1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 36-50
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él.
Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer
de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa
del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás, junto a
sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los
enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el
perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: "Si éste
fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que
es: una pecadora". Jesús tomó la palabra y le dijo: "Simón, tengo algo
que decirte". El respondió: "Dímelo, maestro". Jesús le dijo: "Un
prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el
otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos.
¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Supongo que aquel a
quien le perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado rectamente".
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Cuando yo
entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me
ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú
no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de
besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en
cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos
pecados están perdonados, porque tiene mucho amor, pero al que poco se
le perdona, poco ama". Y a ella le dijo: "Tus pecados están perdonados".
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: "¿Quién es esté, que
hasta perdona pecados?" Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha
salvado, vete en paz".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¿Podremos calcular algún día todo lo que nos ha dado el Señor?
¿Llegaremos a darnos cuenta de todo lo que cada día nos perdona Dios? Es
imposible, pero al menos hemos de reconocerlo y agradecerlo.
Aquella mujer expresa su amor a Jesús ungiendo sus pies con perfume y
secándoselos con sus cabellos. ¿Cómo expresamos nosotros nuestro amor y
nuestra gratitud al Señor? ¿Que le dices?
“Tus pecados están perdonados” ¡Cuanto bien nos hace escuchar estas
palabras! ¡cuanto bien nos hace celebrar el perdón de Dios en el
sacramento de la reconciliación!
¿Cómo vives este sacramento? ¿Cómo lo puedes vivir mejor? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Aunque caigas continuamente en tus mismas faltas,
aunque cometas esas culpas que te avergüenzan,
aunque no cumplas con tu deber,
aunque desprecies a tu prójimo,
aunque tantas veces te consideres indigno,
Yo te digo: ¡ámame como eres!
En todos los momentos de tu vida,
en cualquier situación en que te encuentres,
cuando tu alma esté llena de fervor,
cuando tu corazón sea árido y seco,
Yo te digo: ¡ámame como eres!
Si esperas ser un santo o un ángel
para entregarte al amor, no me querrás nunca;
quiero que tu amor salga de lo profundo de tu miseria,
por eso, así te encuentres en la fidelidad o en la infidelidad,
Yo te digo: ¡ámame como eres!
Yo estoy a la puerta de tu corazón y llamo, ¡ábreme!...
Déjame amarte, así, tal como eres.
No hace falta que cambies para abrirme la puerta.
Así, tal como eres, yo te amo,
te doy mi pan y mi vino, mi fuerza y mi alegría,
te doy la luz para afrontar y superar las dificultades de la vida,
te doy el Espíritu de verdad y la Sabiduría del Amor;
Te doy a mi Madre, para que te cuide como me cuidó a mí.
Yo te digo ahora y siempre: ¡ámame como eres,
y déjame que te ame así, como eres. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 18 de septiembre de 2025
Jueves, 18 de septiembre de 2025
miércoles, 17 de septiembre de 2025
Miércoles 17 de septiembre 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor: ¿A quién se parecen los hombres de esta
generación ? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños,
sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no
bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis» Vino Juan el Bautista, que
ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del
Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho,
amigo de recaudadores y pecadores». Sin embargo, los discípulos de la
Sabiduría le han dado la razón.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos distintos.
Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y casas. Juan no
participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan eras más ásperas
que las de Jesús. Juan es el mayor de los profetas, Jesús es el
mismísimo Hijo de Dios. Sin embargo, ni a uno ni a otro escucharon.
Decían que Juan tenía un demonio y que Jesús era un comilón y un
borracho. A veces somos especialistas es buscar excusas para no escuchar
a las personas.
"Señor, abre mi corazón a la verdad de cada persona"
"A veces descalifico a las personas sin conocerlas. Perdona"
B. Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas
amables y bruscas, aburridas y divertidas. desagradables y simpáticas,
más buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no
creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de
las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos
de par en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su
Palabra en las palabras.
"Concédeme Señor tu luz para saber escucharte"
"Dame paciencia y perseverancia cuando no entienda lo que me quieras decir".
Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán
conmigo, cada una con su forma de pensar, sentir y actuar; todas están
creadas a imagen y semejanza tuya, de todas puedo aprender algo bueno,
todas me pueden enriquecer. En el fondo, todas son un regalo tuyo.
Sin embargo, a veces estoy cerrado, agrando los defectos de las
personas para no aprender de nadie, para no cambiar. Unas me parecen
demasiado estrictas, otras muy permivas, algunas poco modernas, otras
demasiado avanzadas. Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las
personas, a seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.
Conviérteme, para ser regalo tuyo para los demás. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 16 de septiembre de 2025
Martes, 16 de septiembre de 2025.Santos Cornelio y Cipriano
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 11-17
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando
estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto,
hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la
ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: No llores.
Se
acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! El muerto se incorporó y empezó a
hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A Jesús le dieron lástimas las lágrimas de viuda, madre del joven
muerto. Además de la pena por la muerte de su hijo, a aquella mujer le
esperaba un futuro nada halagüeño. En nuestra sociedad hay personas que
viven situaciones muy difíciles y muy pocos se compadecen de ellas.
¿Dejas que tu corazón se afecte por el dolor de los demás? ¿pasas de
largo? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Ante nuestro sufrimiento
Dios no pasa de largo, se acerca y quiere curarnos con el aceite del
consuelo y el vino de la esperanza, pero ¡cuántas veces nos encuentra
cerrados! ¡Pasamos del médico que puede curarnos, que quiere curarnos!
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, tienes un corazón de carne, un corazón sensible,
que se alegra con los que gozan
y comparte los sufrimientos de los que lloran.
Gracias, Jesús, porque te alegras con mis éxitos
y sufres conmigo los malos momentos.
Gracias, Señor, porque me miras a los ojos,
me llamas por mi nombre y me dices:
A ti te hablo, LEVÁNTATE,
levántate de tu tristeza; levántate de tu egoísmo,
levántate de tu desesperanza, levántate de tus desconfianzas,
levántate de todo lo que te impide vivir,
de todo lo que no te dejar ser persona,
de todo lo que no te deja avanzar.
Señor, dame un corazón como el tuyo
y ayúdame a levantar a quienes están caídos junto a mí.
---------------
Dos comitivas, Señor.
Una camina alegre,
sonríe
y es portadora de vida;
la otra va triste,
en silencio,
abrumada por la muerte.
Una se acerca a la ciudad,
canta
y mira el horizonte;
la otra se aleja del lugar,
llora
y mira como ausente.
Una entra,
la otra sale;
una va ligera de equipaje,
la otra con paso torpe;
una porta utopías,
la otra ataúdes.
¡Las dos con mucha gente!
Dos comitivas,
nos guste o no nos guste,
como siempre.
Pero Tú,
lleno de ternura,
con las entrañas removidas,
rompiste las barreras
-normas, costumbres, prejuicios, leyes-
que las hacen y mantienen,
y te mezclaste
y las mezclaste
para hacer presente
al Dios de la vida
entre la gente.
¡Eres un gran profeta
y haces que Dios nos visite,
aquí y ahora, en esta tierra!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 15 de septiembre de 2025
Lunes, 15 de septiembre de 2025. Nuestra Señora de los Dolores.
Nuestra Señora de los Dolores.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 19,25-27
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana
de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a
su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
"Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a
tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María estaba al pie de la cruz, junto a su hijo. María se mantuvo a
distancia cuando Jesús “triunfaba”, cuando querían hacerle rey, cuando
lo aclamaban... Pero ahora, en la cruz, María está cerca, muy cerca.
“Gracias, María, por tu ejemplo de fidelidad y entereza”
“Gracias por estar siempre a mi lado, sobre todo cuando sufro”
“Danos fuerza, Señor, para acompañarte siempre”
“Mujer, ahí tienes a tu hijo... Hijo, ahí tienes a tu madre”. Jesús está
preocupado por sus discípulos y cuando ya les ha dado todo, les da a su
madre, para que los cuide, para que aliente su fe. María acogió la
nueva misión y en su corazón resonaron aquellas palabras primeras:
“hágase en mí según tu palabra”
“Gracias, María, por ser madre, nuestra madre, mi madre”
“Gracias, Jesús, por compartir con nosotros hasta a tu madre”
“María, enséñanos a estar cerca de los que sufren”
Para contemplar a María al pie de la cruz puede ayudarnos esta composición poética, llamada Stabat Mater:
La Madre piadosa estaba junto a la cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa, traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
¡Oh cúan triste y afligida estaba la Madre herida,
de tantos tormentos llena, cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba del Hijo amado la pena!
¿Y cúal hombre no llorara si a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por Cristo amado, mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarlo me anime, en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo en la cruz, donde lo veo,
tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte de Cristo,
cuando en tan fuerte trance, vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
---------------------------
Señor Jesús,
aquí nos tienes reunidos al pie de la Cruz,
con tu Madre y el discípulo amado.
Te pedimos perdón por nuestros pecados
que son la causa de tus sufrimientos de ayer y hoy.
Te damos gracias por haber pensado en nosotros
en aquella hora de salvación
y habernos dado a María por Madre.
Virgen Santa, acógenos bajo tu protección
y haznos cercanos a tus hijos que sufren.
San Juan, alcánzanos la gracia
de acoger como tú a María en nuestra vida
y para seguir a Jesús con ella y como ella. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 14 de septiembre de 2025
Domingo, 14 de septiembre de 2025. Exaltación de la Santa Cruz
Exaltación de la Santa Cruz
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 3,13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino
el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la
serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre,
para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al
mundo que envió a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que
creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por
él."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los cristianos cuando contemplamos la cruz de Jesucristo no vemos
principalmente un instrumento de tortura, para nosotros la cruz es el
signo más claro del amor más profundo, del amor de Dios, manifestado en
su la entrega de su Hijo Jesucristo. Muere en la cruz, para darnos vida,
vida eterna. ¡Qué paradoja! Desde la muerte, Jesús da vida.
Contemplamos la cruz de Cristo y damos gracias a Dios porque su amor a la humanidad, a cada uno de nosotros no tiene medida.
Dios sigue amando al mundo, sigue compadeciéndose de todos,
especialmente de los que más sufren, y sigue enviando al mundo a sus
hijos, a ti y a mí, para salvarlo de la desesperanza, de la injusticia,
de la soledad. ¿Estás dispuesto a ser enviado? ¿Asumes el riesgo de la
cruz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
----------------
A veces, Señor, a veces
la historia es tan opaca,
la vida tan ambigua,
y el horizonte tan monótono y triste,
que de nada sirve tu mensaje
porque tu presencia se nos esconde.
Y entonces, Señor, entonces
el corazón sufre y sangra,
las entrañas, cansadas, se agotan,
el espíritu se desorienta
y los sentidos se rebelan
porque no encuentran brotes de esperanza.
A veces, Señor, a veces
se me rompen los esquemas,
me encuentro perdido noche y día,
camino sin saber dónde te hallas,
y espero contra toda esperanza
anhelando el roce de tu brisa.
Y entonces, Señor, entonces,
si no pasas susurrando y moviendo
los cristales de mis ventanas,
mi anhelo se desata, en pasión o ira,
queriendo que seas huracán, fuego, tormenta
que zarandee mi cuerpo y espíritu.
A veces, Señor, a veces
sólo anhelo que Tú me llames,
pronunciando mi nombre como otras veces,
para despertarme y pacificarme,
y poder compartir heridas, deseos y tareas
a la vera del camino de la vida.
Y entonces, Señor, entonces,
aunque haya bandidos y ladrones,
sé que Tú vas cerca y delante
abriendo caminos y horizontes,
silbando alegres canciones
y dándonos a todos vida abundante.
A veces, Señor, a veces
reconozco tu presencia y voz,
y entonces, Señor, entonces
te sigo y salgo al mundo con ilusión.
Florentino Ulibarri.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 13 de septiembre de 2025
Sábado, 13 de septiembre de 2025.San Juan Crisóstomo
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 43-49
En aquel tiempo decía Jesús a sus discípulos: "No hay árbol sano que dé
fruto dañoso, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce
por su fruto: porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian
racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su
corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal,
porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por que me llamáis
"Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha
mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se
parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos
sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no
pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y
no pone por obra, se parece a uno que edificó una casa sobre tierra,
sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó
desplomándose".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Cada día nos acercamos al Evangelio, escuchamos la voz del Señor,
rezamos... Pero con esto no basta. El que escucha la palabra de Jesús y
nos las pone en práctica se parece a uno que edifico su caso sobre
tierra.
Tenemos que reconocer que en muchas ocasiones nos contentamos con
escuchar y no movemos un dedo para llevar a la práctica. Pedimos perdón y
fuerza para convertirnos.
Sin embargo, también es cierto que a veces nos esforzamos por cumplir la palabra de Jesús.
¿Cuál es tu experiencia? Da gracias a Dios. Él muestra el camino y ofrece fuerza para poder avanzar por él.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¿Qué será de la palabra sin los gestos
que la en-carnan, y la en-huesan, y la en-sangran,
y al mostrarla viva en un espaciotiempo,
la confirman, verifican y consagran?
¿Qué será de mi cantar si no atestigua
lo que lucha por gestarse en mi sustancia?
Algo injusto, que promete y no realiza.
Algo absurdo, o infantil, o hasta canalla,
¡Dios de gestos (de Belén hasta la Pascua),
Dios-Palabra que pronuncias lo que actúas,
Esplendor de la verdad, Palabra actuante,
que resuenas y convences y aseguras.
Cohesióname en un cruce de coherencias,
reconcilia mi vida descoyuntada,
balbucea en mí un idioma
hecho de gestos...
Repronuncia en mis gestos tu Palabra!
La palabra, si es semilla de los gestos,
germinando corrobora su nobleza.
Si es palabra que es fiel nombre de los hechos
esos hechos la reafirman y resiembran.
Sólo el gesto hace creíble nuestro anuncio.
La verdad solo es verdad en cuerpo y alma.
Y si el sólo hablar nunca es buena noticia,
nuestro actuar, en cambio, puede ser proclama.
Oh Dios, Cristo es tu Verbo y es tu Gesto,
y su gesta dice y hace «Vida» y «Gracia».
Nuestra historia es el lugar de tu coherencia:
Verdad que a la vez es hecha y pronunciada.
Lo que haces es igual a lo que dices.
Lo que dices, al decirlo, queda hecho.
En tu Espíritu es posible la coherencia,
de gestospalabras y palabrasgestos.
¡Pobrecita la palabra sin el gesto!
¡Qué desnuda, estéril y debilitada!
Algo es hueco, irresponsable y deshonesto,
si mi gesto no acompaña a mi palabra.
Es preciso hablar sólo lo necesario.
Decir sólo lo que sangra en mi latido.
Necesito más y más ser de una pieza.
Siempre ser -intentar ser- uno y el mismo.
Me conmueve el dolor de los caídos
pero sé que con mi canto no me alcanza;
necesito inclinarme con mi vida...
-silente poesía de hombros y de espalda.
Pero ya que nos regalas el milagro
de cantar, comunicándonos las almas,
que el servir le dé coherencia a estas canciones
que el amar le dé coherencia a estas palabras.
Eduardo Meana
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 12 de septiembre de 2025
Viernes, 12 de septiembre 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 39-42
En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta comparación: "¿Acaso
puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un
discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su
aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que
tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el
tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque
la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo?
¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro
para sacar la mota del ojo de tu hermano".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los ejemplos de este Evangelio son claros. Son fáciles de comprender. A
nosotros nos toca aplicarlos a nuestra vida: ¿Cuáles son las vigas que
llevamos en los ojos? ¿Que tendríamos que cuidar en nosotros mismos,
antes de intentar ayudar a los demás? Cuidarnos es, además de una
obligación moral, una exigencia del amor al prójimo.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús nos previene también contra la hipocresía: a veces tenemos vista
de lince para descubrir los fallos de los demás y de topillo para
descubrir nuestros errores. Tenemos que hacer un esfuerzo para ver a los
otros y a nosotros mismos con la máxima objetividad. Tampoco sería
bueno destacar sólo los pecados propios y las virtudes ajenas.
“Señor, ayúdanos a ver claro”
“Danos fuerza para cambiar”
“Perdona nuestra hipocresía”.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
con la luz de tu Verdad y de tu Amor,
para que yo me haga cada día más sensible al mal que hay en mí,
y que se esconde de mil maneras distintas, para que no lo descubra.
Sensible a la injusticia que me aleja de Ti y de tu bondad
para con todos los hombres y mujeres del mundo.
Sensible a los odios y rencores
que me separan de aquellos a quienes debería amar y servir.
Sensible a la mentira, a la hipocresía, a la envidia, al orgullo,
a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza,
para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas
y sacarlos de mi vida y de mi obrar.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que yo me haga cada día más sencillo,
más sincero, más justo, más servicial,
más amable en mis palabras y en mis acciones.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que Tú seas cada día con más fuerza,
el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos;
para que todo en mi vida gire en torno a Ti;
para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito,
de tu bondad infinita,
de tu misericordia y tu compasión.
Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.
Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre,
hasta el último instante de mi vida en el mundo,
para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 11 de septiembre de 2025
Jueves,11 de septiembre 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 6, 27-38
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os
digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian,
bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te
pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa,
déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo
tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os
traten.
Pues, si amáis
sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a
los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué
mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando
esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a
otros pecadores con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros
enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un gran
premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y
desgraciados. Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo; no
juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados;
perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará; os verterán una medida
generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán
con vosotros.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Las palabras de este Evangelio son tan fáciles de entender como
difíciles de vivir. Creo que a todos nos parecen preciosas, pero quizá
irrealizables. Sin embargo, no las pronunció Jesús para que se
escribiera una de las páginas más bonitas del Evangelio. Jesús las
predicó y, más aún, las vivió, para que también nosotros las vivamos.
"Señor, haznos parecidos a ti"
"Perdona nuestras revanchas y violencias"
"Danos tu Espíritu de paz"
¿Por qué tenemos que vivir de esta manera? Jesús nos da la razón más
profunda: Dios es compasivo con todos, hace salir el sol para buenos y
malos. Y nosotros, creados a su imagen, estamos llamados a ser y a vivir
de la misma forma. Si Dios te ama cuando te conviertes en su enemigo,
si presenta mil veces la mejilla, si te da todo lo suyo... ¿qué motivos
tenemos para no hacer lo mismo con los hermanos?
Señor, ayúdanos a amar a los enemigos,
a hacer el bien a los que nos odian,
como tú nos amas a nosotros, cuando no lo merecemos.
Señor, enséñanos a bendecir a los que nos maldicen
y a orar por los que nos injurian,
como tú nos bendices y acompañas cuando nos alejamos de ti.
Que la generosidad con la que tú nos tratas transforme nuestro egoísmo,
para tratar a los demás, no como merecen, sino como necesitan;
no como ellos nos tratan, sino como tú nos tratas.
Señor, que seamos compasivos como tú, Padre nuestro,
eres compasivo con nosotros y con todos tus hijos. Amén.
------------------------
Fuera de la noche que me cubre,
negra como el abismo de polo a polo,
agradezco a cualquier dios que pudiera existir
por mi alma inconquistable.
En las feroces garras de la circunstancia
ni he gemido ni he gritado.
Bajo los golpes del azar
mi cabeza sangra, pero no se inclina.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
es inminente el horror de la sombra,
y sin embargo la amenaza de los años
me encuentra y me encontrará sin miedo.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
cuán cargada de castigos la sentencia.
Soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
William Ernest Henley
Rezada por Nelsón Mandela.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 10 de septiembre de 2025
Miércoles, 10 de septiembre 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 17. 20‑26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
—«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os
insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo
del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa
será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los
profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dichosos, dichosos, dichosos... felices, felices, felices... Así nos
quiere Dios. Para eso nació, predicó, curó, sufrió y resucitó Jesús.
Para que tú seas feliz. ¿No te parece impresionante? ¿Qué le dices?
Lee despacio cada bienaventuranza. Piensa en Jesús o en María. Las
bienaventuranzas son el retrato de los dos. Y deberían ser tu retrato.
Ya lo son un poquito, seguro. Al leerlas y meditarlas ¿qué te dice Dios?
¿qué cambios alienta en tu vida? Pide la fuerza del Espíritu para ser
cada día más dichoso, más feliz, siguiendo el camino de las
bienaventuranzas.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Hasta de Jesús hablaban
mal, siendo el hombre perfecto, el amor incansable, la ternura
personificada. ¡Cuanta paz y tranquilidad nos tienen que dar estas
palabras del Señor!
"Danos fuerza para hacer el bien, sin que nos importen las críticas"
Esta mañana
enderezo mi espalda,
abro mi rostro,
respiro la aurora,
escojo la vida.
Esta mañana
acojo mis golpes,
acallo mis límites,
disuelvo mis miedos,
escojo la vida.
Esta mañana
miro a los ojos,
abrazo una espalda,
doy mi palabra,
escojo la vida.
Esta mañana
remanso la paz,
alimento el futuro,
comparto alegría,
escojo la vida.
Esta mañana
te busco en la muerte,
te alzo del fango,
te cargo, tan frágil.
Escojo la vida.
Esta mañana
te escucho en silencio,
te dejo llenarme,
te sigo de cerca.
Escojo la vida.
Benjamín González Buelta, sj
-----------------------------
Señor, danos luz y fuerza para renunciar
a lo que nos separa de ti, de los hermanos, de la felicidad más grande
No permitas que acaparemos bienes,
porque provocaremos muchas injusticias!
No permitas que vivamos para consumir,
porque siempre tendremos más hambre!
No permitas que hagamos llorar a los demás,
porque hemos nacido para consolar!
No permitas que seamos duros y violentos,
porque llevaremos la guerra dentro y nos destruiremos!
No permitas que únicamente busquemos el placer,
porque jamás sabremos qué es amar!
No permitas que sólo busquemos el aplauso,
porque nunca nos sentiremos satisfechos!
No permitas que nos creamos autosuficientes,
porque nos encontraremos vacíos!
No permitas que demos culto al ego,
porque así nunca seremos queridos!
Señor, danos luz y fuerza para seguirte,
para seguir el camino de la bienaventuranza.
Ayúdanos a acogerte en nuestras vidas,
porque estaremos llenos de luz.
Ayúdanos a ponernos en tu manos
porque sólo así viviremos seguros.
Ayúdanos a optar por el servicio,
porque Tu nos sirves continuamente.
Ayúdanos a compartir nuestros bienes,
porque Tú nos dejarás que nos falte la harina y el aceite.
Ayúdanos a hacer sonreír a los que lloran,
porque Tú nos miras y nos muestras tu sonrisa.
Ayúdanos a ser no-violentos, profetas de la paz,
porque así construimos un mundo nuevo.
Ayúdanos a defender al perseguido,
porque Tú eres y serás defensor.
Ayúdanos a no vivir para nosotros mismos,
porque Tú entregaste la vida por todos.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 9 de septiembre de 2025
Martes,9 de septiembre 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 12-19
Por entonces subió Jesús a la montaña a orar y
pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus
discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al
que puso el nombre de Pedro; y Andrés, su hermano; Santiago, Juan,
Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón apodado el
Zelotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Bajó
Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande
de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de
la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus
enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y
la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los
curaba a todos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús ora, pasó toda la noche orando.
¿Cuánto tiempo dedicas a la oración? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Llama
a cada uno por su nombre. Llama a los que quiere para darles la misión
que quiere, llama porque quiere, porque nos quiere. Hemos de estar
atentos para escuchar las llamadas de Dios.
Jesús: Tú eres siempre una sorpresa,
eres el amigo que se encuentra sin esperarlo
Y yo te he encontrado.
No esperaba conocerte tan de cerca.
Pero llegaste, como a la Samaritana,
y me has dicho: "Dame de beber".
Como a Zaqueo, elevaste los ojos
hasta el árbol en que estaba,
y me dijiste: "Baja,
que quiero hospedarme en tu casa".
Sabes que te necesito,
y llegas sin que te llame.
Permíteme acompañarte en el camino.
Tú me conoces y sabes lo que quiero,
lo mismo mis proyectos que mis debilidades.
No puedo ocultarte nada, Jesús.
Quisiera dejar de pensar en mí,
y dedicarte todo mi tiempo.
Quisiera entregarme por entero a ti.
Quisiera seguirte a donde quiera que vayas.
Pero ni esto me atrevo a decirte,
porque soy débil.
Esto lo sabes mejor que yo.
Sabes de qué barro estoy hecho,
tan frágil e inconstante.
Por eso mismo te necesito aún más,
para que tu me guíes sin cesar,
para que seas mi apoyo y mi descanso.
¡Gracias por tu amistad, Jesús!
La
gente venía de lejos para escuchar a Jesús, para que Jesús los curase.
Hoy Jesús sigue hablándonos y sigue curándonos. ¿Qué hacemos por
acercarnos a Él? ¿Qué podríamos hacer? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 8 de septiembre de 2025
Lunes, 8 de septiembre de 2025. Natividad de Santa María
Natividad de Santa María
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1,1-16.18-23
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba
desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba
un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no
quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había
tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que
le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu
mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará
a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de los pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que
había dicho el Señor por el Profeta: "Mirad: la Virgen concebirá y dará a
luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios con
nosotros"."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy celebramos el nacimiento de la Virgen María. No podemos leer el
Evangelio correspondiente a ese momento de su vida, sencillamente porque
no existe. Es significativo: la mujer que Dios eligió y preparó para
ser la madre de su Hijo no es una princesa, ni siquiera la hija de un
personaje famoso, es una mujer sencilla, desconocida, humilde.
Aprovechamos esta fiesta del cumpleaños de María para felicitarla:
¡Felicidades, Madre! Felicidades por Ti, por tu nacimiento.
Felicidades, Madre, porque creciste en el oscuro camino de la fe.
Felicidades, Virgen peregrina, porque nos enseñas la ruta de la santidad.
Felicidades, Madre, porque un día, un mes, en un lugar, de unos padres...
naciste como cualquiera de nosotros y sin embargo de Ti nacería el Salvador del mundo.
Felicidades, por estar siempre atenta ala palabra del Señor.
Felicidades porque tu vida fue un Si a la voluntad de Dios.
Felicidades, María, porque eres la Madre de Dios.
Feliz soy yo también por tenerte como madre.
(Adaptación de un texto de iglesia.org)
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Como tú, María, quiero decir "aquí estoy", ante el proyecto de amor,
que Dios me propone en el hoy de mi vida.
Entro en este proyecto unida a tantos hermanos y hermanas
que, con Cristo, tu hijo, luchan por construir fraternidad,
dignidad para todos, unidad entre pueblos, razas, generaciones…
Como tú María, quiero caminar por calles y plazas, montes y llanos
cantando las maravillas del Señor,
que triunfa en los pobres, sencillos y humildes.
Desde ellos, me pides sencillez, humildad, solidaridad.
Como tú María, quiero profundizar el misterio de Belén,
Palabra hecha carne, Dios entre nosotras, don para el mundo,
compromiso en la causa de una humanidad liberada, según el sueño del Padre.
Como tú, María, quiero gozar con el que goza,
ser sensible ante la necesidad o dolor, pasar por al vida haciendo el bien, sencillamente,
decididamente asociada a todos los grupos que son testimonio solidario.
Como tú María, quiero estar en pie, unida a tu Hijo, en la cruz concreta de mi vida.
En mi caminar, me uno a todos los sufrientes de la humanidad
y a los que se entregan para que "la justicia y la paz se abracen".
Como tú, María, quiero participar del gozo del Resucitado.
Hoy Cristo resucita en todo lo bello, lo noble, lo auténtico.
Que mi vida sea espejo de la liberación que El ha regalado al mundo.
Como tú, María, quiero orar con mis hermanos y hermanas,
y recibir cada día , en Iglesia, la venida del Espíritu.
El colma los corazones de sus dones, nos renueva, nos sana.
El nos envía a anunciar en el mundo,
la Buena Nueva del Evangelio de tu hijo, Jesús.
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Decir tu nombre, María,
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María,
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María,
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María,
es decir que toda suerte
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María,
es decirte toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría.
Pedro Casaldáliga
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 7 de septiembre de 2025
Domingo,7 de septiembre 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a
Jesús; él se volvió y les dijo: "Si alguno se viene conmigo y no pospone
a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y
a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así,
¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero
a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que,
si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él
los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido
capaz de acabar."
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no
se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al
paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hay una condición clara para seguir a Jesús: amar a Jesús más que a
cualquier persona y, por supuesto, más que a cualquier cosa. Parece
inhumano en la teoría, pero en la práctica vivir así es camino de
salvación, de felicidad.
Cuando amamos a Jesús sobre todas las
cosas, amamos más y mejor a las personas, las respetamos más, no les
pedimos más de lo que pueden dar, potenciamos su libertad...
Cuando
amamos a Jesús sobre todo, las cosas ocupan su lugar justo, no nos
dominan, somos señores de las cosas y las utilizamos en nuestro bien, en
bien de los hermanos.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Amo Señor tu sendas, y me es suave la carga
Que en mis hombros pusiste;
Pero a veces encuentro que la jornada es larga,
Que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,
Que el agua del camino es amarga, es amarga,
Que se enfría este ardiente corazón que me diste;
Y una sombría y honda desolación me embarga,
Y siento el alma triste y hasta la muerte triste...
El espíritu es débil y la carne cobarde,
Lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
De la dura fatiga quisiera reposar...
Más entonces me miras... y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
Con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.
Blanco Vega
Dice
Jesús: “el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo
mío”. Hemos de renunciar a todo lo que no nos deje ser libres, todo lo
que nos aleje de Dios y de los hermanos
Ahora que he aprendido a vivir
sin acaparar,
sin fantasear,
sin quejarme,
sin apropiarme,
sin erudición,
sin claridades,
sin imágenes,
sin mochilas,
sin miedos,
sin pesos...
Ahora que no estoy enganchado a nada:
ni a emociones,
ni al trabajo,
ni al dinero,
ni a la casa,
ni a las ideas,
ni a la información,
ni al consumo,
ni al descanso,
ni a la familia,
ni a la iglesia...
Ahora que no deseo nada:
ni ganar,
ni adquirir,
ni poseer,
ni dominar,
ni captar,
ni tener,
ni lograr,
ni obtener,
ni alcanzar,
ni triunfar...
Ahora que mi equipaje es ligero
para las noches oscuras,
para los días largos,
para los lunes pesados,
para los martes monótonos,
para los miércoles de siempre,
para los jueves de confidencias,
para los viernes amargos,
para los sábados de soledades,
para las semanas santas,
para los Vía crucis de cada día...
Ahora,
quizá sea caminante,
peregrino,
romero
aventurero,
receptor,
sabedor,
creyente
y testigo
de tu Pascua
y resurrección.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 6 de septiembre de 2025
Sábado, 6 de septiembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 1-5
Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban
espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos
les preguntaron: "¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?"
Jesús les replicó: "¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus
hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes
presentados -que sólo pueden comer los sacerdotes-, comió él y les dio a
sus compañeros". Y añadió: "El Hijo del hombre es señor del sábado".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los fariseos están al acecho. Espían a Jesús y a sus discípulos, para ver de qué los puedes acusar.
Los acusan de incumplimiento de la ley del sábado. Utilizan la ley para
atacar, para condenar. Jesús les explica con un ejemplo el verdadero
sentido de la ley del sábado y de todas las leyes. Las leyes tienen su
sentido, pero están al servicio de las personas. Las personas no pueden
convertirse en esclavas de la ley. Además Él está por encima de
cualquier ley: es señor del sábado.
¿Estamos al acecho de alguna persona? ¿Utilizamos la ley para condenar? Pedimos perdón.
Damos gracias a Jesús que nos libera del peso de la ley.
Señor, Tú nos ofreces tu palabra y tu ley,
para compartir con nosotros tu sabiduría,
para que conducirnos por el camino de bien,
para buscar la concordia y la paz,
para ayudarnos a encontrarnos contigo.
No permitas que utilicemos la ley para condenar,
para someter a las personas más débiles,
para defender los intereses de los poderosos,
para justificar injusticias y atropellos,
para convertirla en un ídolo sin corazón.
Señor, danos sabiduría para comprender tu ley,
confianza para aceptarla como camino de vida
y acierto para mostrarla en positivo a los demás.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 5 de septiembre de 2025
Viernes, 5 de septiembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 33-39
En aquel tiempo dijeron a Jesús los fariseos y
los letrados: "Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de
los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber". Jesús
les contestó: "¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el
novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces
ayunarán".Y añadió esta comparación: "Nadie recorta una pieza de un
manto nuevo para ponérsela a un manto viejo, porque se estropea el
nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres
viejos, porque revientan los odres, se derrama, y los odres se
estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere
del nuevo, pues dirá: Está bueno el añejo".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los fariseos no comprenden a Jesús. Su Evangelio es el vino bueno, la
pieza nueva. Los corazones de los fariseos son los odres viejos, el
manto viejo. Para acoger a Jesús tenemos que cambiar el corazón, la
forma de pensar, nuestro estilo de vida. Si no nos vamos convirtiendo a
la Palabra de Jesús, nunca descubriremos su novedad.
Para
comprender a Jesús hay que nacer de nuevo; mejor dicho, tenemos que
dejar que Dios nos dé a luz de nuevo. En la oración, en la celebración
de los sacramentos, en la vida de cada día Dios nos va transformando...
si lo dejamos.
Señor, la novedad nos da siempre un poco de miedo,
porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control,
si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida,
según nuestros esquemas, seguridades, gustos....
Y esto nos sucede también contigo.
Con frecuencia te seguimos, te acogemos, pero hasta un cierto punto;
nos resulta difícil abandonarnos a Ti con total confianza,
dejando que el Espíritu Santo anime y guíe nuestra vida, en todas las decisiones;
tenemos miedo a que nos lleves por caminos nuevos
y nos saques de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados, egoístas,
para abrirnos a los tuyos.
Tú eres novedad y haces nuevas a las personas que, con confianza, se dejan tocar por Ti:
Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva;
Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa;
Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad;
los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio.
Y nosotros, ¿estamos abiertos a las sorpresas que nos preparas
o nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo?
¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que Tú nos presentas
o nos atrincheramos en estructuras y costumbres caducas,
que han perdido la capacidad darnos y dar al mundo la alegría más grande?
Danos un corazón abierto para acogerte, para abrirnos a tu novedad,
con la seguridad de que Tú nos amas y siempre quieres nuestro bien.
Oración inspirada en una homilía de Francisco (19 de mayo de 2013).
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 4 de septiembre de 2025
Jueves, 4 de septiembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la
palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos
barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado
y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y
le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado,
enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro y echad las
redes para pescar". Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche
bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las
redes". Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande,
que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para
que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos
barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro, se arrojó a los
pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". Y
es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él
al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús
dijo a Simón: "No temas: desde ahora serás pescador de hombres". Ellos
sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Rema mar adentro” es una invitación a crecer, a ser nosotros mismos, a amar más y mejor…
Gracias, Señor, porque nos llamas a remar mar adentro,
de la orilla del "no hacer mal a nadie" al mar de la santidad,
de la orilla del "compartir unas migajas" al mar de la entrega total,
de la orilla del "rezar por obligación" al mar de la amistad contigo,
de la orilla del “todo está muy mal” al mar del compromiso,
de la orilla del “me da miedo” al mar de la confianza,
de la orilla del "ir tirando" al mar de una vida plena.
No permitas que me quede estancado, en la orilla,
y guíame en la aventura de remar mar adentro,
para encontrarme con mi yo más auténtico,
para descubrir el mar inmenso de tu amor,
para gozar la alegría de la fraternidad más grande.
Cuando nos damos cuenta de la grandeza y la bondad de Dios, reconocemos
nuestra pequeñez y de nuestro pecado. Esta es la experiencia de Pedro.
Esta es la experiencia que todos estamos invitados a vivir. Sólo cuando
tomemos conciencia de quién es Dios y de quiénes somos nosotros,
podremos relacionarnos con verdad con Él y con los hermanos.
“Señor, tu mar es grande, nuestras barcas son pequeñas”
“Concédenos descubrir y admirar tu grandeza”
“Concédenos un corazón humilde”
“No temas, desde ahora serás pescador de hombres”. Cuando Pedro reconoce su pecado, Jesús lo llama. Es curioso.
Jesús no se detiene ante nuestra pequeñez, ni siquiera ante nuestro
pecado, cuando lo reconocemos con sinceridad. Y cuenta con nosotros,
cuenta contigo. Y te llama.
Hay que dejarlo todo
en el seguimiento a Jesús.
Primero se dejan las cosas:
lo que se recibe heredado
y viene grapado al apellido,
lo que es fruto del trabajo
y lleva nuestra huella.
También hay que dejarse a sí mismo:
los propios miedos,
con su parálisis y los propios saberes,
con sus rutas ya trazadas.
Después hay que entregar
las llaves del futuro,
acoger lo que nos ofrece
el Señor de la historia
y avanzar en diálogo
de libertades encontradas
mutuamente para siempre,
que se unifican en un único paso
en la nueva puntada de tejido.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 3 de septiembre de 2025
Miércoles, 3 de septiembre de 2025.San Gregorio Magno
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 4, 38-44
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta, y le pidieron que hiciera
algo por ella. El, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó;
ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los
llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De
muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: "Tú eres el Hijo
de Dios". Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era
el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo
andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les
fuese. Pero él les dijo: "También a los otros pueblos tengo que
anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado. Y predicaba en
las sinagogas de Judea.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Esta página del Evangelio tiene el color del éxito. Jesús cura a la
suegra de Pedro e inmediatamente se puso a servirles. El servicio es
signo de salud, de salvación. Y el servicio es fuente de alegría. Damos
gracias porque hoy sigue curándonos y le pidamos que nos conceda ser más
serviciales.
Te doy gracias de todo corazón,
Señor, Dios mío,
te diré siempre que tú eres amigo fiel.
Me has salvado del abismo profundo,
y he experimentado tu misericordia.
Me has librado de los lazos de la tentación,
y he experimentado tu misericordia.
Me has hecho revivir, volver al camino,
y he experimentado tu misericordia.
Has curado la fiebre que me impide servir a los hermanos.
Has abierto mis ojos y mis oídos para ver y escuchar a quién me necesita.
Sigue protegiendo mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Señor, yo me alegro, porque eres un Dios compasivo.
Me alegro porque eres piadoso y paciente.
Me alegro porque eres misericordioso y fiel.
Señor, mírame. Ten compasión de mí. Dame fuerza.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Tú, Señor, siempre estás pronto a ayudarme
y a animar mi corazón cuando decae.
Tú, Señor, toma mi corazón de barro
y moldéalo según la grandeza de tu misericordia.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Al día siguiente, cuando se hizo de día, salió a un lugar solitario.
Jesús necesita de la soledad, del silencio, para encontrarse con su
Padre, para ser fiel a su misión. Reza cuando cosecha fracasos y cuando
es aclamado por todos, cuando truena y cuando hace sol.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Dan con él y quieren retenerlo. Pero Jesús tiene claro que ha de cumplir
su misión: tiene que anunciar el Evangelio en los otros pueblos.
Hemos de tener cuidado. Es muy fácil perder el rumbo de la misión que
Dios da a cada uno. Si fracasamos, tenemos la tentación de abandonarla.
Si tenemos éxitos, podemos modificarla para evitar la dificultad y la
cruz.
“Señor, haznos fieles, frente al éxito y al fracaso”
“Corrige el rumbo de nuestra misión cuando se desvía”
“A veces queremos retener a los demás en nuestro favor. Perdona.”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 2 de septiembre de 2025
Martes, 2 de Septiembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 4,31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de la Galilea, y los
sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su enseñanza,
porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía
un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: "¿Qué quieres de
nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el
Santo de Dios". Jesús le intimó: "¡Cierra la boca y sal!" El demonio
tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle
daño. Todos comentaban estupefactos: "¿Qué tiene su palabra? Da órdenes
con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen". Noticias de él
iban llegando a todos los lugares de la comarca.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hay muchas clases de autoridad. Hay personas que tienen autoridad porque
saben mucho, otras porque tienen mucho poder y muchas posibilidades
para reprimir a los adversarios. La autoridad puede nacer del poder o de
la coherencia, de la autenticidad. Ésta es la autoridad de Jesús. Y
ésta debería ser nuestra autoridad.
Señor, Tú hablas con autoridad,
porque has sido enviado por Dios Padre, no eres un entrometido;
porque hablas de lo que sabes, no hablas de oídas;
porque hablas con sencillez, para que te entiendan, no para demostrar lo mucho que sabes;
porque hablas con respeto, nunca con violencia;
porque haces lo que dices, vives lo que hablas;
porque tus palabras buscan mi bien, aunque a veces no quiera escuchar lo que me dices;
porque tus palabras reflejan la verdad, sin esconder la luz ni las sombras;
porque tus palabras descubren nuestros fallos para que los superemos, nunca para humillarnos;
porque tus palabras nos recuerdan quiénes somos y lo mucho que valemos para ti;
porque
tus palabras, tu mirada, tus gestos y tu vida nos anuncian un mismo
mensaje: que nos amas con todo el corazón y que tu amor nos acompañará
siempre.
Señor, ayúdame a hablar como Tú, a vivir como Tú, a ser como Tú.
Jesús libera de todo lo que no nos deja crecer como personas y como
cristianos. Por eso su lucha se dirige directamente contra el pecado. El
pecado es nuestro peor enemigo, un enemigo que se convierte en
invencible cuando no reconocemos su peligro.
“Señor, gracias por desatarnos de las cadenas que nos atan,
por liberarnos de los espíritus que nos atemorizan.
Concédenos reconocer el mal que retuerce a nuestros hermanos
y ayudarles a disfrutar la alegría de una vida libre.”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 1 de septiembre de 2025
Lunes, 1 septiembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 4,16-30
En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret, donde se había criado; entró en la
sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer
la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y,
desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu
del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar
la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para
anunciar el año de gracia del Señor". Y, enrollando el libro, lo
devolvió al que lo ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos
fijos en él. Y él se puso a decirles: "Hoy se cumple esta Escritura que
acabáis de oír".
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de
gracia que salían de sus labios. Y decían: "¿No es éste el hijo de
José?"
Y les dijo: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti
mismo"; haz también aquí, en tu tierra, lo que hemos oído que has hecho
en Cafarnaúm". Y añadió: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado
en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos
de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo
una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue
enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin
embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio".
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose,
lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se
alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso
entre ellos y se alejaba.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús fue a su pueblo, a Nazaret. Tuvo que ser un día emocionante para
él. Va a anunciar su mensaje a sus amigos, a su familia, a los
vecinos... Jesús se presenta como las palabras del profeta Isaías: El
Espíritu Santo está sobre mí, me ha enviado a dar la buena noticia a los
pobres...
El Espíritu Santo está también sobre ti. Lo has recibido en tu bautismo y
en la confirmación; lo recibes cada vez que le abres tu corazón. Y has
recibido el Espíritu de Jesús para dar la buena noticia, para curar,
para liberar, para liberar... Pero en muchas ocasiones no somos
conscientes de la presencia del Espíritu en nuestra vida, no acabamos de
creer en su fuerza...
¿Qué te dice Dios? ¿Que le dices?
Los que habían sido sus vecinos primero reaccionan con admiración, pero
después comienzan a cerrarse: ¿No es éste el hijo de José? Aquel día
Jesús cosechó uno de los fracasos más sonoros y dolorosos. Nos cuesta
acoger la Palabra de Dios cuando el heraldo es un conocido, un amigo, un
familiar...
Los nazarenos perdieron una gran oportunidad para conocer mejor a Dios,
para vivir con más esperanza, con más alegría, con más sentido. Cada vez
que rechazamos la Palabra de Dios, también salimos perdiendo.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Vine a los míos y los míos no me recibieron.
Me hice como uno de ellos y no me conocieron.
Busqué nuevas formas de presencia:
me prolongué en signos visibles,
me quedé en sus templos y en sus casas,
quise estar en el centro de sus encuentros,
pero ellos apenas se dan cuenta.
Me encarné en el pobre y en el que sufre;
quise hacerme presente en sus debilidades:
curar, compartir, acompañar, servir,
ser testigo firme de toda vida, aún de la más débil;
pero ellos se van por otros caminos.
Me ofrecí como alimento –sabroso pan y dulce vino–
pero el banquete les parece insípido y triste.
Me hice palabra buena y nueva,
y ellos la amordazan con leyes y normas.
Les descubrí los manantiales de agua viva,
y vuelven a las pozas y charcas contaminadas.
Tengo cada día una cosecha generosa
de dones y gracias que quiero repartir,
pero nadie la solicita, y me quedo con mis dones.
¡No hay dolor mayor que no poder darse a quien se quiere!
Tal vez equivoqué la estrategia.
Si me hubiera quedado en un lugar solamente,
seguro que todos irían a buscarme y a pedirme.
¡Me tienen al alcance de la mano,
pero ellos prefieren ir a encontrarme
a oscuros y estériles rincones!
A pesar de todo, renuevo mi presencia.
Me quedo con vosotros.
Me quedo en el centro de vuestra vida.
No me busquéis lejos.
Buscadme en lo más profundo de vuestro ser,
en lo más querido de vuestros anhelos,
en lo más importante de vuestras tareas,
en lo más cálido de vuestros encuentros,
en lo más claro de vuestra historia.
Buscadme en el dolor y en la alegría,
siempre en la esperanza y en la vida.
Os espero.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 31 de agosto de 2025
Domingo, 31 de agosto de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 1. 7-14
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso
esta parábola: "Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el
puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que
tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el
puesto a éste."
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para
que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba."
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
Y dijo al que lo había invitado: "Cuando des una comida o una cena, no
invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los
vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos;
dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los
justos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“No te sientes en el puesto principal”. Jesús no nos da una clase de
protocolo ni de estrategia para conseguir el puesto de mayor honor sin
que se nota nuestra pretensión.
El Evangelio nos pide que profundicemos en nuestras actitudes más
profundos y que contemplemos a Jesús, que siendo rico se hizo pobre,
siendo el primero se hizo el último, para levantar a los últimos.
¿Cuáles son nuestras aspiraciones?
¿En lo más alto de nuestra escala de valores esta el servicio o el poder?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
“Invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos, que no podrán pagarte”.
El Padre invita a todos a su Reino y especialmente a aquellos que más
pequeños. Damos gracias al Padre que nos ha invitado sabiendo que no le
podemos pagar con nada.
¿Cuál es nuestra actitud? ¿Con quiénes nos relacionamos más? ¿A quiénes nos acercamos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Dentro de mí luchan fuerte dos corrientes:
Una quiere que le haga holgado hueco,
que trabe amistad con los de siempre
y me arrime a los que triunfan y tienen,
que me monte en la cresta de la ola
y suba con su espuma.
La otra, que sea hueco
– casa, choza, techo, refugio –
lleno de espíritu, brisa y ternura
para los que nada tienen.
Dentro de mi luchan fuerte dos opciones:
Una piensa en aprovecharse,
en sacar partido y beneficio
a todo y todos los que se cruzan en mi camino;
en quedarse, como siempre, en su puesto y centro
recogiendo aplausos y elogios.
La otra, en salir a la periferia
a estar con los que son despojo;
en convidar y compartir
sin esperar recompensa.
Dentro de mi luchan fuerte dos voluntades:
Una opina que es necesario pisar fuerte,
que hay que medrar y alzarse como sea,
que los otros siempre son rivales,
que codazos, zancadillas y empujones
son cosas bien naturales y valen
para labrarse placas e imágenes.
La otra, que hay que anonadarse,
vaciarse y abajarse hasta tocar lo intocable,
porque muchos no pueden levantarse.
Dentro de mi luchan fuerte dos pasiones:
Una busca lucrarse y aprovecharse
entre tráfico de influencias
y privilegiadas informaciones,
favoritismos, enchufes, prebendas;
que todos aporten para mantener llena
cartera, bolsa, cuenta y maleta.
La otra sueña en alegrar y saciar a los nadies
y en vivir feliz aunque te despierten,
te pidan , te quiten y no te paguen.
Dentro de mí luchan fuerte mis quereres.
Y todavía no he organizado ese banquete,
tu banquete,
mi banquete,
nuestro banquete...
gratis.
Florentino Ulibarri
El que se humilla, será enaltecido… Jesús es el humillado enaltecido. Y nosotros, ¿nos humillamos con él y como él?
Tú, Jesús humilde,
nunca me has dicho:
Humíllate ante mí,
dobla la cabeza,
el corazón, la vida,
y esparce sobre tu rostro
luto y ceniza.
Tú me propones:
Levanta la mirada,
y acoge la dignidad de hijo
en toda tu estatura.
Humíllate conmigo
y vive en plenitud.
Bajemos juntos
a la hondura sin sol
de todos los abismos,
para transformar
los fantasmas en presencia
y los espantos en apuesta.
Únete a mi descenso
en el vértigo y el gozo
de perdernos juntos
en el porvenir de todos
sin ser un orgulloso inversor
de éxitos seguros.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.