Viernes de la 19ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 19, 3-12
En aquel tiempo se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para
ponerlo a prueba: "¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier
motivo?" El les respondió: "¿No habéis leído que el Creador en el
principio los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre
a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una
sola carne? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que
Dios ha unido, que no lo separe el hombre"". Ellos insistieron: "¿Y por
qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?" El les contestó:
"Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras
mujeres; pero al principio no era así. Ahora os digo yo que si uno se
divorcia de su mujer -no hablo de prostitución- y se casa con otra,
comete adulterio". Los discípulos le replicaron: "Si ésa es la situación
del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse". Pero él les dijo: "No
todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos
que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los
hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el Reino de los cielos. El
que pueda con esto, que lo haga".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En esta sociedad del usar y tirar, la fidelidad no está de moda, cuesta
creer en el amor eterno, en el matrimonio “hasta que la muerte nos
separe”, parece imposible consagrarse por entero al sacerdocio o tomar
el camino de la vida religiosa por el Reino de los cielos.
La fidelidad es importante en las relaciones con los amigos, con la
familia, con los compañeros de trabajo... La fidelidad se aprende
ejercitándola en los pequeños compromisos de cada día. Quien no lucha
por ser fiel en lo poco, no lo será en lo mucho.
La fidelidad es un don del Espíritu Santo, un don que tenemos que
agradecer y pedir para los matrimonios y para los sacerdotes,
especialmente para aquellas personas que tienen dificultades para ser
fieles a su vocación.
Sin el Espíritu Santo,
Dios está lejos,
Cristo permanece en el pasado,
el Evangelio es letra muerta,
la Iglesia una simple organización
la autoridad sería dominación,
la misión una propaganda,
el culto una evocación
y el actuar cristiano una moral de esclavos.
Pero con la presencia del Espíritu,
el cosmos se eleva y gime en el parto del Reino,
Cristo resucitado está presente,
el Evangelio es potencia de vida,
la Iglesia significa la comunión trinitaria.
la autoridad es un servicio de liberación,
la misión es un Pentecostés,
la liturgia una memoria y anticipación,
el actuar humano se deifica.
Ignacio IV Hazin, patriarca de la Iglesia greco-ortodoxa de Antioquía
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Páginas
▼