jueves, 31 de marzo de 2016

Jueves 31 de marzo

Jueves de la 1ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 24,35-48

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: "Paz a vosotros." Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: "¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo."
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: "¿Tenéis ahí algo de comer?" Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: "Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse." Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¡Cuánto cuesta a los discípulos creer en la resurrección del Maestro! Los que caminaban a Emaús cuentan al resto lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Sin embargo, se aparece Jesús y ellos, llenos de miedo, creían ver un fantasma, no acababan de creerlo.
            “Nos cuesta creer en la resurrección. Danos fe, Señor”

¡Paz a vosotros! Es el saludo del Resucitado. Es el don que Dios nos hace en Pascua: paz para nuestro corazón, paz para las familias, los pueblos, el mundo entero, un don que tenemos que pedir y acoger.
            “Señor, resucítanos de toda forma de injusticia y violencia”
            “Entra Señor en nuestra vida. Haznos pacíficos y pacificadores”

Les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras. Las Escrituras hablan de la pasión y muerte de Jesús, hablan también de nuestra vida, de nuestros sufrimientos y alegrías.

No se anuncia.
No se le espera.
Nadie lo ve ni oye.

Pero, poco a poco,
todos lo notan,
porque se pone en medio
y nos saluda a su estilo,
como siempre:
Paz a vosotros.

Es la magia del Dios que nos ama.
Jesús de Nazaret
ya está presente.
Nada puede detenerlo.
Atraviesa puertas y ventanas,
derriba muros y vallas,
se cuela por poros y brechas,
transforma a las personas,
recrea todas las cosas,
renueva la tierra y la historia.

Es la magia del Dios que nos ama.
Y aunque la duda se instale
en nuestro corazón y mente,
él sigue adelante
mostrándonos sus llagas
de dolor, pasión y amor.
pues lo suyo es compartir
con amigos y desilusionados
lo mejor que tiene y trae:
la esperanza del reino ya presente.

Es la magia del Dios que nos ama.
Basta y sobra un gesto de vida:
buscar la misma longitud de onda,
asomarse a las ventanas,
desempolvar las sandalias,
entrar en su cauce,
seguir su estela desconcertante,
prenderse de sus llagas...
dejarse azotar por su palabra...
y caminar alegre y sin nada.

Es la magia de los que aman.
Y todo se renueva.
Jesús de Nazaret ha resucitado.
Nosotros somos testigos de estas cosas.
Es la magia del Dios que nos ama
y resucita.

Florentino Ulibarri
 

----------------

A veces iré distraído
y a mi vera serás
peregrino ignorado.

Tú hazte notar.
Puede que vaya
sumido en fracasos,
rumiando derrotas,
lamentando golpes,
arrastrando penas
sin ver el sol radiante,
la vida que bulle,
tu manos tendidas.

Tú toca mi hombro
e importúname.

Acaso perdido en palabras
no escuche Tu voz
desvelando lo escrito
en el cielo, en la historia,
en el acontecer de cada día.

Tú grita.
Quizás no te lo pida,
no te abra la puerta,
ni me de cuenta
del hambre
que nos atenaza.
Pero Tú quédate.

Tal vez, al conocerte,
te quiera retener
en mi casa, a mi mesa
apresando el instante.
Tú te irás de nuevo,
dejando en mi pecho
el fuego de mil hogueras,
y la alegría del reencuentro.

José María Rodríguez Olaizola sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Miércoles 30 de marzo

Miércoles de la 1ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó: "¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron."
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Iban caminando entristecidos. El Resucitado se les acercó. Les preguntó. Y ellos le cuentan la razón de su tristeza: la muerte de Jesús de Nazaret. Se desahogan.
            “Señor, yo también te presento mis tristezas y preocupaciones”
            “Ayúdame a acercarme al que sufre y a escuchar su dolor”
            “Ayúdame a reconocerte en los que caminan a mi lado”

Después de escuchar, Jesús habla y comienza a explicarles desde la Palabra de Dios todo lo ocurrido. La Palabra de Dios es una luz que ilumina la vida entera y especialmente las zonas más oscuras de la existencia.
            “Señor, tu Palabra me da vida, esperanza, alegría”
            “Señor, dame sabiduría para explicar tu Palabra”
            “A veces no quiero escucharte. Perdóname”

Invitan a Jesús y Él se quedó con ellos. Y lo reconocieron cuando, sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Aquella fue la primera eucaristía celebrada por el Resucitado con los suyos.
            “Señor, te has quedado entre nosotros. Gracias”
            “Gracias por partir el pan de tu vida en cada Eucaristía”
            “Perdona Señor mi falta de amor a la Eucaristía”.

Toca seguir caminando,
más allá de la sombra y la duda,
más allá de la muerte y el miedo,
bebiendo palabras prestadas,
confiando en las fuerzas ajenas
si acaso las propias se gastan.

Toca seguir caminando,
acoger al peregrino,
relatar tu historia,
escuchar la suya
aliviar tristezas,
compartir mesa y vida.

Toca seguir caminando
con los ojos abiertos,
para descubrir al Dios vivo
que nos sale al encuentro
hecho amigo, pan y palabra.
En marcha, pues…

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

----------------------

Lo mismo que los dos de Emaús aquel día
también yo marcho ahora decepcionado y triste
pensando que en el mundo todo es muy fuerte y fracaso.
El dolor es más fuerte que yo,
me acogota la soledad y digo
que tú, Señor, nos has abandonado.
Si leo tus palabras me resultaron insípidas,
si miro a mis hermanos me parecen hostiles,
si examino el futuro sólo veo desgracias.
Estoy desanimado. Pienso que la fe es un fracaso,
que he perdido mi tiempo siguiéndote y buscándote
y hasta me parece que triunfan y viven más alegres
los que adoran el dulce becerro del dinero y del vicio.
Me alejo de tu cruz, busco el descanso en mi casa de olvidos,
Dispuesto a alimentarse desde hoy en las viñas de la mediocridad.
No he perdido la fe, pero sí la esperanza,
sí el coraje de seguir apostando por ti.

¿Y no podrías salir hoy al camino
y pasear conmigo como aquella mañana con los dos de Emaús?
¿No podrías descubrirme el secreto de tu santa Palabra
y conseguir que vuelva a calentar mi entraña?
¿No podrías quedarte a dormir con nosotros
y hacer que descubramos tu presencia en el Pan?

Martín Descalzo
---------------------- 

Apareciste
cuando el alma
no tenía prisa
ni de llegar,
ni de crecer,
ni de morir.

Cuando te fuiste,
el cuerpo
no hizo balance
ni de ausencias,
ni de caricias,
ni de preguntas.

Y me dejaste
una sorpresa,
una certeza,
un corazón.
¡Nunca te fuiste!

Benjamín González Buelta, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 29 de marzo de 2016

Martes 29 de marzo

Martes de la 1ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San San Juan 20, 11-18

En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabia que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La historia de María Magdalena es impresionante. Amaba a Jesús con toda la fuerza de su corazón. A quien mucho se le perdona, mucho ama. María sigue a Jesús cuando es abandonado por casi todos. María lo acompaña cuando Jesús sube al Calvario, es testigo de su muerte, está allí cuando es colocado en el sepulcro. Y en la mañana del domingo María está junto al sepulcro de Jesús, llorando.
            “Señor, dame un corazón que sepa amarte como María”
            “Dame la fuerza de tu Espíritu para acompañarte siempre”
            “También a mí me has perdonado mucho. Te amo, Señor. Gracias”

María ama, pero no cree que Jesús pueda estar vivo. Su pena y sus lágrimas no le dejan ver claro: no se da cuenta de que le hablan dos ángeles, confunde al Señor con el hortelano...
Jesús la llama por su nombre: ¡María! Y aquella mujer se vuelve, clava su mirada en Jesús, su corazón se estremece y las lágrimas de la pena dan paso a las de la alegría: ¡Maestro!
Ojalá que en esta Pascua todos los cristianos escuchemos al Señor en nuestro corazón, pronunciado con amor nuestro nombre. Ojalá nos alegremos tanto como María.
            “También a mí me llamas por mi nombre. Te escucho, Señor”

Señor, tú expulsaste siete demonios de María Magdalena y, hoy, ahuyentas de mi corazón miedos y desesperanzas, egoísmos y tristezas. Gracias, Señor, por lo que hiciste con Magdalena y por lo que haces por mí.

Señor, María Magdalena fue agradecida, te amaba con todo su corazón de mujer y dedicó toda su vida a seguirte y servirte. Que también yo, Señor, sea agradecido, te ame, te siga con confianza y te sirva con generosidad.

Señor, Magdalena estuvo siempre a tu lado, en tu pasión, muerte y sepultura. Que también yo esté junto a Ti, en los que sufren, cuando no te sienta cerca y cuando la fe me traiga más problemas que satisfacciones.

Señor, tú premiaste la fidelidad de la Magdalena saliendo a su encuentro después de tu resurrección y llamándola por su nombre, para convertir su duelo en danzas.Señor, que escuche mi nombre salido de tu corazón y me deje alcanzar por ti, por tu alegría, tu paz, tu fuerza...

Señor, tú confiaste a María Magdalena la misión de anunciar tu resurrección y cuentas conmigo para transmitir tu vida nueva. Señor, dame tu Espíritu, para cumplir esta misión con la alegría y la entrega de María Magdalena. Amén

----------------------

Lo mismo que María Magdalena decimos hoy nosotros:
«Me han quitado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Marchamos por el mundo y no encontramos nada en qué poner los ojos,
nadie en quien podamos poner entero nuestro corazón.

Desde que tú te fuiste nos han quitado el alma
y no sabemos dónde apoyar nuestra esperanza,
ni encontrarnos una sola alegría que no tenga venenos.

¿Dónde estas? ¡Dónde fuiste, jardinero del alma,
en qué sepulcro, en qué jardín te escondes?
¿O es que tú estás delante de nuestros mismos ojos y no sabemos verte?
¿estás en los hermanos y no te conocemos?
¿Te ocultas en los pobres, resucitas en ellos
y nosotros pasamos a su lado sin reconocerte?

Llámame por mi nombre para que yo te vea,
para que reconozca la voz con que hace años
me llamaste a la vida en el bautismo,
para que redescubra que tú eres mi maestro.
Y envíame de nuevo a transmitir de nuevo tu gozo a mis hermanos,
hazme apóstol de apóstoles
como aquella mujer privilegiada
que, porque te amó tanto,
conoció el privilegio de beber la primera
el primer sorbo de tu resurrección.

Martín Descalzo


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 28 de marzo de 2016

Lunes 28 de marzo

Lunes de la 1ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 28,8-15

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos." Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán."
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: "Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros." Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A lo largo del tiempo de Pascua, las lecturas evangélicas nos narran las apariciones del Señor a sus discípulos. El encuentro con Jesús resucitado es un estallido de alegría.
            “Señor, gracias porque también quieres encontrarte conmigo”
            “Señor, yo también quiero encontrarme contigo”
            “Contágiame la alegría de la Pascua”

Del encuentro con el Resucitado nace la misión: “Id a decir a mis hermanos...”. Jesús mismo envía. Nos envía para anunciar su resurrección, para que también otros puedan encontrarse con él y llenarse de alegría
            “Señor, ¿A dónde me envías? ¿cuál es mi misión?”
            “Señor, aquí estoy, envíame, estoy dispuesto”
            “Perdona mi pecado contra la alegría de la Pascua”

La fuerza de la resurrección puede resucitar a un muerto, pero no puede dar la fe a quien no la quiere, no puede abrir el corazón de aquellos que quieren estar cerrados. Ésta es la historia de los sumos sacerdotes. Y es también nuestra historia. Muchas veces no nos dejamos resucitar por el Resucitado, no abrimos el corazón.
            “En esta Pascua, Señor, te abro el corazón de par en par”
            “Perdona mi cerrazón y mi falta de fe”

Gracias, Señor, porque al romper la piedra de tu sepulcro
nos trajiste en las manos la vida verdadera,
no sólo un trozo más de esto que los hombres llamamos vida,
sino la inextinguible,
la zarza ardiendo que no se consume,
la misma vida que vive Dios.
Gracias por este gozo,
gracias por esta Gracia,
gracias por esta vida eterna que nos hace inmortales,
gracias porque al resucitar inauguraste
la nueva humanidad
y nos pusiste en las manos estas vida multiplicada,
este milagro de ser hombres y más,
esta alegría de sabernos partícipes de tu triunfo,
este sentirnos y ser hijos y miembros
de tu cuerpo de hombre y Dios resucitado.

José Luis Martín Descalzo

-----------------

Pasar de nuestros refugios a la plaza,
del silencio a la denuncia,
del miedo a la valentía,
de la mentira a la verdad,
de la seguridad a la intemperie,
del sueño a la vigilia,
de la estupidez a la sabiduría,
de la cerrazón a la apertura,
de la petición a la alabanza,
de la ley al Evangelio...

Pasar de nuestro mundo a la aldea de enfrente
de la indiferencia al compromiso,
de la cobardía al coraje,
del odio al perdón,
de la tristeza a la alegría,
del rencor a la reconciliación,
del ruido al silencio,
del desarraigo al arraigo,
de la posesión al compartir,
de la esclavitud a la libertad...

Pasar de nuestros dominios al reverso de la historia,
del agobio a la paz,
de la injusticia a la justicia,
de la indeferencia a la solicitud,
del egoísmo al amor,
del poder al servicio,
de la oscuridad a la luz,
del temor al gozo
de la sorpresa al seguimiento,
del desaliento a la esperanza...

Pasar de nuestro mundo a tu regazo,
de nuestra soledad a tu compañía...
¡Soltar lastre!
y preparar así tu pascua,
para pasar de la muerte a la vida.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 27 de marzo de 2016

Domingo 27 de marzo

 Domingo de la 1ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto."
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo;
pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Simón Pedro y el otro discípulo ven el sepulcro abierto, las vendas en el suelo y el sudario enrollado en un sitio aparte. Ven y creen. Y comprenden entonces la Escritura: que Jesús había de resucitar de entre los muertos.

¡Cuánto cuesta creer en la resurrección! En el Calvario muchos fueron los testigos de la muerte de Jesús. En la oscuridad del sepulcro nadie pudo dar fe de la resurrección, sólo Dios. Hace falta fe para creer en la Resurrección. Hace falta fiarse de Dios para resucitar con Cristo resucitado.

Cuando estamos sumergidos en la oscuridad de la vida, parece que ya no vendrá más el día. Cuando sufrimos de verdad, la alegría se convierte en un espejismo. Cuando Dios calla, creemos que no volverá a hablar jamás.

            “Señor, ayúdanos a asumir la cruz con esperanza
             danos fe para creer en la resurrección,
             convierte nuestra mirada para descubrir los signos de la vida,
             y contágianos la alegría de Cristo resucitado”


Has resucitado, Jesús,
Tu amor es más fuerte que la muerte.

Venciste a tu muerte y a la nuestra, Jesús
Creemos en una vida nueva para siempre.

Has abierto de par en par las puertas del futuro, Jesús.
Podemos avanzar con esperanza, pase lo que pase.

Has roto los límites de lo posible, Jesús.
Nada de cuanto podamos imaginar es demasiado para Ti.

Nos has contagiado tu vida plena, Jesús
Podemos empezar una existencia de resucitados, ¡cuanto antes!

Tu Espíritu resucitador aletea en el mundo entero, Jesús,
una nueva sociedad es posible, está en marcha.

Contigo resucitó tu Palabra y tu proyecto, Jesús
Podemos llamar Padre a Dios y vivir como auténticos hermanos.


----------------

También podemos rezar con esta canción preciosa de la Hermana Glenda:
https://www.youtube.com/watch?v=bwJdlmjTNNQ

----------------


De mano en mano,
a través de muchos años
y generaciones de cristianos,
me ha llegado la Buena Noticia,
cubierta de polvo,
como un regalo inesperado.

Ella me anima a vivir
y a unirme a esa brisa
que ha recorrido valles y cumbres,
desiertos y praderas
a través de generaciones de apóstoles
dando vida a tantos corazones.

Hoy, para celebrarlo,
lo cuento y comparto,
extiendo mis brazos,
me siento agarrado y agarro,
sumo mis manos, y salgo
para que esta brisa
llegue a donde todavía no ha llegado.

De mano en mano...
me ha llegado la Buena Noticia,
y no la retengo en mi regazo,
sino que dejo mi refugio
y voy a las plazas, rincones y caminos,
pues anhelo que llegue y meza
nuevos campos aunque no los conozca.

Hoy me siento agraciado
y hondamente agradecido
al sentirme enviado
para ser testigo
de lo que Tú nos has dicho
y nosotros hemos visto
del Dios abierto y compartido.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 26 de marzo de 2016

Sábado 26 de marzo

Vigilia Pascual C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 24, 1-12

El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando las aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No esta aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea: ‘El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar’."
Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los once y a los demás.
María Magdalena, Juana y María, la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de lo sucedido.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús murió. Murió condenado por el odio de los sumos sacerdotes, por las burlas de Herodes, por la cobardía de Pilato, por los gritos de la multitud manipulada, por el miedo de sus seguidores...
            Y Dios Padre callaba. No hacía nada.

Fue ajusticiado por blasfemia, acusado y condenado por declararse Hijo de Dios, por hereje. Crucificado como un maldito.
            Y Dios Padre callaba. No hacía nada.

Aquella tarde parecía que Dios Padre estaba de parte de los enemigos de Jesús.

Pero el silencio del Padre no fue eterno... Al tercer día gritó: VIDA, RESURRECCIÓN. Y RESUCITÓ a Jesús. Esta es la Buena Noticia. Esta es la noticia que los hombres con vestidos refulgentes anunciaron a las mujeres, las mujeres a los apóstoles, y así hasta que la noticia ha llegado a nosotros, a ti.

Dios no callará indefinidamente ante nuestros sufrimientos, ante las cruces que soportan sus hijos, ante la muerte de cualquier persona. Algún día, cuando no lo esperamos, de una forma imprevisible, Dios gratará VIDA, RESURRECCIÓN. y NOS RESUCITARÁ. Y esta esperanza nos resucita ya de nuestros miedos y tristezas. Damos gracias.

¿Cómo reaccionas? Con la fe de las mujeres o con la incredulidad de los apóstoles?

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Has resucitado, Jesús,
Tu amor es más fuerte que la muerte.

Venciste a tu muerte y a la nuestra, Jesús
Creemos en una vida nueva para siempre.

Has abierto de par en par las puertas del futuro, Jesús.
Podemos avanzar con esperanza, pase lo que pase.

Has roto los límites de lo posible, Jesús.
Nada de cuanto podamos imaginar es demasiado para Ti.

Nos has contagiado tu vida plena, Jesús
Podemos empezar una existencia de resucitados, ¡cuanto antes!

Tu Espíritu resucitador aletea en el mundo entero, Jesús,
una nueva sociedad es posible, está en marcha.

Contigo resucitó tu Palabra y tu proyecto, Jesús
Podemos llamar Padre a Dios y vivir como auténticos hermanos.
 

--------------------------

Iniciar una nueva vida
como quien inicia un nuevo día,
feliz y esperanzado al alba,
aunque no sepa qué trae la jornada.

O como quien alza y abre los ojos,
mirando el horizonte a cada hora
porque éste se presenta cambiante
y lleno de sorpresas que baten el aire.

Iniciar una nueva vida
como si fuera primavera
con toda la naturaleza
despierta por dentro y por fuera.

O como si fuese el rocío
que a las flores alimenta
para que muestren su belleza,
sin alborotar y sin soñar en ser río.

Iniciar una nueva vida
soñando con los hermanos,
amando la casa y el trabajo,
y gozando la familia.

Iniciar una nueva vida,
si es preciso, renunciando
al descanso ganado por la edad,
el trabajo y las promesas.

Iniciar una nueva vida
y vivirla con gozo en el tajo,
o donde el corazón te lleve,
para que sea auténtica y rica...

¡Iniciar una nueva vida!,
eso es la Pascua cristiana,
tu Pascua evangélica,
humana y divina.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 25 de marzo de 2016

Viernes 25 de marzo

Viernes Santo

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Pasión según San Juan. Texto íntegro.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

- Lee la Pasión como si presente te hallases en esa tierra y en ese tiempo, no como un mero espectador; lee con tranquilidad y sosiego, sin ir a buscar nada en especial, imaginando las escenas, los rostros, dejando que resuenen en el corazón las palabras y los silencios, deteniendo la lectura cuando algo te impresione, dándole vueltas en el corazón.

- Después de esta primera lectura, puedes hacer otras, fijándote en los pasajes en los que encontraste luz o resistencia, en aquellos que movieron tu gratitud o te llevaron a pedir perdón.

- Y no olvides nunca que Jesús vivió, sufrió y murió por ti, para dar sentido a tu vida, para que puedas ser feliz, hoy y toda la eternidad.

Cristo está crucificado. La muerte se acercaba. Y Jesús comprendió que no podía perder esta hora final en la que tantas cosas importantes le faltaban por hacer y decir. Tendría que ahorrar palabras porque ya no le quedaba mucho aliento, pero las que dijera tendrían que ser verdaderamente «palabras sustanciales», su testamento para la humanidad futura, palabras como carbones encendidos que no pudieran apagarse jamás y en las que permaneciera no sólo su pensamiento, sino su alma entera, el sentido de cuanto era y de cuanto había venido a hacer en este mundo, el último y mejor tesoro de su vida. Y de su muerte. (José Luis Martín Descalzo).

I. «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»
Cuando hacemos daño a una persona, en el fondo, no sabemos lo que hacemos. Nos estamos haciendo daño a nosotros mismos. Estamos haciendo daño a Dios.
Jesús, enséñanos a medir las consecuencias de lo que hacemos, ayúdanos a pedir perdón y a perdonar.


II. «En verdad te digo: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso»
¡Qué fácil es robarte el Paraíso! No lo merecemos, pero tu corazón, sin puertas, siempre abierto, nos lo ofrece cada día.
Sólo tenemos que desearlo, pedirlo y disfrutarlo.


III. «¡Mujer, he ahí a tu Hijo! ¡He ahí a tu madre!»
Señor Jesús, en la cruz, agonizante, nos ofreciste el último presente, el más hermoso. Nos regalaste a María, tu madre, que, a partir de ese día es también nuestra Madre.
María, Madre de Jesús y madre nuestra, queremos acogerte como el mejor tesoro, como la perla más preciosa. Ayúdanos a acompañar a Cristo, que sigue sufriendo en los más pobres.


IV. «Dios mío, Dios, mío, ¿por qué me has abandonado?»
Dios mío, Dios mío, ¿Por qué nos abandonas en la duda, en el miedo, en la impotencia?  ¿Por qué te callas, Dios, por qué te callas delante de la mentira, la mentira y la injusticia?
En la hora de las tinieblas, fortalece nuestra fe, para que nunca dudemos de que Tú siempre estás con nosotros, aunque calles.


V. «¡Tengo sed!»
Jesús, tienes la sed del Amor que no te damos. Tienes la sed de todas las personas que desean un mundo más humano, más alegre, más fraterno.
¡Danos sed de Amor, de vida plena! ¡Danos sed! La sed nos conducirá al agua viva que sólo Dios nos puede dar.


VI. «Todo está consumado»
Jesús, todo está cumplido por tu parte. Tú ya lo has hecho todo, todo bien. El Padre te confío la misión de amarnos y reconciliarnos y lo has dado todo.
Señor, danos luz y fuerza para continuar y completar tu misión, para entregarnos del todo, a fin de que el perdón y el amor de Dios llegue a toda la humanidad.

VII. «¡Padre, en tus manos entrego mi Espíritu!»
Tú viniste del Padre y ahora al Padre vuelves. Y el Padre te acoge satisfecho, por tu entrega sin medida. Descansa en Paz, por fin, Jesús, en la Paz del Padre, eterna.
Padre, en tus manos depositamos nuestras vidas y entregamos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren. En tus manos, encontramos la Paz y la fuerza que resucita.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.