Viernes de la 34ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 29-33
En aquel tiempo, puso Jesús una comparación a sus discípulos: Fijaos en
la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos
para saber que la primavera está cerca.
Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Os aseguro que antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá.
El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Fijaos en la higuera... fíjate en la vida, en tu vida, en
la vida de las personas cercanas... fíjate en tu grupo de fe, en tu
parroquia, en la iglesia... fíjate en tu familia, en tu pueblo o ciudad,
en el mundo. Jesús era un gran observador. Ver, mirar, fijarse,
contemplar... ¡qué fácil es y qué poco lo hacemos! ¿nos enteramos de las
cosas que suceden en nuestro mundo y en nosotros mismos? Podemos pedir a
Dios que nos conceda ser personas con vista, con una mirada profunda.
B. La mirada de Jesús no se detenía únicamente en el cielo, mas bien
sabía ver el cielo en la tierra. Descubría al Padre en la historia de su
pueblo, en el corazón de las personas...
Señor Jesús, Tú nos invitas a observar la Naturaleza, a aprender de
su belleza y sus ritmos, del devenir de las estaciones, el germinar de
las semillas y el crecimiento de las plantas.
Señor Jesús,
ayúdame a descubrir todo lo que está despuntando en mi corazón: nuevos
sueños, nuevas ilusiones para proyectos comenzados hace tiempo, nuevos
deseos de amar, de servir a los pequeños, de entregarme a Ti. Agradezco
todos los brotes de vida que van germinando y creciendo en mí, para ser
yo misma, para ser más feliz, para dar más fruto.
Señor Jesús,
limpia mi mirada, para que, a pesar de todas las corrupciones y todos
los escándalos, sepa ver los brotes de vida que crecen en la higuera
seca de nuestra sociedad, en la higuera seca de nuestra iglesia:
personas mayores que comparten todo su tiempo y su sabiduría con los
demás; jóvenes que van contracorriente, se acercan a Dios y dedican
tiempo a los demás; niños que no pasan de largo ante las lágrimas de un
compañero, enfermos que animan a sus familias, personas que en su
trabajo no se conforman con cumplir… ¡Cuántos signos de vida, Señor!
Señor
Jesús, ayúdame a confiar en tus palabras, que no pasan nunca, que me
emocionan cada vez que las escucho, que impulsan mi vida, que construyen
tu Reino de justicia y paz, de gracia y amor; que fortalecen mi
esperanza en Ti, en mí, en la gente que me rodea, en la Iglesia y en el
mundo. Tú estás a nuestro lado y tus palabras nos aseguran el final más
feliz. Gracias, Jesús.
C. Tenemos que aprender a mirar al estilo de Dios. Dios, que es bueno,
que es Amor, mira todo con bondad y amor. En la Creación, el libro del
Génesis repite: "y vio Dios que era bueno" (Gn 1,4.10...). Y el
Evangelio nos cuenta que Jesús "fijando en él (joven rico) su mirada,
le amó" (Mc 10,21). Si no miramos con amor, no descubriremos al
Dios-Amor en la vida, en la historia.
"Cura Señor mi mirada, tantas veces fría y egoísta"
"Gracias, Señor, por las personas que miran con amor"
"Ayúdame a descubrirte y a disfrutar de tu presencia".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
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