Domingo de la 32ª semana del t.o.C
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 20, 27-38
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la
resurrección y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a
uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la
viuda y dé descendencia a su hermano».
Pues bien, había siete hermanos el primero se casó y murió sin hijos.
Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos.
Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con el1a.
Jesús les contestó: En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los
que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre
los muertos, no se casarán.
Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de
la zarza, cuando llama al Señor: «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios
de Jacob».
No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Los saduceos no creían en la resurrección y plantean a Jesús una
pregunta, no para aclarar una duda, sino para ridiculizar a cuantos
creían en la resurrección. A veces no nos conformamos con presentar
nuestras ideas con sencillez y claridad, y menospreciamos a quienes
tienen opiniones y creencias distintas a las nuestras.
"Señor, hazme sencillo y humilde"
"Ayúdame a respetar y a amar a los que no piensan como yo"
B. Jesús aprovecha hasta la mala intención de los saduceos para exponer
su doctrina con paciencia: "No es Dios de muertos, sino de vivos".
Nosotros creemos en la resurrección. Creemos que un día resucitaremos a
una vida nueva de hijos de Dios en plenitud, de fraternidad perfecta.
"Gracias Señor por el regalo de la fe y la esperanza"
"Ayúdanos a ser testigos de esperanza en el mundo"
"Perdona Jesús nuestras desesperanzas y pesimismos"
C. La fe en la resurrección no nos desentiende de los problemas de la
tierra. Los cristianos no deberíamos tener tanto miedo para entregar la
vida por los hermanos, por el Reino de Dios, porque sabemos que
recobraremos una vida nueva multiplicada. Los cristianos hemos recibido
la misión de "traer el cielo a la tierra", de trabajar para que todos se
sientan hermanos e hijos de Dios. ¿Cómo voy a responder a esta misión?
Pido a Dios luz y fuerza para hacerlo con generosidad.
D. Los cristianos creemos en la resurrección, creemos que la Pascua, el paso de la muerte a la vida ya ha comenzado en nosotros:
Vivir pascualmente
es vivir cada momento intensamente,
como si fuese el último,
y dar cada paso, con sorpresa y gozo,
como si fuese el primero.
Es inspirar amor y conciencia
en nuestro frágil cuerpo e historia,
y entrar con gozo y paz
en el cuerpo universal y místico
que todos somos ya ahora.
Es acoger la liberación y sanación
de nuestro ser entero
que se hacen presentes, aquí y hora
y en el reverso de la historia,
rompiendo nuestros normas y credos.
Es mirar y ver las llagas
del cuerpo y del alma
tan sangrantes en tantas personas,
y no pensar que quienes las tienen
son aprovecadas o fantasmas.
Es compartir lo que tenemos,
con generosidad y gozo,
con los hemanos necesitados
aunque no los conozcamos
y sólo sea un trozo de pez asado.
Es desprendernos del sufrimiento y miedo,
que atenazan y cierran
nuestra mente, corazón y entrañas,
y abrir todas las ventanas
a tu brisa resucitada.
Es no perder la capacidad de asombro,
abrir nuestro entendimiento,
aprender día a día en cada encuentro,
alegrarse por todo lo bueno,
y ser testigos de lo vivido.
Es ver en cada paso humano
tu paso divino de enamorado,
tan pascual y cercano,
tan rompedor y solidario,
tan al lado de nuestros pies cansados...
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 10 de noviembre de 2019
sábado, 9 de noviembre de 2019
Sábado 9 de noviembre
Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
-«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
-«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
-«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron:
-«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Hoy se celebra en la Iglesia la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma. Las iglesias materiales son dedicadas, consagradas para que sean el lugar dedicado al encuentro con Dios y con los hermanos. Desde Roma el Papa continúa la misión que Jesús dio a San Pedro: apacentar sus ovejas, confirmar a los hermanos en la fe auténtica. Es buena ocasión para dar gracias a Dios por el Papa, por su trabajo entregado, para pedir por él y por toda la iglesia, para que sea cada vez más auténtica y evangélica.
B. Jesús se molesta cuando que el templo de Jerusalén no se dedica a Dios. Jesús no tolera que el templo de Dios se convierta en un mercado. A veces también nosotros comerciamos con Dios. Hago este sacrificio para que Dios me dé tal favor. Rezo para que se cumpla mi voluntad y no la de Dios. Me porto bien para ganar el cielo. Cuando razonamos así olvidamos que el amor de Dios es gratuito y que Él sólo busca nuestra felicidad
"Gracias, Padre, por tu amor gratuito"
"Padre, me pongo en tus manos"
C. Destruid este templo y en tres días lo levantaré. Jesús habla de su cuerpo y ellos pensaban en el gran templo de Jerusalén. Nuestros cuerpos también son templos en los que Dios habita. Y en nuestro bautismo también fuimos dedicados, consagrados a Dios.
Señor, bendice mis manos
para que sean delicadas y sepan tomar
sin jamás aprisionar,
que sepan dar sin calcular
y tengan la fuerza de bendecir y consolar.
Señor, bendice mis ojos
para que sepan ver la necesidad
y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra;
que vean detrás de la superficie
para que los demás se sientan felices
por mi modo de mirarles.
Señor, bendice mis oídos
para que sepan oír tu voz
y perciban muy claramente
el grito de los afligidos;
que sepan quedarse sordos
al ruido inútil y la palabrería,
pero no a las voces que llaman
y piden que las oigan y comprendan
aunque turben mi comodidad.
Señor, bendice mi boca
para que dé testimonio de Ti
y no diga nada que hiera o destruya;
que sólo pronuncie palabras que alivian,
que nunca traicione confidencias y secretos,
que consiga despertar sonrisas.
Señor, bendice mi corazón
para que sea templo vivo de tu Espíritu
y sepa dar calor y refugio;
que sea generoso en perdonar y comprender
y aprenda a compartir dolor y alegría
con un gran amor.
Dios mío, que puedas disponer de mí
con todo lo que soy, con todo lo que tengo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
-«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
-«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
-«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron:
-«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Hoy se celebra en la Iglesia la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma. Las iglesias materiales son dedicadas, consagradas para que sean el lugar dedicado al encuentro con Dios y con los hermanos. Desde Roma el Papa continúa la misión que Jesús dio a San Pedro: apacentar sus ovejas, confirmar a los hermanos en la fe auténtica. Es buena ocasión para dar gracias a Dios por el Papa, por su trabajo entregado, para pedir por él y por toda la iglesia, para que sea cada vez más auténtica y evangélica.
B. Jesús se molesta cuando que el templo de Jerusalén no se dedica a Dios. Jesús no tolera que el templo de Dios se convierta en un mercado. A veces también nosotros comerciamos con Dios. Hago este sacrificio para que Dios me dé tal favor. Rezo para que se cumpla mi voluntad y no la de Dios. Me porto bien para ganar el cielo. Cuando razonamos así olvidamos que el amor de Dios es gratuito y que Él sólo busca nuestra felicidad
"Gracias, Padre, por tu amor gratuito"
"Padre, me pongo en tus manos"
C. Destruid este templo y en tres días lo levantaré. Jesús habla de su cuerpo y ellos pensaban en el gran templo de Jerusalén. Nuestros cuerpos también son templos en los que Dios habita. Y en nuestro bautismo también fuimos dedicados, consagrados a Dios.
Señor, bendice mis manos
para que sean delicadas y sepan tomar
sin jamás aprisionar,
que sepan dar sin calcular
y tengan la fuerza de bendecir y consolar.
Señor, bendice mis ojos
para que sepan ver la necesidad
y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra;
que vean detrás de la superficie
para que los demás se sientan felices
por mi modo de mirarles.
Señor, bendice mis oídos
para que sepan oír tu voz
y perciban muy claramente
el grito de los afligidos;
que sepan quedarse sordos
al ruido inútil y la palabrería,
pero no a las voces que llaman
y piden que las oigan y comprendan
aunque turben mi comodidad.
Señor, bendice mi boca
para que dé testimonio de Ti
y no diga nada que hiera o destruya;
que sólo pronuncie palabras que alivian,
que nunca traicione confidencias y secretos,
que consiga despertar sonrisas.
Señor, bendice mi corazón
para que sea templo vivo de tu Espíritu
y sepa dar calor y refugio;
que sea generoso en perdonar y comprender
y aprenda a compartir dolor y alegría
con un gran amor.
Dios mío, que puedas disponer de mí
con todo lo que soy, con todo lo que tengo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 8 de noviembre de 2019
Viernes 8 de noviembre
Viernes de la 31ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 16, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.
El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Este respondió: Cien barriles de aceite.
El le dijo: Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe «cincuenta».
Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? ; El contestó: Cien fanegas de trigo.
Le dijo: Aquí está tu recibo: Escribe «ochenta».
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido.
Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Parece que esta parábola anima a engañar y a robar sin escrúpulos. Sin embargo, Jesús no alaba el engaño de los hijos de este mundo, alaba su astucia. El administrador injusto es astuto y malo. Jesús nos invita a ser astutos y buenos, inteligentes y generosos, creativos y honrados. Jesús quiere que pongamos todos nuestras capacidades al servicio de los hermanos. Pedimos su ayuda para ser así.
B. Sin embargo, tenemos que reconocer que a veces nos parecemos bastante al administrador injusto. Utilizamos la astucia, la inteligencia, la creatividad solamente en favor nuestro y a veces en contra de los demás. Pensamos hechos concretos y pedimos perdón.
C. Finalmente recordamos a quienes ponen todos sus talentos al servicio de los demás: analizan la realidad, buscan ayudas económicas y humanas, diseñan estrategias, evalúan las acciones y los logros obtenidos... se devanan los sesos para solucionar problemas, para ayudar, para transformar poco a poco el mundo que nos rodea. Pensamos en personas concretas. A veces también nosotros actuamos así. Damos gracias.
Señor, gracias por todas las capacidades que me has dado.
Ayúdame a reconocerlas y agradecerlas,
a ponerlas al servicio de los hermanos,
de tu Reino de justicia, verdad, amor y paz.
Que mi astucia no se vuelque en alcanzar mis caprichos
y busque el crecimiento de los más pequeños y pobres.
Que mi inteligencia no sirva para justificar mis errores,
y me ayude a crecer en sinceridad y humanidad.
Que mi creatividad no sea egoísta ni aprovechada
y abra nuevos caminos para la generosidad y el amor.
Que mi talento no se centre en perseguir mi bienestar
y trabaje para construir el bien común y la paz.
Señor, gracias por todas las capacidades que me has dado.
Ayúdame a reconocerlas y agradecerlas,
a ponerlas al servicio de los hermanos,
de tu Reino de justicia, verdad, amor y paz.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 16, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.
El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Este respondió: Cien barriles de aceite.
El le dijo: Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe «cincuenta».
Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? ; El contestó: Cien fanegas de trigo.
Le dijo: Aquí está tu recibo: Escribe «ochenta».
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido.
Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Parece que esta parábola anima a engañar y a robar sin escrúpulos. Sin embargo, Jesús no alaba el engaño de los hijos de este mundo, alaba su astucia. El administrador injusto es astuto y malo. Jesús nos invita a ser astutos y buenos, inteligentes y generosos, creativos y honrados. Jesús quiere que pongamos todos nuestras capacidades al servicio de los hermanos. Pedimos su ayuda para ser así.
B. Sin embargo, tenemos que reconocer que a veces nos parecemos bastante al administrador injusto. Utilizamos la astucia, la inteligencia, la creatividad solamente en favor nuestro y a veces en contra de los demás. Pensamos hechos concretos y pedimos perdón.
C. Finalmente recordamos a quienes ponen todos sus talentos al servicio de los demás: analizan la realidad, buscan ayudas económicas y humanas, diseñan estrategias, evalúan las acciones y los logros obtenidos... se devanan los sesos para solucionar problemas, para ayudar, para transformar poco a poco el mundo que nos rodea. Pensamos en personas concretas. A veces también nosotros actuamos así. Damos gracias.
Señor, gracias por todas las capacidades que me has dado.
Ayúdame a reconocerlas y agradecerlas,
a ponerlas al servicio de los hermanos,
de tu Reino de justicia, verdad, amor y paz.
Que mi astucia no se vuelque en alcanzar mis caprichos
y busque el crecimiento de los más pequeños y pobres.
Que mi inteligencia no sirva para justificar mis errores,
y me ayude a crecer en sinceridad y humanidad.
Que mi creatividad no sea egoísta ni aprovechada
y abra nuevos caminos para la generosidad y el amor.
Que mi talento no se centre en perseguir mi bienestar
y trabaje para construir el bien común y la paz.
Señor, gracias por todas las capacidades que me has dado.
Ayúdame a reconocerlas y agradecerlas,
a ponerlas al servicio de los hermanos,
de tu Reino de justicia, verdad, amor y paz.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 7 de noviembre de 2019
Jueves 7 de noviembre
Jueves de la 31ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 15, 1-10
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola: Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: ¡Felicitadme! , he encontrado la oveja que se me había perdido.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles: ¡Felicitadme! , he encontrado la moneda que se me había perdido.
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Los judíos y fariseos murmuraban... criticaban sin saber los qués y los porqués. Nos duele cuando nos critican, pero caemos mil veces en este pecado. Pedimos perdón. Damos gracias por las personas que no critican, que saben ver lo positivo de los demás.
B. Jesús ha salido de la "comodidad" de su cielo para buscar ovejas perdidas, monedas extraviadas. Ha salido por ti y por mi, porque somos importantes, valiosos para él. Ha salido muchas veces, de muchas formas, a través de tantas experiencias, de tantas personas. Recuerdo momentos concretos
"Gracias, Jesús, porque soy importante para ti"
"Dame fuerza, Jesús, para ir a buscar a los perdidos, aunque murmuren contra mi"
C. Seguramente en alguna ocasión hemos sentido la alegría de recuperar la amistad de una persona importante para nosotros. Se llora de alegría. Eso le pasa a Dios, nuestro Padre. Por eso, cuando te acerques a él después de haberte alejado, contempla el rostro de Dios sonriente, emocionado, feliz... y dale gracias por lo mucho que te quiere.
Jesús, Buen Pastor, queremos seguir tus pasos.
Danos tu Espíritu, para aprender a vivir en la misericordia.
Ayúdanos a descubrir la gratuidad de tu amor, entrega generosa, don de vida que se regala.
Queremos compartir tu sueño de construir un mundo justo,
donde exista igualdad y una fraternidad real, donde haya pan para todos
y la libertad sea una luz que ilumine a todas las personas.
Danos tu Espíritu, Jesús, Buen Pastor,
para perseverar en nuestra búsqueda,
para seguir en camino,
para animarnos a la esperanza activa de hacer un Reino de paz y de bondad para todos.
Jesús, Buen Pastor, que pasaste haciendo el bien,
viviendo la misericordia en la atención a los enfermos,
en la búsqueda de los marginados,
en la denuncia de las injusticias,
en la apertura al Dios de la vida,
en la enseñanza paciente de los discípulos,
en el anuncio del Reino para todos.
Danos tu Espíritu, Jesús, para seguirte,
para imitar tu entrega,
para hacer el bien en nuestros días,
en el camino de cada uno,
para vivir en la bondad,
caminando hacia tu Reino. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 15, 1-10
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola: Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: ¡Felicitadme! , he encontrado la oveja que se me había perdido.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles: ¡Felicitadme! , he encontrado la moneda que se me había perdido.
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Los judíos y fariseos murmuraban... criticaban sin saber los qués y los porqués. Nos duele cuando nos critican, pero caemos mil veces en este pecado. Pedimos perdón. Damos gracias por las personas que no critican, que saben ver lo positivo de los demás.
B. Jesús ha salido de la "comodidad" de su cielo para buscar ovejas perdidas, monedas extraviadas. Ha salido por ti y por mi, porque somos importantes, valiosos para él. Ha salido muchas veces, de muchas formas, a través de tantas experiencias, de tantas personas. Recuerdo momentos concretos
"Gracias, Jesús, porque soy importante para ti"
"Dame fuerza, Jesús, para ir a buscar a los perdidos, aunque murmuren contra mi"
C. Seguramente en alguna ocasión hemos sentido la alegría de recuperar la amistad de una persona importante para nosotros. Se llora de alegría. Eso le pasa a Dios, nuestro Padre. Por eso, cuando te acerques a él después de haberte alejado, contempla el rostro de Dios sonriente, emocionado, feliz... y dale gracias por lo mucho que te quiere.
Jesús, Buen Pastor, queremos seguir tus pasos.
Danos tu Espíritu, para aprender a vivir en la misericordia.
Ayúdanos a descubrir la gratuidad de tu amor, entrega generosa, don de vida que se regala.
Queremos compartir tu sueño de construir un mundo justo,
donde exista igualdad y una fraternidad real, donde haya pan para todos
y la libertad sea una luz que ilumine a todas las personas.
Danos tu Espíritu, Jesús, Buen Pastor,
para perseverar en nuestra búsqueda,
para seguir en camino,
para animarnos a la esperanza activa de hacer un Reino de paz y de bondad para todos.
Jesús, Buen Pastor, que pasaste haciendo el bien,
viviendo la misericordia en la atención a los enfermos,
en la búsqueda de los marginados,
en la denuncia de las injusticias,
en la apertura al Dios de la vida,
en la enseñanza paciente de los discípulos,
en el anuncio del Reino para todos.
Danos tu Espíritu, Jesús, para seguirte,
para imitar tu entrega,
para hacer el bien en nuestros días,
en el camino de cada uno,
para vivir en la bondad,
caminando hacia tu Reino. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 6 de noviembre de 2019
Miércoles 6 de noviembre
Miércoles de la 31ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: «Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar» ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Mucha gente sigue a Jesús. Sin embargo, él se da cuenta de que muchos no han valorado suficientemente lo que significa seguirle. Por eso pone las cosas claras: el que no pone detrás de mi a su padre y a su madre, el que no quiera llevar la cruz, el que no renuncia a los bienes... El dirá de si mismo: "Yo soy la verdad". A nosotros nos gustan más las medias verdades, no decir las cosas claras...
"Señor, perdona, mi falta de verdad"
"Dame fuerza para ser testigo de la verdad"
"No dejes que en las relaciones con los hermanos crezcan sobre la mentira"
B. "Quien no lleve la cruz detrás de mi...". No se trata de llevar la cruz por llevar la cruz, ni siquiera para conseguir un premio. Se trata de asumir las consecuencias del amor, de ser fiel cuando viene la cruz de la soledad, de la incomprensión, de la crítica despiadada... Llevar la cruz detrás de Jesús, supone llevarla con él, con su fuerza, dejándonos impregnar de su esperanza.
"Gracias Jesús por llevar la cruz conmigo"
"Dame tu fuerza para llevar la cruz"
"Que la cruz no sea en mi vida más grande que el amor"
C. "El que no posponga a su madre y a su padre, no puede ser discípulo mío". ¡Qué fuerte! Si no conociéramos a Jesús y escuchásemos estas palabras diríamos que es un egoísta que lo reclama todo para él. ¿Cómo se compaginan estas palabras y las de dar la vida por los amigos? Aunque parezca un contrasentido, precisamente cuando ponemos a Jesús por encima de todo y de todos, más y mejor podemos amar a la familia, a los amigos, al mundo, a uno mismo.
Señor, ¿cómo voy a amarte más que a mis padres, si ellos se han sacrificado tanto por mí y me lo han dado todo?
¿Cómo voy a amarte más que a mi pareja, si nos queremos con locura, si parece imposible amar con más fuerza?
¿Cómo voy a amarte más que a mis hijos, si cada día les doy lo mejor de mí y daría mi vida por ellos, sin pensarlo dos veces?
¿Cómo voy a amarte más que a mis hermanos y amigos, si yo no sería nada sin ellos?
Señor, ayúdame a darme cuenta de que mis padres, mi pareja, mis hijos, hermanos y amigos son un regalo tuyo;
que su amor es sólo un pequeño reflejo del gran amor que Tú sientes por mí.
Señor, ayúdame a experimentar que cuando me dejo amar por ti y cuando te amo sobre todas las cosas, mi corazón se ensancha y pacífica, y, así, puedo amar sin exigir a los demás lo que sólo Tú me puedes dar, puedo amar más y mejor a mis padres, a mi pareja, a mis hijos, hermanos y amigos.
Señor, ayúdame a fiarme de tu palabra y a disfrutar la vida nueva que sólo Tú me ofreces.
D. Dice Jesús: “el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”. Hemos de renunciar a todo lo que no nos deje ser libres, todo lo que nos aleje de Dios y de los hermanos
Ahora que he aprendido a vivir
sin acaparar,
sin fantasear,
sin quejarme,
sin apropiarme,
sin erudición,
sin claridades,
sin imágenes,
sin mochilas,
sin miedos,
sin pesos...
Ahora que no estoy enganchado a nada:
ni a emociones,
ni al trabajo,
ni al dinero,
ni a la casa,
ni a las ideas,
ni a la información,
ni al consumo,
ni al descanso,
ni a la familia,
ni a la iglesia...
Ahora que no deseo nada:
ni ganar,
ni adquirir,
ni poseer,
ni dominar,
ni captar,
ni tener,
ni lograr,
ni obtener,
ni alcanzar,
ni triunfar...
Ahora que mi equipaje es ligero
para las noches oscuras,
para los días largos,
para los lunes pesados,
para los martes monótonos,
para los miércoles de siempre,
para los jueves de confidencias,
para los viernes amargos,
para los sábados de soledades,
para las semanas santas,
para los Vía crucis de cada día...
Ahora,
quizá sea caminante,
peregrino,
romero
aventurero,
receptor,
sabedor,
creyente
y testigo
de tu Pascua
y resurrección.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: «Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar» ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Mucha gente sigue a Jesús. Sin embargo, él se da cuenta de que muchos no han valorado suficientemente lo que significa seguirle. Por eso pone las cosas claras: el que no pone detrás de mi a su padre y a su madre, el que no quiera llevar la cruz, el que no renuncia a los bienes... El dirá de si mismo: "Yo soy la verdad". A nosotros nos gustan más las medias verdades, no decir las cosas claras...
"Señor, perdona, mi falta de verdad"
"Dame fuerza para ser testigo de la verdad"
"No dejes que en las relaciones con los hermanos crezcan sobre la mentira"
B. "Quien no lleve la cruz detrás de mi...". No se trata de llevar la cruz por llevar la cruz, ni siquiera para conseguir un premio. Se trata de asumir las consecuencias del amor, de ser fiel cuando viene la cruz de la soledad, de la incomprensión, de la crítica despiadada... Llevar la cruz detrás de Jesús, supone llevarla con él, con su fuerza, dejándonos impregnar de su esperanza.
"Gracias Jesús por llevar la cruz conmigo"
"Dame tu fuerza para llevar la cruz"
"Que la cruz no sea en mi vida más grande que el amor"
C. "El que no posponga a su madre y a su padre, no puede ser discípulo mío". ¡Qué fuerte! Si no conociéramos a Jesús y escuchásemos estas palabras diríamos que es un egoísta que lo reclama todo para él. ¿Cómo se compaginan estas palabras y las de dar la vida por los amigos? Aunque parezca un contrasentido, precisamente cuando ponemos a Jesús por encima de todo y de todos, más y mejor podemos amar a la familia, a los amigos, al mundo, a uno mismo.
Señor, ¿cómo voy a amarte más que a mis padres, si ellos se han sacrificado tanto por mí y me lo han dado todo?
¿Cómo voy a amarte más que a mi pareja, si nos queremos con locura, si parece imposible amar con más fuerza?
¿Cómo voy a amarte más que a mis hijos, si cada día les doy lo mejor de mí y daría mi vida por ellos, sin pensarlo dos veces?
¿Cómo voy a amarte más que a mis hermanos y amigos, si yo no sería nada sin ellos?
Señor, ayúdame a darme cuenta de que mis padres, mi pareja, mis hijos, hermanos y amigos son un regalo tuyo;
que su amor es sólo un pequeño reflejo del gran amor que Tú sientes por mí.
Señor, ayúdame a experimentar que cuando me dejo amar por ti y cuando te amo sobre todas las cosas, mi corazón se ensancha y pacífica, y, así, puedo amar sin exigir a los demás lo que sólo Tú me puedes dar, puedo amar más y mejor a mis padres, a mi pareja, a mis hijos, hermanos y amigos.
Señor, ayúdame a fiarme de tu palabra y a disfrutar la vida nueva que sólo Tú me ofreces.
D. Dice Jesús: “el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”. Hemos de renunciar a todo lo que no nos deje ser libres, todo lo que nos aleje de Dios y de los hermanos
Ahora que he aprendido a vivir
sin acaparar,
sin fantasear,
sin quejarme,
sin apropiarme,
sin erudición,
sin claridades,
sin imágenes,
sin mochilas,
sin miedos,
sin pesos...
Ahora que no estoy enganchado a nada:
ni a emociones,
ni al trabajo,
ni al dinero,
ni a la casa,
ni a las ideas,
ni a la información,
ni al consumo,
ni al descanso,
ni a la familia,
ni a la iglesia...
Ahora que no deseo nada:
ni ganar,
ni adquirir,
ni poseer,
ni dominar,
ni captar,
ni tener,
ni lograr,
ni obtener,
ni alcanzar,
ni triunfar...
Ahora que mi equipaje es ligero
para las noches oscuras,
para los días largos,
para los lunes pesados,
para los martes monótonos,
para los miércoles de siempre,
para los jueves de confidencias,
para los viernes amargos,
para los sábados de soledades,
para las semanas santas,
para los Vía crucis de cada día...
Ahora,
quizá sea caminante,
peregrino,
romero
aventurero,
receptor,
sabedor,
creyente
y testigo
de tu Pascua
y resurrección.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 5 de noviembre de 2019
Martes 5 de noviembre
Martes de la 31ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 15-24
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: ¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios! Jesús le contestó: Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: Venid, que ya está preparado.
Pero ellos se excusaron uno tras otro.
El primero le dijo: He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor.
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor.
Otro dijo: Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir.
El criado volvió a contárselo al amo.
Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos.
El criado dijo: Señor, se ha hecho lo que mandaste y todavía queda sitio.
Entonces el amo dijo: Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se me llene la casa. Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Muchas veces pensamos que Dios sólo llama para complicarnos la vida. Sin embargo, la llamada de Dios es ante todo una invitación a participar en un banquete suculento, donde no falta ningún manjar.
“Perdón, Señor, por dudar de tu generosidad”
“Enséñanos a mostrar también la cara más amable de tu Evangelio”
En bastantes ocasiones ponemos excusas: soy demasiado joven, tengo mucho trabajo, tengo que preparar un examen, ahora me voy a casar, tengo que atender a mis hijos, ahora no tengo fuerzas... Encontramos excusas hasta debajo de las piedras. Pedimos perdón.
El Señor abre su banquete a todos, a los pobres, lisiados, ciegos y cojos. Y nosotros ¿abrimos nuestra casa, nuestra generosidad, nuestra amistad a los pobres? ¿o estamos siempre refugiados en aquellos que pueden devolver los favores que les hacemos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega,
y Tú nos dices: Venid, comed pan sin pagar, bebed vino y leche de balde.
La oración en un banquete, la Eucaristía es un banquete,
la solidaridad es un banquete.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 15-24
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: ¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios! Jesús le contestó: Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: Venid, que ya está preparado.
Pero ellos se excusaron uno tras otro.
El primero le dijo: He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor.
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor.
Otro dijo: Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir.
El criado volvió a contárselo al amo.
Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos.
El criado dijo: Señor, se ha hecho lo que mandaste y todavía queda sitio.
Entonces el amo dijo: Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se me llene la casa. Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Muchas veces pensamos que Dios sólo llama para complicarnos la vida. Sin embargo, la llamada de Dios es ante todo una invitación a participar en un banquete suculento, donde no falta ningún manjar.
“Perdón, Señor, por dudar de tu generosidad”
“Enséñanos a mostrar también la cara más amable de tu Evangelio”
En bastantes ocasiones ponemos excusas: soy demasiado joven, tengo mucho trabajo, tengo que preparar un examen, ahora me voy a casar, tengo que atender a mis hijos, ahora no tengo fuerzas... Encontramos excusas hasta debajo de las piedras. Pedimos perdón.
El Señor abre su banquete a todos, a los pobres, lisiados, ciegos y cojos. Y nosotros ¿abrimos nuestra casa, nuestra generosidad, nuestra amistad a los pobres? ¿o estamos siempre refugiados en aquellos que pueden devolver los favores que les hacemos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega,
y Tú nos dices: Venid, comed pan sin pagar, bebed vino y leche de balde.
La oración en un banquete, la Eucaristía es un banquete,
la solidaridad es un banquete.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 4 de noviembre de 2019
Lunes 4 de noviembre
Lunes de la 31ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 12-14
En aquel tiempo, decía Jesús a uno de los principales fariseos que le había invitado: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos: porque corresponderán invitándote y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El camino hacia la santidad es el de la gratuidad: hacer las cosas sin buscar nada a cambio. Dios es gratuito. No espera nada para sí, porque nada necesita. Si espera que demos buenos frutos, porque nos conviene y conviene a nuestros hermanos. Damos gracias por el amor desinteresado de Dios. El nos invita al banquete de su Palabra, de la Eucaristía, sabiendo que no le podemos pagar con nada.
El Padre invita a todos a su Reino y especialmente a aquellos que más pequeños. ¿Cuál es nuestra actitud? ¿Con quiénes nos relacionamos más? ¿A quiénes nos acercamos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, Tú amor es siempre gratuito.
Invitas a tu mesa a todas las personas,
cultas e incultas, sanas y enfermas,
ricos y pobres, buenas y malas.
Me has invitado a mí, sin ningún mérito,
gratuitamente, sin buscar nada a cambio;
pues nada mío puede enriquecerte.
Nos abres de par en par las puertas de tu casa,
nos ofreces el regalo de tu amistad,
en tu Palabra, nos has revelado tus secretos,
compartes con nosotros tu Espíritu,
nos reservas un puesto en tu mesa
alimentas con tu amor nuestras hambres
y nos brindas una alegría nueva y eterna.
Sólo por amor. Todo por amor. Gracias, Señor.
Ayúdanos a ser gratuitos en nuestras relaciones,
a ir más allá de los sentimientos y del propio interés;
a abrir nuestro corazón y nuestra mesa
a los amigos y a la familia, por supuesto,
pero también a los que no podrán pagarnos,
a los pequeños, a los pobres, a los que están solos,
a los más necesitados, aunque no siempre lo merezcan.
Purifícanos y haznos parecidos a ti, Señor,
ayúdanos a amar gratuitamente, como Tú,
para entrar de lleno en el camino del Evangelio,
para gozar de la felicidad más grande. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 12-14
En aquel tiempo, decía Jesús a uno de los principales fariseos que le había invitado: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos: porque corresponderán invitándote y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El camino hacia la santidad es el de la gratuidad: hacer las cosas sin buscar nada a cambio. Dios es gratuito. No espera nada para sí, porque nada necesita. Si espera que demos buenos frutos, porque nos conviene y conviene a nuestros hermanos. Damos gracias por el amor desinteresado de Dios. El nos invita al banquete de su Palabra, de la Eucaristía, sabiendo que no le podemos pagar con nada.
El Padre invita a todos a su Reino y especialmente a aquellos que más pequeños. ¿Cuál es nuestra actitud? ¿Con quiénes nos relacionamos más? ¿A quiénes nos acercamos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, Tú amor es siempre gratuito.
Invitas a tu mesa a todas las personas,
cultas e incultas, sanas y enfermas,
ricos y pobres, buenas y malas.
Me has invitado a mí, sin ningún mérito,
gratuitamente, sin buscar nada a cambio;
pues nada mío puede enriquecerte.
Nos abres de par en par las puertas de tu casa,
nos ofreces el regalo de tu amistad,
en tu Palabra, nos has revelado tus secretos,
compartes con nosotros tu Espíritu,
nos reservas un puesto en tu mesa
alimentas con tu amor nuestras hambres
y nos brindas una alegría nueva y eterna.
Sólo por amor. Todo por amor. Gracias, Señor.
Ayúdanos a ser gratuitos en nuestras relaciones,
a ir más allá de los sentimientos y del propio interés;
a abrir nuestro corazón y nuestra mesa
a los amigos y a la familia, por supuesto,
pero también a los que no podrán pagarnos,
a los pequeños, a los pobres, a los que están solos,
a los más necesitados, aunque no siempre lo merezcan.
Purifícanos y haznos parecidos a ti, Señor,
ayúdanos a amar gratuitamente, como Tú,
para entrar de lleno en el camino del Evangelio,
para gozar de la felicidad más grande. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)