Feria mayor del 24 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 67‑69
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:
«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a
su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su
siervo, según lo habla predicho desde antiguo por boca de sus santos
profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos
los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros
padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro
padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del
Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el
perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que
nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra
de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Zacarías da gracias, bendice a Dios... Reza despacio con sus palabras.
Dios sigue haciendo hoy las mismas maravillas que relata el padre de
Juan Bautista. La Iglesia llama a esta oración de Zacarías "Benedictus".
Sol que naces de lo alto
sin querer quedarte arriba.
Luz que brillas en el cielo
para hacer crecer la vida.
Vuelve a nuestro mundo soñoliento
la paz que le es robada sin saberlo,
la sed del que marcha hacia una meta
y el hambre insaciable
de querer ser más pequeños.
Danos tu amor ingente y encendido
para deshacer el hielo
del olvido y la ceguera
que reinan lejos del pesebre.
Y empezar así, como recién nacidos,
a aprenderlo todo, todo de nuevo:
las palabras, los silencios,
los deseos y los miedos de la gente.
Villancicos que traéis su fiel recuerdo,
estrellas que alumbráis en la noche su presencia,
enseñadnos el surco profundo y extenso
en que la vida de Dios se va forjando libremente:
más humana, más cercana, más fraterna.
Y despertad en nosotros el deseo apasionado
de acogerla entre los brazos,
de glosar sus balbuceos,
de alimentar en su mirada
nuestros más endebles sueños.
Seve Lázaro SJ
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Navidad. Tiempo de creer
Creo en la bondad, responsabilidad
y buen hacer de José de Nazaret
que supo darte casa, nombre y todo su ser.
Creo en la fe humana y adulta de María,
en su espera y acogida,
y en su ternura desbordada cada día.
Creo en la pobreza del portal,
que está siempre en las afueras,
con un buey y una mula, y aún sin ellos.
Creo en el anuncio de los ángeles,
presencias visibles de Dios que nos quiere,
que cantan y nos alegran de día y de noche.
Creo en el gozo compartido de los pastores
que sueñan mundos nuevos y mejores,
y, presurosos, caminan para ofrecerte sus presentes.
Creo en la estrella peregrina y mensajera,
que capta la atención de la gente buena
y que nos guía a través de la vida.
Creo en los Magos, inquietos y tenaces,
que van tras ella hasta encontrarte,
y hacen el camino de ida y vuelta siguiéndola.
Creo en las sendas que llevan a Belén,
en los ríos de plata, en los montes de musgo,
en las casas de corcho y en un nuevo amanecer.
Creo en todos los embarazos y partos
pues nos traen la vida y el gozo
aunque vengan sin pan bajo el brazo.
Creo en la alegría del universo entero
y en la clara amistad entre las personas,
nacida de repente o crecida a ritmo de cosecha.
Creo en la sorpresa de los niños,
en la ternura de los seres humanos
y en la creación que nos hace guiños.
Creo en el amor gratuito,
difícil e inseguro, pero cierto,
que nos muestra tu rostro humano y divino.
Creo en Jesús, tu Hijo amado, nuestro hermano,
nacido en este mundo cerrado,
para abrirnos el corazón y tu Reino.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 24 de diciembre de 2021
Viernes 24 de diciembre de 2021
jueves, 23 de diciembre de 2021
Jueves 23 de diciembre de 2021
Feria mayor del 23 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 57‑66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se
enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le habla hecho una
gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías,
como a su padre. La madre intervino diciendo: —«¡No! Se va a llamar
Juan.»
Le replicaron: ‑«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre como quería que se llamase. El
pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron
extrañados.
Inmediatamente se le salto la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la
montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: —«¿Que
va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con el.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Después de muchos años esperando, Dios cumple sus
promesas: Isabel, en su ancianidad, da a luz un hijo. Podemos fiarnos de
Dios, hasta de sus palabras más difíciles de creer: felices los pobres,
felices los que sufren, vende lo que tienes y dalo a los pobres y
tendrás un tesoro en el cielo, os llevaré conmigo, el que come mi carne y
bebe mi sangre tiene vida eterna... Aunque a veces parezca que seguir
la Palabra de Dios no nos da la felicidad que buscamos, al final Dios
nos da mucho más de lo que podemos imaginar.
B. ¡Qué importante es el nombre para los semitas! El nombre refleja la
identidad de la persona. Juan significa "Dios se ha compadecido" y "El
que manifiesta a Dios". Juan anuncia la compasión de Dios y manifiesta a
Dios, señala su presencia. Los cristianos estamos llamados a descubrir
el amor de Dios y a ayudar a otros a descubrirlo-
Señor, Tú eres Dios compasivo y misericordioso. Estás a nuestro
lado. Siempre, sin apartarte jamás. Estás de nuestra parte. Siempre,
pase lo que pase. Estás al lado de cada persona, de todas las personas.
Tu
gloria es que todos tus hijos seamos felices, viviendo como hermanos
que aman y se ayudan, como hijos tuyos, que se dejan cuidar por ti, que
siembran justicia, paz y verdad en el mundo.
Gracias, Señor, por
Juan y por todas las personas que, con su presencia, su cariño y su
palabra, me recuerdan que Tú eres favorable y estás de mi parte. Gracias
por… (recuerdo sus nombres).
Señor, Tú me has llamado, como a
Juan, para que, a pesar de mi pequeñez y mis pecados, yo sea una
bendición para mi familia y mis amigos, para mi comunidad cristiana y
para el mundo.
Tu mano acompañaba a Juan y me acompaña a mí. Tus
manos de alfarero me formaron de barro y espíritu. Tus manos de madre me
acarician y protegen. Tus manos de pastor me conducen a la vida eterna.
C. Antífona de la O de hoy:
OH ENMANUEL,
Rey y Legislador nuestro,
esperanza de las naciones
y salvador de los pueblos,
ven a salvarnos,
Señor Dios nuestro..
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 22 de diciembre de 2021
Miércoles 22 de diciembre de 2021
Feria mayor del 22 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 46‑56
En aquel tiempo, María dijo:
—«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María canta agradecida. Puedes rezar con sus mismas palabras,
recogidas en el Evangelio de hoy. También puede servirte esta oración.
Tengo necesidad de decirlo, porque lo siento dentro como una tormenta.
Tengo que proclamar bien fuerte lo que Tú, Señor, has hecho conmigo,
lo que haces en la historia de la humanidad.
Tú, Dios creador del cielos y la tierra,
me amaste, aún antes de que yo abriera los ojos a la luz de este mundo.
Cada Navidad y cada día te vistes de carne, para que te vea.
Me miraste con cariño, sonriendo, y me invitaste a seguirte,
a vivir contigo y como Tú.
Diste tu vida por mí, porque me amas, para que te ame.
Abriste tu corazón para que entrara;
me regalaste tu mismo Espíritu para que reviviera.
Contaré lo que Tú, Señor, has hecho conmigo.
Viniste un día a mí y te quedaste conmigo.
Me dijiste que me amabas y que contabas conmigo.
Me hablaste de mis hermanos, los hombres y mujeres
y me diste el deseo de entregarles mi cariño, mi tiempo, mi vida.
Me sedujiste y acepté el reto, un reto que se repite cada día,
una misión que da sentido a mi vida.
Contaré lo que Tú, Señor, haces en la historia del mundo.
Dispersas a los soberbios y enalteces a los humildes.
A los hambrientos los colmas de bienes y a los ricos los despides vacíos.
Auxilias con misericordia a los pequeños, a los pobres, a los que sufren.
Diré también lo que Tú, Señor, me pides: que ame, sólo eso,
Que te ame a ti y a mis hermanos y hermanas.
Me aseguras tu fidelidad, que nunca se aparta de mi vida,
porque aunque yo falle, Tú siempre estás conmigo.
Todo esto y mucho más has hecho, Señor.
Tenía necesidad de decirlo.
de alabarte y darte gracias, como lo hizo María de Nazaret, en su canto de alabanza:
PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DE TU AMOR. MIL GRACIAS, SEÑOR.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 21 de diciembre de 2021
Martes 21 de diciembre de 2021
Feria mayor del 21 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1,39-45
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a
un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En
cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú
entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para
que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has
creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María sirve. Corre para servir. No lo deja para mañana. Fue aprisa a la montaña. Su prima Isabel, ya mayor, espera un hijo.
“Señor, perdona mi pereza y mi egoísmo”
“Gracias por las personas que sirven, que me sirven”
“Dame buena vista para descubrir las necesidades de los hermanos”
El encuentro de María e Isabel es un estallido de alegría. Se quieren y sobre todo saben que Dios está con ellas.
“Señor, enséñanos a gozar de la amistad y a compartir la fe”
“Gracias por estar siempre a nuestro lado”
“Cura nuestra tristeza y desesperanza”
Antífona de la 0 de hoy:
OH SOL,
que naces de lo alto,
Resplandor de la luz eterna,
Sol de justicia,
ven ahora a iluminar
a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte.
Señor, dame unos pies ligeros y unas manos abiertas,
para servir a quién lo necesite, como los María.
Que no deje para mañana el bien que pueda hacer hoy.
Gracias por las personas acogedoras, como Isabel.
Gracias por las personas que me aman y se alegran al verme.
Gracias por los que saben abrazarme, escucharme y hacerme sentir muy especial.
Gracias por las personas que confían en mí.
Señor, gracias por las personas con las que puedo compartir la fe,
con las que puedo comprobar que mi fe no es una locura,
con las que puedo apoyar mi fe pequeña y débil,
con las que puedo disfrutar la alegría de sentirnos tocados por tu amor. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 20 de diciembre de 2021
Lunes 20 de diciembre de 2021
Feria mayor del 20 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26‑38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en
tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será
grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino
no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
‑«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido
un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para
Dios nada hay imposible.»
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Para que Jesucristo naciera hace 2000 años, Dios necesitó el "si" de
una mujer: María. Para que Dios nazca hoy en ti, en tu familia, en tu
mundo, Dios necesita tu "si" ¿Escuchas su propuesta?
B. Dios quiere nacer y quiere que tú lo des a luz. ¿No te lo crees? ¿Te
parece una bobada? ¿Te parece imposible? Recuerda: para Dios nada hay
imposible, El Espíritu de Dios vendrá sobre ti...
Haz de nosotros lo que Tú quieras, Señor; que nosotros queremos ser
como María. Pero, aunque pretendemos darte un sí, a veces el miedo nos
frena, en otras ocasiones estamos inseguros, también nos dejamos llevar
por la comodidad o por lo que hace la mayoría y nos escapamos de tu
camino.
Pero queremos decirte un sí rotundo: a tu forma de tratar a la gente,
a tu sensibilidad para todos, a tu sencillez más total, a tu manera de
servir, a intentar ser los últimos, a cuidar a los más frágiles, a
levantar a los caídos, a liberar a los angustiados, a poner alegría en
los desanimados, a ilusionar a los deprimidos, a curar a nuestros
enfermos, a jugar como los niños y a cuidar la amistad contigo.
Señor, de verdad que sí, que queremos ser de los tuyos, que intentamos vivir a tu manera, aunque demasiadas veces se nos olvida.
Llévanos fuerte de tu mano y ayúdanos a sentir la alegría de quienes se dejan amar y guiar por Ti
-------------------------
Yo te saludo, María,
porque el Señor está contigo;
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,
en tu abrazo, en tu seno.
Yo te saludo, María,
porque te turbaste
-¿quién no lo haría ante tal noticia?-;
mas enseguida recobraste paz y ánimo
y creíste a un enviado cualquiera.
Yo te saludo, María,
porque preguntaste lo que no entendías
-aunque fuera mensaje divino-,
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.
Yo te saludo, María,
porque concebiste y diste a luz
un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida
hay que gestar y cuidar
si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.
Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios
y no renunciando a ser tú misma.
Yo te saludo, María,
porque abriste nuevos horizontes
a nuestras vidas;
fuiste a cuidar a tu prima,
compartiste la buena noticia,
y no te hiciste antojadiza.
Yo te saludo, María,
por ser alegre y agradecida
y reconocer que Dios nos mima,
aunque nuestra historia sea pequeña
y nos olvidemos de sus promesas.
Yo te saludo, María.
¡Hermana peregrina
de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros,
llévanos junto a los otros
y mantén nuestra fe!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 19 de diciembre de 2021
Domingo 19 de diciembre de 2021
Domingo de la 4ª semana de Adviento B
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26‑38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
‑«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Zacarías da gracias, bendice a Dios... Reza despacio con sus palabras. Dios sigue haciendo hoy las mismas maravillas que relata el padre de Juan Bautista. La Iglesia llama a esta oración de Zacarías "Benedictus".
Sol que naces de lo alto
sin querer quedarte arriba.
Luz que brillas en el cielo
para hacer crecer la vida.
Vuelve a nuestro mundo soñoliento
la paz que le es robada sin saberlo,
la sed del que marcha hacia una meta
y el hambre insaciMaría es la mujer del Adviento, la mujer que espera a Dios, acoge a Dios, se deja transformar por Dios... Le pedimos que nos ayude a esperar todo de Dios, a acogerlo en todo momento, a dejarnos transformar por sus designios.
María es la mujer que se fía. No sabe cómo será eso que le anuncia el ángel. Tampoco sabe cómo vendrá a ella la fuerza del Altísimo, cómo va a ser la madre del Hijo de Dios. Pero se fía. Dios sabrá. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Podemos rezar repitiendo las palabras finales de este Evangelio: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Gracias, Señor, porque cuentas con personas pequeñas y humildes, por fijarte y llamar a María, por contar conmigo.
Gracias porque jamás avasallas; propusiste, no impusiste a María la misión de ser Madre de Jesús y esperaste su respuesta.
También a mí me muestras una misión y esperas, a veces muchos años, mi aceptación.
Gracias, Señor, porque tú haces posible lo imposible, en María, en mí y en todas las personas que se fían de ti y cumplen tu voluntad.
Gracias, Señor, por tu Espíritu Santo, el Espíritu creador de vida, en el alma y en el cuerpo de María, en nuestra vida, en la Iglesia y en el mundo.
Gracias, María; por enseñarnos a preguntar a Dios lo que no entendemos; por fiarte de Él; por ayudarnos a decir contigo y como tú: "Hágase en mi según tu palabra".
---------------------
Esperar bien despiertos, pero no desvelados.
Esperar caminando, pero no adelantándonos.
Esperar embarazados, pero no adueñándonos.
Esperar expuestos, pero no a cualquier viento.
Esperar sedientos, pero no yermos.
Esperar entre niebla, pero no perdidos en esta tierra.
Esperar con velas encendidas, pero no consumidos.
Esperar ofreciéndonos, pero no vendiéndonos.
Esperar preparando tu camino, pero no encorvándonos.
Esperar en silencio, pero cantando a lo que va viniendo.
Esperar gestando, no abortando.
Esperar acogiendo, no reteniendo.
Esperar dándonos, no reclamando.
Esperar en silencio, no alborotando.
Esperar compartiendo y disfrutando.
Esperar aunque sea de noche
y no veamos signos en el horizonte.
Esperar a cualquier hora del día,
aunque nos quedemos solos y se rían.
Esperar en soledad... ¡y en compañía!
Esperar con mucha paz, pero pellizcados por los hermanos.
Esperar anhelando, pero mecidos en su regazo.
Esperar mirando a lo alto, pero con los pies asentados.
Esperar refrescándonos en tus manantiales vivos y claros.
Esperar encarnados y ya naciendo a tu Reino.
Esperar en este tiempo de crisis y recortes.
Esperar con el Evangelio en la mano.
Esperar con los que vienen y con los que se van.
Esperar disfrutando lo que se nos ha dado.
Esperar viviendo y amándonos.
Esperar trabajando y profetizando.
Esperar sufriendo, pero enamorándonos.
Esperar pregonando lo que nos has dado.
Esperar con las entrañas listas para la acogida.
Esperar, para que no pases de largo.
Esperar con mucho gozo y osadía.
Esperar con humildad atentos a toda brisa.
Esperar que el Espíritu fecunde nuestra vida,
Esperar el milagro de tu presencia viva.
Esperar tu encarnación definitiva en esta tierra.
¡Esperar como María!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 18 de diciembre de 2021
Sábado 18 de diciembre de 2021
Feria mayor del 18 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 18‑24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos,
resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió
repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le
apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer,
porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz
un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo
de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios‑con‑nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Antes de vivir juntos María esperaba un hijo. ¡Cómo son
los planes de Dios! Nos descoloca continuamente. Dice Isaías 55,8 "no
son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis
caminos". Nos cuesta comprender su voluntad y cumplirla. Queremos
domesticar los planes de Dios, suavizar las cuestas y curvas de su
camino, controlar sus sorpresas...
Calma nuestras impaciencias;
que aprendamos, como José,
a dejar que las cosas sucedan
sin perder el equilibrio,
sin bloquearnos por la protesta,
sin rechazar al diferente,
sin juzgar con dureza.
Danos la sabiduría de José,
para pensar bien de la gente,
para dejar obrar a Dios,
y para apostar por la bondad del otro.
Haznos generosos como María,
para darte el sí,
para estar disponibles siempre
aunque no entendamos.
Ayúdanos a cuidar nuestra familia,
a mantener viva la comunicación,
a generar ternuras y detalles
y a estar atentos a lo que necesita el otro.
B. Antífona O de hoy:
"Oh Señor, Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley,
ven a librarnos con el poder de tu brazo"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.