domingo, 21 de enero de 2018

Domingo 21 de enero

Domingo de la 3ª semana del t.o.B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 14‑20

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
—«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:
—«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a
su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes.
Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. "Convertíos...". La conversión es una tarea permanente, continua. Nos apoltronamos con mucha facilidad en todos los ámbitos: personal, familiar, intelectual, espiritual, social... En este momento ¿en qué aspectos me tendría que fijar? ¿en que me pide Dios un cambio de actitud?

Conviértete de corazón
y no te preocupes tanto por la fachada;
Jesús te conoce de sobra, mejor que tú.

Ubícate bien en la vida,
acude al desierto y no te des a la fuga;
que el evangelio sea tu GPS y guía.

Ayuna como a Dios le gusta:
levántate todos los días con hambre de justicia
y acuéstate con hambre de Dios y de vida.

Reza cerrando las puertas a la desidia,
a los ruidos, cumplimientos y prisas,
y ábrelas a Dios para que se instale como quiera.

Escucha la melodía del Padre que nos enamora
a través de las ondas de la creación entera;
pon tu corazón en sintonía todos los días.

Sana tu cuerpo y espíritu, en este tiempo,
con la brisa, el agua, la cruz y el servicio;
déjate curar por quien ama a los heridos.

Mira a tu alrededor y no andes perdido;
discierne los signos de los tiempos.
y acércate a los que están solos y perdidos.

Sube a las cumbres que te desafían,
baja a los abismos que dan vértigo
y anda erguido por los caminos de la historia.

Ama sin murallas y sin remilgos:
así entenderás al Dios de la vida
y llegarás lista a la pascua florida..

Florentino Ulibarri

B. "... porque está cerca el Reino de cielos". No nos convertimos por miedo al castigo o a la venganza de Dios. Nos convertimos porque está cerca, porque nos ama, porque su ternura nos conmueve, porque su ejemplo nos arrastra...
     "Ayúdame a sentir tu misericordia"

C. En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme». Los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz.

Aquí me tienes, Señor,
buscando libertad, pero esclavo de mis cosas;
creyéndome lleno, pero vacío de ti;
escuchando tu llamada, pero haciéndome el sordo.

Al experimentar tu presencia, Señor Jesús, siento en mí
cómo algo me invita a seguirte;
siento una fuerza extraordinaria
que me invita a arriesgarlo todo por ti.
Sin embargo, Señor, las cosas de esta vida me siguen atando.

Me sigue atando el dinero
que me hace olvidar las necesidades del hermano;
me sigue atando la comodidad,
que me aleja del sentido del sacrificio;
me sigue atando mi egoísmo,
que me cierra cada vez más en mí mismo;
me sigue atando mi orgullo,
que me hace creer que soy el mejor de todos.

Muchas cosas que me alejan de ti me siguen seduciendo,
y yo, Señor, como un cobarde, te digo que no
porque no acabo de convencerme
de que tú me darás la auténtica felicidad.
Dentro de mí siento que hay una guerra civil.
Por un lado quiero dejar todo lo que me impide serte fiel,
y por otro lado me da miedo dejar estas cosas del mundo.

Hace tiempo que necesito una conversión.
Necesito encontrar algo que me de fuerzas
para dejar tantas ataduras;
algo que me ayude a vencer tantas tentaciones del mundo;
que me ayude a decir adiós a este tipo de vida.

Porque vivir a medias no merece la pena;
porque mientras haya guerra en mi interior,
nunca tendré la paz que solo tú puedes dar

Ábreme los ojos, Señor;
cura mi ceguera para que te pueda ver.
Llama a mi corazón, Señor,
entra en él que quiero tenerte de invitado.

Dame un espíritu generoso, Señor;
quiero decir sí cuando escuche tu voluntad.
Entra en mí corazón, Señor;
destierra de él todas las preocupaciones y tentaciones
para que pueda dedicar un espacio sólo a ti, mi Dios.

Dame fortaleza para seguirte sin desfallecer;
dame voluntad para perseverar en el camino;
dame firmeza para no mirar hacia atrás;
dame el experimentarte y sentirte en mi vida

porque cuando tú, Señor Jesús, habitas en mi corazón
todo me resulta más fácil
y cualquier cosa, por costosa que parezca,
se hace más fácil y llevadera.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 20 de enero de 2018

Sábado 20 de enero

Sábado de la 2ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 20-21

En aquel tiempo, volvió Jesús con sus discípulos a casa y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¿Qué verían todas aquellas multitudes que iban detrás de  Jesús, a donde quiera que fuera? Nos lo podemos imaginar. Su vida era coherente, sus palabras verdaderas, su amor a prueba de cruz...
La Madre Teresa de Calcuta, Monseñor Oscar A. Romero, el mismo Papa Francisco... y muchas personas siguen despertando la admiración de multitudes.
Es verdad que todos no tenemos los mismos dones, pero como cristianos, nos tenemos que preguntar: ¿qué sentimientos despierta nuestra vida en los que nos rodean? ¿en que se nos nota que somos cristianos? ¿qué testimonio estamos dando?
    "Señor, gracias por las personas que me han animado a seguirte"
    "Perdona y cura nuestra falta de testimonio"
    "Danos fuerza para ser hacer presente tu amor entregado"

Sin embargo, la familia, seguramente con la mejor intención, acuden para llevarse a este hijo pródigo. No se dejan impresionar por Jesús. Quizá les pasa lo que a nosotros: nos impresionan los desconocidos, no valoramos al que tenemos cerca. Y cuando conocemos a una persona impresionante, conforme pasa el tiempo, la pesadez de la rutina va menguando la admiración del principio.
    "Que no nos acostumbremos nunca a tu amor, a tu entrega"
    "Ayúdanos a valorar el testimonio cotidiano de los que nos rodean"
    "Perdona y cura nuestra falta de sensibilidad".

¡Oh, Dios! Envíanos locos,
de los que se comprometen a fondo,
de los que se olvidan de sí mismos,
de los que aman
con algo más que con palabras,
de los que entregan
su vida de verdad y hasta el fin.

Danos locos,
chiflados,
apasionados,
personas capaces
de dar el salto hacia la inseguridad,
hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza;
danos locos,
que no utilicen
sus capacidades en su provecho.

Danos locos,
locos del presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores eficientes de los que sufren,
amantes de la paz,
puros de conciencia,
resueltos a nunca traicionar,
capaces de aceptar cualquier tarea,
de acudir donde sea,
libres y obedientes,
espontáneos y tenaces,
dulces y fuertes.

Danos locos, Señor, danos locos.
y contágiame tu locura.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 19 de enero de 2018

Viernes 19 de enero

Viernes de la 2ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 13-19

En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él.
A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges (Los Truenos), Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que lo entregó.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús subió a la montaña, subió a orar, a estar con su Padre. La montaña y la noche están acostumbradas a escuchar las confidencias de Jesús y el Padre. Seguir a Jesús es también orar, crecer en la amistad personal de Dios. ¿Qué le dices a Dios?

Jesús busca colaboradores para su misión. Dios busca la cooperación de las personas. Dios pide tu ayuda. ¿Para qué? Para predicar, es decir, para anunciar a las personas el amor de Dios; también para expulsar demonios, es decir, para luchar contra la injusticia, la mentira, el pecado... ¿Qué dices a Dios?

Jesús marca un estilo de actuar. Podría haber actuado él solo, sin colaboradores, pero prefiere llevar adelante su misión en comunidad. ¿Soy persona de comunidad o tiendo al individualismo? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Jesús, ésta es hoy mi oración:
Gracias por mi comunidad de fe.
Aunque no sea perfecta,
¡estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo,
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte.
Desde ella escucho tu Buena Noticia,
desde ella recibo el pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo,
cuando me caigo, me entrega tu perdón.
Cuando me siento débil, ella me fortalece,
cuando me duermo, ella me despierta.
Que seamos un rincón cálido,
un lugar donde nos queramos y respetemos,
un espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.
Y te ruego algo más,
con la fuerza de que soy capaz.
Que mi comunidad no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas cosas,
por ser muchos e importantes.
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias
y te pido por mi Comunidad.
Ella es el camino,
Tú, la meta y el horizonte. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 18 de enero de 2018

Jueves 18 de enero

Jueves de la 2ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: Tú eres el Hijo de Dios.
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La gente seguía a Jesús. Tenían hambre, hambre de esperanza, hambre de alegría, hambre de amor, hambre de verdad, hambre de salud... hambre de Dios, en definitiva. Dejan sus quehaceres, sus casas y se van a escuchar a Jesús.
¿Tengo hambre de Jesús? ¿Qué hago por seguirle, por escucharle? ¿Qué estoy dispuesto a dejar para estar con Él? ¿Pongo en sus manos mis dolencias?

Te presiona la turba de dolientes.
Todas las muestras del sufrir humano
quieren llegar a Ti. Sollozan, gimen,
se arrastran por el polvo hacia tu amparo.


Se te nublan los ojos, aunque sabes
que eres fuente de Vida sin ocaso,
y allá en tu Corazón, donde más duele,
lloras las consecuencias del pecado.


Después, ternura inmensa, a cada uno
vas imponiendo tus divinas manos,
trazando un arcoiris de alegría,
que borra la memoria del nublado.


No queda ahí tu amor, baja más hondo;
quiere llenar de fe lo que ha vaciado
de dolores antiguos. Luego, pides
silencio agradecido al entusiasmo.


Señor, así te miro, así me acerco,
uno más en la fila. ¿Me ves sano?
Pero a ti no te engaña la apariencia.
¿Estoy para tu Reino desahuciado?


Restaura mi interior. Quiero, contigo
volver a ser, humilde, tu santuario
y llevar tu salud de cuerpo y alma
al inmenso dolor de mis hermanos.


Luis Carlos Flores Mateos, sj


Hoy las personas también tienen hambre de Dios, también las que tienen espíritus inmundos. Cualquier corazón necesita ser amado y amar, espera buenas noticias, mendiga esperanza, busca una razón para vivir. Y los cristianos hemos de estar dispuestos a saciar ese hambre, esa sed con nuestra experiencia de fe, con la Palabra de Dios, con nuestra vida.
    "Señor, ayúdanos a descubrir las necesidades profundas de las personas"
    "Haznos generosos para compartir el regalo de la fe"
    "Que nuestra vida sea transparencia de tu amor"

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 17 de enero de 2018

Miércoles 17 de enero

Miércoles de la 2ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo.
Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: Levántate y ponte ahí en medio.
Y a ellos les preguntó: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir? Se quedaron callados.
Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: Extiende el brazo.
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

No les importaba si Jesús hacía el bien o el mal. No se maravillaban ante el milagro de la curación. Están ciegos, tienen el corazón más paralizado que el brazo del hombre enfermo.
    "Jesús perdona y cura nuestras cerrazones"
    "No nos dejes ser retorcidos. Haznos abiertos a la verdad".

Despertad, abrid los ojos,
se acerca vuestra liberación.
Despertad, abrid bien los ojos.
Despertad de los sueños y
abrid los ojos hacia el futuro.
Despertad y dejaos mirar por unos ojos
que ven en ti mucho más dentro de lo que ven los demás
y de lo que nosotros vemos de nosotros mismos.

Despierta y déjate mirar por alguien
que no se fija en nuestros defectos
ni en nuestras incapacidades.
Abre los ojos y déjate mirar por este niño
que ve todas las posibilidades escondidas en nosotros.
ÉL las ha puesto en cada uno, en cada una.
Despertad y abrid unos ojos capaces de transmitir
que el cambio es posible,
e incapaces de condenar,
de reprochar y de acusar.

Desertad, abrid los ojos
tentados de poseer, de juzgar y saber.
Quitad las escamas y las legañas de las desconfianzas
los recelos y las sospechas,
los temores y las suspicacias
Despertad abrid los ojos.
Se acerca vuestra salvación, aquí ya en esta tierra
poblada de aullidos, de guerras, de integrismos y suicidios.

Despertad abrid los ojos
como lugar de admiración
de ternura, de compasión,
de disculpa, de comprensión,
de compasión y no como lugares de negatividad, dureza, posesión,
superficialidad, indiferencia y prejuicios.

Se acerca vuestra salvación,
está aquí ya , entre nosotros.
La salvación es posible, es real.
aquí en esta tierra,
en tu corazón. Amén.


Jesús quedó dolido por la obstinación. Jesús pudo curar la parálisis del brazo, pero no pudo curar la dureza de corazón de los que buscaban acusarle. Para que Jesús nos pueda curar, necesita nuestra fe.
    "Señor, ayúdanos a descubrir nuestras obstinaciones"
    "Señor, haznos pacientes, como tú, con los obstinados"

Jesús cura la parálisis del brazo de aquel hombre. Y quiere curar las tuyas. ¿Qué parálisis reconozco en mí?. Se las cuento al Señor. Pido la curación. Doy gracias por las curaciones ya recibidas.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 16 de enero de 2018

Martes 16 de enero

Martes de la 2ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 2, 23-28

Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.
Los fariseos le dijeron: Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido? El les respondió: ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.
Y añadió: El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los judíos vigilan y están alertas para criticar, para acusar... A veces también nosotros somos así en la familia, con los amigos, en la Iglesia... Lo pienso y pido perdón.

Jesús disculpa a sus discípulos, "da la cara" por ellos. Cuanto cuesta dar la cara, sobre todo cuando te la pueden partir. Jesús no condena, disculpa, comprende... Perdona hasta lo que le están matando "Perdónales, Señor, que no saben lo que hacen". Hay personas que dan la cara por mí. Jesús mismo también da la cara por mí. Doy gracias y pido fuerza para ser más parecido a Él.

La ley para las personas o las personas para la ley. La elección de Jesús es clara: la ley al servicio de las personas. ¿Cómo suelo aplicar las leyes a los que me caen bien? ¿y a los que me resultan antipáticos? ¿y a mí mismo?
¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?

Señor, Tú nos ofreces tu palabra y tu ley,
para compartir con nosotros tu sabiduría,
para conducirnos por el camino de bien,
para construir la concordia y la paz,
para ayudarnos a encontrarnos contigo.

No permitas que utilicemos la ley para condenar,
para someter a las personas más débiles,
para defender los intereses de los poderosos,
para justificar injusticias y atropellos,
para convertirla en un ídolo sin corazón.

Señor, danos sabiduría para comprender tu ley,
confianza y voluntad para aceptarla y cumplirla
y acierto para mostrarla a los demás como camino de vida.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 15 de enero de 2018

Lunes 15 de enero

Lunes de la 2ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 2, 18-22

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno.
Vinieron unos y le preguntaron a Jesús.
Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan.
¿Por qué los tuyos no? Jesús les contestó: ¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.
Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán.
Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los discípulos de Jesús no ayunaban como los de Juan y los de los fariseos. ¡Cuánto cuesta abrirse a la novedad! Somos "animales de costumbres", en una sociedad que cambia mucho por fuera y poco por dentro. Dios nos invita a vivir la novedad de cada día, de cada momento, de cada persona, de cada experiencia...
     "Señor, no nos dejes ser esclavos de la rutina"
     "Ayúdanos a descubrir tu presencia en la vida de cada día"

Jesús es el vino nuevo de Dios. Y necesita odres nuevos, corazones nuevos, vidas nuevas. Es un vino que transforma la cabeza, el corazón, la mirada, la voluntad, el comportamiento... ¿Quiero dejarme cambiar por Jesús? ¿tengo confianza en él? ¿o prefiero seguir con la rutina, los agobios y la insatisfacción de cada día? ¿Estamos dispuestos a reconfigurar la vida?

Reconfigurar la vida:
irse contigo siguiendo tus huellas,
no dar importancia a nuestros proyectos y cosas,
cargar con la cruz que nos venga
sin perder la dignidad y la sonrisa.

Reconfigurar la vida:
ponernos en tus manos humanas y divinas,
o al alcance de tu brisa que va y viene
por esos lugares de la historia
tan poco frecuentados y llenos de sorpresas.

Reconfigurar la vida:
aceptar los golpes, marcas y heridas,
pero no arrugarse ni detener el paso;
vibrar menos sin perder la música
y mantener fresca la memoria.

Reconfigurar la vida:
admirar tus surcos y huellas
en nuestra carne vieja y correosa;
abrirse a tus sugerencias
aunque no lleguemos a entenderlas.

Reconfigurar la vida:
jugar al juego que tú jugaste,
partiéndonos en tiras, esquejes o estrellas,
y compartirse con dignidad
dándose en fraternidad.

Reconfigurar la vida:
aceptar como centro, eje y motor
tu Espíritu en nuestra vida;
poner todas las cruces bajo su presencia
y exponernos con esperanza a su brisa.

Reconfigurar la vida:
descubrirnos como flor florecida
-hermosa, perfumada y distinta-;
acercarnos a los otros dignamente
y hacer un jardín para los caminantes.

Reconfigurar la vida:
vivir siendo plenamente en la tierra
aunque la situación sea pasajera;
admirar a las personas
y agradecer la vida.

Reconfigurar la vida:
no malograrla en tonterías,
no conservarla escondida
sino compartirla, sin medida,
gratis y con alegría.

Florentino Ulibarri


El vino nuevo de Jesús necesita también un mundo nuevo, trae un mundo nuevo, nos da fuerza para trabajar por un mundo nuevo.
Deja por un momento tu mente calculadora e imagina. Imagina como sería un mundo nuevo en Honduras, en Mozambique, en Asia... en tu país, en tu pueblo o ciudad, en tu familia...
Dios quiere un mundo nuevo y para Él nada hay imposible.
    "Señor, enséñanos a llevar el vino nuevo de la justicia y del amor a nuestro mundo"
    "Perdona y cura nuestra falta de compromiso"
    "Gracias por las personas que se dejar transformar por ti y contigo transforman un trocito de mundo".

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.