1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 4,43-54
En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había
hecho esta afirmación: "Un profeta no es estimado en su propia patria."
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían
visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues
también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en
vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún.
Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le
pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo:
"Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste:
"Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda,
tu hijo está curado." El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso
en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro
diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había
empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre."
El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había
dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este
segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Tendemos a ser autosuficientes, a arreglárnoslas solos, a engañarnos.
Solo desde el conocimiento de nuestra realidad: débil, pecadora,
necesitada de los demás y de Dios, podemos llegar a la fe. Hoy, el
Evangelio nos invita a sentirnos necesitados de la ayuda de Jesús, como
el funcionario real que sabe que no puede curar a su hijo; y a ser, como
él, humildes y capaces de pedir ayuda. Este hombre que cree en la
palabra de Jesús, comprueba su eficacia y pasa a creer en Jesús, nos
muestra el itinerario de la fe: pasar de la fe en la promesa a la
adhesión personal a Cristo.
¿Cuáles son mis carencias? Pido humildemente la ayuda del Señor.
Sabes, Señor, que soy uno de los tuyos,
que creo en ti y formas parte de mi vida,
pero muchas veces vivo como si no existieras,
porque no termino de fiarme en ti del todo.
Quiero tener la fe del hombre que te buscó
y te insistió para que curases a su hijo enfermo.
Me invitas a levantarme,
a no sestear en la mediocridad,
a vivir una vida apasionante,
a trabajar con la misma hermandad que Tú
y a confiar en ti mientras transcurre mi historia.
Tú me impulsas a levantar todo lo que está en mí dormido.
Tú me enseñas que puedo llegar a mucho más.
Tú me haces creer en el ser humano,
con todo lo que tiene de grandeza y fragilidad.
La fe en ti, Señor, me aparta de fatalismos y desesperanzas,
porque me haces confiar en las personas.
Hay mucho dolor en nuestro mundo,
a algunos les ha tocado una vida muy dura...
Hoy te pido que susurres al oído de cada hermano:
"Tu fe te ha salvado, vete en paz"...
Mari Patxi Ayerra (adaptación)
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 31 de marzo de 2025
Lunes, 31 de marzo de 2025
domingo, 30 de marzo de 2025
Domingo, 30 de marzo de 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 15, 1-3. 11-32
En aquel tiempo, solían acercarse a
Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los
escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con
ellos."
Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el
menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la
fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días
después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y
allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue
entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a
sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago
de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando
entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de
pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde
está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti;
ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se
puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su
padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y
se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. "
Pero
el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y
vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el
ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío
estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contesto: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y
él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin
desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para
tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que
se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El
padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo:
deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha
revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El drama más grande de una persona es vivir lejos de Dios. Lejos del
Padre estaba el hijo pequeño. Y quizá más lejos todavía estaba el
corazón del mayor, aunque viviera en la casa.
Lejos de Dios estamos
cuando vivimos encerrados en nosotros mismos, en nuestro egoísmo; cuando
no rezamos o rezamos sin confianza, sin disponibilidad, sin amor;
cuando hacemos mal y cuando cumplimos nuestra obligación como si fuera
un castigo; cuando no participamos en la comunidad cristiana o cuando lo
hacemos con desgana...
En esta cuaresma ¿cómo vamos a volver al Padre y a su casa (la comunidad)? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Cada mañana me regalas una parte de tu herencia
y pones en mis manos la libertad más grande,
aunque pueda alejarme de ti.
Cada mañana sales al balcón
y vigilas el horizonte
para ver si vuelvo.
Cada mañana bajas saltando las escaleras
y echas a correr por el campo
cuando me adivinas a lo lejos.
Cada mañana me cortas la palabra,
te abalanzas sobre mí
y me rodeas con un abrazo redondo
el cuerpo entero.
Cada mañana organizas una fiesta por mí
y por cada hermano que vuelve a tu Casa,
porque tu alegría es más grande que tu corazón.
Cada mañana me dices al oído
con voz de primavera:
hoy puedes empezar de nuevo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 29 de marzo de 2025
Sábado, 29 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 18,9-14
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían
seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta
parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el
otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh
Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos,
adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el
diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y
no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el
pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que
éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En Cuaresma no sólo estamos llamados a rezar más, estamos llamados a
rezar mejor. A veces no rezamos bien, rezamos subidos en la prepotencia,
en el orgullo, en la autosuficiencia, en el desprecio a los demás.
Al leer este Evangelio, podemos caer en la tentación de creer que
nosotros no rezamos así. No vayamos tan deprisa. Rezamos como vivimos, y
¿quién está libre del orgullo?
La sencilla oración del publicano nos ayuda a vivir y a rezar bajando a la verdad, a la humildad, a la pobreza y a la sencillez.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, delante de ti yo quiero ser sólo un pobre, quiero despojarme,
Señor, de mis pretensiones y vanidades; también, Señor, quiero traspasar
mi propia culpa y entrar a tu casa desnudo, meterme en tu corazón como
un niño.
Quiero mirarte a los ojos suplicándote confiadamente. Quiero, Señor, y
deseo apoyarme sólo en tu amor, descansar en tu amor y llenarme de la
alegría de haber hallado tu amor. Tu amor es la casa que me tienes
preparada; he sentido tu invitación y entro en ella sin que me
avergüence mi pecado; sólo deseo habitar en tu casa todos los días de mi
vida.
Tú nunca me vas a echar, sólo me pides que crea en tu amor, que me
atreva a vivir en tu amor, Que nunca me falten la humildad y la
confianza de los niños; para que el orgullo y los desengaños nunca me
separen de ti y pueda amarte con todo el corazón y compartir tu amor con
los más pequeños. Amén.
-------------------------------
Te doy gracias Señor,
porque soy como los demás hombres.
Intento estar seguro de mí
ante tu ausencia,
cuadro mi contabilidad
para no ser sorprendido
al final de la jornada.
Me comparo con los otros
y miro desde arriba
a los que juzgo pecadores,
y en la comparación, no en ti,
he puesto mi seguridad.
También yo tengo elaboradas
condenas de moda,
publicamos al servicio
de los que imponen su imperio,
pero escondo en la ambigüedad
mis pecados de siempre,
radicales trampas contigo,
abismales cortes con el otro.
También yo tengo mis seguros
de ahorros y diezmos,
pequeñas monedas al contado
con las que pretendo negociar
la falta de entrega a tu misterio.
También yo salgo satisfecho
de oírme a mí mismo
de pie en el centro del templo.
Como los demás hombres,
ya puedo abrirme a tu perdón
dándome golpes de pecho
al lado del publicano.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 28 de marzo de 2025
Viernes, 28 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12,28b‑34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
—«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús:
—«El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único
Señor: amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó:
—«Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y
no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el
entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale
más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que habla
respondido sensatamente, le dijo: —«No estás lejos del reino de Dios.» Y
nadie se abrevió a hacerle más preguntas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Para responder a la pregunta de aquel escriba, Jesús une dos textos
perdidos en el mar de leyes del Antiguo Testamento. Toma primero unas
palabras del Deuteronomio 6,4-5: “Amarás a Dios tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Y a continuación une un
fragmento de Levítico 19,18: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Para Jesús amar a Dios, amar al prójimo y amarse a uno mismo no es
incompatible. Todo lo contrario. El amor es indivisible: cuando amamos a
Dios sobre todas las cosas, amamos mejor a los hermanos y a nosotros
mismos. Y, por supuesto, cuando amamos a los hermanos, crece nuestra
capacidad de amar a Dios.
Dice Benedicto XVI: Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son
un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que
nos ha amado primero.
Padre, ¿cómo te podemos amar sin haberte visto jamás?
¿Cómo amarte más que a nada y más que a nadie?
¿No pides demasiado, Señor?
Sólo podremos amarte así, cuando descubrimos tu amor,
Tú nos has amado primero y sigues amándonos primero;
por eso, nosotros podemos corresponder también con el amor.
No nos amas porque te amamos y nos entregamos a Ti.
Te amamos, porque antes Tú nos has amado hasta el extremo.
Gracias, Padre, por ese amor tuyo, gratuito y fiel,
que hace posible nuestro amor a Ti y al prójimo.
Ayúdanos a reconocer y agradecer tu amor,
en los pobres y en las personas,
en tu Palabra, en los Sacramentos,
en la oración y en la comunidad viva de los creyentes,
en todo momento de nuestra vida cotidiana.
Señor Jesús, ayúdanos a mirar con amor a las personas,
a amigos y enemigos, a paisanos y extranjeros.
Ayúdanos a entregarme a todos, contigo y como Tú.
Que nunca olvide que Tú estás presente
en los hambrientos y sedientos, los forasteros,
los desnudos, enfermos o encarcelados;
y que cada vez que amo y ayudo a uno de estos hermanos,
te amo y te ayudo a ti.
Gracias, porque cada vez que amo y sirvo a las personas
se abren más mis ojos para reconocer
lo que Tú haces por mí y lo mucho que me amas.
Oración inspirada en Deus Caritas Est.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 27 de marzo de 2025
Jueves, 27 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11,14-23
En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas
salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero
algunos de ellos dijeron: "Si echa los demonios es por arte de Belzebú,
el príncipe de los demonios."
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él,
leyendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la
ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra
civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios
con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de
Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos
mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo
de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando
un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están
seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las
armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está
contra mí; el que no recoge conmigo desparrama."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Cuando no se quiere a una persona, no se cambia de opinión ni siquiera cuando cura a un endemoniado. Es el caso de Jesús.
Todos hemos sufrido en alguna ocasión esta circunstancia. ¡Cómo duele!
Conociendo un poco a Jesús, podemos imaginar que le dolería más la
dureza de corazón de sus compatriotas que el rechazo que él sufre.
“Señor, gracias por entregar tu vida por los que te rechazamos”
“Danos fuerza para entregarnos por los que nos rechazan”
“Perdona y cura nuestra dureza de corazón”
El Reino de Dios ha llegado a nosotros: Hoy Jesús sigue curando ciegos,
cojos, mudos y toda clase de enfermos, del cuerpo y del alma. ¿No lo
notáis?
“Danos ojos para ver,
corazón para agradecer
y voluntad para colaborar contigo”
Señor: Tú llegas a nuestro mundo y nos invitas a abrir la puerta de nuestro corazón a todas las personas.
Ya nos dijiste que eres Tú quien viene cuando alguien llama a nuestra puerta.
Tu
palabra es ésta: “He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye
mi voz y abre la puerta, Yo entrará y cenaré con él y él conmigo”.
Señor: que sepamos escuchar tu voz, esa voz que nos llega por nuestros hermanos.
Que abramos la puerta para acogerte a Ti, y en Ti a todas las personas.
------------------------------------
Tú, Dios de amor y vida,
no dejas de llamamos,
a cualquier hora y en cualquier lugar,
a una vida plena y feliz.
Tú, Dios de bondad y misericordia,
no abandonas a tus hijos e hijas
aunque hayamos quebrantado tu alianza,
y nos ofreces siempre tu perdón y abrazo de Padre.
Tú, Dios fiel y lleno de ternura,
te haces presente en medio de tu pueblo
para devolverle la alegría, curarle la tristeza,
y abrirle un horizonte de esperanza.
Tú, Dios Padre bueno,
nos das este tiempo para que nos convirtamos
y, creyendo en tu Hijo Jesús, podamos
conocer, gustar y vivir el Evangelio
como buena noticia, ya, en esta tierra,
mientras caminamos hacia tu Reino.
Nosotros, ahora, llenos de alegría,
te alabamos con nuestras torpes palabras.
Pero Tú bien sabes que ellas contienen
lo mejor que hay en nosotros.
¡Gloria y alabanza a Ti
que nos despiertas y recreas cada día!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 26 de marzo de 2025
Miércoles, 26 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5,17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No creáis que he venido a
abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar
plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de
cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno
solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los
hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien
los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús en ocasiones no cumple algunos aspectos de la ley. Y es criticado
por ello. Eso no significa que la ley sea para él inútil. El Evangelio
de hoy nos lo dice. Jesús no ha venido a tirar a la basura la ley, sino a
perfeccionarla.
Es curiosa la actitud de Jesús. A veces se salta la ley, sobre todo
cuando tiene que beneficiar a personas. Y en otras ocasiones en mucho
más exigente que la ley. Nos enseña así a valorar la ley, las leyes. Ni
hay que absolutizarlas, ni hay que ridiculizarlas. El amor es la clave
para entender cualquier ley.
Otra cosa importante: cuando hacemos alguna cosa mal, al principio nos
duele, después nos acostumbramos, más tarde lo justificamos, a
continuación lo enseñamos así a los hombres y, si nos descuidamos,
criticamos a los que hacen lo correcto.
¿Qué te dice el Señor con este Evangelio? ¿Qué le dices?
“Señor, ayúdanos a amar por encima de cualquier ley”
“Danos tu Espíritu para ser fiel a tu ley”
“Perdona nuestras infidelidades y malos ejemplos”
Hay palabras que esclavizan y palabras que liberan...
Tu Palabra alimenta
No te lo decimos, Señor, de oídas
Nosotros hemos comido, nos hemos bebido tus palabras
y nos han sabido a miel, bien sabrosas.
Te damos gracias, Señor, porque no nos falta tu Palabra
Andamos escasos de pan, pero por lo menos te tenemos a ti.
Tu Palabra nos fortalece para buscar el pan,
el pan nuestro, el pan de los pobres, el pan de todos:
el pan de trigo, el pan del amor, el pan de la fe.
Tu palabra nos da fuerza para no desmayar en el camino,
para luchar por la vida, por la justicia, por la paz.
Hemos experimentado que tu palabra da vida,
nos recuerda que somos tus hijos queridos,
que en tu casa y en tu corazón hay un hueco para cada uno
y que tu amor es más poderoso que nuestros errores.
Tu palabra nos anima a vivir como auténticos hermanos,
y da un contento que contagia a todo el cuerpo.
Tu Palabra no es una droga que nos saca de este mundo,
no nos da un bienestar momentáneo que pronto se esfuma.
Al contrario, tu Palabra nos desnuda y nos trae a la verdad
Tu Palabra nos obliga a mirar lo que no queremos ver:
a descubrir nuestra verdad y la verdad de nuestra sociedad.
Tu Palabra, Señor, transforma nuestros pensamientos,
purifica nuestros sentimientos, cambia la vida entera.
Si la aceptamos, si aceptamos la conversión que nos propone
sentimos luego que ella nos da vida verdadera,
esa que el mundo no puede dar ni quitar
Señor, que no nos falte tu Palabra
y que cada día respondamos a ella un poco más
Te lo pedimos por tu Palabra,
Jesús, nuestro Señor. Amén
Salmos de vida y felicidad (adaptación)
---------
Salmo 118:
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.
¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 25 de marzo de 2025
Martes, 25 de marzo de 2025.Solemnidad de la Anunciación del Señor
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1,26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel,
entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué
saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has
encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del
Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará
sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y María
dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le
contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo
te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará
Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez,
ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril,
porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La solemnidad de la Anunciación nos invita a meditar una vez más este
pasaje del Evangelio, a llenarnos de alegría con la Buena Noticia de
Gabriel.
Dios no nos abandona, no se olvida de nosotros, viene a salvarnos, se
encarna, se hace persona humana para que seamos y vivamos como hijos
suyos.
Dios no nos salva sin contar con nosotros, con un gesto lejano y frío,
sino que se acerca a nuestra realidad hasta asumirla, y esto lo hace
contando con nuestra colaboración.
La sencillez, la humildad y la confianza de María, son las actitudes con
las que debemos acoger al Dios que se nos acerca, hoy le pedimos que
nos enseñe a decir como ella: Aquí está la esclava del Señor, que se
cumpla lo que dices.
Vivir
es dejar que la Palabra se haga cuerpo
en nuestro cuerpo humano,
cuerpo de carne y sangre
con espíritu bíblico
y aliento solidario.
Y para ello
se necesita paciencia y tiempo,
cántaros de esperanza compartida
y dejar que la semilla crezca sola
en nuestras entrañas humanas
aunque no sepamos cómo.
Vivir
es gestar en paz y con cuidado al esperado,
que siempre es nuestro hermano,
que viene ilusionado a su casa,
sin ánimo de destronarnos
y sí de enriquecernos y alegrarnos.
Pero para ello
hay que estar embarazados
o dejar al Espíritu que repose,
como él quiera, en nuestro regazo;
y ponerse de parto
para que la Palabra acampe entre nosotros.
Vivir es...
¡Ya estoy, Señor, dándote cuerpo!
Florentino Ulibarri
A mi medida.
¡Tan débil como yo,
tan pobre y solo!
Tan cansado, Señor, y tan dolido
del dolor de los hombres!
Tan hambriento del querer de tu Padre (Jn 4,34)
y tan sediento, Señor, de que te beban... (Jn 7,37)
Tu, que eres la fuerza y la verdad,
la vida y el camino;
y hablas el lenguaje de todo lo que existe,
de todos lo que somos.
Sacias la sed, la nuestra y la del campo,
sentado junto al pozo de los hombres.
Arrimas tu hombro cansado a mi cansancio
y me alargas la mano cuando la fe vacila
y siento que me hundo.
Tu, que aprendes lo que sabes,
y aprendes a llorar y a reir como nosotros
Tu, Dios, Tu, hombre,
Tu, mujer, Tu, anciano,
Tu, niño y joven,
Tu, siervo voluntario,
siervo último
siervo de todos...
Tu, nuestro.
Tu, nosotros!
Ignacio Iglesias
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 24 de marzo de 2025
Lunes, 24 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 4,24-30
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: "Os
aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que
en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo
cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo
el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a
una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había
en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos
fue curado, más que Naamán, el sirio."
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose,
lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se
alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso
entre ellos y se alejaba.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús ensalza a dos extranjeros, A los judíos les duele, les duele
mucho, tanto que pretenden despeñarlo. A veces el amor a lo nuestro, a
la raza nos cierra a la verdad.
“Señor, abre nuestros ojos a la verdad, esté donde esté”
“Perdona y cura nuestra ceguera”
La cruz del viernes santo se va preparando con mucho tiempo. Jesús se va
“ganando” el rechazo de las personas que se sienten aludidas por sus
palabras. Ésta es también la historia de los profetas del Antiguo
Testamento y de los cristianos que viven su fe con coherencia.
“Señor, danos una fe a prueba de rechazos”
“Ayúdanos a acoger con humildad la voz de los profetas”
Los paisanos de Jesús están ciegos. No reconocen que Él es el Mesías, el
Hijo de Dios. También nosotros podemos estar ciegos o, al menos, con
problemas de vista.
Señor, cura mi mirada apresurada y superficial y ayúdame a
contemplar con serenidad y a descubrir la profundidad de lo que
acontece.
Transforma mi mirada pesimista y ayúdame a ver signos de bondad y esperanza en mi vida, en mi comunidad, en el mundo.
No dejes que mire por encima del hombro y ayúdame a ver desde abajo, al lado de los más pequeños.
Ensancha mi mirada, tantas veces interesada, y ayúdame a ver el sufrimiento de los hermanos y mis posibilidades de ayudar.
Purifica
mi mirada implacable y ayúdame a mirarme y a mirar con misericordia
cuando me equivoco, cuando alguien no hace lo que debe.
Dame una
mirada creyente, para descubrirte en mí, en la vida de los que me ayudan
y me necesitan, en la belleza de la creación, en los acontecimientos
más grandes y más sencillos, más alegres y más duros de la vida.
En
fin, Jesús, ayúdame a mirarme, a mirar al Padre, a las personas y al
mundo, con el mismo amor con que tú miras a todo y a todos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 23 de marzo de 2025
Domingo, 23 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 1-9
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los
galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que
ofrecían. Jesús contestó:
-"¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos,
porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís,
todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados
por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás
habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos
pereceréis de la misma manera."
Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar
fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar
terreno en balde?
Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré
alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas"."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no se cansa de hablar de la bondad de Dios: es como un Padre
misericordioso, es como un viñador que cuida también la higuera sin
frutos, como el pastor que busca a las ovejas perdidas...
“Señor, gracias por manifestarnos tu bondad”
“Penetra haznos experimentar cada día la grandeza de tu amor”
Pero tampoco nos engaña. Habla claro. Nos advierte. Podemos perder la
vida si no acogemos su salvación, si no damos frutos, si lo rechazamos,
si vivimos de espaldas al hermano, si dejamos la conversión para
mañana... Muchas veces vivimos como si esta posibilidad no existiera.
¿Eres consciente? ¿Qué le dices a Dios?
Una última reflexión. A veces hasta los cristianos pensamos que los
accidentes y las enfermedades son un castigo de Dios por nuestros
pecados. No es cierto. Jesús lo ha dejado claro: ¿pensáis que los que
fueron aplastados eran más culpables que el resto? Os digo que no.
Señor, líbranos de los agobios, prisas e impaciencias.
Querríamos alcanzar nuestras metas ya.
Nos gustaría quitar nuestros defectos de un día para otro.
Deseamos que los demás aprendan y cambien rápidamente.
En cambio, Tú, Señor, sabes que somos barro
y tienes una inmensa paciencia con todos:
con los que te conocemos y con los que te niegan,
con los que hacemos daño a los demás
y con los que se conforman con no hacer mal a nadie;
con los que retroceden y con los que se paran.
Nos invitas a avanzar hacia adelante,
pero no nos atropellas con amenazas y prisas.
Señor, dame paciencia conmigo mismo,
para que no me hundan mis limitaciones y pecados
y me ayuden a crecer en humildad y confianza en ti.
Dame paciencia para con los demás,
para que sepa aceptarlos y amarlos como son
para motivarles a crecer siempre.
Dame paciencia en mis trabajos y compromisos,
para que siembre con constancia y esperanza
sabiendo que toda semilla da fruto,
antes o después, de una manera u otra.
Amén.
----------------------
Yo doy tan poco fruto,
y tú no desesperas.
Parezco viña estéril,
incapaz de producir
una buena cosecha
de verdades y justicia,
de humildad y amores,
de compasión y reposo.
Pero tú no abandonas,
y sigues cuidando esta parcela
con el sol de tu palabra
y tu lluvia de agua viva.
Con sabiduría riegas
este campo sediento.
Remueves la tierra,
podas los sarmientos,
adivinas los brotes donde, un día,
habrá fruto.
No desistas, viñador.
Llegará un día
en que todo estará
como soñaste.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 22 de marzo de 2025
Sábado, 22 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 15,1-3.11-32
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los
pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre
ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos."
Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de
ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo
menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó
su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por
aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue
entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a
sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las
algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen
abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en
camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo
y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de
tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos,
su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello
y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo
y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a
sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un
anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y
matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha
revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el
banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la
casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le
preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre
ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se
indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba
persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te
sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un
cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese
hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el
ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y
todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba
muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Somos muy parecidos al hijo mayor: creemos que somos los mejores, el
orgullo cerca nuestro corazón, trabajamos para que Dios nos ame, no nos
damos cuenta de que todo lo suyo es nuestro, nos indigna el pecado del
hermano y la bondad de Dios.
A veces somos como el hijo pequeño: exigimos lo que no nos corresponde,
nos cansamos de lo bueno, nos alejamos de Dios, de nuestra familia, de
la Iglesia, despilfarramos lo que no hemos ganado, somos infelices...
Pero la historia no acaba aquí: pensamos, volvemos, pedimos perdón; Y
Dios nos ve... se conmueve... corre... nos abraza... nos llena de
besos... nos reviste con el traje, las sandalias y el anillo de hijos...
y hace una fiesta, una gran fiesta.
Señor, a veces me parezco al hijo pequeño de la parábola: soy
exigente y egoísta, no encuentro la felicidad en la sencillez de la
oración y el trabajo de cada día, en el cariño de la familia y amigos. Y
me alejo.
En otros momentos soy como el hijo mayor: orgulloso y envidioso. Me
creo mejor que los demás y mejor que Dios. Pierdo la capacidad de
alegrarme con el éxito de los humanos. Soy hijo, pero me siento esclavo.
Señor, gracias, porque me buscas siempre, porque me ayudas a
sentirme hijo tuyo y hermano de cuantos me rodean. Gracias, porque en la
Comunión contigo, me enseñas y das fuerza para perdonar, como tú me
perdonas.
-------------------
Me levantaré e iré,
sé a dónde y a quién.
No es la primera vez que vuelvo
a la casa que un día dejé
arrogante y sin mirarte
poniendo a prueba tu corazón de Padre.
Y tú me sorprenderás, nuevamente,
con tu acogida, como siempre.
Aquí estoy otra vez, Padre.
Te dejaré ser Padre,
reconoceré mis veleidades,
renunciaré a la excusa,
lanzaré silencios que griten;
aceptaré abrazos y besos,
permitiré que me laves como a un niño,
que hagas fiesta en mi nombre,
que me regales anillo y traje...
Aquí estoy otra vez, Padre
No vuelvo a tientas, vuelve el hijo;
el que se marchó de casa
y malgastó tu hacienda,
el que te hirió el corazón
y rompió tus planes,
el que quiso olvidarte
con juergas y fiestas,
el de siempre...
Aquí estoy otra vez, Padre.
Vengo como me ves,
como ya sabes;
por necesidad,
herido y con hambre,
porque sólo en ti halla paz
mi pobre y vacío ser
que ha fracasado en su huida
y en sus veleidades.
Aquí estoy otra vez, Padre.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 21 de marzo de 2025
Viernes, 21 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 21,33-43.45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del
pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una
viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa
del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado
el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para
percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando
a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con
ellos lo mismo.
Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo."
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero:
venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo
empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño
de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?"
Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará
la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y
Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor
quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se
os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que
produzca sus frutos." Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus
parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban
echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta. que no
saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que hablaba de ellos.
Ojalá comprendiéramos que esta Palabra, su Palabra, está dirigida a cada
uno de nosotros.
“Habla, Señor, que tu hijo escucha”
“Tu Palabra, Señor, es luz en sendero”
“Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna”
Dios es el amo de la viña, una viña bien plantada, bien cuidada... Tenía
hasta lagar y casa para el guardia. Esa viña es el mundo, es nuestra
propia vida. Los labradores querían ser dueños de la viña, sin dar
cuentas a nadie. Algo semejante nos ocurre a nosotros. Olvidamos que el
mundo y la vida son regalo de Dios, no queremos dar cuentas a nadie...
Por este camino, la viña se echa a perder, no damos fruto, somos
infelices...
“Gracias Señor, por el regalo de la vida, del mundo”
“Enséñanos a ser buenos administradores”
Nos molestan las personas que nos recuerdan la verdad de nuestra vida,
la verdad de nuestro mundo. Y tratamos de apartarlas, de hacerlas
callar, de suprimir su voz.
“Señor, que sepamos acoger a tus profetas”
“Haznos mensajeros de la verdad, de tu amor”
Señor de la existencia: ¡Quién supiera hacer de su entera vida
una acción de gracias,
y de todos los latidos de su corazón
una alabanza a tu nombre!
Anunciar, lo mismo en las horas felices
que en la desgracia,
la fidelidad de tu amor que nunca disminuye.
Señor de la existencia:
Tus acciones son la fuente de mi alegría
y en tus obras, se sacia mi corazón, siempre insatisfecho.
¡Qué sabio es tu proceder con los humanos!
¡Qué profundos los caminos que abres al que llamas para ti!
Los necios quieren guiarse por su propia razón,
¡y todos sus pasos conducen al atolladero!
Cuando parece que el triunfo va a coronar sus esfuerzos,
el gusano de la amargura
o el fuego de la incertidumbre
ponen fin a su orgulloso florecer.
Porque todo el que no siembra contigo, desparrama;
y la vida que no se nutre de ti
enflaquece sin gracia y sin destino.
Señor de la existencia: Tú viertes en mis venas aromas de esperanza
y templas mis nervios
con las armonías del más virtuoso instrumentista.
Por eso, el conjunto de mis años
será una gozosa melodía,
una cantata de los más gloriosos acordes,
que hará enmudecer de asombro
a todos los que negaron tu necesidad y tu presencia.
El que confía en ti, Señor,
escapa a los juicios mezquinos de la historia,
y sus raíces, bien regadas, dan fruto
más allá de los cambios de ideologías, modas y poderes.
¡No hay frustración para quien se abandona a tus destinos,
ni vejez o enfermedad que no lleven sus frutos de madurez!
Señor de mi existencia:
¡Ojalá fueses Tú el único músico de mi vida;
y yo, únicamente, cantor de tus verdades!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 20 de marzo de 2025
Jueves, 20 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 16,19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se
vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y
un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de
llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y
hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de
Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el
infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a
Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de
mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la
lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó:
"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez,
males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y
además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no
puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan
pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces,
padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco
hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a
este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los
profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero
si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no
escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un
muerto."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Para descubrir qué me dice Dios a través de su palabra hay un método muy
sencillo: ponerse en el lugar de cada uno de los personajes:
A veces nos sentimos como Lázaro: pobres, olvidados, hambrientos... Y
Dios sale a nuestro encuentro y nos da mucho más de lo que podríamos
siquiera soñar. El Señor es para nosotros riqueza, cercanía, pan de
vida. Damos gracias.
Pero no podemos negar que en muchísimas ocasiones nos parecemos más al
rico Epulón: satisfechos, egoístas, insensibles... Y Dios nos advierte
cuál es la meta de este camino: el sufrimiento, la angustia, la
soledad... Dios nos llama a la conversión, porque quiere la salvación,
la felicidad de todos. ¿Cómo voy a convertirme? ¿Qué le digo a Dios?
Pídele fuerza.
Damos un paso más. Estamos llamados a ser transparencia de Dios. Él
consuela a los pobres e invita a los ricos a abrir su corazón a los
necesitados.
Los lázaros,
los hijos de la calle,
los parias de siempre,
los sin techo,
los sin trabajo,
los desarraigados,
los apátridas,
los sin papeles,
los mendigos,
los pelagatos,
los andrajosos,
los pobres de solemnidad,
los llenos de llagas,
los sin derechos,
los espaldas mojadas,
los estómagos vacíos,
los que no cuentan,
los marginados,
los fracasados,
los santos inocentes,
los dueños de nada,
los perdedores,
los que no tienen nombre,
los nadie...
Los lázaros,
que no son aunque sean,
que no leen sino deletrean,
que no hablan idiomas sino dialectos,
que no cantan sino que desentonan,
que no profesan religiones sino supersticiones,
que no tienen lírica sino tragedia,
que no acumulan capital sino deudas,
que no hacen arte sino artesanía,
que no practican cultura sino costumbrismo,
que no llegan a ser jugadores sino espectadores,
que no son reconocidos ciudadanos sino extranjeros,
que no llegan a protagonistas sino a figurantes,
que no pisan alfombras sino tierra,
que no logran créditos sino desahucios,
que no innovan sino que reciclan,
que no suben a yates sino a pateras,
que no son profesionales sino peones,
que no llegan a la universidad sino a la enseñanza elemental,
que no se sientan a la mesa sino en el suelo,
que no reciben medicinas sino lamidas de perros,
que no se quejan sino que se resignan,
que no tienen nombre sino número,
que no son seres humanos sino recursos humanos...
Los lázaros,
los que se avergüenzan y nos avergüenzan,
pueblan nuestra historia,
fueron tus predilectos
y están muy presentes en tu evangelio.
Los lázaros
pertenecen a nuestra familia
aunque no aparezcan en la fotografía,
y serán ellos quienes nos devuelvan la identidad
y la dignidad perdidas.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 19 de marzo de 2025
Martes, 19 de marzo 2025. San José. Día del Seminario
San José. Día del Seminario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1,16.18-21.24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba
desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba
un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no
quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había
tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que
le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu
mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará
a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de los pecados." Cuando José se despertó, hizo lo que le había
mandado el ángel del Señor.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hay procesos vocacionales muy sencillos, sencillos, normales, difíciles,
muy difíciles y como el de San José. El Evangelio no se recrea contando
las dudas, los sufrimientos y las cavilaciones del carpintero. Pero nos
podemos imaginar cómo estarían la cabeza y el corazón de este hombre
cuando se entera de que María está embarazada.
José no se precipita, no se deja llevar por el "calentón": no denuncia a María, ni siquiera se separa de ella.
José abre su corazón al Señor. Y el Señor lo ilumina, no sabemos cuando,
pero si sabemos que el Dios es poco devoto de las prisas.
José se fía. No entiende, no entiende nada. Deshace los proyectos
soñados y camina sobre el mar de sus dudas, con la seguridad de la fe.
En esta fiesta de San José celebramos el Día del Seminario. Rezamos por
los seminaristas, por los sacerdotes, por todos los cristianos (niños,
jóvenes y adultos) para que busquemos siempre conocer y cumplir la
voluntad de Dios.
Te damos gracias, Padre nuestro, por San José. Él fue CUSTODIO Y
PROTECTOR de María y de Jesús. Él es custodio y protector de la
comunidad cristiana. Fue custodio con humildad, en silencio, con una
presencia constante y una fidelidad total, tanto en los momentos serenos
de la vida como en los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y
en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de
la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y
después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde
enseñó su oficio a Jesús. Fue custodio y protector, aún cuando no
comprendía muchas cosas, con la atención constante a Ti, abierto a tus
signos, disponible a tu proyecto, y no tanto al propio. José es
«custodio» porque sabe escucharte, se deja guiar por tu voluntad, y
precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han
confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a
lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.
Danos,
Padre Nuestro, la fuerza y la luz de tu Espíritu, para seguir el
ejemplo de San José; para responder a tus llamadas, con disponibilidad,
con prontitud; para proteger y guardar a Cristo en nuestra vida, como el
mejor tesoro; para proteger y guardar a la gente, a cada persona, con
amor, a los más cercanos y a los más frágiles, a los que se quedan en la
periferia de nuestro corazón; para cuidar y salvaguardar la belleza de
la creación.
Padre Nuestro, para custodiar y proteger también
tenemos que cuidar de nosotros mismos. Ayúdanos a vigilar nuestros
sentimientos, a estar atentos a nuestro corazón, porque del corazón
salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que
destruyen. Danos acierto para limpiar de nuestra vida el odio, la
envidia, la soberbia, que ensucian la vida; para cultivar la bondad y la
ternura; la esperanza y la entrega. Amén.
Oración inspirada en la homilía del Papa Francisco del 19 de marzo de 2013.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 18 de marzo de 2025
Martes, 18 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 23,1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
"En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos:
haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen,
porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e
insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no
están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para
que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas
del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los
asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la
calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es
vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre
vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del
cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro
consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El
que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen,
porque ellos no hacen lo que dicen. Dicen cosas buenas, aunque sean unos
hipócritas. Hasta los más pecadores pueden enseñarnos algo... Si nos
viene cuesta arriba aprender de las personas coherentes, cuanto más es
tomar lecciones de los que nos parecen “mala gente”. ¿Cómo lo vives?
¿qué le dices a Dios?
Jesús es la Verdad y dice la verdad, escueza a quien escueza. No calla cuando prevé represalias.
“Señor, perdona nuestra falta de verdad”
“Cura el miedo que nos aparta de la verdad”
No os dejéis llamar maestro, es decir, no os pongáis por encima
de los demás. No llaméis a nadie padre en la tierra, es decir, tampoco
os pongáis por debajo. No somos señores ni esclavos de ninguna persona.
Somos hermanos. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¡Qué tiempos estos que nos toca vivir,
en la calle y en la iglesia,
tan convulsos y ambiguos
que, para afrontarlos,
necesitan tu palabra evangélica!
En ellos,
hay cosas que brillan y brillan tanto
que nos deslumbran antes de conocerlas;
y las hay también que nos seducen
al primer golpe,
o al cabo de un rato,
o al caer de la tarde,
o en plena noche,
porque tienen tantas caras y brillos
como oscuridades;
y también las hay que juegan a camuflarse
y engañan a los caminantes
perdiéndolos entre debates,
dogmas
y yermas verdades.
Aunque más duro y triste
es encontrarse con personas
de cultura y fe reconocida y solvente,
que, humildemente y en tu nombre,
se proclaman servidores
mas se creen jefes y señores
sin descubrir sus contradicciones.
Se arrogan tu representatividad,
hacen sufrir a sus semejantes
y traicionan a tantos y tantos creyentes...
Pero Tú nos dijiste para momentos así:
"Tened cuidado, no os dejéis engañar;
y aunque desplieguen gran parafernalia,
no los sigáis... ni a orar ni a tomar cañas.
Permaneced firmes en mi palabra
y tendréis vida en abundancia".
Florentino Ulibarri
El que se humilla, será enaltecido… Jesús es el humillado enaltecido. Y nosotros, ¿nos humillamos con él y como él?
Tú, Jesús humilde,
nunca me has dicho:
Humíllate ante mí,
dobla la cabeza,
el corazón, la vida,
y esparce sobre tu rostro
luto y ceniza.
Tú me propones:
Levanta la mirada,
y acoge la dignidad de hijo
en toda tu estatura.
Humíllate conmigo
y vive en plenitud.
Bajemos juntos
a la hondura sin sol
de todos los abismos,
para transformar
los fantasmas en presencia
y los espantos en apuesta.
Únete a mi descenso
en el vértigo y el gozo
de perdernos juntos
en el porvenir de todos
sin ser un orgulloso inversor
de éxitos seguros.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 17 de marzo de 2025
Lunes, 17 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6,36-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Sed compasivos como
vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no
condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y
se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida,
rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dios es compasivo. Es compasión, es perdón, es generosidad... Nos lo
asegura Jesús en el Evangelio. Y si necesitamos más pruebas, acudamos a
nuestra experiencia y las dudas se desvanecerán.
“Señor, has sido compasivo conmigo, con tu pueblo”
“Te doy gracias por poder sentir tu perdón”
Pero en ocasiones, los nubarrones cubren nuestro cielo, el sufrimiento
vence a la esperanza, la fe se tambalea por el viento recio de la duda. Y
nos parece que Dios nos se ha olvidado, que su compasión se ha acabado,
y su amor generoso es tan solo un invento nuestro. Si ahora te sientes
así, no tires la toalla. Espera. Dios te está preparando para bendecirte
copiosamente.
“Señor, dame fuerza para buscarte en la oscuridad
para rezarte sin sentirte,
para amarte sin experimentar tu cercanía”
Sientas más o menos la compasión de Dios, Él nos llama a ser compasivos,
a no juzgar, a perdonar, a ser generosos... ¿Cómo vas a vivir este
evangelio, a qué personas tienes que acercarte? ¿qué le dices a Dios?
Sobre buenos y malos, Padre,
haces salir el sol y mandas la lluvia.
A todos sostienes,
a todos ofreces tu regazo
y susurras palabras de vida y ternura,
independientemente de sus méritos,
de su dignidad,
de su bondad o malicia,
de su credo,
de su autoestima.
Amas a todos,
mas no eres neutral.
Amas al injusto,
pero detestas la injusticia.
Amas al pobre,
pero aborreces la pobreza.
Amas al engreído,
pero te hastía el orgullo.
Amas al pecador,
pero odias toda maldad.
Graba en nosotros
las claves de tu corazón,
y da a nuestras entrañas
los ritmos de tu querer
para respetar a los que son diferentes,
ser tolerantes con los que no coinciden,
dialogar con los disidentes,
acoger a los extranjeros,
prestar sin esperar recompensa,
defender a los débiles,
saludar a los caminantes,
y amar a todos
por encima de nuestros gustos
y preferencias.
Enséñanos, Padre,
a ser como Tú.
Que todos puedan decir:
Son hijas e hijos dignos de tal Padre.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 16 de marzo de 2025
Domingo, 16 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 9, 28b-36
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a
Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba,
el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De
repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que,
apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en
Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y,
espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, qué bien se
está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías."
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando,
cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube.
Una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el escogido,
escuchadle."
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos
guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que
habían visto.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La cuaresma es tiempo de de conversión, de esfuerzo, de penitencia...
Pero no podemos olvidar la meta que nos espera: la resurrección, la
transfiguración, entendida como resurrección anticipada.
"Señor, danos fuerza para acercarnos a Ti"
"Levanta nuestro ojos de nuestro trabajo, para fijarlos en Ti"
No
es por casualidad que Jesús se transfiguró mientras oraba. Cuando
oramos, cuando abrimos de par en par nuestro corazón a Dios, Él penetra
hasta en lo más íntimo y nos va transfigurando. Nos transfigura el
rostro y la vida.
"Entra en nuestro corazón, Señor, y transfigúranos"
"Haznos fieles a la oración, al encuentro contigo"
Dijo
la voz: "Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle". Los cristianos
hemos de ser "oyentes de la Palabra". La Palabra nos remueve y nos
pacifica, nos ayuda a ver claro, nos conduce por el camino de la vida a
la Vida. La Palabra es Jesucristo. Jesucristo nos habla de muchas
formas, pero sobre todo a través del Evangelio.
"Haznos oyentes de la Palabra, como María"
"Haznos gustar del silencio donde resuena tu voz"
Transfigúrame, Señor, transfigúrame.
Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de ti en tu gloria traspasado.
Transfigúrame, Señor, transfigúrame.
Mas no a mí solo,
purifica también
a todos los hijos de tu Padre
que te rezan conmigo o te rezaron,
o que acaso ni una madre tuvieron
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.
Transfigúranos, Señor, transfigúranos.
Si acaso no te saben, o te dudan
o te blasfeman, límpiales el rostro
como a ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo.
Transfigúralos, Señor, transfigúralos.
Que todos puedan, en la misma nube
que a ti te envuelve,
despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y en ti transfigurada.
Y a mí, con todos ellos, transfigúrame.
Transfigúranos, Señor, transfigúranos.
---------------------
Levanto mis ojos de donde viene mi esperanza.
La esperanza me llega a borbotones de tu inmenso amor,
de que no te olvidas nunca de mí.
Muchos hombres ponen su esperanza
en que tengan suerte en el juego,
en que todo les salga bien,
en la solución de sus problemas.
Mi esperanza es pronunciar tu nombre.
Mi alegría se llama conocerte,
saber de tu bondad infinita,
más allá de donde alcanza mi razón.
Tú eres una puerta abierta,
una ventana llena de luz.
Cuando los hombres me miran,
me preguntan por qué sigo creyendo,
por qué Tú sigues siendo mi esperanza, me digo:
si te conocieran, si supieran sólo un poco de ti,
si ellos descubrieran lo que tú me has dado,
estoy seguro de que no dirían lo que dicen;
pues Tú eres maravilloso, acoges mis pies cansados.
Por eso, por todo y por siempre,
Tú, Señor, eres mi esperanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 15 de marzo de 2025
Sábado, 15 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 5,43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo:
"Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os
digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así
seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su
sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque,
si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo
también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué
hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por
tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Este evangelio nos dice: “sed perfectos, como vuestro Padre celestial es
perfecto”. En otras páginas de la Biblia leemos: “sed misericordiosos
como vuestro Padre es misericordioso” y “sed santos como vuestro Padre
es santo”. Parece claro que para Dios ser santos, ser perfectos y ser
misericordiosos es la misma cosa.
“Miseri-cor-dia” = “miserables-corazón-dar”, significa dar el corazón a
los miserables, a los pobres, a los que no pueden o no quieren
devolveros el favor. Dios es misericordioso porque nos ha dado su
corazón, su amor, a nosotros, que nunca podremos devolverle ni una
centésima parte.
En esta Cuaresma, ¿a que “indeseable” tengo que amar, por que “enemigo”
tengo que rezar, a que “insociable” tengo que saludar? Quizá si le
amamos, si rezamos por él, si le saludamos... descubrimos que no es ni
tan indeseable, ni tan enemigo, ni tan insociable.
Padre bueno, que nos descubriste mediante tu Hijo, la alegría del
perdón, la valentía del amor al enemigo, el imperativo de "no juzgar",
te pedimos que borres tus reclamaciones de nuestro libro, como haremos
nosotros con las nuestras.
Así conseguiremos un libro blanco y limpio, dispuesto para los mensajes de alegría de bondad, de fraternidad, de amor.
Haznos
sentir el perdón como un tesoro recibido de ti y generador de
convivencia pacifica, hasta tal punto que no necesitemos volver a
reclamar, porque todos los rencores quedarán ahogados.
Tú, que
nos conoces por dentro y que podrías llenar mil páginas con los fallos
de nuestra biografía personal pero prefieres la indulgencia, haznos
capaces de imitarte en nuestras relaciones difíciles con el prójimo.
Te lo pedimos por Jesucristo, tu hijo y Señor nuestro. Amen.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 14 de marzo de 2025
Viernes, 14 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 5,20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que
los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis
oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será
procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será
procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer
ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del
fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas
allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu
ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito,
procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea
que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último
cuarto."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A veces oímos o decimos: “yo ni mato, ni robo”. Sin embargo, nos cuesta
muy poco criticar, insultar, hablar mal... Y, aunque nos parezcan
inocentes nuestros comentarios, a veces herimos, herimos mucho.
“Señor, perdona nuestras críticas ácidas”
“Danos un corazón sensible y una palabra delicada”
“Gracias por las personas que tienen un corazón bueno”
No es compatible el amor a Dios y el odio al hermano, aunque nos haya
hecho mucho daño. No es compatible. Quizá anide en nuestro corazón algún
resentimiento, algún rencor, algún deseo de venganza. Pongamos todo en
manos de Dios, para que la oración y las penitencias de la Cuaresma nos
conduzcan a la reconciliación y la paz de la Pascua.
Señor, concédeme el regalo de un corazón reconciliado;
que sepa comprender, antes que condenar;
que busque la unión en vez de la división;
que se deje conducir por el amor y no por interés,
que esté siempre dispuesto a perdonar y a pedir perdón.
Que sepa construir y reconstruir la paz en la familia,
que sea consciente de todo lo que recibo de ella
y de los mucho que los quiero y añoro,
aunque a veces me pongan de los nervios.
Que sepa ser puente de comunicación entre mis amigos,
que no deje crecer las críticas que se hacen a la espalda,
que busque más lo que nos une de los que nos separa;
que sea cercano con quien más necesite el calor de la amistad.
Qué sepa trabajar por la comunión en la comunidad,
que no me deje llevar por estériles protagonismos
y sepa propover la participación de todos,
cada uno con las capacidades que Dios le ha dado.
Qué sepa instrumento de paz en el pueblo o en el barrio, en el mundo;
que tenga especial cuidado y empeño en integrar a todos:
a los pobres, a los marginados, a los que no cuentan;
que no busque la confrontación, sino la comunicación.
Señor, que cada día sepa descubrir tu amor infinito,
muchísimo más grande que todos mis pecados y errores;
para que, a fuerza de acoger tu perdón de Padre y Madre,
sepa contagiar la alegría de vivir como hermanas y hermanos.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 13 de marzo de 2025
Viernes 13 de junio 2025.San Antonio de Padua
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 27-32
Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio.» Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el Abismo.
Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al Abismo.
Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.»
Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer—excepto en caso de prostitución—la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos invita evitar ocasiones de peligro, a purificar todas las impurezas internas y externas, más graves y más leves. Todo pecado nos aparta de Dios, nos rompe por dentro, nos separa de los hermanos, retrasa la plena manifestación del Reino de Dios. No podemos perder el “respeto” al pecado. Si minusvaloramos sus efectos, nos vence. No olvidemos que el pecado sabe camuflarse en apariencias de bondad.
¿Cuáles son los pecados que más suelo cometer? ¿Qué ocasiones me llevan a pecar? ¿Qué tendría que quitar de mi vida para llevar una vida más conforme a la voluntad de Dios?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, enséñame tus caminos
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porqué tú eres mi Dios y mi Salvador,
y todo el día estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acúerdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies del peligro.
Gloria al Padre.....
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Jueves, 13 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 7,7-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Pedid y se os dará,
buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe,
quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros
le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado,
¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará
cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como
queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dios pide nuestra conversión, mejor dicho, Dios pide que nos dejemos
reconciliar por Él. La conversión, antes que un esfuerzo de nuestra
parte es un don de Dios, un don que tenemos que acoger. Y lo acogemos en
la medida en que lo pedimos.
“Señor, concédenos el don de la conversión”
Aunque Dios sepa todo lo que necesitamos antes de pedírselo,
presentemos a Dios nuestra pobreza, la pobreza del mundo... Cuando
pedimos, reconocemos nuestra realidad, crece nuestra confianza en la
bondad de Dios y, si nos conviene, Él nos da fuerza para hacer realidad
nuestra petición.
Dios y Padre nuestro, fuente de todo bien,
es necesario pedirte con confianza cuanto precisamos;
es justo darte gracias por todo lo que recibimos;
es bueno rezar, siempre, en la alegría y la tristeza,
y en todo lugar: en la calle y en el monte, en casa y en la iglesia…
Aunque conoces nuestros deseos antes de contártelos,
aunque no precisas nuestra oración para bendecirnos,
nosotros necesitamos rezar
para abrir el corazón y acoger tus dones,
para sentir tu cercanía, tu ternura, tu amor, tu fuerza...
Gracias, Padre, porque tú inspiras nuestra oración.
porque tus oídos nunca están cerrados a nuestras súplicas
y nos ofreces el regalo, siempre nuevo, de tu Palabra.
Gracias, porque acoges con alegría nuestra oración,
para que nos sirva de salvación,
porque rezar nos ayuda a vivir más felices,
al sentirnos hijos tuyos, hijos amados,
y hermanos de todas las personas. Amén.
--------------
Tú, mi esperanza,
óyeme para que no sucumba al desaliento.
Tú, mi anhelo,
óyeme para que no me dé por satisfecho.
Tú, vida para mi vida,
óyeme para que no deje de buscarte.
Buscarte día a día,
en soledad y compañía,
en los momentos de euforia y alegría,
y en los de tedio y desgana.
Buscarte compartiendo y recibiendo,
buscando y preguntando,
sirviendo y sembrando,
luchando y amando,
orando y glorificando,
trabajando y estudiando,
dialogando y soñando,
muriendo y creando,
viviendo sin fronteras ni murallas.
¡Te busco, Dios!
¡Quiero ver tu rostro!
¡¡Quiero ver tu rostro!!
Saliste a mi encuentro cuando no te esperaba.
Atravesaste puertas y ventanas,
valles y montañas
ríos y murallas,
desiertos y playas,
calles y plazas,
tugurios e iglesias,
tabernas y fábricas...
Te hiciste el encontradizo.
Me sorprendiste a tu manera.
Me tomaste de la mano
como si nos conociéramos de toda la vida.
Y estuvimos un rato juntos.
Te vi un poco,
te sentí junto a mí.
Quiero conocerte más
y tenerte más cerca.
Quiero sentir el calor de tu regazo,
la ternura de tus entrañas,
la pasión de tu corazón,
la angustia de tu alma,
las palabras de tu boca,
el aliento de tu espíritu...
No te hagas esperar.
Te estoy llamando.
Ábreme y déjame entrar...
¡Te busco, Dios!
¡Quiero ver tu rostro!
¡¡Quiero ver tu rostro!!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.