viernes, 27 de agosto de 2021

Viernes, 27 de agosto de 2021

 Viernes de la 21ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis". Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A primera vista parece que las vírgenes sensatas son egoístas, pero con su actitud nos están enseñando algo importante: hay cosas que nadie puede hacer por nosotros. Nadie puede tener fe por nosotros, nadie puede amar por nosotros, nadie puede rezar por nosotros, nadie puede esperar al Señor por nosotros...

Señor, hazme diligente en la fe,
Cura mi pereza y hazme entender que…
nadie puede velar en lugar de mí,
nadie puede amar en lugar de mí,
nadie puede rezar en lugar de mí,
nadie puede aprender en lugar de mí,
nadie puede caminar en lugar de mí
nadie puede sufrir y gozar, en lugar de mí
nadie puede vivir en lugar de mí.
La existencia no admite representaciones.

Despiértanos del sueño de una vida superficial,
Que cada día llenemos nuestras lámparas
en la oración, en los sacramentos, en la comunidad cristiana,
con el cariño de quienes nos quieren bien
y en el servicio a las personas que nos necesitan.
para que podamos verte, reconocerte y acogerte,
para que tú puedas compartir con nosotros tu alegría y tu paz.
Amén.

----------------------

Dichosos quienes mantienen sus lámparas encendidas
y las comparten y llevan bien altas para que alumbren
y guíen a quienes andan a ras de tierra sin ellas,
perdidos entre laberintos, heridas y quejas.

Dichosos quienes permanecen en vela,
con el espíritu en ascuas y el cuerpo en forma,
y están siempre despiertos y atentos para quien llega
a medianoche, de madrugada o cuando el sol calienta.

Dichosos quienes se comparten y entregan,
y son fieles a mi deseo y palabra más sincera
y saben vivir como hijos y hermanos,
tengan cargos o sólo mandatos en su haber humano.

Dichosos quienes no buscan quedar bien, ni excusa
en el cansancio, la edad y la dignidad,
ni en el tiempo que pasa, ni en el premio que se retarda,
y mantienen su entrega para quienes los necesitan.

Dichosos quienes, estén dentro o fuera,
no tienen miedo a tormentas ni a sequías,
ni a huracanes, ni a calmas sin brisa,
y mantienen abierta su choza o su casa solariega.

Dichosos quienes no les importa ser pocos
y, menos aún, quedarse sin nada,
porque saben que el Padre está con ellos y les ama,
y les regala cada día lo necesario para el camino.

Dichosos quienes respetan y sirven sin queja
a sus hermanos, aunque les sean extraños,
y quienes ni comen ni engordan sus cuentas
a costa de otros pueblos y de sus ciudadanos.

Dichosos quienes se saben enviados
y se sienten, sin agobio, responsabilizados,
y aceptan ser hijos y hermanos de todos,
y al servir no se sienten humillados.

¡Dichosos mis discípulos!
¡Dichosos vosotros!
¡Dichosos quienes necesitan vuestro servicio!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 26 de agosto de 2021

Jueves, 26 de agosto de 2021

Jueves de la 21ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 24, 42-51

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que, si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichosos ese criado si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El Evangelio nos llama a estar en vela, con los ojos abiertos, con la fe despierta, para descubrir al Señor que nos trae la salvación, la paz...
Velar significa orar, estar atentos a las necesidades de las personas, atender a los sentimientos del corazón...
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Somos administradores de los bienes de la tierra. No son nuestros. Son de Dios y no son sólo para nosotros, son para todos. Estamos llamados a distribuir la comida y todos los bienes recibidos.

Esta tarea no pertenece sólo a los grandes de la tierra. Todos podemos hacer algo, aunque sea poco. Podemos compartir, podemos colaborar en organizaciones que trabajen por unas relaciones justas entre todos los hombres y los pueblos, podemos presionar con el voto a los gobernantes para que solucionan problemas tan graves y vergonzosos como el hambre en el mundo...

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Llega de día, llega de noche.
Se le espera por la puerta, llega por la ventana.
Le buscamos con alegría, llega con su cruz.
Estamos de guardia, nos llama desde dentro.
Rastreamos huellas, llega por senderos nuevos.

Llega en la abundancia
y más todavía en la pobreza.
Llega cuando triunfamos
y nos acompaña en los fracasos.
Llega cuando es deseado
y se presenta cuando no se le espera.

Llega en el silencio y en el áspero y abrasador viento.
Llega también en la multitud y el ruido.
Llega para dormirnos y para despertarnos.
Llega a través de todas las caras que encontramos
a lo largo del día en nuestro camino.

Llega en el desierto de manantiales inciertos,
en las estepas de desconocidos pozos,
en los bosques frondosos en que nos perdemos,
en las altas cumbres que hollamos,
y en los valles que nos dan vértigo.

Llega a cada instante.
Llega en cada lugar.
Allí donde estamos, está.

Fiel a tu palabra
ya estás esperándonos.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

miércoles, 25 de agosto de 2021

Miércoles, 25 de agosto de 2021

 Miércoles 21ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 23, 27-32

En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes.
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas!" Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!"

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Sepulcros blanqueados. Muy bonitos por fuera y llenos de podredumbre por dentro. Parecéis justos, pero estáis repletos de hipocresía y crímenes. Estas palabras también están dirigidas a cada uno de nosotros, que dedicamos mucho tiempo a cuidar nuestro aspecto y poco nuestro corazón, que buscamos más la belleza del cuerpo que la bondad del alma.
            “Señor, ayúdanos a reconocer nuestra hipocresía
             a descubrir la verdad de nosotros mismos.
             Perdónanos y cúranos.”

Asesinos de los profetas. Los profetas son testigos de la verdad, de una verdad que en muchas ocasiones nos resulta incómoda. Los profetas denuncian nuestro pecado. Resultan insoportables para nuestro orgullo.
Hay muchas formas de matar a los profetas. Se les puede condenar al silencio, se les puede acusar de reaccionarios o de revolucionarios (según convenga)...
         

Nos jactamos de una ética personal intachable,
nos consideramos justos;
pero algo falla,
pues no acabamos de estar satisfechos
y buscamos justificarnos ante los demás,
ante ti, Señor,
y ante nosotros mismos.

Ya no subimos al templo a orar,
ni creemos en el destino,
ni tememos tu brazo extendido,
y pasamos de los oráculos eclesiásticos;
pero aunque, a veces, busquemos el silencio,
la serenidad, la paz, la interioridad,
no nos atrevemos a entrar
en nosotros mismos
ni a cruzarnos con los demás
siendo compañeros de camino.

Buscamos, como siempre,
los primeros puestos,
triunfo y éxito en lo nuestro,
estar en el centro,
tener todo bien sujeto,
no perder lo ya adquirido
y disponer de una respuesta
que justifique nuestro status;
pero no encontramos lo que necesitamos,
y nos rebelamos.

Nuestra súplica,
aunque exprese verdad,
sigue siendo una farsa,
la farsa del que se esconde al exponerse,
pues busca lucirse
y oculta su debilidad.

De nada sirve renovar gestos,
palabra y piel,
si nuestro corazón se resiste
y se queda al margen.

¡Tú nos quieres como somos,
débiles y pecadores,
antes que fariseos arrogantes!

Florentino Ulibarri.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 24 de agosto de 2021

Martes, 24 de agosto de 2021

 San Bartolomé, Apóstol

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1,45-51

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: "Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret." Natanael le replicó: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y verás." Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y le añadió: "Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Hoy es la fiesta de San Bartolomé, llamado en el Evangelio Natanael. San Bartolomé recibe la llamada de Jesús a través de Felipe.
Damos gracias por las personas que nos han ayudado a encontrarnos a Jesús y pedimos a Dios que nos dé acierto para ayudar a otros a conocer al Maestro.

Natanael tiene prejuicios: “De Nazaret puede salir algo bueno?” Pero es capaz de superarlos.
¿Qué prejuicios te impiden crecer como persona y como cristiano? Pide al Señor luz para reconocerlos y fuerza para superarlos.

Natanael se impresiona cuando Jesús le dice que lo vio debajo de una higuera; y confiesa que Jesús es el Hijo de Dios. Jesús le asegura que ha de ver cosas mayores.
A veces podemos creer que ya lo hemos descubierto todo en lo que toca a religión. Sin embargo, creer en Jesucristo es una aventura, siempre nos aguardan experiencias nuevas.

Señor Jesús,
ser cristiano no es una teoría,
es una experiencia,
Es un encuentro contigo,
Es acoger el Amor del Padre.
Es dejarse llevar por el Espíritu.
Es vivir como hermanos.
Es seguir el camino de la entrega.
Es dejarme llevar por Ti.
Es abrazar la cruz del amor.
Es gozar ya de la resurrección.


Por eso, Tú no teorizas.
Tú invitas: “Ven y verás”.
Verás que el amor de Dios te llena,
Verás que el Espíritu te impulsa,
Verás que es posible apoyarse en la debilidad de los hermanos,
Verás que sólo tiene vida quien la entrega.
Verás que sólo es libre quien busca la verdad,
quien obedece a Dios y a su corazón.
Verás que la cruz es camino de felicidad,
porque es camino de amor.
Verás como tus alegrías se multiplican.


Señor,
gracias por invitarme,
gracias por haber respondido a tu llamada,
gracias porque he podido experimentar
que Tú no quitas nada y lo das todo.

Señor, quiero seguir adelante,
aunque tenga pereza y miedo.
No quiero quedarme en la orilla
Quiero remar mar adentro
y unir mi vida a la tuya
para siempre y en todo.


Señor,
gracias por contar conmigo,
para decir a mis amigos,
a los que buscan felicidad,
a los que no te conocen,
a los que te necesitan,
para decir a todos:
“Ven y verás.
Jesucristo es el Camino,
La Verdad y la Vida”.

----------------


Cuando el amor te llame, síguelo;
aunque sus caminos sean arduos y penosos.
Y cuando sus alas te envuelvan, entrégate a él;
aunque la espada escondida bajo su plumaje pueda herirte.

Cuando el amor te hable, cree ciegamente en él;
aunque su voz derribe tus sueños
como el viento destroza los jardines.
Porque si el amor te hace crecer y florecer,
él mismo te podará.

Y nunca te creas capacitado para dirigir el curso del amor,
porque el amor si te considera digno de sí,
dirigirá tu curso por los caminos de la vida.
Esto hará el amor en ti para que conozcas los secretos del corazón.

El amor no da más que de sí mismo
y no toma más que de sí mismo.
El amor no posee nada
y no quiere que nadie lo posea,
porque el amor, se sacia en el amor.

Por eso, cuando ames no debes decir:
«Dios está en mi corazón», es mejor decir:
«Estoy en el corazón de Dios».

Kalhil Gibran


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 23 de agosto de 2021

Lunes, 23 de agosto de 2021

 Lunes de la 21ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 23, 13-22

En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los cielos! Ni entráis vosotros, no dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones! Vuestra sentencia será por eso más severa.
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga". ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo, jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Entrar en el Reino es sentir la cercanía del amor del Padre y el calor de la fraternidad. No entrar en el Reino es una tragedia. Sólo hay una mayor: no dejar entrar a los demás. Todos estamos llamados a entrar y a ayudar a otros para que puedan disfrutar de los dones del Reino.
¿Estoy entrando en Reino, o siempre lo dejo para más tarde?
¿Ayudo o estorbo a los demás para que entren en el Reino?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Los letrados y fariseos no cumplen la ley y, además, no lo reconocen. Es más: buscan y dan razones para convencer a los demás de que hacen lo que deben. A veces hacemos lo mismo: no reconocemos nuestros errores, después los justificamos y terminamos por criticar a los que actúan bien.

Jesús comprende los errores de las personas, pero no pacta con la hipocresía, con el fariseísmo. Por eso rezamos:

Señor, dame luz y fuerza para descubrir y librarme del fariseo que llevo en mi corazón:

Critico a los avaros, pero yo comparto sólo unas migajas y vivo al límite de mis posibilidades económicas.
Critico a los que cierran las fronteras, pero yo cierro mi casa, mi cartera y mi corazón a los que me necesitan.
Critico a los violentos, pero mis palabras y mis gestos, en demasiadas ocasiones, son agresivos.
Critico a autoritarios, pero también yo decido sin consultar, sin valorar las consecuencias de lo que hago.
Critico a los caprichosos, pero yo justifico todos mis excesos y acabo consiguiendo todo lo que se me antoja.
Critico a los que no cumplen con sus responsabilidades, pero también yo me dejo llevar por la pereza.
Critico a los que se alaban a sí mismos, pero a veces también yo busco la manera de publicar mis grandezas.
Critico…
En fin, Señor, Tú sabes y yo sé que en demasiadas ocasiones critico a los demás los fallos que yo también cometo.

Señor, dame misericordia para comprender los errores de los demás y ayudarles a mejorar; dame humildad para reconocer mis errores, y determinación y paciencia para superarlos.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 22 de agosto de 2021

Domingo, 22 de agosto de 2021

 Domingo de la 21ª semana del t.o.B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
SanJuan 6,60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: "Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?" Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: "¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen." Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede."

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También vosotros queréis marcharos?" Simón Pedro le contestó: "Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En ocasiones se nos hace inaguantable continuar con un compromiso; parece que ser cristiano y ser miembro activo de la Iglesia no merece la pena. A veces hasta creer en Dios nos resulta una ilusión inútil.

Entonces Jesús se acerca a nosotros en la oración, a través de un amigo o de cualquier otro modo... y nos dice: ¿también vosotros queréis marcharos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
            “Señor, sólo Tú tienes palabras de vida eterna”

Jesús nos anima a creer, a amar, a permanecer en su Iglesia. Y nos pide que también nosotros animemos a los demás: “fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis” (Is 35,3-4)
            A quién me envías, Señor? Dame delicadeza, respeto y acierto.
            Gracias por las personas que alientan la mecha que se apaga”


Cuando tratamos de hacer el bien, trabajando por los demás, por la sociedad, y recibimos incomprensiones y bofetadas, tenemos la tentación de echarnos atrás. Y tú, Jesús, nos preguntas: ¿También vosotros queréis vivir enclaustrados en el palacete de vuestra comodidad?

Cuando hemos confiado en los amigos y los hermanos y ellos nos olvidan y traicionan, nos resulta muy difícil abrir el corazón para amar y compartir. Y tú, Jesús, nos dices: ¿También vosotros queréis vivir encerrados en la burbuja del individualismo?

Cuando pedimos con insistencia a Dios que nos conceda algo y parece que Él se hace el sordo, tenemos la tentación de dejar de rezar, de construir nuestra vida como si Dios no existiera. Y tú, Jesús, nos dices: ¿también tú quieres alejarte de la Fuente de la Vida, también tú crees que no necesitas la luz, el pan, el perdón y el amor de Dios?

Cuando tratamos de superar un comportamiento o un hábito que nos hace daño o hace daño a los demás y no lo conseguimos, nos abandonamos, pensamos que somos un desastre sin remedio. Y tú, Jesús, nos dices: ¿También tú crees que todo se consigue a la primera, también tú rechazas mi ayuda para hacer realidad tus mejores sueños?

Cuando desaparece una persona muy querida, a la que hemos querido, que nos ha querido mucho, no encontramos energía para seguir adelante y sólo vemos nubarrones en nuestro horizonte. Y tú, Jesús, nos dices: ¿También vosotros creéis que la muerte tiene la última palabra? ¿también vosotros creéis que vuestro dolor es más grande que mi amor?

Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Contigo es posible descubrir y escoger el camino de la entrega, la fraternidad, la confianza y la esperanza. 


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 21 de agosto de 2021

Sábado, 21 de agosto de 2021

 Sábado de la 20ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente a los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en la sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame "maestros".
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El retrato de los letrados y fariseos tiene rasgos bien concretos:
- no hacen lo que dicen,
- lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente a los hombros,
- no están dispuestos a mover un dedo para empujar
- todo lo que hacen es para que los vea la gente
- les gustan los primeros puestos, que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame "maestros”.
¿En qué te ves reflejado? Pedimos perdón.

Jesús nos muestra un ideal bien distinto.
- no os dejéis llamar maestro
- no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra
- no os dejéis llamar jefes
- el primero entre vosotros será vuestro servidor.
- el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Y nos dice cual es el fundamento:
- uno solo es vuestro Maestro y uno solo es vuestro Señor
- uno solo es vuestro Padre, el del cielo.

Señor, te doy gracias, porque me has llamado,
porque nos llamas a todos para formar una gran familia,
una familia en la que nadie domine a nadie,
una familia que respete y potencie el crecimiento de todos,
una familia en la que los pobres, los que están tristes, los fracasados,
los despreciados, los débiles se vean valorados
y sean escuchados y respetados y asistidos.

Nos llamas para rescatar a los perdidos,
para rebajar a los soberbios y prepotentes.
para convocar a todas las personas a una gran fraternidad.

Te doy gracias, porque todos somos valiosos para ti,
por grande que sea o nos parezca nuestra debilidad.
Necesitas gente que no tenga miedo de ser débil.
que se deje llevar por ti día a día.
No quieres superhombres ni supermujeres,
porque no sabrían ser hermanos,
no sabrían compadecerse de los pequeños,
ni sabrían ser verdaderamente agradecidos.

Necesitas gente sencilla,
que conozca su propia debilidad
y así aprenda a sostenerse en ti y en los hermanos.
Si no somos débiles, ¿cómo podríamos recibir?
Si no recibiésemos, ¿cómo podríamos ser agradecidos?
Necesitas gente que sepa compadecerse de sus hermanos,
con respeto y sin engaños.

Ayúdanos a construir tu fraternidad,
a no creernos más que nadie,
a no despreciar, a no juzgar, a no condenar a nadie,
a creer en tu amor por cada persona.

Ayúdanos a no considerarme menos que nadie,
a no despreciarme y condenarme,
porque yo también soy obra tuya,
porque me aprecias y me amas con locura.

Señor, ayudarme a ser hermano,
Tú no quieres que sea ni señor ni esclavo de nadie.
Ayúdame a distinguir el mal del bien,
a no ser pasar de largo ante los problemas de la gente
No dejes que me cruce de brazos,
antes de llegar a dar la vida.

Señor, gracias por acordarte de mí y llamarme.
Cuenta conmigo, Señor, toma mi debilidad
Acompáñame y guíame cada día. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.