Santa Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz)
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 28‑33
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles :
— No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el
alma. No; temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se
venden un par de gorriones por unos cuartos? y, sin embargo, ni uno
sólo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta
los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo,
no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su
parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo
también lo negaré ante mi Padre del cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Conocemos bien la historia de Jesús. Hemos leído muchas veces el
Evangelio. Ya no nos sorprende que a Jesús lo llamaran Belzebú por
expulsar demonios, y que a cambio de una vida entregada a los demás le
dieran una cruz, tres clavos y una muerte cruel.
Sin embargo, nos sorprende mucho que cuando nos decidimos a hacer algo
por la parroquia, por los pobres, por la comunidad de vecinos...
comenzamos a recibir críticas injustas, malas caras, desprecios. Jesús
nos advierte de esta realidad, para que no nos coja desprevenidos.
Pero, sobre todo, nos llama a la confianza. Dios cuida de nosotros, nos
ama con todo el corazón. Ni siquiera se cae un cabello de nuestra cabeza
sin que Dios lo permita. Es nuestro mejor seguro. Nunca nos fallará.
Está de nuestra parta
¿Cómo te sientes cuando pagan tu compromiso con desprecios?
Pedimos a Dios que nos conceda ser fieles a la misión en esos momentos.
Damos gracias a Dios porque está siempre pendiente de nosotros.
Pedimos perdón por nuestra falta de confianza.
Santa Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz). Judía de nacimiento,
agnóstica en su juventud, abraza la fe católica ya siendo profesora de
universidad y reconocida filósofa. Entra en las Carmelitas Descalzas y
muere víctima de los nazis en Aushwitz. Canonizada por Juan Pablo II el
11 de Octubre de1998. Compartimos una oración al Espíritu Santo,
compuesta por ella:
¿Quién eres tú, dulce luz, que me llena
e ilumina la oscuridad de mi corazón?
Me conduces como una mano maternal
y si te consintieras irte de mí
no sabría como dar un paso más.
Tú eres el espacio
que abraza mi existencia y la sepulta en Ti
lejos de Ti se hunde en el abismo
de la nada, desde donde la elevaste a la luz
Tú, más cerca de mí que yo a mí mismo
y más íntimo que mi más profundo interior
todavía implacable e intangible
y más allá de todo nombre:
¡Espíritu Santo amor eterno!
¿No eres acaso el dulce maná
que del corazón del Hijo
se desborda hacia mi corazón,
el alimento de los ángeles y los santos?
Él, que se elevó a sí mismo de la muerte a la vida,
Él también me ha despertado a una nueva vida
del sueño de muerte.
Y me da una nueva vida día a día
y a veces, su plenitud fluye a través mío
vida de tu vida realmente, Tú mismo:
¡Espíritu Santo, vida eterna!
¿Eres tú el rayo
que destella desde el trono del Juez eterno
e irrumpe en la noche del alma
que nunca se ha conocido a sí misma?
Misericordiosamente, implacable
penetra en todo rebaño escondido
alarmado de verse a sí mismo,
el yo hace espacio para el santo miedo,
el principio de esa sabiduría
que viene de lo alto
y nos ancla firmemente en las alturas.
Tú acción,
que nos crea nuevos:
¡Espíritu Santo, rayo que penetra todas las cosas!
¿Eres tú la plenitud del Espíritu
y el poder por el que el Cordero abrió
los sellos del eterno mandato de Dios?
Conducido por Ti
los mensajeros del juicio recorren el mundo
y separan con una filuda espada
el reino de la luz del reino de la noche
el cielo se renueva y la tierra se renueva
y todo encuentra su lugar.
A través de su aliento:
¡Espíritu Santo, poder victorioso!
¿Eres Tú el maestro que construye la catedral eterna,
que se eleva desde la tierra hasta los cielos?
Animados por Ti, las columnas son erigidas hasta lo alto
y se paran inmóvilmente firmes.
Marcados con el nombre eterno de Dios,
se estiran hacia la luz
sosteniendo el domo
que corona la santa catedral
tu trabajo que circunda el mundo:
¡Espíritu Santo, mano de Dios que moldea!
¿Eres Tú aquel que creó el claro espejo
junto al trono del Todopoderoso
como un mar de cristal
en el que la divinidad amorosamente se completa a sí misma?
Tú te doblas ante el más recto trabajo de tu creación,
y radiantemente tu mirada penetrante
es iluminada en recompensa
y de todas las criaturas, la belleza pura
se junta en una en la amorosa forma
de la Virgen, tu novia inmaculada:
¡Espíritu Santo, Creador de todo!
¿Eres tú la dulce melodía del amor
y de Santa reverencia
que eternamente resuena alrededor del trono trino,
que une a sí misma en el campaneo de todos y cada uno de los seres?
La armonía
que junta a los miembros con la cabeza
en el que cada uno
encuentra el misterioso significado de su bendita existencia
y alegremente ondea hacia delante
libremente disuelto en tu ondear:
¡Espíritu Santo, júbilo eterno!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 9 de agosto de 2021
Lunes, 9 de agosto de 2021
domingo, 8 de agosto de 2021
Domingo, 8 de agosto de 2021
Domingo de la 19ª semana del t.o. B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,41-51
En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo
soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es éste Jesús, el hijo de
José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha
bajado del cielo?»
Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo
atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está
escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el que
escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya
visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre.
Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida.
Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el
pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy
el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá
para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Insiste
el Evangelio de San Juan en recordarnos la importancia de la fe. La fe
no sólo nos conduce a la vida eterna, la fe nos da vida eterna ya, en
esta tierra, en este momento, aunque sea de forma parcial.
“Gracias Señor, por la vida, por la esperanza, por el amor”
Nadie
puede presumir de la fe frente a los demás. La fe es un regalo de Dios:
“Nadie puede venir a mí, si el Padre no lo atrae”. Dios atrae a todos;
en todos ha puesto la sed de la vida eterna, el hambre de su amistad.
Pero podemos resistirnos a esta atracción. Podemos acallarla, podemos
dejarla para mañana...
“Señor, gracias por el don de la fe, por atraernos hacia Ti”
“Muchos no reconocen tu llamada, no sienten tu atracción,
enséñanos a ayudarles para que puedan disfrutar de tu vida”
“Tú nos atraes hacia ti y nosotros no nos acercamos. Perdónanos”
Danos el agua que colma sin ahogar,
que limpia las entrañas
empapa el corazón,
y acuna en lo yermo la vida.
Danos tu pan, que sacia sin hartar
y restaura las fuerzas gastadas;
pan que alimenta la acogida,
el encuentro y la fiesta
al partirse en mesa de hermanos.
Danos tu espíritu que habla sin grito,
hace audaz al cobarde
y libera al cautivo
cuando inspira justicia, libertad, paz.
Danos tu verdad que seduce
sin trampa,
que hace sabio al pequeño
y hace sencillo al sabio,
al afirmar un amor invencible.
En agua, pan y amor inquieto,
en espíritu y verdad.
Tenemos sed de ti, Señor.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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Señor,
son muchas, cada vez más,
las cosas que nos apartan de Ti.
Esas preocupaciones estériles,
esos frívolos placeres,
esos inútiles cuidados,
esas ilusiones inconsistentes,
esas causas triviales,
esos vacíos deberes...
Muchas y muy variadas son las cosas
que eclipsan tu diáfana presencia
entre nosotros.
El orgullo,
que nos impide aceptar la ayuda de los demás;
la envidia,
que corroe todo horizonte;
el remordimiento,
que mantiene abiertas tantas heridas;
la pereza,
que acumula cargas cada vez más pesadas;
el ansia de seguridad,
que nos lleva a atesorar más de lo que necesitamos...
Pero a pesar de todo.
Tú eres más fuerte que todas esas cosas.
Te haces presente en nuestra desidia y torpeza
-superando muros, silencios y olvidos-
simplemente porque gritamos
o nos ves tristes y perdidos.
Crees en nosotros aunque te demos crédito negativo.
¡Atráenos, cada vez más fuertemente, hacia Ti!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 7 de agosto de 2021
Sábado, 7 de agosto de 2021
Sábado de la 18ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 17, 14-20
En aquel tiempo se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas:
"Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques:
muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus
discípulos, y no han sido capaces de curarlo. Jesús contestó: "¡Gente
sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo".
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: "¿Y por qué
no pudimos echarlo nosotros?" Les contestó: "Por vuestra poca fe. Os
aseguro que, si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a
aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Aquel hombre no se da por vencido. No pueden curar a su hijo los
discípulos y se acerca a Jesús: “Ten compasión de mi hijo”. El Evangelio
nos invita a rezar con constancia y con fe.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Es evidente que la fe no sirve para cambiar montañas de lugar, pero es
una fuerza maravillosa: cura desesperanzas y toda clase de dolencias,
hace brotar en el desierto de la vida torrentes de felicidad, de
ilusión, de entrega, de alegría; nos ayuda a superar pecados, a cortar
amarras, a multiplicar los dones recibidos...
¿Qué maravillas hace la fe en tu vida? ¿Cómo la cuidas?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Padre Celestial, mi vida esta en tus manos.
Ayer hoy y por siempre , estoy segura y confiada en ti.
Señor, ayúdame a saber que tu tienes todo el control.
Ayúdame a creer que tu estas trabajando en mi vida ahora mismo,
aunque yo no lo pueda ver.
Ayúdame a confiar en lo que no puedo ver,
aun cuando lo único que veo es doloroso y esta todo tan nublado.
Ayúdame a saber que tu tomas control de todas mis necesidades.
Señor, gracias por escuchar mi clamor por ayuda.
Gracias por amarme tanto.
Ayúdame a creer en todas las promesas que me has dado.
Perdóname cuando dudo de ti y de tu amor.
Yo creo en ti Señor. Perdóname cuando a veces pierdo la fe.
Aumenta en mi la fe en ti .
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 6 de agosto de 2021
Viernes, 6 de agosto de 2021
Transfiguración del Señor B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 1-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con
ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos.
Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro ¡Qué bien se
está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y
otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que lo cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que
habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los
muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Camino de Jerusalén, Jesús va preparando a sus discípulos, les advierte
repetidamente que va a ser arrestado y crucificado, para resucitar al
tercer día. Ante el panorama que describe Jesús, los discípulos se
entristecen. En este contexto tiene lugar la transfiguración. Es una
experiencia que marcará sus vidas. La transfiguración no anula la cruz y
la muerte cercanas, pero ayudará a los discípulos a vivirlas con más
esperanza.
El Señor está atento a cada uno de nosotros. Y cuando ve que nuestra fe
flaquea también nos regala experiencias de transfiguración: en la
celebración de la Eucaristía, en un momento de oración, en la
conversación con un buen amigo, de la manera más insospechada. Damos
gracias a Dios por todas esas experiencias a través de las cuales Dios
levanta nuestra esperanza y nos ayuda a asumir las cruces de cada día.
Señor, te damos gracias porque nos miras con amor,
conoces nuestras debilidades y malos momentos,
y nos ofreces siempre la luz de la esperanza.
Ilumina, Señor, nuestras tinieblas,
Tú, que, antes de entregarte a la pasión,
quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado
la gloria de la resurrección futura.
Te pedimos por los cristianos que sufren:
para que, en medio de las dificultades del mundo,
vivan transfigurados por la esperanza de tu victoria.
Te pedimos por todas las personas que sufren,
para que a nadie le falte, Señor, la luz de la esperanza.
Gracias, Señor, por todas las personas,
por todos los momentos y lugares,
por todas las oraciones y celebraciones
que transfiguran nuestro corazón y nuestro rostro,
que nos devuelven la esperanza y la paz,
que dificultades y pecados nos quitan.
Señor, que también nosotros estemos atentos
para descubrir a todas las personas desanimadas,
para compartir con ellas el amor y la esperanza
que cada día Tú nos ofreces a manos llenas. Amén.
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Cuando te has olvidado de ti mismo,
cuando te has agotado en el servicio a los últimos,
cuando has vencido la tentación de cualquier apego,
cuando has aceptado el sufrimiento como compañero,
cuando has sabido perder,
cuando ya no pretendes ganar,
cuando has compartido lo que tú necesitabas,
cuando te has arriesgado por el pobre,
cuando has enjugado las lágrimas del inocente,
cuando has rescatado a alguien de su infierno,
cuando te has introducido en el corazón del mundo,
cuando has puesto tu voluntad en las manos de Dios,
cuando te has purificado de tu orgullo,
cuando te has vaciado de tanto acopio superfluo,
cuando te sientes herido...
brilla en ti, gratis, la luz de Dios,
sientes su presencia irradiando frescura primaveral,
y su perfume te envuelve y reanima.
Ya no necesitas otros tesoros.
Dios te acompaña,
te habla,
te protege.
Te sientes esponjado en un mar de dicha...
Y si no estás en las nubes,
es un Tabor
que se te ofrece gratis,
para que disfrutes ya lo presente
y camines firme
y sin temor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 5 de agosto de 2021
Jueves, 5 de agosto de 2021
Jueves de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo llegó Jesús a la región de
Cesarea de Filipo y preguntaba a sus discípulos: "¿Quién dice la gente
que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista,
otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. El les
preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la
palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le
respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del
Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el
cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Y
les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Desde
entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a
Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos
sacerdotes y letrados, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al
tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo
permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte". Jesús se volvió y dijo a
Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas
como los hombres, no como Dios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Pedro es la imagen de cada uno de nosotros. Podemos tener las palabras
más desafortunadas, después de la respuesta más acertada. Somos capaces
de arriesgar la vida en el monte de los Olivos y negar al maestro en la
ciudad. Y ante esta realidad, tenemos que alejar dos peligros:
- por un lado, dejarnos llevar por la mediocridad. Este camino nos conduciría a una vida cada vez más pobre, menos humana.
- por
otro, castigarnos continuamente cada vez que hacemos una cosa mal. Este
camino nos lleva irremediablemente a la tristeza permanente y nos va
destruyendo.
La actitud más humana y más cristiana es reconocer tanto
lo positivo como lo negativo, dar gracias a Dios por lo primero e
intentar descubrir el camino para superar lo segundo.
¿Cómo te sitúas? ¿Qué le dices a Dios?
Este
evangelio nos da la ocasión de responder la pregunta que Jesús plantea a
los discípulos. Pero no respondamos desde la teoría. ¿Quién ha sido hoy
Jesús para ti? ¿Quién quieres que sea? ¿Cómo puedes avanzar en ese
camino? ¿Qué dices a Dios? Aunque cada uno tenemos que dar nuestra
respuesta personal, quizá nos pueda servir esta oración:
Tú eres, Jesús, la brújula más precisa para encontrar la felicidad.
Tú eres, Jesús, el camino más recto para construir un mundo de hermanos.
Tú eres, Jesús, el amigo más fiel y el esposo más amoroso.
Tú eres, Jesús, el que viene cuando todos se van y el que se queda cuando todos se marchan.
Tú eres, Jesús, el que se enciende cuando todo se apaga, el único que nunca falla.
Tú eres, Jesús, el sol de mis días claros y la estrella de mis días oscuros.
Tú eres, Jesús, el Salvador de mis miedos, de mis pecados, de mis dudas.
Tú eres, Jesús, el cimento sobre el que construyo mi vida y la meta a la que me dirijo.
Tú eres, Jesús, la razón de mi alegría y el fundamento de mi esperanza.
Tú eres, Jesús, mi amor, mi paz, mi Dios, mi Señor.
Contigo iré, Jesús, si Tú me ayudas. Contigo tomaré la cruz que nos conduce a la Vida más grande.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 4 de agosto de 2021
Miércoles, 4 de agosto de 2021
Miércoles de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al
país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de
aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo
de David. Mi hija tiene un demonio muy malo". El no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene
detrás gritando". El les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas
descarriadas de Israel". Ella los alcanzó y se postró ante él, y le
pidió de rodillas: "Señor, socórreme". El le contestó: "No está bien
echar a los perros el pan de los hijos". Pero ella repuso: "Tienes
razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de
la mesa de los amos". Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe!;
que se cumpla lo que deseas". En aquel momento quedó curada su hija.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Ten compasión de mí, Señor” Es una oración sencilla, pero muy rica. Con
pocas palabras reconocemos nuestra pobreza, expresamos confianza en
Dios y nos preparamos para poder recibir el don de Dios. ¡Que bien nos
haría repetir muchas veces esta oración!
Jesús pone a prueba la
fe de aquella mujer. Primero se calla y después contesta con dureza: “No
está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Pero la fe de la
mujer se crece ante la aparente frialdad del Maestro. AL final, Jesús la
premia con un piropo: “Mujer, que grande es tu fe” y con la curación de
su hija.
La fe crece en el silencio de Dios y madura cuando
parece que Él sólo se acuerda de nosotros para maldecirnos. Por eso el
silencio y la cruz también pueden ser don de Dios, bendición de Dios.
Cuando pasan estos “malos-buenos” momentos nos damos cuenta de Dios
también muestra su amor en el silencio y el dolor.
¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué dices a Dios?
Era mujer, extranjera,
y madre sufriente
viendo cómo estaba lo que más quería,
la hija nacida de sus entrañas.
El evangelista nos narra,
sin eufemismos ni edulcorantes,
su encuentro contigo
cuando saliste de las fronteras patrias.
Su lectura siempre me intriga y sorprende,
y me deja con la sensación de no entender nada.
Mas no quiero que me lo expliquen,
ni que me lo maticen,
ni que me lo contextualicen
poniéndote aureola de luces, Señor.
La escena perdería su encanto,
y no rompería nuestros esquemas
respecto a lo divino y a lo humano.
Así, tal como nos la han transmitido,
suena a escándalo,
pero quizá sólo así sea manantial de gracia
y un gran regalo.
Porque, ¿qué es, sino gracia,
lo que esa madre cananea
nos enseña con su actitud y fe?
¿Qué es, sino gracia,
ver cómo podemos influirte?
¿Qué es, sino gracia,
descubrir la fuerza de nuestra oración?
¿Qué es, sino gracia
constatar cómo tú cambias
ante nuestra testaruda insistencia?
¿Qué es, sino gracia,
percibir que nunca están las puertas
de tu corazón cerradas?
¿Qué es, sino gracia,
terminar siendo tratados como hijos
aunque seamos extranjeros?
¿Qué es, sino gracia,
Saber que hasta los "perrillos"
tienen alimento y derecho en casa?
¡Que no me cambien ni expliquen este evangelio!
Quiero sentir el escándalo
de tu propio proceso divino y humano.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 3 de agosto de 2021
Martes, 3 de agosto de 2021
Martes de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 22-36
Después que sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que
subieran a la barca y se le adelantaron a la otra orilla, mientras él
despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a
solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la
barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el
viento les era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos,
viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando
que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: "¡Animo, soy yo, no
tengáis miedo! Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia
ti andando sobre el agua". El le dijo: "Ven". Pedro bajó de la barca y
echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la
fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor,
sálvame". En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué
poca fe! ¿Por qué has dudado?
En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se
postraron ante él diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios". Terminada la
travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar,
apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y
trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la
orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La experiencia de muchos cristianos es que rezamos poco y a
regañadientes. El Evangelio, sin embargo, nos cuenta como Jesús deja a
la gente y a los discípulos y marcha a la montaña a orar, desde la noche
El mar es símbolo de peligro. Jesús anda sobre el mar, está por encima
de cualquier inseguridad. Y nosotros, con la fuerza del Espíritu,
podemos andar con firmeza sobre el mar de la vida. Y si en algún momento
falla nuestra fe, pidamos ayuda al Señor y agarremos su mano tendida
para poder seguir caminando.
“Señor, dame seguridad para avanzar en medio del mar del mundo”
“Gracias por la fuerza de tu Espíritu”
“Perdona y cura nuestra falta de fe”
“Dame humildad para pedirte ayuda y agarrar tu mano”
Con tanta protección,
con tanta garantía,
con tanto amparo,
con tanta defensa,
con tanta muralla,
con tanto derecho,
con tanto seguro,
con tanto capricho...
estamos mal acostumbrados
a bregar por el mar de la vida.
Y cualquier imprevisto,
aún el más trivial y anodino,
–la incertidumbre ante el futuro,
el presentimiento de algo nuevo,
la posibilidad de un cambio,
el miedo a lo desconocido,
un dolor fortuito,
la presencia de extranjeros,
la sospecha de nada concreto...–
nos paraliza o produce recelo.
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Días hay, es cierto,
en que se nos nubla el cielo
y se pone negro el horizonte.
Los reveses de la vida,
los caprichos de la suerte,
los avatares del destino,
la rueda de la fortuna
o los designios de la providencia, ¡qué sé yo!,
son rayos y truenos ,
y tiemblan nuestros corazones.
El auténtico marinero
se crece en la fuerte marejada,
mientras tierra adentro
hay quien se ahoga en un vaso de agua.
Los chaparrones, por fuertes que sean,
sólo duran horas, nunca semanas;
después viene la calma.
a veces es necesario que diluvie,
pues si no, ¿quién nos quitará tanta costra?,
¿quién nos arrancará las entretelas del alma?
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Hay épocas que llueve a cántaros,
y la fuerza del viento huracanado
puede arrastrarnos al desastre:
en unos minutos de inclemencia
destruir la obra laboriosa y paciente
de muchos años de vida y entrega.
Y, entonces, nos tambaleamos,
desconfiamos y andamos a la deriva,
perplejos y angustiados.
¡Señor, sálvanos!
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Florentino Ulibarri
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Confieso que me decepciona
el rumbo de la Iglesia,
Y tras la decepción, ¿qué?
¿Arrancar la cizaña?
¿Cambiar de levadura y masa?
¿Sembrar semilla más llamativa?
¿Tirar la toalla?
¿Bajarse de la barca?
¿Quedarse en la orilla?
¿Hacer caso a los cantos de sirena?
¿Desgranar agravios y penas?
¿Sentirse mártir de la causa?
¿Buscar responsables de las fechorías?
¿Aceptar que es ley de vida?
¿Renunciar a la utopía?
¿Cantar baladas de recogida?
¡Pues, no! Tras la decepción...
¡la indignación!
Más esperanza y utopía;
más riesgo y osadía;
más entrega y carne viva;
más comprensión y buena noticia;
más fe y justicia;
más fortaleza, ternura y vida;
más sacrificio y alegría...
aunque sea preciso
ocupar la calle
y pasar noches en vela,
o pegarse un chapuzón,
o volver a la alfarería,
o arreglar la barca,
o ajustar la dirección,
o cambiar de piel,
y hasta la imagen del Dios que nos guía.
¡Mi Dios amigo
y Señor de tanta travesía!
Florentino Ulibarri (adaptación)
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.