sábado, 13 de diciembre de 2025

Sábado 13 de diciembre 2025.Santa Lucía

 Santa Lucía

 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 17,10‑13
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: — «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: ‑«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. A la gente le cuesta reconocer a Juan como el profeta enviado de Dios, le cuesta reconocer a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios. También a nosotros nos cuesta reconocer la cercanía de Dios en nuestra vida:

Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.

Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.

Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.


B. Elías vendrá y lo renovará todo. El adviento es tiempo de renovación: renovación personal, renovación eclesial, renovación social. Pero ¿es posible la renovación? ¿podemos cambiar? ¿podemos superar esas malas costumbres que tenemos tan arraigadas? Es posible. Esta es una de las buenas noticias del Adviento. Y además Dios mismo viene para dar la vida por esa renovación. Con su fuerza y nuestra colaboración la renovación será realidad. ¿Qué habría que renovar? ¿Qué le dices a Dios?

Llegará un día
en el que vivir no sea una pesada carga,
que doble las espaldas
y sofoque los corazones,
sino una asombrosa experiencia de plenitud
para todas las personas,
sea cual sea su origen, color, país o religión.

Llegará un día
en el que la libertad no sea un sueño,
temeroso de ser perdido
si despierta entre nuestros frágiles brazos,
sino una alegre realidad
capaz de ilusionar y emocionar
a todos los que vivimos y soñamos.

Llegará un día
en el que la igualdad no esté en entredicho
ni necesite discriminación positiva,
sea cual sea la cultura,
la condición social,
la patria, la riqueza
o el sexo de las personas.

Llegará un día
en el que los derechos humanos
no necesiten defensores ni leyes,
pues todos los llevaremos tatuados
en nuestras entrañas
y sabremos transmitirlos
a las generaciones futuras.

Llegará un día
en el que la justicia florecerá
en todos los campos y rincones
de nuestro ser y tierra
y podremos mirar sin temor,
en cualquier dirección,
con ojos limpios y acogedores.

Llegará un día
en el que las fronteras desaparecerán,
y todos los seres humanos
podremos movernos,
sin controles ni tarjetas,
de acá para allá,
como en nuestra propia casa.

Llegará un día
en el que la fraternidad
será la mejor carta de ciudadanía,
de dignidad y de respeto,
y todas las personas serán respetadas,
sean o no compañeras, camaradas,
adversarias o amigas.

Llegará un día
en el que podremos convivir,
dialogar y enriquecernos,
amar, compartir y criticarnos,
soñar, trabajar y cantar,
y ser diferentes sin excluirnos
en la mesa, en el corazón y en la historia.

Llegará un día
en el que esta sociedad se sienta renacer
en todos los cruces y sendas,
revistas, periódicos, radios y televisiones;
y en el que la buena noticia
sea el pan nuestro cada día
para quienes aman y caminan.

¡Pronto llegará ese nuevo día, Señor,
Si proclamamos sólo palabras de gracia!
¡Ya se anuncia!

Florentino Ulibarri

C. A Juan Bautista lo trataron a su antojo. Jesús (el Hijo del Hombre) va a padecer a manos de ellos. Es destino de los profetas. Los profetas no son videntes, son testigos de Dios, testigos de una verdad que no se quiere oír, porque es demasiado dura, demasiado comprometida...
     "Señor, ayúdame a descubrir los profetas que pones en mi vida"
     "Quiero acoger tu Palabra, por exigente que sea"
     "Tu Palabra Señor es vida".

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 12 de diciembre de 2025

Viernes 12 de diciembre 2025

 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 16‑19

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«¿A quién se parece esta generación?
Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado."
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores."
Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos distintos. Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y casas. Juan no participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan eras más ásperas que las de Jesús. Juan es el mayor de los profetas, Jesús es el mismísimo Hijo de Dios. Sin embargo, ni a uno ni a otro escucharon. Decían que Juan tenía un demonio y que Jesús era un comilón y un borracho. A veces somos especialistas es buscar excusas para no escuchar a las personas.

B. Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas amables y bruscas, aburridas y divertidas, desagradables y simpáticas, más buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos de par en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su Palabra en las palabras.

Salir
con los ojos bien abiertos,
ligero de peso y erguido,
libre y dispuesto.
Andar por las calles sin miedo,
otear el horizonte serenamente,
saludar y tocar a la gente.
Escuchar el rumor de la vida,
dejarse empapar por ella
y regalar cántaros de esperanza todos los días.
No dormirse en los laureles,
vigilar todo lo que acontece
y esperar día y noche al que viene.

Volver
con los pies polvorientos,
el corazón enternecido
y preñadas las entrañas.
Entrar alegre en su casa,
dejarse lavar y curar las llagas
y sentarse a comer en compañía.
Contar lo que me ha sucedido,
escuchar a todos como amigo
y cantar con voz humana sus alabanzas.
Permanecer largo tiempo en silencio
contemplando el misterio
y cuidando la vida que está floreciendo.

Eso es Adviento.
Esto es Adviento.

Florentino Ulibarri

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Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán conmigo,
cada una con su forma de pensar, sentir y actuar;
todas están creadas a imagen y semejanza tuya,
de todas puedo aprender algo bueno,
todas me pueden enriquecer.
En el fondo, todas son un regalo tuyo.

Sin embargo, a veces estoy cerrado,
agrando los defectos de las personas
para no aprender de nadie, para no cambiar.
Unas me parecen demasiado estrictas, otras muy permisivas,
algunas poco modernas, otras demasiado.

Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las personas,
a comprender y seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.
Conviérteme, para que también yo sea regalo tuyo para los demás. Amén.


C.  A pesar de que muchos los rechazan, las vidas de Juan Bautista y la de Jesús son manifestación de Dios, de su Sabiduría. Damos gracias a Dios porque en este Adviento se acerca a nosotros y nos manifiesta su amor de mil formas distintas.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 11 de diciembre de 2025

Jueves 11 de diciembre 2025

 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 11‑15

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más  pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente  violenta quiere arrebatárselo.
Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan;
él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha nacido de mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza de voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo. Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los más pequeños.

Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.

Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.

Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.

Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.

Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.

Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.

Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.

Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.


B. Los judíos creían que antes de que viniera el Mesías, volvería Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento. Y Jesús les dice que Juan Bautista "es Elías, con tal de que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche". Hay personas a nuestro alrededor que, con sus palabras y estilo de vida, nos hacen pensar, nos animan a ser mejores, a acercarnos a Dios... Son los "Elías" de nuestro tiempo, los profetas que Dios nos envía. Tenemos que reconocerlos y escuchar su palabra. ¿Cuáles son los Elías que Dios me envía en este momento? ¿Qué me está diciendo Dios a través de ellos? ¿Qué le digo yo a Dios?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Miércoles, 10 de diciembre de 2025

 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 28‑30

En aquel tiempo, exclamó Jesús: —«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Cuando nos sentimos cansamos y agobiados, en la oración no hace falta palabras. Dios nuestro Padre sabe de sobra cómo estamos. Nos acercamos a Él, permanecemos en silencio. Y él es para nosotros descanso y paz.

B. También nosotros los cristianos, seguidores de Jesús estamos llamados a ser descanso y paz para los que se están cansados y agobiados. ¿para qué personas en concreto debo ser descanso y paz? ¿cómo lo voy a hacer? Lo pensamos y pedimos a Dios luz y fuerza para responder a esta llamada.

C. Siempre habríamos creído que ser cristiano es una tarea dura y exigente. Y de alguna manera es verdad. Pero también es cierto que el yugo de Jesús es llevadero y su carga ligera. Cualquier otro camino, a corto o a largo plazo, nos resulta más pesado, menos fecundo, más inútil.

Señor, yo también me siento, a veces, cansado y agobiado, abrumado, temeroso y abatido; a veces la carga que llevo a mis espaldas parece mayor que mis fuerzas.

Me pesa, Señor, la carga de mis obligaciones, la carga del "qué dirán", la carga de la incomprensión, la carga de mis errores...

Y tú, Jesús, me invitas a abandonar en ti mis agobios, a dejar caer los hombros, a sentir tu brazo sobre mis hombros liberados, a dejar atrás el esfuerzo en solitario y seguir adelante contigo...

Señor, llevas a tu espalda mis cargas y me pides que cargue con tu yugo, con el peso de los más pequeños, de los más sobrecargados y oprimidos.

Jesús, cuando tomo tu yugo y la carga de los hermanos, se produce un milagro: se alejan mis propias preocupaciones y me siento descansado, aliviado, animado...

Señor, a quién tengo que ayudar hoy, a quién he de aligerar su carga en este momento?

Oración inspirada en rezandovoy.org
 

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Dicen que vienes,
y siempre es tiempo,
pues te esperamos
en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno
que estremece
e inquieta.
Te esperamos en el fracaso
que nos derriba,
y en el triunfo
(que no nos vuelva islas distantes),
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos.

Te acercas
en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas
nuestra espera de palabras nuevas
con respuesta eterna.

Y estás muy dentro
y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista
a un cielo de pobres y pequeños,
hombro en que se recuestan
los heridos, los culpables,
y los enfermos.

Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 9 de diciembre de 2025

Martes, 9 de diciembre de 2025

 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 12‑14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. La parábola del pastor nos ayuda a comprender al Dios del Adviento, al Dios que viene. Viene porque quiere recuperar a la oveja perdida, porque quiere recuperarnos. Y quiere recuperarnos no por su interés, sino por el nuestro. Viene porque nos quiere. Viene a buscarnos, pero no nos recuperará a la fuerza. Esperará hasta que se lo permitamos.
     "Gracias Señor por tu amor infinito"
     "Gracias por respetar tanto la libertad que me has dado"
     "Que no te hagamos esperar Señor"

B. Es bueno recordar cómo se ha hecho realidad el evangelio en la vida de cada uno. ¿Cuando me he sentido perdido, alejado de Dios? ¿Cómo se las ha arreglado el Señor para salir a buscarme, para encontrarme, para convencerme y volver junto a él, para disfrutar de su alegría? Recordamos situaciones y damos gracias.
 
C. Y en este momento de mi vida, ¿cómo estoy? ¿en qué me he alejado de Dios? ¿en qué estoy perdido? Quizá a través del evangelio de hoy el Señor ha salido a buscarme. ¿quiero encontrarme con él? ¿qué me dice Dios? ¿qué le digo?

Señor, lo más importante no es:

- que yo te busque,
sino que tú me buscas en todos los caminos (Gn 3,9);

- que yo te llame por tu nombre,
sino que tú tienes tatuado el mío en la palma de tu mano ((Is 49,16);

- que yo te grite cuando no tengo ni palabra,
sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm 8, 26);

- que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc 1,17);

- que yo te comprenda,
sino que tú me comprendes en mi último secreto (1 Cor 13, 12);

- que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4, 10);

- que yo te guarde en mi caja de seguridad,
sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);

- que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn 13, 1);

Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si tú no me buscas, me llamas y me amas primero?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 8 de diciembre de 2025

Lunes, 8 de diciembre de 2025. Inmaculada Concepción de María

  Inmaculada Concepción de María

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
-«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
-«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
-«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
-«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
-«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.


3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Dios no se fijó en una mujer con mucho títulos, se fijó en una mujer humilde. No se fijó en una mujer rica, se fijó en una mujer pobre. No se fijó en una mujer poderosa, se fijó en una mujer débil. Se fijó en una mujer creyente, en una mujer que supiera amar de verdad, en una mujer que se vaciase de ella misma, para llenarse de Él. Para ser colaboradores de Dios, tenemos en María nuestro modelo.
     "Virgen María, ayúdanos a ser como tú"

B. Alégrate, el Señor está contigo. Cuando Dios viene a nosotros nos alegra el corazón. Nos propone siempre un camino de felicidad, aunque tropecemos con malos momentos. Tenemos muchos motivos para estar contentos. Tenemos una gran razón: el Señor está con nosotros. ¿Qué más podemos pedir?
     "Señor, concédenos la alegría de sentirte a nuestro lado"
     "Danos la fuerza y la alegría de tu Espíritu"
     "Que mi vida alegre a los hermanos y puedan sentir tu cercanía"

C. Hágase en mi según tu Palabra. A pesar de su turbación, de no entender los planes de Dios, aunque ni siquiera imaginaba cómo iban a sucederse los acontecimientos, María se fía y acepta: hágase. María es Inmaculada, sin mancha de pecado. En su vida no hubo nunca un "no" a Dios; vacía de pecado, llena de Dios.
     "Señor que cada día me llene más de ti"
     "Dame fuerza para luchar contra mi pecado, contra el pecado del mundo"
     "Hágase en mi según tu Palabra"

Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad,
nos acogemos con confianza y amor.

Eres toda belleza, María.
En Ti no hay mancha de pecado.
Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón
brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida se refleje
el esplendor del Evangelio.

Eres toda belleza, María.
En Ti se hizo carne la Palabra de Dios.
Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos/ y la indefensión de los niños
no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre la vida humana.

Eres toda belleza, María.
En Ti vemos la alegría completa
de la vida dichosa con Dios.
Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor,
fuente de la verdadera alegría.

Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración,
atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios
en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve,
a nosotros, a nuestra ciudad
 y al mundo entero.
Amén.

Papa Francisco


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 7 de diciembre de 2025

Domingo, 7 de diciembre de 2025

 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo  3,  1‑12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:
—«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo:
                  «Una voz grita en el desierto:
                  “Preparad el camino del Señor,
                  allanad sus senderos.”

Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
—«¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
Dad el fruto que pide la conversión.
Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.
Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego.
Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias.
El os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
El tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. ¡Convertíos! Cambiad de vida. Esta es la llamada que el Bautista nos lanza en este Adviento. No basta decir “Abraham es nuestro padre”, ni “estamos bautizados”, ni “voy a misa los domingos”, ni “yo hago cosas buenas por los demás”. Hay que convertirse, cambiar la vida; mejor dicho: dejar que Dios cambie pensamientos, sentimientos, forma de vivir...
                “Toma mi vida. Hazla de nuevo. Yo quiero ser un vaso nuevo”
   
B. La vida de Juan Bautista nos muestra caminos de conversión en este adviento:
-  anunciar sin miedo la Palabra de Dios
-  crecer en austeridad
-  servir siempre a la verdad
-  no querer ser más de lo que somos

C. El árbol que no da fruto será cortado y echado al fuego.  Dios nos llama a dar buenos frutos, a dar más y mejores frutos en la familia, en la comunidad cristiana, con tus vecinos, amigos, etc... ¿Qué puedes hacer? Un consejo: recuerda que para que un árbol de buenos frutos hay que regarlo y abonarlo bien.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Aquí estoy, Señor, delante de ti,
con mi presente y con mi pasado a cuestas;
con lo que he sido y con lo que soy ahora;
con todas mis capacidades y todas mis limitaciones;
con todas mis fortalezas y todas mis debilidades.
Te doy gracias por el amor con el que me has amado,
y por el amor con el que me amas ahora, a pesar de mis fallos.

Sé bien, Señor, que por muy cerca que crea estar de Ti,
por muy bueno que me juzgue a mí mismo,
tengo mucho que cambiar en mi vida,
mucho de qué convertirme,
para ser lo que Tú quieres que yo sea,
lo que pensaste para mí cuando me creaste.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
con la luz de tu Verdad y de tu Amor,
para que yo me haga cada día más sensible al mal que hay en mí,
y que se esconde de mil maneras distintas, para que no lo descubra.
Sensible a la injusticia que me aleja de Ti y de tu bondad
para con todos los hombres y mujeres del mundo.
Sensible a los odios y rencores
que me separan de aquellos a quienes debería amar y servir.
Sensible a la mentira, a la hipocresía, a la envidia, al orgullo,
a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza,
para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas
y sacarlos de mi vida y de mi obrar.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
con la luz de tu Verdad y de tu Amor,
para que yo me haga cada día más sensible a la bondad de tus palabras,
a la belleza y la profundidad de tu mensaje,
a la generosidad de tu entrega por mi salvación.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que yo sepa ver en cada instante de mi vida,
lo que Tú quieres que yo piense,
lo que Tú quieres que yo diga,
lo que Tú quieres que yo haga;
el camino por donde Tú quieres llevarme, para que yo sea salvo.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que yo crea de verdad en el Evangelio, la Buena Noticia de tu salvación,
y para que dejándome llevar por Ti, trabaje cada día con mayor decisión,
para hacerlo realidad activa y operante en mi vida personal y en la vida del mundo.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que yo me haga cada día más sencillo,
más sincero, más justo, más servicial,
más amable en mis palabras y en mis acciones.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que Tú seas cada día con más fuerza,
el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos;
para que todo en mi vida gire en torno a Ti;
para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito,
de tu bondad infinita,
de tu misericordia y tu compasión.

Perdona Señor, mi pasado.
El mal que hice y el bien que dejé de hacer.
Y ayúdame a ser desde hoy una persona distinta,
una persona totalmente renovada por tu amor;
una persona cada día más comprometida Contigo
y con tu Buena Noticia de amor y de salvación.

Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.
Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre,
hasta el último instante de mi vida en el mundo,
para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 6 de diciembre de 2025

Sábado 6 de diciembre de 2026

 1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 35 ‑ 10, 1. 6‑8

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
—«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
A estos doce los envió con estas instrucciones:
—«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Jesús anuncia el evangelio (la buena noticia) con obras y palabras. Hoy sigue recorriendo nuestras ciudades y aldeas, enseñando y curando. ¿Lo percibimos? ¿nos damos cuenta? ¿descubrimos hoy al Señor en nuestra vida? ¿atendemos sus enseñanzas? ¿nos dejamos curar?
     "Señor, perdona y cura...
      mi ceguera para descubrirte,
      mi sordera para escucharte,
      mi orgullo para dejarme curar"
 
B. La mies es abundante. ¿dónde está la mies, dónde está el trabajo, donde está la misión? Está en cada persona, especialmente en las más pobres, en las que están cansadas y abandonadas, en las descarriadas y enfermas, en las que no conocen el amor de Dios-Buen Pastor. ¡Que cerca está la misión que Dios nos da y cuánto nos cuesta verla! Parece que empleamos demasiadas fuerzas en encontrar excusas para no ir a la mies!
     "Ayúdame Señor a descubrir la mies en la que quieres que trabaje"
     "Líbrame Señor de todas las excusas que no me dejan trabajar en la mies"
     "Gracias Jesús por contar conmigo"

Aquí estoy, porque me has llamado, Señor.
Aquí estoy, para entrar en tu proyecto y hacerlo carne
en mi vida.

Aquí estoy, Señor Jesús,
y quiero aceptar tu plan con riesgo
y lanzarme a tu programa de vida,
en tu manera de vivir para alumbrar vida.

Aquí estoy, Señor Jesús,
para cumplir tu voluntad,
la misma que tú cumpliste en la llamada del Padre.

Aquí estoy, en Comunión
para hacer de mi existencia
llama que no se apague.

Quiero ser, Señor Jesús, como la arcilla en tus manos.
Me pongo en tus manos, Señor de mi vida
para que se realice tu obra.

Tú estás presente
en la fuerza de tu Espíritu que hermana a los hombres
que se olvidan de sus cosas y se dan sin recibir nada.
Tú estás presente, Señor, en tu espíritu.
Tú caminas conmigo.
Amén.


C. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. La gratuidad siempre ha sido un signo del Reino de Dios. En este tiempo, en el que todo se compra y se vende, este signo es todavía más evidente. Tenemos una gran razón para no ser interesados, para ser gratuitos: Todo lo hemos recibido gratis. Dios nos lo ha dado todo gratis.
     "Gracias Padre por amarme gratuitamente"
     "Enséñame Jesús a ser gratuito"
     "Gracias Padre por las personas que trabajan en tu mies sin pedir nada a cambio"

¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!
Ven pronto, ven, que el mundo gira a ciegas
ignorando el amor que lo sustenta.
Ven pronto, ven, Señor, que hoy entre hermanos
se tienden trampas y se esconden lazos.
Ven, que la libertad está entre rejas
del miedo que unos a otros se profesan.
Ven, ven, no dejes ahora de escucharnos
cuando tanto camino está cerrado

¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!
¿No has de ser la alegría de los pobres,
de los que en ti su confianza ponen?
¿No has de ser para el triste y afligido
consuelo en su pesar, luz en su grito?
¿Quién pondrá paz en nuestros corazones
si tu ternura y compasión se esconden?
¿Quién colmará este hambre de infinito
si a colmarlo no vienes por ti mismo?
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? Ahora.

Adaptación del Salmo 70.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 5 de diciembre de 2025

Viernes, 5 de diciembre de 2025

 1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 27‑31

En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: —«Ten compasión de nosotros, hijo de David.»
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:
—«¿Creéis que puedo hacerlo?»
Contestaron:
—«Sí, Señor.»
Entonces les toco los ojos, diciendo:
—«Que os suceda conforme a vuestra fe.»
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:
—«¡Cuidado con que lo sepa alguien!»
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. ¿Crees que puedo hacerlo? Que os suceda según vuestra fe. El tema principal de este evangelio no es la curación, sino la fe. La fe es un don de Dios. La fe es como una semilla que Dios siembra en la tierra de nuestro corazón, para que la cultivemos. La fe es como un fuego que debemos avivar, para que no se apague. En una palabra, la fe es don de Dios y tarea nuestra.
     "Señor, gracias por el regalo de la fe"
     "Que cada día Señor cuide mi fe, como lo más valioso que tengo"

B. ¿Cómo cultivar la fe? Puede parecer difícil, pero está al alcance de todos: Cultivamos la fe con la cabeza: formándonos, leyendo, estudiando, para comprender mejor lo que creemos;  con el corazón: rezando y participando en los sacramentos; con la boca y con los oídos: compartiendo nuestra experiencia creyente con otros; con las manos y los pies: viviendo de acuerdo con lo que Jesús nos enseña. ¿Cómo puedo cultivar más mi fe? Pido luz y fuerza a Dios.

C. A veces pensamos: "Si viera un milagro, creería más en Dios". El Evangelio nos dice otra cosa bien distinta. Jesús hizo milagros delante de mucha gente; pero los que no tenían fe no creyeron, aunque hiciera el milagro delante de sus ojos. Decían que echaba demonios porque era el jefe de los demonios. Sólo los que tenían fe podían reconocer las maravillas que realizaba y alegrarse con ellas. Dios sigue haciendo milagros en cada persona, en el mundo, en la iglesia, en ti. Y necesitamos fe para darnos cuenta.
     "Creo, Señor, pero aumenta mi fe"
     "Abre Señor mis ojos para reconocer tus maravillas"

Muchos anuncios,
muchas promesas,
muchas rebajas,
muchas oportunidades,
muchas gangas...

Muchas voces susurran
constantemente
sus ofertas.

Con sus llamativas,
vanas,
huecas,
lights palabras
cubren su pobreza
y cantan sus dudosas alabanzas.

Mas no me satisfacen,
pues ni me alimentan,
ni me quitan el hambre,
ni me liberan de los espíritus que traen males,
ni curan mis enfermedades,
ni alumbran mis rincones .oscuros.
ni me traen buenas noticias,
ni riegan mis esperanzas sociales
ni satisfacen mis necesidades,
ni me defienden de sus intrigas,
ni me acogen como persona,
ni me dan buenas sensaciones...

En este mar de palabras,
de propaganda sofisticada,
de ilusiones engañosas,
de ofertas apetecibles,
de oportunidades al alcance,
de verdades sin misterio,
de doctrinas nuevas,
de productos con lábel,
de soluciones a la carta...
de predicadores sin conciencia...
yo sólo quiero dar crédito
a tu palabra buena y nueva,
valiosa y gratuita,
que me ofrece vida,
la dignidad y la alegría.
Yo sólo quiero darte crédito
a ti, que eres la palabra y la vida.

Creo, Señor, en ti,
y creo que eres la Palabra auténtica.

Florentino Ulibarri.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 4 de diciembre de 2025

Jueves, 4 de diciembre de 2025

 1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 21. 24‑27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca.
Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

.A. Hoy el Evangelio nos recuerda que ser cristiano es vivir de acuerdo con la Palabra de Dios, es cumplir la voluntad de Dios en cada momento del día. Sin embargo, muchas veces nos conformamos con rezar, con ir a misa...  Olvidamos ser cristianos en la familia, en el lugar de estudio o trabajo, con los amigos... En definitiva, somos cristianos a ratos, cuando nos resulta más sencillo y menos arriesgado. Y ponemos mil excusas para justificarnos.

B. A veces nos asusta "cumplir la voluntad de Dios". Parece que vamos a perder nuestra libertad. Tenemos miedo de escuchar a Dios, no vaya a ser que nos pida hacer lo que no nos apetece. La experiencia de los que se fían de Dios y cumplen sus palabras nos dice más bien lo contrario. Aunque parezca incomprensible para la razón, la experiencia nos enseña que cuanto más obedeces a Dios, más libre eres. ¿Ha habido alguien más obediente al Padre que Jesús? No. ¿Ha habido alguna persona más libre que Jesús? Nadie. ¿Queremos seguir su ejemplo? Pedimos al Espíritu que nos ayude a avanzar por este camino.

C. Siguiendo la voluntad de Dios, no estamos a salvo de vientos, lluvias y ríos desbordados. Los problemas llegan a todos. Es más, en ocasiones las dificultades vendrán precisamente por vivir de acuerdo con la Palabra de Dios. Entonces surgen las dudas y crecen las ganas de seguir otros caminos más fáciles... ¿Qué hacer? Confiar en Jesús: él está con nosotros y nuestra casa, nuestra vida no se hundirá.

Son de arena los suelos
donde nada echa raíz.
De roca la base donde plantamos,
firmes, buenos cimientos.

De arena, los besos sin memoria,
las lágrimas de cocodrilo,
las promesas fugaces.
De roca, los gestos sinceros,
las palabras ciertas,
la compasión arremangada.

De arena, la cháchara hueca,
la puerta cerrada,
la pasión de un día.
De roca el clamor de justicia,
la casa sin llaves,
el amor perpetuo.

De arena, el credo sin preguntas,
la Palabra muda,
el Dios sin misterio.
De roca la fe que se encarna,
compartir la mesa,
perseguir lo eterno.

José M. Rodríguez Olaizola, sj

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Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.

Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.
Medito tus decretos, y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia, no olvidaré tus palabras.

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad,
porque ella es mi gozo.

Inclina mi corazón a tus preceptos, y no al interés;
aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra;
cumple a tu siervo la promesa que hiciste a tus fieles.

¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.

¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos y odio el camino de la mentira.

Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.
Mi lengua canta tu fidelidad,
porque todos tus preceptos son justos;
que tu mano me auxilie, ya que prefiero tus decretos;
ansío tu salvación, Señor; tu voluntad es mi delicia.

Salmo 118


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Miércoles, 3 de diciembre de 2025.San Francisco Javier

 

San Francisco Javier 

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 15, 29‑37

En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y el los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: —«Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días
conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.»
Los discípulos le preguntaron: —«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?»
Jesús les preguntó: —«¿Cuántos panes tenéis?»
Ellos contestaron: —«Siete y unos pocos peces.»
Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. "Me da lástima de la gente". En muchas ocasiones el Evangelio utiliza otra expresión semejante: "sintió compasión". ¿Qué significan en el evangelio estas palabras? Sentir lástima o compasión no es solamente un  sentimiento pasajero de pena. Es ponerse en lugar del otro, sentir lo que siente el otro y, como consecuencia, comprometerme por el otro. Dios se pone en tu lugar, le duelen tus penas, se alegra con tus éxitos, se compromete contigo. Le damos gracias.

B. Después de esta reflexión podemos entender mejor qué significa el Adviento y la Navidad, comprendemos la razón fundamental por la que Dios se hizo hombre, por la que sigue viniendo en cada momento. Dios viene porque se de cuenta de nuestras necesidades, porque tiene lástima y compasión, porque le duele que haya tanto dolor, tanta hambre de pan, de educación, de amor, de esperanza, de fe, de justicia... Dios viene porque se ha comprometido con toda la humanidad, contigo también.

C. Dios podría hacer lo que quisiera solo, pero prefiere contar con nosotros. El acogió aquellos pocos panes y peces. Hoy acoge, como si fuera un tesoro, nuestros gestos de amor, nuestros compromisos, nuestra solidaridad, nuestros esfuerzos. Acoge todo y lo multiplica para alimentar a sus hijos. Para que muchos sientan al Dios cercano que celebramos, Jesús necesita nuestra colaboración, por pequeña que nos parezca.

El Evangelio de hoy nos ayuda a entender mejor qué significa el Adviento y la Navidad: Dios viene porque se de cuenta de nuestras necesidades, porque tiene compasión de nosotros.


Señor Jesús, tienes compasión de los que no te encuentran y te acercas a todos, 
Tienes compasión de los que te tememos y te haces pequeño. 
Tienes compasión de los que somos demasiado duros y te manifiestas como ternura. 
Gracias, Jesús. 
Tienes compasión de los que tenemos hambre y te conviertes en pan de vida. 
Tienes compasión de los que no te entendemos y te haces Palabra. 
Tienes compasión de los que nos sentimos solos y perdidos y te haces nuestro compañero de camino. 
Gracias, Jesús. 

Tienes compasión de los que sufren en su cuerpo o su alma y te presentas como nuestro médico y medicina. 
Tienes compasión de los que somos perezosos para servir y te haces nuestro esclavo. 
Tienes compasión de los que pecamos y cargas con las consecuencias de nuestros errores. 
Gracias, Jesús. 

Tienes compasión de los que nos cuesta entregarnos y te ofreces por nosotros en la cruz. 
Tienes compasión de los que tenemos la muerte y con tu resurrección abres las puertas de la Vida eterna. 
Tienes compasión de los somos cobardes y miedosos y nos regalas la fuerza de tu mismo Espíritu. 
Gracias, Jesús.

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No desistas, Señor, sigue insistiendo
en venir a nosotros, en hacerte
vecino del dolor y de la lágrima.
Ven más cada mañana, nunca dejes
de acercarte.

Sucede
que la arcilla es así,
que está rajada
de añoranza y de amor
y nuestro cántaro
se nos queda sin sol, se cuela el agua
hacia Ti.

Sigue empeñado,
a pesar de nosotros y la aurora,
viniendo a nuestra sed.
Llegará un día
en que todo estará
como Tú quieras.

Valentín Arteaga


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 2 de diciembre de 2025

Martes, 2de diciembre de 2025

 1. Abro el corazón a Dios  
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 21‑24

En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu. Santo, exclamó Jesús: —«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.»

Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: —«¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»


3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Has escondido a los sabios... has revelado a la gente sencilla. Dios se quiere revelar a todos, pero no todos están abiertos. Sólo podemos vivir el Adviento, sólo podemos ser cristianos desde la sencillez, desde la humildad. Si creemos que lo podemos todo ¿qué vamos a pedir? Si pensamos que lo sabemos todo ¿qué puede enseñarnos Dios? El Adviento nos invita a ser como niños, que no tienen nada propio, que tienen que aprenderlo todo.

Hasta ayer, como quien dice,
he jugado intensamente a ganar
en todos los campos
considerados importantes:
la vida,
la fe,
la verdad,
la política,
la comunidad,
la ideología,
el trabajo,
la solidaridad,
el crear referencias,
el ejercicio del poder...
y otros que ya ni recuerdo
o han cambiado de catálogo.
 

Y he peleado a fondo
en encuentros,
asambleas,
reuniones
y debates;
en propuestas,
documentos,
discernimientos,
votaciones
y elecciones;
con personas,
grupos,
reglas
y costumbres
presentes y ausentes.

Ahora ya no.
Ahora sólo me preocupa, Señor,
Respetar
y seguir viviendo;
dialogar
y, si es posible, entendernos;
y convencer de ello
a quienes tanto se me parecen.
 

Y si para ello
hay que salir de uno mismo
e ir hasta los confines del mundo,
lo haré con gusto,
aunque las amenazas
pueblen el horizonte
y el presente que nos toca vivir
si queremos seguirte.
Quizá así te escuche,
quizá así guste tu mensaje
y me descubra discípulo tuyo
en todas partes.

Florentino Ulibarri


B. Nadie conoce al Padre si no aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Hasta que llegó Jesús, la humanidad imaginó a Dios de muchas formas: con cara de juez sin misericordia, de relojero que pone en marcha el universo, de ser inmutable sin sentimientos... A partir de Jesús sabemos que la entraña de Dios es el Amor, la Misericordia, el Perdón, la Entrega... Es verdad que nunca conoceremos a Dios completamente, pero el conocimiento que ahora tenemos es mucho más ajustado.

C. ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Nosotros, aunque no vemos a Jesucristo con los ojos de carne, como los apóstoles, también tenemos motivos para sentirnos dichosos, para dar gracias a Dios. Sabemos y sentimos que Dios nos quiere con todo su corazón. Sabemos y sentimos que Dios nos libera de todo lo que nos hace infelices... Demos gracias a Dios rezando y compartiendo esta experiencia con los que no la tienen.

Haznos saber, Padre compasivo,
que nuestra vida es don recibido:
gratuidad, misterio y bendición;
que somos alianza de amor.

Enséñanos a ser agradecidos como Jesús,
que salía del camino y elevaba los ojos a ti.

Haznos conscientes, Padre amoroso,
de lo mucho recibido en nuestra existencia cotidiana:
de las manos que nos cuidaron,
de los hombros que soportaron nuestro peso
y nos rescataron de nuestros abismos.

Muéstranos también, Padre de huérfanos y solos,
el don que hemos sido para tantos y tantas
que acudieron a nosotros en busca de refugio.

Y pon en nuestros labios, Padre bueno,
aquel hermoso salmo que nos enseñó tu Hijo:

Padre nuestro...

Cipri Díaz Marcos, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 1 de diciembre de 2025

Lunes, 1 de diciembre de 2025

 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo  8,  5-11

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
—«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó:
—«Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó:
—«Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
—«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. "No he encontrado en nadie tanta fe". La fe en Jesucristo es la nota que define nuestro ser cristiano. Y en este tiempo de Adviento la Palabra nos invita a crecer en la fe. ¿Cómo podemos acoger a Jesús que viene, si no tenemos fe? ¿Cómo podremos descubrirle presente en el mundo y en nuestro corazón si nuestra confianza en él falla? ¿Cómo rezar "Ven Señor Jesús" si no creemos?
     "Creo Señor, pero aumenta mi fe"

B. Tener fe no es solamente creer que Dios existe, o que Jesús es el Hijo de Dios. Para los cristianos tener fe es creer que Jesús puede curarme, puede salvarme, puede hacerme plenamente feliz. ¿Has sentido alguna vez la alegría de sentirte curado por Jesús? ¿deseas con todo el corazón revivir esta experiencia o experimentarla por primera vez? Adelante. Ten fe. Reza. Busca a Jesús en la oración, en tus hermanos. Está deseando curarte de eso que tanto te pesa.

Al tocar la luz del día mis ojos, Señor,
mi corazón se levanta hacia Ti en busca de tu mirada.
Escucha las palabras de quien siente la vida de nuevo,
y estate atento, Señor; sé cercano a mi mano abierta.
Da respuesta a mi pregunta; ayúdame en mi inquietud,
Tú que eres mi Señor y mi Dios, en quien yo confío.

A Ti abro mi ser, mis ganas de vivir, mi despertar:
de mañana, en tus manos pongo mis miedos y mis ilusiones;
de mañana, ante tus ojos pongo la pureza y sinceridad de mi búsqueda;
de mañana, en tu camino quiero dirigir mis pasos.
Oye mi voz, Señor, Tú que eres bueno y compasivo
y alienta mi vida que busca en Ti luz y calor.

A Ti me acojo, Señor, al comenzar el día: protégeme.
En ti pongo mi confianza, como un niño en su madre: ayúdame.
A Ti abro mis proyectos y los planes de este día: acompáñame.
A Ti ofrezco lo que soy y lo que yo tengo: acógelo.
A Ti, que eres Dios de la vida, te pido fuerza: anímame.
Mi corazón te ama y, lleno de gozo, exulta en Ti.

Bendíceme, Señor, y guíame por el camino justo;
como un gran escudo, defiéndeme, sé mi fortaleza.
Que tus alas, Señor, me cobijen y me guarden
mientras yo voy viviendo el día que hoy me entregas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

C. La fe no nos encierra, nos hace abiertos, solidarios. Aquel centurión no pidió para él, pidió para un criado, intercedió por él. Interceder es rezar por el otro, trabajar por el otro, dar la cara por el otro, dar voz a los que no tienen voz. Hay mucha gente que ha intercedido, que intercede por ti. Hay muchas personas que necesitan tu intercesión.
     "Gracias Señor por las personas que interceden por mi"
     "Gracias Padre por las personas que interceden por los más pobres"
     "No dejes nunca Señor que me ahogue en mis problemas"
     "Te pido Señor por ... y dame fuerza para trabajar por él"

D. Adviento. Tiempo de espera cierta.

Esperar bien despiertos, pero no desvelados.
Esperar caminando, pero no adelantándonos.
Esperar embarazados, pero no adueñándonos.
Esperar expuestos, pero no a cualquier viento.
Esperar sedientos, pero no yermos.

Esperar entre niebla, pero no perdidos en esta tierra.
Esperar con velas encendidas, pero no consumidos.
Esperar ofreciéndonos, pero no vendiéndonos.
Esperar preparando tu camino, pero no encorvándonos.
Esperar en silencio, pero cantando al Verbo encarnado.

Esperar gestando, no abortando.
Esperar acogiendo, no reteniendo.
Esperar dándonos, no reclamando.
Esperar en silencio, no alborotando.
Esperar compartiendo y disfrutando.

Esperar aunque sea de noche
y no veamos signos en el horizonte.
Esperar a cualquier hora del día
aunque nos quedemos solos y se rían.
Esperar en soledad... ¡y en compañía!

Esperar con mucha paz, pero pellizcados por los hermanos.
Esperar anhelando, pero mecidos en su regazo.
Esperar mirando a lo alto, pero con los pies asentados.
Esperar refrescándonos en tus manantiales vivos y claros.
Esperar encarnados y ya naciendo a tu Reino.

Esperar en este tiempo de crisis y recortes.
Esperar con el Evangelio en la mano.
Esperar con los que vienen y con los que se van.
Esperar disfrutando lo que se nos ha dado.
Esperar viviendo y amándonos.

Esperar como Isaías, viviendo y profetizando.
O como Jeremías, sufriendo, pero enamorados.
O como Juan Bautista, pregonando lo que nos has dado.
Esperar, para que no pases de largo.
Esperar, aunque no entendamos a tu Espíritu Santo.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.