1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 12, 39-48
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Comprended que, si supiera
el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un
boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos
penséis viene el Hijo del hombre". Pedro preguntó: "Señor, ¿has dicho
esa parábola por nosotros o por todos?" El Señor le respondió: "¿Quién
es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente
de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el
criado a quien su amo al llegar encuentre portándose así. Os aseguro
que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa:
"Mi amo tarda al llegar", y empieza a pegarle a los mozos y a las
muchachas, a comer y deber y emborracharse, llegará el amo de ese criado
el día y la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la
pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere, y
no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no
lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho
se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le
exigirá".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos dice: “Estad preparados”. Estamos preparados cuando cumplimos
con nuestra misión, con la tarea que Dios nos ha confiado.
“¿Cuál es mi misión, Señor? ¿Qué quieres de mi?
“Dame tu Espíritu para ser fiel a mi vocación”
Cuando no vivimos de acuerdo con nuestra vocación, en un primer momento
parece que no pasa nada, parece que Dios no se entera… Sin embargo, poco
a poco, vamos perdiendo el sentido de la vida, se va apagando la
alegría, crece la desilusión, no sentimos la presencia de Dios… Es la
pena de los que nos son (somos) fieles.
“Señor, perdona y cura mis infidelidades”
“No dejes que caigamos por el precipicio del sinsentido”
“Ayúdanos a ayudar a las personas que malgastan su vida”
El Señor nos ha dado mucho. A todos. También a ti. Quizá no lo sepas. Quizá no valores todo lo que Dios ha puesto en tus manos.
“Gracias Señor por los dones que me confías,
danos fuerza para que sepamos aprovecharlos
y podamos enriquecer al mundo, a la Iglesia y a nosotros mismos”
Llega de día, llega de noche.
Se le espera por la puerta, llega por la ventana.
Le buscamos con alegría, llega con su cruz.
Estamos de guardia, nos llama desde dentro.
Rastreamos huellas, llega por senderos nuevos.
Llega en la abundancia
y más todavía en la pobreza.
Llega cuando triunfamos
y nos acompaña en los fracasos.
Llega cuando es deseado
y se presenta cuando no se le espera.
Llega en el silencio y en el áspero y abrasador viento.
Llega también en la multitud y el ruido.
Llega para dormirnos y para despertarnos.
Llega a través de todas las caras que encontramos
a lo largo del día en nuestro camino.
Llega en el desierto de manantiales inciertos,
en las estepas de desconocidos pozos,
en los bosques frondosos en que nos perdemos,
en las altas cumbres que hollamos,
y en los valles que nos dan vértigo.
Llega a cada instante.
Llega en cada lugar.
Allí donde estamos, está.
Fiel a tu palabra
ya estás esperándonos.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 22 de octubre de 2025
Miércoles, 22 de octubre 2025
martes, 21 de octubre de 2025
Martes, 21 de octubre 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Tened ceñida la cintura y
encendidas las lámparas; vosotros estad como los que aguardan a que su
señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los
criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os seguro
que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo. Y si
llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos
ellos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Estamos dormidos cuando no nos enteramos de lo que ocurre a
nuestro alrededor, cuando nos descubrimos la presencia de Dios en
nuestra vida, en los hermanos, en la sociedad, en la comunidad…
Y cuando dormimos, el Señor pasa de largo, no podemos sentarnos a su mesa, no podremos disfrutar de su amor.
Dios llega de madrugada, por la noche y al mediodía. A cualquier hora, en cualquier lugar, a cualquier edad.
¿Estoy dormido? ¿En qué momentos? ¿En qué lugares?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Despierta, Señor, nuestros corazones,
que se han dormido en cosas triviales
y ya no tienen fuerza para amar con pasión.
Despierta, Señor, nuestra ilusión,
que se ha apagado con pobres ilusiones
y ya no tiene razones para esperar.
Despierta, Señor, nuestra sed de ti,
porque bebemos aguas de sabor amargo
que no sacian nuestros anhelos diarios.
Despierta, Señor, nuestra hambre de ti,
porque comemos manjares que nos dejan hambrientos
y sin fuerzas para seguir caminando.
Despierta, Señor, nuestras ansias de felicidad,
porque nos perdemos en diversiones fatuas
y no abrimos los secretos escondidos de tus promesas.
Despierta, Señor, nuestro silencio hueco,
porque necesitamos palabras de vida para vivir
y sólo escuchamos reclamos de la moda y el consumo.
Despierta, Señor, nuestro anhelo de verte,
pues tantas preocupaciones nos rinden
y preferimos descansar a estar vigilantes.
Despierta, Señor, esa amistad gratuita,
pues nos hemos instalado en los laureles
y sólo apreciamos las cosas que cuestan.
Despierta, señor, nuestra fe dormida,
para que deje de tener pesadillas
y podamos vivir todos los días como fiesta.
Despierta, señor, tu palabra nueva,
que nos libre de tantos anuncios y promesas
y nos traiga tu claridad evangélica.
Despierta, señor, nuestro espíritu,
porque hay caminos que sólo se hacen
con los ojos abiertos para reconocerte.
Despierta, Señor, tu fuego vivo.
Acrisólanos por fuera y por dentro,
y enséñanos a vivir despiertos.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 20 de octubre de 2025
Lunes, 20 de octubre 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: Maestro dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
El le contestó: Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre
vosotros ? Y dijo a la gente: Mirad: guardaos de toda clase de codicia.
Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola: Un hombre rico tuvo una gran cosecha.
Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.
Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros
más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha.
Y entonces me diré a mi mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida».
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida.
Lo que has acumulado, ¿de quién será? » Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Que pocas son las familias en la que no hay problemas con las
herencias. Normalmente los problemas no surgen porque cada uno exige
sus derechos legítimos, sino porque, aunque casi nadie lo reconoce, en
casi todos se esconde la codicia.
Pedimos al Señor que nos ayude a reconocer la codicia (consciente o
inconsciente) que influye, condiciona y en ocasiones determina nuestra
actuación; y que, por consiguiente, marca las relaciones con los demás y
con Dios. Pedimos fuerza para superarla.
Damos gracias porque también somos capaces de ser generosos y por todas
aquellas personas que son ejemplares a la hora de compartir sus bienes.
Señor, líbrame de la codicia de tener mucho dinero y hazme generoso, como Tú.
Líbrame de la codicia de acaparar mucho poder y hazme servicial, como Tú.
Líbrame de la codicia de desear muchos caprichos y hazme austero, como Tú.
Líbrame de la codicia de ser famoso y hazme pasar por uno de tantos, como Tú
Líbrame de la codicia de poseer a las personas y ayúdame a buscar la libertad de todos, como Tú.
Líbrame de la codicia de querer ser el mejor y hazme ser hoy mejor que ayer, con tu ayuda.
Líbrame de la codicia de buscar continuamente el placer y haz que busque sólo el Amor, contigo.
Líbrame de la codicia de hacer muchas cosas y ayúdame a cumplir la voluntad del Padre, como Tú.
Líbrame de la codicia de pretender ser un salvador y hazme humilde colaborador tuyo.
Ayúdame, Señor, a poner mi confianza en ti y en las capacidades que me has dado. Amén.
La vida no depende de los bienes. Ni la vida, ni la felicidad, ni nada
que tenga realmente valor a los ojos de Dios. Una vida plena y feliz es
consecuencia del amor, de la fe, de la entrega...
¿Cómo quieres asegurarte una buena vida, acumulando riquezas?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 19 de octubre de 2025
Domingo 19 de octubre 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que
orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: "Había un juez
en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario."
Por algún tiempo se llegó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios
ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré
justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."
Y el Señor añadió: "Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios,
¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará
largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el
Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?"
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Cuál era la intención de Jesús al proponer esta parábola? El mismo
texto nos lo dice: Jesús quería que entendiesen, que entendamos, que hay
que orar siempre, sin desanimarse. Para crecer en la fe, en la amistad
con Jesucristo no sirve solamente rezar de vez en cuando, cuando me
apetece, cuando necesito algo. La fe crece con la fidelidad en la
oración. Sin embargo en muchas ocasiones rezar se convierte en un
trabajo duro, incluso repelente... Pido al Señor el regalo de la
perseverancia para rezar siempre.
B. ¿Para qué rezar tanto? Algunos dicen con razón: "Dios ya sabe lo que
necesito", "Dios no es un juez injusto, es Padre bueno y generoso, que
nos da todo antes de pedir nada", "Hay muchas cosas que hacer"; sin
embargo sacan una consecuencia equivocada: "Rezar es un pérdida de
tiempo". Jesús, sin embargo, nos invita a rezar siempre. Él rezaba para
dar gracias a Dios, para pedir fuerzas a su Padre, para desahogarse con
Él, para tomar decisiones con acierto... para sentirse amado y amar a su
Padre. ¿Por qué rezo yo? ¿rezo como Jesús?
"Señor, enséñanos a orar"
C. ¿Por qué no somos fieles a la oración? Cada uno tendrá que buscar sus
razones. He aquí algunas de las más comunes: no somos conscientes de
todo lo que nos quiere Dios, creemos que podemos vivir sin pedir ayuda
de nadie, nos ocupamos de lo urgente y descuidamos lo importante, nos
cuesta reconocer que todo lo que somos lo hemos recibido de Dios...
Puedo pedir a Dios que me dé luz para descubrir que obstáculos no me
dejan ser fiel a la oración y fuerza para superarlos.
Señor, a veces me alejo de ti sin darme cuenta.
Lo sé: la oración me une a ti, como un sarmiento a la vid;
Pero, rezo poco hasta que casi dejo de rezar.
Sé que me amas y que estás conmigo.
Quiero creer que con saberlo me basta.
No te quiero muy cerca, no vayas a incordiarme.
Prefiero que estés en el puesto de "Urgencias",
dispuesto a echarme una mano si me accidento.
Pasan los días, las semanas y los meses
y, aunque sé que estás,
ya no te encuentro, no te siento.
Señor, a veces me alejo de ti sin darme cuenta.
Lo sé: Tú me ofreces la alegría más grande:
la alegría que brota al sentirme amado por ti,
la alegría que nace del servicio a los pobres,
la alegría del que vende todo para comprar el mejor tesoro.
pero yo quiero el tesoro, sin renunciar a nada
y prefiero otras alegrías, más rápidas y facilonas.
Mis pequeñas alegrías me van atrapando en sus redes;
poco a poco, me alejan de tu alegría.
Y, aunque sé que estás,
ya no te encuentro, no te siento.
Señor, a veces me alejo de ti sin darme cuenta.
Lo sé: Tú me amas siempre, gratuitamente,
también cuando no hago lo que esperas de mí.
Pero yo no acabo de creerlo y vivirlo.
Mi orgullo me dice que no me acerque a ti
hasta que lo merezca, hasta que "me lo gane".
Y así, los errores no me ayudan a ser más humilde,
a acoger el perdón y la fuerza que Tú me ofreces;
y mis pecados se hacen más fuertes en mi corazón.
Y, aunque sé que estás,
ya no te encuentro, no te siento.
Señor, a veces me alejo de ti sin darme cuenta.
Pero Tú no te rindes y sales a mi encuentro.
Me recuerdas la felicidad y la libertad que disfruté a tu lado
y me ayudas a mirarte a los ojos y a descubrir tu sonrisa.
Y te digo, con más confianza que vergüenza:
Perdóname, Señor, me he engañado otra vez. ¡Otra vez!
Rompe las redes que no me dejan abrazarte.
Sana mi corazón herido y mi voluntad enclenque.
Gracias, por tu paciencia, por tu perdón, por tu amor.
Tu amor vale más que todas las alegrías de este mundo.
Te alabaré con mis labios y mi vida. Amén.
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 18 de octubre de 2025
Sábado 18 de octubre 2025. San Lucas
San Lucas
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10,1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por
delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir
él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues,
al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino!
Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega,
ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el
camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si allí
hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a
vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan,
porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si
entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a
los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de
Dios."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Celebramos la fiesta de San Lucas. Un día sintió la llamada de Jesús,
que quería confiarle una misión. Puedo recordar las llamadas que a lo
largo de la vida he recibido y dar gracias por ellas. Y preguntarme: ¿a
qué me llamas ahora, Señor?
Para Jesús el mundo no es un negocio que explotar, ni un espectáculo que
contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una
mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo
miro a las personas?
"Transforma mi mirada egoísta, Señor"
"Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
"Señor, enséñame a mirar como tú me miras"
Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios
que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las
comunidades cristianas, religiosos y religiosas que nos recuerden la
absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad
y llamad a otras personas.
Señor, nos has llamado de nuevo. No por ser los mejores, ni los más
listos, ni los más fuertes. Nos llamas porque nos quieres, porque
quieres hacernos felices. Confiaste en nosotros, te vuelves a fiar, a
pesar de que no lo hicimos todo bien. Nos llamas y nos envías: ¡Poneos
en camino!
Tenemos miedos y a veces nos cansamos, nos asalta la duda,
la tentación y no encontramos sentido al trabajo. Mucha gente no nos
entiende, nos critica y llega el desánimo. Tú nos lo habías advertido:
“Os envío como ovejas en medio de lobos”.
Danos una mirada limpia para ver el mundo como Tú lo ves:
como un gran campo que necesita obreros, brazos dispuestos a trabajar,
corazones abiertos para amar, pies que acorten las distancias…
Nos dices: “No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias”.
Lo importante es que te llevemos a Ti, que sintamos la alegría de ser
tus amigos, que transmitamos, con la humildad de sentirnos pecadores,
que Tú estás cerca y que contigo llega la Paz a nuestra vida.
Responder a tu llamada es lo mejor que podemos hacer. Será
motivo de alegría para nosotros y de felicidad para muchos. Gracias por
esta nueva llamada. Gracias por todos los que te responden y me animan a
decirte: "Estoy dispuesta. Estoy dispuesto".
Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta
Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.
Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 17 de octubre de 2025
Viernes, 17 de octubre de 2025.San Ignacio de Antiaquía.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: "Cuidado
con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía.
Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse.
Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más.
Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para
matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo
yo.
¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se
olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo
tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los
gorriones."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La hipocresía tiene las piernas cortas. No puede avanzar
mucho. Nada hay cubierto que no llegue a conocerse. La hipocresía no nos
trae cuenta. Nos descubrirán y entonces será peor el remedio que la
enfermedad.
“Señor, danos fuerza para reconocer nuestra hipocresía
y fuerza para superarla”
“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo”. No tengáis miedo a que os
insulten u os persigan de cualquier forma por causa de Jesús. Tened
miedo a echar a perder a vida, a desaprovechar las capacidades que os ha
dado Dios, a hacer daño a los demás, a alejaros de Dios. Estos miedos
tienen sentido, aquéllos no.
¿Cuáles son tus miedos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No tengas miedo
a los que amenazan,
a los que hieren,
a los que dañan la dignidad
y matan el cuerpo
pero no pueden quitarte la vida.
No tengas miedo
a los que ocultan la verdad
o, creyéndose dueños de ella,
la manipulan,
dosifican y venden;
a los que con el arma de la mentira
quieren dominar pueblos y personas.
Rebélate,
manifiesta en todos los sitios,
en todo momento,
a tiempo y a destiempo,
tu fe en la vida y en la hermandad
adquirida al abrigo del Padre,
al lado de Jesús,
a la sombra del Espíritu,
en el seno de la comunidad.
Haz de esa fe
un gozo personal diario,
un estandarte de libertad,
una fuente de vida,
un banquete compartido,
una canción de esperanza,
tu reivindicación más sentida.
No tengas miedo
a los que, por eso, pueden castigarte,
retirarte el apoyo,
privarte del trabajo,
ignorar tu presencia,
olvidar tu historia,
golpear tu debilidad,
hacerte mal.
No tengas miedo.
Fíate de Jesús,
responde a su llamada;
fíate del Padre,
descansa en su regazo;
fíate del Espíritu,
lucha y sé libre. '
Estás invirtiendo la vida
en el proyecto más grande y venturoso
puesto en nuestras manos.
¡No tengas miedo!
¡Fíate de Jesús!
Florentino Ulibarri
Dios nos ama, te ama. Está pendiente de ti: cuenta hasta los pelos que
se caen de tu cabeza. Siempre está a tu lado. Siempre. Pero Dios es
discreto y silencioso. Necesitamos del silencio y la oración para
percibir su presencia. Rezamos con el salmo 114:
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí,
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida».
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 16 de octubre de 2025
Jueves, 16 de octubre de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11, 47-54
En aquel tiempo dijo el Señor: "¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos
a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois
testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos
los mataron y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la
sabiduría de Dios: "Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos los
perseguirán y matarán"; y así a esta generación se le pedirá cuenta de
la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde
la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el
santuario.
Si, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de
vosotros, juristas, que os habéis quedado con la llave del saber;
vosotros que no habéis entrado, y habéis cerrado el paso a los que
intentaban entrar!" Al salir de allí, los letrados y fariseos empezaron a
acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para
cogerlo con sus propias palabras.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La historia ha cambiado poco. A los que mientras vivían amargamos la
vida, después de muertos les dedicamos una calle. Hace falta que una
persona muera para que se le reconozcan sus valores.
“Señor, danos un corazón abierto
para reconocer la bondad de cada persona”
“Enséñanos a acoger a los profetas que nos envías
para hacernos ver nuestros pecados
y enderezar la vida hacia la felicidad”
Los juristas y fariseos tienen la llave del saber, pero ni entran, ni
dejan entrar. En nuestras manos está la posibilidad de vivir la fe y
transmitirla a otros. Y a veces ni la vivimos ni la transmitimos. ¿Cómo
vivimos la fe? ¿Cómo la podemos transmitir? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le
dices?
Señor Jesús, ayúdame a entrar decididamente, por la puerta del
Evangelio. Llevo mucho tiempo siendo cristiano, pero no acabo de pensar
como Tú, sentir como Tú, rezar como Tú, arriesgar como Tú, tratar a los
pobres como Tú, renunciar como Tú, compartir como Tú, entregarme como
Tú... En definitiva, no me atrevo a amar como Tú. Qué tu Espíritu me dé
el empujón que necesito para vencer la pereza y la mediocridad, y entrar
cada día con mayor profundidad en tu Reino.
Ayúdame a ser puente que abra camino. Qué nunca sea muralla que
cierre el paso. Para que muchas personas, algunas muy cerca de mí, que
buscan la fuente de la felicidad y de la alegría, puedan encontrarse
contigo, puedan descubrir y vivir que Tú eres el Camino, la Verdad y la
Vida. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.