lunes, 5 de octubre de 2020

Lunes 5 de octubre

Témporas de acción de gracias y de petición

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7,7-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Aunque Dios sepa todo lo que necesitamos antes de pedírselo, presentemos a Dios nuestra pobreza, la pobreza del mundo... Cuando pedimos, reconocemos nuestra realidad, crece nuestra confianza en la bondad de Dios y, si nos conviene, Él nos da fuerza para hacer realidad nuestra petición.

En el comienzo de un nuevo curso tomamos conciencia de todos los dones que hemos recibido en el pasado y en presente y pedimos la gracia de afrontar el futuro con esperanza.

Dame, Señor, memoria
para recordar tu paso en mi vida,
tu voz en mis años,
tu huella en mi historia.
Dame, Señor, lucidez,
para aprender
en los errores cometidos,
en las tareas afrontadas,
en los sueños concebidos
y las metas alcanzadas.
Dame, Señor, gratitud
para evocar los momentos
de fiesta, los días de risa,
los instantes en que todo encaja,
pero dame también la libertad
para dejarlos ir.

Dame, Señor, confianza
para hoy. Para recordar
que este día, cada día,
es tiempo de vivir, luchar,
amar, anhelar
y a veces desesperar.
Dame ocasión
para reír y callar,
para el esfuerzo y la calma.
Que comprenda
que en cada jornada
está la vida entera
con sus pequeñas historias
y sus grandes misterios.
Que cada hoy está
alumbrando posibilidades.
Que tú siempre estás.

Dame, Señor, valentía
para perseguir un mañana posible
para imaginar tu Reino,
para abrirte puertas en los muros
que se levantarán en los caminos.
Dame, Señor, entusiasmo
para alzarme, cada día,
con la fuerza de tu espíritu
que ilumina, alienta, empuja,
que exige, incita, inquieta,
que emociona hasta las lágrimas
y sosiega en las tormentas.
Todo eso dame, que yo, por mi parte,
te ofrezco mi tiempo.
Que tú lo recorras y habites.
Que seas Señor de mis días,
bandera en mi torre
pasión en mi senda.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 4 de octubre de 2020

Domingo 4 de octubre. San Francisco

Domingo de la 27ª semana de tiempo ordinario A

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21,33-43

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.
Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?"
Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que hablaba de ellos. Ojalá comprendiéramos que esta Palabra, su Palabra, está dirigida a cada uno de nosotros.
“Habla, Señor, que tu hijo escucha”
“Tu Palabra, Señor, es luz en sendero”
“Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna”

Dios es el amo de la viña, una viña bien plantada, bien cuidada... Tenía hasta lagar y casa para el guardia. Esa viña es el mundo, es nuestra propia vida. Los labradores querían ser dueños de la viña, sin dar cuentas a nadie. Algo semejante nos ocurre a nosotros. Olvidamos que el mundo y la vida son regalo de Dios, no queremos dar cuentas a nadie... Por este camino, la viña se echa a perder, no damos fruto, somos infelices...
“Gracias Señor, por el regalo de la vida, del mundo”
“Enséñanos a ser buenos administradores”

Nos molestan las personas que nos recuerdan la verdad de nuestra vida, la verdad de nuestro mundo. Y tratamos de apartarlas, de hacerlas callar, de suprimir su voz.
“Señor, que sepamos acoger a tus profetas”
“Haznos mensajeros de la verdad, de tu amor”

Señor, Tú nos regalas a cada uno de nosotros una viña preciosa: la vida, un cuerpo con el que relacionarnos con los demás, un espíritu que nos permite soñar. Nos ofreces amigos y familia, una inteligencia para conocernos y para conocer el mundo que nos rodea. Nos das fuerza para trabajar, un corazón para amar, un futuro por conquistar… Nos regalas el don de la fe... Una viña preciosa.

Sin embargo, no siempre damos buenos frutos, Señor. Comenzamos por despreciar la viña que Tú nos has dado: no nos gusta nuestro cuerpo, rechazamos a la gente que nos rodea, maldecimos la tierra, despreciamos la fuerza de la fe. No dejamos que nuestro corazón reciba y ofrezca amor. Perdónanos y ayúdanos, Señor.

Gracias, Señor, porque, cuando nos apoyamos en Ti, agradecemos la viña que nos regalaste, aprovechamos la vida y las oportunidades que Tú nos vas ofreciendo; para crecer como personas, para dar fruto al servicio de las familias, el barrio, la comunidad cristiana... Gracias por todas las personas que han tomado este camino de vida, junto a nosotros y en el mundo entero.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 3 de octubre de 2020

Sábado 3 de octubre

Sábado de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 17-24

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
El les contestó: Veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencil1a.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiere revelar.
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis ! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Has escondido a los sabios... has revelado a la gente sencilla. Dios se quiere revelar a todos, pero no todos están abiertos. Sólo podemos ser cristianos desde la sencillez, desde la humildad. Si creemos que lo podemos todo ¿qué vamos a pedir? Si pensamos que lo sabemos todo ¿qué puede enseñarnos Dios? El Adviento nos invita a ser como niños, que no tienen nada propio, que tienen que aprenderlo todo.
     "Señor, danos un espíritu de niño"
     "Señor, cura nuestra prepotencia"

Nadie conoce al Padre si no aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Hasta que llegó Jesús, la humanidad imaginó a Dios de muchas formas: con cara de juez sin misericordia, de relojero que pone en marcha el universo, de ser inmutable sin sentimientos... A partir de Jesús sabemos que la entraña de Dios es el Amor, la Misericordia, el Perdón, la Entrega... Es verdad que nunca conoceremos a Dios completamente, pero el conocimiento que ahora tenemos es mucho más ajustado.
     "Gracias Padre por darte a conocer"
     "Espíritu Santo, ayúdame a conocer cada día mejor al Padre"
     "Borra, Jesús, las falsas imágenes que todavía tengo de Dios"

No estéis alegres porque se os someten los espíritus. Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo. No os alegréis sólo porque vuestros esfuerzos alcanzan resultados (podrían no alcanzarlos). Estad alegres sobre todo porque Dios os ama, os cuida, os perdona, os resucita... (Y Dios nunca falla). Y dad gracias a Dios porque es el da la potestad, la fuerza, el que da eficacia a nuestras acciones
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Concédenos, Señor, tu alegría insobornable.
La diversión tiene precio y propaganda
y sus mercaderes son expertos.
Se alquila la evasión fugaz
con sus rutas exóticas y vanas.
Se bebe el gozo con tarjetas de crédito
y se estruja como un vaso desechable.
Pero tu alegría no tiene precio,
ni podemos seducirla.
Es un don para ser acogido y regalado.

Concédenos, Señor, tu alegría sorprendente.
Más unida al perdón recibido
que a la perfección farisaica de las leyes.
Encontrada en la persecución por el reino,
más que en el aplauso de los jefes.
Crece al compartir lo mío con los otros,
y se muere al acumular lo de los otros como mío.
Se ahonda al servir a los criados de la historia,
más que al ser servidos como maestros y señores.
Se multiplica al bajar con Jesús al abismo humano,
se diluye al trepar sobre cuerpos despojados.
Se renueva al apostar por el futuro inédito,
se agota al acaparar las cosechas del pasado.
Tu alegría es humilde y paciente
y camina de la mano de los pobres.

Concédenos, Señor, la “perfecta alegría”.
La que mana como una resurrección fresca
entre escombros de proyectos fracasados.
La que no logran desalojar de los pobres
ni la cárcel de los sistemas sociales
ni los edictos arbitrarios de los amos.
La decepción más honda y golpeada
no puede blindarnos para siempre
contra su iniciativa inagotable.
Tu alegría es perseguida y golpeada,
pero es inmortal desde tu Pascua.

Concédenos, Señor, la sencilla alegría.
La que es hermana de las cosas pequeñas,
de los encuentros cotidianos
y de las rutinas necesarias.
La que se mueve libre entre los grandes,
sin uniforme ni gestos entrenados,
como brisa sin amo ni codicia.
Tu alegría es confiada y veraz,
ve la más pequeña criatura amada por ti,
con un puesto en tu corazón y en tu proyecto.

Benjamín González Buelta, sj

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 2 de octubre de 2020

Viernes 2 de octubre

Santos Ángeles Custodios

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo  18,  1-5. 10

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Quién es el más importante en el reino. de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
-«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.»
Palabra del Señor.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los ángeles son seres personales y espirituales (no corporales), servidores y mensajeros de Dios.

A lo largo del antiguo Testamento, los encontramos, anunciando la salvación y sirviendo al designio divino de su realización: protegen a Lot (cf Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos (cf Jc 13) y vocaciones (cf Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf 1 R 19, 5), por no citar más que algunos ejemplos.

En el Nuevo Testamento, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús (cf Lc 1, 11.26), protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; 2, 13.19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43). Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo.

Desde su comienzo (cf Mt 18, 10) a la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia (cf Sal 34, 8; 91, 1013) y de su intercesión (cf Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12). "Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida" (S. Basilio, Eun. 3, 1).

Pedimos a Dios que nos dé un corazón de niño, para acoger esta doctrina, expuesta en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Agradecemos a Dios su amor y protección, manifestados en la cercanía de los ángeles.
Pidámosle que también nosotros seamos ángeles buenos: servidores y mensajes de Dios, protectores de la vida de los hermanos.

Ángel santo de la guarda, compañero de mi vida, tú que nunca me abandonas, ni de noche ni de día.

Aunque eres espíritu invisible, sé que te hallas a mi lado, escuchas mis oraciones y cuentas todos mis pasos.

En las sombras de la noche, me haces sentir tranquilo, cuando tiendes sobre mi pecho las alas de tu ternura.

Ángel de Dios, que yo escuche tu mensaje y que lo siga, que vaya siempre contigo hacia Dios, que me lo envía.

Testigo de lo invisible, presencia del cielo amiga, gracias por tu fiel custodia, gracias por tu compañía.

Tú que eres fiel custodio, enséñame tu santo oficio, para que sepa cuidar la creación y a las personas que pones en mi camino.

En presencia de los Ángeles, suba al cielo nuestro canto: gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 1 de octubre de 2020

Jueves 1 de octubre. Santa Teresa del Niño Jesús

Jueves de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 10, 1-12

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios."
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Para Jesús el mundo no es un negocio a explotar, ni un espectáculo para contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo miro a las personas?
    "Transforma mi mirada egoísta, Señor"
    "Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
    "Señor, enséñame a mirar como tú me miras"

Decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”.

Está cerca el Reino de Dios
poneos en camino,
caminad,
no os paréis, andad los caminos de la vida nueva,
inventad los caminos,
seguid las huellas de Aquél que viene,
poned vuestros pies en movimiento.
¿No notáis la parálisis,
el estancamiento, la invalidez, la impotencia,
el letargo?

Está cerca el Reino.  Despertad.
Moved los pies como lugar de acercamiento,
como capacidad de detenernos junto a los que nos necesitan
de proximidad a los alejados,
búsqueda del sentido
enterrad vuestros pies en señal de distancia,
de rodeos.

Detened vuestros pies
con su tendencia a escapar de los lugares de intemperie,
de dolor o de conflicto;
tan ágiles para subir y trepar hacía el éxito,
tan perezosos para acercarse
a los que viven en las cunetas de la vida.

Está cerca el Reino de los cielos,
poneos en camino.
Él es el camino.
Pon tus pies en movimiento por sus caminos y sus búsquedas,
por las rutas de sus cansancios y las sendas
hasta llegar al final.

Está cerca el Reino de los cielos
Y en este tiempo de esperanza da las gracias
por las veces que Sus pies han salido en tu búsqueda hasta encontrarte,
porque te han esperado en las encrucijadas de tus caminos,
porque han marchado delante de ti cuando no sabías por donde ibas,
porque iban de tras de ti para defenderte del peligro,
porque estaban junto a ti cuando te creías solo o sola.

Está cerca el Reino
mueve tus pies,
y camina: Levántate y comienza andar.
Andar por los caminos nuevos porque los caminos se van haciendo,
no existen de antemano,
se crean, se inventan como se crea y se inventa el Reino
cada vez que movemos los pies hacia los otros.
Mueve tus pies y comienza a derribar todas las indicaciones que
prohíben, obligan a pararte.
Mueve tus pies porque el nuevo Reino,
Y, aunque no lo parezca, todo es posible:
pararse y andar, descalzarse y despojarse,
correr y descansar.
Amén.

Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las comunidades cristianas; religiosos y religiosas que nos recuerden la absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad y llamad a otras personas.

Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta

Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.

Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Miércoles 30 de septiembre

Miércoles de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 57-62

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: Te seguiré a donde vayas. Jesús le respondió: Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nido pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro le dijo: Sígueme.
El respondió: Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó: Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el Reino de Dios.
Otro le dijo: Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó: El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Ser cristiano no es solamente conocer a Jesús, rezar, cumplir ciertas obligaciones, hacer cosas por los demás... Ser cristiano es fundamentalmente seguir a Jesús, seguir a Jesús por el camino que él nos vaya marcando.
¿Cómo descubrir este camino? A través de la oración, de la reflexión, del acompañamiento espiritual...
¿Estas dispuesto a seguir a Jesús por la senda que te señale? ¿Qué medios pones y podrías poner para escuchar su voz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. Seguir a Jesús normalmente pasa por la pobreza, por la austeridad, Vivir en pobreza sólo es posible si confío en él, si tengo a Dios cómo el mejor tesoro.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

La majestad no está en los gestos de orgullo,
en la mirada altiva o el ceño fruncido.
No está en la puerta infranqueable
o en la adulación cortesana.
Tampoco en la altura de los rascacielos
o la privacidad de los accesos exclusivos.
No está en las cenas de gala, la alta costura,
la joyería fina o los gastos suntuosos.
La majestad poco tiene que ver con protocolos
que encumbran al poderoso y ningunean al débil.

¿Dónde, entonces?
En un rey sin trono, palacio o ejércitos.
Sin cuenta corriente, sin otro techo que el cielo.
Un rey sin más ley que el amor desmedido,
sin más cetro que sus manos desnudas,
gastadas ya en tanta caricia, en tanta brega,
por tanto tirar de los derrumbados.
Sin otra atalaya que la cruz, y en ella,
el perdón por bandera, la paz por escudo,
y la justicia, inmortal,
como apuesta eterna.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

Seguir a Jesús es lo más importante, lo más urgente, lo único necesario; más que enterrar a un muerto, o terminar una carrera universitaria, o conseguir un trabajo, o alcanzar cualquier objetivo.
El seguimiento es la brújula que orienta toda nuestra vida (familiar, social, comunitaria, religiosa)
¿Cómo lo vives? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Maestro, te seguiré adonde vayas;
Maestro, dedicaré un tiempo cada día a estar contigo;
Maestro, me gustaría comprometerme con una buena causa;
Maestro, voy a compartir una parte de mi dinero;
Maestro, quiero seguir el camino que Tú me señalas:
Maestro, lo que más quiero en esta vida es ...

Pero, Señor,
déjame ir primero a enterrar a mi padre;
déjame terminar primero la carrera o la oposición;
déjame criar primero a mis hijos;
déjame pagar primero la hipoteca;
déjame que antes resuelva todas mis dudas;
déjame ....

Señor, Tú me llamas y yo pongo excusas;
y tú vuelves a decirme: "Tú, sígueme".
Acompáñame, Señor, en esta jornada,
para que sepa aprovechar cada momento,
para seguirte, escucharte y hablarte,
para comprometerme y compartir;
para disfrutar la vida y entregarla del todo. Amén.

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Para estar contigo,
me libero de la alforja (mis preocupaciones);
me quito las gafas (mis visiones);
olvido mi agenda (mis negocios);
guardo la pluma en el bolsillo (mis planes);
arrincono el reloj (mi horario);
me despojo de mi ropa (mis ambiciones);
me desprendo de mis joyas (mis vanidades);
renuncio a mi anillo (mis compromisos);
me quito los zapatos (mis ansias de huida);
dejo, también, mis llaves (mis seguridades);
para estar sólo contigo,
el único verdadero Dios.

Y, después de estar contigo...
Tomo las llaves, para poder abrir tus puertas.
Me calzo los zapatos, para andar por tus caminos.
Me coloco el anillo, para comprometerme contigo.
Me adorno con las joyas, para asistir a tu fiesta.
Me visto con mi mejor ropa,
para salir a tu amplio mundo.
Recupero mi reloj, para vivir al compás de tu tiempo.
Cojo mi pluma, para escribir tus pensamientos.
Recobro la agenda, para no olvidar tus citas conmigo,
-mis citas contigo- a lo largo del día y del camino.
Me pongo las gafas, para poder ver el mundo a tu modo.

Y cargo con mi alforja, para llevar y sembrar tus promesas.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 29 de septiembre de 2020

Martes 29 de septiembre

Santos Arcángeles.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 1,47-51

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y añadió: "Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La Biblia nos habla de tres arcángeles con nombre propio:

Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Angeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.
Apocalipsis 12, 7-8

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Lucas 1, 26-28

«Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor».
Tobías 12, 15

Con un corazón de niño, podemos dirigir a ellos nuestros oraciones:

San Miguel Arcángel, que tu favor nos ampare,
tu fortaleza nos defienda
y que, mediante tu incomparable protección,
crezcamos cada vez más en el servicio del Señor;
que tu virtud nos acompañe todos los días de nuestra vida.

Arcángel San Gabriel, imploramos tu cercanía
para que descubramos cada día las llamadas que Dios nos hace
y respondamos con la prontitud y la alegría de la Virgen.

Arcángel San Rafael, que dijiste:
«Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios.
Practicad el bien y no tropezaréis en el mal.
Buena es la oración con ayuno,
y hacer limosna mejor que atesorar oro»,
te suplicamos nos acompañes en todos mis caminos
y nos alcances fuerza para seguir tus consejos.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.