Santos Timoteo y Tito
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por
delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir
él. Y les decía:
-«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos.
No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar
a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y, si allí
hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a
vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien,
comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está
cerca de vosotros el reino de Dios.”»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Celebramos la fiesta de los santos Timoteo Y Tito, colaboradores de San
Pablo y continuadores de su obra evangelizadora. Un día sintieron la
llamada de Jesús, que quería confiarles una misión. Puedo recordar las
llamadas que a lo largo de la vida he recibido y dar gracias por ellas. Y
preguntarme: ¿a qué me llamas ahora Señor?
Para Jesús el mundo no es un negocio que explotar, ni un espectáculo que
contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una
mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo
miro a las personas?
"Transforma mi mirada egoísta, Señor"
"Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
"Señor, enséñame a mirar como tú me miras"
Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios
que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las
comunidades cristianas, religiosos y religiosas que nos recuerden la
absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad
y llamad a otras personas.
Poneos en camino. Id de dos en dos...
Estas palabras están dichas para mí.
Soy continuador de tu obra, Señor.
Soy tu compañero en la misión.
Gracias, Jesús.
Me encuentro emocionado por tu confianza.
La mies es mucha y los braceros pocos.
Quiero ser uno de ellos.
Muchas personas están caídas y pasamos de largo.
Quiero ser el buen samaritano.
Conviérteme primero a mí,
para que yo pueda anunciar a otros la Buena Noticia.
Dame AUDACIA.
En este mundo escéptico y autosuficiente,
tengo vergüenza y miedo.
Dame ESPERANZA.
En esta sociedad recelosa y cerrada,
yo también tengo poca confianza en las personas.
Dame AMOR.
Es esta tierra insolidaria y fría,
yo también siento poco amor.
Dame CONSTANCIA.
En este ambiente cómodo y superficial,
yo también me canso fácilmente.
Conviérteme primero a mí,
para que yo pueda anunciar a otros la Buena Noticia.
Gracias, Jesús.
Me encuentro emocionado por tu confianza.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 26 de enero de 2021
Martes, 26 de enero de 2021
lunes, 25 de enero de 2021
Lunes, 25 de enero de 2021
Conversión de San Pablo
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy celebramos la fiesta de una conversión: la de San Pablo, un hombre que cambio radicalmente su vida. El perseguidor de cristianos se convierte en uno de los mejores servidores de Cristo. Todo lo que había vivido hasta entonces lo consideró basura, en comparación con el conocimiento de Jesús.
“Señor, concédeme el don de la conversión”
“Gracias por las personas que se dejan convertir por ti”
“Perdona y cura mi dureza de corazón”
San Pablo se dejó seducir por Jesucristo. En todo momento sabía de quien se había fiado. Su vida tenía sentido en la medida de que Cristo vivía en Él. La fuerza de Dios se mostró perfecta en su debilidad. Le bastó la gracia de Dios para ser feliz.
“Señor, seduce nuestro corazón”
“Gracias por tu amor, por tu gracia”
“Muestra tu fuerza, Señor, en nuestra debilidad”
San entendió enseguida que ser cristiano es ser evangelizador: fue al mundo entero y proclamó el Evangelio. Llevo el mensaje de Jesucristo más allá de las fronteras de Jerusalén, de Israel. ¿Evangelizas? ¿Cómo lo haces? ¿Con qué palabras y con qué gestos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Te doy gracias, Señor, porque cuentas conmigo,
a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas conmigo y me llamas,
como llamaste a Pablo,
un fariseo inteligente, fanático, intransigente,
que quería acabar con los que no pensaban como él.
Gracias a tu cercanía,
Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios
y descubrió que donde abundó el pecado,
sobreabundó tu amor;
que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad;
que nos podemos fiar de Ti completamente;
que Tú lo habías elegido para anunciar el Evangelio.
También a mí me has cambiado, Señor. Gracias.
Que sepa acercarme cada día a Ti,
para que puedas acabar la obra
que has comenzado en mí
y yo sepa contagiar mejor
la luz, la alegría y la esperanza de nacen de la fe.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 24 de enero de 2021
Domingo, 24 de enero de 2021
Domingo de la 3ª semana del t.o.B
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 14‑20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
—«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:
—«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a
su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes.
Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "Convertíos...". La conversión es una tarea permanente, continua. Nos apoltronamos con mucha facilidad en todos los ámbitos: personal, familiar, intelectual, espiritual, social... En este momento ¿en qué aspectos me tendría que fijar? ¿en que me pide Dios un cambio de actitud?
Conviértete de corazón
y no te preocupes tanto por la fachada;
Jesús te conoce de sobra, mejor que tú.
Ubícate bien en la vida,
acude al desierto y no te des a la fuga;
que el evangelio sea tu GPS y guía.
Ayuna como a Dios le gusta:
levántate todos los días con hambre de justicia
y acuéstate con hambre de Dios y de vida.
Reza cerrando las puertas a la desidia,
a los ruidos, cumplimientos y prisas,
y ábrelas a Dios para que se instale como quiera.
Escucha la melodía del Padre que nos enamora
a través de las ondas de la creación entera;
pon tu corazón en sintonía todos los días.
Sana tu cuerpo y espíritu, en este tiempo,
con la brisa, el agua, la cruz y el servicio;
déjate curar por quien ama a los heridos.
Mira a tu alrededor y no andes perdido;
discierne los signos de los tiempos.
y acércate a los que están solos y perdidos.
Sube a las cumbres que te desafían,
baja a los abismos que dan vértigo
y anda erguido por los caminos de la historia.
Ama sin murallas y sin remilgos:
así entenderás al Dios de la vida
y llegarás lista a la pascua florida..
Florentino Ulibarri
B. "... porque está cerca el Reino de cielos". No nos convertimos por miedo al castigo o a la venganza de Dios. Nos convertimos porque está cerca, porque nos ama, porque su ternura nos conmueve, porque su ejemplo nos arrastra...
"Ayúdame a sentir tu misericordia"
C. En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme». Los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz.
Aquí me tienes, Señor,
buscando libertad, pero esclavo de mis cosas;
creyéndome lleno, pero vacío de ti;
escuchando tu llamada, pero haciéndome el sordo.
Al experimentar tu presencia, Señor Jesús, siento en mí
cómo algo me invita a seguirte;
siento una fuerza extraordinaria
que me invita a arriesgarlo todo por ti.
Sin embargo, Señor, las cosas de esta vida me siguen atando.
Me sigue atando el dinero
que me hace olvidar las necesidades del hermano;
me sigue atando la comodidad,
que me aleja del sentido del sacrificio;
me sigue atando mi egoísmo,
que me cierra cada vez más en mí mismo;
me sigue atando mi orgullo,
que me hace creer que soy el mejor de todos.
Muchas cosas que me alejan de ti me siguen seduciendo,
y yo, Señor, como un cobarde, te digo que no
porque no acabo de convencerme
de que tú me darás la auténtica felicidad.
Dentro de mí siento que hay una guerra civil.
Por un lado quiero dejar todo lo que me impide serte fiel,
y por otro lado me da miedo dejar estas cosas del mundo.
Hace tiempo que necesito una conversión.
Necesito encontrar algo que me de fuerzas
para dejar tantas ataduras;
algo que me ayude a vencer tantas tentaciones del mundo;
que me ayude a decir adiós a este tipo de vida.
Porque vivir a medias no merece la pena;
porque mientras haya guerra en mi interior,
nunca tendré la paz que solo tú puedes dar
Ábreme los ojos, Señor;
cura mi ceguera para que te pueda ver.
Llama a mi corazón, Señor,
entra en él que quiero tenerte de invitado.
Dame un espíritu generoso, Señor;
quiero decir sí cuando escuche tu voluntad.
Entra en mí corazón, Señor;
destierra de él todas las preocupaciones y tentaciones
para que pueda dedicar un espacio sólo a ti, mi Dios.
Dame fortaleza para seguirte sin desfallecer;
dame voluntad para perseverar en el camino;
dame firmeza para no mirar hacia atrás;
dame el experimentarte y sentirte en mi vida
porque cuando tú, Señor Jesús, habitas en mi corazón
todo me resulta más fácil
y cualquier cosa, por costosa que parezca,
se hace más fácil y llevadera.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 23 de enero de 2021
Sábado, 23 de enero de 2021
Sábado de la 2ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 20-21
En aquel tiempo, volvió Jesús con sus discípulos a casa y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¿Qué verían todas aquellas multitudes que iban detrás de Jesús, a donde quiera que fuera? Nos lo podemos imaginar. Su vida era coherente, sus palabras verdaderas, su amor a prueba de cruz...
La Madre Teresa de Calcuta, Monseñor Oscar A. Romero, el mismo Papa Francisco... y muchas personas siguen despertando la admiración de multitudes.
Es verdad que todos no tenemos los mismos dones, pero como cristianos, nos tenemos que preguntar: ¿qué sentimientos despierta nuestra vida en los que nos rodean? ¿en que se nos nota que somos cristianos? ¿qué testimonio estamos dando?
"Señor, gracias por las personas que me han animado a seguirte"
"Perdona y cura nuestra falta de testimonio"
"Danos fuerza para ser hacer presente tu amor entregado"
Sin embargo, la familia, seguramente con la mejor intención, acuden para llevarse a este hijo pródigo. No se dejan impresionar por Jesús. Quizá les pasa lo que a nosotros: nos impresionan los desconocidos, no valoramos al que tenemos cerca. Y cuando conocemos a una persona impresionante, conforme pasa el tiempo, la pesadez de la rutina va menguando la admiración del principio.
"Que no nos acostumbremos nunca a tu amor, a tu entrega"
"Ayúdanos a valorar el testimonio cotidiano de los que nos rodean"
"Perdona y cura nuestra falta de sensibilidad".
¡Oh, Dios! Envíanos locos,
de los que se comprometen a fondo,
de los que se olvidan de sí mismos,
de los que aman
con algo más que con palabras,
de los que entregan
su vida de verdad y hasta el fin.
Danos locos,
chiflados,
apasionados,
personas capaces
de dar el salto hacia la inseguridad,
hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza;
danos locos,
que no utilicen
sus capacidades en su provecho.
Danos locos,
locos del presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores eficientes de los que sufren,
amantes de la paz,
puros de conciencia,
resueltos a nunca traicionar,
capaces de aceptar cualquier tarea,
de acudir donde sea,
libres y obedientes,
espontáneos y tenaces,
dulces y fuertes.
Danos locos, Señor, danos locos.
y contágiame tu locura.
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 22 de enero de 2021
Viernes, 22 de enero de 2021. San Vicente
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él.
A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges (Los Truenos), Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que lo entregó.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús subió a la montaña, subió a orar, a estar con su Padre. La montaña y la noche están acostumbradas a escuchar las confidencias de Jesús y el Padre. Seguir a Jesús es también orar, crecer en la amistad personal de Dios. ¿Qué le dices a Dios?
Jesús busca colaboradores para su misión. Dios busca la cooperación de las personas. Dios pide tu ayuda. ¿Para qué? Para predicar, es decir, para anunciar a las personas el amor de Dios; también para expulsar demonios, es decir, para luchar contra la injusticia, la mentira, el pecado... ¿Qué dices a Dios?
Jesús marca un estilo de actuar. Podría haber actuado él solo, sin colaboradores, pero prefiere llevar adelante su misión en comunidad. ¿Soy persona de comunidad o tiendo al individualismo? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús, ésta es hoy mi oración:
Gracias por mi comunidad de fe.
Aunque no sea perfecta,
¡estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo,
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte.
Desde ella escucho tu Buena Noticia,
desde ella recibo el pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo,
cuando me caigo, me entrega tu perdón.
Cuando me siento débil, ella me fortalece,
cuando me duermo, ella me despierta.
Que seamos un rincón cálido,
un lugar donde nos queramos y respetemos,
un espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.
Y te ruego algo más,
con la fuerza de que soy capaz.
Que mi comunidad no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas cosas,
por ser muchos e importantes.
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias
y te pido por mi Comunidad.
Ella es el camino,
Tú, la meta y el horizonte. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 21 de enero de 2021
Jueves, 21 de enero de 2021
Jueves de la 2ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de
Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y
Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: Tú eres el Hijo de Dios.
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La gente seguía a Jesús. Tenían hambre, hambre de esperanza, hambre de
alegría, hambre de amor, hambre de verdad, hambre de salud... hambre de
Dios, en definitiva. Dejan sus quehaceres, sus casas y se van a escuchar
a Jesús.
¿Tengo hambre de Jesús? ¿Qué hago por seguirle, por escucharle? ¿Qué
estoy dispuesto a dejar para estar con Él? ¿Pongo en sus manos mis
dolencias?
Te presiona la turba de dolientes.
Todas las muestras del sufrir humano
quieren llegar a Ti. Sollozan, gimen,
se arrastran por el polvo hacia tu amparo.
Se te nublan los ojos, aunque sabes
que eres fuente de Vida sin ocaso,
y allá en tu Corazón, donde más duele,
lloras las consecuencias del pecado.
Después, ternura inmensa, a cada uno
vas imponiendo tus divinas manos,
trazando un arcoiris de alegría,
que borra la memoria del nublado.
No queda ahí tu amor, baja más hondo;
quiere llenar de fe lo que ha vaciado
de dolores antiguos. Luego, pides
silencio agradecido al entusiasmo.
Señor, así te miro, así me acerco,
uno más en la fila. ¿Me ves sano?
Pero a ti no te engaña la apariencia.
¿Estoy para tu Reino desahuciado?
Restaura mi interior. Quiero, contigo
volver a ser, humilde, tu santuario
y llevar tu salud de cuerpo y alma
al inmenso dolor de mis hermanos.
Luis Carlos Flores Mateos, sj
Hoy las personas también tienen hambre de Dios, también las que tienen
espíritus inmundos. Cualquier corazón necesita ser amado y amar, espera
buenas noticias, mendiga esperanza, busca una razón para vivir. Y los
cristianos hemos de estar dispuestos a saciar ese hambre, esa sed con
nuestra experiencia de fe, con la Palabra de Dios, con nuestra vida.
"Señor, ayúdanos a descubrir las necesidades profundas de las personas"
"Haznos generosos para compartir el regalo de la fe"
"Que nuestra vida sea transparencia de tu amor"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 20 de enero de 2021
Miércoles, 20 de enero de 2021
Miércoles de la 2ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo.
Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: Levántate y ponte ahí en medio.
Y a ellos les preguntó: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o
lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir? Se quedaron
callados.
Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: Extiende el brazo.
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
No les importaba si Jesús hacía el bien o el mal. No se maravillaban
ante el milagro de la curación. Están ciegos, tienen el corazón más
paralizado que el brazo del hombre enfermo.
"Jesús perdona y cura nuestras cerrazones"
"No nos dejes ser retorcidos. Haznos abiertos a la verdad".
Despertad, abrid los ojos,
se acerca vuestra liberación.
Despertad, abrid bien los ojos.
Despertad de los sueños y
abrid los ojos hacia el futuro.
Despertad y dejaos mirar por unos ojos
que ven en ti mucho más dentro de lo que ven los demás
y de lo que nosotros vemos de nosotros mismos.
Despierta y déjate mirar por alguien
que no se fija en nuestros defectos
ni en nuestras incapacidades.
Abre los ojos y déjate mirar por este niño
que ve todas las posibilidades escondidas en nosotros.
ÉL las ha puesto en cada uno, en cada una.
Despertad y abrid unos ojos capaces de transmitir
que el cambio es posible,
e incapaces de condenar,
de reprochar y de acusar.
Desertad, abrid los ojos
tentados de poseer, de juzgar y saber.
Quitad las escamas y las legañas de las desconfianzas
los recelos y las sospechas,
los temores y las suspicacias
Despertad abrid los ojos.
Se acerca vuestra salvación, aquí ya en esta tierra
poblada de aullidos, de guerras, de integrismos y suicidios.
Despertad abrid los ojos
como lugar de admiración
de ternura, de compasión,
de disculpa, de comprensión,
de compasión y no como lugares de negatividad, dureza, posesión,
superficialidad, indiferencia y prejuicios.
Se acerca vuestra salvación,
está aquí ya , entre nosotros.
La salvación es posible, es real.
aquí en esta tierra,
en tu corazón. Amén.
Jesús quedó dolido por la obstinación. Jesús pudo curar la parálisis del
brazo, pero no pudo curar la dureza de corazón de los que buscaban
acusarle. Para que Jesús nos pueda curar, necesita nuestra fe.
Jesús cura la parálisis del brazo de aquel hombre. Y quiere curar las
tuyas. ¿Qué parálisis reconozco en mí?. Se las cuento al Señor. Pido la
curación. Doy gracias por las curaciones ya recibidas.
Perdóname, Señor Jesús,
por poner la ley por encima del bien de las personas,
por anteponer mis caprichos al bien de las personas,
por preferir mi comodidad al bien de las personas,
por elegir “el que dirán” antes que el bien de las personas,
por mi dureza de corazón,
por criticar a los que hacen el bien que yo no hago,
por condenar a quienes ponen en evidencia mi egoísmo.
Gracias, Señor Jesús,
porque para ti no hay nada más importante que el bien de las personas,
por dedicar tu tiempo a procurar el bien de las personas
por jugarte y dar la vida por el bien de las personas
por los hombres y mujeres que dedican su vida a ayudar a las personas,
porque me das fuerza para buscar, sobre todo, el bien de las personas.
Perdón y gracias, Señor Jesús.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.