Sábado de la 21ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Un hombre
que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de
sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro
uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió
cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El
que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que
recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a
ajustar cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco
talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me
dejaste; mira, he ganado otros cinco". Su señor le dijo: "Muy bien. Eres
un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un
cargo importante; pasa al banquete de tu señor". Se acercó luego el que
había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste;
mira, he ganado otros dos". Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un
empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un
cargo importante; pasa al banquete de tu señor".
Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor,
sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no
esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí
tienes lo tuyo". El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y
holgazán; ¿conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no
esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al
volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento
y dádselo al que tiene diez. Porque el que tiene se le dará y le
sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese
empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y
el rechinar de dientes"".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
onocemos muy bien esta parábola. Pero no se trata solamente de conocer
bien. Se trata de descubrir en cada momento qué nos está queriendo decir
Dios en cada momento de la vida.
Nos podemos preguntar:
- ¿Qué talentos he recibido a lo largo de mi vida? ¿Qué talentos he recibido hoy? Damos gracias.
- ¿Qué he hecho con los talentos que he recibido? ¿Qué talentos he
trabajado, cuáles han acabado escondidos bajo tierra? Damos gracias y
pedimos perdón.
- ¿Qué ocurre cuando trabajo los talentos recibidos? ¿Qué ocurre cuando
los escondo? Le pedimos a Dios que nos ayude a aprender de las
experiencias del pasado.
- ¿Qué me dice Dios en este momento de mi vida? ¿Qué le digo?
Señor, tú nos has confiado muchos talentos, muchas capacidades, muchas posibilidades de crecer y servir. (los recordamos)
Hay talentos muy vistosos: la simpatía, la facilidad de palabra, la
fuerza física... Otros talentos están más ocultos: la capacidad de amar,
de escuchar, de rezar...
Señor, gracias por todos los talentos he recibido a lo largo de mi
vida. Dame sabiduría para reconocer hasta los talentos más ocultos y
aquellos que crecen en mí cuando me acerco a ti a los hermanos.
No permitas que, en vez de agradecer los talentos recibidos, esté continuamente echando de menos los que han recibido otros.
Señor, gracias por todas las personas, por todas las situaciones
complicadas que me ayudan a descubrir y desarrollar talentos nuevos,
desconocidos.
Gracias por ayudarme a poner mis capacidades al servicio del prójimo
y del necesitado, de un mundo más hermoso, de una iglesia más
evangélica y evangelizadora.
Te pido perdón porque no he trabajado todos los talentos, porque muchos han acabado escondidos bajo tierra.
Señor, ayúdame a conocer, valorar, agradecer y trabajar los talentos
recibidos. Así crecerá la alegría en mis hermanos y en mi corazón y en
el tuyo. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 28 de agosto de 2021
Sábado, 28 de agosto de 2021
viernes, 27 de agosto de 2021
Viernes, 27 de agosto de 2021
Viernes de la 21ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El Reino de
los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y
salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran
sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en
cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El
esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se
oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se
despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus
lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de
vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas
contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras,
mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis". Mientras iban a
comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él
al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también
las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él
respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". Por tanto, velad, porque no
sabéis el día ni la hora".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A primera vista parece que las vírgenes sensatas son egoístas, pero con
su actitud nos están enseñando algo importante: hay cosas que nadie
puede hacer por nosotros. Nadie puede tener fe por nosotros, nadie puede
amar por nosotros, nadie puede rezar por nosotros, nadie puede esperar
al Señor por nosotros...
Señor, hazme diligente en la fe,
Cura mi pereza y hazme entender que…
nadie puede velar en lugar de mí,
nadie puede amar en lugar de mí,
nadie puede rezar en lugar de mí,
nadie puede aprender en lugar de mí,
nadie puede caminar en lugar de mí
nadie puede sufrir y gozar, en lugar de mí
nadie puede vivir en lugar de mí.
La existencia no admite representaciones.
Despiértanos del sueño de una vida superficial,
Que cada día llenemos nuestras lámparas
en la oración, en los sacramentos, en la comunidad cristiana,
con el cariño de quienes nos quieren bien
y en el servicio a las personas que nos necesitan.
para que podamos verte, reconocerte y acogerte,
para que tú puedas compartir con nosotros tu alegría y tu paz.
Amén.
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Dichosos quienes mantienen sus lámparas encendidas
y las comparten y llevan bien altas para que alumbren
y guíen a quienes andan a ras de tierra sin ellas,
perdidos entre laberintos, heridas y quejas.
Dichosos quienes permanecen en vela,
con el espíritu en ascuas y el cuerpo en forma,
y están siempre despiertos y atentos para quien llega
a medianoche, de madrugada o cuando el sol calienta.
Dichosos quienes se comparten y entregan,
y son fieles a mi deseo y palabra más sincera
y saben vivir como hijos y hermanos,
tengan cargos o sólo mandatos en su haber humano.
Dichosos quienes no buscan quedar bien, ni excusa
en el cansancio, la edad y la dignidad,
ni en el tiempo que pasa, ni en el premio que se retarda,
y mantienen su entrega para quienes los necesitan.
Dichosos quienes, estén dentro o fuera,
no tienen miedo a tormentas ni a sequías,
ni a huracanes, ni a calmas sin brisa,
y mantienen abierta su choza o su casa solariega.
Dichosos quienes no les importa ser pocos
y, menos aún, quedarse sin nada,
porque saben que el Padre está con ellos y les ama,
y les regala cada día lo necesario para el camino.
Dichosos quienes respetan y sirven sin queja
a sus hermanos, aunque les sean extraños,
y quienes ni comen ni engordan sus cuentas
a costa de otros pueblos y de sus ciudadanos.
Dichosos quienes se saben enviados
y se sienten, sin agobio, responsabilizados,
y aceptan ser hijos y hermanos de todos,
y al servir no se sienten humillados.
¡Dichosos mis discípulos!
¡Dichosos vosotros!
¡Dichosos quienes necesitan vuestro servicio!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 26 de agosto de 2021
Jueves, 26 de agosto de 2021
Jueves de la 21ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 24, 42-51
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Estad en vela, porque no
sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que, si supiera el dueño
de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no
dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros
preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.
¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a
la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichosos ese criado si el
amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará
la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla
y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros y a
comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo
espera llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio nos llama a estar en vela, con los ojos abiertos, con la fe
despierta, para descubrir al Señor que nos trae la salvación, la paz...
Velar significa orar, estar atentos a las necesidades de las personas, atender a los sentimientos del corazón...
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Somos administradores de los bienes de la tierra. No son nuestros. Son
de Dios y no son sólo para nosotros, son para todos. Estamos llamados a
distribuir la comida y todos los bienes recibidos.
Esta tarea no pertenece sólo a los grandes de la tierra. Todos podemos
hacer algo, aunque sea poco. Podemos compartir, podemos colaborar en
organizaciones que trabajen por unas relaciones justas entre todos los
hombres y los pueblos, podemos presionar con el voto a los gobernantes
para que solucionan problemas tan graves y vergonzosos como el hambre en
el mundo...
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Llega de día, llega de noche.
Se le espera por la puerta, llega por la ventana.
Le buscamos con alegría, llega con su cruz.
Estamos de guardia, nos llama desde dentro.
Rastreamos huellas, llega por senderos nuevos.
Llega en la abundancia
y más todavía en la pobreza.
Llega cuando triunfamos
y nos acompaña en los fracasos.
Llega cuando es deseado
y se presenta cuando no se le espera.
Llega en el silencio y en el áspero y abrasador viento.
Llega también en la multitud y el ruido.
Llega para dormirnos y para despertarnos.
Llega a través de todas las caras que encontramos
a lo largo del día en nuestro camino.
Llega en el desierto de manantiales inciertos,
en las estepas de desconocidos pozos,
en los bosques frondosos en que nos perdemos,
en las altas cumbres que hollamos,
y en los valles que nos dan vértigo.
Llega a cada instante.
Llega en cada lugar.
Allí donde estamos, está.
Fiel a tu palabra
ya estás esperándonos.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 25 de agosto de 2021
Miércoles, 25 de agosto de 2021
Miércoles 21ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 23, 27-32
En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, letrados y
fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por
fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y
podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por
dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes.
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros
a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si
hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido
cómplices suyos en el asesinato de los profetas!" Con esto atestiguáis
en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas.
¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!"
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Sepulcros blanqueados. Muy bonitos por fuera y llenos de podredumbre por
dentro. Parecéis justos, pero estáis repletos de hipocresía y crímenes.
Estas palabras también están dirigidas a cada uno de nosotros, que
dedicamos mucho tiempo a cuidar nuestro aspecto y poco nuestro corazón,
que buscamos más la belleza del cuerpo que la bondad del alma.
“Señor, ayúdanos a reconocer nuestra hipocresía
a descubrir la verdad de nosotros mismos.
Perdónanos y cúranos.”
Asesinos de los profetas. Los profetas son testigos de la verdad, de una
verdad que en muchas ocasiones nos resulta incómoda. Los profetas
denuncian nuestro pecado. Resultan insoportables para nuestro orgullo.
Hay muchas formas de matar a los profetas. Se les puede condenar al
silencio, se les puede acusar de reaccionarios o de revolucionarios
(según convenga)...
Nos jactamos de una ética personal intachable,
nos consideramos justos;
pero algo falla,
pues no acabamos de estar satisfechos
y buscamos justificarnos ante los demás,
ante ti, Señor,
y ante nosotros mismos.
Ya no subimos al templo a orar,
ni creemos en el destino,
ni tememos tu brazo extendido,
y pasamos de los oráculos eclesiásticos;
pero aunque, a veces, busquemos el silencio,
la serenidad, la paz, la interioridad,
no nos atrevemos a entrar
en nosotros mismos
ni a cruzarnos con los demás
siendo compañeros de camino.
Buscamos, como siempre,
los primeros puestos,
triunfo y éxito en lo nuestro,
estar en el centro,
tener todo bien sujeto,
no perder lo ya adquirido
y disponer de una respuesta
que justifique nuestro status;
pero no encontramos lo que necesitamos,
y nos rebelamos.
Nuestra súplica,
aunque exprese verdad,
sigue siendo una farsa,
la farsa del que se esconde al exponerse,
pues busca lucirse
y oculta su debilidad.
De nada sirve renovar gestos,
palabra y piel,
si nuestro corazón se resiste
y se queda al margen.
¡Tú nos quieres como somos,
débiles y pecadores,
antes que fariseos arrogantes!
Florentino Ulibarri.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 24 de agosto de 2021
Martes, 24 de agosto de 2021
San Bartolomé, Apóstol
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1,45-51
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: "Aquel de quien
escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús,
hijo de José, de Nazaret." Natanael le replicó: "¿De Nazaret puede
salir algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y verás." Vio Jesús que se
acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en
quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús
le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de
la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios,
tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te
vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y le añadió:
"Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y
bajar sobre el Hijo del hombre."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy es la fiesta de San Bartolomé, llamado en el Evangelio Natanael. San
Bartolomé recibe la llamada de Jesús a través de Felipe.
Damos gracias por las personas que nos han ayudado a encontrarnos a
Jesús y pedimos a Dios que nos dé acierto para ayudar a otros a conocer
al Maestro.
Natanael tiene prejuicios: “De Nazaret puede salir algo bueno?” Pero es capaz de superarlos.
¿Qué prejuicios te impiden crecer como persona y como cristiano? Pide al Señor luz para reconocerlos y fuerza para superarlos.
Natanael se impresiona cuando Jesús le dice que lo vio debajo de una
higuera; y confiesa que Jesús es el Hijo de Dios. Jesús le asegura que
ha de ver cosas mayores.
A veces podemos creer que ya lo hemos descubierto todo en lo que toca a
religión. Sin embargo, creer en Jesucristo es una aventura, siempre nos
aguardan experiencias nuevas.
Señor Jesús,
ser cristiano no es una teoría,
es una experiencia,
Es un encuentro contigo,
Es acoger el Amor del Padre.
Es dejarse llevar por el Espíritu.
Es vivir como hermanos.
Es seguir el camino de la entrega.
Es dejarme llevar por Ti.
Es abrazar la cruz del amor.
Es gozar ya de la resurrección.
Por eso, Tú no teorizas.
Tú invitas: “Ven y verás”.
Verás que el amor de Dios te llena,
Verás que el Espíritu te impulsa,
Verás que es posible apoyarse en la debilidad de los hermanos,
Verás que sólo tiene vida quien la entrega.
Verás que sólo es libre quien busca la verdad,
quien obedece a Dios y a su corazón.
Verás que la cruz es camino de felicidad,
porque es camino de amor.
Verás como tus alegrías se multiplican.
Señor,
gracias por invitarme,
gracias por haber respondido a tu llamada,
gracias porque he podido experimentar
que Tú no quitas nada y lo das todo.
Señor, quiero seguir adelante,
aunque tenga pereza y miedo.
No quiero quedarme en la orilla
Quiero remar mar adentro
y unir mi vida a la tuya
para siempre y en todo.
Señor,
gracias por contar conmigo,
para decir a mis amigos,
a los que buscan felicidad,
a los que no te conocen,
a los que te necesitan,
para decir a todos:
“Ven y verás.
Jesucristo es el Camino,
La Verdad y la Vida”.
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Cuando el amor te llame, síguelo;
aunque sus caminos sean arduos y penosos.
Y cuando sus alas te envuelvan, entrégate a él;
aunque la espada escondida bajo su plumaje pueda herirte.
Cuando el amor te hable, cree ciegamente en él;
aunque su voz derribe tus sueños
como el viento destroza los jardines.
Porque si el amor te hace crecer y florecer,
él mismo te podará.
Y nunca te creas capacitado para dirigir el curso del amor,
porque el amor si te considera digno de sí,
dirigirá tu curso por los caminos de la vida.
Esto hará el amor en ti para que conozcas los secretos del corazón.
El amor no da más que de sí mismo
y no toma más que de sí mismo.
El amor no posee nada
y no quiere que nadie lo posea,
porque el amor, se sacia en el amor.
Por eso, cuando ames no debes decir:
«Dios está en mi corazón», es mejor decir:
«Estoy en el corazón de Dios».
Kalhil Gibran
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 23 de agosto de 2021
Lunes, 23 de agosto de 2021
Lunes de la 21ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 23, 13-22
En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, letrados y
fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los cielos!
Ni entráis vosotros, no dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes
de las viudas con pretexto de largas oraciones! Vuestra sentencia será
por eso más severa.
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y
mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno del
fuego el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no
obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"! ¡Necios y ciegos! ¿Qué
es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el
altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga".
¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda?
Quien jura por el altar, jura también por todo lo que está sobre él;
quien jura por el templo, jura también por el que habita en él; y quien
jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está
sentado en él".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Entrar en el Reino es sentir la cercanía del amor del Padre y el calor
de la fraternidad. No entrar en el Reino es una tragedia. Sólo hay una
mayor: no dejar entrar a los demás. Todos estamos llamados a entrar y a
ayudar a otros para que puedan disfrutar de los dones del Reino.
¿Estoy entrando en Reino, o siempre lo dejo para más tarde?
¿Ayudo o estorbo a los demás para que entren en el Reino?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Los letrados y fariseos no cumplen la ley y, además, no lo reconocen. Es
más: buscan y dan razones para convencer a los demás de que hacen lo
que deben. A veces hacemos lo mismo: no reconocemos nuestros errores,
después los justificamos y terminamos por criticar a los que actúan
bien.
Jesús comprende los errores de las personas, pero no pacta con la hipocresía, con el fariseísmo. Por eso rezamos:
Señor, dame luz y fuerza para descubrir y librarme del fariseo que llevo en mi corazón:
Critico a los avaros, pero yo comparto sólo unas migajas y vivo al límite de mis posibilidades económicas.
Critico a los que cierran las fronteras, pero yo cierro mi casa, mi cartera y mi corazón a los que me necesitan.
Critico a los violentos, pero mis palabras y mis gestos, en demasiadas ocasiones, son agresivos.
Critico a autoritarios, pero también yo decido sin consultar, sin valorar las consecuencias de lo que hago.
Critico a los caprichosos, pero yo justifico todos mis excesos y acabo consiguiendo todo lo que se me antoja.
Critico a los que no cumplen con sus responsabilidades, pero también yo me dejo llevar por la pereza.
Critico a los que se alaban a sí mismos, pero a veces también yo busco la manera de publicar mis grandezas.
Critico…
En fin, Señor, Tú sabes y yo sé que en demasiadas ocasiones critico a los demás los fallos que yo también cometo.
Señor,
dame misericordia para comprender los errores de los demás y ayudarles a
mejorar; dame humildad para reconocer mis errores, y determinación y
paciencia para superarlos.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 22 de agosto de 2021
Domingo, 22 de agosto de 2021
Domingo de la 21ª semana del t.o.B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
SanJuan 6,60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: "Este
modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?" Adivinando Jesús que
sus discípulos lo criticaban, les dijo: "¿Esto os hace vacilar?, ¿y si
vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es
quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho
son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen." Pues
Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a
entregar. Y dijo: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el
Padre no se lo concede."
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a
ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También vosotros
queréis marcharos?" Simón Pedro le contestó: "Señor, ¿a quién vamos a
acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos
que tú eres el Santo consagrado por Dios."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En ocasiones se nos hace inaguantable continuar con un compromiso;
parece que ser cristiano y ser miembro activo de la Iglesia no merece la
pena. A veces hasta creer en Dios nos resulta una ilusión inútil.
Entonces Jesús se acerca a nosotros en la oración, a través de un amigo o
de cualquier otro modo... y nos dice: ¿también vosotros queréis
marcharos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
“Señor, sólo Tú tienes palabras de vida eterna”
Jesús nos anima a creer, a amar, a permanecer en su Iglesia. Y nos pide
que también nosotros animemos a los demás: “fortaleced las manos
débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de
corazón: sed fuertes, no temáis” (Is 35,3-4)
A quién me envías, Señor? Dame delicadeza, respeto y acierto.
Gracias por las personas que alientan la mecha que se apaga”
Cuando tratamos de hacer el bien, trabajando por los demás, por la
sociedad, y recibimos incomprensiones y bofetadas, tenemos la tentación
de echarnos atrás. Y tú, Jesús, nos preguntas: ¿También vosotros queréis
vivir enclaustrados en el palacete de vuestra comodidad?
Cuando
hemos confiado en los amigos y los hermanos y ellos nos olvidan y
traicionan, nos resulta muy difícil abrir el corazón para amar y
compartir. Y tú, Jesús, nos dices: ¿También vosotros queréis vivir
encerrados en la burbuja del individualismo?
Cuando pedimos con
insistencia a Dios que nos conceda algo y parece que Él se hace el
sordo, tenemos la tentación de dejar de rezar, de construir nuestra vida
como si Dios no existiera. Y tú, Jesús, nos dices: ¿también tú quieres
alejarte de la Fuente de la Vida, también tú crees que no necesitas la
luz, el pan, el perdón y el amor de Dios?
Cuando tratamos de
superar un comportamiento o un hábito que nos hace daño o hace daño a
los demás y no lo conseguimos, nos abandonamos, pensamos que somos un
desastre sin remedio. Y tú, Jesús, nos dices: ¿También tú crees que todo
se consigue a la primera, también tú rechazas mi ayuda para hacer
realidad tus mejores sueños?
Cuando desaparece una persona muy
querida, a la que hemos querido, que nos ha querido mucho, no
encontramos energía para seguir adelante y sólo vemos nubarrones en
nuestro horizonte. Y tú, Jesús, nos dices: ¿También vosotros creéis que
la muerte tiene la última palabra? ¿también vosotros creéis que vuestro
dolor es más grande que mi amor?
Señor, ¿a quién vamos a acudir?
Tú tienes palabras de vida eterna. Contigo es posible descubrir y
escoger el camino de la entrega, la fraternidad, la confianza y la
esperanza.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.