San Marcos
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.
A
los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi
nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si
beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los
enfermos, y quedarán sanos.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
San
Marcos se dejo seducir por Cristo. El amor de Dios llenaba su corazón
de alegría, una alegría que tenía que compartir. Entendió enseguida que
ser cristiano es ser anunciador de una Buena Noticia: escribió con
sencillez su Evangelio y lo anunció con todas las fuerzas de su alma.
¿Evangelizas? ¿Cómo lo haces? ¿Con qué palabras y con qué gestos? ¿Qué
te dice Dios? ¿Qué le dices?
El que crea y se bautice
se salvará, será más feliz, su vida tendrá sentido, su esperanza será
más fuerte, tendrá más fuerza para amar, para perdona, para entregar su
vida…
“Gracias Señor por el don de la fe y del bautismo”
Echarán
demonios: mentiras, injusticias, guerras, discordias… Hablarán lenguas
nuevas: el testimonio, la entrega, la dulzura…. Cogerán serpientes y
beberán venenos: incomprensiones, rechazos, insultos… y no les hará
daño.
Es fácil amar lo amable, rozar lo bello,
admirar brillos y fachadas,
agujero negro de miradas distraídas;
aplaudir lo exitoso,
jalear lo apuesto,
empujar aún más alto
lo que no toca techo.
Difícil es adentrarse en el caos
oculto tras el rostro cordial.
Deambular por las estancias
pobladas por demonios de dentro,
las memorias
que encadenan nuestro vuelo a derrotas pasadas,
los amores difíciles,
las batallas perdidas,
los gritos que, sin darlos,
martillean en cada rincón.
Difícil, pero posible.
Todos necesitamos,
alguna vez,
alguien
que toque, con ternura,
nuestras cicatrices.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
-------------------
«Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». Con estas
palabras, Jesús, te diriges a cada uno de nosotros. Quieres que
contagiemos la alegría de encontrarte, el gozo de la fe, de sentirnos
amados por ti; para que todos te conozcan, te amen y sean más felices.
La fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte.
¿Dónde
nos envías, Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envías a
todos. El evangelio es para todos. No es sólo para los que nos parecen
más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. También
para quien parece más lejano, más indiferente. Tú buscas a todos,
quieres que todos sientan el calor de tu misericordia y de tu amor.
Señor,
no tengo ninguna preparación especial y a veces soy una calamidad. Como
Jeremías, yo también te digo: «¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé
hablar, que sólo soy un niño». Y tú me dices lo mismo que dijiste a
Jeremías: «No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte». «No
tengáis miedo», nos dices. Cuando vamos a anunciarte, Tú mismo vas por
delante y nos guías. Nunca nos deja solos, nunca dejas solo a nadie. Nos
acompañas siempre.
Jesús, no nos has dicho: «Ve», sino «Id». Nos
envías juntos, en grupo, en comunidad, en iglesia. Juntos hacemos
frente a los desafíos. Juntos somos fuertes. Juntos descubrimos recursos
que pensábamos que no teníamos.
Nos envías para servir.
Evangelizar no son sólo palabras, es dejar que nuestra vida se
identifique con la tuya, es tener tus sentimientos, tus pensamientos,
tus acciones. Y tu vida, Jesús, es una vida para los demás, es una vida
de servicio. Ayúdanos a superar nuestros egoísmos, para servir,
inclinándonos para lavar los pies de nuestros hermanos, como tú hiciste,
como tú haces, Jesús.
Danos un corazón que sepa acoger la fuerza
que nos ofreces para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para
destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio;
para edificar un mundo nuevo. Gracias, Jesús, porque, a pesar de
nuestras miserias, cuentas con nosotros, cuentas conmigo.
Inspirada en una homilía del Papa Francisco en la JMJ Rio de Janeiro 2013
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Páginas
▼