1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 18-22
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla.
Se le acercó un letrado y le dijo: Maestro, te seguiré adonde vayas.
Jesús
le respondió: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero
el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
Otro que era discípulo, le dijo: Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.
Jesús le replicó: Tú, sígueme.
Deja que los muertos entierren a sus muertos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Ser cristiano no es solamente conocer a Jesús, rezar, cumplir ciertas
obligaciones, hacer cosas por los demás... Ser cristiano es
fundamentalmente seguir a Jesús, seguir a Jesús por el camino que él nos
vaya marcando.
¿Cómo descubrir este camino? A través de la oración, de la reflexión, del acompañamiento espiritual...
¿Estas
dispuesto a seguir a Jesús por la senda que te señale? ¿Qué medios
pones y podrías poner para escuchar su voz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le
dices?
El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
Seguir a Jesús normalmente pasa por la pobreza, por la austeridad, Vivir
en pobreza sólo es posible si confío en él, si tengo a Dios cómo el
mejor tesoro.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
La majestad no está en los gestos de orgullo,
en la mirada altiva o el ceño fruncido.
No está en la puerta infranqueable
o en la adulación cortesana.
Tampoco en la altura de los rascacielos
o la privacidad de los accesos exclusivos.
No está en las cenas de gala, la alta costura,
la joyería fina o los gastos suntuosos.
La majestad poco tiene que ver con protocolos
que encumbran al poderoso y ningunean al débil.
¿Dónde, entonces?
En un rey sin trono, palacio o ejércitos.
Sin cuenta corriente, sin otro techo que el cielo.
Un rey sin más ley que el amor desmedido,
sin más cetro que sus manos desnudas,
gastadas ya en tanta caricia, en tanta brega,
por tanto tirar de los derrumbados.
Sin otra atalaya que la cruz, y en ella,
el perdón por bandera, la paz por escudo,
y la justicia, inmortal,
como apuesta eterna.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
Seguir
a Jesús es lo más importante, lo más urgente, lo único necesario; más
que enterrar a un muerto, o terminar una carrera universitaria, o
conseguir un trabajo, o alcanzar cualquier objetivo.
El seguimiento es la brújula que orienta toda nuestra vida (familiar, social, comunitaria, religiosa)
¿Cómo lo vives? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Maestro, te seguiré adonde vayas;
Maestro, dedicaré un tiempo cada día a estar contigo;
Maestro, me gustaría comprometerme con una buena causa;
Maestro, voy a compartir una parte de mi dinero;
Maestro, quiero seguir el camino que Tú me señalas:
Maestro, lo que más quiero en esta vida es ...
Pero, Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre;
déjame terminar primero la carrera o la oposición;
déjame criar primero a mis hijos;
déjame pagar primero la hipoteca;
déjame que antes resuelva todas mis dudas;
déjame ....
Señor, Tú me llamas y yo pongo excusas;
y tú vuelves a decirme: "Tú, sígueme".
Acompáñame, Señor, en esta jornada,
para que sepa aprovechar cada momento,
para seguirte, escucharte y hablarte,
para comprometerme y compartir;
para disfrutar la vida y entregarla del todo. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 30 de junio de 2025
Lunes, 30 de junio de 2025
domingo, 29 de junio de 2025
Domingo, 29 de junio de 2025. San Pedro y San Pablo
San Pedro y San Pablo
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
-«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
-«¡Dichoso
tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de
carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te
daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra
quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en el cielo.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los Evangelios dejan clara la preponderancia de Pedro sobre los demás
apóstoles. En el Evangelio de hoy, Pedro confiesa la fe en Jesús como el
Mesías, el Hijo de Dios vivo y es elegido por Jesús como la piedra
sobre la que se edificará la Iglesia. No sabemos por qué Jesús elige a
Pedro y no a otro, pero lo cierto es que se fija en él para apacentar a
su rebaño y confirmar a los hermanos en la fe.
2000 años después,
es Francisco el que continúa la misión que Jesús dio a Pedro. No falte
hoy nuestra oración por el Papa y por todas aquellas personas e
instituciones que le ayudan en su tarea.
Aunque el Evangelio de
hoy no hable de San Pablo, hoy también celebramos su fiesta. San Pablo
es el perseguidor convertido en evangelizador, el que lleva el Evangelio
a nuevos pueblos, con nuevos lenguajes, el animador de las comunidades
que fundaba...
Damos gracias a Dios por Pablo y por todos los
evangelizadores que la Iglesia ha tenido y tiene. Pedimos por la
Iglesia, para que no pierda pulso misionero, por nosotros mismos, para
que seamos capaces de comunicar la fe que hemos recibido a las personas
con las que convivimos.
Te doy gracias, Señor, porque cuentas conmigo, a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas
conmigo y me llamas, como llamaste a Pedro, un pescador sencillo,
apasionado, bravucón, que se creía más fuerte que sus compañeros.
Cuentas
conmigo y me llamas, Como llamaste a Pablo, Un fariseo inteligente,
fanático, intransigente, que quería acabar con los que no pensaban como
él.
Te doy gracias por Pedro y por todas las personas que son piedra en la que se apoya nuestra vida y nuestra fe.
Te doy gracias por Pablo y por todas las personas que comparten la alegría y la novedad de la fe cristiana.
Te
doy gracias porque cambiaste el corazón de Pedro. Gracias a tu perdón,
Pedro lloró sus pecados se hizo más humilde y se dejó guiar por ti.
Gracias a tu cercanía, Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios y descubrió que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad.
También a mí me has cambiado, Señor. Gracias.
Que
sepa acercarme cada día a Ti, para que puedas acabar la obra que has
comenzado en mí y sepa contagiar la alegría de sentirme amado por Ti.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 28 de junio de 2025
Sábado, 28 de junio de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre
y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en
Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se
pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo,
se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los
maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían
quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
-«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi
Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con
ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo
esto en su corazón.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Ningún ser humano ha tenido un corazón tan parecido al de Jesús como el
de su madre. Releamos el texto del Evangelio de hoy para dejarnos
contagiar por los sentimientos del corazón de María.
Imaginemos la escena: Jesús ha cumplido los doce años. Y entra con sus
padres en el gran templo de Jerusalén. Los ojos de Jesús se fijan en los
cambistas de monedas, en los vendedores de animales, en los sacerdotes,
en los sacrificios de templo... Todo era nuevo para él. Siente
curiosidad y algo más profundo: intuye que su misión tiene mucho que ver
con todo aquello. En la cabeza de este muchacho despierto se agolpan
las preguntas, busca respuestas y por eso, se acerca a los maestros.
Mientras tanto, la madre y el padre se dan cuenta de que su hijo no está
con ellos. Sus corazones se preocupan, se ponen a buscar, hasta que lo
encuentran. María lanza a Jesús un pequeño reproche y Jesús responde a
la madre con palabras que María no puede comprender tan de golpe.
Una vez más, María no comprende, y una vez más María conserva en su
corazón todo lo sucedido, y, con fe, espera que un día el Señor le
revele el sentido de aquél momento, de aquellas palabras.
¿Qué te dice Dios a través del corazón de María? ¿Qué le dices?
Tú eres, María, la experiencia más bella del Evangelio. En ti Dios se
ha hecho Noticia Buena para el hombre. Eres como la luz del alba que
abre camino al Sol; eres esa estrella matutina que anuncia el Día. Eres
la mujer creyente que acoge y guarda la Palabra; la mujer joven que
entra en el plan de Dios libre y gozosa. Eres estilo de vida, nuevo y
fascinante en la Historia; eres, María, la virgen bella y fecunda de
Nazaret.
Mi corazón joven se alegra ante tu presencia luminosa;
mi corazón joven busca en el tuyo un camino de verdad; mi corazón joven
se abre a tu vida limpia y profunda; mi corazón joven busca en tus ojos
un camino de libertad. Me siento feliz porque eres madre y eres virgen;
me siento feliz porque eres como un lago profundo de paz; me siento
feliz porque eres limpia como la luz de las estrellas: me siento feliz
porque eres libre como agua del manantial.
Eras joven, María,
cuando revolucionaste la Historia; eras joven cuando Dios, de puntillas,
llamó a tu puerta; eras joven cuando dijiste “sí” a su proyecto de
vida; eras joven cuando diste decidida, a su plan, respuesta. Eras joven
y te abriste a Dios como la flor al sol; eras joven y dejaste a Dios
que entrara libre en tu tienda; eras joven y tus alas alzaron el vuelo
hasta la cumbre; eras joven y en tu vida, con Dios, entró el ritmo de la
fiesta.
Tu corazón joven dijo: ¿Cómo podrá ser eso? ¿Cómo? Tu
corazón joven dijo: He aquí la esclava; he aquí. Tu corazón joven dijo:
Mi alma glorifica al Señor, mi alma. Tu corazón joven dijo: Hágase en mí
según tu Palabra; tu Palabra. Tu corazón joven dijo: Tus caminos son
mis caminos, mis caminos. Tu corazón joven dijo: ¿qué quieres, Señor, q
yo haga? Tu corazón joven dijo: Tu proyecto es mi proyecto; mi proyecto.
Tu corazón joven dijo: Me alegro en el Dios que me salva.
Gracias,
María, por tu corazón bueno y disponible. Gracias, María, por tu
corazón de ojos limpios y puros. Gracias, María, por tu corazón sincero y
transparente. Gracias, María, por tu corazón claro y luminoso. Gracias,
María, por tu corazón sencillo y humilde. Gracias, María, por tu
corazón lleno de luz y de amor. Gracias, María, por tu corazón abierto
al infinito. Gracias, María, por tu corazón joven, sencillamente, joven.
Aquí
me tienes, en busca de un camino de libertad y fe. Aquí me tienes, en
busca de un proyecto de vida. Aquí me tienes, en busca de Alguien en
quien dejar mi amor. Aquí me tienes, en busca de semillas de alegría.
Aquí me tienes, en busca de paz y de bien. Aquí me tienes, en busca de
un sendero de justicia. Aquí me tienes, en busca del rostro del Dios
vivo. Aquí me tienes, en busca de la libertad perdida.
¡Gloria a ti, María, Casa donde Dios mora! ¡Gloria a ti, María, Madre de Cristo y Madre mía!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 27 de junio de 2025
Viernes 27 de junio de 2025 . Sagrado Corazón de Jesús
Sagrado Corazón de Jesús
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 15, 3‑7
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y escribas esta parábola:
—«Si
uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las
noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy
contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para
decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había
perdido."
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por
un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no
necesitan convertirse.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El corazón representa la sede de los sentimientos. Hoy queremos
adentrarnos en las profundidades del corazón de Jesús, queremos conocer y
saborear un poco mejor sus sentimientos, para que los nuestros sean
cada vez más parecidos a los suyos.
En el corazón de Jesús ocupan
un lugar especial las ovejas descarriadas, las personas que están solas
y sufren, que no disfrutan la cercanía del Padre y el calor de los
hermanos.
¿Qué sentimientos ocupan tu corazón? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
El
corazón de Jesús no se contenta con el lamento, es un corazón capaz de
movilizar las piernas, de agudizar la visión, de poner en marcha la
cabeza para ayudar a esas personas que sufren más. El amor de Jesús es
creativo, imaginativo, busca el camino más adecuado para encontrar a las
ovejas perdidas.
¿Cómo es tu amor? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
El
corazón de Jesús se alegra cuando las personas vuelven al rebaño y
pueden disfrutar de los cuidados del Pastor. Aunque él tenga que
esforzarse, sufrir e incluso dar la vida, se alegra por el bien de las
ovejas, de las personas.
¿Cuál es la razón de tu alegría? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Cuando estamos perdidos,
Tú sales a nuestro encuentro
Cuando estamos cansados,
Tú nos llevas al pozo de tu Eucaristía
Cuando estamos desilusionados,
Tú nos llevas al pozo de tu alegría
Cuando nos perdemos en nuestros pecados,
Tú nos conduces a tu perdón
Cuando nos fijamos en lo exterior,
Tú nos indicas el camino hacia el corazón
Cuando nos alejamos de Dios,
Tú nos hablas con tu presencia
Cuando nos sentimos débiles y muertos,
Tú nos das vida con tu Espíritu Santo
Cuando aparecen arrugas en nuestras almas,
Tú les das vida con tu amor.
-----------------
Venid a un sitio tranquilo;
a un lugar apartado del bullicio agobiante
que nos acompaña día y noche;
a un lugar retirado
de vuestros negocios y preocupaciones,
de vuestras falsas necesidades;
a un lugar apropiado para encontraros
con Dios, entre vosotros y con vosotros mismos.
Venid a un sitio adecuado
para reparar fuerzas.
Y descansad un poco.
Detened vuestro ritmo alocado.
Haced un alto en el camino.
Sosegaos de tanto ajetreo.
Que se calmen vuestros nervios.
Que se serene vuestro espíritu.
Dejad la mochila a un lado,
quitaos las sandalias
y lavaos el cuerpo entero
para reparar fuerzas.
Los que estáis rendidos y agobiados,
los que vivís bajo el yugo de las responsabilidades,
los que soportáis el peso de los compromisos
y de las obligaciones ineludibles,
los que camináis con los ojos tristes
y la espalda doblada,
los que ya sólo divisáis niebla en el horizonte,
los que no sabéis vivir sin cargas y cruces,
echad el freno y apearos
para reparar fuerzas.
Yo os aliviaré.
Os sanaré la mente.
Tonificaré vuestro corazón.
Curaré vuestras heridas.
Vigorizaré vuestro cuerpo.
Calmaré vuestra ansiedad.
Os quitaré las pesadillas...
Estaré con vosotros en todo momento.
Tomaos un respiro conmigo
para reparar fuerzas.
Venid conmigo, amigos.
Gozad este momento y lugar.
Gustad todo lo suyo –que es vuestro–:
las verdes praderas, las aguas frescas,
los árboles frondosos,
el horizonte abierto...
Descansad sin prisas y sin miedo.
Cargad las pilas hasta rebosar
y escuchad mi buena nueva...
para reparar fuerzas.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 26 de junio de 2025
Jueves, 26 de junio 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos,
sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel
día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y
en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos
milagros? Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido.
Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca.
Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron.
contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena.
Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.
Al
terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza,
porque les enseñaba con autoridad y no como los letrados.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy el Evangelio nos recuerda que ser cristiano es vivir de acuerdo con
la Palabra de Dios, es cumplir la voluntad de Dios en cada momento del
día. Sin embargo, muchas veces nos conformamos con rezar, con ir a
misa... Olvidamos ser cristianos en la familia, en el lugar de estudio o
trabajo, con los amigos... En definitiva, somos cristianos a ratos,
cuando nos resulta más sencillo y menos arriesgado. Y ponemos mil
excusas para justificarnos.
A veces nos asusta "cumplir la
voluntad de Dios". Parece que vamos a perder nuestra libertad. Tenemos
miedo de escuchar a Dios, no vaya a ser que nos pida hacer lo que no nos
apetece. La experiencia de los que se fían de Dios y cumplen su palabra
nos dice más bien lo contrario. Aunque parezca incomprensible para la
razón, la experiencia nos enseña que cuanto más obedeces a Dios, más
libre eres. ¿Ha habido alguien más obediente al Padre que Jesús? No. ¿Ha
habido alguna persona más libre que Jesús? Nadie. ¿Queremos seguir su
ejemplo? Pedimos al Espíritu que nos ayude a avanzar por este camino.
Siguiendo
la voluntad de Dios, no estamos a salvo de vientos, lluvias y ríos
desbordados. Los problemas llegan a todos. Es más, en ocasiones las
dificultades vendrán precisamente por vivir de acuerdo con la Palabra de
Dios. Entonces surgen las dudas y crecen las ganas de seguir otros
caminos más fáciles... ¿Qué hacer? Confiar en Jesús: él está con
nosotros y nuestra casa, nuestra vida no se hundirá.
Cantar tu nombre, Señor,
con palabras,
pero sobre todo con vida.
Contar tu historia, Señor,
con relatos,
pero sobre todo con vida.
Repetir tu enseñanza, Señor,
con historias,
pero sobre todo con vida.
Traer tu esperanza, Señor,
con promesas,
pero sobre todo con vida.
Construir tu Reino, Señor,
con proyectos,
pero ante todo con vida.
Porque una vida que te canta
y que te cuenta,
que te anuncia y te acerca,
es una vida plena.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 25 de junio de 2025
Miércoles, 25 de junio de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuidado con los profetas
falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis.
A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos ? Los
árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos.
Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos.
El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego.
Es decir, que por sus frutos los conoceréis.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no se deja llevar por las apariencias. Y quiere que sigamos sus
huellas. En todos los momentos de la historia han habido personas que
han sido lobos rapaces con piel de oveja mansa. Mucho más en nuestra
sociedad en la que la publicidad y el marketing se han desarrollado
tanto. Detrás de formas amables pueden esconderse buenos manipuladores y
bajo formas bruscas pueden presentarse personas sinceras y
bienintencionadas. Hemos de tener cuidado. No podemos ser ingenuos.
“Señor, no dejes que nos dejemos llevar por las apariencias”
“Danos tu Espíritu para descubrir la verdad de cada persona”
“Perdona y cura nuestra superficialidad”
Además de advertirnos, Jesús nos ofrece un criterio para distinguir a
los falsos profetas, a los lobos con piel de oveja: los frutos, las
obras... Las palabras pueden ser engañosas. Fijémonos en la vida: ¿son
capaces de sufrir por los demás? ¿son fieles a las personas cuando
pierden la salud o el dinero? ¿cambian de discurso según las
circunstancias, para conseguir mayores beneficios personales? ¿se
acercan a los pobres, los tratan con respeto?
No nos conformemos con mirar los frutos y la vida de los demás.
Examinemos también nuestra vida, no sea que también seamos lobos con
piel de oveja.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¡Qué tiempos estos que nos toca vivir,
en la calle y en la iglesia,
tan convulsos y ambiguos
que, para afrontarlos,
necesitan tu palabra evangélica!
En ellos,
hay cosas que brillan y brillan tanto
que nos deslumbran antes de conocerlas;
y las hay también que nos seducen
al primer golpe,
o al cabo de un rato,
o al caer de la tarde,
o en plena noche,
porque tienen tantas caras y brillos
como oscuridades;
y también las hay que juegan a camuflarse
y engañan a los caminantes
perdiéndolos entre debates,
dogmas
y yermas verdades.
Aunque más duro y triste
es encontrarse con personas
de cultura y fe reconocida y solvente,
que, humildemente y en tu nombre,
se proclaman servidores
mas se creen jefes y señores
sin descubrir sus contradicciones.
Se arrogan tu representatividad,
hacen sufrir a sus semejantes
y traicionan a tantos y tantos creyentes...
Pero Tú nos dijiste para momentos así:
"Tened cuidado, no os dejéis engañar;
y aunque desplieguen gran parafernalia,
no los sigáis... ni a orar ni a tomar cañas.
Permaneced firmes en mi palabra
y tendréis vida en abundancia".
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 24 de junio de 2025
Martes, 24 de junio de 2025 Natividad De San Juan Bautista
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se
enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una
gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
-«¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él
pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron
extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la
montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Leyendo el Evangelio del Nacimiento de Juan Bautista llama la atención la importancia que se da al nombre del recién nacido.
Juan procede del hebreo Yo-hasnam, con el significado de "Dios es
misericordioso". Otra etimología muy cercana es la de Jo-hanan o
Jo-hannes, que significa "Dios está a mi favor".
Juan era el nombre que mejor reflejaba lo que significaba el nacimiento
de aquel niño para sus padres. Dios ha cumplido su palabra: Isabel había
tenido un hijo en su ancianidad. Sentían que el nacimiento de Juan era
una bendición de Dios para ellos y para todo el pueblo.
Dios también bendice tu vida, es misericordioso contigo, con la humanidad. ¿Qué dices a Dios?
El mismo Jesús atestigua la importancia de San Juan Bautista: “Entre los
nacidos de mujer, nadie más grande que Juan el Bautista". Por otra
parte, es el único santo del que se celebra el nacimiento, coincidiendo
con el solsticio de verano, cuando los días son más largos y las noches
más cortas.
Recordemos algunos rasgos de su vida:
- Juan llama a la conversión: Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos... Dad, pues, fruto digno de conversión.
- No busca protagonismos: Yo no soy el Cristo, sino que he sido
enviado delante de él. El que tiene a la novia es el novio; pero el
amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del
novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud. Es
preciso que él crezca y que yo disminuya.
- Anuncia la venida del Mesías y señala su presencia: Yo os bautizo
en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte
que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. He ahí el Cordero de
Dios. He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se
quedaba sobre él.
- No tiene miedo: Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y
puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano
Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.»
- Vivió la pobreza y la austeridad: Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
¿Qué te dice Dios a través de la vida de Juan Bautista? ¿Qué le dices?
Señor, Tú eres Dios compasivo y misericordioso.
Estás a nuestro lado. Siempre, sin apartarte jamás.
Estás de nuestra parte. Siempre, pase lo que pase.
Estás al lado de cada persona, de todas las personas.
Tu gloria es que todos tus hijos seamos felices,
viviendo como hermanos que aman y se ayudan,
como hijos tuyos, que se dejan cuidar por ti,
que siembran justicia, paz y verdad en el mundo.
Gracias, Señor, por Juan y por todas las personas
que, con su presencia, su cariño y su palabra,
me recuerdan que Tú eres favorable y estás de mi parte.
Gracias por… (recuerdo sus nombres).
Señor, Tú me has llamado, como a Juan,
para que, a pesar de mi pequeñez y mis pecados,
yo sea una bendición para mi familia y mis amigos,
para mi comunidad cristiana y para el mundo.
Tu mano acompañaba a Juan y me acompaña a mí.
Tus manos de alfarero me formaron de barro y espíritu.
Tus manos de madre me acarician y protegen.
Tus manos de pastor me conducen a la vida eterna.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.