos sintamos amados y perdonados,
para que a todos llegue tu luz y tu fuerza,
y recorramos, así, el camino del servicio y la entrega.
Señor, gracias porque yo también soy sacerdote.
Quiero ser agradecido y ofrecer mi vida a Dios;
en cada Eucaristía y cada momento de la jornada,
Me has llamado a entregarme a mi familia,
a mis amigos y compañeros de trabajo, a los pobres…
para que crezca en nuestro mundo la justicia y la paz.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 8 de junio de 2022
Miércoles, 8 de junio de 2022
Miércoles de la 10ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas:
no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo
enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los
Cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús actúa con libertad y en ocasiones se salta la ley: no respeta el
descanso del sábado, habla a solas con la samaritana... Pero nunca
incumple los preceptos por capricho o por conveniencia propia. No ha
venido a anular la ley, sino a darle plenitud, a perfeccionarla, para
que responda mejor a la voluntad de Dios, para que sea más útil a las
personas.
La ley de Dios no esclaviza, da libertad, es camino de felicidad, de salvación.
Tu palabra, Señor, es buena noticia,
semilla fecunda, tesoro escondido,
manantial de agua fresca, luz en las tinieblas,
pregunta que cautiva, historia de vida,
compromiso sellado, y no letra muerta.
Alabado seas por tu palabra.
Tu palabra, Señor, está en el Evangelio,
en nuestras entrañas, en el silencio,
en los pobres, en la historia,
en los hombres de bien, en cualquier esquina
y en tu Iglesia, también en la naturaleza.
Alabado seas por tu palabra.
Tu palabra, Señor, llega a nosotros
por tu Iglesia abierta, por los mártires y profetas,
por los teólogos y catequistas, por las comunidades vivas,
por nuestros padres y familias, por quienes creen en ella,
por tus seguidores, y también por gente de fuera.
Alabado seas por tu palabra.
Tu palabra, Señor, hace de nosotros
personas nuevas, sal y levadura,
comunidad de hermanos, Iglesia sin fronteras,
pueblo solidario con todos los derechos humanos,
y zona liberada de tu Reino.
Alabado seas por tu palabra.
Podemos rezar con las palabras del salmo 118:
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.
¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.
Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.
Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia,
no olvidaré tus palabras.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón;
guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.
Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés;
aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra;
cumple a tu siervo la promesa
que hiciste a tus fieles.
¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira.
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.
Mi lengua canta tu fidelidad,
porque todos tus preceptos son justos;
que tu mano me auxilie,
ya que prefiero tus decretos;
ansío tu salvación, Señor;
tu voluntad es mi delicia.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 7 de junio de 2022
Martes, 7 de junio de 2022
Martes de la 10ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una vela para ponerla debajo del celemín, sino para
ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesucristo nos ha traído la mejor sal y la luz más clara: su Evangelio,
su vida. El Evangelio de Jesús da sabor de esperanza, de fraternidad,
de fe al mundo. La vida de Jesús ilumina nuestra existencia y nos ayuda a
descubrir cómo somos en realidad y cómo podríamos ser...
“Gracias Señor por ser la sal de mi vida”
“A veces no me dejo iluminar por ti. Perdóname”
“Que no me aparte nunca de tu luz, Señor”
Pero la sal y la luz de Jesucristo no son sólo para nuestro disfrute
personal. Él nos dice: Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del
mundo. Tu parroquia ha de ser sal y luz en el barrio, tú tienes que ser
sal y luz en medio de tu familia, de tus amigos...
Sin embargo, en muchas ocasiones nos parece que no podemos ser sal y luz
de nada. Nos paraliza nuestra pequeñez, nuestros pecados... No da miedo
ir en contra de la corriente, en contra de una corriente muy fuerte.
Jesús conoce nuestra debilidad y sabe bien de la fuerza del mal, pero
confía en nosotros y nos envía. Es posible ser sal y luz desde la
pequeñez. Si confiamos y nos apoyamos en Él, su fuerza se manifestará en
nuestra debilidad.
¿Cómo eres y cómo podrías ser sal y luz? Esta oración, inspirada en un texto de Mahatma Ghandi, nos puede ayudar:
Enséñame a ser sal de la tierra y luz del mundo.
Ayúdame a regalar una sonrisa a quien nunca la ha tenido.
a hacer volar un rayo de sol hasta allí donde reina la noche.
a descubrir una fuente y hacer que se bañe en ella quien vive en el fango.
a tomar una lágrima y ponerla en el rostro de quien nunca ha llorado.
a tomar el valor y ponerlo en el ánimo de quien no sabe luchar.
a descubrir la vida y contársela a quien no sabe captarla.
a tomar la esperanza y compartirla con quien se siente fracasado
a tomar la bondad y dásela a quien no sabe dar.
a acoger el Amor y darselo a conocer al mundo. Amén.
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Infinito el mar,
la playa inmensa,
inúndanos con tus olas
ahóganos con tu amor
y cuando la marea baje
sea la sal nuestra prenda.
Infinito el sol,
claridad inmensa,
báñanos con tu luz,
haznos arder como un fuego,
ponga calor en el frío
y abrase todas las sombras.
Infinito el mar,
infinito el sol,
signos, Señor,
del amor que se entrega.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 6 de junio de 2022
Lunes, 6 de junio de 2022
María, Madre de la Iglesia
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 19,25-34
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana
de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a
su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
"Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a
tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término,
para que se cumpliera la Escritura dijo: "Tengo sed."Había allí un jarro
lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una
caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el
vinagre, dijo: "Está cumplido."
E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran
los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día
solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los
quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y
luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús,
viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de
los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió
sangre y agua.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María estaba al pie de la cruz, junto a su hijo. María se mantuvo a
distancia cuando Jesús “triunfaba”, cuando querían hacerle rey, cuando
lo aclamaban... Pero ahora, en la cruz, María está cerca, muy cerca.
“Gracias, María, por tu ejemplo de fidelidad y entereza”
“Gracias por estar siempre a mi lado, sobre todo cuando sufro”
“Danos fuerza, Señor, para acompañarte siempre”
“Mujer, ahí tienes a tu hijo... Hijo, ahí tienes a tu madre”. Jesús está
preocupado por sus discípulos y cuando ya les ha dado todo, les da a su
madre, para que los cuide, para que aliente su fe. María acogió la
nueva misión y en su corazón resonaron aquellas palabras primeras:
“hágase en mí según tu palabra”
“Gracias, María, por ser madre, nuestra madre, mi madre”
“Gracias, Jesús, por compartir con nosotros hasta a tu madre”
“María, enséñanos a estar cerca de los que sufren”
Para acoger a María, como Madre nuestra y como Madre de la Iglesia, puede ayudarnos esta "Carta de Jesús":
Hoy te presento a mi Madre. Te la di con el mayor cariño en el
momento cumbre de mi vida terrena. Ella te estaba gestando en el dolor
al pie de la cruz y a mí no me faltaba más que poner el sello de
reconocimiento público a esa misteriosa maternidad. María es madre mía y
madre tuya, porque tú y yo somos hermanos.
No hay palabras
humanas para describir la grandeza de esta mujer sencilla, el dolor de
esta mujer bienaventurada, la fecundidad de esta mujer virgen, la
fortaleza de esta sierva del Señor, el cariño de esta madre universal,
que no sabe más que amar y, por consiguiente, que servir. Ella,
despojada de sí misma e invadida por la fuerza del Espíritu Santo...
En
el hogar de la Iglesia, María realiza su maravillosa misión, silenciosa
y eficazmente, siempre en la penumbra. Un día llegarás a saber todo lo
que ella ha sido para ti. Y verás también lo que tú has sido para ella.
Hay
quienes llegan a descubrirlo tarde, como esos hijos que sólo alcanzan a
comprender lo que deberían haber sido con su madre terrena cuando ella
ha desaparecido del hogar, cuando ya no pueden expresarle su gratitud
por todo lo que le deben.
María nunca desaparecerá del hogar,
pero tú sí puedes llegar tarde a vivir en esta tierra una relación viva,
intensa, profunda, filial con María. Porque hay cosas que debes hacer
aquí. Solo aquí se puede creer, sufrir, sembrar, morir. Y es preciso que
ella esté muy metida en todo esto.
Es preciso que te hagas
consciente de lo que significa en tu vida la Madre de Dios, la Hija de
Dios, la Esposa de Dios, la Madre de la Iglesia, tu propia Madre, María.
Que te dejes amar y enseñar por ella, para que aprendas a vivir como
ella, la mujer consagrada, mi perfecta discípula y seguidora; para que
aprendas a vivir en plenitud la vocación a la que has sido llamado/a.
https://www.ciudadredonda.org/articulo/6-ahi-tienes-a-tu-madre
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 5 de junio de 2022
Domingo, 5 de junio de 2022
Domingo de la 8ª semana de Pascua B
PENTECOSTÉS
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 20, 19‑23.
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los
discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los
judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy es la solemnidad de Pentecostés, la fiesta del Espíritu. La alegría de la Pascua se hace más plena por el don del Espíritu.
Jesús quiere dar a nuestro pobre corazón el Espíritu del Amor, a nuestra
cabeza el Espíritu de Sabiduría, a nuestra débil voluntad, el Espíritu
de Fortaleza, y para liberarnos del miedo, el Espíritu de la valentía...
El Espíritu Santo es nuestro defensor, nos la paz, nos hace testigos de su misericordia y su perdón.
Demos gracias a Dios por el don que se nos ofrece y abramos de par en
par nuestra vida para que el Espíritu Santo penetre hasta lo más
profundo de nuestra existencia.
Ojos inquietos por verlo todo.
Oídos atentos a los lamentos,
los gritos, las llamadas,
Lengua dispuesta a hablar
verdad, pasión, justicia…
Cabeza que piensa,
para encontrar respuestas
y adivinar caminos,
para romper las noches
con brillos nuevos.
Manos gastadas de tanto bregar,
de tanto abrazar
de tanto acoger
de tanto repartir
pan, promesa y hogar.
Entrañas de misericordia
para llorar las vidas golpeadas
y celebrar las alegrías.
Los pies, siempre en marcha
hacia tierras abiertas
hacia lugares de encuentro.
Cicatrices que hablan
de luchas, de heridas,
de entregas,
de amor,
de resurrección.
Cuerpo de Cristo…
…Cuerpo nuestro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
ORACIÓN AL ESPÍRITU
Secuencia de la fiesta de Pentecostés
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo
que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.