Sábado de la 18ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 17, 14-20
En aquel tiempo se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: 
"Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques: 
muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus 
discípulos, y no han sido capaces de curarlo. Jesús contestó: "¡Gente 
sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo". 
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: "¿Y por qué
 no pudimos echarlo nosotros?" Les contestó: "Por vuestra poca fe. Os 
aseguro que, si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a 
aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible".
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Aquel hombre no se da por vencido. No pueden curar a su hijo los 
discípulos y se acerca a Jesús: “Ten compasión de mi hijo”. El Evangelio
 nos invita a rezar con constancia y con fe.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Es evidente que la fe no sirve para cambiar montañas de lugar, pero es 
una fuerza maravillosa: cura desesperanzas y toda clase de dolencias, 
hace brotar en el desierto de la vida torrentes de felicidad, de 
ilusión, de entrega, de alegría; nos ayuda a superar pecados, a cortar 
amarras, a multiplicar los dones recibidos...
¿Qué maravillas hace la fe en tu vida? ¿Cómo la cuidas?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Padre Celestial, mi vida esta en tus manos.
Ayer hoy y por siempre , estoy segura y confiada en ti.
Señor, ayúdame a saber que tu tienes todo el control.
Ayúdame a creer que tu estas trabajando en mi vida ahora mismo,
aunque yo no  lo pueda ver.
Ayúdame a confiar en lo que no puedo ver,
aun cuando lo único que veo es doloroso y esta todo tan nublado.
Ayúdame a saber que tu tomas control de todas mis necesidades.
Señor, gracias por escuchar mi clamor por ayuda.
Gracias por amarme tanto.
Ayúdame a creer en todas las promesas que me has dado.
Perdóname cuando dudo de ti y de tu amor.
Yo creo en ti Señor. Perdóname cuando a veces pierdo la fe.
Aumenta en mi la fe en ti .
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 7 de agosto de 2021
Sábado, 7 de agosto de 2021
viernes, 6 de agosto de 2021
Viernes, 6 de agosto de 2021
Transfiguración del Señor B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 1-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con 
ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos.
Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro ¡Qué bien se 
está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y 
otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que lo cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que
 habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los 
muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Camino de Jerusalén, Jesús va preparando a sus discípulos, les advierte 
repetidamente que va a ser arrestado y crucificado, para resucitar al 
tercer día. Ante el panorama que describe Jesús, los discípulos se 
entristecen. En este contexto tiene lugar la transfiguración. Es una 
experiencia que marcará sus vidas. La transfiguración no anula la cruz y
 la muerte cercanas, pero ayudará a los discípulos a vivirlas con más 
esperanza.
El Señor está atento a cada uno de nosotros. Y cuando ve que nuestra fe 
flaquea también nos regala experiencias de transfiguración: en la 
celebración de la Eucaristía, en un momento de oración, en la 
conversación con un buen amigo, de la manera más insospechada. Damos 
gracias a Dios por todas esas experiencias a través de las cuales Dios 
levanta nuestra esperanza y nos ayuda a asumir las cruces de cada día.
Señor, te damos gracias porque nos miras con amor,
conoces nuestras debilidades y malos momentos,
y nos ofreces siempre la luz de la esperanza.
Ilumina, Señor, nuestras tinieblas,
Tú, que, antes de entregarte a la pasión,
quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado
la gloria de la resurrección futura.
Te pedimos por los cristianos que sufren:
para que, en medio de las dificultades del mundo,
vivan transfigurados por la esperanza de tu victoria.
Te pedimos por todas las personas que sufren,
para que a nadie le falte, Señor, la luz de la esperanza.
Gracias, Señor, por todas las personas,
por todos los momentos y lugares,
por todas las oraciones y celebraciones
que transfiguran nuestro corazón y nuestro rostro,
que nos devuelven la esperanza y la paz,
que dificultades y pecados nos quitan.
Señor, que también nosotros estemos atentos
para descubrir a todas las personas desanimadas,
para compartir con ellas el amor y la esperanza
que cada día Tú nos ofreces a manos llenas. Amén.
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Cuando te has olvidado de ti mismo,
cuando te has agotado en el servicio a los últimos,
cuando has vencido la tentación de cualquier apego,
cuando has aceptado el sufrimiento como compañero,
cuando has sabido perder,
cuando ya no pretendes ganar,
cuando has compartido lo que tú necesitabas,
cuando te has arriesgado por el pobre,
cuando has enjugado las lágrimas del inocente,
cuando has rescatado a alguien de su infierno,
cuando te has introducido en el corazón del mundo,
cuando has puesto tu voluntad en las manos de Dios,
cuando te has purificado de tu orgullo,
cuando te has vaciado de tanto acopio superfluo,
cuando te sientes herido...
brilla en ti, gratis, la luz de Dios,
sientes su presencia irradiando frescura primaveral,
y su perfume te envuelve y reanima.
Ya no necesitas otros tesoros.
Dios te acompaña,
te habla,
te protege.
Te sientes esponjado en un mar de dicha...
Y si no estás en las nubes,
es un Tabor
que se te ofrece gratis,
para que disfrutes ya lo presente
y camines firme
y sin temor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 5 de agosto de 2021
Jueves, 5 de agosto de 2021
 Jueves de la 18ª semana del t.o.
 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado", 
     "Ayúdame a sentir tu cercanía", 
     "Quiero estar contigo, Jesús". 
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo llegó Jesús a la región de 
Cesarea de Filipo y preguntaba a sus discípulos: "¿Quién dice la gente 
que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, 
otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. El les 
preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la 
palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le 
respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha 
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. 
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi 
Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del
 Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el 
cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Y 
les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Desde
 entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a 
Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos 
sacerdotes y letrados, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al 
tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo 
permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte". Jesús se volvió y dijo a 
Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas 
como los hombres, no como Dios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 
Pedro es la imagen de cada uno de nosotros. Podemos tener las palabras 
más desafortunadas, después de la respuesta más acertada. Somos capaces 
de arriesgar la vida en el monte de los Olivos y negar al maestro en la 
ciudad. Y ante esta realidad, tenemos que alejar dos peligros:
- por un lado, dejarnos llevar por la mediocridad. Este camino nos conduciría a una vida cada vez más pobre, menos humana.
- por
 otro, castigarnos continuamente cada vez que hacemos una cosa mal. Este
 camino nos lleva irremediablemente a la tristeza permanente y nos va 
destruyendo.
La actitud más humana y más cristiana es reconocer tanto
 lo positivo como lo negativo, dar gracias a Dios por lo primero e 
intentar descubrir el camino para superar lo segundo.
¿Cómo te sitúas? ¿Qué le dices a Dios?
Este
 evangelio nos da la ocasión de responder la pregunta que Jesús plantea a
 los discípulos. Pero no respondamos desde la teoría. ¿Quién ha sido hoy
 Jesús para ti? ¿Quién quieres que sea? ¿Cómo puedes avanzar en ese 
camino? ¿Qué dices a Dios? Aunque cada uno tenemos que dar nuestra 
respuesta personal, quizá nos pueda servir esta oración:
Tú eres, Jesús, la brújula más precisa para encontrar la felicidad.
Tú eres, Jesús, el camino más recto para construir un mundo de hermanos.
Tú eres, Jesús, el amigo más fiel y el esposo más amoroso.
Tú eres, Jesús, el que viene cuando todos se van y el que se queda cuando todos se marchan.
Tú eres, Jesús, el que se enciende cuando todo se apaga, el único que nunca falla.
Tú eres, Jesús, el sol de mis días claros y la estrella de mis días oscuros.
Tú eres, Jesús, el Salvador de mis miedos, de mis pecados, de mis dudas.
Tú eres, Jesús, el cimento sobre el que construyo mi vida y la meta a la que me dirijo.
Tú eres, Jesús, la razón de mi alegría y el fundamento de mi esperanza.
Tú eres, Jesús, mi amor, mi paz, mi Dios, mi Señor.
Contigo iré, Jesús, si Tú me ayudas. Contigo tomaré la cruz que nos conduce a la Vida más grande.
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 4 de agosto de 2021
Miércoles, 4 de agosto de 2021
Miércoles de la 18ª semana del t.o.
 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado", 
     "Ayúdame a sentir tu cercanía", 
     "Quiero estar contigo, Jesús". 
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al 
país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de 
aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo 
de David. Mi hija tiene un demonio muy malo". El no le respondió nada. 
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene
 detrás gritando". El les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas 
descarriadas de Israel". Ella los alcanzó y se postró ante él, y le 
pidió de rodillas: "Señor, socórreme". El le contestó: "No está bien 
echar a los perros el pan de los hijos". Pero ella repuso: "Tienes 
razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de 
la mesa de los amos". Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe!;
 que se cumpla lo que deseas". En aquel momento quedó curada su hija.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 
“Ten compasión de mí, Señor” Es una oración sencilla, pero muy rica. Con
 pocas palabras reconocemos nuestra pobreza, expresamos confianza en 
Dios y nos preparamos para poder recibir el don de Dios. ¡Que bien nos 
haría repetir muchas veces esta oración!
Jesús pone a prueba la 
fe de aquella mujer. Primero se calla y después contesta con dureza: “No
 está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Pero la fe de la 
mujer se crece ante la aparente frialdad del Maestro. AL final, Jesús la
 premia con un piropo: “Mujer, que grande es tu fe” y con la curación de
 su hija.
La fe crece en el silencio de Dios y madura cuando 
parece que Él sólo se acuerda de nosotros para maldecirnos. Por eso el 
silencio y la cruz también pueden ser don de Dios, bendición de Dios. 
Cuando pasan estos “malos-buenos” momentos nos damos cuenta de Dios 
también muestra su amor en el silencio y el dolor.
¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué dices a Dios?
Era mujer, extranjera,
y madre sufriente
viendo cómo estaba lo que más quería,
la hija nacida de sus entrañas.
El evangelista nos narra,
sin eufemismos ni edulcorantes,
su encuentro contigo
cuando saliste de las fronteras patrias.
Su lectura siempre me intriga y sorprende,
y me deja con la sensación de no entender nada.
Mas no quiero que me lo expliquen,
ni que me lo maticen,
ni que me lo contextualicen
poniéndote aureola de luces, Señor.
La escena perdería su encanto,
y no rompería nuestros esquemas
respecto a lo divino y a lo humano.
Así, tal como nos la han transmitido,
suena a escándalo,
pero quizá sólo así sea manantial de gracia
y un gran regalo.
Porque, ¿qué es, sino gracia,
lo que esa madre cananea
nos enseña con su actitud y fe?
¿Qué es, sino gracia,
ver cómo podemos influirte?
¿Qué es, sino gracia,
descubrir la fuerza de nuestra oración?
¿Qué es, sino gracia
constatar cómo tú cambias
ante nuestra testaruda insistencia?
¿Qué es, sino gracia,
percibir que nunca están las puertas
de tu corazón cerradas?
¿Qué es, sino gracia,
terminar siendo tratados como hijos
aunque seamos extranjeros?
¿Qué es, sino gracia,
Saber que hasta los "perrillos"
tienen alimento y derecho en casa?
¡Que no me cambien ni expliquen este evangelio!
Quiero sentir el escándalo
de tu propio proceso divino y humano.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 3 de agosto de 2021
Martes, 3 de agosto de 2021
 Martes de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 22-36
Después que sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que 
subieran a la barca y se le adelantaron a la otra orilla, mientras él 
despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a
 solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la
 barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el 
viento les era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, 
viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando
 que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: "¡Animo, soy yo, no 
tengáis miedo! Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia 
ti andando sobre el agua". El le dijo: "Ven". Pedro bajó de la barca y 
echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la 
fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor, 
sálvame". En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué 
poca fe! ¿Por qué has dudado?
En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se 
postraron ante él diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios". Terminada la 
travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, 
apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y
 trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la 
orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La experiencia de muchos cristianos es que rezamos poco y a 
regañadientes. El Evangelio, sin embargo, nos cuenta como Jesús deja a 
la gente y a los discípulos y marcha a la montaña a orar, desde la noche
El mar es símbolo de peligro. Jesús anda sobre el mar, está por encima 
de cualquier inseguridad. Y nosotros, con la fuerza del Espíritu, 
podemos andar con firmeza sobre el mar de la vida. Y si en algún momento
 falla nuestra fe, pidamos ayuda al Señor y agarremos su mano tendida 
para poder seguir caminando.
            “Señor, dame seguridad para avanzar en medio del mar del mundo”
            “Gracias por la fuerza de tu Espíritu”
            “Perdona y cura nuestra falta de fe”
            “Dame humildad para pedirte ayuda y agarrar tu mano”
Con tanta protección,
con tanta garantía,
con tanto amparo,
con tanta defensa,
con tanta muralla,
con tanto derecho,
con tanto seguro,
con tanto capricho...
estamos mal acostumbrados
a bregar por el mar de la vida.
Y cualquier imprevisto,
aún el más trivial y anodino,
–la incertidumbre ante el futuro,
el presentimiento de algo nuevo,
la posibilidad de un cambio,
el miedo a lo desconocido,
un dolor fortuito,
la presencia de extranjeros,
la sospecha de nada concreto...–
nos paraliza o produce recelo.
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Días hay, es cierto,
en que se nos nubla el cielo
y se pone negro el horizonte.
Los reveses de la vida,
los caprichos de la suerte,
los avatares del destino,
la rueda de la fortuna
o los designios de la providencia, ¡qué sé yo!,
son rayos y truenos ,
y tiemblan nuestros corazones.
El auténtico marinero
se crece en la fuerte marejada,
mientras tierra adentro
hay quien se ahoga en un vaso de agua.
Los chaparrones, por fuertes que sean,
sólo duran horas, nunca semanas;
después viene la calma.
a veces es necesario que diluvie,
pues si no, ¿quién nos quitará tanta costra?,
¿quién nos arrancará las entretelas del alma?
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Hay épocas que llueve a cántaros,
y la fuerza del viento huracanado
puede arrastrarnos al desastre:
en unos minutos de inclemencia
destruir la obra laboriosa y paciente
de muchos años de vida y entrega.
Y, entonces, nos tambaleamos,
desconfiamos y andamos a la deriva,
perplejos y angustiados.
¡Señor, sálvanos!
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Florentino Ulibarri
--------------
Confieso que me decepciona
el rumbo de la Iglesia,
Y tras la decepción, ¿qué?
¿Arrancar la cizaña?
¿Cambiar de levadura y masa?
¿Sembrar semilla más llamativa?
¿Tirar la toalla?
¿Bajarse de la barca?
¿Quedarse en la orilla?
¿Hacer caso a los cantos de sirena?
¿Desgranar agravios y penas?
¿Sentirse mártir de la causa?
¿Buscar responsables de las fechorías?
¿Aceptar que es ley de vida?
¿Renunciar a la utopía?
¿Cantar baladas de recogida?
¡Pues, no! Tras la decepción...
¡la indignación!
Más esperanza y utopía;
más riesgo y osadía;
más entrega y carne viva;
más comprensión y buena noticia;
más fe y justicia;
más fortaleza, ternura y vida;
más sacrificio y alegría...
aunque sea preciso
ocupar la calle
y pasar noches en vela,
o pegarse un chapuzón,
o volver a la alfarería,
o arreglar la barca,
o ajustar la dirección,
o cambiar de piel,
y hasta la imagen del Dios que nos guía.
¡Mi Dios amigo
y Señor de tanta travesía!
Florentino Ulibarri (adaptación)
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 2 de agosto de 2021
Lunes, 2 de agosto de 2021
 Lunes de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, El Bautista, 
se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo 
la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos.
Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los 
enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: 
Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que 
vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: No hace 
falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: Si aquí
 no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: Traédmelos."
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco 
panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, 
partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los 
dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron 
doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin 
contar mujeres y niños.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús se quiere alejarse de la gente en barca a un sitio tranquilo y 
apartado. Pero tiene que cambiar sus planes, porque lo siguieron por 
tierra desde los pueblos.
Cuando nos proyectamos un plan, normalmente nos cuesta cambiarlo, sobre todo si reduce nuestra tranquilidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús vio a la gente, sintió lástima y actuó. Sin embargo, en muchas 
ocasiones no queremos ver la necesidad de la gente, no queremos 
enterarnos del sufrimiento de muchas personas. Y cuando vemos y sentimos
 lástima, no damos el paso siguiente: la acción, el compromiso. Nos 
parece que no podemos hacer nada. Y nos guardamos nuestros cinco panes y
 nuestros dos peces.
¿Te detienes a mirar, a descubrir el dolor de las personas?
¿Te dejas conmover?
¿Tu compasión es activa o se contenta con el lamento?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Tu poder multiplica la eficacia de la humanidad
y crece cada día en nuestras manos
la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: -Venid y trabajad.
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: -Llenadla de pan.
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: - Construid la paz.
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: -Levantad la ciudad.
Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: - Es tiempo de crear.
Escucha a esta hora el rumor del trabajo
con que tantas personas se afanan en tu heredad.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo
Por los siglos. Amén.
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 1 de agosto de 2021
Domingo, 1 de agosto de 2021
 Domingo de la 18ª semana del t.o.B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,24-35
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos 
estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al 
encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: —«Maestro, 
¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les contestó: —«Os lo aseguro, me 
buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta 
saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento 
que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues
 a éste lo ha sellado el Padre, Dios.»
Ellos le preguntaron: —«Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?»
Respondió Jesús: —«La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.»
Le
 replicaron: —«¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? 
¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como 
está escrito: "Les dio a comer pan del cielo.”»
Jesús les replicó: 
—«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es 
mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios 
es el que baja del cielo y da vida al mundo.»
Entonces le dijeron: —«Señor, danos siempre de este pan.»
Jesús les contestó: —«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A Jesús le sigue mucha gente, pero muchos lo hacen por el pan que comieron, por interés. ¿Por qué sigo yo a Jesús?
Ayúdame a clarificar mis intenciones.
purifica mis sentimientos,
santifica mis pensamientos
y bendice mis esfuerzos,
para que todo en mi vida
sea de acuerdo a tu voluntad.
Tengo tantos deseos contradictorios...
Me preocupo por cosas
que ni importan ni son duraderas.
Pero sé que si te entrego mi corazón
haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.
En todo lo que hoy soy,
en todo lo que intente hacer,
en mis encuentros, reflexiones,
incluso en las frustraciones y fallos,
y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello,
haz que ponga mi vida en tus manos.
 
Señor, soy todo tuyo.
Haz de mí lo que Tú quieras.
Amén.
 Jesús
 hizo muchos signos delante de los judíos, pero ellos no se cansan de 
pedir señales, pruebas... Nosotros también pedimos pruebas para creer. 
La mejor prueba es Él mismo. Si te acercas a Él, serás más libre, 
crecerá tu esperanza, tu ilusión... ¿Qué dices a Dios?
Moisés 
alimentó a los israelitas, pero el que verdaderamente dio el pan fue 
Dios. Muchas personas nos ofrecen su ayuda, su palabra, su aliento. A 
través de esas personas Dios mismo nos socorre, nos habla, nos anima...
            “Señor, tú eres el origen de todo bien. Gracias”
            “Haznos instrumentos de tu amor en el mundo”
Todo
 lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios. Todo es gracia. Y entre 
todas las gracias hay una especial, que destaca por encima de otras: 
Jesucristo. Jesucristo es Dios mismo, que se nos da como pan para saciar
 nuestra hambre.
            “No sólo nos das cosas, Señor, Tú mismo te nos entregas. Gracias”
            “Ensancha nuestra generosidad, ayúdanos a entregar la vida”
            “Perdona nuestra falta de gratitud y de generosidad”
Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega...
y Tú nos dices: Yo soy el pan de Vida, Tomad y comed gratis.
La oración en un banquete, la Eucaristía es una fiesta;
servir a los pobres y trabajar en tu viña, un regalo increíble.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
 
