Viernes de la 8ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 11, 11-26
Después que la muchedumbre lo hubo aclamado,
entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo, y,
como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre.
Vio
de lejos una higuera con hojas, y se acercó para ver si encontraba
algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de
higos.
Entonces le dijo: Nunca jamás coma nadie de ti.
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron
a Jerusalén, entró en el templo, se puso a echar a los que traficaban
allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que
vendían palomas.
Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y
los instruía diciendo: ¿No está escrito: Mi casa se llama Casa de
Oración para todos los pueblos? Vosotros en cambio la habéis convertido
en cueva de bandidos.
Se enteraron los sumos sacerdotes y los
letrados, y como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado
de su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él.
Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz.
Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Jesús contestó: Tened fe en Dios.
Os
aseguro que si uno dice a este monte: «Quítate de ahí y tírate al mar» ,
no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.
Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y
cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para
que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Mi casa se llama Casa de oración”. Nosotros no tenemos en nuestras
iglesias palomas, bueyes y cambistas y traficantes. Pero a veces nuestra
oración tiene más de acuerdo comercial que de trato amoroso. Confiamos
poco en Dios. Le ofrecemos para que nos dé, en vez de para mostrarlo
nuestra gratitud por lo que nos ha dado. ¿Cómo es tu oración? ¿Qué te
dice Dios? ¿Qué le dices?
“Tened fe en Dios”. ¿Rezamos con fe?
Dios nos concede siempre lo que pedimos, si nos conviene. Si no nos
concede lo que hemos pedido, preparémonos para recibir algo mejor, algo
que nos hará más humanos, más cristianos. En todo caso cada vez que
rezamos, Dios nos regala la fuerza de su Espíritu. ¿Qué te dice Dios?
¿Qué le dices?
Orar es escucharte, Padre,
Antes que yo te hable, me has hablado Tú a mí.
Me hablabas incluso antes de que yo existiera.
Me hablaste al darme la vida.
Me hablas al darme amor y hacerme persona.
Me estás hablando continuamente
a través de la vida y el mundo,
y también, a través de Jesús de Nazaret.
A menudo, yo no me entero,
pero Tú no cesas de hablarme.
Me hablas dentro del corazón,
no con palabras sonoras.
Pero hablas fuerte, muy fuerte
y muy dulce a la vez.
Quiero hablarte,
hablarte sin comerciar contigo,
sin ofrecerte algo
para que Tú me des otra cosa,
sin pretender convencerte
para que me hagas caso.
Quiero hablarte,
hablarte con silencios, con miradas,
con gestos y también con palabras.
Quiero hablarte de eso que Tú me comunicas.
Hablarte poco a poco, palabra a palabra,
sacándolas del fondo del corazón,
palabras preñadas de gratitud y amor.
Quiero hablarte a ti,
que sé que me quieres.
Me cuesta entenderte,
y hasta conocerte,
pero sé con seguridad que me quieres.
Quiero hablarte con entera confianza,
porque soy consciente que me quieres siempre,
incluso cuando actúo mal.
Tú me escuchas siempre, siempre.
Tú me hablas siempre, siempre.
Tú me quieres siempre, siempre.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
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