Lunes de la 17ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: "El Reino
de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su
huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más
alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas,
y vienen los pájaros a anidar en sus ramas".
Les dijo otra parábola: "El Reino de los cielos se parece a la levadura;
una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo
fermente". Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin
parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta:
"Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la
fundación del mundo".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Mucha gente cree que para cambiar el mundo se necesita dinero y poder.
Jesús nos presenta otro camino en este evangelio, un camino más humilde,
pero a la larga más eficaz:
- Jesús confía en los pequeños compromisos, en los pequeños gestos para que el mundo cambie.
- Tenemos que sembrar el campo del mundo, de la familia, de la Iglesia,
de la economía, del mundo laboral... sin olvidar el campo de nuestro
corazón
- Pero no se puede sembrar cualquier semilla, no se puede echar
cualquier sustancia en la masa. Nuestra semilla es el Evangelio, nuestra
levadura es el amor.
- Hay que tener paciencia. Hay que esperar. La pequeña semilla de
mostaza no se convierte en un gran arbusto en un día. La levadura no
fermenta la masa en un minuto.
¿Qué puedes semillas siembras o podrías sembrar en los ambientes en los
que se desarrolla tu vida? ¿Qué te dice Dios ¿Qué le dices?
Señor, tengo entre mis dedos un grano de mostaza
Es pequeño, como una cabeza de alfiler. Parece insignificante.
Si se hubiese perdido,
nadie habría hecho problema.
nadie se habría enterado.
Es pequeño. Parece insignificante.
Descubierto en el suelo,
es más fácil pisarlo que admirarse,
más fácil despreciarlo
que recogerlo como un pequeño tesoro.
Es pequeño. Parece insignificante.
Aquí está, en mi mano. Solo.
Sin embargo, bajo su piel tostada
encierra un secreto de vida.
En él hay un gran árbol dormido,
en el que las aves podrán anidar
y cuidar a sus polluelos.
Si cada uno sembramos nuestro grano,
junto al del hermano…
tendremos muchos árboles,
un gran bosque que acogerá a una multitud de animales.
Señor,
¿Y si este grano fuera el último que queda en el planeta,
y yo el único responsable de cuidarlo?
¿Y si éste fuese el último grano de mostaza que yo podré sembrar?
¿Qué voy a hacer con este grano?
¿Qué esperas de mí, Señor? ¡Di!
¿Lo encerraré en la urna de un empolvado museo,
etiquetado con su nombre científico?
¿Lo ofreceré como alimento a un pájaro o a una hormiga?
¿Lo enterraré, mientras mi corazón reza por su futuro?
¿Lo sembraré?
Sí. Lo importante es sembrar.
Y confiar en la tierra que lo acoge
y en Ti, Señor, que lo harás crecer.
Sin que yo sepa cómo,
tu fuerza lo convertirá en un árbol precioso.
Señor, el grano de mostaza que acojo en el cuenco de mi mano
es mi sonrisa, mi tiempo, mi trabajo, mi alegría, mi fe, mi vida, mi amor.
Señor, dame generosidad para sembrar, para sembrarme.
Dame paciencia, confianza y fe, para esperar los mejores frutos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 26 de julio de 2021
Lunes, 26 de julio de 2021. San Joaquín y Santa Ana
domingo, 25 de julio de 2021
Domingo, 25 de julio de 2021
Santiago Apóstol
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 20,20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó: "¿Qué deseas?"
Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda."
Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?"
Contestaron: "Lo somos."
Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi
izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo
tiene reservado mi Padre."
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos
los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre
vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro
servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro
esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan,
sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Santiago y su hermano se acercan a Jesús acompañados por su madre,
buscando honores y privilegios. Sin embargo, el Señor les va cambiando
el corazón, poco a poco descubren que ser grande y ser servidor es lo
mismo y que el mayor título de un seguidor es dar la vida como el
Maestro.
“Señor, a veces te seguimos buscando sólo ventajas
cambia nuestro modo de pensar
y haznos buenos seguidores tuyos.”
No sabemos porque se enfadan los otros discípulos. Quizá ellos estén
buscando lo mismo que los Zebedeos, aunque no se atrevan a expresarlo.
En todo caso, esa no es la actitud adecuada, el que está equivocado
necesita comprensión y paciencia. Sólo así podrá cambiar.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Santiago, como todos los apóstoles, es mensajero del Evangelio. Según
dice la tradición, evangelizó España, en medio de toda clase de
dificultades. Hoy es un buen día para dar gracias a Dios por el tesoro
del Evangelio, anunciado por Santiago y por los cristianos que tomaron y
transmitieron la antorcha de la fe hasta llegar a nosotros, una
antorcha que tenemos que seguir transmitiendo. Buenos días!!!! En la
fiesta del apóstol Santiago, compartimos esta oración:
Señor
Jesús, Tú me llamas, como llamaste a Santiago, cuando estaba en la
barca con su padre y su hermano. Y yo quiero responderte como él, sin
excusas, sin dejarlo para mañana; quiero responder a tus llamadas, a las
llamadas de la conciencia y de los hermanos, con prontitud,
inmediatamente.
Señor, tu cercanía, tu amor, tus palabras
cambiaron radicalmente la vida del Apóstol. Aquel hombre violento, hijo
del trueno, buscador de grandezas, dispuesto a pedir fuego del cielo
para consumir una ciudad que no te recibió; no muchos años después,
cuando llegó el momento de morir martirizado, no se echó atrás y lo dio
todo. Ayúdanos a estar cerca de ti, a acoger tu Palabra y tu amor, para
que nuestra vida cambie, como se transforma el barro en manos del
alfarero.
Señor, Tú hiciste de Santiago un gran evangelizador.
Con la ayuda de la Virgen, tuvo claro que no se podía guardar para sí el
tesoro de su fe y la anunció con mucho valor a pesar de dificultades y
persecuciones, convencido de que cuantos más reciban la gracia, mayor
será el agradecimiento, para gloria de Dios Padre. Qué nuestras palabras
y nuestros compromisos, nuestra alegría y nuestra esperanza anuncien a
todos que Tú, Jesús, eres el Amor que siempre nos acompaña y nos salva y
el Camino que nos conduce a la Felicidad más grande.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 24 de julio de 2021
Sábado, 24 de julio de 2021
Sábado de la 16ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 24-30
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: El reino de
los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio
del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga
apareció también la cizaña.
Entonces fueron los criados a decirle
al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale
la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le
preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
Pero él les
respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el
trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega,
diré a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas
para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'"
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El trigo y la cizaña conviven en el mismo campo, en la misma espiga,
y a veces hasta en el mismo grano. En esta tierra nadie es trigo puro o
pura cizaña. Por eso, no conviene actuar con precipitación, no sea que
queriendo arrancar la cizaña, arranquemos también el trigo. Pero no todo
da lo mismo. Al final la cizaña se quemará y el trigo se recogerá en el
granero.
Nosotros, cada uno de nosotros somos ese campo en el
que Dios siempre la semilla y el enemigo la cizaña. El campo nada puede
hacer para librarse de la cizaña, nosotros, en cambio, podemos
acercarnos al sembrador de trigo o al de cizaña.
A veces somos
cizaña, sembradores de cizaña en nuestros ambientes. Y estamos llamados a
ser trigo, el trigo que Dios siembra en el campo del mundo.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¡Qué fácil vemos lo negativo de los demás!
Esta es la fragilidad del ser humano. Así nos creaste, Señor,
con maravillas y deficiencias, con generosidades y roñoserías,
con excesos y con defectos, con luces y con sombras.
Tú nos has entretejido en las entrañas maternas,
Tú tienes cada uno de nuestros cabellos contados,
Tú nos envuelves con tu abrazo,
Tú sabes más de nosotros que nosotros mismos…
Ayúdanos, Padre, a aceptarnos del todo,
a reconocer nuestras deficiencias,
a alegrarnos de nuestras cualidades personales y únicas,
a desarrollar contigo todo el potencial inmenso
que has puesto en cada uno,
a animar a que otros también desarrollen el suyo.
Enséñanos, Padre,
a perdonarnos los errores,
a convivir con nuestras incoherencias,
a ser misericordiosos con nuestra naturaleza humana
para así serlo aún más con los otros hermanos,
que también llevan el peso de su propia fragilidad y maravilla.
Gracias por crearnos así, con trigo y con cizaña, Padre.
Mari Patxi Ayerra y Álvaro Ginel
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 23 de julio de 2021
Viernes, 23 de julio de 2021
Santa Brígida, patrona de Europa
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo
soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío
que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que
dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he
hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede
dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que
permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no
podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el
sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo
que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que
deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es la Vid, es la Vida. Nosotros somos los sarmientos y por
nuestras venas corre la misma Vida de Jesús... si permanecemos unidos a
Él.
Permanecer no es estar a ratos, cuando me apetece, cuando lo
necesito, cuando no tengo más remedio... El verbo permanecer es amigo
del sustantivo fidelidad y del adverbio siempre.
A veces,
“permanecer en Jesús” nos suena a castigo, a imposición, a condena. Si
lo vivimos así, no conocemos todavía el corazón de Dios. Permanecer es
un regalo, un tesoro, el mejor tesoro, que Él nos ofrece
incondicionalmente para que demos fruto, para que nuestra vida tenga
sentido.
Con toda la buena voluntad del mundo comenzamos
compromisos, queremos mejorar nuestro mundo, participamos en grupos de
fe, en parroquias y movimientos, tratamos de ser cada día mejores...
Queremos cosas buenas y trabajamos por ellas, pero olvidamos lo
fundamental, lo imprescindible: estar unidos a Jesús. Sin Él no podemos
hacer nada.
“Santa Brígida, ayúdanos a seguir tu ejemplo, a permanecer siempre unidos a Jesucristo”
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Quiero
ser verdadero sarmiento, sarmiento que permanece pegado a la parra que
lo sostiene, y que, por ella, recibe el alimento para mantenerse vivo y
fecundo.
Quiero ser sarmiento que se limpia de todo aquello que
le amenaza arrancarlo de la vid, de la vid que le da la savia verdadera
para fertilizarse y dar hermosos frutos.
Quiero ser sarmiento que
recibe la poda necesaria para quedar siempre bien injertado en la vid,
sin peligro de ser arrancado por los temporales, la sequía o las malas
hierbas que lo destruyen y alejan de su tronco verdadero.
Quiero
ser injerto tuyo, Dios mío, para que nunca tu Amor quede cortado en el
camino a mi corazón, y siempre esté regado por tu bendición y tu
compasión. Quiero ser sarmiento que vive de su Viña y que da los frutos
que la Viña espera. Buenos frutos que sacian el hambre y la sed de los
que se acercan a ella. Amén.
------------------
Porque nuestros proyectos se desmoronan y fracasan
y el éxito no nos llena como ansiamos.
Porque el amor más grande deja huecos de soledad,
porque nuestras miradas no rompen barreras,
porque queriendo amar nos herimos,
porque chocamos continuamente con nuestra fragilidad,
porque nuestras utopías son de cartón
y nuestros sueños se evaporan al despertar.
Porque nuestra salud descubre mentiras de omnipotencia
y la muerte es una pregunta que no sabemos responder.
Porque el dolor es un amargo compañero
y la tristeza una sombra en la oscuridad.
Porque esta sed no encuentra fuente
y nos engañamos con tragos de sal.
Al fin, en la raíz, en lo hondo, sólo quedas Tú.
Sólo tu Sueño me deja abrir los ojos,
sólo tu Mirada acaricia mi ser,
sólo tu Amor me deja sereno,
sólo en Ti mi debilidad descansa
y sólo ante Ti la muerte se rinde.
Sólo Tú, mi roca y mi descanso
Javier Montes Maury, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 22 de julio de 2021
Jueves, 22 de julio de 2021
Santa María Magdalena
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 20,1.11-18
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer,
cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera,
junto al sepulcro, estaba María, llorando.
Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de
blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había
estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?"
Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto."
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré."
Jesús le dice: "¡María!"
Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!"
Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a
mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y
Dios vuestro."
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María Magdalena había sido curada por Jesús. Era una mujer agradecida.
Amaba a Jesús con toda la fuerza de su corazón. María sigue a Jesús
cuando es abandonado por casi todos. Lo acompaña cuando Jesús sube al
Calvario, es testigo de su muerte, está allí cuando es colocado en el
sepulcro. Y en la mañana del domingo María la encontramos junto al
sepulcro de Jesús, llorando.
“Señor, dame un corazón agradecido que sepa amarte”
“Dame la fuerza de tu Espíritu para acompañarte siempre”
“También a mí me has curado. Te amo, Señor. Gracias”
María ama, pero no cree que Jesús pueda estar vivo. Su pena y sus
lágrimas no le dejan ver claro: no se da cuenta de que le hablan dos
ángeles, confunde al Señor con el hortelano...
Jesús la llama por su nombre: ¡María! Y aquella mujer se vuelve, clava
su mirada en Jesús, su corazón se estremece y las lágrimas de la pena
toman el brillo de la alegría: ¡Maestro!
El Señor pronuncia tu nombre. Escúchalo en el silencio del corazón para
que tu alegría sea como la de María, y seamos, como ella, testigos de su
resurrección.
“También a mí me llamas por mi nombre. Te escucho, Señor”
Señor, tú expulsaste siete demonios de María Magdalena y, hoy,
ahuyentas de mi corazón miedos y desesperanzas, egoísmos y tristezas.
Gracias, Señor, por lo que hiciste con Magdalena y por lo que haces por
mí.
Señor, María Magdalena fue agradecida, te amaba con todo su
corazón de mujer y dedicó toda su vida a seguirte y servirte. Que
también yo, Señor, sea agradecido, te ame, te siga con confianza y te
sirva con generosidad.
Señor, Magdalena estuvo siempre a tu lado,
en tu pasión, muerte y sepultura. Que también yo esté junto a Ti, en
los que sufren, cuando no te sienta cerca y cuando la fe me traiga más
problemas que satisfacciones.
Señor, tú premiaste la fidelidad de
la Magdalena saliendo a su encuentro después de tu resurrección, para
convertir su duelo en danzas. Señor, que también yo encuentre en Ti la
alegría, la paz y la esperanza.
Señor, tú confiaste a María
Magdalena la misión de anunciar tu resurrección y cuentas conmigo para
transmitir tu vida nueva. Señor, dame tu Espíritu, para cumplir esta
misión con la alegría y la entrega de María Magdalena. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 21 de julio de 2021
Miércoles, 21 de julio de 2021
Miércoles de la 16ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 1-9
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él
tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se
quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: Salió el sembrador a sembrar. Al
sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo
comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como
la tierra no era profunda, brotó de seguida; pero, en cuanto salió el
sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos que oiga."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Salió Jesús de su casa, salió de la casa del Padre para encontrarse con
la humanidad, con nosotros. En la oración, Dios toma siempre la
iniciativa. Podríamos decir que Dios nos reza, nos llama, antes que
nosotros le respondamos. La oración es don de Dios.
“Señor, gracias por acercarte a mí. Gracias por poder orar”
Y la gente acudió. Dios se acerca, pero también nosotros tenemos que
acercarnos, tenemos que salir de nuestra casa, de nuestras tareas
cotidianas, incluso de los lugares habituales para encontrarnos con
Jesús. La oración es tarea nuestra.
“Señor, perdona y cura nuestra pereza para rezar”
“Danos fuerza para salir a tu encuentro cada día”
Les hablaba en parábolas, con sencillez, con ejemplos que pudieran
entender, acomodándose a su forma de ser... También nosotros estamos
llamados a anunciar el evangelio con un lenguaje apropiado, que pueda
ser comprendido.
“Señor danos sabiduría para proclamar el Evangelio”
Siembra,
lo importante es sembrar
-poco, mucho, todo -
el grano de la esperanza.
Siembra tu alegría,
para que resplandezca
a tu alrededor.
Siembra tu energía,
para enfrentar con fortaleza
las batallas de la vida.
Siembra tu coraje,
para alentar el coraje
de los otros.
Siembra tu entusiasmo,
tu fe o tu amor.
Siembra las cosas mínimas,
aquello que parece no contar.
Siembra y ten confianza:
cada grano enriquecerá
un rinconcito de la tierra.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 20 de julio de 2021
Martes, 20 de julio de 2021
Martes de la 16ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 12, 46-50
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la
gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de
hablan con él. Uno se lo avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están fuera
y quieren hablar contigo."
Pero él contestó al que le avisaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
Y,
señalando con la mano a los discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis
hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi
hermano, y mi hermana, y mi madre."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús amaba con todo el corazón a su madre y a los suyos. Sin embargo,
nunca se deja encerrar en los muros de la familia. Jesús tiene una
familia más amplia, abierta a todos.
“Señor no dejes que nuestras familias, nuestras comunidades
y nuestros grupos se encierren en sí mismos.
Concédenos amar como tú a los más cercanos
y a los que no son de nuestra sangre”.
Para
formar parte de la familia de Jesús es preciso cumplir la voluntad del
Padre. María fue la criatura que mejor cumplió la voluntad del Padre,
por eso es de la familia de Jesús por partida doble: por ser la mujer
que lo acogió en sus entrañas y lo dio a luz y por vivir siempre de
acuerdo con la Palabra del Padre.
“Gracias Jesús por acogerme en tu familia”
“Virgen María, enséñame a cumplir la voluntad del Padre”
Quiero ser dueño de mi camino y vida,
no renunciar a la libertad alcanzada,
gozar de tantas cosas buenas,
entregarme a los míos,
y tener esa serena paz del deber bien cumplido.
Pero también puedo ser... discípulo.
Puedo cargar con mi cruz, quizá con la tuya;
también complicarme la vida
y complicársela a otros con osadía,
hablar de la buena noticia
y soñar nuevas utopías.
Pero también puedo ser... discípulo.
Anhelo hacer proyectos,
proyectos vivos y sólidos
para un futuro solidario;
deseo ser eficaz, acertar,
dar en el clavo y ayudar.
Pero también puedo ser... discípulo.
Soy capaz de pararme y deliberar,
escuchar, contrastar y discernir;
a veces, me refugio en lo sensato,
otras, lanzo las campanas al vuelo
y parece que rompo moldes y modelo.
Pero también puedo ser...discípulo.
No siempre acabo lo que emprendo;
otras arriesgo y no acierto,
o me detengo haciendo juegos de equilibrio;
me gusta apuntarme a todo
y dejar las puertas abiertas, por si acaso.
Me asusta tu oferta, consejos y preguntas....
Pero también puedo ser...discípulo.
Podría seguir así,
tirando más o menos como hasta ahora:
manteniendo el equilibrio prudentemente,
justificando mis opciones dignas,
diciendo sí cuando todo es a medias,
dejándome llevar por la corriente,
buscando seguridad en meras insinuaciones...
Pero también puedo ser...discípulo.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.