Lunes de la 4ª semana de Pascua A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 10, 11‑18
En aquel tiempo, dijo Jesús:
—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el
asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo,
abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es
que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen,
igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por
las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las
tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo
Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder
recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo
poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he
recibido de mi Padre.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es nuestro pastor. Ha dado la vida por su rebaño, por cada una de
las ovejas, nos ha defendido en los peligros. A él le importamos de
verdad. Podemos recordar momentos de nuestra vida en los que hemos
sentido la mano del buen Pastor, amorosa y fuerte a la vez. Damos
gracias.
El propósito de Jesús es claro: que haya un solo rebaño y un solo
pastor. Y murió en la cruz para que todos sean uno. Los cristianos, como
Jesús, trabajamos por la unidad de nuestras familias, de nuestros
pueblos y ciudades, de la comunidad cristiana, de la Iglesia entera.
Pedimos perdón por las divisiones que provocamos; damos gracias por el
don de la unidad. Pedimos fuerza para ser instrumentos de unidad.
Jesús da su vida libremente. Sabe que la está jugando cada vez que
habla, cada vez que actúa. Es fiel al mandato del Padre, aunque le
cueste. ¿Qué te dice Jesús? ¿Qué le dices?
Jesús, Buen Pastor, queremos seguir tus pasos. Danos tu Espíritu,
para aprender a vivir en la misericordia. Ayúdanos a descubrir la
gratuidad de tu amor, entrega generosa, don de vida que se regala.
Queremos compartir tu sueño de construir un mundo justo, donde exista
igualdad y una fraternidad real, donde haya pan para todos y la
libertad sea una luz que ilumine a todas las personas.
Danos tu Espíritu, Jesús, Buen Pastor, para perseverar en nuestra
búsqueda, para seguir en camino, para animarnos a la esperanza activa de
hacer un Reino de paz y de bondad para todos.
Jesús,
Buen Pastor, que pasaste haciendo el bien, viviendo la misericordia
en la atención a los enfermos, en la búsqueda de los marginados, en la
denuncia de las injusticias, en la apertura al Dios de la vida, en la
enseñanza paciente de los discípulos, en el anuncio del Reino para
todos.
Danos tu Espíritu, Jesús, para seguirte, para imitar tu entrega, para
hacer el bien en nuestros días, para vivir en la bondad, caminando
hacia tu Reino. Amén
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Nos llamas por nuestro nombre
y nos reconoces por mil gestos y detalles
que llevas grabados en tus pupilas.
Dispuesto a dar la cara y la vida
por nosotros, a pesar de nuestras tonterías,
tus palabras son nuestra seguridad.
Tú eres el buen pastor.
Pastor enérgico que nos sacas del aprisco
y nos pones en camino contigo
en búsqueda de otros pastos y fuentes.
Nos haces repudiar las doctrinas enlatadas,
los ritos repetidos y sin sentido;
y nos dices: Id donde el corazón os lleve.
Tú eres el buen pastor.
Andábamos despistados por ahí,
cada uno en su casa, para sí y a lo suyo,
cuando Tú nos llamaste a tu comunidad.
En tu compañía, al caminar juntos,
hemos abierto los ojos y el corazón
a nuevos y refrescantes horizontes.
Tú eres el buen pastor.
Contigo pasamos de la sumisión
a la fe gozosa y personal,
del gregarismo a la comunión,
del miedo a la libertad,
del individualismo a la solidaridad,
del temor a la filiación.
Tú eres el buen pastor.
Contigo hemos roto el silencio
y nos atrevemos a levantar la voz,
a la denuncia y a la contestación;
y también al canto y a la alabanza
porque bulle la vida en nuestras entrañas
y late de esperanza nuestro corazón.
Tú eres el buen pastor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
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