domingo, 3 de enero de 2016

Domingo 3 de enero

2º domingo después de Navidad

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 1‑18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal,
ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Éste es de quien dije:
"El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado ha conocer.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. La Palabra de Dios nos recuerda el acontecimiento que celebramos, no vaya a ser que se nos olvide: Dios se ha hecho carne. Se ha hecho hombre para que nosotros seamos divinos, ha venido a las tinieblas para que tengamos su luz, se ha hecho mortal para darnos vida eterna, se ha hecho nuestro hermano para que seamos hijos de Dios. Y acogerlo no es cosa de un día. ¿Quieres seguir acogiéndolo? ¿Qué le dices?

B. Jesús es la Palabra. En la Palabra había vida. Jesús nos trae vida, vida abundante, vida eterna... vida para ti, para todos. Acoger a Jesús es acoger la vida. Anunciar a Jesús es ofrecer vida.
     "Señor, gracias por compartir tu misma vida"
     "Dame sabiduría y fuerza para llevar tu vida a los hermanos"

C. La Palabra es la luz de los hombres. La luz de Jesús, de su evangelio nos ayuda a ver distinto, a ver con más claridad, a ver con más amor, con más esperanza. Con la luz de Jesús nos comprendemos y conocemos mejor.
     "Gracias Señor por tu luz, por la luz de tu Palabra"
     "Señor, que tú seas siempre nuestra luz"

Jesús, Tú eres la Palabra eterna de Dios
la Palabra que nos crea y nos sostiene cada día,
la Palabra que nos descubre la sabiduría,
la Palabra que nos trae la luz y la vida de Dios,
la Palabra que nos declara hijos e hijas del Padre.

Jesús, Tú eres la Palabra de Dios hecha carne,
Tú sigues presente en la carne,
en la carne dolorida de los enfermos,
en la carne debilitada del hambriento,
en la carne agotada del anciano,
en la carne palpitante del niño,
en la carne cercana del amigo,
en la carne cálida de unos padres,
en la carne amada del esposo o la esposa...

Vienes a tu casa, a nuestra casa y a veces no te recibimos.
¿Qué nos pasa, Señor? ¿Estamos ciegos?
¿Somos demasiado orgullosos para aceptar tu amor?
¿Preferimos vivir sin un Padre que nos cuide?

Pero, Tú sabes, Jesús, que en el fondo queremos acogerte,
porque sólo Tú tienes palabra de vida eterna,
porque tu luz nos ayuda a vernos y a ver mejor,
porque tu amor nos permite gozar y sufrir con esperanza,
porque nuestro mundo necesita tu Palabra, tu luz y tu vida.
Danos un corazón humilde y confiado, que sepa acogerte.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Domingo 27 de diciembre

Sagrada Familia C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 41‑52

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
—«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
—«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa
 de mi Padre?»
 Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. En la convivencia de cada día surgen, aunque no se pretendan, malentendidos... hasta en la sagrada familia. Tenemos que aprender a aceptarlos ya a saberlos “gestionar” adecuadamente, sin dramatizar, confiando en la buena voluntad del otro. Pedimos por las familias que no saben superar los malentendidos, que sufren el drama de la desunión.

B. La Sagrada Familia aprende desde el principio a confiar en Dios a pesar de las dificultadas y sufrimientos. María y José se dan cuenta de que estar cerca de Dios no es una pararrayos que aleja el sufrimiento y el mal. Pero, estar cerca de Dios nos ayuda a vivir con esperanza cualquier cruz.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

C. En este día, damos gracias por nuestra familia, por todo lo que Dios nos ha dado a través de ella. Pedimos por todas las familias, especialmente por aquéllas que sufren problemas económicos, enfermedad, falta de entendimiento...

Dios y Padre santo, autor del universo, que creaste al hombre y a la mujer a tu imagen, Tú bendices y multiplicas el amor de nuestras familias.
Te pedimos humildemente por todas las familias, especialmente por las que sufren. Descienda, Señor, sobre ellas tu bendición y la fuerza de tu Espíritu.

Que en la alegría te alabemos, Señor, y en la tristeza te busquemos; en el trabajo encontremos el gozo de tu ayuda y en la necesidad sintamos cercano tu consuelo.

Que la Comunión contigo, Señor, transforme nuestra vida y nuestras familias den buen testimonio de esperanza, fe y solidaridad con los pobres.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Domingo 20 de diciembre

Domingo de la 4ª semana de Adviento C

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 1,39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. María ha recibido la visita del ángel de Dios. No sería difícil imaginar que, después de esta experiencia, quedara ensimismada, pensado todo el día en lo ocurrido, al margen de cualquier cosa que ocurriera a su alrededor. Sin embargo, no es así. El encuentro con Dios  no la despreocupa de los problemas y necesidades de las personas. Al contrario maría corre, fue aprisa a la montaña...
     "Perdona mi despreocupación de los problemas de los hermanos"
     "Dame, Señor, un corazón sensible"
     "Gracias Jesús por las personas que expresan la fe en el servicio"

B. María e Isabel son dos mujeres creyentes. Las dos han experimentado en sus vidas el poder maravilloso de Dios. Y cuando se encuentran comparten su vivencia llenas de alegría. La fe es una experiencia personal, no cabe duda; pero cuando se comparte, cuando se pone en común, crece, alegra más el corazón...
     "Dame Señor hermanos, para compartir el regalo de la fe"
     "Gracias Señor por las personas que han compartido conmigo la aventura de su fe"
     "Perdona Jesús mis actitudes individualistas"

Señor, dame unos pies ligeros y unas manos abiertas, para servir a quién lo necesite, como los María. Que no deje para mañana el bien que pueda hacer hoy.

Gracias por las personas acogedoras, como Isabel. Gracias por las personas que me aman y se alegran al verme. Gracias por los que saben abrazarme, escucharme y hacerme sentir muy especial. Gracias por las personas que confían en mí.

Señor, gracias por las personas con las que puedo compartir la fe, en las que puedo comprobar que mi fe no es una locura, en las que puedo apoyar mi fe pequeña y débil, con las que puedo disfrutar la alegría de sentirnos tocados por tu amor. Amén.

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Hoy, Señor, queremos cantarte
con nuestra voz humana,
con nuestras palabras torpes y libres
y nuestro lenguaje de calle,
que Tú tan bien entiendes,
porque la comunicación es posible.

Por ser viajeros del tren de la vida,
por haber dejado de ser islas,
por adentrarnos por senderos y charcos,
playas, desiertos, montañas y llanos,
por tu presencia viva en esta aventura,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Por nuestro yo abierto que compartimos,
por nuestro yo íntimo que tanto amamos,
por nuestro yo ciego que a veces nos da miedo
y también por nuestro yo desconocido que va aflorando,
por todo lo que somos y compartimos,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Por todos los pequeños y grandes caminos
de comunicación, diálogo y encuentro:
por la palabra y el gesto con la mano abierta,
por la sonrisa, el guiño, el beso y las lágrimas,
por el abrazo redondo y todos los sentidos,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Por los ojos que saben decir lo que llevan dentro,
por los pies que nos acercan a los que están solos,
por el cuerpo que expresa nuestros sentimientos,
por los corazones que laten al unísono,
por quien con su amor nos comunica vida,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Porque nos hemos puesto en camino a toda prisa,
y hemos entrado en casa del pobre;
porque hay vientres llenos de espíritu vivo,
y tú estás con nosotros a lo largo del camino
como prenda y señal de comunicación,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Viernes 18 de diciembre

18 de diciembre

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 18‑24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios‑con‑nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Antes de vivir juntos María esperaba un hijo. ¡Cómo son los planes de Dios! Nos descoloca continuamente. Dice Isaías 55,8 "no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos". Nos cuesta comprender su voluntad y cumplirla. Queremos domesticar los planes de Dios, suavizar las cuestas y curvas de su camino, controlar sus sorpresas...

Calma nuestras impaciencias;
que aprendamos, como José,
a dejar que las cosas sucedan
sin perder el equilibrio,
sin bloquearnos por la protesta,
sin rechazar al diferente,
sin juzgar con dureza.

Danos la sabiduría de José,
para pensar bien de la gente,
para dejar obrar a Dios,
y para apostar por la bondad del otro.

Haznos generosos como María,
para darte el sí,
para estar disponibles siempre
aunque no entendamos.

Ayúdanos a cuidar nuestra familia,
a mantener viva la comunicación,
a generar ternuras y detalles
y a estar atentos a lo que necesita el otro.


B. Antífona O de hoy:
     "Oh Señor, Pastor de la casa de Israel,
    que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
    y en el Sinaí le diste tu ley,
    ven a librarnos con el poder de tu brazo"

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Domingo 13 de diciembre

Domingo de la 3ª semana de Adviento C

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 3, 10‑18

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
—«¿Entonces, qué hacemos?»
Él contestó:
—«El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.»
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
—«Maestro, ¿qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No exijáis más de lo establecido.»
Unos militares le preguntaron:
—«¿Qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.»
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
—«Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Juan Bautista predica la conversión, una conversión que se manifiesta en acciones concretos: repartir túnicas y comida, no exigir más de lo establecido, contentarse con la paga... La conversión del corazón se manifiesta en las obras. Y las obras nos ayudan a convertir el corazón. ¿Qué me pides Señor en este Adviento?

La vida es...
una oportunidad, aprovéchala;
un sueño, hazlo realidad;
una aventura, sumérgete en ella;
un reto, afróntalo;
una promesa, créela;
un misterio, contémplalo;
una empresa, realízala;
un himno, cántalo;
una oferta, merécela.
La vida es la vida, ¡ámala!

La vida es...
belleza, admírala;
riqueza, compártela;
lucha, acéptala;
semilla, siémbrala;
acción, dirígela;
felicidad, saboréala;
sorpresa, ábrela;
gracia, acógela;
llamada, respóndela.
La vida es la vida, ¡vívela!

La vida es...
saludo de Dios, recíbelo;
tesoro, cuídalo;
compromiso, cúmplelo;
amor, disfrútalo;
desafío, encáralo;
regalo, gózalo;
combate, gánalo;
camino, recórrelo;
encuentro, hazlo realidad.
La vida es la vida, ¡entrégala!

La vida es...
manantial, déjalo que brote;
río, acepta que fluya;
camino, anímate a recorrerlo;
proyecto, embárcate en él ahora mismo;
tapiz, entretéjelo con todos los hilos;
campo, áralo y siémbralo;
hoja en blanco, escríbela:
libro abierto, léelo;
riqueza, compártela.
La vida es la vida, ¡gózala!


B. Muchos creían que Juan era el Mesías. Sin embargo él no se deja llevar por los que lo alaban: Yo no merezco desatarle la correa de las sandalias. Cuando la gente habla bien de nosotros, podemos caer en la tentación de creer que somos los mejores. ¡Cuidado!
     "Ayúdame Señor a conocerme y a valorarme con verdad"
     "Perdona Señor por las veces que me creo el mejor"
     "Perdona Jesús porque a veces no confío en los hermanos"

C. Juan bautizaba con agua. Jesús bautiza con Espíritu Santo y fuego. En el Bautismo y en la Confirmación recibimos el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que animó la vida de Jesús, el Espíritu que nos quema por dentro para ser buenos hijos de Dios, para luchar por la justicia, para compartir... No siempre abrimos las velas del corazón para que el viento del Espíritu nos impulse. Cuando nos dejamos llevar, el Espíritu puede hacer muchas maravillas en nosotros y a través nuestro.
     "Gracias Señor por el don del Espíritu"
     "Guíame Señor hacia ti con tu Espíritu"
     "Ayúdame a sentir la fuerza del Espíritu en mi vida"

Llévame al desierto
y susúrrame, en el silencio,
tu palabra.

Condúceme por la ciudad
y grítame, entre el tráfico y el barullo,
tu palabra.

Dirígeme por tus caminos
y dime, quedamente,
tu palabra.

Acompáñame por valles y montañas
y repíteme, con eco y fuerza,
tu palabra.

Guíame a la periferia de siempre
y enséñame, con paciencia,
tu palabra.

Álzame por encima de mis problemas
y desvélame, con gracia y ternura,
tu palabra.

Lánzame al agua
y hazme beber, serenamente,
tu palabra.

Transpórtame a cualquier oasis
y refléjame, claramente,
tu palabra.

Conviérteme a Dios y su reino
y anímame a escuchar en este tiempo propicio
tu palabra.

Bautízame con Espíritu Santo y fuego
e imprime en mi ser para siempre
tu palabra.

Ponme en los lugares más necesitados,
y que me empape serenamente
tu palabra.

Déjame en el corazón de las personas
y espera, Señor, que crezca en mí
tu palabra.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Jueves 10 de diciembre

Jueves de la 2ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 11‑15

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más  pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente  violenta quiere arrebatárselo.
Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan;
él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha nacido de mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza de voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo. Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los más pequeños.

Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.

Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.

Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.

Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.

Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.

Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.

Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.

Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.


B. Los judíos creían que antes de que viniera el Mesías, volvería Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento. Y Jesús les dice que Juan Bautista "es Elías, con tal de que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche". Hay personas a nuestro alrededor que, con sus palabras y estilo de vida, nos hacen pensar, nos animan a ser mejores, a acercarnos a Dios... Son los "Elías" de nuestro tiempo, los profetas que Dios nos envía. Tenemos que reconocerlos y escuchar su palabra. ¿Cuáles son los Elías que Dios me envía en este momento? ¿Qué me está diciendo Dios a través de ellos? ¿Qué le digo yo a Dios?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Domingo 6 de diciembre

Domingo de la 2ª semana de Adviento C

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 3, 1‑6

En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea... vino la palabra de Dios. En el año 2003 de la era cristiana, cuando estamos a punto de celebrar la Navidad... viene la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no nos cuenta hechos del pasado. La Palabra de Dios se hace realidad en cada circunstancia concreta.
     "Señor, ayúdanos a escuchar tu Palabra"
     "¿Qué me quieres decir en este momento concreto de mi vida?"

B. Vino la palabra de Dios a Juan en el desierto. No es casualidad que Juan escuche la Palabra de Dios en el desierto. El desierto es el lugar del silencio. Para escuchar la voz de Dios no es necesario hacerse ermitaño ni irse al desierto. Pero hace falta dejar por un momento el ruido, las cosas y las personas; hay que serenarse y escuchar.
     "Señor, concédeme amar el silencio"
     "Dame Señor silencio para escucharte en el ruido de mi vida"
     "Perdona Jesús mi falta de interioridad, de escucha"

C. Preparad el camino del Señor. Juan no es el Señor, nosotros tampoco somos el Señor. Pero preparamos su llegada. Nuestra vida, como la de Juan, ha de ayudar a otros a encontrarse con el Señor, para que todos disfruten de la salvación de Dios, del amor de Dios.
     "Perdona Señor porque a veces creo que yo soy el Salvador"
     "Dame fuerza para elevar los valles del amor y la fe"
     "Concédenos rebajar las colinas de la desilusión y la injusticia"

Una vez más me invitas
a preparar los caminos, los nuevos y los de siempre,
por donde Tú vienes trayendo buenas noticias.
Gracias, Señor.

Porque cuentas conmigo
para allanar colinas y valles
y para desterrar mentiras y opresiones...
Gracias, Señor.

Porque te pones en la senda
por la que yo voy caminando
para que te encuentre...
Gracias, Señor.

Porque entras en mi casa
y quieres hacer de ella una morada nueva
para todos los que caminan y se acercan...
Gracias, Señor.

Porque puedo proclamar,
después de haber sentido y vivido tu toque de gracia,
que el bautismo con Espíritu Santo nos recrea.
Gracias, Señor.

Una vez más me invitas
a adentrarme en el desierto para hacerme persona nueva
acogiendo a tus mensajeros y tu evangelio.
Gracias, Señor.

Tú me has encontrado,
y ese toque tan tuyo me está transformando.
La vida ya germina dentro de mí.
Gracias, Señor.

Florentino Ulibarri

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Adviento
es una multitud de caminos
de búsqueda y esperanza
para recorrerlos a ritmo ligero
siguiendo las huellas
de Abraham, nuestro padre en la fe,
de Jacob, enamorado, astuto y tenaz,
de Moisés, conocedor de desiertos y guía de tu pueblo,
de Isaías, profeta y cantor de un mundo nuevo,
de Jeremías, sensible a los signos de los tiempos,
de Juan Bautista, el precusor humilde y consciente,
de José, el enraizado y con la vida alterada,
de María, creyente y embarazada,
y con los ojos fijos en quien va a nacer
en cualquier lugar y circunstancia.

Adviento,
en nuestra vida e historia,
siempre es una aventura osada
que acontece en cualquier plaza,
calle y encrucijada,
o en el interior de nuestra casa,
o en nuestras propias entrañas.

Adviento
es tiempo y ocasión propicia
para preparar el camino:
igualar lo escabroso,
enderezar lo torcido,
rebajar lo pretencioso,
aventar el orgullo,
rellenar los agujeros negros,
despejar el horizonte,
señalar las fuentes de agua fresca,
no crear nieblas ni tormentas
sembrar verdad, justicia y amor
y tener el corazón con las puertas abiertas.

Te agradecemos, Señor,
la reiterada presencia del Adviento
en nuestra vida e historia.

En él, gracias a tu Espíritu y Palabra,
y a nuestra humilde acogida,
despunta una nueva aurora.

Florentino Ulibarri.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.