Sábado 34ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Tened cuidado: no se os
embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y
se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre
todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que
está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del Hombre.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "No se os embote la mente". La advertencia de Jesús es
quizá en nuestro mundo todavía más necesaria que en la Palestina del
Siglo I. Hay muchos intereses que quieren que no funcione nuestra mente.
Se invierte mucho dinero para que pensemos lo que conviene a los que
pagan. Y muchas veces consiguen sus propósitos: no nos llama la atención
que cada día mueran miles de niños por hambre, por el aborto... Parece
normal que empleemos más dinero en colonias, deportes, espectáculos que
en solidaridad. Podríamos poner mil ejemplos. ¿Qué embota mi cabeza?
Pedimos a Dios que nos ayude a descubrir y a superar las trampas que continuamente se tienden a nuestro paso.
B. "Estad despiertos". No os traguéis cualquier cosa. Pensad ¿qué se
dice? ¿quién lo dice? ¿para qué lo dice? ¿a quién beneficia? Rezad ¿qué
me dices tú, Señor? La Palabra de Dios no tiene intereses en esta
tierra, mejor dicho, tiene un sólo interés: la felicidad de todos.
Pensar y rezar son los mejores medicamentos para combatir la enfermedad
del sueño.
C. Las advertencias de Jesús son importantes. No es lo mismo estar
despiertos o dormidos, con mente embotada o clara. Nos jugamos mucho.
Nos jugamos la salvación. Es decir, nos jugamos que nuestra vida tenga
sentido o no. Nos jugamos ser felices o no. Nos jugamos que otras
personas vivan felices o no.
Señor,
nos quieres en vela,
despiertos, atentos, sin perdernos una,
con los ojos fijos en ti y en el mundo en el que vivimos,
en las personas que gozan y sufren a nuestro lado;
porque Tú estás presente en todo lo que sucede
y nos hablas desde cada acontecimiento.
Señor,
nos quieres en vela,
siempre en camino, siempre en pie,
siempre superando etapas
y afrontando nuevas rutas,
siempre discriminando lo que más conviene,
siempre preparados para lo que haga falta.
Señor,
líbranos del vicio y la bebida,
de la preocupación del dinero,
del activismo, los agobios y prisas,
de las obsesiones, la comodidad y la pereza,
de todo lo que nos anestesia
de todo lo que nos impide verte.
Señor,
danos la fe necesaria para que, desde la caridad,
nos encuentres siempre en vela para verte,
y con el corazón abierto, para acogerte;
para disfrutar de la paz y la alegría
que sólo Tú nos puedes dar. Así sea.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
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