Jueves de la 19ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 21-29
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús, le preguntó: "Señor, si mi
hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete
veces?". Jesús le contestó: "No te digo hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete".
Y les propuso esta parábola: "Se parece el Reino de los cielos a un rey
que quiso ajustar cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le
presentaron uno que debía tres mil talentos. Como no tenía con qué
pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y
todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus
pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré
todo". El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar,
perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno
de sus compañeros que le debía cien denarios, y, agarrándolo, lo
extrangulaba diciendo: "Págame lo que me debes". El compañero,
arrodillándose a sus pies, le rogaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y
te lo pagaré".
Pero él se negó, y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que
debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y
fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo
llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné
porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu
compañero, como yo tuve compasión de ti?". Y el señor, indignado, lo
entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con
vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su
hermano". Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a
la región de Judea, al otro lado del Jordán.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¿Podremos calcular algún día cuanto debemos a Dios? ¿Sabremos medir todo lo que Dios nos perdona? Damos gracias.
Normalmente, tratamos a los demás como ellos nos tratan a nosotros. Pero
Dios nos pide que tratemos a Dios con ÉL nos trata a nosotros.
Dios perdona para que nosotros perdonemos. A veces no nos cuesta
perdonar, pero en otras ocasiones nos sentimos tan heridos que el perdón
nos parece un camino imposible de recorrer. No olvidemos que perdonar
es un don de Dios, un don que debemos pedir.
El rey de la parábola se irrita contra el empleado aprovechado, que
recibe el perdón y no perdona. Nunca nos sentiremos perdonados si no
perdonamos de corazón.
No te cansas de mí,
aunque a ratos
ni yo mismo me soporto.
No te rindes,
aunque tanto
me alejo, te ignoro, me pierdo.
No desistes,
que yo soy necio,
pero tú eres tenaz.
No te desentiendes de mí,
porque tu amor
puede más que los motivos.
Tenme paciencia,
tú que no desesperas,
que al creer en mí
me abres los ojos
y las alas…
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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Señor, disculpa mis flaquezas,
mis caídas y silencios.
Dame otra oportunidad.
Olvida mis negaciones,
mi tibieza, mis eternas contradicciones.
Ábreme otra vez la puerta,
acógeme en tu casa
y en tu abrazo.
Tú, que sabes cómo soy.
Perdona tú, hijo,
a quien te hirió con sus flaquezas,
sus caídas y silencios…
a quien no estuvo a la altura,
a quien no supo quererte bien…
Pero ¿por qué?
¿para que me vuelva a herir,
me falle de nuevo,
o me deje en la estacada?
¿Cómo olvidar la decepción,
las medianías,
las perpetuas frustraciones?
¿Por qué mantener la puerta abierta,
mi casa dispuesta y el brazo tendido?
He ahí el dilema, constante y humano.
La doble medida. La piedad suplicada para uno mismo
y negada al otro. El amor acogido con gratitud,
pero entregado con cuentagotas.
La claridad ante la necesidad propia,
que se vuelve ceguera ante lo ajeno.
Aprended de mí,
que soy Dios de misericordia.
inspirado en Mt 18, 21-29, por Rezandovoy
Dios y Señor nuestro, que sea perfecto como Tú eres perfecto,
que sea comprensivo como Tú eres comprensivo conmigo,
que sea misericordioso como Tú eres misericordioso conmigo,
que sea generoso como Tú eres generoso conmigo,
que sea...
que sepa perdonar como Tú me perdonas,
que sepa estar cerca como Tú estás cerca de mí,
que sepa cuidar a quien lo necesite como Tú cuidas de mí,
que sepa...
En definitiva, que sepa amar a todos,
a los que me hacen bien y a los que me hacen daño,
como Tú me amas a mí, con todo el corazón,
cuando te amo y cuando te olvido.
¿Señor, no es excesivo lo que te pido,
no es demasiado empinado el camino que me señalas?
Es inalcanzable, Señor, para mis pobres fuerzas,
pero contigo puedo parecerme, cada día, más a Ti.
Porque Tú no sólo eres mi modelo y mi camino,
Tú eres mi fuerza y mi energía.
Gracias, Señor.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
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