lunes, 23 de septiembre de 2019

Lunes 23 de septiembre

Lunes de la 25ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 8, 16-18

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El Evangelio no es una planta de interior. El Evangelio, para que crezca, necesita salir a la calle, recibir el calor y la lluvia. El Evangelio no merma al compartirse, al contrario. ¡No podemos arrinconarlo en nuestras casas y en nuestras iglesias! Hemos de ser mensajeros del Evangelio.

Haznos, Señor, una comunidad buena noticia:
abierta, confiada, fraterna, invadida por el gozo de tu Espíritu;
una comunidad entusiasta, que sepa cantar a la vida,
acoger el misterio, vibrar ante su tarea
y anunciar con alegría tu Reino.

Que llevemos la sonrisa en el rostro, el júbilo en las entrañas,
la fiesta en el corazón y la felicidad a flor de piel desbordándose por todos los poros.

Que no nos acobarden las dificultades -tensiones, diferencias y conflictos
¬que puedan surgir entre nosotros.

Que en nuestra pobreza y debilidad sepamos abrimos, damos y compartir
con la ilusión de quien se enriquece y se siente dichoso con lo que hace.

Da, Señor, a esta comunidad tuya una gran dosis de buen humor,
para que no deje de cantar y buscar la paz en estos tiempos de inclemencia y violencia;
para que sepa desdramatizar tantas situaciones difíciles, ambiguas y equívocas;
para que siembre el consuelo y la esperanza entre los que sufren y lloran.

Haznos expertos
en deshacer nudos y romper cadenas, en curar heridas y dar ternura,
en abrir surcos y arrojar semillas, en mostrar la verdad y defender la justicia,
y en mantener viva la esperanza.

Concédenos ser,
para todos los que nos ven y sienten, testigos de tu buena noticia,
y del gozo, la fiesta y la risa que vienen gratis con ella.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Domingo 22 de septiembre

Domingo de la 25ª semana del t.o. C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 16, 1‑13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
"¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa."
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió:
"Cien barriles de aceite."
É1 le dijo:
"Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro:
"Y tú, ¿cuánto debes?"
É1 contestó:
"Cien fanegas de trigo."
Le dijo:
"Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Parece que esta parábola anima a engañar y a robar sin escrúpulos. Sin embargo, Jesús no alaba el engaño de los hijos de este mundo, alaba su astucia. El administrador injusto es astuto y malo. Jesús nos invita a ser astutos y buenos, inteligentes y generosos, creativos y honrados. Jesús quiere que pongamos todos nuestras capacidades al servicio de los hermanos. Pedimos su ayuda para ser así.

B. Sin embargo, tenemos que reconocer que a veces nos parecemos bastante al administrador injusto. Utilizamos la astucia, la inteligencia, la creatividad solamente en favor nuestro y a veces en contra de los demás. Pensamos hechos concretos y pedimos perdón.

C. “No podéis servir a Dios y al dinero”. Jesús lo dice claro, pero nosotros nos empeñamos en demostrarle que sus palabras son una exageración. Queremos a Dios y al dinero.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Nos miras como Padre,
y nos ves tan incautos,
crédulos,
ingenuos,
inocentes,
cándidos,
timoratos,
pusilánimes,
ilusos,
pardillos,
y simples...
que no te reconoces
ni por dentro
ni por fuera.

Te duele que los hijos de las tinieblas
sean más sagaces que los de la luz.

Te avergüenza que justifiquemos nuestras torpezas
acudiendo a tu amor.

Te entristece nuestra falta de riesgo
cuando Tú has apostado por nosotros sin control.

Te sorprende el que aleguemos tu querer
para respaldar nuestras simplezas.

Te apena que apelemos a tu voluntad
para dejar a otros los negocios de este mundo.

Te hiere nuestra falta de responsabilidad
que busca refugio en tu confianza.

Te da risa tanta seriedad
que no revela ni cuestiona nada.

Te repugna el que nos las demos de intachables
y seamos esquiroles de tus planes.

Padre bueno y paciente,
infúndenos,
nuevamente,
¡tu espíritu y sangre!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Sábado 21 de septiembre

San Mateo

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 9,9-13

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Mateo era un cobrador de impuestos y un pecador público, un publicano, es decir, un judío puesto al servicio de Roma para extorsionar a su pueblo y ganar dinero usando de la estafa y la usura que la Ley prohibía. Jesús lo mira lleno de ternura y con su amor lo dignifica. Jesús pone en él su confianza y lo hace un discípulo suyo.

Mateo «se levantó», quizás porque Jesús lo sacó de aquella vida arrastrada. Mateo se alegra de saber que alguien puede amarle a pesar de todo. Así es Jesús y así hemos de ser también nosotros. Aquel feliz encuentro acaba en fiesta, en cena.

Los que se consideran buenos no entran a cenar con pecadores públicos, sino que se quedan fuera criticando. Dios comparte y prepara su mesa para los pecadores. Jesús viene a curar a los enfermos, no a los sanos, por eso busca a todos los excluidos. ¿Y tú, eres de los que entras a cenar con pecadores o te quedas fuera criticando?


Cuando soy frágil te encuentro,
cuando soy debilidad, lágrima, o silencio que se lleva el viento.

Cuando soy frágil te busco, te grito, te espero…
te busco y tu ternura me cubre,
te grito y tu compasión me abraza,
te espero y te haces regalo,
todo Tú, todo entero.

Cuando soy frágil te busco, te grito, te espero…
Bendita fragilidad entonces,
porque en mí no hay mayor deseo.…

Glòria Díaz Lleonart


A los cristianos nos falta con frecuencia abrazar el mundo con sus luces y sus sombras, con su dolor y su pecado, con la misma ternura que lo abrazaba Jesús. ¿Y en tu vida, sobran sentencias y falta misericordia? Pide perdón por tus condenas y críticas. Da gracias porque Jesús nos ama siempre, a pesar de nuestro pecado.

Señor, tú miraste con amor a Mateo y le llamaste. Era un recaudador, un pecador, un indeseable... pero su corazón buscaba una vida más auténtica y te siguió con decisión, cuando pronunciaste su nombre.

Señor, también a mí me miras con amor y me llamas. Reconozco que no lo merezco, que soy poca cosa, Sé que sólo tú puedes darme la felicidad que deseo. Por eso, quiero seguirte siempre y del todo.

Señor, ayúdame a mirar con amor al que se siente sólo, al que no cuenta, al que cree que no sirve para nada.  Ayúdame a despertar el deseo de felicidad de cada persona y a mostrarles que Tú eres la fuente de la Vida. Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Viernes 20 de septiembre

Viernes de la 24ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Las mujeres también están muy cerca de Jesús. Quizá a nosotros no nos llame la atención. Pero era algo extraordinario en aquella época. Jesús no discrimina a la mujer, no discrimina a nadie. Los cristianos tendríamos que luchar contra toda discriminación, sea por la razón que sea.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, hoy queremos hacer memoria agradecida de muchas mujeres que se dejaron transformar por tu Espíritu de Vida:

Recordamos a Sara, quien con Abraham contestó a tu llamada de dejar su tierra natal y poner su fe en una alianza con el Señor. Gracias por su fe.

Recordamos a Esther y Débora, que gracias a su valor e inteligencia salvaron la nación. Gracias por su compromiso personal en favor de muchos.

Recordamos con especial cariño a la Virgen María, siempre atenta para escuchar tu voz y la de los hermanos, siempre dispuesta hacer vida tu voluntad, con confianza y generosidad. Gracias por su amor de madre.

Recordamos a María Magdalena y las otras mujeres que siguieron a Jesús, también cuando fue crucificado. Ellas fueron las primeras personas que se encontraron con Jesús Resucitado. Gracias por su fidelidad en el amor a Jesucristo.

Recordamos a Febe y a Priscila y a las otras mujeres que fueron líderes de la iglesia primitiva. Gracias porque supieron difundir el Evangelio en momentos difíciles para la Iglesia.

Recordamos a Santa Águeda y a todas las mártires que supieron mantener su fe y sus ideales más nobles. Gracias por su testimonio.

Recordamos a Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena, que vivieron su fe con autenticidad y lucharon contra la corrupción de la propia comunidad cristiana. Damos gracias a Dios por su valentía y su amor a la Iglesia.

Recordamos a nuestras madres y abuelas, a todas las mujeres importantes para nosotros, cuya entrega ha hecho que hoy podamos disfrutar de una vida mejor. Gracias por su generosidad.

Recordamos las mujeres que hoy en día son las primeras en descubrir compromisos al servicio de la justicia, de la paz, de las mujeres maltratadas... Señor, que su trabajo siga dando buenos frutos.

Acuérdate de las mujeres que son víctimas de la violencia en sus hogares y fuera de ellos. Señor, dales fuerza para vencer el temor y buscar soluciones.

Te pedimos por aquellas mujeres que se enfrentan a una vida de pobreza.
Dales el don de la esperanza, para trabajar juntas, con los hombres de buena voluntad, por un mundo más justo y solidario.

Te pedimos también por nuestras hijas y nietas. Para que crezcan, con tu ayuda, fuertes y sensibles, creyentes y comprometidas, libres y felices. Amén.


Ayudaban a Jesús con sus bienes. Compartir los bienes es un signo de mucho amor, de mucha solidaridad. Nos cuesta desprendernos de ellos.
¿A qué dedicamos nuestros bienes, nuestro dinero?
¿Qué te dice Dios? ¿Que le dices?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Jueves 19 de septiembre

Jueves de la 24ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás, junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: "Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora". Jesús tomó la palabra y le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". El respondió: "Dímelo, maestro". Jesús le dijo: "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Supongo que aquel a quien le perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado rectamente".
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor, pero al que poco se le perdona, poco ama". Y a ella le dijo: "Tus pecados están perdonados". Los demás convidados empezaron a decir entre sí: "¿Quién es esté, que hasta perdona pecados?" Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¿Podremos calcular algún día todo lo que nos ha dado el Señor? ¿Llegaremos a darnos cuenta de todo lo que cada día nos perdona Dios? Es imposible, pero al menos hemos de reconocerlo y agradecerlo.

Aquella mujer expresa su amor a Jesús ungiendo sus pies con perfume y secándoselos con sus cabellos. ¿Cómo expresamos nosotros nuestro amor y nuestra gratitud al Señor? ¿Que le dices?

“Tus pecados están perdonados” ¡Cuanto bien nos hace escuchar estas palabras! ¡cuanto bien nos hace celebrar el perdón de Dios en el sacramento de la reconciliación!
¿Cómo vives este sacramento? ¿Cómo lo puedes vivir mejor? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Aunque caigas continuamente en tus mismas faltas,
aunque cometas esas culpas que te avergüenzan,
aunque no cumplas con tu deber,
aunque desprecies a tu prójimo,
aunque tantas veces te consideres indigno,

Yo te digo: ¡ámame como eres!
En todos los momentos de tu vida,
en cualquier situación en que te encuentres,
cuando tu alma esté llena de fervor,
cuando tu corazón sea árido y seco,
Yo te digo: ¡ámame como eres!

Si esperas ser un santo o un ángel
para entregarte al amor, no me querrás nunca;
quiero que tu amor salga de lo profundo de tu miseria,
por eso, así te encuentres en la fidelidad o en la infidelidad,
Yo te digo: ¡ámame como eres!

Yo estoy a la puerta de tu corazón y llamo, ¡ábreme!...
Déjame amarte, así, tal como eres.
No hace falta que cambies para abrirme la puerta.
Así, tal como eres, yo te amo,
te doy mi pan y mi vino, mi fuerza y mi alegría,
te doy la luz para afrontar y superar las dificultades de la vida,
te doy el Espíritu de verdad y la Sabiduría del Amor;
Te doy a mi Madre, para que te cuide como me cuidó a mí.
Yo te digo ahora y siempre: ¡ámame como eres,
y déjame que te ame así, como eres. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Miércoles 18 de septiembre

Miércoles de la 24ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San  Lucas 7, 31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor: ¿A quién se parecen los hombres de esta generación ? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis» Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de recaudadores y pecadores». Sin embargo, los discípulos de la Sabiduría le han dado la razón.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos distintos. Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y casas. Juan no participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan eras más ásperas que las de Jesús. Juan es el mayor de los profetas, Jesús es el mismísimo Hijo de Dios. Sin embargo, ni a uno ni a otro escucharon. Decían que Juan tenía un demonio y que Jesús era un comilón y un borracho. A veces somos especialistas es buscar excusas para no escuchar a las personas.
     "Señor, abre mi corazón a la verdad de cada persona"
     "A veces descalifico a las personas sin conocerlas. Perdona"

B. Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas amables y bruscas, aburridas y divertidas. desagradables y simpáticas, más buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos de par en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su Palabra en las palabras.
     "Concédeme Señor tu luz para saber escucharte"
     "Dame paciencia y perseverancia cuando no entienda lo que me quieras decir".

Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán conmigo, cada una con su forma de pensar, sentir y actuar; todas están creadas a imagen y semejanza tuya, de todas puedo aprender algo bueno, todas me pueden enriquecer. En el fondo, todas son un regalo tuyo.

Sin embargo, a veces estoy cerrado, agrando los defectos de las personas para no aprender de nadie, para no cambiar. Unas me parecen demasiado estrictas, otras muy permivas, algunas poco modernas, otras demasiado avanzadas. Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las personas, a seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.

Conviérteme, para ser regalo tuyo para los demás. Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 17 de septiembre de 2019

Martes 17 de septiembre

Martes de la 24ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: No llores.
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A Jesús le dieron lástimas las lágrimas de viuda, madre del joven muerto. Además de la pena por la muerte de su hijo, a aquella mujer le esperaba un futuro nada halagüeño. En nuestra sociedad hay personas que viven situaciones muy difíciles y muy pocos se compadecen de ellas. ¿Dejas que tu corazón se afecte por el dolor de los demás? ¿pasas de largo? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Ante nuestro sufrimiento Dios no pasa de largo, se acerca y quiere curarnos con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza, pero ¡cuántas veces nos encuentra cerrados! ¡Pasamos del médico que puede curarnos, que quiere curarnos!
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, tienes un corazón de carne, un corazón sensible,
que se alegra con los que gozan
y comparte los sufrimientos de los que lloran.
Gracias, Jesús, porque te alegras con mis éxitos
y sufres conmigo los malos momentos.

Gracias, Señor, porque me miras a los ojos,
me llamas por mi nombre y me dices:
A ti te hablo, LEVÁNTATE,
levántate de tu tristeza; levántate de tu egoísmo,
levántate de tu desesperanza, levántate de tus desconfianzas,
levántate de todo lo que te impide vivir,
de todo lo que no te dejar ser persona,
de todo lo que no te deja avanzar.

Señor, dame un corazón como el tuyo
y ayúdame a levantar a quienes están caídos junto a mí.


---------------

Dos comitivas, Señor.

Una camina alegre,
sonríe
y es portadora de vida;
la otra va triste,
en silencio,
abrumada por la muerte.

Una se acerca a la ciudad,
canta
y mira el horizonte;
la otra se aleja del lugar,
llora
y mira como ausente.

Una entra,
la otra sale;
una va ligera de equipaje,
la otra con paso torpe;
una porta utopías,
la otra ataúdes.

¡Las dos con mucha gente!

Dos comitivas,
nos guste o no nos guste,
como siempre.

Pero Tú,
lleno de ternura,
con las entrañas removidas,
rompiste las barreras
-normas, costumbres, prejuicios, leyes-
que las hacen y mantienen,
y te mezclaste
y las mezclaste
para hacer presente
al Dios de la vida
entre la gente.

¡Eres un gran profeta
y haces que Dios nos visite,
aquí y ahora, en esta tierra!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.