Epifanía (Santos Reyes)
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 2, 1‑12
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.
Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
—«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.»
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él;
convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó
dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
—«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las
ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi
pueblo Israel."»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el
tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén,
diciéndoles:
—«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la
estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a
pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa,
vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron;
después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y
mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Los magos de Oriente no se conforman con su verdad, buscan algo más,
dejan su seguridad y comodidad, se ponen en camino, preguntan para
encontrar algo o alguien...
Es verdad que en la vida nunca encontraremos a una persona más grande
que Jesucristo, pero también es cierto que Cristo es muy grande y el
conocimiento y la experiencia que tenemos de él muy pequeños.
"Señor, perdona mi conformismo que no me deja crecer"
"Haznos buscadores de tu verdad"
"Gracias por las personas que te buscan cada día"
B. Para encontrar a Dios, para conocerle más profundamente, tenemos que
estar atentos a los signos luminosos de su presencia: en nuestros
sentimientos y experiencias, en las personas, en su Palabra, en la
comunidad cristiana... ¿Cómo buscas a Dios? ¿cómo lo podrías buscar
mejor? ¿qué le dices?
C. Esta fiesta de Reyes se llama también Epifanía. Epifanía significa
manifestación. Celebramos la manifestación de Dios a todos los pueblos,
no sólo a Israel. Los magos son representantes de todos los pueblos.
Dios no ha nacido para un pueblo, para un grupo, para unos pocos. Ha
nacido para todos.
"Gracias Señor por manifestarte también a mi"
"Danos fuerza para anunciarte a todos"
"Ensancha mi corazón y mi generosidad"
Señor, has puesto en nuestro corazón el deseo de ser felices,
la esperanza de disfrutar cada día un amor más grande,
el sueño de vivir en un mundo nuevo, en el que reine la paz.
Sólo Tú, Señor, puedes darnos esa felicidad, ese amor y esa paz.
Somos la obra de tus manos, Señor. Nos hiciste para Ti
y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Ti.
Para encontrarte, hay que dejar comodidades, rutinas y egoísmos
y ponernos en camino, como los magos de Oriente;
hay que estar atentos para descubrir las estrellas
que brillan en nuestro corazón y nuestro mundo;
hay que tener unos ojos limpios, para reconocerte en un bebé,
en cada persona, en cada acontecimiento, en el pan que comulgamos.
Danos un corazón agradecido y generoso que sepa adorarte,
que sepa reconocer tu grandeza en el niño más pequeño y pobre
y ofrecerte con amor lo que sabemos, lo que tenemos, lo que somos.
-----------
Señor:
En este mundo insolidario y frío
queremos buscarte.
En los barrios marginales y zonas periféricas
queremos encontrarte.
En los que esta sociedad esconde y olvida
queremos verte.
En los que no cuentan para la cultura dominante
queremos descubrirte.
En los que carecen de lo básico y necesario
queremos acogerte.
En los que pertenecen al reverso de la historia
queremos abrazarte...
En los pobres y marginados de siempre,
en los emigrantes y parados sin horizonte,
en los drogadictos y alcohólicos sin presente,
en las mujeres maltratadas,
en los ancianos abandonados,
en los niños indefensos,
en la gente estrellada,
en todos los heridos
y abandonados al borde del camino
queremos buscarte,
encontrarte,
verte,
descubrirte,
acogerte,
abrazarte.
Florentino Ulibarri
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En Navidad,
buscar es mi oficio;
encontrar, tu regalo gratuito;
y compartir, el desafío abierto
que tengo todos los días
que sueño,
vivo
y gozo
las buenas nuevas
que nacen en tu regazo
y dejas en mis manos.
Y cuando no es Navidad
por el tiempo,
el clima,
los sentimientos
o los hechos...
¡lo mismo!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 6 de enero de 2020
domingo, 5 de enero de 2020
Domingo 5 de enero
2º domingo después de Navidad
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 1‑18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal,
ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Éste es de quien dije:
"El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado ha conocer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. La Palabra de Dios nos recuerda el acontecimiento que celebramos, no vaya a ser que se nos olvide: Dios se ha hecho carne. Se ha hecho hombre para que nosotros seamos divinos, ha venido a las tinieblas para que tengamos su luz, se ha hecho mortal para darnos vida eterna, se ha hecho nuestro hermano para que seamos hijos de Dios. Y acogerlo no es cosa de un día. ¿Quieres seguir acogiéndolo? ¿Qué le dices?
B. Jesús es la Palabra. En la Palabra había vida. Jesús nos trae vida, vida abundante, vida eterna... vida para ti, para todos. Acoger a Jesús es acoger la vida. Anunciar a Jesús es ofrecer vida.
"Señor, gracias por compartir tu misma vida"
"Dame sabiduría y fuerza para llevar tu vida a los hermanos"
C. La Palabra es la luz de los hombres. La luz de Jesús, de su evangelio nos ayuda a ver distinto, a ver con más claridad, a ver con más amor, con más esperanza. Con la luz de Jesús nos comprendemos y conocemos mejor.
"Gracias Señor por tu luz, por la luz de tu Palabra"
"Señor, que tú seas siempre nuestra luz"
Jesús, Tú eres la Palabra eterna de Dios
la Palabra que nos crea y nos sostiene cada día,
la Palabra que nos descubre la sabiduría,
la Palabra que nos trae la luz y la vida de Dios,
la Palabra que nos declara hijos e hijas del Padre.
Jesús, Tú eres la Palabra de Dios hecha carne,
Tú sigues presente en la carne,
en la carne dolorida de los enfermos,
en la carne debilitada del hambriento,
en la carne agotada del anciano,
en la carne palpitante del niño,
en la carne cercana del amigo,
en la carne cálida de unos padres,
en la carne amada del esposo o la esposa...
Vienes a tu casa, a nuestra casa y a veces no te recibimos.
¿Qué nos pasa, Señor? ¿Estamos ciegos?
¿Somos demasiado orgullosos para aceptar tu amor?
¿Preferimos vivir sin un Padre que nos cuide?
Pero, Tú sabes, Jesús, que en el fondo queremos acogerte,
porque sólo Tú tienes palabra de vida eterna,
porque tu luz nos ayuda a vernos y a ver mejor,
porque tu amor nos permite gozar y sufrir con esperanza,
porque nuestro mundo necesita tu Palabra, tu luz y tu vida.
Danos un corazón humilde y confiado, que sepa acogerte.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 1‑18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal,
ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Éste es de quien dije:
"El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado ha conocer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. La Palabra de Dios nos recuerda el acontecimiento que celebramos, no vaya a ser que se nos olvide: Dios se ha hecho carne. Se ha hecho hombre para que nosotros seamos divinos, ha venido a las tinieblas para que tengamos su luz, se ha hecho mortal para darnos vida eterna, se ha hecho nuestro hermano para que seamos hijos de Dios. Y acogerlo no es cosa de un día. ¿Quieres seguir acogiéndolo? ¿Qué le dices?
B. Jesús es la Palabra. En la Palabra había vida. Jesús nos trae vida, vida abundante, vida eterna... vida para ti, para todos. Acoger a Jesús es acoger la vida. Anunciar a Jesús es ofrecer vida.
"Señor, gracias por compartir tu misma vida"
"Dame sabiduría y fuerza para llevar tu vida a los hermanos"
C. La Palabra es la luz de los hombres. La luz de Jesús, de su evangelio nos ayuda a ver distinto, a ver con más claridad, a ver con más amor, con más esperanza. Con la luz de Jesús nos comprendemos y conocemos mejor.
"Gracias Señor por tu luz, por la luz de tu Palabra"
"Señor, que tú seas siempre nuestra luz"
Jesús, Tú eres la Palabra eterna de Dios
la Palabra que nos crea y nos sostiene cada día,
la Palabra que nos descubre la sabiduría,
la Palabra que nos trae la luz y la vida de Dios,
la Palabra que nos declara hijos e hijas del Padre.
Jesús, Tú eres la Palabra de Dios hecha carne,
Tú sigues presente en la carne,
en la carne dolorida de los enfermos,
en la carne debilitada del hambriento,
en la carne agotada del anciano,
en la carne palpitante del niño,
en la carne cercana del amigo,
en la carne cálida de unos padres,
en la carne amada del esposo o la esposa...
Vienes a tu casa, a nuestra casa y a veces no te recibimos.
¿Qué nos pasa, Señor? ¿Estamos ciegos?
¿Somos demasiado orgullosos para aceptar tu amor?
¿Preferimos vivir sin un Padre que nos cuide?
Pero, Tú sabes, Jesús, que en el fondo queremos acogerte,
porque sólo Tú tienes palabra de vida eterna,
porque tu luz nos ayuda a vernos y a ver mejor,
porque tu amor nos permite gozar y sufrir con esperanza,
porque nuestro mundo necesita tu Palabra, tu luz y tu vida.
Danos un corazón humilde y confiado, que sepa acogerte.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 4 de enero de 2020
Sábado 4 de enero
4 de enero
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 35‑42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
—«Este es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo segarían, les pregunta:
—«¿Que buscáis?»
Ellos le contestaron:
—«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
El les dijo:
—«Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con el aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: —«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)» Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedo mirando y le dijo:
—«Tu eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Los discípulos de Juan siguen a Jesús, porque el propio Juan les indica el camino. Simón sigue a Jesús por la invitación de su hermano Andrés. Dice el Evangelio: “lo llevo a Jesús”.
“Gracias, Señor, por todas las personas que me han acercado a ti”
“A veces quiero que me sigan e impido que te sigan. Perdóname, Señor”
“Dame Señor arrojo y tino para anunciar que Tú eres el camino”
B. ¿Qué buscáis? ¿Qué buscas? ¿Dónde buscas tu felicidad? ¿Dónde crees que la vas a encontrar? ¿Vas por el camino acertado? ¿Buscas tu felicidad en Dios, en el Evangelio? ¿Qué le dices a Jesús?
C. Venid y lo veréis. Jesús no responde a los discípulos de Juan con un gran discurso. Los invita a vivir una experiencia. ¿Conocemos a Jesús de oídas o hemos hecho la experiencia de estar con Jesús? ¿A qué experiencias podemos invitar a las personas que buscan el sentido de su vida? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Tú nos invitas a ponernos en camino,
a salir de nuestras casas (situaciones, miserias, enfermedades, dolencias)
y a recorrer un itinerario de fe,
un camino en el que los que te sigan
irán descubriendo y respondiendo
a la pregunta por tu identidad.
La gente pregunta quién eres
y tú respondes “venid y lo veréis”,
“llamad y se os abrirá”,
“amad por encima de todo”,
“perdonad hasta setenta veces siete”,
“construid vuestra casa sobre la roca”,
“sembrad con perseverancia y sed pacientes”…
…porque tú nos quieres en camino, en movimiento, en acción
y en este no parar te nos descubres tal cuál eres.
Dame la oportunidad de acercarme a ti,
de preguntarte quién eres
y de conocer la respuesta
en el seguimiento fiel a tu persona y a tu proyecto,
a tu evangelio y a la misión. Así sea.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 35‑42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
—«Este es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo segarían, les pregunta:
—«¿Que buscáis?»
Ellos le contestaron:
—«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
El les dijo:
—«Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con el aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: —«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)» Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedo mirando y le dijo:
—«Tu eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Los discípulos de Juan siguen a Jesús, porque el propio Juan les indica el camino. Simón sigue a Jesús por la invitación de su hermano Andrés. Dice el Evangelio: “lo llevo a Jesús”.
“Gracias, Señor, por todas las personas que me han acercado a ti”
“A veces quiero que me sigan e impido que te sigan. Perdóname, Señor”
“Dame Señor arrojo y tino para anunciar que Tú eres el camino”
B. ¿Qué buscáis? ¿Qué buscas? ¿Dónde buscas tu felicidad? ¿Dónde crees que la vas a encontrar? ¿Vas por el camino acertado? ¿Buscas tu felicidad en Dios, en el Evangelio? ¿Qué le dices a Jesús?
C. Venid y lo veréis. Jesús no responde a los discípulos de Juan con un gran discurso. Los invita a vivir una experiencia. ¿Conocemos a Jesús de oídas o hemos hecho la experiencia de estar con Jesús? ¿A qué experiencias podemos invitar a las personas que buscan el sentido de su vida? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Tú nos invitas a ponernos en camino,
a salir de nuestras casas (situaciones, miserias, enfermedades, dolencias)
y a recorrer un itinerario de fe,
un camino en el que los que te sigan
irán descubriendo y respondiendo
a la pregunta por tu identidad.
La gente pregunta quién eres
y tú respondes “venid y lo veréis”,
“llamad y se os abrirá”,
“amad por encima de todo”,
“perdonad hasta setenta veces siete”,
“construid vuestra casa sobre la roca”,
“sembrad con perseverancia y sed pacientes”…
…porque tú nos quieres en camino, en movimiento, en acción
y en este no parar te nos descubres tal cuál eres.
Dame la oportunidad de acercarme a ti,
de preguntarte quién eres
y de conocer la respuesta
en el seguimiento fiel a tu persona y a tu proyecto,
a tu evangelio y a la misión. Así sea.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 3 de enero de 2020
Viernes 3 de enero
3 de enero
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 29‑34
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
—«Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo:
—«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me c dijo:
"Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo."
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan huye del protagonismo. Aunque intenten ponerlo en el centro, él se coloca a un lado. Juan desaparece del primer plano de la escena y deja paso a Jesús. En cambio, en muchas ocasiones buscamos el protagonismo, queremos ser el centro del grupo donde estamos. ¿Qué te dice Dios a través de esta actitud de Juan? ¿Qué le dices?
B. Juan da testimonio de Cristo, anuncia que él es el Mesías, el único que puede salvar. También nosotros estamos llamados a dar testimonio de Jesús. Y para dar testimonio de Jesús hay que dejarse salvar por él. Si no te sientes salvado por Jesús ¿cómo vas a anunciar que él es el Salvador? Si no intentas escuchar y seguir su enseñanzas ¿cómo vas a anunciar que él es la verdad y el camino de la vida?
"Gracias Señor porque tu amor me salva"
"Hazme sentir la alegría de ser salvado por ti"
C. Juan relaciona directamente a Jesús con el Espíritu: Jesús bautizará con Espíritu y el Espíritu desciende sobre Jesús. El Espíritu es la fuerza más profunda de Jesús. Y tendría que ser la fuerza que moviera nuestra vida. Tendríamos que aprender de los pájaros que normalmente buscan las corrientes de aire que les impulsen, para poder avanzar más rápido y con menos esfuerzo. Tendríamos que descubrir por donde sopla el viento del Espíritu y dejarnos mover y conducir por él.
"Espíritu Santo, penetra en mi corazón"
"Conduce mi vida por tu camino"
Dicen por ahí
que si hay Dios está lejos
que el amor no funciona,
que la paz es un sueño
que la guerra es eterna,
y que el fuerte es el dueño
que silencia al cobarde
y domina al pequeño. Pero un ángel ha dicho
que está cerca de mi
quien cambia todo esto,
tan frágil y tan grande,
tan débil y tan nuestro.
Dicen que está en las calles,
que hay que reconocerlo
en esta misma carne,
desnudo como un verso,
que quien llega a encontrarlo
ve desvanecerse el miedo,
ve que se secan las lagrimas
ve nueva vida en lo yermo.
Dicen por ahí
que si hay Dios esta lejos,
pero tu y yo sabemos,
que está cerca, en tu hermano,
… y esta en ti, muy adentro
José María R. Olaizola sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 29‑34
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
—«Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo:
—«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me c dijo:
"Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo."
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan huye del protagonismo. Aunque intenten ponerlo en el centro, él se coloca a un lado. Juan desaparece del primer plano de la escena y deja paso a Jesús. En cambio, en muchas ocasiones buscamos el protagonismo, queremos ser el centro del grupo donde estamos. ¿Qué te dice Dios a través de esta actitud de Juan? ¿Qué le dices?
B. Juan da testimonio de Cristo, anuncia que él es el Mesías, el único que puede salvar. También nosotros estamos llamados a dar testimonio de Jesús. Y para dar testimonio de Jesús hay que dejarse salvar por él. Si no te sientes salvado por Jesús ¿cómo vas a anunciar que él es el Salvador? Si no intentas escuchar y seguir su enseñanzas ¿cómo vas a anunciar que él es la verdad y el camino de la vida?
"Gracias Señor porque tu amor me salva"
"Hazme sentir la alegría de ser salvado por ti"
C. Juan relaciona directamente a Jesús con el Espíritu: Jesús bautizará con Espíritu y el Espíritu desciende sobre Jesús. El Espíritu es la fuerza más profunda de Jesús. Y tendría que ser la fuerza que moviera nuestra vida. Tendríamos que aprender de los pájaros que normalmente buscan las corrientes de aire que les impulsen, para poder avanzar más rápido y con menos esfuerzo. Tendríamos que descubrir por donde sopla el viento del Espíritu y dejarnos mover y conducir por él.
"Espíritu Santo, penetra en mi corazón"
"Conduce mi vida por tu camino"
Dicen por ahí
que si hay Dios está lejos
que el amor no funciona,
que la paz es un sueño
que la guerra es eterna,
y que el fuerte es el dueño
que silencia al cobarde
y domina al pequeño. Pero un ángel ha dicho
que está cerca de mi
quien cambia todo esto,
tan frágil y tan grande,
tan débil y tan nuestro.
Dicen que está en las calles,
que hay que reconocerlo
en esta misma carne,
desnudo como un verso,
que quien llega a encontrarlo
ve desvanecerse el miedo,
ve que se secan las lagrimas
ve nueva vida en lo yermo.
Dicen por ahí
que si hay Dios esta lejos,
pero tu y yo sabemos,
que está cerca, en tu hermano,
… y esta en ti, muy adentro
José María R. Olaizola sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 2 de enero de 2020
Jueves 2 de enero
2 de enero
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 19‑28
Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron
desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: —«¿Tú quién eres?»
El confesó sin reservas: —«Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: —«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: —«No lo soy.»
—«¿Eres tú el Profeta??»
Respondió: —«No.»
Y le dijeron: —«¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
El contestó: —«Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: —«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: —«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. En medio de vosotros hay uno que no conocéis. El Hijo de Dios ha plantado su tienda entre nosotros y no acabamos de darnos cuenta. Hay que abrir los ojos del corazón para descubrirle en nosotros mismos, en las personas que viven a nuestro alrededor, en cada acontecimiento de la vida, más o menos importantes.
Señor, Tú eres Enmanuel, Dios-con-nosotros,
Plantaste tu tienda en esta tierra hace 2000 años
y no la has levantado ni la levantarás jamás.
Vives en nuestras casas, calles y veredas.
Eres el Dios humano, cercano, solidario, íntimo,
que haces posible lo imposible con la fuerza de tu amor.
Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.
Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.
Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.
-----------------------
Cuando menos lo esperas
Dios toma la iniciativa
y, estemos preparados o no,
se cuela en nuestra vida
por la puerta delantera o la trasera.
Cuando menos lo esperas
alguien te mira y saluda,
y te entrega tanta vida y vida
que te embarazas, sin que te fuerce,
y cambia tu suerte para siempre.
Cuando menos lo esperas
encuentras la ternura y las caricias
que sueñas y demandas día a día;
y, muchas veces, quien te las regala
sufre, llora y camina con heridas.
Cuando menos lo esperas
descubres niños sin horizonte,
emigrantes en paro y sin papeles,
pateras que surcan los mares,
y un mundo de pobres, casi ausentes.
Cuando menos lo esperas
Dios entra en nuestra historia
por los reversos y las fronteras,
toma el nombre de Emanuel
y anhela nuestra presencia.
Y cuando lo esperas con ansia
y ternura, como estos días,
también Dios busca tu compañía
como buscó a José y María,
y gozas embarazos y partos de vida.
Florentino Ulibarri
B. Como el Bautista estamos llamados a anunciar la presencia de Dios en el mundo. Dios está, está siempre, hasta en las circunstancias más adversas, más difíciles, aunque nos cueste encontrarlo. Sólo cuando nosotros lo descubramos, lo podremos anunciar a otros.
"Dame Señor una mirada atenta y profunda"
"Dame sabiduría para anunciarte"
C. Para anunciar la presencia de Dios en el mundo, tenemos que actuar y hablar como lo hace Dios desde Belén: desde la pobreza, la humildad, la ternura, la sencillez, el amor... ¿que le dices a Dios?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 19‑28
Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron
desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: —«¿Tú quién eres?»
El confesó sin reservas: —«Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: —«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: —«No lo soy.»
—«¿Eres tú el Profeta??»
Respondió: —«No.»
Y le dijeron: —«¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
El contestó: —«Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: —«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: —«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. En medio de vosotros hay uno que no conocéis. El Hijo de Dios ha plantado su tienda entre nosotros y no acabamos de darnos cuenta. Hay que abrir los ojos del corazón para descubrirle en nosotros mismos, en las personas que viven a nuestro alrededor, en cada acontecimiento de la vida, más o menos importantes.
Señor, Tú eres Enmanuel, Dios-con-nosotros,
Plantaste tu tienda en esta tierra hace 2000 años
y no la has levantado ni la levantarás jamás.
Vives en nuestras casas, calles y veredas.
Eres el Dios humano, cercano, solidario, íntimo,
que haces posible lo imposible con la fuerza de tu amor.
Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.
Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.
Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.
-----------------------
Cuando menos lo esperas
Dios toma la iniciativa
y, estemos preparados o no,
se cuela en nuestra vida
por la puerta delantera o la trasera.
Cuando menos lo esperas
alguien te mira y saluda,
y te entrega tanta vida y vida
que te embarazas, sin que te fuerce,
y cambia tu suerte para siempre.
Cuando menos lo esperas
encuentras la ternura y las caricias
que sueñas y demandas día a día;
y, muchas veces, quien te las regala
sufre, llora y camina con heridas.
Cuando menos lo esperas
descubres niños sin horizonte,
emigrantes en paro y sin papeles,
pateras que surcan los mares,
y un mundo de pobres, casi ausentes.
Cuando menos lo esperas
Dios entra en nuestra historia
por los reversos y las fronteras,
toma el nombre de Emanuel
y anhela nuestra presencia.
Y cuando lo esperas con ansia
y ternura, como estos días,
también Dios busca tu compañía
como buscó a José y María,
y gozas embarazos y partos de vida.
Florentino Ulibarri
B. Como el Bautista estamos llamados a anunciar la presencia de Dios en el mundo. Dios está, está siempre, hasta en las circunstancias más adversas, más difíciles, aunque nos cueste encontrarlo. Sólo cuando nosotros lo descubramos, lo podremos anunciar a otros.
"Dame Señor una mirada atenta y profunda"
"Dame sabiduría para anunciarte"
C. Para anunciar la presencia de Dios en el mundo, tenemos que actuar y hablar como lo hace Dios desde Belén: desde la pobreza, la humildad, la ternura, la sencillez, el amor... ¿que le dices a Dios?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 1 de enero de 2020
Miércoles 1 de enero
Santa María, Madre de Dios
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 16‑21
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a Maria y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Seguimos contemplando el portalico de Belén. Y hoy, sin perder de vista al niño, fijamos nuestra atención en su madre, María. Imagina que tú eres uno de los pastorcillos recién llegados al establo y dirige tus ojos a María. Déjate contagiar de su alegría, de su ternura, de su delicadeza, de su mirada...
B. Como tantas veces, María conservaba todo y lo meditaba en su corazón. María no puede asimilar tantas emociones, tantas emociones, tantas palabras... y lo guarda en su corazón, para rumiarlo con tranquilidad, para buscar el sentido de todo, para seguir adivinando lo que Dios quería de ella... ¿Qué te dice Dios a través de esta actitud de María? ¿qué le dices?
C. Hoy es la jornada mundial de oración por la paz. Pedimos la paz para nuestro mundo, para nuestras familias, para nuestra sociedad... Revisamos y pedimos perdón por nuestras actitudes violentas. Nos planteamos cómo podemos ser constructores de paz en nuestros ambientes con la fuerza del Espíritu Santo.
Al estrenar el año, queremos desearnos lo mejor. También Dios nos felicita. Apoyándonos en las lecturas de la Misa de hoy, bien pudiera ser ésta la felicitación de Año Nuevo de nuestro Dios:
Yo te creé por amor en las entrañas de tu madre.
Te protegeré en el año nuevo y todos los días de tu vida.
No temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos.
Te protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
Siempre estaré contigo. Te lo prometo. No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate proteger.
Y haz con tus hermanos lo mismo que yo hago y haré contigo.
En este nuevo año yo te bendigo, digo bien de ti.
Te digo que tú eres importante para mí, vales mucho ante mis ojos.
Te digo que tú eres, pobre criatura, mi hija amada, mi hijo querido.
Te digo que en tu corazón no anida sólo la venganza y el egoísmo;
en tu corazón está el mismo Espíritu Santo, que te recuerda que tú eres mi hijo,
que te anima a rezar, a llamarme: Padre, papa, querido papá.
Te bendigo y te pido que hables bien de mí, en tu familia y con tus amigos.
Guardarte de la crítica, no maldigas, habla bien de tus hermanos, aunque se equivoquen.
En este nuevo año, yo seguiré fijándome en ti.
Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí
encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.
Y mira con amor a tus hermanos, especialmente a los que no se sienten queridos.
En este año nuevo, te seguiré concediendo mi favor:
muchas personas buenas te ayudarán y te amarán.
Cuando te rodee la mentira, te ayudaré a madurar, a crecer como persona y como cristiano.
Seguiré ofreciéndote mi Palabra, la palabra de la vida y la felicidad.
Seguiré regalándote mi Iglesia, tan pobre como necesaria, para que me sigas.
Seguiré alimentándote con el Cuerpo de mi Hijo, con su amor.
Seguiré saciando tu sed con su sangre, con su vida entregada.
Seguiré perdonando con misericordia tus pecados y errores.
Te daré todo lo mejor que tengo. Yo mismo seré tu regalo.
Acércate a mí, para que yo pueda seguir concediéndote mi favor.
Y comparte todo lo que yo te doy con tus hermanos.
En este año nuevo seguiré concediéndote la paz,
la paz de tu corazón, de tu familia, de la Iglesia, del mundo… para siempre.
Seguiré concediendo el don de la paz, a pesar de que demasiadas veces no es bienvenida.
Seguiré ofreciendo la paz con paciencia hasta que todos busquéis la justicia,
hasta que todos sepáis perdonar y vivir reconciliados,hasta que todos viváis en paz.
Acoge mi paz. Busca la justicia. Sé pacífico y pacificador.
Da a cada uno lo que necesita para vivir con la dignidad.
En este año nuevo, seguiré diciéndote:
Ahí tienes a tu madre, la madre de mi hijo Jesús, vuestra madre.
Junto a ella será más fácil acercarte a mí.
Junto a ella será más fácil bendecir y sentir mi bendición.
Junto a ella será más fácil que tu rostro se ilumine con mi mirada.
Junto a ella será más fácil sentirte favorecido y querido por mí.
Junto a ella será más fácil vivir en paz conmigo, con tus hermanos, con amigos y enemigos.
Junto a ella será más fácil ser instrumento de mi paz.
De parte de tu Padre, Dios, que te quiere, FELIZ AÑO NUEVO.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 16‑21
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a Maria y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Seguimos contemplando el portalico de Belén. Y hoy, sin perder de vista al niño, fijamos nuestra atención en su madre, María. Imagina que tú eres uno de los pastorcillos recién llegados al establo y dirige tus ojos a María. Déjate contagiar de su alegría, de su ternura, de su delicadeza, de su mirada...
B. Como tantas veces, María conservaba todo y lo meditaba en su corazón. María no puede asimilar tantas emociones, tantas emociones, tantas palabras... y lo guarda en su corazón, para rumiarlo con tranquilidad, para buscar el sentido de todo, para seguir adivinando lo que Dios quería de ella... ¿Qué te dice Dios a través de esta actitud de María? ¿qué le dices?
C. Hoy es la jornada mundial de oración por la paz. Pedimos la paz para nuestro mundo, para nuestras familias, para nuestra sociedad... Revisamos y pedimos perdón por nuestras actitudes violentas. Nos planteamos cómo podemos ser constructores de paz en nuestros ambientes con la fuerza del Espíritu Santo.
Al estrenar el año, queremos desearnos lo mejor. También Dios nos felicita. Apoyándonos en las lecturas de la Misa de hoy, bien pudiera ser ésta la felicitación de Año Nuevo de nuestro Dios:
Yo te creé por amor en las entrañas de tu madre.
Te protegeré en el año nuevo y todos los días de tu vida.
No temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos.
Te protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
Siempre estaré contigo. Te lo prometo. No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate proteger.
Y haz con tus hermanos lo mismo que yo hago y haré contigo.
En este nuevo año yo te bendigo, digo bien de ti.
Te digo que tú eres importante para mí, vales mucho ante mis ojos.
Te digo que tú eres, pobre criatura, mi hija amada, mi hijo querido.
Te digo que en tu corazón no anida sólo la venganza y el egoísmo;
en tu corazón está el mismo Espíritu Santo, que te recuerda que tú eres mi hijo,
que te anima a rezar, a llamarme: Padre, papa, querido papá.
Te bendigo y te pido que hables bien de mí, en tu familia y con tus amigos.
Guardarte de la crítica, no maldigas, habla bien de tus hermanos, aunque se equivoquen.
En este nuevo año, yo seguiré fijándome en ti.
Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí
encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.
Y mira con amor a tus hermanos, especialmente a los que no se sienten queridos.
En este año nuevo, te seguiré concediendo mi favor:
muchas personas buenas te ayudarán y te amarán.
Cuando te rodee la mentira, te ayudaré a madurar, a crecer como persona y como cristiano.
Seguiré ofreciéndote mi Palabra, la palabra de la vida y la felicidad.
Seguiré regalándote mi Iglesia, tan pobre como necesaria, para que me sigas.
Seguiré alimentándote con el Cuerpo de mi Hijo, con su amor.
Seguiré saciando tu sed con su sangre, con su vida entregada.
Seguiré perdonando con misericordia tus pecados y errores.
Te daré todo lo mejor que tengo. Yo mismo seré tu regalo.
Acércate a mí, para que yo pueda seguir concediéndote mi favor.
Y comparte todo lo que yo te doy con tus hermanos.
En este año nuevo seguiré concediéndote la paz,
la paz de tu corazón, de tu familia, de la Iglesia, del mundo… para siempre.
Seguiré concediendo el don de la paz, a pesar de que demasiadas veces no es bienvenida.
Seguiré ofreciendo la paz con paciencia hasta que todos busquéis la justicia,
hasta que todos sepáis perdonar y vivir reconciliados,hasta que todos viváis en paz.
Acoge mi paz. Busca la justicia. Sé pacífico y pacificador.
Da a cada uno lo que necesita para vivir con la dignidad.
En este año nuevo, seguiré diciéndote:
Ahí tienes a tu madre, la madre de mi hijo Jesús, vuestra madre.
Junto a ella será más fácil acercarte a mí.
Junto a ella será más fácil bendecir y sentir mi bendición.
Junto a ella será más fácil que tu rostro se ilumine con mi mirada.
Junto a ella será más fácil sentirte favorecido y querido por mí.
Junto a ella será más fácil vivir en paz conmigo, con tus hermanos, con amigos y enemigos.
Junto a ella será más fácil ser instrumento de mi paz.
De parte de tu Padre, Dios, que te quiere, FELIZ AÑO NUEVO.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 31 de diciembre de 2019
Martes 31 de diciembre
31 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 1‑18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
—«Este es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesucristo es la Palabra. Dios es Palabra, es comunicación, es relación. Las personas, creadas a su imagen y semejanza, estamos llamadas a relacionarnos, a comunicarnos con Él y con los hermanos. No podemos crecer como personas y como cristianos aislados. ¿Cómo cultivo las relaciones con Dios y con el prójimo? ¿son verdaderas, constructivas, sinceras? ¿Qué le dices a Dios?
B. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. El mundo es la casa de Dios. Tu corazón y el de cada persona es la casa de Dios. La casa que Él ha hecho y en la que ha querido vivir para llenarla de luz y calor. En estos días de Navidad, en este año que acaba ¿cómo has acogido a Jesús? ¿qué le dices?
C. A cuantos recibieron la Palabra, les da poder para ser hijos de Dios. El Hijo de Dios se ha hecho nuestro hermano, para que todos seamos hijos de Dios. No estamos llamados solamente a saber que somos hijos de Dios, estamos llamados a sentirlo y a vivirlo. Dios es tu Padre, tu Madre, te ama entrañablemente. Dios susurra a tu corazón continuamente: "Tú eres mi hijo". Ojalá que tus labios, tu corazón y tu vida susurren a Dios "Tú eres mi Padre, mi Madre". Contempla a Jesús recién nacido y silencia tu corazón para escuchar el susurro de Dios. Dile lo que sientes.
La Palabra se hizo carne,
para hablar en gestos
y profetizar amores.
Se hizo frágil,
para romper certidumbres
y derribar fortalezas.
Se hizo niño
para crecer aprendiendo
y enseñar viviendo.
Se hizo voz,
en el llanto de un crío
y en las promesas de un hombre.
Se hizo brote
que en el suelo seco
apuntaba hacia la Vida.
Se hizo amigo
para anular soledades
y trenzar afectos.
Se hizo de los nuestros
para enseñarnos
a ser de Dios.
Se hizo mortal,
y atravesando el tiempo
nos volvió eternos.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
Antes de comenzar el nuevo año, podemos dar gracias por todas las personas y acontecimientos positivos del año viejo, para cargarnos de energía; y pedir perdón por lo que no hicimos bien u ofrecerlo a quienes nos hicieron daño, para liberarnos de pesos muertos:
Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI. Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir. Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También perdón por no corresponder a tu amor, por la oración que poco a poco fui aplazando. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 1‑18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
—«Este es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesucristo es la Palabra. Dios es Palabra, es comunicación, es relación. Las personas, creadas a su imagen y semejanza, estamos llamadas a relacionarnos, a comunicarnos con Él y con los hermanos. No podemos crecer como personas y como cristianos aislados. ¿Cómo cultivo las relaciones con Dios y con el prójimo? ¿son verdaderas, constructivas, sinceras? ¿Qué le dices a Dios?
B. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. El mundo es la casa de Dios. Tu corazón y el de cada persona es la casa de Dios. La casa que Él ha hecho y en la que ha querido vivir para llenarla de luz y calor. En estos días de Navidad, en este año que acaba ¿cómo has acogido a Jesús? ¿qué le dices?
C. A cuantos recibieron la Palabra, les da poder para ser hijos de Dios. El Hijo de Dios se ha hecho nuestro hermano, para que todos seamos hijos de Dios. No estamos llamados solamente a saber que somos hijos de Dios, estamos llamados a sentirlo y a vivirlo. Dios es tu Padre, tu Madre, te ama entrañablemente. Dios susurra a tu corazón continuamente: "Tú eres mi hijo". Ojalá que tus labios, tu corazón y tu vida susurren a Dios "Tú eres mi Padre, mi Madre". Contempla a Jesús recién nacido y silencia tu corazón para escuchar el susurro de Dios. Dile lo que sientes.
La Palabra se hizo carne,
para hablar en gestos
y profetizar amores.
Se hizo frágil,
para romper certidumbres
y derribar fortalezas.
Se hizo niño
para crecer aprendiendo
y enseñar viviendo.
Se hizo voz,
en el llanto de un crío
y en las promesas de un hombre.
Se hizo brote
que en el suelo seco
apuntaba hacia la Vida.
Se hizo amigo
para anular soledades
y trenzar afectos.
Se hizo de los nuestros
para enseñarnos
a ser de Dios.
Se hizo mortal,
y atravesando el tiempo
nos volvió eternos.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
Antes de comenzar el nuevo año, podemos dar gracias por todas las personas y acontecimientos positivos del año viejo, para cargarnos de energía; y pedir perdón por lo que no hicimos bien u ofrecerlo a quienes nos hicieron daño, para liberarnos de pesos muertos:
Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI. Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir. Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También perdón por no corresponder a tu amor, por la oración que poco a poco fui aplazando. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
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