17 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 1‑17
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos.
Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zara, Farés a Esrón, Esrón a Aram,
Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de
Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé
engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam,
Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a
Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró
a Manases, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendro a Jeconías y a
sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendro a Salatiel,
Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a
Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar,
Eleazar a Matan, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de
María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce;
desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la
deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Qué nos quiere decir la Palabra de Dios con esta lista de nombres?
El Evangelista quiere que caigamos en la cuenta de que el nacimiento de
Jesús no ocurre en un momento cualquiera de la historia. Dios ha ido
preparando a lo largo de muchos siglos este acontecimiento. Dios fue
educando con paciencia el corazón de la humanidad hasta que pudiera
acoger a su mismo Hijo. Así nos lo explica la carta a los hebreos: "En
distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a
nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha
hablado por el Hijo".
"Señor, gracias por preparar el corazón del mundo para recibir a tu Hijo"
"Enséñanos también a nosotros a acogerlo en esta Navidad"
"Ayúdanos a ser pacientes, como tú eres paciente con nosotros"
B. Dice el teólogo navarro Cabodebilla: "Los escritores bíblicos no
ocultan que Cristo desciende de bastardos". En efecto, en la lista
aparece Farés, hijo incestuoso de Judá, y Salomón, hijo adulterino de
David. Los evangelistas no ocultan siquiera la presencia de una
prostituta. Y en esta historia de virtud y de pecado, Dios permanece
fiel en su amor y conduce al mundo a la salvación, es decir, a
Jesucristo.
"Dame Señor verdad para reconocer la bondad y la maldad de mí mismo"
"Gracias Señor porque respondes con fidelidad a nuestras infidelidades"
"Danos luz para descubrir tu presencia en las sombras del mundo"
Señor, te damos gracias porque, al hacerte humano, asumiste la
historia de tu pueblo, la historia de la humanidad, una historia cuajada
de nombres, nombres de héroes y villanos, de prostitutas y de santos,
de gente mediocre como yo.
Gracias por amarnos, con nuestras
luces y sombras, con nuestras coherencias y contradicciones. Gracias por
dar la vida por personas que no lo merecemos.
Jesús, tú nos
enseñas el camino de la Encarnación. Contigo podemos amar historias
heridas, la historia de nuestro pueblo y de nuestra iglesia, la historia
de nuestra familia y de nuestro grupo de fe.
Señor, haznos
generosos para servir a todos, también a los pecadores, a los
desagradecidos. Danos tu Espíritu para encarnarnos, amar, servir,
entregarnos y morir, a fin de que nuestra historia se acerque más a Ti, a
la corriente de amor y perdón que brota de tu corazón. Amén,
C. A partir de hoy la preparación del Adviento se intensifica, porque
dentro de una semana nace Jesús. Y en la liturgia se rezan las antífonas
O, llamadas así porque comienzan la exclamación "Oh". Pueden ser útiles
para nuestra oración. Ésta es la de hoy:
Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,
abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad,
¡ven y muéstranos el camino de la salvación!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 17 de diciembre de 2022
Sábado, 17 de diciembre de 2022
viernes, 16 de diciembre de 2022
Viernes, 16 de diciembre de 2022
Viernes de la 3ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 5, 33‑36
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la
verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto
es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y
brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que
el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de
mí: que el Padre me ha enviado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Ni siquiera Jesús, el Hijo de Dios, da testimonio de sí mismo. Jesús da
testimonio del Padre, realiza las obras del Padre. La Iglesia tampoco
debe dar testimonio de sí misma. Los cristianos tampoco debemos dar
testimonio de nosotros mismos. Nuestras palabras y nuestras vidas tienen
que dar testimonio del amor, de la ternura, de la fuerza de Dios. Lo
que dices y lo que haces ¿es para manifestar la gloria de Dios, o para
exhibir tus capacidades, buscando el reconocimiento de los demás? ¿Qué
te dice Dios? ¿Qué le dices?
Sabemos que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Sabemos que Él
es Enviado por el Padre para traernos la paz. Sin embargo, no acabamos
ir a Él con decisión, nuestra fe en Él es débil, no lo recibimos en lo
más profundo de nuestro corazón. ¿Qué podríamos hacer acogerle con más
decisión y alegría en esta “recta final” del adviento? ¿Qué le dices a
Dios? ¿Qué le dices?
Te damos gracias, Padre, por Jesucristo, tu Hijo.
Te damos gracias, Padre, por Juan Bautista.
Juan es el amigo, Cristo es el Esposo.
Juan es la voz, Cristo es la Palabra.
Juan es la lámpara, Cristo es la Luz.
Juan es el precursor, Cristo es el Mesías.
Juan es el mensajero, Cristo es el Mensaje.
Juan anuncia la necesidad de allanar el camino, Cristo es el Camino.
Juan bautiza con agua, Cristo bautiza con Espíritu Santo y fuego.
Te damos gracias, Padre, porque cuentas con nosotros,
para continuar la misión de Juan Bautista.
Que nuestra vida y nuestra voz griten que Tú estás cerca,
en el desierto de aldeas, pueblos y ciudades,
en el desierto del vacío interior de muchas personas.
Que con nuestro compromiso, Señor, Tú allanes los senderos,
eleves los valles de depresión, la desilusión y la desconfianza,
rebajes montes de orgullo y colinas de injusticia,
y endereces deseos y sentimientos torcidos.
Padre nuestro, danos la fuerza de tu Espíritu,
para seguir el estilo de vida de Juan Bautista,
para abrazar su pobreza y su austeridad,
para defender la verdad con palabras directas y certeras,
para ser humildes y no pretendamos grandezas humanas,
para que nunca queramos ser salvadores de nada y de nadie,
para que en nuestro corazón el pecado mengüe y Cristo crezca.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 15 de diciembre de 2022
Jueves, 15 de diciembre de 2022
Jueves de la 3ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 24‑30
Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan:
—«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el
viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se
visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios.
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito:
"Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti."
Os digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan.
Aunque el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.»
Al oírlo, toda la gente, incluso los publicanos, que hablan recibido el
bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los maestros de
la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de
Dios para con ellos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Juan es un profeta. Es decir un enviado de Dios. Nosotros también somos
profetas, o al menos estamos llamados a ser profetas. Pero, en nuestra
tarea en la iglesia, en la familia o en la sociedad ¿nos sentimos
enviados por el Señor? ¿Qué dices a Dios?
Juan es un profeta que vive de acuerdo con lo que predica: es un hombre
con grandes convicciones (no se deja sacudir por el viento) y austero
(no va vestido con lujo ni vive en palacios). ¿Cómo andamos nosotros en
coherencia? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Juan es profeta que prepara el camino de Jesús. Nosotros también estamos
llamados a preparar el corazón de las personas, las familias y los
pueblos, para que puedan acoger a Jesús. Es difícil ¿verdad? Pero ¿lo
intentamos? ¿intentamos, al menos, preparar el corazón de una persona?
Pide al Señor fuerza para poder cumplir con nuestra misión de profetas.
Juan Bautista, que saltaste de alegría en el seno de tu madre Isabel
cuando María, la madre de Jesús, la saludó al visitarla. Ayúdanos a que
nuestras vidas se llenen de alegría al experimentar la cercanía de María
y de Jesús.
Juan Bautista, tú fuiste enviado para dar testimonio de la luz y para
que todos creyeran por lo que tú decías. Ayúdanos a vivir en la luz de
Cristo y a transmitirla.
Juan Bautista, fuiste enviado para preparar al pueblo para acoger al
Señor. Que el testimonio de nuestra vida y nuestra palabra animen a los
que nos rodean a acoger al Señor.
Juan Bautista, tú dijiste a la gente que deberían volver a Dios y
anunciaste que todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al
fuego. Que sepamos convertirnos y ayudemos a los demás a hacerlo.
Juan Bautista, tú predicaste que quien tuviese dos trajes le diese
uno al que no tuviera ninguno. Que tengamos un corazón generoso y
solidario con los más pobres.
Juan Bautista, que pedías a los comerciantes y funcionarios públicos
que no cobrasen más de lo que correspondía. Que trabajemos todos por una
sociedad justa y honrada.
Juan Bautista, que insistías a los soldados que no le quitasen nada a
nadie. Que no haya prepotencia ni abuso con los más débiles por parte
de los que tienen poder y fuerza.
Juan Bautista, que mostraste la persona de Jesús a tus discípulos y
diste testimonio que era el Hijo de Dios. Que seamos misioneros para
acercar a los demás hasta Jesús.
Juan Bautista, tú que enseñabas a orar a tus discípulos. Ayúdanos a tener y desarrollar el espíritu de oración.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 14 de diciembre de 2022
Miércoles, 14 de diciembre de 2022
Miércoles de la 3ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 19‑23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor:
—«¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»
Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron:
—«Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"»
Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Después contestó a los enviados:
—«Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los
inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los
muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso
el que no se escandalice de mí.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dichoso el que no se escandalice de mí. Dichoso el que no pierda su
confianza en mí. Jesús sabe que con mucha facilidad nos llega la duda:
¿tiene sentido ser cristiano? ¿Dios me ayuda o no? y la más radical
¿existe Dios o es un invento mío? Y en esos momentos podemos hacer
fundamentalmente dos cosas:
- Acercarnos a Dios para expresar nuestra confusión, nuestras dudas,
nuestro enfado. Así lo hizo Juan, mandando a sus discípulos a que
preguntaran a Jesús.
- Alejarnos de Dios. Y dejar que se pudran en nuestro interior las confusiones, dudas y enfados.
¿Cuál es tu actitud en estos casos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Convierte mi mirada, Señor,
para que sepa ver el amor escondido,
para que descubra las heridas de
quienes me rodean, y quiera curarlas,
para que vea más problemas reales
y menos figurados; para que perciba
las lágrimas ajenas.
Transforma mi mirada, Señor,
para que intuya las posibilidades de paz,
de concordia, de justicia, de amor.
Convierte mi mirada, Señor.
Convertirse es comprometerse
un poco más, un poco mejor.
Hazme alguien comprometido
con mi mundo, Señor.
Ayúdame a luchar por mi familia.
Dame coraje para perseverar
cuando el camino se haga difícil.
Dame paciencia para sobrellevar
los obstáculos sin rendirme.
Dame ilusión para seguir creyendo
cuando me quede sin apoyos.
Dame fuerza para complicarme
en batallas buenas.
Dame manos para acariciar,
pies para caminar, palabra para cantar,
siempre a favor de un mundo bueno.
Hazme alguien comprometido
con mi mundo, Señor.
Cuando desde nuestras dudas y enfados nos abrimos al Señor, nuestra fe
crece, se purifica, madura. Si no nos abrimos al Señor, corremos el
riesgo de perder la fe. Los malos momentos pueden convertirse en los
mejores, en los más fecundos para nuestra vida y nuestra fe
“Señor, que no pierda tu confianza en ti”
“Dame Señor esperanza para asumir la cruz de cada día”
“Perdona mi falta de confianza en tu amor”.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 13 de diciembre de 2022
Martes, 13 de diciembre de 2022
Martes de la 3ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21, 28‑32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
—«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le
dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero."
Pero después recapacitó y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue.
¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»
Contestaron:
—«El primero.»
Jesús les dijo:
—«Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la
delantera. en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros
enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los
publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto,
vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Teóricamente nosotros somos del grupo que hemos respondido generosamente
a la llamada de Dios a trabajar en su viña, pero en la realidad
¿trabajamos o no? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¿Estamos atentos para que Dios nos pueda llamar a trabajar en su viña?
La mejor manera de no tener que trabajar es estar sordo a las llamadas
de Dios. Y Dios nos llama desde su palabra, desde las personas que nos
rodean, desde el interior del corazón...
¿Cómo podrías escuchar mejor al Señor? ¿Qué te dice? ¿Qué le dices?
Además Jesús nos promete sorpresas: Los publicanos y las prostitutas os
llevan la delantera en el camino del reino de Dios. En el reino de Dios
no valen títulos, ni denominación de origen. Se trata de creer en Jesús y
avanzar por el camino de la justicia.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, yo quiero acogerte en este adviento, en esa navidad, quiero abrirte las puertas de mi corazón de par en par.
Sabes que mi mayor deseo es trabajar en tu viña, para que la esperanza y el amor de la Navidad lleguen a todos.
Señor, quiero acogerte, pero pocas veces encuentro tiempo, deseo trabajar en tu viña, pero me dedico a otras cosas.
Ayúdame,
Señor, a no dejarme llevar por el orgullo, la pereza, el miedo, la
prisa, el qué dirán, los compromisos que me fabrico para sentirme
importante...
Líbrame de todo lo que me aleja de lo que más
quiero y deseo: vivir contigo, acoger tu amor, trabajar a tu lado, en
favor de los más débiles, para construir juntos tu Reino.
Señor, que no sea de los primeros en querer y desear y de los últimos en ponerme manos a la obra. Amén.
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Todas tus parábolas, una vez iniciadas,
tienen un final
que nos alcanza como lanza afilada.
Recogen, en síntesis, lo que es historia cotidiana
de pugna y respuesta
a tu respetuosa invitación y llamada.
Y expresan en pocas palabras humanas
nuestra rebeldía
que algo tendrá que ver con tu espíritu y semejanza.
Los hay que saben expresar muy dignamente
respeto y obediencia:
es lo que se espera de gente religiosa y prudente.
Pero se quedan en la caravana en la que estaban;
no les da la gana
de interpretar tus gestos, hechos y palabras.
Dicen sí, porque es la respuesta correcta,
pero no hacen nada
aunque la brisa sople con fuerza y en dirección buena.
Y los hay que, desde el principio, se rebelan
y no quieren ser
ni siervos, ni beatos ni hijos deudores.
Saben recapacitar para encontrar en camino,
respuesta adecuada,
para trabajar la viña y vivir como hijos.
Quizá, Señor, te agrade más la frescura y rebeldía,
nuestra libertad,
que las palabras adecuadas de una respuesta perfecta.
Quizá temas más nuestro ser e historia vacíos
de amor y vida
que todos nuestros cuestionamientos e impertinencias.
No sé lo que dije,
hace un instante...
pero he venido,
me has acogido
y estoy contento...
y muy satisfecho.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 12 de diciembre de 2022
Lunes, 12 de diciembre de 2022
Lunes de la 3ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21, 23‑27
En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le
acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para
preguntarle:
—«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les replicó:
—«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto.
El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»
Ellos se pusieron a deliberar:
—«Si decimos "del cielo", nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído)" Si
le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a
Juan por profeta.»
Y respondieron a Jesús:
—«No sabemos.»
Él, por su parte, les dijo:
—«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Ante la pregunta de los sacerdotes y ancianos, Jesús responde con
otra pregunta. Si leemos con atención el Evangelio nos daremos cuenta de
que a veces Jesús no responde las preguntas que le hacen. Normalmente
Jesús no responde a las personas que no preguntar para saber, sino para
atacar, para reírse. Sin embargo, Jesús siempre responde a los que
quieren saber.
"Dame Señor sabiduría para responder y para callar"
"Perdona y cura mi mala intención cuando hablo"
B. Los sumos sacerdotes y los ancianos no están abiertos a la verdad de
Jesús. No estaban abiertos a Dios. Creían que Dios estaba con ellos y
bendecía todas sus acciones. A veces nosotros tampoco estamos abiertos.
Continuamente podemos encerrarnos en nuestras ideas, en nuestros
errores. Es necesario estar siempre abiertos para que el Señor nos
conduzca cada día a una verdad más plena, a una vida más auténtica, a
una fe más purificada.
Señor, la novedad nos da siempre un poco de miedo;
nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control,
si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida,
según nuestros esquemas, seguridades, gustos....
Y esto nos sucede también contigo.
Con frecuencia te seguimos, te acogemos, pero hasta un cierto punto;
nos resulta difícil abandonarnos a Ti con total confianza,
dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones;
tenemos miedo a que nos lleves por caminos nuevos,
nos saques de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas,
para abrirnos a los tuyos.
Tú eres novedad y haces nuevas a las personas que, con confianza, se dejan tocar por Ti:
Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva;
Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa;
Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad;
los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio.
Y nosotros, ¿estamos abiertos a las sorpresas que nos preparas
o nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo?
¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que Tú nos presentas
o nos atrincheramos en estructuras y costumbres caducas,
que han perdido la capacidad darnos y dar las mundo la alegría más grande?
Danos un corazón abierto para acogerte, para abrirnos a tu novedad,
con la seguridad de que Tú nos amas y siempre quieres nuestro bien.
Oración inspirada en una homilía de Francisco (19 de mayo de 2013)
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 11 de diciembre de 2022
Domingo, 11 de diciembre de 2022
Domingo de la 3ª semana de Adviento A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 2‑11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:
—«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió:
—«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los inválidos andan;
los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen;
los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
—«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el
viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que
visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a
ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que prepare el camino ante ti.”
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el
Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande
que él.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan Bautista no sabe qué pensar. No le cuadran las cuentas. Si Jesús
es el Mesías ¿qué hace él, su mensajero, en la cárcel? Y duda: ¿es
Jesús el Mesías o tiene que esperar a otro? En los malos momentos de la
vida, se pone a prueba nuestra fe. Dudamos.
Jesús invita a Juan y nos invita a nosotros a ver los signos de la
venida del Mesías, tal como lo anunciara el profeta Isaías: los ciegos
ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios... Donde hay amor y
perdón, donde hay solidaridad y se lucha por la justicia, donde los más
pobres son atendidos, allí esta Dios.
“Señor dame una mirada contemplativa,
que sepa descubrir tu presencia
en la vida de cada día”
B. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha nacido de
mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza de
voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su
valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es
más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a
Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no
está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las
personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo.
Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a
Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los
más pequeños.
Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.
Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.
Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.
Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.
Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.
Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.
Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.
Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.