San Mateo
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 9,9-13
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado
al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo
siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y
pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que
vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo:
"No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad,
aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no
he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Mateo era un cobrador de impuestos y un pecador público, un publicano,
es decir, un judío puesto al servicio de Roma para extorsionar a su
pueblo y ganar dinero usando de la estafa y la usura que la Ley
prohibía. Jesús lo mira lleno de ternura y con su amor lo dignifica.
Jesús pone en él su confianza y lo hace un discípulo suyo.
Mateo «se levantó», quizás porque Jesús lo sacó de aquella vida
arrastrada. Mateo se alegra de saber que alguien puede amarle a pesar de
todo. Así es Jesús y así hemos de ser también nosotros. Aquel feliz
encuentro acaba en fiesta, en cena.
Los que se consideran buenos no entran a cenar con pecadores públicos,
sino que se quedan fuera criticando. Dios comparte y prepara su mesa
para los pecadores. Jesús viene a curar a los enfermos, no a los sanos,
por eso busca a todos los excluidos. ¿Y tú, eres de los que entras a
cenar con pecadores o te quedas fuera criticando?
Cuando soy frágil te encuentro,
cuando soy debilidad, lágrima, o silencio que se lleva el viento.
Cuando soy frágil te busco, te grito, te espero…
te busco y tu ternura me cubre,
te grito y tu compasión me abraza,
te espero y te haces regalo,
todo Tú, todo entero.
Cuando soy frágil te busco, te grito, te espero…
Bendita fragilidad entonces,
porque en mí no hay mayor deseo.…
Glòria Díaz Lleonart
A los cristianos nos falta con frecuencia abrazar el mundo con sus luces
y sus sombras, con su dolor y su pecado, con la misma ternura que lo
abrazaba Jesús. ¿Y en tu vida, sobran sentencias y falta misericordia?
Pide perdón por tus condenas y críticas. Da gracias porque Jesús nos ama
siempre, a pesar de nuestro pecado.
Señor,
tú miraste con amor a Mateo y le llamaste. Era un recaudador, un
pecador, un indeseable... pero su corazón buscaba una vida más auténtica
y te siguió con decisión, cuando pronunciaste su nombre.
Señor,
también a mí me miras con amor y me llamas. Reconozco que no lo
merezco, que soy poca cosa, Sé que sólo tú puedes darme la felicidad que
deseo. Por eso, quiero seguirte siempre y del todo.
Señor,
ayúdame a mirar con amor al que se siente sólo, al que no cuenta, al
que cree que no sirve para nada. Ayúdame a despertar el deseo de
felicidad de cada persona y a mostrarles que Tú eres la fuente de la
Vida. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 21 de septiembre de 2021
Martes, 21 de septiembre
lunes, 20 de septiembre de 2021
Lunes, 20 de septiembre de 2021
Lunes de la 25ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 8, 16-18
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo
tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero
para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a
descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A
ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se
le quitará hasta lo que cree tener".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio no es una planta de interior. El Evangelio, para que
crezca, necesita salir a la calle, recibir el calor y la lluvia. El
Evangelio no merma al compartirse, al contrario. ¡No podemos
arrinconarlo en nuestras casas y en nuestras iglesias! Hemos de ser
mensajeros del Evangelio.
Haznos, Señor, una comunidad buena noticia:
abierta, confiada, fraterna, invadida por el gozo de tu Espíritu;
una comunidad entusiasta, que sepa cantar a la vida,
acoger el misterio, vibrar ante su tarea
y anunciar con alegría tu Reino.
Que llevemos la sonrisa en el rostro, el júbilo en las entrañas,
la fiesta en el corazón y la felicidad a flor de piel desbordándose por todos los poros.
Que no nos acobarden las dificultades -tensiones, diferencias y conflictos
¬que puedan surgir entre nosotros.
Que en nuestra pobreza y debilidad sepamos abrimos, damos y compartir
con la ilusión de quien se enriquece y se siente dichoso con lo que hace.
Da, Señor, a esta comunidad tuya una gran dosis de buen humor,
para que no deje de cantar y buscar la paz en estos tiempos de inclemencia y violencia;
para que sepa desdramatizar tantas situaciones difíciles, ambiguas y equívocas;
para que siembre el consuelo y la esperanza entre los que sufren y lloran.
Haznos expertos
en deshacer nudos y romper cadenas, en curar heridas y dar ternura,
en abrir surcos y arrojar semillas, en mostrar la verdad y defender la justicia,
y en mantener viva la esperanza.
Concédenos ser,
para todos los que nos ven y sienten, testigos de tu buena noticia,
y del gozo, la fiesta y la risa que vienen gratis con ella.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 19 de septiembre de 2021
Domingo, 19 de septiembre de 2021
Domingo de la 25ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 29-36
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte y
atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba
instruyendo a sus discípulos.
Les decía: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los
hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará. Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: ¿De qué
discutíais por el camino? Ellos no contestaron, pues por el camino
habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que
me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Como a los discípulos del Evangelio, a nosotros, discípulos de hoy,
Jesús nos instruye sobre el misterio de su presencia en nuestro mundo,
el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección.
Discípulo significa seguidor, aprendiz; pero en el Evangelio a menudo
los discípulos no entienden nada, y hoy, además tienen miedo a
preguntar, les falta una fe sólida, necesitan profundizar más.
No es Jesús el que aleja a los discípulos de la realidad, son ellos los
que miran hacia otro lado, los que se preocupan por quien es el más
importante. Frente al orgullo y al afán de poder, Jesús nos llama al
servicio y nos invita a ser acogedores.
¿Experimento cada día que soy importante, en la medida que soy más
servicial? ¿Descubro la presencia de Dios en los que se acercan a mi,
sobre todo en los más indefensos, necesitados y desvalidos? ¿Acojo a los
demás como si acogiera al Padre?
Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que apartó la piedra del camino,
el odio entre los corazones
y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser sano y la de ser justo;
pero hay, sobre todo, la hermosa, la tan inmensa alegría de servir.
¡Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender!
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles.
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios que son buenos servicios:
adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.
Aquél es el que critica,
éste es el que destruye,
tú sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores.
Dios, que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamársele así: «El que sirve».
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos
y nos pregunta cada día:
«¿Serviste hoy?
¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?»
Gabriela Mistral.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 18 de septiembre de 2021
Sábado, 18 de septiembre de 2021
Sábado de la 24ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 8, 4-15
En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los
pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola:
"Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al
borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco
cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad.
Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo
ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el
ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que
oiga". Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa
parábola?" El les respondió: "A vosotros se os ha concedido conocer los
secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que
viendo no vean y oyendo no entiendan.
El sentido de
la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del
camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la
palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno
pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría,
pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el
momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que
escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van
ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón
noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto
perseverando".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
También el Sembrador sale hoy a sembrar, pero ¿soy yo tierra buena en la
que la semilla de la Palabra da sus frutos? ¿En qué aspectos he sido un
pedregal y me sigo resistiendo a comprometerme, a llevar una economía
más solidaria o a perdonar a esa persona que me hizo daño? ¿En qué
aspectos sigo sin quitar las zarzas que impiden que el Evangelio crezca
en mi vida? Recuerda que la tierra que acepta la semilla de la Palabra
da siempre frutos.
Jesús me invita a sembrar con él. El tiempo de sembrar es el tiempo de
la Iglesia, de la misión de todos los cristianos. ¿Soy consciente de que
en la educación de mis hijos, en mi trabajo, en mi compromiso
parroquial, en el trato con los vecinos debo sembrar la Palabra?
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque el terreno
no sea el mejor
y tenga piedras,
zarzas,
calveros,
lugares yermos,
pisados caminos
y aves en el cielo al acecho.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea dueño
del tiempo,
de las lluvias,
de las heladas,
de los vientos,
de las sequías,
ni de los calores
que secan el terreno.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no distinga
la semilla,
ni entienda
los procesos
de germinación,
ni los milagros encerrados
en la simiente
que lanza a la tierra.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque solo esparza
en la tierra y en los corazones
semillas pequeñas,
semillas sin prestancia,
semillas de mostaza,
pues sabe que el Señor
del campo y de la semilla
confía en él y en su tarea.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea suya la semilla,
ni el terreno,
ni sea dueño del tiempo,
ni sepa de climas;
aunque la experiencia le diga
que hay cosechas que fracasan
a pesar del cuidado
y de cántaros de gracia,
Quien siembra
vive la esperanza,
sueña en parábolas,
lanza buenas nuevas,
goza la temporada
y anhela la cosecha;
pero, a veces, las preocupaciones
le hacen pasar las noches en claro,
y nada se soluciona
hasta que se duerme en tu regazo.
¡Saldré a sembrar
para continuar tu tarea
y cuentes historias
que florezcan en gracia!
Florentino Ulibarri..
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 17 de septiembre de 2021
Viernes, 17 de septiembre de 2021
Viernes de la 24ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en
pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los
Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y
enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete
demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras
muchas que le ayudaban con sus bienes.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Las mujeres también están muy cerca de Jesús. Quizá a nosotros no nos
llame la atención. Pero era algo extraordinario en aquella época. Jesús
no discrimina a la mujer, no discrimina a nadie. Los cristianos
tendríamos que luchar contra toda discriminación, sea por la razón que
sea.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, hoy queremos hacer memoria agradecida de muchas mujeres que se dejaron transformar por tu Espíritu de Vida:
Recordamos
a Sara, quien con Abraham contestó a tu llamada de dejar su tierra
natal y poner su fe en una alianza con el Señor. Gracias por su fe.
Recordamos
a Esther y Débora, que gracias a su valor e inteligencia salvaron la
nación. Gracias por su compromiso personal en favor de muchos.
Recordamos
con especial cariño a la Virgen María, siempre atenta para escuchar tu
voz y la de los hermanos, siempre dispuesta hacer vida tu voluntad, con
confianza y generosidad. Gracias por su amor de madre.
Recordamos
a María Magdalena y las otras mujeres que siguieron a Jesús, también
cuando fue crucificado. Ellas fueron las primeras personas que se
encontraron con Jesús Resucitado. Gracias por su fidelidad en el amor a
Jesucristo.
Recordamos a Febe y a Priscila y a las otras mujeres
que fueron líderes de la iglesia primitiva. Gracias porque supieron
difundir el Evangelio en momentos difíciles para la Iglesia.
Recordamos
a Santa Águeda y a todas las mártires que supieron mantener su fe y sus
ideales más nobles. Gracias por su testimonio.
Recordamos a
Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena, que vivieron su fe con
autenticidad y lucharon contra la corrupción de la propia comunidad
cristiana. Damos gracias a Dios por su valentía y su amor a la Iglesia.
Recordamos
a nuestras madres y abuelas, a todas las mujeres importantes para
nosotros, cuya entrega ha hecho que hoy podamos disfrutar de una vida
mejor. Gracias por su generosidad.
Recordamos las mujeres que hoy
en día son las primeras en descubrir compromisos al servicio de la
justicia, de la paz, de las mujeres maltratadas... Señor, que su trabajo
siga dando buenos frutos.
Acuérdate de las mujeres que son
víctimas de la violencia en sus hogares y fuera de ellos. Señor, dales
fuerza para vencer el temor y buscar soluciones.
Te pedimos por aquellas mujeres que se enfrentan a una vida de pobreza.
Dales el don de la esperanza, para trabajar juntas, con los hombres de buena voluntad, por un mundo más justo y solidario.
Te
pedimos también por nuestras hijas y nietas. Para que crezcan, con tu
ayuda, fuertes y sensibles, creyentes y comprometidas, libres y felices.
Amén.
Ayudaban a Jesús con sus bienes. Compartir los bienes es un signo de
mucho amor, de mucha solidaridad. Nos cuesta desprendernos de ellos.
¿A qué dedicamos nuestros bienes, nuestro dinero?
¿Qué te dice Dios? ¿Que le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 16 de septiembre de 2021
Jueves, 16 de septiembre de 2021
Jueves de la 24ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 36-50
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él.
Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer
de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa
del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás, junto a
sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los
enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el
perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: "Si éste
fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que
es: una pecadora". Jesús tomó la palabra y le dijo: "Simón, tengo algo
que decirte". El respondió: "Dímelo, maestro". Jesús le dijo: "Un
prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el
otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos.
¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Supongo que aquel a
quien le perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado rectamente".
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Cuando yo
entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me
ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú
no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de
besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en
cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos
pecados están perdonados, porque tiene mucho amor, pero al que poco se
le perdona, poco ama". Y a ella le dijo: "Tus pecados están perdonados".
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: "¿Quién es esté, que
hasta perdona pecados?" Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha
salvado, vete en paz".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¿Podremos calcular algún día todo lo que nos ha dado el Señor?
¿Llegaremos a darnos cuenta de todo lo que cada día nos perdona Dios? Es
imposible, pero al menos hemos de reconocerlo y agradecerlo.
Aquella mujer expresa su amor a Jesús ungiendo sus pies con perfume y
secándoselos con sus cabellos. ¿Cómo expresamos nosotros nuestro amor y
nuestra gratitud al Señor? ¿Que le dices?
“Tus pecados están perdonados” ¡Cuanto bien nos hace escuchar estas
palabras! ¡cuanto bien nos hace celebrar el perdón de Dios en el
sacramento de la reconciliación!
¿Cómo vives este sacramento? ¿Cómo lo puedes vivir mejor? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Aunque caigas continuamente en tus mismas faltas,
aunque cometas esas culpas que te avergüenzan,
aunque no cumplas con tu deber,
aunque desprecies a tu prójimo,
aunque tantas veces te consideres indigno,
Yo te digo: ¡ámame como eres!
En todos los momentos de tu vida,
en cualquier situación en que te encuentres,
cuando tu alma esté llena de fervor,
cuando tu corazón sea árido y seco,
Yo te digo: ¡ámame como eres!
Si esperas ser un santo o un ángel
para entregarte al amor, no me querrás nunca;
quiero que tu amor salga de lo profundo de tu miseria,
por eso, así te encuentres en la fidelidad o en la infidelidad,
Yo te digo: ¡ámame como eres!
Yo estoy a la puerta de tu corazón y llamo, ¡ábreme!...
Déjame amarte, así, tal como eres.
No hace falta que cambies para abrirme la puerta.
Así, tal como eres, yo te amo,
te doy mi pan y mi vino, mi fuerza y mi alegría,
te doy la luz para afrontar y superar las dificultades de la vida,
te doy el Espíritu de verdad y la Sabiduría del Amor;
Te doy a mi Madre, para que te cuide como me cuidó a mí.
Yo te digo ahora y siempre: ¡ámame como eres,
y déjame que te ame así, como eres. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 15 de septiembre de 2021
Miércoles, 15 de septiembre de 2021
Nuestra Señora de los Dolores.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 19,25-27
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana
de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a
su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
"Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a
tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María estaba al pie de la cruz, junto a su hijo. María se mantuvo a
distancia cuando Jesús “triunfaba”, cuando querían hacerle rey, cuando
lo aclamaban... Pero ahora, en la cruz, María está cerca, muy cerca.
“Gracias, María, por tu ejemplo de fidelidad y entereza”
“Gracias por estar siempre a mi lado, sobre todo cuando sufro”
“Danos fuerza, Señor, para acompañarte siempre”
“Mujer, ahí tienes a tu hijo... Hijo, ahí tienes a tu madre”. Jesús está
preocupado por sus discípulos y cuando ya les ha dado todo, les da a su
madre, para que los cuide, para que aliente su fe. María acogió la
nueva misión y en su corazón resonaron aquellas palabras primeras:
“hágase en mí según tu palabra”
“Gracias, María, por ser madre, nuestra madre, mi madre”
“Gracias, Jesús, por compartir con nosotros hasta a tu madre”
“María, enséñanos a estar cerca de los que sufren”
Para contemplar a María al pie de la cruz puede ayudarnos esta composición poética, llamada Stabat Mater:
La Madre piadosa estaba junto a la cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa, traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
¡Oh cúan triste y afligida estaba la Madre herida,
de tantos tormentos llena, cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba del Hijo amado la pena!
¿Y cúal hombre no llorara si a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por Cristo amado, mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarlo me anime, en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo en la cruz, donde lo veo,
tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte de Cristo,
cuando en tan fuerte trance, vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
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Señor Jesús,
aquí nos tienes reunidos al pie de la Cruz,
con tu Madre y el discípulo amado.
Te pedimos perdón por nuestros pecados
que son la causa de tus sufrimientos de ayer y hoy.
Te damos gracias por haber pensado en nosotros
en aquella hora de salvación
y habernos dado a María por Madre.
Virgen Santa, acógenos bajo tu protección
y haznos cercanos a tus hijos que sufren.
San Juan, alcánzanos la gracia
de acoger como tú a María en nuestra vida
y para seguir a Jesús con ella y como ella. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.