Domingo de la 4ª semana del t.o. C
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 4, 21‑30
En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:
—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Y decían:
—«¿No es éste el hijo de José?»
Y Jesús les dijo:
—«Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz
también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.»
Y añadió:
—«Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os
garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando
estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre
en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más
que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos
había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de
ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose,
lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se
alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús fue a su pueblo, a Nazaret. Tuvo que ser un día emocionante para
él. Va a anunciar su mensaje a sus amigos, a su familia... Jesús se
presenta como las palabras del profeta Isaías: El Espíritu Santo está
sobre mí, me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres... Los que
habían sido sus vecinos primero reaccionan con admiración, pero después
comienzan a cerrarse: ¿No es éste el hijo de José? Aquel día Jesús
cosechó uno de los fracasos más sonoros y dolorosos. Nos cuesta acoger
la Palabra de Dios cuando el heraldo es un conocido, un amigo, un
familiar...
Los nazarenos perdieron una gran oportunidad para conocer mejor a Dios,
para vivir con más esperanza, con más alegría, con más sentido. Cada vez
que rechazamos la Palabra de Dios, también salimos perdiendo.
¿Qué te dice Dios? ¿Que le dices?
Fuerza mis defensas para librarme.
Sácame de mí mismo para encontrarte.
Llévame a la periferia para centrarme,
Mantenme abierto a lo diferente y extraño.
Ayúdame a aceptar lo inusual y cotidiano
Vacíame plenamente para poder acogerte.
Dame pies firmes para andar siempre.
Y no permitas nunca que pise los sueños de otros
cerrándolos, ignorándolos o rechazándolos.
Hazme espacio abierto y de fácil acceso
para todos los que andan por la vida
buscando manantiales, refugios y caminos.
Florentino Ulibarri
Jesús ensalza a dos extranjeros, A los judíos les duele, les duele
mucho, tanto que pretenden despeñarlo. A veces el amor a lo nuestro, a
la raza nos cierra a la verdad.
“Señor, abre nuestros ojos a la verdad, esté donde esté”
“Perdona y cura nuestra ceguera”
A veces, hacemos cosas buenas por los demás, con gran ilusión. Todo va
bien hasta que llega la primera crítica. En ese momento pensamos: “Son
unos desagradecidos, no se merecen nada, aquí se quedan”. ¿Qué hubiera
pasado si Jesús hubiera pensado así? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Páginas
▼