Sábado de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 17,10‑13
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: — «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: ‑«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. A la gente le cuesta reconocer a Juan como el profeta enviado de Dios, le cuesta reconocer a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios. También a nosotros nos cuesta reconocer la cercanía de Dios en nuestra vida:
Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.
Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.
Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.
B. Elías vendrá y lo renovará todo. El adviento es tiempo de renovación: renovación personal, renovación eclesial, renovación social. Pero ¿es posible la renovación? ¿podemos cambiar? ¿podemos superar esas malas costumbres que tenemos tan arraigadas? Es posible. Esta es una de las buenas noticias del Adviento. Y además Dios mismo viene para dar la vida por esa renovación. Con su fuerza y nuestra colaboración la renovación será realidad. ¿Qué habría que renovar? ¿Qué le dices a Dios?
Llegará un día
en el que vivir no sea una pesada carga,
que doble las espaldas
y sofoque los corazones,
sino una asombrosa experiencia de plenitud
para todas las personas,
sea cual sea su origen, color, país o religión.
Llegará un día
en el que la libertad no sea un sueño,
temeroso de ser perdido
si despierta entre nuestros frágiles brazos,
sino una alegre realidad
capaz de ilusionar y emocionar
a todos los que vivimos y soñamos.
Llegará un día
en el que la igualdad no esté en entredicho
ni necesite discriminación positiva,
sea cual sea la cultura,
la condición social,
la patria, la riqueza
o el sexo de las personas.
Llegará un día
en el que los derechos humanos
no necesiten defensores ni leyes,
pues todos los llevaremos tatuados
en nuestras entrañas
y sabremos transmitirlos
a las generaciones futuras.
Llegará un día
en el que la justicia florecerá
en todos los campos y rincones
de nuestro ser y tierra
y podremos mirar sin temor,
en cualquier dirección,
con ojos limpios y acogedores.
Llegará un día
en el que las fronteras desaparecerán,
y todos los seres humanos
podremos movernos,
sin controles ni tarjetas,
de acá para allá,
como en nuestra propia casa.
Llegará un día
en el que la fraternidad
será la mejor carta de ciudadanía,
de dignidad y de respeto,
y todas las personas serán respetadas,
sean o no compañeras, camaradas,
adversarias o amigas.
Llegará un día
en el que podremos convivir,
dialogar y enriquecernos,
amar, compartir y criticarnos,
soñar, trabajar y cantar,
y ser diferentes sin excluirnos
en la mesa, en el corazón y en la historia.
Llegará un día
en el que esta sociedad se sienta renacer
en todos los cruces y sendas,
revistas, periódicos, radios y televisiones;
y en el que la buena noticia
sea el pan nuestro cada día
para quienes aman y caminan.
¡Pronto llegará ese nuevo día, Señor,
Si proclamamos sólo palabras de gracia!
¡Ya se anuncia!
Florentino Ulibarri
C. A Juan Bautista lo trataron a su antojo. Jesús (el Hijo del Hombre) va a padecer a manos de ellos. Es destino de los profetas. Los profetas no son videntes, son testigos de Dios, testigos de una verdad que no se quiere oír, porque es demasiado dura, demasiado comprometida...
"Señor, ayúdame a descubrir los profetas que pones en mi vida"
"Quiero acoger tu Palabra, por exigente que sea"
"Tu Palabra Señor es vida".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 16 de diciembre de 2017
viernes, 15 de diciembre de 2017
Viernes 15 de diciembre
Viernes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 16‑19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«¿A quién se parece esta generación?
Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado."
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores."
Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos distintos. Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y casas. Juan no participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan eras más ásperas que las de Jesús. Juan es el mayor de los profetas, Jesús es el mismísimo Hijo de Dios. Sin embargo, ni a uno ni a otro escucharon. Decían que Juan tenía un demonio y que Jesús era un comilón y un borracho. A veces somos especialistas es buscar excusas para no escuchar a las personas.
B. Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas amables y bruscas, aburridas y divertidas, desagradables y simpáticas, más buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos de par en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su Palabra en las palabras.
Salir
con los ojos bien abiertos,
ligero de peso y erguido,
libre y dispuesto.
Andar por las calles sin miedo,
otear el horizonte serenamente,
saludar y tocar a la gente.
Escuchar el rumor de la vida,
dejarse empapar por ella
y regalar cántaros de esperanza todos los días.
No dormirse en los laureles,
vigilar todo lo que acontece
y esperar día y noche al que viene.
Volver
con los pies polvorientos,
el corazón enternecido
y preñadas las entrañas.
Entrar alegre en su casa,
dejarse lavar y curar las llagas
y sentarse a comer en compañía.
Contar lo que me ha sucedido,
escuchar a todos como amigo
y cantar con voz humana sus alabanzas.
Permanecer largo tiempo en silencio
contemplando el misterio
y cuidando la vida que está floreciendo.
Eso es Adviento.
Esto es Adviento.
Florentino Ulibarri
----------------
Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán conmigo,
cada una con su forma de pensar, sentir y actuar;
todas están creadas a imagen y semejanza tuya,
de todas puedo aprender algo bueno,
todas me pueden enriquecer.
En el fondo, todas son un regalo tuyo.
Sin embargo, a veces estoy cerrado,
agrando los defectos de las personas
para no aprender de nadie, para no cambiar.
Unas me parecen demasiado estrictas, otras muy permisivas,
algunas poco modernas, otras demasiado.
Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las personas,
a comprender y seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.
Conviérteme, para que también yo sea regalo tuyo para los demás. Amén.
C. A pesar de que muchos los rechazan, las vidas de Juan Bautista y la de Jesús son manifestación de Dios, de su Sabiduría. Damos gracias a Dios porque en este Adviento se acerca a nosotros y nos manifiesta su amor de mil formas distintas.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 16‑19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«¿A quién se parece esta generación?
Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado."
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores."
Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos distintos. Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y casas. Juan no participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan eras más ásperas que las de Jesús. Juan es el mayor de los profetas, Jesús es el mismísimo Hijo de Dios. Sin embargo, ni a uno ni a otro escucharon. Decían que Juan tenía un demonio y que Jesús era un comilón y un borracho. A veces somos especialistas es buscar excusas para no escuchar a las personas.
B. Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas amables y bruscas, aburridas y divertidas, desagradables y simpáticas, más buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos de par en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su Palabra en las palabras.
Salir
con los ojos bien abiertos,
ligero de peso y erguido,
libre y dispuesto.
Andar por las calles sin miedo,
otear el horizonte serenamente,
saludar y tocar a la gente.
Escuchar el rumor de la vida,
dejarse empapar por ella
y regalar cántaros de esperanza todos los días.
No dormirse en los laureles,
vigilar todo lo que acontece
y esperar día y noche al que viene.
Volver
con los pies polvorientos,
el corazón enternecido
y preñadas las entrañas.
Entrar alegre en su casa,
dejarse lavar y curar las llagas
y sentarse a comer en compañía.
Contar lo que me ha sucedido,
escuchar a todos como amigo
y cantar con voz humana sus alabanzas.
Permanecer largo tiempo en silencio
contemplando el misterio
y cuidando la vida que está floreciendo.
Eso es Adviento.
Esto es Adviento.
Florentino Ulibarri
----------------
Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán conmigo,
cada una con su forma de pensar, sentir y actuar;
todas están creadas a imagen y semejanza tuya,
de todas puedo aprender algo bueno,
todas me pueden enriquecer.
En el fondo, todas son un regalo tuyo.
Sin embargo, a veces estoy cerrado,
agrando los defectos de las personas
para no aprender de nadie, para no cambiar.
Unas me parecen demasiado estrictas, otras muy permisivas,
algunas poco modernas, otras demasiado.
Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las personas,
a comprender y seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.
Conviérteme, para que también yo sea regalo tuyo para los demás. Amén.
C. A pesar de que muchos los rechazan, las vidas de Juan Bautista y la de Jesús son manifestación de Dios, de su Sabiduría. Damos gracias a Dios porque en este Adviento se acerca a nosotros y nos manifiesta su amor de mil formas distintas.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 14 de diciembre de 2017
Jueves 14 de diciembre
Jueves de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 11‑15
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo.
Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan;
él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha nacido de mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza de voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo. Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los más pequeños.
Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.
Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.
Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.
Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.
Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.
Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.
Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.
Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.
B. Los judíos creían que antes de que viniera el Mesías, volvería Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento. Y Jesús les dice que Juan Bautista "es Elías, con tal de que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche". Hay personas a nuestro alrededor que, con sus palabras y estilo de vida, nos hacen pensar, nos animan a ser mejores, a acercarnos a Dios... Son los "Elías" de nuestro tiempo, los profetas que Dios nos envía. Tenemos que reconocerlos y escuchar su palabra. ¿Cuáles son los Elías que Dios me envía en este momento? ¿Qué me está diciendo Dios a través de ellos? ¿Qué le digo yo a Dios?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 11‑15
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo.
Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan;
él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha nacido de mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza de voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo. Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los más pequeños.
Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.
Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.
Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.
Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.
Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.
Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.
Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.
Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.
B. Los judíos creían que antes de que viniera el Mesías, volvería Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento. Y Jesús les dice que Juan Bautista "es Elías, con tal de que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche". Hay personas a nuestro alrededor que, con sus palabras y estilo de vida, nos hacen pensar, nos animan a ser mejores, a acercarnos a Dios... Son los "Elías" de nuestro tiempo, los profetas que Dios nos envía. Tenemos que reconocerlos y escuchar su palabra. ¿Cuáles son los Elías que Dios me envía en este momento? ¿Qué me está diciendo Dios a través de ellos? ¿Qué le digo yo a Dios?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 13 de diciembre de 2017
Miércoles 13 de diciembre
Miércoles de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 28‑30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: —«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Cuando nos sentimos cansamos y agobiados, en la oración no hace falta palabras. Dios nuestro Padre sabe de sobra cómo estamos. Nos acercamos a Él, permanecemos en silencio. Y él es para nosotros descanso y paz.
B. También nosotros los cristianos, seguidores de Jesús estamos llamados a ser descanso y paz para los que se están cansados y agobiados. ¿para qué personas en concreto debo ser descanso y paz? ¿cómo lo voy a hacer? Lo pensamos y pedimos a Dios luz y fuerza para responder a esta llamada.
C. Siempre habríamos creído que ser cristiano es una tarea dura y exigente. Y de alguna manera es verdad. Pero también es cierto que el yugo de Jesús es llevadero y su carga ligera. Cualquier otro camino, a corto o a largo plazo, nos resulta más pesado, menos fecundo, más inútil.
Señor, yo también me siento, a veces, cansado y agobiado, abrumado, temeroso y abatido; a veces la carga que llevo a mis espaldas parece mayor que mis fuerzas.
Me pesa, Señor, la carga de mis obligaciones, la carga del "qué dirán", la carga de la incomprensión, la carga de mis errores...
Y tú, Jesús, me invitas a abandonar en ti mis agobios, a dejar caer los hombros, a sentir tu brazo sobre mis hombros liberados, a dejar atrás el esfuerzo en solitario y seguir adelante contigo...
Señor, llevas a tu espalda mis cargas y me pides que cargue con tu yugo, con el peso de los más pequeños, de los más sobrecargados y oprimidos.
Jesús, cuando tomo tu yugo y la carga de los hermanos, se produce un milagro: se alejan mis propias preocupaciones y me siento descansado, aliviado, animado...
Señor, a quién tengo que ayudar hoy, a quién he de aligerar su carga en este momento?
Oración inspirada en rezandovoy.org
------------------
Dicen que vienes,
y siempre es tiempo,
pues te esperamos
en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno
que estremece
e inquieta.
Te esperamos en el fracaso
que nos derriba,
y en el triunfo
(que no nos vuelva islas distantes),
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos.
Te acercas
en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas
nuestra espera de palabras nuevas
con respuesta eterna.
Y estás muy dentro
y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista
a un cielo de pobres y pequeños,
hombro en que se recuestan
los heridos, los culpables,
y los enfermos.
Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 28‑30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: —«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Cuando nos sentimos cansamos y agobiados, en la oración no hace falta palabras. Dios nuestro Padre sabe de sobra cómo estamos. Nos acercamos a Él, permanecemos en silencio. Y él es para nosotros descanso y paz.
B. También nosotros los cristianos, seguidores de Jesús estamos llamados a ser descanso y paz para los que se están cansados y agobiados. ¿para qué personas en concreto debo ser descanso y paz? ¿cómo lo voy a hacer? Lo pensamos y pedimos a Dios luz y fuerza para responder a esta llamada.
C. Siempre habríamos creído que ser cristiano es una tarea dura y exigente. Y de alguna manera es verdad. Pero también es cierto que el yugo de Jesús es llevadero y su carga ligera. Cualquier otro camino, a corto o a largo plazo, nos resulta más pesado, menos fecundo, más inútil.
Señor, yo también me siento, a veces, cansado y agobiado, abrumado, temeroso y abatido; a veces la carga que llevo a mis espaldas parece mayor que mis fuerzas.
Me pesa, Señor, la carga de mis obligaciones, la carga del "qué dirán", la carga de la incomprensión, la carga de mis errores...
Y tú, Jesús, me invitas a abandonar en ti mis agobios, a dejar caer los hombros, a sentir tu brazo sobre mis hombros liberados, a dejar atrás el esfuerzo en solitario y seguir adelante contigo...
Señor, llevas a tu espalda mis cargas y me pides que cargue con tu yugo, con el peso de los más pequeños, de los más sobrecargados y oprimidos.
Jesús, cuando tomo tu yugo y la carga de los hermanos, se produce un milagro: se alejan mis propias preocupaciones y me siento descansado, aliviado, animado...
Señor, a quién tengo que ayudar hoy, a quién he de aligerar su carga en este momento?
Oración inspirada en rezandovoy.org
------------------
Dicen que vienes,
y siempre es tiempo,
pues te esperamos
en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno
que estremece
e inquieta.
Te esperamos en el fracaso
que nos derriba,
y en el triunfo
(que no nos vuelva islas distantes),
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos.
Te acercas
en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas
nuestra espera de palabras nuevas
con respuesta eterna.
Y estás muy dentro
y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista
a un cielo de pobres y pequeños,
hombro en que se recuestan
los heridos, los culpables,
y los enfermos.
Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 12 de diciembre de 2017
Martes 12 de diciembre
Martes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 12‑14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. La parábola del pastor nos ayuda a comprender al Dios del Adviento, al Dios que viene. Viene porque quiere recuperar a la oveja perdida, porque quiere recuperarnos. Y quiere recuperarnos no por su interés, sino por el nuestro. Viene porque nos quiere. Viene a buscarnos, pero no nos recuperará a la fuerza. Esperará hasta que se lo permitamos.
"Gracias Señor por tu amor infinito"
"Gracias por respetar tanto la libertad que me has dado"
"Que no te hagamos esperar Señor"
B. Es bueno recordar cómo se ha hecho realidad el evangelio en la vida de cada uno. ¿Cuando me he sentido perdido, alejado de Dios? ¿Cómo se las ha arreglado el Señor para salir a buscarme, para encontrarme, para convencerme y volver junto a él, para disfrutar de su alegría? Recordamos situaciones y damos gracias.
C. Y en este momento de mi vida, ¿cómo estoy? ¿en qué me he alejado de Dios? ¿en qué estoy perdido? Quizá a través del evangelio de hoy el Señor ha salido a buscarme. ¿quiero encontrarme con él? ¿qué me dice Dios? ¿qué le digo?
Señor, lo más importante no es:
- que yo te busque,
sino que tú me buscas en todos los caminos (Gn 3,9);
- que yo te llame por tu nombre,
sino que tú tienes tatuado el mío en la palma de tu mano ((Is 49,16);
- que yo te grite cuando no tengo ni palabra,
sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm 8, 26);
- que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc 1,17);
- que yo te comprenda,
sino que tú me comprendes en mi último secreto (1 Cor 13, 12);
- que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4, 10);
- que yo te guarde en mi caja de seguridad,
sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);
- que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn 13, 1);
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si tú no me buscas, me llamas y me amas primero?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 12‑14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. La parábola del pastor nos ayuda a comprender al Dios del Adviento, al Dios que viene. Viene porque quiere recuperar a la oveja perdida, porque quiere recuperarnos. Y quiere recuperarnos no por su interés, sino por el nuestro. Viene porque nos quiere. Viene a buscarnos, pero no nos recuperará a la fuerza. Esperará hasta que se lo permitamos.
"Gracias Señor por tu amor infinito"
"Gracias por respetar tanto la libertad que me has dado"
"Que no te hagamos esperar Señor"
B. Es bueno recordar cómo se ha hecho realidad el evangelio en la vida de cada uno. ¿Cuando me he sentido perdido, alejado de Dios? ¿Cómo se las ha arreglado el Señor para salir a buscarme, para encontrarme, para convencerme y volver junto a él, para disfrutar de su alegría? Recordamos situaciones y damos gracias.
C. Y en este momento de mi vida, ¿cómo estoy? ¿en qué me he alejado de Dios? ¿en qué estoy perdido? Quizá a través del evangelio de hoy el Señor ha salido a buscarme. ¿quiero encontrarme con él? ¿qué me dice Dios? ¿qué le digo?
Señor, lo más importante no es:
- que yo te busque,
sino que tú me buscas en todos los caminos (Gn 3,9);
- que yo te llame por tu nombre,
sino que tú tienes tatuado el mío en la palma de tu mano ((Is 49,16);
- que yo te grite cuando no tengo ni palabra,
sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm 8, 26);
- que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc 1,17);
- que yo te comprenda,
sino que tú me comprendes en mi último secreto (1 Cor 13, 12);
- que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4, 10);
- que yo te guarde en mi caja de seguridad,
sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);
- que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn 13, 1);
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si tú no me buscas, me llamas y me amas primero?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 11 de diciembre de 2017
Lunes 11 de diciembre
Lunes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 17‑26
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo:
—«Hombre, tus pecados están perdonados.»
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar:
—«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»
Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó:
—«¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados ‑dijo al paralítico: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.
Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor:
—«Hoy hemos visto cosas admirables.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Un día esta Jesús enseñando... Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. En pocas palabras el Evangelio resume la actividad de Jesús: enseñar y curar, anunciar las maravillas de Dios con la palabra y con el compromiso. Los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo: hablar del amor que Dios nos tiene y curar a las personas las heridas que produce el egoísmo, la desesperanza, la soledad, la falta de sentido de la vida...
“Señor gracias por las personas que enseñan y curan en tu nombre”
“Que el poder de tu Espíritu me acompañe para hacer lo mismo”
“Perdona mi fatal de testimonio cristiano”
B. No hay enfermedad más traicionera que el pecado. Al principio te hace creer que estás mejor que nunca, pero poco a poco te va postrando, quita la libertad, aleja de los labios la sonrisa, roba del corazón el amor, te vuelve insensible para sentir la presencia de Dios... Por eso, Jesús, lo primero que hace es perdonar los pecados.
"Señor, concédeme conocer la peligrosidad del pecado"
"Perdona, Señor, los pecados que me alejan de ti"
"Hazme gustar tu misericordia en el sacramento de la Reconciliación"
Levántate y anda, cuando no encuentres horizonte,
porque siempre hay un camino que recorrer,
y no hay razón para dejar de intentarlo.
Levántate y anda, aunque te rodeen las sombras.
La luz se abre paso por resquicios insospechados,
y al iluminar la realidad la llena de posibilidades.
Levántate y anda, aunque te opriman las vendas.
Puedes quitarte muchos estorbos que te impiden avanzar,
y avanzarás más liviano, más libre, más alegre.
Levántate y anda, aunque te sientas sin fuerzas.
Es Dios el que te impulsa, quien te lleva de la mano,
quien te llena de espíritu.
Deja atrás las sombras y tumbas, los silencios y miedos,
las parálisis y vendas que te aíslan y entristecen.
Deja atrás las pequeñas muertes que adulteran la vida.
Vamos, levántate y anda.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
---------------------
No hay que temer al fracaso, a la lucha,
al dolor, a los pies de barro
o a la debilidad.
No hay que temer a la propia historia,
con sus aciertos y tropiezos;
ni a las dudas; ni al desamor;
que la vida es así, compleja,
turbulenta, hermosa, incierta.
Pero luchemos
contra la tristeza perenne,
esa que se instala en el alma
y ahoga el canto.
Alimentemos la semilla de alegría
que Dios nos plantó muy dentro.
Que surja, poderosa, la voz esperanzada,
esa que clama en desiertos y montes,
en calles y aulas,
en hospitales,
en prisiones,
en hogares y en veredas.
Cantemos, hasta la extenuación,
la vida del Dios hecho niño,
del Niño hecho Hombre,
del Hombre crucificado
que ha de vencer a la cruz, una vez más.
Nadie va a detener al Amor
que se despliega, invencible,
en este mundo que aguarda.
Aunque aún no lo veamos..
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 17‑26
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo:
—«Hombre, tus pecados están perdonados.»
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar:
—«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»
Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó:
—«¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados ‑dijo al paralítico: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.
Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor:
—«Hoy hemos visto cosas admirables.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Un día esta Jesús enseñando... Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. En pocas palabras el Evangelio resume la actividad de Jesús: enseñar y curar, anunciar las maravillas de Dios con la palabra y con el compromiso. Los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo: hablar del amor que Dios nos tiene y curar a las personas las heridas que produce el egoísmo, la desesperanza, la soledad, la falta de sentido de la vida...
“Señor gracias por las personas que enseñan y curan en tu nombre”
“Que el poder de tu Espíritu me acompañe para hacer lo mismo”
“Perdona mi fatal de testimonio cristiano”
B. No hay enfermedad más traicionera que el pecado. Al principio te hace creer que estás mejor que nunca, pero poco a poco te va postrando, quita la libertad, aleja de los labios la sonrisa, roba del corazón el amor, te vuelve insensible para sentir la presencia de Dios... Por eso, Jesús, lo primero que hace es perdonar los pecados.
"Señor, concédeme conocer la peligrosidad del pecado"
"Perdona, Señor, los pecados que me alejan de ti"
"Hazme gustar tu misericordia en el sacramento de la Reconciliación"
Levántate y anda, cuando no encuentres horizonte,
porque siempre hay un camino que recorrer,
y no hay razón para dejar de intentarlo.
Levántate y anda, aunque te rodeen las sombras.
La luz se abre paso por resquicios insospechados,
y al iluminar la realidad la llena de posibilidades.
Levántate y anda, aunque te opriman las vendas.
Puedes quitarte muchos estorbos que te impiden avanzar,
y avanzarás más liviano, más libre, más alegre.
Levántate y anda, aunque te sientas sin fuerzas.
Es Dios el que te impulsa, quien te lleva de la mano,
quien te llena de espíritu.
Deja atrás las sombras y tumbas, los silencios y miedos,
las parálisis y vendas que te aíslan y entristecen.
Deja atrás las pequeñas muertes que adulteran la vida.
Vamos, levántate y anda.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
---------------------
No hay que temer al fracaso, a la lucha,
al dolor, a los pies de barro
o a la debilidad.
No hay que temer a la propia historia,
con sus aciertos y tropiezos;
ni a las dudas; ni al desamor;
que la vida es así, compleja,
turbulenta, hermosa, incierta.
Pero luchemos
contra la tristeza perenne,
esa que se instala en el alma
y ahoga el canto.
Alimentemos la semilla de alegría
que Dios nos plantó muy dentro.
Que surja, poderosa, la voz esperanzada,
esa que clama en desiertos y montes,
en calles y aulas,
en hospitales,
en prisiones,
en hogares y en veredas.
Cantemos, hasta la extenuación,
la vida del Dios hecho niño,
del Niño hecho Hombre,
del Hombre crucificado
que ha de vencer a la cruz, una vez más.
Nadie va a detener al Amor
que se despliega, invencible,
en este mundo que aguarda.
Aunque aún no lo veamos..
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 10 de diciembre de 2017
Domingo 10 de diciembre
Domingo de la 2ª semana de Adviento A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 1‑8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el Profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos.
Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
—Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. No es casualidad que Juan escuche y anuncie la Palabra de Dios en el desierto. El desierto es el lugar del silencio. Para escuchar la voz de Dios no es necesario hacerse ermitaño ni irse al desierto. Pero hace falta dejar por un momento el ruido, las cosas y las personas; hay que serenarse y escuchar.
"Señor, concédeme amar el silencio"
"Dame Señor silencio para escucharte en el ruido de mi vida"
"Perdona Jesús mi falta de interioridad, de escucha"
B. La vida de Juan Bautista nos muestra caminos de conversión en este adviento:
- anunciar sin miedo la Palabra de Dios
- crecer en austeridad
- servir siempre a la verdad
- no querer ser más de lo que somos
C. Preparad el camino del Señor. Juan no es el Señor, nosotros tampoco somos el Señor. Pero preparamos su llegada. Nuestra vida, como la de Juan, ha de ayudar a otros a encontrarse con el Señor, para que todos disfruten de la salvación de Dios, del amor de Dios.
"Perdona Señor porque a veces creo que yo soy el Salvador"
"Dame fuerza para elevar los valles del amor y la fe"
"Concédenos rebajar las colinas de la desilusión y la injusticia"
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, te doy gracias, por todas las personas que han preparado el camino
para que Tú te encontraras conmigo y yo contigo.
Gracias por nuestros padres y abuelos, catequistas y sacerdotes, religiosas y religiosos…
Queremos preparar el camino en este adviento nuevo, para seguir a tu lado.
Contigo se elevan los valles de la felicidad, la esperanza y la alegría.
Contigo descienden las colinas del orgullo, el egoísmo y la violencia.
Contigo se enderezarán los pensamientos y sentimientos torcidos y escabrosos.
Queremos preparar el camino, para que nuestros amigos y familias,
y los que más necesiten tu consuelo, también se encuentren contigo.
A tu lado, nuestro mundo crecerá en fraternidad, justicia y paz.
_________________
Ahora que no hay novedad en nuestras vidas
ni en los caminos de la historia,
ni en nuestra memoria personal y colectiva...
es tiempo de reflexionar y ahondar
en todo lo que llevamos a cuestas,
y en las zonas yermas del mundo
y de las entrañas nuestras.
Ahora que tu palabra rompe nuestros planes
y el horizonte se nos nubla y cierra,
y en los caminos se mezclan tantas huellas...
es tiempo de hacer silencio,
de olvidar los tristes sentimientos,
de acoger tu insólita propuesta
y dar testimonio de la verdad.
Llegará un día en que la libertad no sea un sueño,
en que las fronteras desaparezcan
y los seres humanos seamos respetados
y encontremos en el otro a un hermano;
un día en que no haya clasificación de personas
por su color, dinero o raza,
ni por su poder, religión o condición social...
Llegará un nuevo día en que la verdad
resplandezca y alumbre a todas las personas
y no necesite protección ni ser explicada;
un día en que este mundo sea distinto,
se llene de verdades, sueños y proyectos
y se parezca ya al reino definitivo
que estamos llamados a crear juntos.
¡Pronto llegará un nuevo día, tu día, Señor,
pues Tú eres el camino, la verdad y la vida
aunque los nuevos Pilatos sean escépticos!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 1‑8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el Profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos.
Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
—Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. No es casualidad que Juan escuche y anuncie la Palabra de Dios en el desierto. El desierto es el lugar del silencio. Para escuchar la voz de Dios no es necesario hacerse ermitaño ni irse al desierto. Pero hace falta dejar por un momento el ruido, las cosas y las personas; hay que serenarse y escuchar.
"Señor, concédeme amar el silencio"
"Dame Señor silencio para escucharte en el ruido de mi vida"
"Perdona Jesús mi falta de interioridad, de escucha"
B. La vida de Juan Bautista nos muestra caminos de conversión en este adviento:
- anunciar sin miedo la Palabra de Dios
- crecer en austeridad
- servir siempre a la verdad
- no querer ser más de lo que somos
C. Preparad el camino del Señor. Juan no es el Señor, nosotros tampoco somos el Señor. Pero preparamos su llegada. Nuestra vida, como la de Juan, ha de ayudar a otros a encontrarse con el Señor, para que todos disfruten de la salvación de Dios, del amor de Dios.
"Perdona Señor porque a veces creo que yo soy el Salvador"
"Dame fuerza para elevar los valles del amor y la fe"
"Concédenos rebajar las colinas de la desilusión y la injusticia"
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, te doy gracias, por todas las personas que han preparado el camino
para que Tú te encontraras conmigo y yo contigo.
Gracias por nuestros padres y abuelos, catequistas y sacerdotes, religiosas y religiosos…
Queremos preparar el camino en este adviento nuevo, para seguir a tu lado.
Contigo se elevan los valles de la felicidad, la esperanza y la alegría.
Contigo descienden las colinas del orgullo, el egoísmo y la violencia.
Contigo se enderezarán los pensamientos y sentimientos torcidos y escabrosos.
Queremos preparar el camino, para que nuestros amigos y familias,
y los que más necesiten tu consuelo, también se encuentren contigo.
A tu lado, nuestro mundo crecerá en fraternidad, justicia y paz.
_________________
Ahora que no hay novedad en nuestras vidas
ni en los caminos de la historia,
ni en nuestra memoria personal y colectiva...
es tiempo de reflexionar y ahondar
en todo lo que llevamos a cuestas,
y en las zonas yermas del mundo
y de las entrañas nuestras.
Ahora que tu palabra rompe nuestros planes
y el horizonte se nos nubla y cierra,
y en los caminos se mezclan tantas huellas...
es tiempo de hacer silencio,
de olvidar los tristes sentimientos,
de acoger tu insólita propuesta
y dar testimonio de la verdad.
Llegará un día en que la libertad no sea un sueño,
en que las fronteras desaparezcan
y los seres humanos seamos respetados
y encontremos en el otro a un hermano;
un día en que no haya clasificación de personas
por su color, dinero o raza,
ni por su poder, religión o condición social...
Llegará un nuevo día en que la verdad
resplandezca y alumbre a todas las personas
y no necesite protección ni ser explicada;
un día en que este mundo sea distinto,
se llene de verdades, sueños y proyectos
y se parezca ya al reino definitivo
que estamos llamados a crear juntos.
¡Pronto llegará un nuevo día, tu día, Señor,
pues Tú eres el camino, la verdad y la vida
aunque los nuevos Pilatos sean escépticos!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
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