domingo, 13 de diciembre de 2015

Domingo 13 de diciembre

Domingo de la 3ª semana de Adviento C

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 3, 10‑18

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
—«¿Entonces, qué hacemos?»
Él contestó:
—«El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.»
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
—«Maestro, ¿qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No exijáis más de lo establecido.»
Unos militares le preguntaron:
—«¿Qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.»
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
—«Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Juan Bautista predica la conversión, una conversión que se manifiesta en acciones concretos: repartir túnicas y comida, no exigir más de lo establecido, contentarse con la paga... La conversión del corazón se manifiesta en las obras. Y las obras nos ayudan a convertir el corazón. ¿Qué me pides Señor en este Adviento?

La vida es...
una oportunidad, aprovéchala;
un sueño, hazlo realidad;
una aventura, sumérgete en ella;
un reto, afróntalo;
una promesa, créela;
un misterio, contémplalo;
una empresa, realízala;
un himno, cántalo;
una oferta, merécela.
La vida es la vida, ¡ámala!

La vida es...
belleza, admírala;
riqueza, compártela;
lucha, acéptala;
semilla, siémbrala;
acción, dirígela;
felicidad, saboréala;
sorpresa, ábrela;
gracia, acógela;
llamada, respóndela.
La vida es la vida, ¡vívela!

La vida es...
saludo de Dios, recíbelo;
tesoro, cuídalo;
compromiso, cúmplelo;
amor, disfrútalo;
desafío, encáralo;
regalo, gózalo;
combate, gánalo;
camino, recórrelo;
encuentro, hazlo realidad.
La vida es la vida, ¡entrégala!

La vida es...
manantial, déjalo que brote;
río, acepta que fluya;
camino, anímate a recorrerlo;
proyecto, embárcate en él ahora mismo;
tapiz, entretéjelo con todos los hilos;
campo, áralo y siémbralo;
hoja en blanco, escríbela:
libro abierto, léelo;
riqueza, compártela.
La vida es la vida, ¡gózala!


B. Muchos creían que Juan era el Mesías. Sin embargo él no se deja llevar por los que lo alaban: Yo no merezco desatarle la correa de las sandalias. Cuando la gente habla bien de nosotros, podemos caer en la tentación de creer que somos los mejores. ¡Cuidado!
     "Ayúdame Señor a conocerme y a valorarme con verdad"
     "Perdona Señor por las veces que me creo el mejor"
     "Perdona Jesús porque a veces no confío en los hermanos"

C. Juan bautizaba con agua. Jesús bautiza con Espíritu Santo y fuego. En el Bautismo y en la Confirmación recibimos el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que animó la vida de Jesús, el Espíritu que nos quema por dentro para ser buenos hijos de Dios, para luchar por la justicia, para compartir... No siempre abrimos las velas del corazón para que el viento del Espíritu nos impulse. Cuando nos dejamos llevar, el Espíritu puede hacer muchas maravillas en nosotros y a través nuestro.
     "Gracias Señor por el don del Espíritu"
     "Guíame Señor hacia ti con tu Espíritu"
     "Ayúdame a sentir la fuerza del Espíritu en mi vida"

Llévame al desierto
y susúrrame, en el silencio,
tu palabra.

Condúceme por la ciudad
y grítame, entre el tráfico y el barullo,
tu palabra.

Dirígeme por tus caminos
y dime, quedamente,
tu palabra.

Acompáñame por valles y montañas
y repíteme, con eco y fuerza,
tu palabra.

Guíame a la periferia de siempre
y enséñame, con paciencia,
tu palabra.

Álzame por encima de mis problemas
y desvélame, con gracia y ternura,
tu palabra.

Lánzame al agua
y hazme beber, serenamente,
tu palabra.

Transpórtame a cualquier oasis
y refléjame, claramente,
tu palabra.

Conviérteme a Dios y su reino
y anímame a escuchar en este tiempo propicio
tu palabra.

Bautízame con Espíritu Santo y fuego
e imprime en mi ser para siempre
tu palabra.

Ponme en los lugares más necesitados,
y que me empape serenamente
tu palabra.

Déjame en el corazón de las personas
y espera, Señor, que crezca en mí
tu palabra.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Jueves 10 de diciembre

Jueves de la 2ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 11‑15

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más  pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente  violenta quiere arrebatárselo.
Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan;
él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha nacido de mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza de voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo. Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los más pequeños.

Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.

Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.

Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.

Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.

Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.

Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.

Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.

Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.


B. Los judíos creían que antes de que viniera el Mesías, volvería Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento. Y Jesús les dice que Juan Bautista "es Elías, con tal de que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche". Hay personas a nuestro alrededor que, con sus palabras y estilo de vida, nos hacen pensar, nos animan a ser mejores, a acercarnos a Dios... Son los "Elías" de nuestro tiempo, los profetas que Dios nos envía. Tenemos que reconocerlos y escuchar su palabra. ¿Cuáles son los Elías que Dios me envía en este momento? ¿Qué me está diciendo Dios a través de ellos? ¿Qué le digo yo a Dios?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Domingo 6 de diciembre

Domingo de la 2ª semana de Adviento C

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 3, 1‑6

En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea... vino la palabra de Dios. En el año 2003 de la era cristiana, cuando estamos a punto de celebrar la Navidad... viene la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no nos cuenta hechos del pasado. La Palabra de Dios se hace realidad en cada circunstancia concreta.
     "Señor, ayúdanos a escuchar tu Palabra"
     "¿Qué me quieres decir en este momento concreto de mi vida?"

B. Vino la palabra de Dios a Juan en el desierto. No es casualidad que Juan escuche la Palabra de Dios en el desierto. El desierto es el lugar del silencio. Para escuchar la voz de Dios no es necesario hacerse ermitaño ni irse al desierto. Pero hace falta dejar por un momento el ruido, las cosas y las personas; hay que serenarse y escuchar.
     "Señor, concédeme amar el silencio"
     "Dame Señor silencio para escucharte en el ruido de mi vida"
     "Perdona Jesús mi falta de interioridad, de escucha"

C. Preparad el camino del Señor. Juan no es el Señor, nosotros tampoco somos el Señor. Pero preparamos su llegada. Nuestra vida, como la de Juan, ha de ayudar a otros a encontrarse con el Señor, para que todos disfruten de la salvación de Dios, del amor de Dios.
     "Perdona Señor porque a veces creo que yo soy el Salvador"
     "Dame fuerza para elevar los valles del amor y la fe"
     "Concédenos rebajar las colinas de la desilusión y la injusticia"

Una vez más me invitas
a preparar los caminos, los nuevos y los de siempre,
por donde Tú vienes trayendo buenas noticias.
Gracias, Señor.

Porque cuentas conmigo
para allanar colinas y valles
y para desterrar mentiras y opresiones...
Gracias, Señor.

Porque te pones en la senda
por la que yo voy caminando
para que te encuentre...
Gracias, Señor.

Porque entras en mi casa
y quieres hacer de ella una morada nueva
para todos los que caminan y se acercan...
Gracias, Señor.

Porque puedo proclamar,
después de haber sentido y vivido tu toque de gracia,
que el bautismo con Espíritu Santo nos recrea.
Gracias, Señor.

Una vez más me invitas
a adentrarme en el desierto para hacerme persona nueva
acogiendo a tus mensajeros y tu evangelio.
Gracias, Señor.

Tú me has encontrado,
y ese toque tan tuyo me está transformando.
La vida ya germina dentro de mí.
Gracias, Señor.

Florentino Ulibarri

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Adviento
es una multitud de caminos
de búsqueda y esperanza
para recorrerlos a ritmo ligero
siguiendo las huellas
de Abraham, nuestro padre en la fe,
de Jacob, enamorado, astuto y tenaz,
de Moisés, conocedor de desiertos y guía de tu pueblo,
de Isaías, profeta y cantor de un mundo nuevo,
de Jeremías, sensible a los signos de los tiempos,
de Juan Bautista, el precusor humilde y consciente,
de José, el enraizado y con la vida alterada,
de María, creyente y embarazada,
y con los ojos fijos en quien va a nacer
en cualquier lugar y circunstancia.

Adviento,
en nuestra vida e historia,
siempre es una aventura osada
que acontece en cualquier plaza,
calle y encrucijada,
o en el interior de nuestra casa,
o en nuestras propias entrañas.

Adviento
es tiempo y ocasión propicia
para preparar el camino:
igualar lo escabroso,
enderezar lo torcido,
rebajar lo pretencioso,
aventar el orgullo,
rellenar los agujeros negros,
despejar el horizonte,
señalar las fuentes de agua fresca,
no crear nieblas ni tormentas
sembrar verdad, justicia y amor
y tener el corazón con las puertas abiertas.

Te agradecemos, Señor,
la reiterada presencia del Adviento
en nuestra vida e historia.

En él, gracias a tu Espíritu y Palabra,
y a nuestra humilde acogida,
despunta una nueva aurora.

Florentino Ulibarri.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Miércoles 2 de diciembre

Miércoles de la 1ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 15, 29‑37

En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y el los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: —«Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días
conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.»
Los discípulos le preguntaron: —«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?»
Jesús les preguntó: —«¿Cuántos panes tenéis?»
Ellos contestaron: —«Siete y unos pocos peces.»
Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. "Me da lástima de la gente". En muchas ocasiones el Evangelio utiliza otra expresión semejante: "sintió compasión". ¿Qué significan en el evangelio estas palabras? Sentir lástima o compasión no es solamente un  sentimiento pasajero de pena. Es ponerse en lugar del otro, sentir lo que siente el otro y, como consecuencia, comprometerme por el otro. Dios se pone en tu lugar, le duelen tus penas, se alegra con tus éxitos, se compromete contigo. Le damos gracias.

B. Después de esta reflexión podemos entender mejor qué significa el Adviento y la Navidad, comprendemos la razón fundamental por la que Dios se hizo hombre, por la que sigue viniendo en cada momento. Dios viene porque se de cuenta de nuestras necesidades, porque tiene lástima y compasión, porque le duele que haya tanto dolor, tanta hambre de pan, de educación, de amor, de esperanza, de fe, de justicia... Dios viene porque se ha comprometido con toda la humanidad, contigo también.

C. Dios podría hacer lo que quisiera solo, pero prefiere contar con nosotros. El acogió aquellos pocos panes y peces. Hoy acoge, como si fuera un tesoro, nuestros gestos de amor, nuestros compromisos, nuestra solidaridad, nuestros esfuerzos. Acoge todo y lo multiplica para alimentar a sus hijos. Para que muchos sientan al Dios cercano que celebramos, Jesús necesita nuestra colaboración, por pequeña que nos parezca.

El Evangelio de hoy nos ayuda a entender mejor qué significa el Adviento y la Navidad: Dios viene porque se de cuenta de nuestras necesidades, porque tiene compasión de nosotros.


Señor Jesús, tienes compasión de los que no te encuentran y te acercas a todos, 
Tienes compasión de los que te tememos y te haces pequeño. 
Tienes compasión de los que somos demasiado duros y te manifiestas como ternura. 
Gracias, Jesús. 
Tienes compasión de los que tenemos hambre y te conviertes en pan de vida. 
Tienes compasión de los que no te entendemos y te haces Palabra. 
Tienes compasión de los que nos sentimos solos y perdidos y te haces nuestro compañero de camino. 
Gracias, Jesús. 

Tienes compasión de los que sufren en su cuerpo o su alma y te presentas como nuestro médico y medicina. 
Tienes compasión de los que somos perezosos para servir y te haces nuestro esclavo. 
Tienes compasión de los que pecamos y cargas con las consecuencias de nuestros errores. 
Gracias, Jesús. 

Tienes compasión de los que nos cuesta entregarnos y te ofreces por nosotros en la cruz. 
Tienes compasión de los que tenemos la muerte y con tu resurrección abres las puertas de la Vida eterna. 
Tienes compasión de los somos cobardes y miedosos y nos regalas la fuerza de tu mismo Espíritu. 
Gracias, Jesús.

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No desistas, Señor, sigue insistiendo
en venir a nosotros, en hacerte
vecino del dolor y de la lágrima.
Ven más cada mañana, nunca dejes
de acercarte.

Sucede
que la arcilla es así,
que está rajada
de añoranza y de amor
y nuestro cántaro
se nos queda sin sol, se cuela el agua
hacia Ti.

Sigue empeñado,
a pesar de nosotros y la aurora,
viniendo a nuestra sed.
Llegará un día
en que todo estará
como Tú quieras.

Valentín Arteaga


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Domingo 29 de noviembre

Domingo de la 1ª semana de Adviento C

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".


2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 25‑28. 34‑36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedaran sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Como ya hemos comentado el Evangelio de hoy en fechas recientes, he aquí algunas pistas para para comenzar el Adviento con buen ánimo:

A. Adviento siginifica "venida". En el Adviento celebramos que Dios viene. Dios se hizo carne, se hizo humano, nosotros, hace 2000 años. Dios vendrá al final de la historia. Y Dios viene en cada momento. En el Adviento contemplamos a Dios porque se acerca a nosotros, se acerca tanto para que sintamos su ternura, su caricia, su amor...
Damos gracias a Dios por su cercanía, porque viene.

B. Y si Dios se acerca, ¿qué hacemos nosotros? Dios pone todos los medios para encontrarse con cada persona. Y nosotros ¿qué medios ponemos? ¿qué medios vamos a poner? Sabemos que Dios está en cada persona, en los sacramentos, en uno mismo, en la realidad que vivimos. Pero muchas veces no nos damos cuenta. ¿qué está fallando? ¿cómo podemos mejorar?
Es vital para nosotros encontrarnos con Jesús. San Agustín comenta: "Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón no descansará haste que descanse en ti"
     "Tu rostro buscaré, Señor"
     "Mi alma te busca a ti, Dios mío"
     "Tengo sed de ti, Señor"

C. Algo nuevo está naciendo ¿no lo notáis? Esta frase de Isaías podría ser el lema de este Adviento. Podríamos pensar en este tiempo de Adviento qué semilla del Reino (generosidad, humilidad, gratitud, ofrecimiento, perdón, fraternidad...) está creciendo en mi interior, en mi grupo de fe, en mi parroquia, en mi familia, en mi barrio, en mi lugar de estudio o trabajo, en el mundo.
     "Dame Señor un corazón sensible"
     "Concédeme Señor unos ojos contemplativos"
     "Haz que mis oídos estén siempre abiertos"
 
Levantaos y alzad la cabeza…
Los que estáis desanimados, porque el desaliento no ha de tener la última palabra.
Los que tenéis miedo, porque hay un Dios de brazos abiertos queriendo acallar vuestras pesadillas.
Los que os sentís solos… no lo estáis, Dios está cerca, aunque a veces no lo sintáis.
Los que estáis encadenados por memorias hirientes, por estructuras injustas, por etiquetas que excluyen, por rechazos que duelen… levantaos y alzad la cabeza.

Mirad al frente con valentía, con coraje, y con esperanza, porque se acerca vuestra liberación.
Una libertad que romperá cepos y cadenas, que vaciará esas prisiones donde uno a veces se siente encerrado. Una libertad que nace del amor.
La libertad de quien está dispuesto a poner la vida entera en juego.
Aunque el mundo se vea zarandeado por tormentas, dividido por barreras absurdas, golpeado por una desigualdad terrible…
no os rindáis, no dejéis de soñar, de creer, y de mirar al frente para adivinar caminos nuevos. Yo estoy cerca.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

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Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
entre estremecida, asustada, aturdida,
expectante... enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
entre estremecida, asustada, aturdida,
expectante... enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
sintiendo cómo despiertas, con un toque de nostalgia,
mi esperanza que se despereza y abre los ojos,
entre asustada y confiada,
deslumbrada por el agradecimiento.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
enfrentada a las paradojas de esperar lo inesperable,
de amar lo caduco y débil,
de confiar en quien se hace humilde,
de enriquecerse entregándose.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
con la mirada clavada en tus ojos que me miran
con el anhelo encendido y el deseo en ascuas,
luchando contra mis miedos,
queriendo entrar en las estancias.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa,
medio cautiva, medio avergonzada,
a veces pienso que enamorada,
queriendo despojarme de tanto peso, inercia y susto...
para entrar descalza en este espacio y tiempo de gracia.

Aquí estoy, Señor,
¡tú sabes cómo, mejor que nadie!,
intentando traspasar la niebla que nos separa,
rogándote que enjugues tú mis lágrimas,
queriendo responder a tu llamada con alegría
y salir de mí misma hacia el alba.

Aquí estoy, Señor,
orientando cuerpo y alma
hacia el lugar de la promesa que no veo,
aguardando lo que no siempre quiero,
lo que desconozco,
lo que, sin embargo, es mi mayor certeza y anhelo.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa.
¡No te canses de llamar, Señor!
¡No te canses de llegar!
¡No te canses de venir, Señor!
Yo continuaré aquí confiado en tu Palabra.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

domingo, 22 de noviembre de 2015

Domingo 22 de noviembre

Solemnidad de Cristo Rey B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 18, 33b‑37

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
—«¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó:
—«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
Pilato replicó:
—«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes
te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
Jesús le contestó:
—«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
Pilato le dijo:
—«Conque, ¿tú eres rey?»
Jesús le contestó:
—«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Hoy es el último domingo del tiempo que llamamos ordinario. El próximo comenzaremos el Adviento. Y en este domingo celebramos la fiesta de Cristo Rey, de un rey que no es de este mundo, que no actúa como los reyes de este mundo. Jesús muestra su realeza desde el trono de la cruz, con la corona de espinas. Reina desde el amor, desde la entrega absoluta, desde el servicio, desde el perdón, desde la debilidad...
     "Señor, que tú seas el Rey de nuestra vida"
     "Danos tu Espíritu para ser reyes-servidores"

B. También nosotros estamos llamados a vivir en este mundo, sin ser de este mundo, sin dejarnos llevar por la corriente de este mundo: cambiando la venganza por el perdón, buscando la justicia en vez del dinero, ensalzando la generosidad frente al egoísmo, apostando por la comunidad en lugar del individualismo, abrazando la fe y no la incredulidad.
En mi familia, en el trabajo, con los amigos, en el barrio ¿cómo voy a responder a esta llamada. Pedimos a Dios luz y fuerza.

C. Jesucristo es testigo de la verdad. Y nosotros somos oyentes y anunciadores de esa verdad. ¡No nos cansemos de escuchar y anunciar que Dios es Amor, que todos los hombres y mujeres del mundo somos hermanos! ¡No nos cansemos de vivir de acuerdo con esta verdad, tan sencilla de comprender y tan difícil de vivir sin la ayuda del Espíritu de Dios!
     "Dame Señor un corazón que sepa escucharte"
     "Perdona Señor nuestra falta de verdad"
     "Haznos Jesús buenos anunciadores de tu palabra"

Señor, te acojo como Rey, como Señor de mi vida, voluntariamente, con entera libertad. No me obligas a abrazar tu bandera; me invitas a seguirte y esperas con paciencia mi respuesta.

No me has prometido dinero, ni honores, ni vida fácil, pero me aseguras la paz y la alegría más grandes.

Tú no eres como los señores de este mundo. No utilizas tu poder para manipular y enriquecerte.

Tu único poder es el Amor, el amor que se entrega para dar vida, vida eterna el amor que sabe sacar el bien del mal, ablandar un corazón endurecido, llevar la paz al conflicto más violento, encender la esperanza en la oscuridad más densa.

Por eso, Señor, con confianza y gratitud y alegría, te acojo como Rey, como Señor de mi vida.



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Señor, hazme buscador incansable de la verdad,
que no me conforme con mis verdades,
que me abra a las verdades de los hermanos
y a la Verdad con mayúscula que Tú me ofreces;
que cada día descubra quién eres Tú,
quién soy yo para ti y para el mundo.

Que no me deje engañar por la propaganda interesada,
al servicio de los más poderosos.
Que abra los ojos a la realidad del mundo,
con sus luces, sus sombras y sus esperanzas.

Señor, hazme servidor y testigo de la verdad;
que hable con sinceridad, pero sin dogmatismos,
que hable con convicción, pero sin vanidad.
que hable con sencillez, pero sin demagogia.

Que no hable como los fanáticos que tratan de imponer su verdad;
tampoco como los funcionarios que la defienden aunque no crean en ella.
Que nunca utilice la verdad para atacar a los demás
y sepa defenderla para el bien de los pobres.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 3 de noviembre de 2015

Martes 3 de noviembre

Martes de la 31ª semana del timpor ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 15-24

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: ¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios! Jesús le contestó: Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: Venid, que ya está preparado.
Pero ellos se excusaron uno tras otro.
El primero le dijo: He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor.
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor.
Otro dijo: Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir.
El criado volvió a contárselo al amo.
Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos.
El criado dijo: Señor, se ha hecho lo que mandaste y todavía queda sitio.
Entonces el amo dijo: Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se me llene la casa. Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Muchas veces pensamos que Dios sólo llama para complicarnos la vida. Sin embargo, la llamada de Dios es ante todo una invitación a participar en un banquete suculento, donde no falta ningún manjar.
            “Perdón, Señor, por dudar de tu generosidad”
            “Enséñanos a mostrar también la cara más amable de tu Evangelio”

En bastantes ocasiones ponemos excusas: soy demasiado joven, tengo mucho trabajo, tengo que preparar un examen, ahora me voy a casar, tengo que atender a mis hijos, ahora no tengo fuerzas... Encontramos excusas hasta debajo de las piedras. Pedimos perdón.

El Señor abre su banquete a todos, a los pobres, lisiados, ciegos y cojos. Y nosotros ¿abrimos nuestra casa, nuestra generosidad, nuestra amistad a los pobres? ¿o estamos siempre refugiados en aquellos que pueden devolver los favores que les hacemos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega,
y Tú nos dices: Venid, comed pan sin pagar, bebed vino y leche de balde.
La oración en un banquete, la Eucaristía es un banquete,
la solidaridad es un banquete.

Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.

¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.

Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.