domingo, 6 de octubre de 2019

Domingo 6 de octubre

Domingo de la 27ª semana del t.o.C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 5‑10

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: —«Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: —«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"?
¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Si tuvierais fe... La fe es un don, un regalo, es gratuita. Pero tenemos que abrir de par en par el corazón, la cabeza y las manos para acogerla. Acogemos la fe cuando rezamos, cuando nos formamos para comprender mejor los contenidos que creemos, cuando hacemos lo que Dios nos dice, aunque nos dé miedo
     "Creo, Señor, pero aumenta mi fe"
     "Gracias Padre por el regalo de la fe"
     "Quiero fiarme de ti. Haz de mí lo que quieras"

Señor Jesús, auméntanos la fe. Enséñanos que la fe no consiste en creer en algo, sino en creer en ti.

Ayúdanos a amarte y dejarnos amar por ti, a dejar que crezcas en nuestra vida, a abrirnos a tu Espíritu, sabiendo que tú, nuestro Maestro y Señor, eres lo primero, lo mejor, lo más valioso que tenemos.

Auméntanos la fe en la Iglesia. Con sus luces y sombras, es la Madre que alimenta nuestra fe en ti.

Auméntanos la fe. Haznos vivir comprometidos con tu proyecto del reino de Dios, danos fuerza para convertirnos a una vida más evangélica, sin conformarnos con un cristianismo rebajado, sin cruz, de conveniencia, en el que la sal se va volviendo sosa. Despierta entre nosotros la fe de los mártires y los profetas.

Auméntanos la fe. Que te experimentemos resucitado en medio de nosotros, alegrando nuestras vidas y renovando nuestras comunidades. Amén.

B. A veces queremos “ajustar las cuentas” con Dios, nos parece que no nos paga lo suficiente, le exigimos que nos compense nuestros desvelos y tareas. No tiene sentido. Dios nos lo ha dado todo, antes de que nosotros lo hubiéramos pedido, nos ha dado mucho más de lo que podríamos merecer. Ojala sepamos decir con humildad y verdad: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”; ojalá sepamos rezar con sencillez la oración del payaso:

Señor:
Soy un trasto, pero te quiero;
te quiero terriblemente, locamente,
que es la única manera que tengo yo de amar,
porque ¡sólo soy un payaso!

Ya hace años que salí de tus manos
lleno de talentos y dones,
equipado con todo lo necesario
para vivir y ser feliz
–tu amor, tu caja de caudales,
tus proyectos,
tus sorpresas y regalos de Padre–.
Pronto, quizá, llegue el día
en que vuelva a ti...

Aquí estoy, Señor.

Mi alforja está vacía,
mis pies sucios y heridos,
mis entrañas yermas,
mis ojos tristes,
mis flores mustias y descoloridas.
Sólo mi corazón está intacto...

Me espanta mi pobreza
pero me consuela tu ternura.
Estoy ante ti como un cantarillo roto;
pero, con mi mismo barro,
puedes hacer otro a tu gusto...

Aquí estoy, Señor.

Señor:
¿Qué te diré cuando me pidas cuentas?
Te diré que mi vida, humanamente, ha sido un fallo;
que he perdido todo lo tuyo y lo mío,
y me he quedado sin blanca;
que no he tenido grandes proyectos,
que he vivido a ras de tierra,
que he volado muy bajo,
que estoy por dentro como mi traje,
cosido a trozos, arlequinado.

Señor:
Acepta la ofrenda de este atardecer...
Mi vida, como una flauta, está llena de agujeros...,
pero tómala en tus manos divinas.
Que tu música pase a través de mí
y llegue hasta mis hermanos los hombres;
que sea para ellos ritmo y melodía
que acompañe su caminar,
alegría sencilla de sus pasos cansados...

Aquí estoy, Señor.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 5 de octubre de 2019

Sábado 5 de octubre

Témporas de acción de gracias y de petición

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7,7-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Aunque Dios sepa todo lo que necesitamos antes de pedírselo, presentemos a Dios nuestra pobreza, la pobreza del mundo... Cuando pedimos, reconocemos nuestra realidad, crece nuestra confianza en la bondad de Dios y, si nos conviene, Él nos da fuerza para hacer realidad nuestra petición.

En el comienzo de un nuevo curso tomamos conciencia de todos los dones que hemos recibido en el pasado y en presente y pedimos la gracia de afrontar el futuro con esperanza.

Dame, Señor, memoria
para recordar tu paso en mi vida,
tu voz en mis años,
tu huella en mi historia.
Dame, Señor, lucidez,
para aprender
en los errores cometidos,
en las tareas afrontadas,
en los sueños concebidos
y las metas alcanzadas.
Dame, Señor, gratitud
para evocar los momentos
de fiesta, los días de risa,
los instantes en que todo encaja,
pero dame también la libertad
para dejarlos ir.

Dame, Señor, confianza
para hoy. Para recordar
que este día, cada día,
es tiempo de vivir, luchar,
amar, anhelar
y a veces desesperar.
Dame ocasión
para reír y callar,
para el esfuerzo y la calma.
Que comprenda
que en cada jornada
está la vida entera
con sus pequeñas historias
y sus grandes misterios.
Que cada hoy está
alumbrando posibilidades.
Que tú siempre estás.

Dame, Señor, valentía
para perseguir un mañana posible
para imaginar tu Reino,
para abrirte puertas en los muros
que se levantarán en los caminos.
Dame, Señor, entusiasmo
para alzarme, cada día,
con la fuerza de tu espíritu
que ilumina, alienta, empuja,
que exige, incita, inquieta,
que emociona hasta las lágrimas
y sosiega en las tormentas.
Todo eso dame, que yo, por mi parte,
te ofrezco mi tiempo.
Que tú lo recorras y habites.
Que seas Señor de mis días,
bandera en mi torre
pasión en mi senda.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 4 de octubre de 2019

Viernes 4 de octubre

Viernes de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús:
¡Ay de ti Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.
Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En Corazaín y en Betsaida Jesús había hecho la mayor parte de sus milagros. Sin embargo, sus habitantes tenían el corazón endurecido. No reconocieron las maravillas que Jesús hizo y, por consiguiente, no se convirtieron.

Este evangelio es una llamada a reconocer todo lo que Dios ha hecho por nosotros, por nuestras comunidades y grupos, por nuestra familia... y a vivir de acuerdo con el don recibido, a mostrar nuestro agradecimiento en la oración y con la vida.

El que no escucha a los hermanos, a quienes ve, difícilmente va a escuchar a Dios, a quien no ve. No se puede escuchar a Dios, si no escuchamos a los hermanos ¿Cómo funciona tu oído? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Para poder responder a Dios y a los retos dela vida, es necesario ser conscientes y agradecer todo lo que hemos recibido.

Te doy gracias, Señor,
porque eres bueno conmigo.
porque es constante y eterno
tu amor conmigo.

Tú haces grandes
maravillas:
la potencia del Universo,
el misterio de la Vida,
la fuerza del Amor,
mi propio ser.....
porque es constante y eterno
tu amor con todo
y también conmigo.

Me sacaste de aquello
que un tiempo me hizo esclavo,
con mano tensa y fuerte brazo
como 'tira de uno' aquel que es buen amigo...
porque es constante y eterno
tu amor conmigo.

Cuando no tenía fuerzas,
me abriste el camino:
pasé y fui salvado por Ti
de la esclavitud;
sentí en mi vida una vez más
que es constante y eterno
tu amor conmigo.

Me llevas al desierto,
pero vienes conmigo,
me sacas...
y me guías a tu estilo,
haciendo brotar fuera
aquello que en mí
tú pusiste escondido,
pero yo nunca supe porqué
no había podido:
quitaste de muy dentro
"poderes escondidos",
rompiste mis cadenas
y viniste conmigo;
yo, a tientas, descubría
porque es constante y eterno
tu amor conmigo.

Tú me das, Señor,
el pan que necesito,
el pan que me da vida
y aunque me canso.... ¡Vivo!
Si recuerdo mi historia....
has puesto en cada instante
el pan que necesito.
No me dejes ahora,
hazme experimentar
que es constante y eterno
tu amor conmigo.

Variación del salmo 136

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 3 de octubre de 2019

Jueves 3 de octubre

Jueves de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 10, 1-12

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios."
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Para Jesús el mundo no es un negocio a explotar, ni un espectáculo para contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo miro a las personas?
    "Transforma mi mirada egoísta, Señor"
    "Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
    "Señor, enséñame a mirar como tú me miras"

Decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”.

Está cerca el Reino de Dios
poneos en camino,
caminad,
no os paréis, andad los caminos de la vida nueva,
inventad los caminos,
seguid las huellas de Aquél que viene,
poned vuestros pies en movimiento.
¿No notáis la parálisis,
el estancamiento, la invalidez, la impotencia,
el letargo?

Está cerca el Reino.  Despertad.
Moved los pies como lugar de acercamiento,
como capacidad de detenernos junto a los que nos necesitan
de proximidad a los alejados,
búsqueda del sentido
enterrad vuestros pies en señal de distancia,
de rodeos.

Detened vuestros pies
con su tendencia a escapar de los lugares de intemperie,
de dolor o de conflicto;
tan ágiles para subir y trepar hacía el éxito,
tan perezosos para acercarse
a los que viven en las cunetas de la vida.

Está cerca el Reino de los cielos,
poneos en camino.
Él es el camino.
Pon tus pies en movimiento por sus caminos y sus búsquedas,
por las rutas de sus cansancios y las sendas
hasta llegar al final.

Está cerca el Reino de los cielos
Y en este tiempo de esperanza da las gracias
por las veces que Sus pies han salido en tu búsqueda hasta encontrarte,
porque te han esperado en las encrucijadas de tus caminos,
porque han marchado delante de ti cuando no sabías por donde ibas,
porque iban de tras de ti para defenderte del peligro,
porque estaban junto a ti cuando te creías solo o sola.

Está cerca el Reino
mueve tus pies,
y camina: Levántate y comienza andar.
Andar por los caminos nuevos porque los caminos se van haciendo,
no existen de antemano,
se crean, se inventan como se crea y se inventa el Reino
cada vez que movemos los pies hacia los otros.
Mueve tus pies y comienza a derribar todas las indicaciones que
prohíben, obligan a pararte.
Mueve tus pies porque el nuevo Reino,
Y, aunque no lo parezca, todo es posible:
pararse y andar, descalzarse y despojarse,
correr y descansar.
Amén.

Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las comunidades cristianas; religiosos y religiosas que nos recuerden la absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad y llamad a otras personas.

Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta

Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.

Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Miércoles 2 de octubre

Santos Ángeles Custodios

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo  18,  1-5. 10

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Quién es el más importante en el reino. de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
-«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.»
Palabra del Señor.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los ángeles son seres personales y espirituales (no corporales), servidores y mensajeros de Dios.

A lo largo del antiguo Testamento, los encontramos, anunciando la salvación y sirviendo al designio divino de su realización: protegen a Lot (cf Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos (cf Jc 13) y vocaciones (cf Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf 1 R 19, 5), por no citar más que algunos ejemplos.

En el Nuevo Testamento, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús (cf Lc 1, 11.26), protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; 2, 13.19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43). Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo.

Desde su comienzo (cf Mt 18, 10) a la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia (cf Sal 34, 8; 91, 1013) y de su intercesión (cf Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12). "Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida" (S. Basilio, Eun. 3, 1).

Pedimos a Dios que nos dé un corazón de niño, para acoger esta doctrina, expuesta en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Agradecemos a Dios su amor y protección, manifestados en la cercanía de los ángeles.
Pidámosle que también nosotros seamos ángeles buenos: servidores y mensajes de Dios, protectores de la vida de los hermanos.

Ángel santo de la guarda, compañero de mi vida, tú que nunca me abandonas, ni de noche ni de día.

Aunque eres espíritu invisible, sé que te hallas a mi lado, escuchas mis oraciones y cuentas todos mis pasos.

En las sombras de la noche, me haces sentir tranquilo, cuando tiendes sobre mi pecho las alas de tu ternura.

Ángel de Dios, que yo escuche tu mensaje y que lo siga, que vaya siempre contigo hacia Dios, que me lo envía.

Testigo de lo invisible, presencia del cielo amiga, gracias por tu fiel custodia, gracias por tu compañía.

Tú que eres fiel custodio, enséñame tu santo oficio, para que sepa cuidar la creación y a las personas que pones en mi camino.

En presencia de los Ángeles, suba al cielo nuestro canto: gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 1 de octubre de 2019

Martes 1 de octubre

Martes de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 51-56

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?" El se volvió y les regañó, y dijo: "No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Santiago y Juan iban con Jesús, pero ¡cuanto les costaba comprender el nuevo estilo de vida iniciado por el Maestro! No saben de qué espíritu son. Son del espíritu del amor, de la comprensión, de la misericordia; no son hijos del espíritu del rencor y de la venganza.
            “Señor danos tu Espíritu de amor,
             para que curemos el egoísmo con generosidad
             venzamos la mentira con la verdad,
             ganemos al orgullo con humildad
             y superemos la guerra con la paz”

Cristo no ha venido no a perder a nadie, ha venido y sigue viniendo a salvar a todos. Nuestra tarea es la misma: salvar, animar, dar alegría, levantar la esperanza.
Pedimos perdón porque a veces condenamos a los hermanos
y damos gracias por las personas siguen salvando al mundo con su vida.

Quiero tener una mirada como la tuya, Señor
A no dejarme llevar por mis juicios,
interesados, duros y excesivamente crueles.
A observar, no tanto los aspectos negativos,
cuanto la bondad y lo noble de los que me rodean.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no conspirar ni levantar castillos
en las ruinas sufrientes de tantos hermanos.
A no señalar defectos e historias pasadas
que, entre otras cosas,
sólo sirven para causar sensación o daño.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A ser prudente, como Tú lo fuiste
con aquella mujer, que adulterada en su vida,
comenzó otra vida nueva
ante tu forma de mirarle y corregirle.

Ayúdame a mirar como Tu, Señor.
A ver el lado bueno de las personas.
A no recrearme con el sufrimiento ajeno.
A no ser altavoz de calumnias y mentiras.
A ser persona y no jugar a ser juez.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no manipular ni airear
las cruces de las personas que las soportan.
A no enjuiciar ni condenar
los defectos de tantos próximos a mi vida.
A no hacer estandarte ni burla
de los que están hundidos en sus miserias.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
Para que, frente a la mentira, reine la verdad.
Para que, frente a la condena, brille tu misericordia.
Para que, frente a la burla, salga la comprensión.
Para que, frente a la humillación, despunte la bondad.
Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 30 de septiembre de 2019

Lunes 30 de septiembre

Lunes de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: "El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante".
Juan tomó la palabra y dijo: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir". Jesús les respondió: "No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¡Cuánto nos gusta compararnos y ponernos por encima de los demás! En cambio Jesús, siendo el primero, se pone al final de la fila. El más pequeño, el más humilde es el más importante. El Salmo 130 es un salmo pequeño, que nos ayuda a sentirnos pequeños, pero seguros en los brazos de Dios:

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como eran en el principio ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.


Cuando acogemos a los pequeños, a los niños, a los pobres, a cualquier persona necesitada de ternura, de compañía, de esperanza... estamos acogiendo al mismo Jesús.
            “Gracias por poder acogerte en los más pequeños”
            “Danos un corazón abierto a todos, sobre todo a los más humildes”
            “Perdona y cura nuestro afán de ser más que los demás”

El que no está contra vosotros, está a favor vuestro”. Por lo tanto, no miréis con desconfianza al que hace lo mismo que vosotros, aunque no sea de vuestro grupo
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?


No todos están a favor nuestro, ni todos en contra nuestro, Señor.
Aquellos que comparten la misma fe, aunque sean de otro grupo, son de los tuyos, son de los nuestros.
Los que trabajan por la justicia y la paz son de los tuyos, son de los nuestros.
Los que defienden la vida de todos y en especial de los más pobres, de los niños, también de los no nacidos, de los enfermos... son de los tuyos, son de los nuestros.

Ábreme los ojos para descubrir que hay muchas personas (casi todas) que son de los tuyos, de los nuestros.
Gracias por las maravillas que tu Espíritu realiza en el corazón de las mujeres y los hombres
que, aunque no parezcan de los nuestros, aunque abracen otros credos o no crean en Dios,
aunque voten a otros partidos políticos, canten otras canciones y hablen otros idiomas,
están movidas por tu mismo Espíritu. Gracias, Señor.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.