San Isidoro
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco
se enciende una vela para ponerla debajo del celemín, sino para ponerla
en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesucristo
nos ha traído la mejor sal y la luz más clara: su Evangelio, su vida.
El Evangelio de Jesús da sabor de esperanza, de fraternidad, de fe al
mundo. La vida de Jesús ilumina nuestra existencia y nos ayuda a
descubrir cómo somos en realidad y cómo podríamos ser...
“Gracias Señor por ser la sal de mi vida”
“A veces no me dejo iluminar por ti. Perdóname”
“Que no me aparte nunca de tu luz, Señor”
Pero
la sal y la luz de Jesucristo no son sólo para nuestro disfrute
personal. Él nos dice: Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del
mundo. Tu parroquia ha de ser sal y luz en el barrio, tú tienes que ser
sal y luz en medio de tu familia, de tus amigos, como lo fue San Isidoro
en su tiempo.
Sin embargo, en muchas ocasiones nos
parece que no podemos ser sal y luz de nada. Nos paraliza nuestra
pequeñez, nuestros pecados... No da miedo ir en contra de la corriente,
en contra de una corriente muy fuerte. Jesús conoce nuestra debilidad y
sabe bien de la fuerza del mal, pero confía en nosotros y nos envía. Es
posible ser sal y luz desde la pequeñez. Si confiamos y nos apoyamos en
Él, su fuerza se manifestará en nuestra debilidad.
¿Cómo eres y cómo podrías ser sal y luz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
De San Isidoro es esta oración preciosa:
¡Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo!
¡Aquí estamos, reunidos en tu presencia!
Limitados sí, por la malicia del pecado,
pero confiados al reunirnos en tu nombre.
Ven y quédate con nosotros:
dígnate infundirte en lo más íntimo de nuestros corazones.
Enséñanos en qué tenemos que ocuparnos,
hacia dónde hemos de dirigir nuestros esfuerzos,
haznos saber lo que debemos realizar;
para que con tu ayuda te podamos agradar en todo.
Sé tú sólo quien inspires
y lleves a feliz término nuestras decisiones;
Tú que sólo con Dios Padre y su Hijo
posees el nombre glorioso.
No permitas que seamos
perturbadores de la justicia,
Tú que amas, sobre todo la equidad
en sumo grado.
Que la ignorancia no nos arrastre al mal,
ni el aplauso nos desvíe,
ni nos corrompa el interés de lucro,
o la preferencia de personas;
antes bien, únenos a Ti de modo eficaz
por el don de tu sola gracia.
Que seamos uno en Ti
y en nada nos apartemos de la verdad.
Y por hallarnos reunidos en tu nombre,
podamos en todo mantener la justicia,
guiados por el amor filial, para que aquí y ahora
nuestro dictamen en nada disienta de Ti,
y en lo venidero consigamos la eterna recompensa
por haber actuado conforme a tus designios.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 26 de abril de 2021
Lunes, 26 de abril de 2021
domingo, 25 de abril de 2021
Domingo, 25 de abril de 2021
Domingo de la 4ª semana de Pascua B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 10, 11‑18
En aquel tiempo, dijo Jesús:
—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el
asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo,
abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es
que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen,
igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por
las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las
tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo
Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder
recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo
poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he
recibido de mi Padre.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es nuestro pastor. Ha dado la vida por su rebaño, por cada una de
las ovejas, nos ha defendido en los peligros. A él le importamos de
verdad. Podemos recordar momentos de nuestra vida en los que hemos
sentido la mano del buen Pastor, amorosa y fuerte a la vez. Damos
gracias.
El propósito de Jesús es claro: que haya un solo rebaño y un solo
pastor. Y murió en la cruz para que todos sean uno. Los cristianos, como
Jesús, trabajamos por la unidad de nuestras familias, de nuestros
pueblos y ciudades, de la comunidad cristiana, de la Iglesia entera.
Pedimos perdón por las divisiones que provocamos; damos gracias por el
don de la unidad. Pedimos fuerza para ser instrumentos de unidad.
Jesús da su vida libremente. Sabe que la está jugando cada vez que
habla, cada vez que actúa. Es fiel al mandato del Padre, aunque le
cueste. ¿Qué te dice Jesús? ¿Qué le dices?
En este domingo del Buen Pastor, rezamos por los pastores de la Iglesia, por las vocaciones al sacerdocio, por los seminaristas.
Salmo 22
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tu vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Gloria al Padre...
-----------------------------
El Señor es mi pastor,
nada me falta.
En verdes prados me apacienta,
me conduce hacia fuentes de descanso
y repara mis fuerzas.
Conoce mi corazón y mis entrañas,
mis proyectos e ilusiones,
me guía por caminos de justicia,
me enseña los tesoros de la vida
y silba canciones de alegría,
por el amor de su nombre.
Aunque pase por cañadas oscuras
no tengo miedo a nada,
pues él está junto a mí
protegiéndome de ideologías
y huecas promesas,
de trampas y enemigos,
Su vara y su cayado me dan seguridad.
Aunque mis trabajos sean duros y urgentes
no me agobio ni pierdo la paz,
pues su compañía procura serenidad a mi obrar,
plenifica mis anhelos y mi ser,
y hace inútil todo febril activismo.
Cada día, con gracia renovada,
pronuncia mi nombre con ternura
y me llama junto a él.
Cada mañana me unge con perfume;
y me permite brindar, cada anochecer,
con la copa rebosante de paz.
El Señor es mi pastor.
Él busca a las que están perdidas,
sana a las enfermas,
enseña a las erradas,
cura a las heridas,
carga con las cansadas,
alimenta a las hambrientas,
mima a las preñadas
y da vida a todas.
¡El Señor es el único líder que no avasalla!
Él hace honor a su nombre
dando a nuestras vidas dignidad y talla.
Nada temo a los profetas de calamidades,
ni a la tiranía de los poderosos,
ni al susurro de los mediocres,
¡porque tú vas conmigo!
Has preparado un banquete de amor fraterno
para celebrar mi caminar por el mundo.
En él me revelas quiénes son tus preferidos
y cuáles han de ser mis sendas del futuro.
¡Gracias al Señor que me crea, sostiene y guía
con su presencia cargada de vida!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 24 de abril de 2021
Sábado, 24 de abril de 2021
Sábado de la 3ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: "Este
modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?" Adivinando Jesús que
sus discípulos lo criticaban, les dijo: "¿Esto os hace vacilar?, ¿y si
vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es
quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho
son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen." Pues
Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a
entregar. Y dijo: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el
Padre no se lo concede."
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a
ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También vosotros
queréis marcharos?" Simón Pedro le contestó: "Señor, ¿a quién vamos a
acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos
que tú eres el Santo consagrado por Dios."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En ocasiones se nos hace inaguantable continuar con un compromiso;
parece que ser cristiano y ser miembro activo de la Iglesia no merece la
pena. A veces hasta creer en Dios nos resulta una ilusión inútil.
Entonces Jesús se acerca a nosotros en la oración, a través de un amigo o
de cualquier otro modo... y nos dice: ¿también vosotros queréis
marcharos?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús nos anima a creer, a amar, a permanecer en su Iglesia. Y nos pide
que también nosotros hagamos lo mismo: “fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed
fuertes, no temáis” (Is 35,3-4)
Un día decidimos subir a tu barca,
confiarte el timón.
Desde entonces
navegamos por la vida
y escuchamos sonidos diversos,
el ruido del trueno
que anuncia la tormenta,
los cantos de sirena
que prometen paraísos imposibles,
el bramido de un mar poderoso
que nos recuerda nuestra fragilidad,
las conversaciones al atardecer
con distintos compañeros de viaje,
los nombres de lugares
que aún no hemos visitado,
y los de aquellos sitios
a los que no volveremos.
A veces nos sentimos tentados
de abandonar el barco,
de cambiar de ruta,
de refugiarnos en la seguridad
de la tierra firme.
Pero, Señor,
¿a quién iremos…
si solo tú puedes ayudarnos
a poner proa
hacia la tierra del amor
y la justicia?
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 23 de abril de 2021
Viernes, 23 de abril de 2021. San Jorge
Viernes de la 3ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: "¿Cómo puede éste
darnos a comer su carne?" Entonces Jesús les dijo: "Os aseguro que si no
coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis
vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera
comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi
sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo
vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es
el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo
comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre." Esto lo
dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los judíos no entendían las palabras de Jesús. Nosotros las podemos
comprender mejor: sabemos que Jesús está hablando de la Eucaristía. En
la Eucaristía Jesús nos da a comer su cuerpo y su sangre.
La Eucaristía es el alimento principal del cristiano. Por la Eucaristía,
la vida y la fuerza de Jesús, es también nuestra vida y nuestra fuerza.
Si no nos alimentamos de Cristo, no podemos ser buenos cristianos.
Los enamorados se comen a besos, con la mirada. Nada les alimenta más
que estar juntos. Viven el uno para el otro. Disfrutan amando al otro,
dejándose amar por el otro, amando juntos... Algo semejante es la
relación que Jesús nos propone.
Señor, gracias por ser nuestro pan,
porque te dejas comer por nosotros,
porque nos ofreces tu vida entera
para que vivamos por tu Amor,
como Tú vives del Amor del Padre.
Danos, cada día, sabiduría y humildad,
para no vivir de mí y de mi vanidad;
de mis deseos de poder y de poseer,
de la satisfacción de mis caprichos;
para vivir de Ti y de tu Amor;
Que cada día, Señor, sepa acoger,
como un mendigo que se sabe afortunado,
tu Luz, que me ayuda a ver la verdad y la mentira,
tu Fuerza, que me sostiene,
tu Palabra, que me recuerda quién soy y para qué he nacido,
tu Mano, que me defiende,
tu Sabiduría, que me conduce a la Vida,
tu Mirada, que me da la Paz que a veces no tengo,
tu Eucaristía, tu pan y tu vino,
que alimenta mi hambre de amor y de alegría.
de entregar mi tiempo y mi vida entera,
como Tú y siempre contigo.
Amén.
--------------------
Cristo conmigo,
Cristo dentro de mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo delante de mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo en mi casa,
Cristo en mi camino,
Cristo en mi puesto de trabajo,
Cristo en todos los ojos que me ven,
Cristo en todos los oídos que me escuchan,
Cristo en la boca de todo aquel que me habla,
Cristo en el corazón de todo aquel que piensa en mí,
Cristo conmigo y yo con Cristo.
Siempre y en todas partes.
Atribuido a san Patricio
------------------
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
Antonio Machado
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 22 de abril de 2021
Jueves, 22 de abril de 2021
Jueves de la 3ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,44-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "Nadie puede venir a mí, si no
lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el
que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie
haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al
Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la
vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste
es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan
vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del
mundo."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Insiste el Evangelio de San Juan en recordarnos la importancia de la fe.
La fe no sólo nos conduce a la vida eterna, la fe nos da vida eterna
ya, en esta tierra, en este momento, aunque sea de forma parcial.
“Gracias Señor, por la vida, por la esperanza, por el amor”
Nadie puede presumir de la fe frente a los demás. La fe es un regalo de
Dios: “Nadie puede venir a mí, si el Padre no lo atrae”. Dios atrae a
todos; en todos ha puesto la sed de la vida eterna, el hambre de su
amistad. Pero podemos resistirnos a esta atracción. Podemos acallarla,
podemos dejarla para mañana...
Señor,
son muchas, cada vez más,
las cosas que nos apartan de Ti.
Esas preocupaciones estériles,
esos frívolos placeres,
esos inútiles cuidados,
esas ilusiones inconsistentes,
esas causas triviales,
esos vacíos deberes...
Muchas y muy variadas son las cosas
que eclipsan tu diáfana presencia
entre nosotros.
El orgullo,
que nos impide aceptar la ayuda de los demás;
la envidia,
que corroe todo horizonte;
el remordimiento,
que mantiene abiertas tantas heridas;
la pereza,
que acumula cargas cada vez más pesadas;
el ansia de seguridad,
que nos lleva a atesorar más de lo que necesitamos...
Pero a pesar de todo.
Tú eres más fuerte que todas esas cosas.
Te haces presente en nuestra desidia y torpeza
-superando muros, silencios y olvidos-
simplemente porque gritamos
o nos ves tristes y perdidos.
Crees en nosotros aunque te demos crédito negativo.
¡Atráenos, cada vez más fuertemente, hacia Ti!
Florentino Ulibarri
El pan de la Eucaristía es anticipo de la fiesta que Dios prepara a todos sus hijos…
La mesa está llena.
Se sirven manjares exquisitos:
la paz, el pan,
la palabra
de amor
de acogida
de justicia
de perdón.
Nadie queda fuera,
que si no la fiesta no sería tal.
Los comensales disfrutan
del momento,
y al dedicarse tiempo
unos a otros,
se reconocen,
por vez primera, hermanos.
La alegría se canta,
los ojos se encuentran,
las barreras bajan,
las manos se estrechan,
la fe se celebra…
…y un Dios se desvive
al poner la mesa. (José María Rodríguez Olaizola, sj)
Gracias, Dios, por este pan.
Gracias, por esta esperanza.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 21 de abril de 2021
Miércoles, 21 de abril de 2021
Miércoles de la 3ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,35-40
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "Yo soy
el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en
mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no
creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no
lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad,
sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me
ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en
el último día. Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al
Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último
día."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El que viene a mí no pasara hambre y el que cree en mí nunca pasará sed
–dice Jesús-. Para saciar nuestra sed de felicidad, de esperanza, de
amor podemos encontrar muchas fuentes. Los malos manantiales no saciarán
nuestra sed. Los buenos manantiales calmarán nuestra sed y nos
recordarán que sólo Jesucristo puede saciarnos completamente.
“Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a Ti, Dios mío”
Me
habéis visto y no creéis. Nosotros no hemos visto a Cristo, pero lo
hemos experimentado, lo hemos sentido... y aún así la fe flaquea.
“Señor, fortalece nuestra fe. Cura nuestra incredulidad”
La
voluntad de Dios es dar vida, darnos vida, darnos su propia vida. ¿Qué
tenemos que hacer nosotros? Acercarnos a Jesús, creer en Él, vivir de
acuerdo con su Palabra. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Damos gracias a Jesús por ser nuestro Pan y le pedimos que también nosotros seamos pan…
Pan para saciar
el hambre
de todos.
Amasado despacio,
cocido en el horno
de la verdad hiriente,
del amor auténtico,
del gesto delicado.
Pan partido,
multiplicado al romperse,
llegando a más manos,
a más bocas,
a más pueblos,
a más historias.
Pan bueno,
vida
para quien yace
en las cunetas,
y para quien dormita
ahíto de otros manjares,
si acaso tu aroma
despierta en él la nostalgia
de lo cierto.
Pan cercano,
en la casa que acoge
a quien quiera compartir
un relato,
un proyecto,
una promesa.
Pan vivo,
cuerpo de Dios,
alianza inmortal,
que no falte
en todas las mesas ( José María Rodríguez Olaizola, sj)
Gracias por ser pan.
Haznos pan, Señor.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 20 de abril de 2021
Martes 20 de abril de 2021
Martes de la 3ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,30-35
En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: "¿Y qué
signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les
dio a comer pan del cielo." Jesús les replicó: "Os aseguro que no fue
Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el
verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y
da vida al mundo." Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de este
pan." Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí
no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús hizo muchos signos delante de los judíos, pero ellos no se cansan
de pedir señales, pruebas... Nosotros también pedimos pruebas para
creer. La mejor prueba es Él mismo. Si te acercas a Él, serás más libre,
crecerá tu esperanza, tu ilusión... ¿Qué dices a Dios?
Moisés
alimentó a los israelitas, pero el que verdaderamente dio el pan fue
Dios. Muchas personas nos ofrecen su ayuda, su palabra, su aliento. A
través de esas personas Dios mismo nos socorre, nos habla, nos anima...
“Señor, tú eres el origen de todo bien. Gracias”
“Haznos instrumentos de tu amor en el mundo”
Todo
lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios. Todo es gracia. Y entre
todas las gracias hay una especial, que destaca por encima de otras:
Jesucristo. Jesucristo es Dios mismo, que se nos da como pan para saciar
nuestra hambre.
“No sólo nos das cosas, Señor, Tú mismo te nos entregas. Gracias”
“Ensancha nuestra generosidad, ayúdanos a entregar la vida”
“Perdona nuestra falta de gratitud y de generosidad”
Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega...
y Tú nos dices: Yo soy el pan de la vida.
El que viene a mí no pasará hambre,
y el que cree en mí nunca pasará sed.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Ponemos demasiadas excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que hacer o mucho que divertirnos,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana;
no me atrevo, no lo merezco, no sé cómo hacerlo.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
--------------------
Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Seré vuestro camino de vida,
la luz que alumbre vuestras noches y días,
el agua que os refresque en vuestras fatigas,
la puerta que os dé entrada y acogida,
la raíz vitalizadora de todas vuestras empresas,
el amigo y guía que siempre os hará compañía...
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Pero también seré, y que no os pille de sorpresa,
el fuego que acrisola vuestro ser y pertenencias,
el viento que os empuja siempre fuera,
la verdad que rompe todos vuestros esquemas,
el ladrón que os adelgaza y aligera
y el Señor que os quiere en la tierra.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Y esta es la fórmula de mi definitiva alianza
con vosotros y la Humanidad entera:
vosotros seréis mi cuerpo visible
y mi sangre que da vida;
y yo seré el pan que os alimenta
y el vino que os alegra e ilusiona.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Yo alimentaré vuestro cuerpo
y vuestra esperanza desestimada.
Yo mantendré vuestra llama y amor
y os haré fuertes contra el dolor.
Yo os invito a crecer y madurar
hasta llegar a la sazón.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Vosotros elevaréis, allí donde viváis,
el signo de un Dios comprometido con todos,
siendo pan hecho carne,
vino convertido en sangre,
palabra corporal y verdadera
y encarnación en nuestra historia.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
¡Misterio de intimidad humana y divina!
Vosotros seréis, en adelante, mi pascua,
mi presencia tierna y salvadora,
mi encarnación en la tierra,
la buena noticia que todos anhelan,
la primicia de lo que os espera.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Mis brazos para estrechar soledades,
mi boca para clamar contra seculares injusticias
que se clavan en la carne de los más débiles,
mis pies para salir tras los perdidos y olvidados,
mi corazón para latir al unísono
con todos los corazones que desfallecen.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa-.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.