Nuestra Señora del Pilar.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras hablaba a las turbas, una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo: "¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!" Pero él repuso: "Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!"
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús ama a su madre María porque lo acogió nueve meses en su vientre y porque sus pechos lo amamantaron, pero todavía la valora más por escuchar y cumplir la Palabra de Dios. Para Jesús no valen títulos de sangre, ni los grados académicos, ni la partida de bautismo. Para Jesús, lo importante es escuchar la Palabra de Dios y cumplirla.
Escuchar y cumplir la Palabra de Dios requiere un corazón abierto, para poder acoger la sorpresa de Dios, seguros de que sus caminos son distintos (y mucho mejores) que los nuestros.
Escuchar y cumplir la Palabra de Dios es nuestra tarea permanente. Permanente. De cada día. De todos los días.
Con la Virgen del Pilar pedimos a Dios fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.
Gracias, Padre, por María, la Virgen.
Ella es Pilar de nuestra fe, de nuestra vida cristiana.
Es pilar seguro por su humildad y sencillez.
Es pilar firme porque se apoyó en el mejor cimiento,
se apoyó en Ti, en tu amor, que nunca falla,
se apoyó en tu palabra, palabra escuchada y cumplida.
Fue pilar en el que descansó su prima Isabel,
su esposo San José y los primeros discípulos de Jesús.
Es pilar en el que nosotros nos podemos apoyar. Gracias.
Gracias, Padre, por todas las personas que han sido y son pilares,
pilares para las familias, parroquias y comunidades;
pilares en los que se pueden apoyar los amigos y los pobres.
pilares en los que he apoyado y apoyo mi debilidad.
Recuerdo sus nombres con un corazón agradecido: ... ... ...
Padre bueno, quieres que yo sea también un buen pilar,
Sé que con mis propias fuerzas no puedo ser un pilar seguro.
y quiero apoyarme, como María, en el mejor cimiento,
quiero apoyarme en Ti, en tu amor, en tu palabra.
No quiero apoyarme en el dinero, ni en la mentira.
Sólo Tú eres el cimiento que nunca se mueve.
Muestra tu fuerza en mi debilidad, tu grandeza en mi pequeñez,
para que sea pilar en el que puedan descansar
las personas que Tú pones en mi camino. Amén.
Santa María del Pilar, ruega por nosotros.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 12 de octubre de 2017
miércoles, 11 de octubre de 2017
Miércoles 11 de octubre
Miércoles de la 27ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11, 1-4
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
El les dijo:
Cuando oréis, decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación».
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Pocas explicaciones necesita el Padre nuestro. Te proponemos que los reces despacio una vez y después te centres en aquellas palabras en las que hayas encontrado consuelo, o sentido una llamada, o te hayan provocado alguna resistencia interior.
Acoge el “Hijo mío”, que Dios te reza y después respóndele:
Hijo mío, que estás en la tierra.
Haz que tu vida sea el mejor reflejo de mi nombre.
Adéntrate en mi reino,
en cada paso que des,
en cada decisión que tomes,
en cada caricia y cada gesto.
Constrúyelo tú por mí, y conmigo.
Esa es mi voluntad, en la tierra y en el cielo.
Toma el pan de cada día,
consciente de que es un privilegio
y un milagro.
Perdono tus errores,
tus caídas
tus abandonos…
pero haz tú lo mismo
con la fragilidad de tus hermanos.
Lucha para seguir el camino correcto en la vida,
que yo estaré a tu lado.
Y no tengas miedo,
que el mal no ha de tener, en tu historia,
la última palabra.
Amén.
adaptación del Padrenuestro,
de José Mª Rodríguez Olaizola, sj
Jesús disfruta rezando y los discípulos, al verlo, piden que les enseñé a rezar:
Padre, ayúdame sentir la alegría de ser tu hija y a tratar a los demás como hermanos.
Nuestro, no dejes que me aísle en mi egoísmo.
Que estás en los cielos; tan cerca y tan lejos; te dejas tocar, pero no te dejas atrapar.
Santificado sea tu Nombre; y que yo te ame con todo el corazón, con toda el alma y con todas mis fuerzas.
Venga a nosotros tu Reino. Reina en mi vida y dame fuerza para trabajar para extender tu Reino de justicia, de verdad, de paz.
Hágase tu voluntad y dame confianza para acogerla como camino de vida para mí y para los hermanos.
Danos hoy nuestro pan, danos el pan tierno de tu amor en la Eucaristía. Danos un corazón generoso para compartir con los pobres y con los que sufren, con los que tienen hambre de pan y de esperanza.
Perdona nuestras ofensas y ayúdanos a comprendernos y a comprender, a perdonarnos y a perdonar.
No nos dejes caer en tentación; dame luz y fuerza para descubrir y vencer los engaños que me alejan de ti, de los hermanos, de mi propia felicidad.
Líbranos del mal y ayúdanos a vencerlo sólo a fuerza de bien.
Amén. Así sea, en mí y en todas tus criaturas. Amén.
Para comprender mejor el significado del Padre nuestro, puedes descargar este powerpoint.
Para descargar, sitúa el ratón encima de la palabra powerpoint, pincha con el botón derecho y escoge la opción “Guardar destino como...” y elige la carpeta donde lo quieras guardar.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11, 1-4
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
El les dijo:
Cuando oréis, decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación».
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Pocas explicaciones necesita el Padre nuestro. Te proponemos que los reces despacio una vez y después te centres en aquellas palabras en las que hayas encontrado consuelo, o sentido una llamada, o te hayan provocado alguna resistencia interior.
Acoge el “Hijo mío”, que Dios te reza y después respóndele:
Hijo mío, que estás en la tierra.
Haz que tu vida sea el mejor reflejo de mi nombre.
Adéntrate en mi reino,
en cada paso que des,
en cada decisión que tomes,
en cada caricia y cada gesto.
Constrúyelo tú por mí, y conmigo.
Esa es mi voluntad, en la tierra y en el cielo.
Toma el pan de cada día,
consciente de que es un privilegio
y un milagro.
Perdono tus errores,
tus caídas
tus abandonos…
pero haz tú lo mismo
con la fragilidad de tus hermanos.
Lucha para seguir el camino correcto en la vida,
que yo estaré a tu lado.
Y no tengas miedo,
que el mal no ha de tener, en tu historia,
la última palabra.
Amén.
adaptación del Padrenuestro,
de José Mª Rodríguez Olaizola, sj
Jesús disfruta rezando y los discípulos, al verlo, piden que les enseñé a rezar:
Padre, ayúdame sentir la alegría de ser tu hija y a tratar a los demás como hermanos.
Nuestro, no dejes que me aísle en mi egoísmo.
Que estás en los cielos; tan cerca y tan lejos; te dejas tocar, pero no te dejas atrapar.
Santificado sea tu Nombre; y que yo te ame con todo el corazón, con toda el alma y con todas mis fuerzas.
Venga a nosotros tu Reino. Reina en mi vida y dame fuerza para trabajar para extender tu Reino de justicia, de verdad, de paz.
Hágase tu voluntad y dame confianza para acogerla como camino de vida para mí y para los hermanos.
Danos hoy nuestro pan, danos el pan tierno de tu amor en la Eucaristía. Danos un corazón generoso para compartir con los pobres y con los que sufren, con los que tienen hambre de pan y de esperanza.
Perdona nuestras ofensas y ayúdanos a comprendernos y a comprender, a perdonarnos y a perdonar.
No nos dejes caer en tentación; dame luz y fuerza para descubrir y vencer los engaños que me alejan de ti, de los hermanos, de mi propia felicidad.
Líbranos del mal y ayúdanos a vencerlo sólo a fuerza de bien.
Amén. Así sea, en mí y en todas tus criaturas. Amén.
Para comprender mejor el significado del Padre nuestro, puedes descargar este powerpoint.
Para descargar, sitúa el ratón encima de la palabra powerpoint, pincha con el botón derecho y escoge la opción “Guardar destino como...” y elige la carpeta donde lo quieras guardar.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 10 de octubre de 2017
Martes 10 de octubre
Martes de la 27ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano."
Pero el Señor le contestó: "Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Andas inquieta y nerviosa con tantas cosas. Es cierto. A veces perdemos los papeles y nos convertimos en esclavos de la actividad. El mismo Señor que nos llama tantas veces a socorrer al tirado en el borde del camino, que nos envía a curar y a anunciar el Evangelio, nos invita a seguir el ejemplo de María, a disfrutar de su presencia y de su palabra.
Si supiéramos pararnos de vez en cuando para estar con el Señor... ¡cómo cambiaría nuestra vida!
En cierta ocasión preguntaron a la Madre Teresa de Calcuta que hacía cuando tenía muchísimo trabajo y contestó convencida: “rezar más”.
El que reza bien tiene más fuerza, más alegría, más amor, más voluntad para trabajar para los demás. Acción y oración no se contradicen. Y si se contradicen es que no rezamos bien o nuestro compromiso está desenfocado.
¿Cómo lo vives? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, mi vida no es vida auténtica. Porque vivo deprisa, porque huyo del silencio, porque prefiero tener a ser, pongo condiciones, porque sospecho de Ti, Señor; porque aborrezco el riesgo de optar y renunciar.
Así, Señor, nunca conoceré, por más que lo intente, ni el sabor de la paz, ni el precio de la alegría, ni el sentido de las lágrimas, ni el gusto de la vida, ni el encanto de la amistad, ni el valor del silencio, ni el milagro del amor.
Por eso te pido, Señor, que tu Espíritu me ayude a crecer en serenidad y silencio, en contemplación y escucha; a tener valor para fiarme de Ti, avanzando por el camino que me señalas y renunciando a todo lo que me aleje de Ti; a entregarme sin condiciones, del todo y para siempre.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano."
Pero el Señor le contestó: "Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Andas inquieta y nerviosa con tantas cosas. Es cierto. A veces perdemos los papeles y nos convertimos en esclavos de la actividad. El mismo Señor que nos llama tantas veces a socorrer al tirado en el borde del camino, que nos envía a curar y a anunciar el Evangelio, nos invita a seguir el ejemplo de María, a disfrutar de su presencia y de su palabra.
Si supiéramos pararnos de vez en cuando para estar con el Señor... ¡cómo cambiaría nuestra vida!
En cierta ocasión preguntaron a la Madre Teresa de Calcuta que hacía cuando tenía muchísimo trabajo y contestó convencida: “rezar más”.
El que reza bien tiene más fuerza, más alegría, más amor, más voluntad para trabajar para los demás. Acción y oración no se contradicen. Y si se contradicen es que no rezamos bien o nuestro compromiso está desenfocado.
¿Cómo lo vives? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, mi vida no es vida auténtica. Porque vivo deprisa, porque huyo del silencio, porque prefiero tener a ser, pongo condiciones, porque sospecho de Ti, Señor; porque aborrezco el riesgo de optar y renunciar.
Así, Señor, nunca conoceré, por más que lo intente, ni el sabor de la paz, ni el precio de la alegría, ni el sentido de las lágrimas, ni el gusto de la vida, ni el encanto de la amistad, ni el valor del silencio, ni el milagro del amor.
Por eso te pido, Señor, que tu Espíritu me ayude a crecer en serenidad y silencio, en contemplación y escucha; a tener valor para fiarme de Ti, avanzando por el camino que me señalas y renunciando a todo lo que me aleje de Ti; a entregarme sin condiciones, del todo y para siempre.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 9 de octubre de 2017
Lunes 9 de octubre
Lunes de la 27ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? , ¿qué lees en ella?
El letrado contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo».
El le dijo: Bien dicho.
Haz esto y tendrás la vida.
Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Jesús dijo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto.
Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.
Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó.
Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:
Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos ? El letrado contestó: El que practicó la misericordia con él.
Díjole Jesús: Anda, haz tú lo mismo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Para rezar con este evangelio, proponemos que vayas contemplando cada uno de los personajes y te identifiques con cada uno de ellos:
1. Bandidos. Es duro sentirse bandido, pero lo cierto es que a veces con lo que decimos o callamos, con lo que hacemos u omitimos, dejamos a la gente herida. Pedimos perdón.
2. Levita y sacerdote. Nos damos cuenta de la situación del que está tirado, pero nunca es buen momento para ayudarle. Tenemos prisa, miedo... Pedimos perdón y fuerza para convertirnos.
3. Samaritano. Sin embargo, tenemos que reconocer que en ocasiones somos capaces de cambiar nuestro plan y ofrecer al hermano tiempo, cariño, dinero... Damos gracias a Dios. Él nos ha dado todo lo que tenemos y la generosidad necesaria para compartirlo.
4. Malherido. A veces también nos sentimos así: en la cuneta, olvidados, solos, heridos... Se nos rompe el corazón cuando los demás pasan de largo. Y nos alegramos cuando se aproxima un samaritano. En cada samaritano, Jesús mismo se acerca para cuidarnos, para curarnos. Damos gracias a Dios por todos los samaritanos que Dios ha puesto en nuestro camino.
Dame, Señor, unos ojos de fe
para descubrir que Tú eres
mi buen samaritano.
Te duelen mis sufrimientos
y te acercas a mí para curarme
en los niños y en las personas sencillas,
en todos los que me ofrecen amor y perdón,
en la belleza de la creación,
en la celebración de la Eucaristía
Tú compartes conmigo tu amor,
tu palabra, tu Cuerpo y tu Sangre.
Que la fuerza de tu Espíritu
me impulse a ser buen samaritano.
Señor, danos una mirada y un corazón
que no pasen de largo
ante las personas necesitadas
de atención, alimento o esperanza.
Que la Comunión contigo me ayude a
romper mis planes y compartir mi tiempo y mi dinero,
a trabajar por una Iglesia
que sea compasiva y samaritana.
------------------------
Estar al lado...
del hermano que no tiene fuerzas,
del que avanza triste y cargado,
del que se queda caído en la orilla,
del que no puede curar sus heridas,
del que no sabe hacia dónde camina.
Estar al lado...
de la situación que nos abruma,
de la emergencia que surge cada día,
de lo inesperado que nos desborda,
de lo que todos dejan pasar de largo,
de lo que se esconde para que no se vea.
Estar al lado...
de este mundo que es el nuestro,
de esta realidad que es la nuestra,
de este momento que es el nuestro,
de esta Iglesia que es la nuestra,
de este proyecto que nos hace hermanos.
Estar al lado...
de lo que está desfigurado,
de lo que no tiene voz ni peso,
de lo que clama abatido,
de lo que es rechazado por todos,
de lo que ya no sabe qué hacer.
Estar al lado...
de lo que Tú sabes y conoces,
de lo que Tú quieres tiernamente,
de lo que Tú buscas a cualquier hora,
de lo que Tú nos propones,
de lo que Tú estás siempre.
Estar al lado...
humildemente, como me enseñaste,
sin arrogarme privilegios,
con el corazón tierno y atento,
siendo servidor de todos,
como el último de tus amigos,
sintiéndome tu elegido.
Estar al lado...
como hermano solidario,
como anónimo creyente,
como hijo querido,
como aprendiz de discípulo,
como compañero de camino.
Estar al lado, aunque no lo sepamos.
¡Y que venga lo que tiene que venir!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? , ¿qué lees en ella?
El letrado contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo».
El le dijo: Bien dicho.
Haz esto y tendrás la vida.
Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Jesús dijo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto.
Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.
Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó.
Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:
Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos ? El letrado contestó: El que practicó la misericordia con él.
Díjole Jesús: Anda, haz tú lo mismo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Para rezar con este evangelio, proponemos que vayas contemplando cada uno de los personajes y te identifiques con cada uno de ellos:
1. Bandidos. Es duro sentirse bandido, pero lo cierto es que a veces con lo que decimos o callamos, con lo que hacemos u omitimos, dejamos a la gente herida. Pedimos perdón.
2. Levita y sacerdote. Nos damos cuenta de la situación del que está tirado, pero nunca es buen momento para ayudarle. Tenemos prisa, miedo... Pedimos perdón y fuerza para convertirnos.
3. Samaritano. Sin embargo, tenemos que reconocer que en ocasiones somos capaces de cambiar nuestro plan y ofrecer al hermano tiempo, cariño, dinero... Damos gracias a Dios. Él nos ha dado todo lo que tenemos y la generosidad necesaria para compartirlo.
4. Malherido. A veces también nos sentimos así: en la cuneta, olvidados, solos, heridos... Se nos rompe el corazón cuando los demás pasan de largo. Y nos alegramos cuando se aproxima un samaritano. En cada samaritano, Jesús mismo se acerca para cuidarnos, para curarnos. Damos gracias a Dios por todos los samaritanos que Dios ha puesto en nuestro camino.
Dame, Señor, unos ojos de fe
para descubrir que Tú eres
mi buen samaritano.
Te duelen mis sufrimientos
y te acercas a mí para curarme
en los niños y en las personas sencillas,
en todos los que me ofrecen amor y perdón,
en la belleza de la creación,
en la celebración de la Eucaristía
Tú compartes conmigo tu amor,
tu palabra, tu Cuerpo y tu Sangre.
Que la fuerza de tu Espíritu
me impulse a ser buen samaritano.
Señor, danos una mirada y un corazón
que no pasen de largo
ante las personas necesitadas
de atención, alimento o esperanza.
Que la Comunión contigo me ayude a
romper mis planes y compartir mi tiempo y mi dinero,
a trabajar por una Iglesia
que sea compasiva y samaritana.
------------------------
Estar al lado...
del hermano que no tiene fuerzas,
del que avanza triste y cargado,
del que se queda caído en la orilla,
del que no puede curar sus heridas,
del que no sabe hacia dónde camina.
Estar al lado...
de la situación que nos abruma,
de la emergencia que surge cada día,
de lo inesperado que nos desborda,
de lo que todos dejan pasar de largo,
de lo que se esconde para que no se vea.
Estar al lado...
de este mundo que es el nuestro,
de esta realidad que es la nuestra,
de este momento que es el nuestro,
de esta Iglesia que es la nuestra,
de este proyecto que nos hace hermanos.
Estar al lado...
de lo que está desfigurado,
de lo que no tiene voz ni peso,
de lo que clama abatido,
de lo que es rechazado por todos,
de lo que ya no sabe qué hacer.
Estar al lado...
de lo que Tú sabes y conoces,
de lo que Tú quieres tiernamente,
de lo que Tú buscas a cualquier hora,
de lo que Tú nos propones,
de lo que Tú estás siempre.
Estar al lado...
humildemente, como me enseñaste,
sin arrogarme privilegios,
con el corazón tierno y atento,
siendo servidor de todos,
como el último de tus amigos,
sintiéndome tu elegido.
Estar al lado...
como hermano solidario,
como anónimo creyente,
como hijo querido,
como aprendiz de discípulo,
como compañero de camino.
Estar al lado, aunque no lo sepamos.
¡Y que venga lo que tiene que venir!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 8 de octubre de 2017
Domingo 8 de octubre
Domingo de la 27ª semana de tiempo ordinario A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21,33-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.
Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?"
Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que hablaba de ellos. Ojalá comprendiéramos que esta Palabra, su Palabra, está dirigida a cada uno de nosotros.
“Habla, Señor, que tu hijo escucha”
“Tu Palabra, Señor, es luz en sendero”
“Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna”
Dios es el amo de la viña, una viña bien plantada, bien cuidada... Tenía hasta lagar y casa para el guardia. Esa viña es el mundo, es nuestra propia vida. Los labradores querían ser dueños de la viña, sin dar cuentas a nadie. Algo semejante nos ocurre a nosotros. Olvidamos que el mundo y la vida son regalo de Dios, no queremos dar cuentas a nadie... Por este camino, la viña se echa a perder, no damos fruto, somos infelices...
“Gracias Señor, por el regalo de la vida, del mundo”
“Enséñanos a ser buenos administradores”
Nos molestan las personas que nos recuerdan la verdad de nuestra vida, la verdad de nuestro mundo. Y tratamos de apartarlas, de hacerlas callar, de suprimir su voz.
“Señor, que sepamos acoger a tus profetas”
“Haznos mensajeros de la verdad, de tu amor”
Señor, Tú nos regalas a cada uno de nosotros una viña preciosa: la vida, un cuerpo con el que relacionarnos con los demás, un espíritu que nos permite soñar. Nos ofreces amigos y familia, una inteligencia para conocernos y para conocer el mundo que nos rodea. Nos das fuerza para trabajar, un corazón para amar, un futuro por conquistar… Nos regalas el don de la fe... Una viña preciosa.
Sin embargo, no siempre damos buenos frutos, Señor. Comenzamos por despreciar la viña que Tú nos has dado: no nos gusta nuestro cuerpo, rechazamos a la gente que nos rodea, maldecimos la tierra, despreciamos la fuerza de la fe. No dejamos que nuestro corazón reciba y ofrezca amor. Perdónanos y ayúdanos, Señor.
Gracias, Señor, porque, cuando nos apoyamos en Ti, agradecemos la viña que nos regalaste, aprovechamos la vida y las oportunidades que Tú nos vas ofreciendo; para crecer como personas, para dar fruto al servicio de las familias, el barrio, la comunidad cristiana... Gracias por todas las personas que han tomado este camino de vida, junto a nosotros y en el mundo entero.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21,33-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.
Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?"
Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que hablaba de ellos. Ojalá comprendiéramos que esta Palabra, su Palabra, está dirigida a cada uno de nosotros.
“Habla, Señor, que tu hijo escucha”
“Tu Palabra, Señor, es luz en sendero”
“Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna”
Dios es el amo de la viña, una viña bien plantada, bien cuidada... Tenía hasta lagar y casa para el guardia. Esa viña es el mundo, es nuestra propia vida. Los labradores querían ser dueños de la viña, sin dar cuentas a nadie. Algo semejante nos ocurre a nosotros. Olvidamos que el mundo y la vida son regalo de Dios, no queremos dar cuentas a nadie... Por este camino, la viña se echa a perder, no damos fruto, somos infelices...
“Gracias Señor, por el regalo de la vida, del mundo”
“Enséñanos a ser buenos administradores”
Nos molestan las personas que nos recuerdan la verdad de nuestra vida, la verdad de nuestro mundo. Y tratamos de apartarlas, de hacerlas callar, de suprimir su voz.
“Señor, que sepamos acoger a tus profetas”
“Haznos mensajeros de la verdad, de tu amor”
Señor, Tú nos regalas a cada uno de nosotros una viña preciosa: la vida, un cuerpo con el que relacionarnos con los demás, un espíritu que nos permite soñar. Nos ofreces amigos y familia, una inteligencia para conocernos y para conocer el mundo que nos rodea. Nos das fuerza para trabajar, un corazón para amar, un futuro por conquistar… Nos regalas el don de la fe... Una viña preciosa.
Sin embargo, no siempre damos buenos frutos, Señor. Comenzamos por despreciar la viña que Tú nos has dado: no nos gusta nuestro cuerpo, rechazamos a la gente que nos rodea, maldecimos la tierra, despreciamos la fuerza de la fe. No dejamos que nuestro corazón reciba y ofrezca amor. Perdónanos y ayúdanos, Señor.
Gracias, Señor, porque, cuando nos apoyamos en Ti, agradecemos la viña que nos regalaste, aprovechamos la vida y las oportunidades que Tú nos vas ofreciendo; para crecer como personas, para dar fruto al servicio de las familias, el barrio, la comunidad cristiana... Gracias por todas las personas que han tomado este camino de vida, junto a nosotros y en el mundo entero.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 7 de octubre de 2017
Sábado 7 de octubre
Sábado de la 26ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
El les contestó: Veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencil1a.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiere revelar.
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis ! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Has escondido a los sabios... has revelado a la gente sencilla. Dios se quiere revelar a todos, pero no todos están abiertos. Sólo podemos ser cristianos desde la sencillez, desde la humildad. Si creemos que lo podemos todo ¿qué vamos a pedir? Si pensamos que lo sabemos todo ¿qué puede enseñarnos Dios? El Adviento nos invita a ser como niños, que no tienen nada propio, que tienen que aprenderlo todo.
"Señor, danos un espíritu de niño"
"Señor, cura nuestra prepotencia"
Nadie conoce al Padre si no aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Hasta que llegó Jesús, la humanidad imaginó a Dios de muchas formas: con cara de juez sin misericordia, de relojero que pone en marcha el universo, de ser inmutable sin sentimientos... A partir de Jesús sabemos que la entraña de Dios es el Amor, la Misericordia, el Perdón, la Entrega... Es verdad que nunca conoceremos a Dios completamente, pero el conocimiento que ahora tenemos es mucho más ajustado.
"Gracias Padre por darte a conocer"
"Espíritu Santo, ayúdame a conocer cada día mejor al Padre"
"Borra, Jesús, las falsas imágenes que todavía tengo de Dios"
No estéis alegres porque se os someten los espíritus. Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo. No os alegréis sólo porque vuestros esfuerzos alcanzan resultados (podrían no alcanzarlos). Estad alegres sobre todo porque Dios os ama, os cuida, os perdona, os resucita... (Y Dios nunca falla). Y dad gracias a Dios porque es el da la potestad, la fuerza, el que da eficacia a nuestras acciones
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Concédenos, Señor, tu alegría insobornable.
La diversión tiene precio y propaganda
y sus mercaderes son expertos.
Se alquila la evasión fugaz
con sus rutas exóticas y vanas.
Se bebe el gozo con tarjetas de crédito
y se estruja como un vaso desechable.
Pero tu alegría no tiene precio,
ni podemos seducirla.
Es un don para ser acogido y regalado.
Concédenos, Señor, tu alegría sorprendente.
Más unida al perdón recibido
que a la perfección farisaica de las leyes.
Encontrada en la persecución por el reino,
más que en el aplauso de los jefes.
Crece al compartir lo mío con los otros,
y se muere al acumular lo de los otros como mío.
Se ahonda al servir a los criados de la historia,
más que al ser servidos como maestros y señores.
Se multiplica al bajar con Jesús al abismo humano,
se diluye al trepar sobre cuerpos despojados.
Se renueva al apostar por el futuro inédito,
se agota al acaparar las cosechas del pasado.
Tu alegría es humilde y paciente
y camina de la mano de los pobres.
Concédenos, Señor, la “perfecta alegría”.
La que mana como una resurrección fresca
entre escombros de proyectos fracasados.
La que no logran desalojar de los pobres
ni la cárcel de los sistemas sociales
ni los edictos arbitrarios de los amos.
La decepción más honda y golpeada
no puede blindarnos para siempre
contra su iniciativa inagotable.
Tu alegría es perseguida y golpeada,
pero es inmortal desde tu Pascua.
Concédenos, Señor, la sencilla alegría.
La que es hermana de las cosas pequeñas,
de los encuentros cotidianos
y de las rutinas necesarias.
La que se mueve libre entre los grandes,
sin uniforme ni gestos entrenados,
como brisa sin amo ni codicia.
Tu alegría es confiada y veraz,
ve la más pequeña criatura amada por ti,
con un puesto en tu corazón y en tu proyecto.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
El les contestó: Veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencil1a.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiere revelar.
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis ! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Has escondido a los sabios... has revelado a la gente sencilla. Dios se quiere revelar a todos, pero no todos están abiertos. Sólo podemos ser cristianos desde la sencillez, desde la humildad. Si creemos que lo podemos todo ¿qué vamos a pedir? Si pensamos que lo sabemos todo ¿qué puede enseñarnos Dios? El Adviento nos invita a ser como niños, que no tienen nada propio, que tienen que aprenderlo todo.
"Señor, danos un espíritu de niño"
"Señor, cura nuestra prepotencia"
Nadie conoce al Padre si no aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Hasta que llegó Jesús, la humanidad imaginó a Dios de muchas formas: con cara de juez sin misericordia, de relojero que pone en marcha el universo, de ser inmutable sin sentimientos... A partir de Jesús sabemos que la entraña de Dios es el Amor, la Misericordia, el Perdón, la Entrega... Es verdad que nunca conoceremos a Dios completamente, pero el conocimiento que ahora tenemos es mucho más ajustado.
"Gracias Padre por darte a conocer"
"Espíritu Santo, ayúdame a conocer cada día mejor al Padre"
"Borra, Jesús, las falsas imágenes que todavía tengo de Dios"
No estéis alegres porque se os someten los espíritus. Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo. No os alegréis sólo porque vuestros esfuerzos alcanzan resultados (podrían no alcanzarlos). Estad alegres sobre todo porque Dios os ama, os cuida, os perdona, os resucita... (Y Dios nunca falla). Y dad gracias a Dios porque es el da la potestad, la fuerza, el que da eficacia a nuestras acciones
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Concédenos, Señor, tu alegría insobornable.
La diversión tiene precio y propaganda
y sus mercaderes son expertos.
Se alquila la evasión fugaz
con sus rutas exóticas y vanas.
Se bebe el gozo con tarjetas de crédito
y se estruja como un vaso desechable.
Pero tu alegría no tiene precio,
ni podemos seducirla.
Es un don para ser acogido y regalado.
Concédenos, Señor, tu alegría sorprendente.
Más unida al perdón recibido
que a la perfección farisaica de las leyes.
Encontrada en la persecución por el reino,
más que en el aplauso de los jefes.
Crece al compartir lo mío con los otros,
y se muere al acumular lo de los otros como mío.
Se ahonda al servir a los criados de la historia,
más que al ser servidos como maestros y señores.
Se multiplica al bajar con Jesús al abismo humano,
se diluye al trepar sobre cuerpos despojados.
Se renueva al apostar por el futuro inédito,
se agota al acaparar las cosechas del pasado.
Tu alegría es humilde y paciente
y camina de la mano de los pobres.
Concédenos, Señor, la “perfecta alegría”.
La que mana como una resurrección fresca
entre escombros de proyectos fracasados.
La que no logran desalojar de los pobres
ni la cárcel de los sistemas sociales
ni los edictos arbitrarios de los amos.
La decepción más honda y golpeada
no puede blindarnos para siempre
contra su iniciativa inagotable.
Tu alegría es perseguida y golpeada,
pero es inmortal desde tu Pascua.
Concédenos, Señor, la sencilla alegría.
La que es hermana de las cosas pequeñas,
de los encuentros cotidianos
y de las rutinas necesarias.
La que se mueve libre entre los grandes,
sin uniforme ni gestos entrenados,
como brisa sin amo ni codicia.
Tu alegría es confiada y veraz,
ve la más pequeña criatura amada por ti,
con un puesto en tu corazón y en tu proyecto.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 6 de octubre de 2017
Viernes 6 de octubre
Viernes de la 26ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús:
¡Ay de ti Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.
Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En Corazaín y en Betsaida Jesús había hecho la mayor parte de sus milagros. Sin embargo, sus habitantes tenían el corazón endurecido. No reconocieron las maravillas que Jesús hizo y, por consiguiente, no se convirtieron.
Este evangelio es una llamada a reconocer todo lo que Dios ha hecho por nosotros, por nuestras comunidades y grupos, por nuestra familia... y a vivir de acuerdo con el don recibido, a mostrar nuestro agradecimiento en la oración y con la vida.
El que no escucha a los hermanos, a quienes ve, difícilmente va a escuchar a Dios, a quien no ve. No se puede escuchar a Dios, si no escuchamos a los hermanos ¿Cómo funciona tu oído? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Para poder responder a Dios y a los retos dela vida, es necesario ser conscientes y agradecer todo lo que hemos recibido.
Te doy gracias, Señor,
porque eres bueno conmigo.
porque es constante y eterno
tu amor conmigo.
Tú haces grandes
maravillas:
la potencia del Universo,
el misterio de la Vida,
la fuerza del Amor,
mi propio ser.....
porque es constante y eterno
tu amor con todo
y también conmigo.
Me sacaste de aquello
que un tiempo me hizo esclavo,
con mano tensa y fuerte brazo
como 'tira de uno' aquel que es buen amigo...
porque es constante y eterno
tu amor conmigo.
Cuando no tenía fuerzas,
me abriste el camino:
pasé y fui salvado por Ti
de la esclavitud;
sentí en mi vida una vez más
que es constante y eterno
tu amor conmigo.
Me llevas al desierto,
pero vienes conmigo,
me sacas...
y me guías a tu estilo,
haciendo brotar fuera
aquello que en mí
tú pusiste escondido,
pero yo nunca supe porqué
no había podido:
quitaste de muy dentro
"poderes escondidos",
rompiste mis cadenas
y viniste conmigo;
yo, a tientas, descubría
porque es constante y eterno
tu amor conmigo.
Tú me das, Señor,
el pan que necesito,
el pan que me da vida
y aunque me canso.... ¡Vivo!
Si recuerdo mi historia....
has puesto en cada instante
el pan que necesito.
No me dejes ahora,
hazme experimentar
que es constante y eterno
tu amor conmigo.
Variación del salmo 136
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús:
¡Ay de ti Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.
Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En Corazaín y en Betsaida Jesús había hecho la mayor parte de sus milagros. Sin embargo, sus habitantes tenían el corazón endurecido. No reconocieron las maravillas que Jesús hizo y, por consiguiente, no se convirtieron.
Este evangelio es una llamada a reconocer todo lo que Dios ha hecho por nosotros, por nuestras comunidades y grupos, por nuestra familia... y a vivir de acuerdo con el don recibido, a mostrar nuestro agradecimiento en la oración y con la vida.
El que no escucha a los hermanos, a quienes ve, difícilmente va a escuchar a Dios, a quien no ve. No se puede escuchar a Dios, si no escuchamos a los hermanos ¿Cómo funciona tu oído? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Para poder responder a Dios y a los retos dela vida, es necesario ser conscientes y agradecer todo lo que hemos recibido.
Te doy gracias, Señor,
porque eres bueno conmigo.
porque es constante y eterno
tu amor conmigo.
Tú haces grandes
maravillas:
la potencia del Universo,
el misterio de la Vida,
la fuerza del Amor,
mi propio ser.....
porque es constante y eterno
tu amor con todo
y también conmigo.
Me sacaste de aquello
que un tiempo me hizo esclavo,
con mano tensa y fuerte brazo
como 'tira de uno' aquel que es buen amigo...
porque es constante y eterno
tu amor conmigo.
Cuando no tenía fuerzas,
me abriste el camino:
pasé y fui salvado por Ti
de la esclavitud;
sentí en mi vida una vez más
que es constante y eterno
tu amor conmigo.
Me llevas al desierto,
pero vienes conmigo,
me sacas...
y me guías a tu estilo,
haciendo brotar fuera
aquello que en mí
tú pusiste escondido,
pero yo nunca supe porqué
no había podido:
quitaste de muy dentro
"poderes escondidos",
rompiste mis cadenas
y viniste conmigo;
yo, a tientas, descubría
porque es constante y eterno
tu amor conmigo.
Tú me das, Señor,
el pan que necesito,
el pan que me da vida
y aunque me canso.... ¡Vivo!
Si recuerdo mi historia....
has puesto en cada instante
el pan que necesito.
No me dejes ahora,
hazme experimentar
que es constante y eterno
tu amor conmigo.
Variación del salmo 136
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)