lunes, 2 de agosto de 2021

Lunes, 2 de agosto de 2021

 Lunes de la 18ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, El Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos.
Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: Traédmelos."
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús se quiere alejarse de la gente en barca a un sitio tranquilo y apartado. Pero tiene que cambiar sus planes, porque lo siguieron por tierra desde los pueblos.
Cuando nos proyectamos un plan, normalmente nos cuesta cambiarlo, sobre todo si reduce nuestra tranquilidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Jesús vio a la gente, sintió lástima y actuó. Sin embargo, en muchas ocasiones no queremos ver la necesidad de la gente, no queremos enterarnos del sufrimiento de muchas personas. Y cuando vemos y sentimos lástima, no damos el paso siguiente: la acción, el compromiso. Nos parece que no podemos hacer nada. Y nos guardamos nuestros cinco panes y nuestros dos peces.
¿Te detienes a mirar, a descubrir el dolor de las personas?
¿Te dejas conmover?
¿Tu compasión es activa o se contenta con el lamento?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Tu poder multiplica la eficacia de la humanidad
y crece cada día en nuestras manos
la obra de tus manos.

Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: -Venid y trabajad.

Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: -Llenadla de pan.

Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: - Construid la paz.

Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: -Levantad la ciudad.

Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: - Es tiempo de crear.

Escucha a esta hora el rumor del trabajo
con que tantas personas se afanan en tu heredad.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo
Por los siglos. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 1 de agosto de 2021

Domingo, 1 de agosto de 2021

 Domingo de la 18ª semana del t.o.B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,24-35

En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: —«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les contestó: —«Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.»
Ellos le preguntaron: —«Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?»
Respondió Jesús: —«La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.»
Le replicaron: —«¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo.”»
Jesús les replicó: —«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.»
Entonces le dijeron: —«Señor, danos siempre de este pan.»
Jesús les contestó: —«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A Jesús le sigue mucha gente, pero muchos lo hacen por el pan que comieron, por interés. ¿Por qué sigo yo a Jesús?

Ayúdame a clarificar mis intenciones.
purifica mis sentimientos,
santifica mis pensamientos
y bendice mis esfuerzos,
para que todo en mi vida
sea de acuerdo a tu voluntad.

Tengo tantos deseos contradictorios...
Me preocupo por cosas
que ni importan ni son duraderas.
Pero sé que si te entrego mi corazón
haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.

En todo lo que hoy soy,
en todo lo que intente hacer,
en mis encuentros, reflexiones,
incluso en las frustraciones y fallos,
y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello,
haz que ponga mi vida en tus manos.
 

Señor, soy todo tuyo.
Haz de mí lo que Tú quieras.
Amén.
 
Jesús hizo muchos signos delante de los judíos, pero ellos no se cansan de pedir señales, pruebas... Nosotros también pedimos pruebas para creer. La mejor prueba es Él mismo. Si te acercas a Él, serás más libre, crecerá tu esperanza, tu ilusión... ¿Qué dices a Dios?

Moisés alimentó a los israelitas, pero el que verdaderamente dio el pan fue Dios. Muchas personas nos ofrecen su ayuda, su palabra, su aliento. A través de esas personas Dios mismo nos socorre, nos habla, nos anima...
            “Señor, tú eres el origen de todo bien. Gracias”
            “Haznos instrumentos de tu amor en el mundo”
Todo lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios. Todo es gracia. Y entre todas las gracias hay una especial, que destaca por encima de otras: Jesucristo. Jesucristo es Dios mismo, que se nos da como pan para saciar nuestra hambre.
            “No sólo nos das cosas, Señor, Tú mismo te nos entregas. Gracias”
            “Ensancha nuestra generosidad, ayúdanos a entregar la vida”
            “Perdona nuestra falta de gratitud y de generosidad”


Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega...
y Tú nos dices: Yo soy el pan de Vida, Tomad y comed gratis.
La oración en un banquete, la Eucaristía es una fiesta;
servir a los pobres y trabajar en tu viña, un regalo increíble.

Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.

¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.

Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 31 de julio de 2021

Sábado, 31 de julio de 2021

 Sábado de la 17ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 1-12

En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes: "Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él". Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: "Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista". El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Frente al “cada uno que haga lo que quiera”, Juan Bautista denuncia el pecado: Herodes estaba conviviendo con Herodías, esposa de su hermano Felipe. Y el profeta no se calla, aunque sea peligroso para él. Un pecado grave no sólo hace daño a los que lo cometen, perjudica a toda la comunidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Herodías tenía a Juan entre ceja y ceja. Aprovecharía cualquier ocasión para acabar con él. ¿No hacemos a veces nosotros cosas semejantes? Si alguien nos dice algo que nos sienta mal, aunque sea verdad, nos duele y a veces esperamos la ocasión para vengarnos.
Herodes jura un despropósito y después no es capaz de rectificar, por miedo a quedar mal. ¡Cuantas veces somos esclavos de nuestros errores!
Pedimos perdón y fuerza para superarnos.
Damos gracias por saber perdonar y rectificar.

Señor, enséñanos a encajar la cruz de cada día; la cruz que exige el amor a los que más sufren y a todas las personas; la cruz que conlleva la lucha por la verdad, por la justicia, por la paz; la cruz que nos viene cuando somos fieles a Ti y a tu Evangelio.

Estas cruces nos resultan pesadas, Señor, pero sufrimos más cuando nos encerramos en nosotros mismos, cuando somos testarudos, egoístas y nos dejamos llevar por la envidia o el rencor.

Señor, danos sabiduría para tener siempre presente que la cruz por amor merece la pena, nos hace más humanos, nos acerca a Ti y da vida a cuantos nos rodean. En cambio, el sufrimiento que nos trae el pecado es más grande y enteramente inútil.

Señor, enséñame a sufrir como tú y contigo.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 30 de julio de 2021

Viernes, 30 de julio de 2021

Viernes de la 17ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 54-58

En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: "¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?".Y aquello les resultaba escandaloso.
Jesús les dijo: "Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta". Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Jesús es rechazado como profeta en su propia tierra, entre los más próximos. ¿Cómo recibimos nosotros a los profetas? ¿Cómo recibimos a los profetas de nuestra tierra, de nuestra familia, de nuestro lugar de trabajo?
            “Enséñanos a reconocer tu voz en las personas más cercanas”
            “Que sepamos acoger la verdad, venga de donde venga”


Si tratamos de decir la verdad, si denunciamos las injusticias, si anunciamos el Evangelio, recibiremos el mismo trato que recibió Jesús en su pueblo. ¿Estamos dispuestos?
            “Danos un Espíritu fuerte para ser fieles,
             para ser testigos del Evangelio en nuestros ambientes,
             aunque no se entienda, aunque nos critiquen.
             Gracias por las personas que son capaces de dar la vida
             en la misión de anunciar tu Reino y luchar contra el mal”


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La fe es abandonarse total y confiadamente en manos de Dios, sin esperar a verlo todo claro.
Auméntanos la fe.

La fe es depositar la propia vida en manos del auténtico Señor: Dios. Saber, aceptar y reconocer la propia pequeñez.
Auméntanos la fe.

La fe es el salto libre del trapecista en el vacío, seguro de encontrarse con las manos de Amigo.
Auméntanos la fe.

La fe es poner a Dios como único absoluto de la propia vida.         
Auméntanos la fe.

La fe es la brújula que orienta la vida, que la pone de cara al "norte", de cara a la felicidad y la justicia, de cara a Dios.
Auméntanos la fe.

La fe es abrirse a hacer la voluntad de Dios, que busca siempre nuestro bien y felicidad.
Auméntanos la fe.

La fe es atreverse cada día a tocar a Dios, seguros de que Él nos dará su fuerza.
Auméntanos la fe.

La fe es poner en manos de Dios los problemas de las personas que amamos y, a la vez, ponerse manos a la obra para solucionarlos.
Auméntanos la fe.

La fe es aceptar a Dios como respuesta, no siempre fácil ni evidente, a los interrogantes del ser humano.
Auméntanos la fe.

La fe es soñar despierto, arriesgar la vida, vivir en un sano inconformismo; es saber amar y esperar que es posible lo imposible.
Auméntanos la fe.

Fe es creer en la fuerza del débil, en el poder transformador de la oración, en la “eficacia” de la acción que sólo Dios ve.
Auméntanos la fe.

La fe es la llave que abre nuestro corazón para que Dios pueda curarlo y trasformarlo, llenarlo de de alegría, de compasión y de amor.
Auméntanos la fe.

Fe es esperar que después de cada noche amanece un nuevo día; que tras la muerte nos una Vida Nueva.
Auméntanos la fe.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 29 de julio de 2021

Jueves, 29 de julio de 2021

 Santa Marta

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 11,19-27

En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá."
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará."
Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día."
Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?"
Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Marta está rota por el dolor. La muerte de su hermano Lázaro le pesaba como una losa. Pero cuando se entera de que Jesús está llegando, sale para acogerlo.

En sus primeras palabras se mezclan la fe y el reproche: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”.

Señor:
demasiados interrogantes,
dudas y oscuridades;
a veces, demasiados golpes,
heridas y fracasos,
como para no protestar
y plantearte pleito.

Me enfado y quejo,
te reprocho, te increpo
y levanto la voz,
te acuso de ambiguo y tramposo
y me enfrento a ti sin autocensura,
mantengo el pleito.

Y Tú, no te incomodas
ni te impacientas,
ni rompes los lazos de seducción y amor
que un día forjaste;
toleras nuestras impertinencias
aunque se repitan.

Pero no sé si te ríes
o eres todo misericordia
rompiendo nuestros esquemas.

Quizá te agrade nuestra libertad,
frescura y rebeldía,
y temas más el silencio
y la incomunicación de tus hijos
que nuestros cuestionamientos
y salidas de tono.

Sabes que este pulso sucede,
aunque no lo parezca,
en nuestro huerto y bodega;
y que es reflejo de nuestra trayectoria vital
que se asemeja a un arco de tiro
que, al tensarse, une los dos extremos
con los que juega y se manifiesta.

Cuanto más nos tensamos,
más juntos están en nosotros
la rebeldía y la confianza,
la protesta y la obediencia,
el grito y el abrazo,
el no y el amén;
y más veloz sale la flecha
con los anhelos más cálidos y vivos,
dejando las cañadas oscuras,
hacia la tierra prometida
y el regazo de quien le da acogida.

Y después de tantas quejas y protestas,
o en medio de ellas,
la única respuesta que descubrimos
está ya tatuada en la historia
y en la Buena Noticia:
Si tenéis fe,
¡cómo no voy a hacer justicia!

Florentino Ulibarri


En la conversación con Jesús, la fe va ganado la partida al reproche hasta que desaparece el reproche y brilla con toda su fuerza la fe: “Sé que resucitará en la resurrección del último día ... Señor, yo creo que Tú eres el Mesías que tenía que venir.”

A veces, cuando sufrimos no queremos saber nada de Dios. Sin embargo, María nos enseña a acercarnos a Dios, aunque sea para quejarnos. Tenemos que dar la oportunidad a Dios para que poco a poco transforme nuestro dolor en una fe más recia.

¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 28 de julio de 2021

Miércoles, 28 de julio de 2021

 Miércoles de la 17ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 44-46

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Cada persona tiene su forma de valorar lo que tiene y lo que no tiene:
-          Hay cosas que no nos gustan
-          Otras nos parecen buenas sin más
-          Nos gustaría tener algunas
-          Hay cosas por las que estamos dispuestos a hacer un esfuerzo
-          Finalmente, hay tesoros, por los que estaríamos a dar todo lo que tenemos.

¿Qué lugar ocupa en tu corazón y en tu vida la fe, la oración, el compromiso por los necesitados, la comunidad cristiana, la familia...? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

            “Señor, hazme descubrir el valor de la amistad que me ofreces,
             inclina mi corazón a las cosas que de verdad son importantes
             no dejes que entregue mi vida a causas que no merezcan la pena.
             Gracias por el tesoro de la fe, de la oración, de la amistad...
             Hazme capaz de darlo todo por la perla preciosa del Evangelio”

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Señor, la vida está llena de encrucijadas,
llena de caminos que se abren a mi paso,
aunque a veces no soy consciente
y elijo sin pensar, sin darme cuenta,
dejándome llevar por la rutina, por la pereza,
por la prisa, por lo que otros esperan de mí…

Ayúdame a valorar la libertad que me diste
y a utilizarla con responsabilidad;
a rechazar lo malo y elegir lo bueno,
a desenmascarar la mentira y buscar la verdad,
a desechar el rencor y optar por el perdón,
a descartar una vida cerrada a los demás
y construir una vida compartida y entregada.
a vencer al egoísmo y escoger el amor.

Dame luz para encontrar el tesoro escondido,
y valor para renunciar a cuanto me aleje de él.
Ayúdame a escoger, entre lo bueno, lo mejor,
el camino que más me ayude a crecer y ser feliz,
el camino en el que sirva más y mejor,
el camino que me acerque más a ti y a tu amor.

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Te tengo y no te tengo
porque, creyendo en tu palabra,
renuncié a poseer cosas y personas
en mi casa, en mi corazón y en mis entrañas.

Y ahora que vivo así,
huérfano de propiedades,
yermo de posesiones,
sin redes, sin cadenas, sin ventosas,
sin paredes, cárceles y murallas,
sin presiones, sin estafas, sin trampas,
es cuando más rico me encuentro
y más libre me siento
para agarrarte y agarrarme,
para retenerte y retenerme
en este espacio vacío
que es mi casa, mi corazón y mis entrañas,
y que Tú habitas libremente
con ternura infinita, humana y divina,
desde que existe.

Y así, a la contra como quien dice,
la fe empieza a invadirme
por todos los poros, vías y heridas;
y yo me dejo llevar por tu brisa, huellas y melodía
a un encuentro sorprendente.

Gracias porque es posible tenerte y retenerte,
y por tenerme y retenerme
a tu manera, Señor.

¡Esto es un tesoro que merece la pena!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 27 de julio de 2021

Martes, 27 de julio de 2021

 Martes de la 17ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 36-43

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: "Acláranos la parábola de la cizaña en el campo". El les contestó: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A los discípulos más cercanos les cuesta entender a Jesús. Cuando se van a casa preguntan las dudas y Jesús les explica con paciencia.
Es normal que también nosotros tengamos dudas a la hora de entender algunas páginas del Evangelio y tenemos que buscar los medios para poder aclararlas.

Jesús no mantiene con todos la misma relación. Predica a la gente, a la multitud. Comparte momentos de más intimidad con sus discípulos y ellos le preguntan en privado lo que no han entendido. Es más con Juan, Pedro y Santiago mantiene una amistad especial.
No estamos a ser discípulos del montón. Nuestra relación con Jesús ha de crecer cada día en profundidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Jesús nos recuerda el efecto del pecado: la tristeza y la muerte (en esta tierra y por toda la eternidad); y el destino de los que cumplen la voluntad de Dios: la vida junto a Dios.
Es una llamada a la conversión para vivir más felices, más plenamente.

Señor, me impresiona la paciencia
que tienes conmigo y con todos tus hijos.

Cuando te acercas y yo me alejo,
Tú esperas y alientas mi regreso.

Cuando me enfado contigo y con los hermanos,
Tú esperas y sigues ofreciéndome tu mejor sonrisa.

Cuando me hablas y no te contesto,
Tú esperas y sigues ofreciéndome tu palabra.

Cuando no me atrevo a elegir y a renunciar,
Tú esperas y sigues dándome luz y valor.

Cuando me cuesta servir y entregarme,
Tú esperas y das tu vida por mi, sin reservarte nada.

Cuando soy egoísta y no doy buenos frutos,
Tú esperas, me riegas y me abonas.

Cuando me amas y yo no correspondo,
Tú esperas y multiplicas tus gestos de cariño.

En tu paciencia se esconden mis posibilidades de mejorar, de crecer,
de ser yo mismo, de cumplir lo que Tú has soñado para mí, de ser plenamente feliz.

Señor, que no me pase la vida sin aprovechar las oportunidades
que tu paciencia me brinda, para ser cada día menos cizaña y más trigo.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.