1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,1-15
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o
de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos
que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó
allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los
judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha
gente, dice a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?"
Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe
le contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno
le toque un pedazo."
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: "Aquí
hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces;
pero, ¿qué es eso para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente que se
siente en el suelo." Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron;
sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la
acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo
todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los pedazos que han
sobrado; que nada se desperdicie." Los recogieron y llenaron doce
canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a
los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había
hecho, decía: "Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo."
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró
otra vez a la montaña él solo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no tenía la obligación de dar de comer a la multitud, pero su
corazón generoso no se queda tranquilo despidiendo a aquellas gentes sin
darles de comer. Resucitar es superar la obligación e ir siempre más
allá.
“Señor, perdona y cura nuestra falta de generosidad”
“Gracias Señor por las personas que tienen un corazón grande”
Bien pudo hacer Jesús solo el milagro. Pero quiso dejarse ayudar por sus
discípulos y por el muchacho que ofreció lo que tenía. Resucitar es
dejar atrás el individualismo y contar con la colaboración de los otros.
“Señor, perdona y cura nuestro individualismo”
“Gracias por las personas que cuentan conmigo, con los demás”
“Dame Señor un espíritu de colaboración”
Después de comer y saciarse, la multitud quiere llevarse a Jesús para
hacerlo rey. Pero él se retira. Resucitar es renunciar a puestos y
privilegios para cumplir la voluntad de Dios.
“Señor, ayúdame a hacer siempre tu voluntad”
“No consientas que me deje llevar por el aplauso de los demás".
Señor Jesús,
gracias por tu corazón compasivo,
un corazón que nunca pasa de largo
que siente nuestras hambres más profundas
y nos ofrece gratis el mejor alimento.
Jesús Resucitado,
gracias por compartir con nosotros
el pan bendito de tu vida nueva,
el vino bueno de la alegría eterna,
el agua fresca de la esperanza cierta.
Señor nuestro,
danos un corazón como el tuyo,
un corazón cercano y generoso
para compartir el pan, el vino y el agua
con todos los hambrientos del camino.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 2 de mayo de 2025
Viernes, 2 de mayo de 2025.San Atanasio
jueves, 1 de mayo de 2025
Jueves,1 de mayo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 3,31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra
es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por
encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie
acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad
de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el
Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su
mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al
Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Hijo de Dios da testimonio del amor del Padre. En esta Pascua, Cristo
resucitado nos invita a ser testigos de este amor. Pero nadie nos
garantiza el éxito fácil. Cuesta mucho aceptar el testimonio de Jesús;
cuesta más aceptar el testimonio de los cristianos.
“Señor, perdona y cura nuestra terquedad para creer”
“Danos fuerza para ser testigos de tu amor,
paciencia cuando nuestro testimonio no sea aceptado
y fidelidad cuando la tentación nos empuje a abandonar”
Queremos darte gracias, Señor,
por las oportunidades que nos das
para crecer en nuestra Fe, paso a paso,
sintiéndonos parte de este pueblo que confía en Ti.
Te damos gracias
porque has bendecido nuestra vida
y notamos tu presencia de Resucitado
en la gente que nos rodea
y en las muchas oportunidades que nos das
para vivir nuestra Fe
en medio de una sociedad que, con tanta facilidad, te olvida.
Haz que esta alegría que hoy sentimos
se prolongue y se propague
como lluvia que moje nuestra vida y la de todos.
Haz que seamos testimonio para oros,
ánimo y soporte para los desfallecidos
y que entre nosotros llevemos el sello de tu amor.
Que empeñemos nuestra vida
en seguir fielmente las huellas de Jesús,
quien dio su vida por cada uno de nosotros,
para que nosotros aprendamos también a entregarla.
No nos abandones, Señor, en este empeño
y danos siempre un corazón agradecido.
Dios no da el Espíritu con medida. Tampoco nos da un Espíritu de segunda
categoría. Nos da el mismo Espíritu de Jesús. Pero a veces no puede
hacer su obra en nosotros porque no le abrimos el corazón.
“Envía Señor tu Espíritu de vida
y abre mi corazón para recibirlo”
No hay que esperar a llegar al “cielo” para experimentar la vida eterna.
El que cree, el que se entrega... tiene vida eterna ya, ahora, en esta
tierra. Pero también podemos sufrir ya “el infierno”, si no creemos, si
no vivimos en el amor.
“Gracias por el regalo de la vida eterna,
ayúdanos a superar los obstáculos que no nos dejan disfrutarla
y danos generosidad para compartirla”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.