domingo, 14 de junio de 2020

Domingo 14 de junio

Corpus Christi A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6, 51‑59

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
—Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judíos entre sí:
—¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
—Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Hoy es la Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Hoy es la fiesta de la Eucaristía.

Buen día para agradecer de corazón al Señor el regalo de la comunidad cristiana reunida para celebrar cada domingo la fe, para mostrar a Dios nuestra gratitud por el regalo de su Palabra, para alabar a Jesucristo que quiere saciar nuestra hambre y nuestra sed con los mejores manjares: su propio Cuerpo y su misma sangre.

Buen día para revisar nuestra participación en la Eucaristía, y para pedir perdón por todo aquello que nos impide disfrutarla de verdad: la rutina, la desgana, la falta de preparación, la prisa ...

Buen día para pensar cómo vivimos la Eucaristía cuando no estamos en la Iglesia. ¿Somos mujeres y hombre de comunión? ¿Escuchamos a Dios en las personas? Ofrecemos al Señor los cinco panes y los dos peces de nuestro tiempo, nuestros saberes, de nuestra vida para que Él pueda multiplicarlos en bien del mundo?

Y recuerda que el Señor te espera no sólo en la Eucaristía de cada domingo o de cada día. Él está presente de una forma especial en el Sagrario de cada Iglesia.

Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa.

Es tu palabra y tu promesa, Señor

Seré vuestro camino de vida,
la luz que alumbre vuestras noches y días,
el agua que os refresque en vuestras fatigas,
la puerta que os dé entrada y acogida,
la raíz vitalizadora de todas vuestras empresas,
el amigo y guía que siempre os hará compañía...

Es tu palabra y tu promesa, Señor

Pero también seré, y que no os pille de sorpresa,
el fuego que acrisola vuestro ser y pertenencias,
el viento que os empuja siempre fuera,
la verdad que rompe todos vuestros esquemas,
el ladrón que os adelgaza y aligera
y el Señor que os quiere en la tierra.

Es tu palabra y tu promesa, Señor

Y esta es la fórmula de mi definitiva alianza
con vosotros y la Humanidad entera:
vosotros seréis mi cuerpo visible
y mi sangre que da vida;
y yo seré el pan que os alimenta
y el vino que os alegra e ilusiona.

Es tu palabra y tu promesa, Señor

Yo alimentaré vuestro cuerpo
y vuestra esperanza desestimada.
Yo mantendré vuestra llama y amor
y os haré fuertes contra el dolor.
Yo os invito a crecer y madurar
hasta llegar a la sazón.

Es tu palabra y tu promesa, Señor

Vosotros elevaréis, allí donde viváis,
el signo de un Dios comprometido con todos,
siendo pan hecho carne,
vino convertido en sangre,
palabra corporal y verdadera
y encarnación en nuestra historia.

Es tu palabra y tu promesa, Señor

¡Misterio de intimidad humana y divina!
Vosotros seréis, en adelante, mi pascua,
mi presencia tierna y salvadora,
mi encarnación en la tierra,
la buena noticia que todos anhelan,
la primicia de lo que os espera.

Es tu palabra y tu promesa, Señor

Mis brazos para estrechar soledades,
mi boca para clamar contra seculares injusticias
que se clavan en la carne de los más débiles,
mis pies para salir tras los perdidos y olvidados,
mi corazón para latir al unísono
con todos los corazones que desfallecen.

Es tu palabra y tu promesa, Señor

Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa-.

Es tu palabra y tu promesa, Señor

Florentino Ulibarri


Compartimos dos poemas, uno para dar gracias a Dios por hacerse pan y vino; y otro que nos ayude a ser pan y vino para los demás:

Señor, cuanto agradezco que me digas
lo que me dices, sin decir, callado,
derramando tu Amor sacramentado,
como el sol se derrama en las espigas.

Qué júbilo, Señor, que me bendigas
como la lluvia, que bendice al prado,
y que de rosas hayas enjambrado
mi corazón de cardos y de ortigas.

Señor, cuanto agradezco que me ames
como si fuera yo el único amado
y Tú el único amor que hay en mi vida.

Que en vino generoso te derrames,
que te me des en pan recién cortado,
que me ames tan sin peso y sin medida.

José María Fernández Nieto

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Sencillo quiero ser como Tú eres.
El alma transparente como el día;
la voz sin falsear y la mirada
profunda como el mar, pero serena.

No herir, pero inquietar a cada humano
que acuda a preguntarme por tus señas.
Amar, amar, amar, darme a mí mismo
de balde cada día y sin respuesta.

Ser puente y no llegada, ser camino
que se anda y que se olvida, ser ventana
al campo de tus ojos y quererte.

Descanso quiero ser, vaso de vino
de Dios para los hombres cuando vengan
con polvo sobre el alma de buscarte.

Valentín Arteaga

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 13 de junio de 2020

Sábado 13 de junio. San Antonio de Padua

Sábado de la 10ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San  Mateo 5, 33-37

En aquel tiempo, dijo, Jesús a sus discípulos: Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey.
Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.
A vosotros os basta decir sí o no.
Lo que pasa de ahí viene del Maligno.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús no juró ser fiel a la misión que había recibido y sin embargo la cumplió con tanta fidelidad que aceptó la muerte en la cruz. María no juró. Dijo: “Hágase en mi según tu palabra”. Y estas palabras fueron el resumen de toda su vida.
            “Gracias Señor por ser fiel a tu palabra, a tu amor”
            “Perdona y cura nuestra inconstancia, nuestra débil voluntad”

Jesús no quiere que hagamos juramentos. Es más, nos dice que son cosa del maligno. Pero pide que en nuestras palabras y en nuestra vida reine la verdad. Somos débiles para mantener en secreto una confidencia, para mantener la palabra dada, un compromiso ...
            “Perdona Señor mi falta de palabra”
            “Dame fuerza para mantener nuestros compromisos”
            “Gracias por las personas que se esfuerzan por vivir en la verdad”

Señor, hazme buscador incansable de la verdad,
que no me conforme con mis verdades,
que me abra a las verdades de los hermanos
y a la Verdad con mayúscula que Tú me ofreces;
que cada día descubra quién eres Tú,
quién soy yo para ti y para el mundo.

Que no me deje engañar por la propaganda interesada,
al servicio de los más poderosos.
Que abra los ojos a la realidad del mundo,
con sus luces, sus sombras y sus esperanzas.

Señor, hazme servidor y testigo de la verdad;
que hable con sinceridad, pero sin dogmatismos,
que hable con convicción, pero sin vanidad.
que hable con sencillez, pero sin demagogia.

Que no hable como los fanáticos que tratan de imponer su verdad;
tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella.
Que nunca utilice la verdad para atacar a los demás
y sepa defenderla para el bien de los pobres.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 12 de junio de 2020

Viernes 12 de junio

Viernes de 10ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 27-32

Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio.» Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el Abismo.
Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al Abismo.
Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.»
Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer—excepto en caso de prostitución—la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús nos invita evitar ocasiones de peligro, a purificar todas las impurezas internas y externas, más graves y más leves. Todo pecado nos aparta de Dios, nos rompe por dentro, nos separa de los hermanos, retrasa la plena manifestación del Reino de Dios. No podemos perder el “respeto” al pecado. Si minusvaloramos sus efectos, nos vence. No olvidemos que el pecado sabe camuflarse en apariencias de bondad.

¿Cuáles son los pecados que más suelo cometer? ¿Qué ocasiones me llevan a pecar? ¿Qué tendría que quitar de mi vida para llevar una vida más conforme a la voluntad de Dios?

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, enséñame tus caminos
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porqué tú eres mi Dios y mi Salvador,
y todo el día estoy esperando.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acúerdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.

El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.

Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies del peligro.

Gloria al Padre.....


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 11 de junio de 2020

Jueves 11 de junio

San Bernabé

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo  10,7-13

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Este Evangelio nos ayuda a comprender la vida de San Bernabé y nos muestra un estilo de vida que también nosotros hemos de vivir. Nos fijamos en tres aspectos:

1. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla. ¿Cómo vamos a anunciar que nuestro tesoro es Dios y la fe, si estamos todo el día preocupados por el dinero, por nuestras cosas?
            “Señor, haznos pobres y austeros”
            “En Ti confiamos. Tú eres nuestra riqueza”
            “Perdona y cura nuestro afán de poseer”

2. Quedaos en la casa donde vayáis. El Evangelio no se anuncia en un día, ni en dos, ni en un año. Hay que tener paciencia. Todos necesitamos tiempo para comprender y acoger la Buena Noticia.
            “Haznos, Señor, pacientes y confiados”
            “Perdona y cura nuestra impaciencia”
            “Gracias Señor por las personas que saben esperar”

3. Si alguno no os recibe, cuando salgáis de su casa sacudid el polvo de los pies. Es necesaria la paciencia ¡imprescindible! con todos aquellos que quieren avanzar. Pero no podemos perder el tiempo con los que se cierran al mensaje del Evangelio una y otra vez.
            “Señor, haznos lúcidos para saber en cada momento
              lo que tenemos que hacer”
            “Enséñanos a saber retirarnos sin rencor”


Vamos, amigo,
no te calles ni te achantes,
que has de brillar
como fuego nocturno,
como faro
en la tormenta,
con luz
que nace en la hoguera de Dios.

Vamos, amigo,
no te rindas ni te pares,
que hay quien espera,
anhelante, que compartas
lo que Otro te ha regalado.
¿Aún no has descubierto
que eres rico para darte a manos llenas?
¿Aún no has caído en la cuenta
de la semilla que, en ti,
crece pujante
fértil, poderosa,
y dará frutos de vida y evangelio?

Vamos, amigo.
Ama a todos
con amor único y diferente,
déjate en el anuncio
la voz y las fuerzas,
ríe con la risa contagiosa
de las personas felices,
llora las lágrimas
valientes del que afronta la intemperie

Hasta el último día,
hasta la última gota,
hasta el último verso.
En nombre de Aquel
que pasó por el mundo
amando primero.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 10 de junio de 2020

Miércoles 10 de junio

Miércoles de la 10ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas:
no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús actúa con libertad y en ocasiones se salta la ley: no respeta el descanso del sábado, habla a solas con la samaritana... Pero nunca incumple los preceptos por capricho o por conveniencia propia. No ha venido a anular la ley, sino a darle plenitud, a perfeccionarla, para que responda mejor a la voluntad de Dios, para que sea más útil a las personas.

La ley de Dios no esclaviza, da libertad, es camino de felicidad, de salvación.

Tu palabra, Señor, es buena noticia,
semilla fecunda, tesoro escondido,
manantial de agua fresca, luz en las tinieblas,
pregunta que cautiva, historia de vida,
compromiso sellado, y no letra muerta.
Alabado seas por tu palabra.

Tu palabra, Señor, está en el Evangelio,
en nuestras entrañas, en el silencio,
en los pobres, en la historia,
en los hombres de bien, en cualquier esquina
y en tu Iglesia, también en la naturaleza.
Alabado seas por tu palabra.

Tu palabra, Señor, llega a nosotros
por tu Iglesia abierta, por los mártires y profetas,
por los teólogos y catequistas, por las comunidades vivas,
por nuestros padres y familias, por quienes creen en ella,
por tus seguidores, y también por gente de fuera.
Alabado seas por tu palabra.

Tu palabra, Señor, hace de nosotros
personas nuevas, sal y levadura,
comunidad de hermanos, Iglesia sin fronteras,
pueblo solidario con todos los derechos humanos,
y zona liberada de tu Reino.
Alabado seas por tu palabra.


Podemos rezar con las palabras del salmo 118:

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.

Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia,
no olvidaré tus palabras.


Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón;
guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.

Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés;
aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra;
cumple a tu siervo la promesa
que hiciste a tus fieles.


¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.

¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira.

Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.

Mi lengua canta tu fidelidad,
porque todos tus preceptos son justos;
que tu mano me auxilie,
ya que prefiero tus decretos;
ansío tu salvación, Señor;
tu voluntad es mi delicia.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 9 de junio de 2020

M;artes 9 de junio

Martes de la 10ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una vela para ponerla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesucristo nos ha traído la mejor sal y la luz más clara: su Evangelio, su vida.  El Evangelio de Jesús da sabor de esperanza, de fraternidad, de fe al mundo. La vida de Jesús ilumina nuestra existencia y nos ayuda a descubrir cómo somos en realidad y cómo podríamos ser...
            “Gracias Señor por ser la sal de mi vida”
            “A veces no me dejo iluminar por ti. Perdóname”
            “Que no me aparte nunca de tu luz, Señor”

Pero la sal y la luz de Jesucristo no son sólo para nuestro disfrute personal. Él nos dice: Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo. Tu parroquia ha de ser sal y luz en el barrio, tú tienes que ser sal y luz en medio de tu familia, de tus amigos...

Sin embargo, en muchas ocasiones nos parece que no podemos ser sal y luz de nada. Nos paraliza nuestra pequeñez, nuestros pecados... No da miedo ir en contra de la corriente, en contra de una corriente muy fuerte. Jesús conoce nuestra debilidad y sabe bien de la fuerza del mal, pero confía en nosotros y nos envía. Es posible ser sal y luz desde la pequeñez. Si confiamos y nos apoyamos en Él, su fuerza se manifestará en nuestra debilidad.

¿Cómo eres y cómo podrías ser sal y luz? Esta oración, inspirada en un texto de Mahatma Ghandi, nos puede ayudar:

Enséñame a ser sal de la tierra y luz del mundo.
Ayúdame a regalar una sonrisa a quien nunca la ha tenido.
a hacer volar un rayo de sol hasta allí donde reina la noche.
a descubrir una fuente y hacer que se bañe en ella quien vive en el fango.
a tomar una lágrima y ponerla en el rostro de quien nunca ha llorado.
a tomar el valor y ponerlo en el ánimo de quien no sabe luchar.
a descubrir la vida y contársela a quien no sabe captarla.
a tomar la esperanza y compartirla con quien se siente fracasado
a tomar la bondad y dásela a quien no sabe dar.
a acoger el Amor y darselo a conocer al mundo. Amén.

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Infinito el mar,
la playa inmensa,
inúndanos con tus olas
ahóganos con tu amor
y cuando la marea baje
sea la sal nuestra prenda.

Infinito el sol,
claridad inmensa,
báñanos con tu luz,
haznos arder como un fuego,
ponga calor en el frío
y abrase todas las sombras.

Infinito el mar,
infinito el sol,
signos, Señor,
del amor que se entrega.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 8 de junio de 2020

Lunes 8 de junio

Lunes de la 10ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 1-12

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la Tierra.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los Hijos de Dios».
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Dios quiere que seamos dichosos, bienaventurados, felices... No podía ser de otra forma: es nuestro Padre y nos quiere con locura. Cada día se acerca a ti para hacerte feliz, a través de la Iglesia, de cualquier persona, en un momento de oración, de mil formas distintas
            “Gracias, Señor, porque buscas mi felicidad”
            “A veces te veo como un estorbo para ser feliz.
             Transforma mi corazón y mis pensamientos”

Dios quiere nuestra felicidad, pero ¡cuidado! No nos engañemos. Es una felicidad muy distinta de la que nos ofrece mundo. La felicidad del mundo es incompatible con el esfuerzo, con la pobreza, con la persecución... Esta felicidad huye cuando nos falta la salud, la riqueza... Es demasiado pequeña y frágil para llenar nuestro corazón.

La felicidad de Dios pasa por el sufrimiento, por la lucha por la justicia y por la paz, no se arruga ante la incomprensión, el insulto, la calumnia... ni siquiera ante la enfermedad y la muerte.
La felicidad de Dios se construye sobre la fe, la esperanza y el amor. Y es la única que realmente sacia nuestra sed de plenitud.
¿Qué felicidad buscas? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Jesús, gracias por mostrarnos, con tu palabra y tu vida, el camino de la bienaventuranza, de la felicidad más grande.

Gracias por recorrer el camino de la pobreza. Fuiste pobre, pobre material y el pobre de espíritu. Naciste pobre, fuiste reconocido y seguido por los pobres, viviste como un trabajador, no tuviste donde reclinar la cabeza, moriste sin nada y tu corazón estatu y está abierto en plenitud al Padre.

Gracias por recorrer el camino de la mansedumbre. Tu dulzura cautivaba a tus amigos y tu fortaleza aterraba a tus enemigos. Tu dulzura atraía a los niños y tu seriedad desconcertaba a Pilato y Herodes. Los enfermos te buscaban, los pecadores se sentían perdonados sólo con verte. Consolabas a los que sufrían, perdonabas a los que te crucificaban. Sólo el demonio y los hipócritas te temían. Fuiste la misma mansedumbre, es decir: una fortaleza que se expresa dulcemente.

Gracias por recorrer el camino de las lágrimas. Pero no las malgastaste en llantos inútiles. Lloraste por Jerusalén, por la dureza de quienes no sabían comprender el don de Dios que estaba entre ellos. Lloraste después lágrimas de sangre en Getsemaní, por los pecados de todos los hombres. Entendiste mejor que nadie que alguien tenía que morir para que el Amor fuera amado.

Gracias por recorrer el camino de la justicia. Tuviste hambre de justicia, sed de la gloria del Padre. Te olvidabas incluso de tu hambre material cuando experimentabas el hambre de esa otra comida que era la voluntad del Padre. En la cruz gritaste de sed. Y no de agua o vinagre.

Gracias por recorrer el camino de la misericordia. Toda tu vida fue un despliegue de misericordia. Tú eres el padre del hijo pródigo y el pastor angustiado por la oveja perdida. Todos tus milagros brotaban de la misericordia. Tu alma se rompía cuando te encontrabas con aquellas multitudes que vivían como ovejas sin pastor.

Gracias por enseñarnos y recorrer el camino de la pureza. Tu corazón era tan limpio que ni tus propios enemigos encontraban mancha en ti. Eres la pureza y la verdad encarnadas. Eres el Camino, la Verdad y la Vida. Por eso eres verdaderamente el Hijo de Dios.

Gracias por recorrer el camino de la Paz. Eres la paz. Viniste a traer la paz a la humanidad, a reparar la grieta belicosa que había entre la humanidad y Dios. Los ángeles gritaron «paz» cuando naciste, y fuiste efectivamente paz para todos. Al despedirte dijiste: «La paz os dejo, mi paz os doy» (Jn 17, 27).

Gracias por recorrer el camino de la cruz. Fuiste perseguido por causa de la justicia y por la justicia inmolado. Fuiste demasiado sincero, demasiado honesto para que tus contemporáneos pudieran soportarte. Y moriste.

Y, porque fuiste pobre, manso, limpio y misericordioso, y porque lloraste y tuviste hambre de justicia, porque sembraste la paz y fuiste perseguido, por todo ello, en Ti se inauguró el reino de Dios. Por eso, más allá de la cruz y la sangre, en tu rostro y en tu vida brilló la luz de la verdadera alegría, de la bienaventuranza.

Danos fuerza para avanzar con decisión, entrega y esperanza por el camino que tú recorriste.

Adaptación de un texto de José Luis Martín Descalzo.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.